jueves, 14 de septiembre de 2023

P. Miguel de Ribera (1600-1680)

Sacerdote oratoriano o filipense, nace en Trujillo. Atraído por el señuelo de la plata de Potosí, viajó hasta la rica ciudad del Alto Perú. Desengañado del mundo material, se dirige a La Paz donde siente el llamado de Dios y de ingresar en el Seminario como sacerdote. Tras su ordenación presbiteral dirige un colegio de primeras letras. Gracias a su voz privilegiada y excelentes dotes musicales fue invitado por su amigo el Padre Agustín Negrón, canónigo de la catedral de Lima, para ser director de canto de la catedral.

Entra en contacto con el venerable jesuita P. Francisco del Castillo a través de la Escuela de Cristo y despierta en él un celo ardiente por servir al prójimo, repartiendo los mil pesos que recibía como sueldo entre los más necesitados. Lleva una vida austera y penitente, acogiéndose al hospital de San Pedro para sacerdotes. Fue allí donde conoció al padre Alonso Riero de Pastrana que desde 1671 estaba en proceso de fundar el instituto de San Felipe Neri en el Perú, uniéndose al mismo. Años más adelante, el arzobispo Monseñor Juan de Almoguera (1674-1676) les otorga la licencia para vivir en comunidad. El Padre Miguel se siente identificado con el carisma y la espiritualidad de los oratorianos, especialmente por el cultivo de la música sagrada, la prédica y el apostolado de la confesión. Será en este ministerio en el que destacará el P. Ribera ya que destinará toda la mañana a atender a todo género de personas, especialmente a las más desorientadas; de hecho su biógrafo Francisco Antonio de Montalvo refiere que atendía con "mayor aplicación al consuelo de los más pobres indios y despreciados negros". Ello no quita para que otros muchos, aventajados en virtud como el propio arzobispo Juan de Almoguera, lo eligieran también como confesor y director espiritual. Tras el almuerzo compartía sus alimentos con los pordioseros y por la tarde visitaba conventos de religiosas o beaterios. Como otro san Felipe Neri, fundador de su congregación, gozaba con los niños a quienes catequizaba con simpatía. Al anochecer retomaba el ministerio de la confesión y dedicaba largo tiempo a la adoración eucarística. Sensible a la problemática ciudadana logró la reconciliación de dos familias que se odiaban a muerte.

Partió para la patria celestial el 1 de febrero de 1680.

La Congregatio Oratorii Sancti Philippi Nerii es una sociedad de Vida Apostólica conformada por sacerdotes seculares y seglares que viven en común, sin votos religiosos, iniciada por san Felipe Neri, en las inmediaciones de la iglesia romana Santa María in Vallicella. El papa Gregorio XIII la erigió en 1575 con la bula «Copiosus in misericordia Deus», y su característica es que sus sacerdotes tienen el compromiso de seguir el modelo fundado por san Felipe Neri. Popularmente conocido como el santo de la Alegría y Apóstol de Roma nació en Florencia (Italia) el 21 de julio de 1515 y falleció el 26 de mayo de 1595 en Roma; fue canonizado en 1622.

La fundación se llevó a cabo en San Girolamo, en Roma, donde sus discípulos se reunían para la instrucción espiritual mediante conferencias. En 1564 se hizo cargo de la iglesia de los Florentinos, donde sus discípulos sacerdotes celebraban la Misa y predicaban cuatro sermones diarios, intercalados con himnos y devociones populares. El trabajo de once años en San Juan demostró que la nueva congregación necesitaba una iglesia propia y vivir bajo una regla definida. Obtuvieron del Papa la iglesia de Santa María in Vallicella, hoy conocida como la Chiesa Nuova, donde la congregación fue erigida por Gregorio XII el 15 de julio de 1575. La nueva comunidad debía ser una congregación de sacerdotes seculares viviendo bajo obediencia, pero sin ningún voto que los atara. Otra característica del instituto fue el hecho de que cada casa era independiente.

