martes, 6 de septiembre de 2022

MARÍA JACINTA DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD Y SUS COPLAS

Dra. Rosa Carrasco Ligarda

 

María Jacinta Montoya de la Santísima Trinidad (1644-1710) era natural del pueblo de Pausa, provincia de Páucar del Sara Sara (departamento de Ayacucho, al sur del Perú) y era hija de Antonio Montoya (español) y de María Rosario (mestiza). De corta edad, la acogieron en su hogar en Lima Francisco de Arteaga y su esposa Catalina de Carvajal junto con algunas otras doncellas huérfanas y pobres. Por un tiempo fue internada en el Convento de la Encarnación hasta que salió para casarse, cuando tenía los 14 años. Contrajo matrimonio, luego de una larga y penosa enfermedad, con el indio Nicolás Ayllón o Nicolás de Dios (1632-1677) perteneciente a una estirpe noble, natural de Chiclayo y sastre de profesión. Tuvieron una hija y un hijo, pero fallecieron. Ambos esposos, de común acuerdo después de más de diez años de matrimonio, hicieron voto de castidad25 e iniciaron en su hogar un espacio de acogida para doncellas pobres y virtuosas en 1669. Cuando Nicolás Ayllón falleció, María Jacinta quedó a cargo del recogimiento en el que había admitido hasta la fecha a siete doncellas y tenía autorización del arzobispo Melchor Liñán de Cisneros de ampliarlo hasta doce26.

Más adelante, en 1678, la casa de acogida de jóvenes se convirtió en beaterio. Siete años después, María Jacinta inició gestiones para elevarlo a monasterio y solicitó se sujete a la orden capuchina por ser similar en su forma vida. Para el efecto, requería, además de la licencia local, la del rey y de la Santa Sede, y, en su caso, también la del arzobispo de Toledo, bajo cuya jurisdicción se encontraban las capuchinas de Nápoles que fue el primer convento de esa orden. Luego de numerosas gestiones, el 31 de diciembre de 1698, por cédula real de Carlos II se otorgó la licencia de fundación del monasterio que fue confirmada por Felipe V en 1707. Dos años después, el obispo de Madrid designó a cinco religiosas del monasterio capuchino madrileño para viajar a Lima. Con la llegada de las religiosas, el convento de Jesús María y José fue consagrado como monasterio de clarisas capuchinas el 14 de mayo de 1713 durante el gobierno del virrey Diego Ladrón de Guevara27.

María Jacinta escribió varios cuadernos sobre asuntos espirituales y otros sobre la vida de su esposo, tres de ellos

todos de la letra de la dicha Maria Jacinta: los dos de a folio, el uno forrado en pergamino con treinta y seys foxas escriptas, y el otro con cubierta de papel blanco, escriptas cincuenta y cinco foxas, y el tercero también de a quatro con cubierta de pergamino escritas ciento, y noventa y nueve foxas28.

Dada la desconfianza que despertaban en la época las prácticas piadosas de las mujeres, el arzobispo Melchor de Liñán los mandó recoger en 1696


25 ESPINOZA RÚA, C. A., "Un indio camino a los altares: santidad e influencia inquisitorial en el caso del «siervo de Dios» Nicolás de Ayllón", en Histórica (Lima), 36 (2012) 135-180.

26 SARTOLO, B., Vida admirable y muerte prodigiosa de Nicolás de Ayllón, Barcelona 1689, p. 100.

27 Elvira García García presenta algunos datos biográficos de María Jacinta de Ayllón, ver

p. 137. La mujer peruana a través de los siglos, Lima 1924, t. II.

28 AAL, Informacion sumaria que mando hacer su Excelencia Ilustrissima en orden de averiguar las virtudes y algunos casos que se desian milagros de Nicolas de Dios (alias) Nicolas Ayllon indio natural de Chiclayo que murio en esta ciudad, 1701-1710, f. 1.

con el maestro capellán Dionisio Granado, calificador del Santo Oficio de la Inquisición, con "secreto y silencio"29 para que se hiciese una investigación del contenido. Los textos relataban "varios sucessos milagrosos, y muchos de los fauores, que haze Dios a las almas espirituales y contemplativas"30. Uno de esos cuadernos fue un "libro prohibido" sobre la vida de Nicolás Ayllón.

