domingo, 30 de septiembre de 2018


DEL SANTO CRISTO DE LA AGONÍA a los cristos que agonizan por descarte

Un domingo más en el que acudo a "cumplir" el precepto de la misa dominical, como Dios manda en su decálogo y la iglesia me concreta en su "pentálogo" (los cinco mandamientos), "todos los domingos y fiestas de guardar".

Pero este domingo 30 de septiembre, en la parroquia del Corazón Inmaculado de María, fui sorprendido por algo muy especial, la ceremoniosa salida procesional del Santo Cristo de la Agonía, a hombros, por la puerta grande, por los hermanos de la tercera cuadrilla. Aclamación popular de palmas, cohetes, música de la banda, globos, sahumerios, cánticos, pétalos de rosas, incienso, lágrimas…De veras que la devoción y el fervor religiosa cala muy hondo si uno se deja sorprender por su realidad, tal cual. Y uno no sabe dónde mirar, por supuesto que los ojos misericordiosos de la imagen que tanto nos recuerda el Verbo Encarnado, el Dios Humanado, el Ecce Homo, el rostro divino del Hombre y el rostro humano de Dios, tan adolorido pero tan glorioso; y, luego, a los hermanos que lo portan con tanta fe, con elegancia, con amor; qué fuerza y autoridad la del campanero, qué ritmo el zapatear humilde y decidido de los cargadores, qué miradas de las madres, qué horizontes los de los niños que ven sus globos volando y jugando en honor al Señor, qué gozo ver al sacerdote acompañando y guiando la devoción…¡Cómo no va a mirar con afecto Dios Nuestro Señor los mil y un detalle de la procesión! Gracias, amigos, sigan en comunión, sigan a paso firme de buen cristiano, haciendo grande nuestro Perú, como reza la letra del himno del Señor de los Milagros.

Y, como contrapunto, saludé a un vendedor de cirios, a la puerta, ninguneado por tantos, rescatado del alcohol gracias a un Buen Pastor, pero que ni un colchón para dormir esta noche, ni un plato seguro para el almuerzo…Bueno, yo, al menos le brindé este primer socorro. Seguro que en el camino logró para la comida y ¡Dios lo quiera! pueda dormir…

Yo solo quiero dejar constancia en mi nota de la riqueza de nuestro Perú ensantado en sus cofradías y  hermandades, pero ¡ojo! que junto a una bella imagen de madera del Señor tenemos cristos "feos", rotos, inoportunos, que la sociedad excluye y descarta.

¡Santo Cristo de la Agonía, que tu compañía nos lleve a acompañar a tantos cristos que agonizan a nuestro lado!