miércoles, 25 de septiembre de 2019

LA HISTORIADE LA IGLESIA EN LA AMAZONÍA ANTE EL SÍNODO PANAMAZÓNICO

LA HISTORIA DE LA IGLESIA EN LA AMAZONÍA ANTE EL SÍNODO PANAMAZÓNICO

No podemos dejar Sínodo tan trascendental ni a los "expertos" ni sólo a los "nativos", es tarea de todos, desde el Papa Francisco que lo ha convocado e iniciado en Puerto Maldonado, pasando por los obispos, sacerdotes, consagrados, fieles, todos. Como historiador de la Iglesia, les comparto los textos oficiales de documentos preparatorios con una valiosa síntesis del P. Armando Nieto (+) publicada en el 2015. Ojalá de pie a que mis colegas que han estudiado estos asuntos se animen a compartir sus trabajos.

I. Documento Preparatorio para el Sínodo en junio de 2018

Memoria histórica eclesial

El inicio de la memoria histórica de la presencia de la Iglesia en la Amazonía se sitúa en el escenario de la ocupación colonial de España y Portugal. La incorporación del inmenso territorio amazónico en la sociedad colonial y su posterior apropiación por parte de los Estados nacionales, es un largo proceso de más de cuatro siglos. Hasta el inicio del siglo XX, las voces en defensa de los pueblos indígenas eran frágiles – aunque no ausentes – (cf. Pio X, Carta Encíclica Lacrimabili Statu, 7.6.1912). Con el Concilio Vaticano II, dichas voces se fortalecen. Para alentar "el proceso de cambio con los valores evangélicos", la II Conferencia del Episcopado Latinoamericano, realizada en Medellín (1968), en su Mensaje a los Pueblos de América Latina, recordó que «a pesar de sus limitaciones», la Iglesia «ha vivido con nuestros pueblos el proceso de colonización, liberación y organización». Y la III Conferencia del Episcopado Latinoamericano, realizada en Puebla (1979), nos recordó que la ocupación y colonización del territorio de Amerindia fue «un enorme proceso de dominaciones», lleno de «contradicciones y laceraciones» (DP 6). Y más tarde, la IV Conferencia de Santo Domingo (1992) nos advertía sobre «uno de los episodios más tristes de la historia latinoamericana y caribeña», que «fue el traslado forzado, como esclavos, de un enorme número de africanos». San Juan Pablo II llamó a este desplazamiento un «holocausto desconocido» en el que «han tomado parte personas bautizadas que non han vivido su fe» (DSD 20; cf. Juan Pablo II, Discurso a la comunidad católica de la Isla de Gorea, Senegal, 22.02.1992, n. 3; Mensaje a los Afroamericanos, Santo Domingo, 12.10.1992, n. 2). Por esa «ofensa escandalosa para la historia de la humanidad» (DSD 20), el Papa y los delegados en Santo Domingo pidieron perdón.

Hoy, lamentablemente, existen todavía resquicios del proyecto colonizador que creó representaciones de inferiorización y demonización de las culturas indígenas. Tales resquicios debilitan las estructuras sociales indígenas y permiten el despojo de sus saberes intelectuales y de sus medios de expresión. Lo que nos asusta es que hasta hoy, 500 años después de la conquista, más o menos 400 años de misión y evangelización organizada, y 200 años después de la independencia de los países que configuran la Panamazonía, procesos semejantes se siguen extendiendo sobre el territorio y sus habitantes, víctimas hoy de un neocolonialismo feroz, "enmascarado de progreso". Probablemente, tal como lo afirmó el Papa Francisco en Puerto Maldonado, los pueblos originarios Amazónicos nunca han estado tan amenazados como lo están ahora. Hoy, debido a la ofensa escandalosa de los «nuevos colonialismos», «la Amazonía es una tierra disputada desde varios frentes» (Fr. PM).

En su historia misionera, la Amazonía ha sido lugar de testimonio concreto de estar en la cruz, incluso muchas veces lugar de martirio. La Iglesia también ha aprendido que en este territorio, habitado hace aproximadamente diez mil años por una gran diversidad de pueblos, sus culturas se construyen en armonía con el medio ambiente. Las culturas precolombinas ofrecieron al cristianismo ibérico que acompañaba a los conquistadores, múltiples puentes y conexiones posibles «como la apertura a la acción de Dios, en el sentido de gratitud por los frutos de la tierra, el carácter sagrado de la vida humana y la valorización de la familia, el sentido de la solidaridad y corresponsabilidad en el trabajo común, la importancia del culto, y la creencia de una vida más allá de la terrenal, y tantos otros valores» (DSD 17). DSD: Documento de Santo Domingo. IV Conferencia General del Episcopado Latino-Americano (1992) .(n.4)