 

María Jacinta de la Santísima Trinidad escribió otros textos como la Relación del origen y fundación del beaterio de Jesús, cuyo manuscrito obra en su monasterio; además, según Ella Dunbar Temple fue autora de unos ejercicios [espirituales]. También cultivó la composición literaria y escribió poemas, uno de los cuales tratamos a continuación.

 

Después de una vida virtuosa y de entrega a Dios, María Jacinta de la Santísima Trinidad falleció el 25 de diciembre de 1610, antes de ver concretado su sueño de la fundación del monasterio de Jesús, María y José bajo la advocación de las capuchina, por el que había trabajado tanto poniendo los cimientos.

 

CON FE VIVA Y ESPERANZA

 

Con fe viva y esperanza, mi amado, te he de seguir, y entre las dificultades nada me ha de pervertir

Porque quien de veras ama,            5

y te pretende seguir no se le pone delante lo que le puede venir

Solo en ti confiar quiero

y espero de tu poder                      10

que has de obrar una gran cosa para avivarnos la fe.

Y quien se ha entregado a ti no puede desconfiar,

Señor, de vuestra palabra,              15

que no nos puede faltar. Y pues que la tienes dada,

29 AAL, Información..., f. 2.

30 AAL, Información..., f. 1.

he de seguirte hasta ver las grandezas de tus obras

y de tu grande poder                      20

vencerás dificultades para darnos a entender

que tu grande providencia no puede descaecer.

Todas son contradicciones             25

viendo lo que pretendemos, pero ¿quién podrá, Señor, escudriñar tus secretos?

Pues muchas veces escoges

los más viles instrumentos             30

para las mayores obras

de vuestro poder inmenso,

todas las almas confíen que lo han de llegar a ver,

aqueste grande milagro                 35

de Jesús, María y José.

Con ferviente caridad y con escondido celo procura esta santa casa,

según el santo Evangelio               40

seguir a nuestro Señor, deseamos y pedimos desnudas de lo terreno

y estos son nuestros designios.

Mas ¡ay dolor! Jesús mío,              45

que están los hombres tan ciegos que hay muy pocos que conozcan este tesoro del cielo.

Para que vean los hombres,

Rey soberano y eterno,                  50

lo que obras en las mujeres siendo de tan frágil sexo,

aquesta dichosa casa

y congregación del cielo

de la primitiva Iglesia                    55

es un dechado perfecto;

Pues toda en caridad

por Dios y en Dios nos queremos y siendo más de veintiuna

una voluntad tenemos.                   60

Que ha de haber contradicciones no lo dudo yo, Bien nuestro; pero la fe me asegura

que tu poder es inmenso.

Alentémonos hermanas                 65

a seguir la perfección, que siendo fieles nosotras no puede faltarnos Dios.

Y pues experimentamos

los prodigios y finezas                   70

tan a las claras hasta hoy de nuestro dueño y Señor,

no hay que temer los trabajos hermanas, valor, valor

que este es el camino real              75

de los amigos de Dios.

Y pues nuestro buen Jesús padeció por nuestro amor, que padezcamos nosotras

no es mucha admiración.               80

Grande será nuestra dicha, amadas mías en Dios,

si estuviéramos constantes en la mayor aflicción.

En vuestra gran Providencia          85

vivo, mi Dios confiada

que aunque me falten los hombres no faltará tu palabra.

Y pues me mandas que solo

busque los bienes del alma,            90

espero que lo demás

me lo habrá de dar de gracia.

Esto me enseña la fe

y me alienta la esperanza:

que aunque haya dificultades         95

no faltará tu palabra.

No temo que los trabajos Dueño y Señor de mi alma vengan, pues que la pobreza

Siempre los busca, y los halla.       100

Y aunque pudiera temerlos, por ser una mujer flaca.

en vuestra ayuda y favor tengo puesta mi esperanza.

No quiero Señor tener                   105

bienes, tesoro ni plata; pues en ti tengo mis rentas que esas duran y no faltan.

Y pues esta casa es vuestra

y tienes hecha la planta,                 110

acabad ya el edificio para vuestras alabanzas.

Parece que me respondes, dulce Jesús de las almas

y me dices que he de ver               115

logradas mis esperanzas.

Y que esta casa ha de ser una religión sagrada donde tus castas esposas

estén en ti consagradas.                 120

No lo dudo yo, bien mío, Padre amoroso de mi alma, pues me asegura la fe

que son firmes tus palabras.

