LA PRESENCIA EVANGELIZADORA DE LOS MISIONEROS COMBONIANOS EN LA DIÓCESIS DE TARMA
La ciudad de Tarma fue el eje principal del corregimiento del mismo nombre ubicado en el arzobispado de Lima. Fundada el 26 de julio de 1538 bajo la advocación de Santa Ana como patrona de la ciudad, servía como refugio de soldados para luego convertirse en parroquia bajo el cuidado del de la Arquidiócesis Lima. En 1784 fue convertida en intendencia (nombre con que informalmente se conoció a la Provincia de Tarma) y llegó a ser la mayor contribuyente económica a la Corona de entre todas las restantes. Es a partir de esta introducción donde se indicará que gran parte de la evangelización de la diócesis tiene una participación activa de los Misioneros Combonianos del Corazón de Jesús (MCCJ) y que forma una parte relevante dentro de la labor continuadora de la evangelización en la ciudad de Tarma. La presente reseña expondrá la participación histórica de ellos en la diócesis de Tarma y su labor pastoral.
Primera presencia: la creación de la Prelatura de Tarma y su posterior formación de la Diócesis
Por motivo de los 50 años de la presencia de los combonianos en el Perú, se publica una edición limitada de la historia de la diócesis de Tarma. . En ella narra con detalle lo sucedido según los testimonios escritos de la época y su inicio pastoral cuando se forma la prelatura: “La toma de posesión se hizo el 26 de julio de 1558 con una participación alegre del pueblo. Las calles embanderadas de la ciudad, ofrecían un aspecto variopinto. Los niños con sus trajes típicos y con banderitas blanquirrojas en la mano, bordearon ambos lados de la calle, dejando el paso libre para las asociaciones, que así adelantaron en procesión. Después de estos, seguían los sacerdotes y en medio de ellos Mons. Antonio Kühner, acompañado del obispo de Huánuco, Mons. Carlos A. Arce Macías. Los dos prelados caminaron debajo de un palio, con incienso, báculo, y mitra: un aspecto imponente. Detrás de ellos la banda de músicos que tocaba ininterrumpidamente, atrayendo a más público que quería participar en aquella solemnidad en la catedral. […] Tras el canto Veni Creator Spiritus que entonó el Obispo de Huánuco, el párroco de la parroquia de Tarma leyó la bula pontificia sobre la creación de la prelatura. Seguidamente, la lectura del decreto de la Nunciatura de Lima, con el cual se delegaba al Obispo de Huánuco entregar la prelatura, quien luego dirigió un discurso, acentuando el significado de este día. Asimismo, se leyó una segunda bula papal, por la cual Mons. Antonio Kühner era nombrado por el Santo Padre como primero prelado de la prelatura de Tarma. Se inmediato se procedió a leer un tercer escrito de la Santa Sede dirigido al clero y al pueblo de la nueva prelatura. Todos los edictos papales están escritos a mano, en escritura gótica y provista de su respectivo precinto. Después de este acto oficial, Mons. Kühner asumió la prelatura según un ceremonial propio. El Obispo de Huánuco abandonó el trono episcopal de la catedral en señal de que ahí ya no tenía jurisdicción alguna y acompaño al Prelado con mitra y báculo al trono y lo abrazó según la costumbre del país. Entretanto, el clero, según su dignidad, se postro ante el trono para el beso del anillo pastoral. Al final, el mismo Prelado se dirigió al público, agradeciendo su cordial recibimiento y le manifestó en grandes rasgos las tareas que le esperaban y que tenían que cumplirse. Con un solemne Te Deum se concluyó la ceremonia litúrgica.”
Posteriormente, el Papa Juan Pablo II elevó a Diócesis la Prelatura el 24 de diciembre de 1985, manteniendo el nombre de Santa Ana. Como primer prelado Nullius fue nombrado Monseñor Antonio Kühner y Kühner (MCCJ) quien tomó posesión de la nueva sede el 26 de julio de 1958. En 1981, fue promovido el entonces obispo auxiliar de Arequipa Monseñor Lorenzo Unfriend Gimpel (MCCJ) como nuevo obispo prelado de Tarma. Mediante la constitución apostólica Cum Satis del 21 de diciembre de 1985 es elevado a Diócesis. A la vez, Mons. Lorenzo Unfriend Gimpel fue promovido como su primer obispo diocesano. Posteriormente, en 1988 fue elegido administrador diocesano el P. Humberto Unterberger (MCCJ), tras su renuncia el 3 de enero de 1991, el colegio de consultores de la diócesis elige al Pbro. Richard Alarcón Urrutia, como nuevo administrador diocesano. El 3 de enero de 1993, Mons. Luís Sebastiani Aguirre (SM) fue ordenado obispo de Tarma y en esa misma ceremonia litúrgica realizada en la catedral de Tarma, tomó posesión de la diócesis hasta el 2001 cuando fue nombrado como nuevo arzobispo de la Arquidiócesis de Ayacucho. Su sucesor, Richard Alarcón toma posesión de la diócesis.
