CIPRIANI THORNE, Juan Luis
Doy Fe Un testimonio sobre la crisis de los rehenes en la residencia del embajador de Japón (Planeta, Lima 2012, 335 pp)
Estoy preparando mi curso de licencia sobre la Historia de la Iglesia contemporánea del Perú y me parecía obligado leerlo, aun después de los siete años de su publicació n. Ahora que su autor y protagonista está fuera de la escena mediática, en estos días tristones de la caótica limeña me ha sabido a confidencia, confesión, con tanto de verdad, valentía, esperanza.
Como indica la síntesis editorial el 22 de abril de 1997, un grupo de catorce emerretistas fueron abatidos tras mantener secuestrados a más de setenta personas en la residencia del embajador de Japón en Lima durante cuatro meses. En ese momento se rumoreó que Juan Luis Cipriani Thorne, en aquel entonces monseñor y uno de los intermediarios de las negociaciones entre el Estado y la cúpula del MRTA, había apoyado a los militares camuflando micrófonos de interceptación a través de su ajuar de misa. Quince años más tarde, Juan Luis Cipriani, ya convertido en cardenal del Perú, rompió su silencio y confesó lo que ocurrió dentro y fuera de esa improvisada cárcel. Una verdad personal que, de seguro, ha resultado polémica porque incluía a un enigmático y calculador presidente de la república puesto contra las cuerdas, una Cruz Roja supuestamente parcializada... y un líder terrorista, Néstor Cerpa Cartolini, convertido en rehén de su propia facción, aparentemente de acero en la persistente exigencia de no pactar para liberar a los presos pero que llora ante la carta de su hijo y que desde París llegó de manos del propio Monseñor.
Me queda claro que hay acontecimientos que no pueden quedar en el olvido. Recuerdo que yo vivía en Arequipa pero estaba convaleciente en Lima por una operación de hernia discal y escuché el terrible estampido. Todo el Perú vivía conmocionado ante la suerte incierta de los rehenes y los terroristas. El tema brinda todos los ingredientes para varias novelas, pero aquí se comparte un testimonio que da fe y que, ciertamente, merece nuestro crédito. La obra nos sirve para conocer el temple del autor, hoy arzobispo emérito de Lima y cardenal de la Iglesia, su deseo de servir como sacerdote a todos cuantos vivieron ese espeluznante calvario, con detalles de alta política con personajes de repercusión mundial como los presidentes nacionales o sus representantes, el nuncio del Perú y el propio san Juan Pablo II, junto a los de baja monta pero no menos importantes como llevar polos deportivos para los jóvenes emerretistas, su disponibilidad para facilitar los sacramentos o escribir cartas.
De igual modo, es una obra para completar biografías de personajes como el Cardenal Landázuri a quien visitó antes de morir, o a embajadores, políticos, con los que llegó a trabar una gran amistad.
Nos ayuda a bucear en personalidades complejas como las de los terroristas, sus motivaciones, su evolución, su percepción del Perú, del mundo, los valores, la Iglesia…
Es un test para calibrar nuestra generosidad y la de los protagonistas. Un registro de lo arraigada que está la religiosidad en el pueblo peruano; el significado de la Navidad vivida en tan singulares condiciones. El análisis psicológico tan cambiante e imprevisible ante "túnel" tan incierto.
Con cientos de detalles, bien contados, con la secuencia cronológica, cuidando la trama, el ambiente, se consigue un relato lleno de vida y de color, bien documentado (gracias por facilitar cartas fundamentales como las enviadas al Nuncio y al Papa).
Gracias, Monseñor. Nunca es tarde para asomarse a un libro que tanto aporta para la conocer y sanar la dramática historia del Perú.