NUEVO ARZOBISPO DE LIMA, MONS. CARLOS CASTILLO
Saludamos al nuevo Arzobispo de Lima, Dr. P. Carlos Castillo Mattasoglio, oramos por él y sus intenciones y compartimos algunos datos, el primero de la sala de prensa del Vaticano y el segundo de uno de mis libros en el que compartió su testimonio vocacional:
SEMBLANZA Y MISIÓN
El reverendo Carlos Castillo Mattasoglio nació en Lima el 28 de febrero de 1950. Completó sus estudios primarios en el Colegio "Dalton de Lince" y los secundarios en el Colegio "San Agustín" en Lima. De 1968 a 1973 asistió a la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional "San Marcos" de Lima, obteniendo el Bachillerato en Ciencias Sociales. Ingresó en el Seminario Mayor "Santo Toribio di Mogrovejo" de la archidiócesis de Lima, y fue enviado a Roma para sus estudios eclesiásticos donde, en 1979, obtuvo el Bachillerato en Filosofía y, en 1983, en Teología en la Pontificia Universidad Gregoriana. Fue ordenado presbítero, incardinándose en la archidiócesis de Lima el 15 de julio de 1984. En 1985 obtuvo la Licencia y, en 1987, el Doctorado en Teología Dogmática en la Pontificia Universidad Gregoriana.
Ha ocupado los siguientes cargos: profesor de Teología en la Pontificia Universidad Católica de Perú (desde 1987 hasta hoy); consejero de la Unión Nacional de Estudiantes Católicos (1987-1998); vicario parroquial de "San Francisco de Asís" (1987-1990); vicario parroquial de "La Encarnación" (1990-1991); responsable archidiocesano de la pastoral universitaria de Lima y colaborador en la parroquia de "San Juan Apóstol" (1991-1999); vicario para la pastoral juvenil de Lima, organizador de la vicaría para la juventud y responsable de la pastoral vocacional (1996-1999); consejero nacional de la Comisión Episcopal para la juventud de la Conferencia Episcopal del Perú (1990-2001); Vicario parroquial de "San Juan Apóstol" (1999-2001); consejero nacional de pastoral para la juventud (2000); párroco de la "Virgen Medianera" (2002-2009); director de relaciones con la Iglesia y miembro del Consejo Universitario de la Pontificia Universidad Católica del Perú (2003-2006); párroco de "San Lázaro" (2010-2015).
Es autor de varios libros y artículos de carácter teológico.
Además de español habla italiano y francés.
Actualmente, además de ser profesor de Teología en la Pontificia Universidad Católica del Perú, es colaborador de la parroquia "San Francisco Solano" y consejero del Centro de Asistencia Pastoral Universitaria de la Pontificia Universidad Católica del Perú.
http://press.vatican.va/content/salastampa/es/bollettino/pubblico/2019/01/25/rem.html
SU VOCACIÓN, UN FRUTO DEL VATICANO II
En mi libro "El Concilio Vaticano II, 50 años después" (Paulinas, Lima, 2012, p.165) dedico una página a su vocación en el acápite: "Vocaciones "conciliares".
Una faceta interesante en nuestra tarea de registrar los ecos y frutos del concilio sería la de recoger testimonios de vocaciones como la brindada por el P. Carlos Castillo Mattasoglio: "El Vaticano II está ligado totalmente a mi vocación cristiana y sacerdotal diocesana. Yo tenía quince años cuando concluyó el Concilio Vaticano II. Estaba aún en el colegio, San Agustín, en 1965, 4º de media. Algo escuché allí del Concilio, por el P. Lucio, quien invitaba a los acólitos a modificar la forma de ayudar a la misa en la capilla. A mí me asignaron el papel de monitor o guía, porque la misa comenzaría a hacerse en castellano y ya no en latín y cara al pueblo. Pero éste era sólo un aspecto. La verdad es que donde escuché hablar efectivamente del Concilio fue en el seminario dentro Toribio, donde los de mi promoción asistimos a un retiro de 3 días. Allí, un seminarista, ahora sacerdote, Hugo Risco me contaba que la Iglesia estaba en renovación y que estaba por concluir ese evento que daría enormes luces para vivir cristianamente en estos tiempos…El amigo me invitó a participar en la JEC. Aquí me hice militante y pude conocer desde el primer momento los ecos del Vaticano II. Sentí más cercano el tema de liturgia…La JEC junto con otros movimientos fueron fuente de una nueva experiencia, y ellos nos abrieron los ojos a través del Concilio. Los sacerdotes peruanos jóvenes de la época nos impulsaron hacia esa apertura: el P. Pepe y el P. Jorge, asesores de la JEC, nos animaron, el P. Harold con sus artículos en "Oiga" nos ayudaba a pisar tierra, Jorge, Gustavo, Luis Fernando, nos explicaron el Concilio y nos hicieron sentir laicos con personalidad y aplomo. Posteriormente en la Junta Arquidiocesana de Acción católica conocí a don césar Arróspide que refería siempre al Concilio las nuevas actitudes de los laicos. Al poco tiempo, en el año 1967, se empezó a preparar Medellín, y todos los movimientos nos reunimos para la declaración de los lacios peruanos inspirada en el Vaticano II[1]"