II. Instrumentum laboris de la Asamblea Especial para la Región Panamazónica del Sínodo de los Obispos (6-27 octubre 2019)

 PARTE I. LA VOZ DE LA AMAZONÍA

"Está bien que ahora sean ustedes mismos quienes se autodefinan y 
nos muestren su identidad. Necesitamos escucharles
" (Fr.PM)

La evangelización en América Latina fue un don de la Providencia que llama a todos a la salvación en Cristo. A pesar de la colonización militar, política y cultural, y más allá de la avaricia y la ambición de los colonizadores, hubo muchos misioneros que entregaron su vida para transmitir el Evangelio. El sentido misional no sólo inspiró la formación de comunidades cristianas, sino también una legislación como las Leyes de Indias que protegían la dignidad de los indígenas contra los atropellos de sus pueblos y territorios. Tales abusos produjeron heridas en las comunidades y opacaron el mensaje de la Buena Nueva; frecuentemente el anuncio de Cristo se realizó en connivencia con los poderes que explotaban los recursos y oprimían a las poblaciones. (n. 6)

http://www.sinodoamazonico.va/content/sinodoamazonico/es/documentos/instrumentum-laboris-del-sinodo-para-la-amazonia.html

 

III.HISTORIA DE LA IGLESIA DE LA AMAZONÍA PERUANA

 

Buscando y rebuscando algún texto histórico fundamental que amplíe y complemente la escueta introducción, felizmente he encontrado esta formidable síntesis del querido P. Armando Nieto Vélez, SJ, de las páginas 22 a la 37 que forma parte de su artículo  "Amazonía: Aspectos relevantes de su historia", sobresalientemente ilustrado. En: La Amazonía. Sílabas del agua, el hombre y la naturaleza. Colección Arte y Tesoros del Perú. Banco de Crédito, Lima 2015, pp..21-44 http://fondoeditorialbcp.com.pe/publication/2d514962/mobile/

http://www.sinodoamazonico.va/content/sinodoamazonico/es/la-panamazonia/amazonia-en-peru.html

 

Las Misiones en la Amazonía peruana

 La presencia de la Iglesia Católica en la Amazonía, desde los tiempos coloniales, ha sido relevante. Los misioneros dieron a conocer estos nuevos territorios al mundo de ese entonces. Además de evangelizar hicieron levantamientos cartográficos, etnográficos, de flora y de fauna con detalladas descripciones. Se asociaron a investigadores y exploradores en esta tarea. Esta afirmación es válida también para el caso peruano. Por ello, consideramos importante presentar un breve recorrido histórico de la Iglesia en territorio amazónico peruano. Los Jesuitas y las

Reducciones de Maynas, Quito y Lima se unen en el Amazonas

 Entradas en el Amazonas a partir de afluentes septentrionales se hacen más frecuentes en el siglo XVII, y coinciden con la llegada de religiosos jesuitas, que fundarán la célebre misión de Maynas. Desde Quito (sede de la Viceprovincia del mismo nombre, dependiente de la provincia del Perú) los misioneros recorrieron los ríos Santiago, Morona, Curaray, Pastaza, Corrientes, Tigre, Aguarico, Napo, Nanay, con cuyas tribus entran en contacto.

Se esfuerzan por crear estaciones cerca de los ríos, pero también –tarea esta dificilísima– por dominar los dialectos locales. En ese maremágnum lingüístico encontrarán los misioneros una barrera no sólo ardua sino también desesperante. Junto con la tarea diaria de aprender las lenguas se recurrió a formar intérpretes o catequistas como colaboradores de los padres. Las relaciones que nos han dejado los misioneros calculan 26 lenguas matrices y 91 dialectos. El 6 de febrero de 1638 los padres Gaspar Cugía y Lucas de la Cueva llegaron –desde Quito– al poblado de Borja en la margen izquierda del Marañón y a la salida del pongo de Manseriche. Hicieron ruta hacia Moyobamba y tomaron contacto con los omaguas, jeberos, cutinanas y ticunas.

Fundaron reducciones en el Ucayali y en el Huallaga. Los nativos aceptaron bien a los padres, al advertir la actitud pacífi ca con que se presentaban. Pero no faltaron casos de rebeliones y martirio: así murieron los padres Rafael Ferrer, Francisco Figueroa, Enrique Richter, Nicolás Durango, Juan Casado, Pedro Suárez y Francisco Herrera, víctimas de cofanes, cocamas, avijiras y cunibos.

