«Las pinturas murales del Templo Santiago Apóstol de Kuñotambo»
L. A. Villacorta., «Las pinturas murales del Templo Santiago Apóstol de Kuñotambo», en: Proyecto de Estabilización Sismorresistente. Informe sobre el análisis de condiciones, diagnóstico y pruebas de protección para las pinturas murales– Templo Santiago Apóstol de Kuñotambo, Capítulo 3, The Getty Conservation Institute, Cusco y Los Ángeles, 2017, 17 – 46.
La lectura del presente artículo hará que rememoremos lo dicho por Agustín en su conocido poema dedicado a la "Hermosura tan antigua y tan nueva", Cristo nuestro Señor. Pensar en la historia de la Iglesia contemporánea del Perú implica pensar en la contemporaneidad de Cristo en el presente de la Iglesia en el Perú. Esta contemporaneidad se ha percibido este año, concretamente en la restauración de la Iglesia del pueblito situado a dos horas al sur de Cuzco, Kuñotambo, que en la época hispánica fue una "reducción indígena" anexa a una reducción indígena mayor llamada Rondocan.
El autor del artículo –arquitecto humanista y teólogo- nos transporta al S.XVI permitiéndonos conocer el impulso evangelizador de los misioneros que, siendo hijos de su tiempo, emprendieron dicha tarea divina (eclesial) con los criterios e ideales propios de la época. Por ejemplo, todo el proceso de reflexión previo a la conquista sobre si era o no conveniente venir al continente americano, la fundación de los pueblos, la forma de organizar a los indígenas, etc.
Resulta llamativo el papel fundamental que juega el Virrey en este proceso, pues éste estaba llamado a fundar las "reducciones indígenas", pero no con un afán del poder por el poder, sino con el ideal y la convicción de que el "hombre que vive en comunidad es aquel que puede ser feliz", convicción presente ya en la fundación de las polis griegas, y que eran conocidas en el siglo XVI. En ese sentido, el autor hace un interesante paralelismo de estos dos hechos al llamar a las reducciones creadas por el Virrey "polis indianas".
Estuvieron tan presente estos ideales que, a pesar de los siglos, siguen vigentes, y ahora más que nunca, pues tras la restauración de esta Iglesia de Santiago Apóstol de Kuñotambo podemos percibir el valor de la grandeza que alberga esta edificación sagrada. Riqueza que se contiene en sus pinturas murales, en el retablo, en el pulpito, en el coro y su órgano a tubos, en las imágenes sagradas, en los cuadros, en los ornamentos religiosos. Todos estos elementos nos permiten apreciar, como lo dice el autor, que la función del artista medieval era "ante todo hacer visible, la realidad que no es perceptible por los sentidos". Además, según el principio aristotélico que dice "nada hay en el intelecto que no haya estado primero en los sentidos", de allí la importancia de las artes visuales para poder aproximarse a las realidades trascendentes.
Asimismo, este hecho no era algo inútil, sino todo lo contrario, pues el fin era que el sujeto perciba la realidad trascendente a través de la belleza expresada en sus diversas manifestaciones artísticas. En ese sentido, el autor del artículo hace una pregunta provocadora y pertinente a la vez "¿Cómo hablar del orden, de la belleza a una comunidad sino haciéndolo tangible a través del propio urbanismo, de su arquitectura, y los elementos de la vida cotidiana como la música y las artes plásticas, y en ella la pintura mural que tiene orden, ritmo, proporción, etc.?" De este modo, nos muestra que el arte visual es útil, porque cumple una función buena, siempre y cuando refleje esa belleza objetiva que existe.
Por tanto, queda demostrado que la lectura de este articulo nos permite conocer la esencia de este modo de transmitir la fe a través de la arquitectura, la pintura, la escultura. Todas estas obras de arte, por cierto, con gran influencia de la pintura flamenca sobre la pintura cusqueña. Así, dicha esencia se puede llegar a percibir y a imaginar a través de la descripción que realiza el autor acerca de las pinturas murales y el amplio significado que contienen para la vida cristiana.
Jorge Neyra