Presencia pastoral: rompiendo mitos a través del ejemplo
Las crónicas narradas por los combonianos relatan la llegada y la misión al empezar su labor en la diócesis: “Entre 1950-51 se produce el relevo en Tarma: los vicentinos “catalanes” se trasladan a Honduras y les suceden, un año más tarde, sus hermanos “madrileños”. Desde su entrada, y mientras los vicentinos residieron en Santa Ana, el Prelado y los otros combonianos vivieron por algunos meses en una casa alquilada, colaborando con los vicentinos en la pastoral y recibiendo de ellos progresivamente el encargo de las parroquias de Tarma y Acobamba.
El 25 de julio de 1958, fecha inolvidable para el pueblo católico tarmeño, hizo su entrada solemne el flamante prelado Mons. Antonio Kühner, acompañado de algunos misioneros combonianos. Al hacerse cargo- tres meses más tarde- de la parroquia de Santa Ana, a los comúnmente llamado “castellano tosco y poco cultivado”, la seriedad y manera de tratar de los nuevos sacerdotes, y retiraron su colaboración activa de la parroquia. A partir de ello, se emprendió la labor y tarea evangelizadora que los padres vicentinos dejaron en herencia, dedicándose especialmente a las comunidades rurales o campesinas. Sea como fuere, poco a poco se dio paso a una pastoral más orgánica y concertada, que se inició en los años 60. Se promovió la reorganización de Caritas, que más tarde dio hermosos frutos con la creación de los Clubes de Madres y una auténtica promoción de la mujer campesina. También se inició, en el salón parroquial, la Cooperativa de Ahorro y Crédito “La Perla de los Andes”, hoy “Cooperativa Regional del Centro”. La enseñanza religiosa y promoción humana iban juntas. Con ese mismo dinamismo se continuó también en la década siguiente.”
Este relato es importante porque intenta desmitificar la imagen del “cura sacaplata” que iría desapareciendo progresivamente para dar lugar a una nueva figura, la del “sacerdote promotor”, paso importante para sentar las bases de una nueva y más positiva visión de los evangelizadores. Luego se conocerá que se formarán las parroquias de Huasahuasi, Palcamayo y Palca.
Santuario del Señor de Muruhuay
La religiosidad popular, tan característica de nuestra serranía, se hace presente en estos ambientes de tradición sumamente católica. En este aspecto debemos subrayar la devoción al Señor de Muruhuay, tan generalizada en toda la sierra central. El santuario se encuentra cerca de Acobamba, a unos 11 km. de Tarma, en la falda de un imponente cerro. Según la tradición, en 1835 un pastor halla una imagen del Señor Crucificado, pintada por manos de ángel en la roca del cerro de Muruhuay. Muy pronto comenzó a venerarse ese lugar y a finales del siglo, se emergió una capilla que con el tiempo empezó a ser insuficiente ante una creciente devoción. Esto se refleja en la siguiente reseña: “Cuando los vicentinos llegaron a Acobamba y empezaron a atender también el santuario, vieron la necesidad de una capilla más amplia. Ante la creciente afluencia de fieles y con la intención de impulsar esa manifestación popular de fe, el obispo prelado Mons. A. Kühner puso en marcha, con la ayuda de la Iglesia alemana, la construcción del santuario actual. El 1.5.1972, Mons. Kühner bendijo solemnemente el nuevo y espacioso templo, de material noble y líneas modernas, digno centro religioso de la región.
Cada año, sobre todo en el mes de mayo, acuden peregrinos prácticamente de todo el país, con la fe y la confianza puesta en el Señor, a la vez que manifiestan su devoción y su alegría con las expresiones y organizaciones típicas de la piedad popular. La animación espiritual y sacramental del santuario estuvo a cargo de los combonianos de Acobamba desde 1958. Años más tarde, pasó al clero diocesano. En 1989 el P. Hilmar Gulba fue el encargado del santuario, residiendo allí durante casi todo el año […] El sueño de los obispos combonianos de Tarma – Mons. Kühner y, especialmente, Mons. Lorenzo Unfried- era el de confiar el santuario a un monasterio de monjes, con el fin de asegurar un servicio sacramental permanente, convirtiendo el santuario en un auténtico control de espiritualidad, mejorando la liturgia, la catequesis y la participación popular.”
La misión pastoral sigue continuando en la labor diocesana de Tarma. También es menester reconocer la presencia activa de muchas otras órdenes religiosas tanto de vida activa como contemplativa. Todas ellas y en su conjunto, siguen haciendo presencia de Cristo en diferentes lugares del Perú.
Janina Navarro L.