sábado, 10 de marzo de 2018

SOR CLARA DEL CORAZÓN DE MARÍA (1860-1924)

 

María Josefa Camila del Carmen Álvarez Zalas (en religión  Sor Clara del Corazón de María) nació en Lima el 14 de julio de 1860, "cuando las campanas de la Buena Muerte repicaban a la misa matinal de San Camilo de Lellis". Hija de Don Francisco Álvarez, español y de Doña Mercedes Zalas Velásquez, peruana. La familia de Carmen vivía cerca de la Parroquia de Santa Ana, allí la bautizaron el mismo día de su nacimiento con el nombre de María Josefa Camila del Carmen. La "Niña Carmencita", como la llamaron los que la conocieron, pasó su infancia en la casa familiar de los Barrios Altos de Lima, cerca de la Iglesia de Santa Clara a donde solía acudir con su Madre.

Carmen estudió en la escuela Municipal N° 4 "Santa Rosa de Lima". Presenta en junio de 1881 una solicitud en la que pide a las autoridades pertinentes de la Municipalidad de Lima, una plaza vacante para la Dirección de una Escuela Municipal del Callao.

Ayudaba al Párroco de San Sebastián en el Catecismo de los niños pobres. Visitaba a la Hijas de la Caridad, donde conoció a la Madre Felicitas Rossi (quien más tarde pasaría a la nueva congregación) donde también recibió la Insignia de Hija de María. Mostraba su esmerada educación a través de su trato afable y sus modales distinguidos; alcanzó a tierna edad una vasta cultura general. En su vida interior manifestaba una sólida piedad, inclinación a la oración, a la penitencia y a una intensa vida eucarística, obteniendo de su confesor el permiso para comulgar diariamente.

Dificultades de orden económico impidieron que ella consiguiera la dote necesaria para poder ingresar al monasterio de Santa Clara. A través de su confesor el Padre Miguel Ferriol, OFM., conoció al Padre Alfonso María de la Cruz Sardinas, OFM., y conocida la promesa hecha a la Inmaculada, con todas las dificultades que implicaban, se puso a disposición del Padre Alfonso (en compañía de su amiga Rebeca Valdivia) para juntos fundar la Congregación de Religiosas Franciscanas de la Inmaculada Concepción y el Colegio de la Inmaculada Concepción. Meses después de haber dado inicio a la Congregación – 6 de diciembre del 1883 – abrieron el Colegio de la Inmaculada Concepción – 18 de enero de 1884. El 24 de agosto de 1884, Carmen ingresa al noviciado con el nombre de Sor Clara del Corazón de María. El anhelo más profundo de Clara era ser franciscana, después de numerosas dificultades se le concede el permiso para usar el hábito talar de penitencia en 1885. El 17 de setiembre de 1885, hizo su profesión simple y el 8 de setiembre de 1898 su profesión perpetua.

Desde el inicio del Colegio de la Inmaculada Concepción ella se desempeñó como Directora. Coincidentemente con la muerte de Monseñor Alfonso María de la Cruz Sardinas Zavala en Huánuco, en sus Memorias, ellas expresa la gran necesidad de "Educar como conviene a la mujer", porque "La sociedad es lo que la mujer es" y cuánto sea importante la religión en la educación lo resume en la frase "Sin la Religión no se concibe ni moral ni virtud". El año 1902 fue muy doloroso para Sor Clara del Corazón de María y sus hermanas, pues murió "Nuestro muy amado Padre Fundador" como ella lo llama en sus Memorias;  sin embargo no sería el último dolor, pues en 1918, tuvieron que devolver al gobierno el local totalmente mejorado para recomenzar en el local de Viterbo de propiedad de la Congregación. En 1910 participa activamente en el Primer Capítulo General de la congregación. Los cargos que desempeño en orden cronológico fueron: directora y discreta, primera y segunda consejera general, y, finalmente Vicaria General; se desempeñó también como maestra de novicias por el espacio temporal de ocho años.

Se la recuerda por su profunda vida eucarística que se manifestaba en las frecuentes visitas al Santísimo durante el día, así como por su profunda vida mariana, la que se manifestaba incluso en el cuidado externo que brindaba a Nuestra Señora de las Lágrimas. Es importante mencionar su espíritu de mortificación y penitencia, su exquisita caridad fraterna y su humildad, la observancia de los votos, su espíritu de trabajo y su vida virtuosa. Sin embargo nunca fue elegida Superiora General, el motivo dice Madre Margarita: "Como era tan austera el Padre Fundador tuvo temor de que las demás Hermanas no pudiendo resistir su severidad se desanimasen y designó a la Madre Margarita Daly, persona de carácter suave y de mucha experiencia, aunque muy nueva en el Instituto. La Madre Fundadora le rindió obediencia y se sometió gustosa, cumpliéndose en ella las palabras de Nuestro Padre S. Francisco, que decía estaba pronto a obedecer lo mismo al último novicio, si se lo daban por Guardián que al religioso más sabio y de edad más provecta". A este motivo, hay que agregar el motivo histórico y legal de su vida, fue hija natural que en la época significaba….

Nunca tuvo celda propia sino que tenía su habitación junto a la internas para vigilarlas con solicitud de Madre. Amó a las Novicias y se preocupaba de todas las religiosas con solicitud más que maternal, pues era ella, la Madre y Fundadora de este nuevo ideal de vida cuyo objetivo fue y es: la gloria de Dios y la santificación de las almas a través de la educación. Trabajó sin descanso, motivo por el cual su salud fue resquebrajándose poco a poco, sufriendo de violentos cólicos hepáticos, el medico aconsejaba una operación pero su amor a la pobreza y su modestia no permitieron que la operación se llevara a cabo; cuando recibió la orden de la madre General, aceptó; lamentablemente el cáncer se había generalizado, suturaron la herida y la dejaron en las manos de Dios. Al tomar conciencia ella pidió la administración de los últimos sacramentos y recomendó a las Hermanas que tratasen de conservar el Colegio de la Inmaculada Concepción en memoria del Padre Fundador. Termina así  sus días entregados a Dios y al prójimo con los nombres de Jesús y María en la boca el 25 de febrero de 1924.

La Madre Margarita, resume su vida con estas Palabras: "en todo no buscó sino la gloria de Dios, no trabajó sino por la Iglesia y por las almas, rindiendo el tributo de su vida en aras de su amor a la Congregación de quien Dios la hizo FUNDADORA".