Establecieron los misioneros dos puestos principales del trabajo apostólico: Jeberos y La Laguna. Abundaron los contratiempos y adversidades, no sólo por las ásperas condiciones de la selva tropical y de belicosos nativos, sino también por las amenazantes invasiones de los portugueses del Brasil o "bandeirantes", desde 1640, cuando Portugal se separa de España. Estas oleadas buscaban arrebatar indígenas de las reducciones para llevárselos al Gran Pará.

Se destacaron como fundadores de reducciones los padres Lorenzo Lucero (fundó doce reducciones), José Bahamonde (fundó ocho reducciones), y sobre todo Samuel Fritz (fundó 43 reducciones), quien no solamente se distinguió por su vigor espiritual sino además por su formación científica. Este jesuita checo trazó el primer mapa de la región amazónica (1691), que impresionó a los sabios europeos. Fritz había fundado tres años antes la reducción de Nuestra Señora de las Nieves de Yurimaguas –hoy floreciente ciudad–. Viajó a Lima para presentar su carta geográfica al virrey Conde de Monclova y sobre todo demandar la ayuda oficial para contener de modo efectivo las invasiones de los portugueses del Brasil (1692). El padre Fritz murió en Jeberos en 1725. Páginas 20-21: Convento Santa Rosa de Ocopa. Fue el núcleo de las misiones franciscanas en la selva central. Concepción, Junín.

Se cuentan por decenas los grupos nativos con los que se vincularon los misioneros jesuitas de los siglos XVII y XVIII: omaguas, jeberos, mayorunas, muniches, lamistas, cahuapanas, chayahuitas, paranapuras, huitotos, cocamas, muratas, roamaynas, napeanos, iquitos, maynas, andoas, jíbaros, barbudos, águanos, záparos. En la segunda mitad del siglo XVIII afectó severamente a la Compañía de Jesús la campaña adversa que surgió en las monarquías europeas.

Portugal primero (1759) y luego Francia (1762) prohibieron las actividades de los jesuitas. La persecución fue muy dura y aun calumniosa por parte del marqués de Pombal, que dispuso el destierro y la prisión de los misioneros portugueses de la Compañía. Francia disolvió también a los religiosos tanto en Europa como en las colonias de Ultramar. En España, siguiendo los consejos del infl uyente Campomanes, el rey Carlos III ordenó la expulsión de los jesuitas. La llamada Pragmática Sanción (1767) alcanzó a los misioneros de Maynas, que por entonces evangelizaban a 15 mil indígenas en 33 poblaciones, que no atinaban a entender tan repentino y tamaño descalabro. Los jesuitas del Perú y Quito tuvieron que viajar a Europa en humillantes condiciones sin saber con precisión a dónde los conduciría el destierro. El papa Clemente XIII –que había protestado ante la corona española– remitió a los desterrados hacia los Estados Pontifi cios.

El sucesor de Clemente XIII fue Clemente XIV, al que los gobernantes de Portugal, Francia y España acosaron de modo agobiante, hasta el punto de que se vio forzado a suscribir la bula por la cual la Compañía de Jesús quedaba "suprimida, derogada y extinguida" (1773).

Las misiones de Maynas habían recibido sin defensa un golpe mortal. Sólo 35 años después de la expulsión el gobierno español intentó reparar en parte el daño causado a las misiones amazónicas. Dispuso que la orden franciscana remplazase a los jesuitas. Por Real Cédula del 15 de julio de 1802, el rey Carlos IV, inspirado por Francisco Requena, insigne conocedor y autoridad de las regiones selváticas, crea la Comandancia General de Maynas, se la hace depender del Virreinato de Lima y ya no de Nueva Granada. Como se sabe, esta Real Cédula dio una base sólida a la configuración de los límites nororientales del Perú. Después de la Real Orden en 1805, la corona española crea la diócesis de Maynas, con un área extensísima, y se nombra prelado al franciscano Hipólito Sánchez Rangel. Pero los resultados fueron muy pobres.

 El nombre de Loreto

Más de un autor ha creído que el topónimo Loreto viene del idioma aymara. En realidad procede del italiano. Los jesuitas del siglo XVI tuvieron una especial devoción a Nuestra Señora de Loreto, cuyo santuario –que se remonta al siglo XIV– está situado cerca de Ancona y del mar Adriático. Loreto es el más antiguo y célebre santuario mariano en Italia, que acogió a peregrinos como san Francisco Javier, san Luis Gonzaga e –incluso– al filósofo francés René Descartes. Los misioneros de Maynas dieron el nombre de Loreto a varias reducciones.