La regla, una recopilación de la forma de gobernar de San Felipe, no fue escrita sino hasta diecisiete años después de su muerte, y fue finalmente aprobada por Pablo V en 1612. La admisión a la congregación también se realiza por elección y el candidato debe ser "natus ad institutum," tener entre 18 y 40 años de edad y tener los suficientes ingresos como para mantenerse. El noviciado dura tres años y es probablemente así de largo para probar firmemente la vocación a un instituto sin votos. Concluyendo los tres años, si el novicio es aprobado, se convierte en un padre trienal y miembro de la congregación, pero no tiene voto electivo sino hasta que cumple sus diez años. La expulsión se realiza por una mayoría de dos tercios de los votantes. A ningún miembro se le permite aceptar cualquier dignidad eclesiástica. Se establecieron también regulaciones para el vestir, modo de vida en la comunidad y para el refectorio. El instituto tiene tres objetivos: oración, predicación y los sacramentos. "Oración" incluye un cuidado especial en la realización de los oficios litúrgicos, estando los padres presentes en coro en las fiestas principales, así como acudir a las devociones populares diarias. Los "Sacramentos" implican su frecuente recepción, la cual había caído en desuso en tiempos de la fundación del Oratorio. Para este propósito, uno de los padres debe haber siempre en el confesionario y todos estar presentes para confesar en vísperas de fiestas. La forma de dirección como fue enseñada por San Felipe es ser amable, más que severo, y las faltas muy graves deben ser tratadas indirectamente. "Una vez que un poco de amor logra entrar en sus corazones," dice San Felipe, "el resto vendrá solo."

La "Predicación" comprende cuatro sermones diarios. Los sermones en el oratorio eran discursos simples y familiares; el primero una exposición de algunos puntos de la lectura espiritual que había precedido, y por lo tanto impromptu; el siguiente sería sobre un texto de la Sagrada Escritura; el tercero sobre historia eclesiástica y el cuarto sobre vidas de los santos. Cada sermón duraba media hora, al cabo de la cual sonaba una campana y el predicador se callaba de inmediato. La música, si bien popular, era de alto nivel. Palestrina, un penitente del santo, compuso muchas de las laudes que se cantaban. Su excelencia excitó la admiración de los extranjeros. John Evelyn en su diario, el 18 de noviembre de 1644, habla de sí mismo como embelesado con el sermón de un niño y los servicios musicales del Oratorio de Roma. Animuccia, maestro de coro en San Pedro, asistía constantemente para guiar el canto. En cercana conexión con el Oratorio está la Hermandad del Pequeño Oratorio, una confraternidad de clérigos y laicos, primero formados por los discípulos de San Felipe, quienes los juntaban en su cuarto para oración mental y Misa los domingos, visitaban en turno un hospital diario y se disciplinaban en los ejercicios de la pasión los viernes. Hacían juntos la visita de las siete casas, especialmente en tiempo de carnaval y su devoción y actitud de recogimiento convirtieron a muchos.

Poco después, en 1681 viajó el P. Alonso Riero a Madrid y a Roma para lograr la aprobación de la congregación, tal como había sugerido el nuevo arzobispo don Melchor de Liñán y Cisneros. Será una Real Cédula de 1683 la que permite agregar el Hospital de San Pedro al Oratorio y el Papa Inocencio XI quien autoriza la erección del Oratorio en Lima y la adjudicación del hospital al mismo. Aunque el Hospital siguió decayendo en picado, la Congregación del Oratorio se mantuvo; el arzobispo les dio licencia para vivir en comunidad observando dichas constituciones, siendo él, el primer prepósito de diez y seis compañeros que se le asociaron en el local que ocupaba el hospital de clérigos, el cual tomaron a su cargo en 1684.

Fuente:

SÁNCHEZ-CONCHA B., Rafael Santos y Santidad en el Perú Virreinal, V&E, Lima, 2003, p. 209-211.

MONTALVO, Francisco Antonio de Vida del venerable padre Miguel de Ribera, sacerdote de la congregación del Oratorio de la ciudad de Lima, ilustrada con las sentencias espirituales de su glorioso patriarca S. Phelipe Neri […] Imprenta de Nicolás Ángel Tinassio, Roma 1683