sábado, 10 de marzo de 2018

Pascualito Fuster (1888-1950)

 

Nació en Caína, Huánuco, de familia indomestiza. A los 20 años se trasladó a Lima y pronto se convirtió en una de las personas más queridas del distrito de Barranco. Mendigo, tullido de las piernas, no se amargó con su enfermedad sino todo lo contrario, se creció e hizo crecer a cientos de jóvenes. Se desplazaba sobre una tabla con chirriantes rodajes e impulsándose con dos planchas de lavandera. Cada mes iba pidiendo limosna en las casas de los vecinos adinerados de Barranco y en las puertas de las iglesias de Santo Domingo y de La Merced. Todo lo que recaudaba lo empleaba en obras de caridad, destacando de modo especial el pago de los estudios de seminaristas pobres, así como el socorro a indigentes y enfermos de tuberculosis. Se destacó por su vida de piedad, especialmente eucarística, por organizar retiros espirituales y por obsequiar rosarios elaborados por él mismo con semillas endurecidas. Siempre estaba listo para dar consejo a los necesitados. Hasta el mismo Nuncio de Su Santidad no dudaba en pedirle consejo.

 

Dice el P. Lienhart que su figura era conocida en los templos limeños, San Alfonso, San Pedro, La Merced, La Concepción, Santo Domingo o La Recoleta…"Era familiar su figurilla aduendada: el ponchito sobre su endeble espalda, el negro sombrerito de paño, el ágil cochecito y en su rostro moreno los vivaces ojos de brillante mirada como los de un pájaro, con inefable sonrisa y cordial humildad. Se le escuchaba entrar en la iglesia, con las rápidas ruedecitas hasta que llegaba a la banca delantera de la nave central. Allí, frente al altar mayor, de un salto preciso, se encaramaba al asiento, donde permanecía absorto durante la Santa Misa. Recibía la Comunión con unciosa actitud". Murió en marzo de 1950 y su entierro fue acompañado por toda Lima como otrora lo hacía en el periodo virreinal con los que morían en olor de santidad.