Y así os suplico Señor                   125

de lo profundo de mi alma, que vuestro inmenso poder permanencia a esta casa.

Y que pues es obra vuestra

nunca se vea relajada                     130

para que conozca el mundo el poder de vuestra gracia,

Para que con este ejemplo de una vida justa y santa

todos te sirvan y alaben                 135

que esto desea mi alma.

Y así Señor y Dios mío

yo os entrego aquesta casa gobernadla, Rey eterno

pues casa vuestra se llama.31          140

 

El poema Con fe viva y esperanza de María Jacinta de la Santísima Trinidad está conformado por 140 versos distribuidos en 35 coplas octosílabas en las cuales se aplican licencias poéticas y la ley de los acentos finales. La rima es asonante en los versos pares, excepto los versos 70 y 72; sin embargo, si en el verso 70 ("Los prodigios y las finezas") se conmutan los sustantivos por "las finezas y los prodigios"; la rima con "Señor" (v 72) mantendría su fórmula.

 

El poema es confesional y las palabras liminares "con fe", intensificadas por el epíteto "viva", traducen la actitud vital del yo hacia la divinidad. Esa fe, que de acuerdo al lenguaje cotidiano "mueve montañas", imprime fortaleza, más allá de las expectativas usuales. Asimismo, es el germen de la obra y justifica el abandono en la providencia divina: "la fe me asegura, / que tu poder es inmenso." (vv. 63-64) que ratifica la certeza imperecedera de promesas consideradas ciertas, manifiestas través de la personificación de la fe. Se coadyuva con un diálogo interior (oración) "Que son firmes tus palabras." (vv. 123) cimentando las proyecciones del quehacer "Porque quien de veras ama, / y te pretende seguir / no se le pone delante / lo que le puede venir (vv. 5-8)". Así, el yo encuentra su derrotero en el amado (Dios) como santa Teresa de Jesús.


31 VARGAS UGARTE, R., Viaje de cinco Religiosas Capuchinas desde su convento de Madrid hasta la ciudad de Lima, donde fueron a fundar, pasando por Buenos Aires y Santiago. Sucesos del mismo y orden del observante monasterio de Jesús, María y José, 1710-1722, en Relaciones de viajes (siglo XVI, XVII y XVIII), Lima 1947, t. V, pp. 224-227.

La proximidad entre el yo y la divinidad tiene una riqueza dialógica; lo connota el vocativo "mi amado", que apela al receptor con una aparente horizontalidad; sin embargo, si el determinante 'mi' ratifica proximidad, el sentido no es posesivo, sino reverencial32. En consecuencia, a diferencia del amor humano que iguala, aquí el yo se supedita y a través de esa corriente de proximidad afectiva encuentra escucha/respuesta: "Parece que me respondes" (vv. 113). La vacilación que entraña "Parece", como eufemismo de modestia atenúa la revelación, pero lo desmienten otras afirmaciones como "no lo dudo yo, bien mío" (vv. 121). Evidente en una conexión milenaria en promesas asumidas "no faltará tu palabra" (v. 96 y v. 88), y la 'palabra' en la Biblia se revela como luz, y en el Nuevo Testamento la Palabra es Dios33.

 

El tono del poema es optimista y decidido. Se ofrece la "casa" (obra) a la divinidad, metáfora de permanencia, de ser núcleo de fe y eje de irradiación religiosa que rebasa los límites de la existencia de la(s) fundadora(s): "yo os entrego aquesta casa / gobernadla Rey eterno / Pues casa vuestra se llama" (vv. 138-140).

 

Conexión con la obra de María Jacinta de la Santísima Trinidad

 

Lo expresado en el poema tiene consonancia con la vida y obra de la autora María Jacinta de la Santísima Trinidad que supera todas las contradicciones para concretar su proyecto de fundación: "confíen / que lo han de llegar a ver, / aqueste grande milagro / de Jesús, María y José" (vv. 33-36) con la certeza de que sería semillero de santidad.

 

Contrasta en el poema un empleo significativo de la primera persona en singular y en plural: "te he de seguir" (v. 2), y, a partir del duodécimo se perfila una integración del yo con nosotras: "para avivarnos la fe" (v. 12) como expresión de la vida en comunidad, propia de los monasterios. Esto explica la relación estrecha y conmutable de objetivos de vida entre el yo y el nosotras que se empodera en la fuerza colectiva: "una sola voluntad tenemos" (v. 60). El juego verbal 'yo'/'nosotros' también se halla en un mismo verso, como expresión de identidad compartida "no lo dudo yo, bien nuestro" (v. 62). Históricamente, en la amalgama 'nosotras(os)' (la fundadora y las aspirantes) se fortalece el germen y la praxis de una visión de vida en el monasterio.


32 Véase el texto de RODRÍGUEZ BARREIRO, A., "La sintaxis del posesivo en castellano medieval: una construcción característica":

https://resdiachronicae.files.wordpress.com/2013/12/volumen-2-35_rodriguez_barreiro.pdf

33 El Evangelio de San Juan dice "En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba junto a Dios, y la palabra era Dios", Jn 1: 1.

La imagen de la mujer en el poema

 

Es significativa la imagen de mujer que se configura en el poema, aunque para la autora era una situación natural. El sujeto femenino se reconoce indigno "Pues muchas veces escoges / los más viles instrumentos / para las mayores obras" (vv. 29-31), -que recuerda el perfil modesto de los discípulos de Cristo-, "viles" señala una catalogación humana de pequeñez; a diferencia del plano humano, en el divino, Dios calibra las potencias interiores. Así los epítetos "viles"

/ "mayores" contrastan la distancia entre la calidad personal y la magnitud de los resultados gracias al desarrollo de la vida espiritual. Con mayor énfasis, si el sujeto (me refiero a la mujer) en quien se delega esa responsabilidad está estigmatizado por una tradición que señala sus falencias morales, y esa condición la ha asumido: "por ser una mujer flaca" (v. 102). La reivindicación de la mujer se hace posible a través de la vida consagrada al escoger Dios la fragilidad de la mujer para su obra: "Para que vean los hombres / Rey soberano y eterno / lo que obran las mujeres / siendo de tan frágil sexo" (vv. 49-52). Ese cambio de paradigma es evidente en los epítetos que caracterizan a la mujer como "viles instrumentos", "frágil sexo", "mujer flaca" para redimensionarla en conjunto con una imagen nueva: "castas esposas".

 

Uso del pronombre 'tú / vos'

 

A través del poema se alude a Dios con los pronombres de tuteo o voseo, reflejo de distintas formas de invocación: "te", "ti", "tus", "tu", "os" y el 'vos/vuestro'. Aparecen en algunos versos con una aplicación diferenciada: "mi amado, te he de seguir" (v. 2), "Sólo en ti confiar quiero" (v. 9), "y de tu grande poder" (v. 20), "donde tus castas esposas" (v. 119), "de vuestro poder inmenso" (v. 32), "Y así os suplico Señor" (v. 125), "El poder de vuestra gracia." (v. 132) y "yo os entrego aquesta casa / gobernadla rey eterno / pues casa vuestra se llama." (vv. 138-140). Sin embargo, en los versos 109- 112 se combinan ambas formas pronominales: "Y pues esta Casa es vuestra / y tienes hecha la planta / acabad, ya el edificio / Para vuestras alabanzas". Es signo del tránsito del "vos" al "tú" en ciertos sectores, probablemente para Lima era formal el tuteo, pero faltan estudios sobre este tema en el Perú34.


34 Carlos Arribazalaga señala que actualmente "En Perú apenas se registra voseo: vos cantas, vos tienes en puntos lejanos de la sierra norte y sur, por lo que no es extraño que apenas haya trabajos dedicados a las formas de tratamiento. Javier Sologuren presentó tempranamente un registro de fórmulas de tratamiento, mientras que el trato de "su merced" en la sierra sur fue estudiado por Germán de Granda." Lingüística peruana. Introducción bibliográfica, Piura 2017, p.

89. También se trata sobre el tema Martín Hummel "El estudio de las formas de tratamiento en el Perú", en Formas y fórmulas de tratamiento en el mundo hispánico, México D.F. 2010, pp. 375-398.

Aunque se prefiera el tuteo, no se descarta la posibilidad de que sea un recurso al que se acuda por una necesidad de lograr una unidad métrica y una cadencia sonora en el poema.

 

El poema de María Jacinta expresa con sencillez la fuerza de su fe y el compromiso que anima su vida entregada al servicio del bien.