En el límite oriental del Perú, en el Trapecio Amazónico –hoy territorio colombiano– el padre Bahamonde fundó en 1740 la reducción de Nuestra Señora de Loreto de los Ticunas (en el territorio del actual municipio colombiano de Puerto Nariño). Ese mismo año, fundó Santa María de la Luz de Iquitos, a orillas del río Nanay, no muy lejos de la ubicación actual de la ciudad de Iquitos. No deja de ser sugerente que el nombre de una pequeña reducción de nativos ticunas sobre el río Amazonas haya ascendido hasta designar –en la toponimia peruana– el departamento más extenso del país. Loreto es la advocación católica de una fi esta de la Virgen María, que se celebra el 10 de diciembre. Tal fecha se consigna en el diario de un viajero italiano, Gaetano Osculati, quien apareció por allí hacia 1846. El papa Benedicto XV (1914-22) instituyó a Nuestra Señora de Loreto patrona de los aviadores.

Los Franciscanos y la Misión de Ocopa.

Los Andes centrales abren camino a la Amazonía La orden de los Hermanos Menores, como la denominó Francisco de Asís al fundarla en 1209, llegó al Perú en la época de la Conquista. Sus religiosos fundaron conventos en diversos parajes de la costa y sierra, pero pronto fueron atraídos hacia la labor entre los nativos selváticos. Trabajaron en territorios situados al sur de la región de Maynas, dado que esta última venía siendo atendida por la Compañía de Jesús. La orden seráfica se propuso evangelizar a las poblaciones del Alto Ucayali, Perené, Palcazu, Pichis, Pozuzo, Urubamba, Mantaro, Aguaytía, Huallaga. Cabe citar la abnegada labor del mártir fray Manuel Biedma, criollo de Lima, llamado "El genio de la Selva", que llegó al valle de Pangoa y fundó varias reducciones. Murió asaeteado por los indios piros en el río Tambo. Las tribus encontradas por los franciscanos fueron numerosas, entre ellas los cashibos, cunibos, shipibos, callavías, panataguas, setebos, amueshas, cholones y panos. Como centro de operaciones hacia el oriente eligieron Santa Rosa de Ocopa. Al principio fue un modesto "hospicio". Lo fundó en 1725 Fray Francisco de San José (Jiménez Brea). El 18 de agosto de 1753, a petición de la Orden, el Papa Clemente XIII elevó el hospicio de Ocopa a la categoría de Colegio Misionero de Propaganda Fide, eximio plantel de misioneros, elogiado sin reservas por los historiadores Raúl Porras y José de la Riva-Agüero. El monasterio de Ocopa –dijo Riva-Agüero– "ha sido y continuará siendo para nosotros lumbre de fe y cultura, y ensanchador del suelo patrio". Y Porras agrega que Ocopa, "es el mayor esfuerzo misionero del siglo XVIII y el de más trascendencia peruana".

A Ocopa pertenecieron ilustres franciscanos, notables por el celo apostólico, pero también hábiles geógrafos y científicos, como los padres Sobreviela, Girbal, Pallarés, Sala, Cimini, Calvo y Plaza. El "Mercurio Peruano" de 1791 publicó el célebre mapa de Sobreviela que describe la región del Huallaga y Ucayali y la Pampa del Sacramento. Entre 1637 y 1896 la orden franciscana cuenta, en su nómina de honor y martirio, la muerte violenta de 72 religiosos (sacerdotes y hermanos legos), víctimas de los indios campas, shipibos, panataguas, piros, cunibos, cashibos y de caciques indios (Mangoré y Torote), y seguidores de Juan Santos Atahualpa. Los territorios en que ocurrieron estos martirios corresponden a extensas regiones del Perené, Manoa, Aguaytía, Tambo y del Cerro de la Sal. A propósito de la tarea civilizadora de los misioneros franciscanos y jesuitas, sobre todo en los siglos XVII y XVIII, es pertinente el juicio del historiador naval Fernando Romero Pintado: "Es innegable que sin la obra de los misioneros hubiera sido muy pequeña y en algunos casos inexistente la ocupación por peruanos de las tierras amazónicas a que teníamos derecho".

Hacia 1858 –en la línea del presidente Castilla– el Obispo de Chachapoyas Pedro Ruiz tuvo la iniciativa de fundar la Sociedad Patriotas del Amazonas, reconocida por el Gobierno, para fomentar el progreso moral y material de la región. Una expedición de voluntarios de la Sociedad tomó contacto con los aguarunas. El obispo Ruiz murió ahogado durante la exploración del río Cahuapanas. Luego de la expulsión de los jesuitas y hasta 1900 fueron los Franciscanos de Ocopa los que asumieron –parcialmente por cierto– las doctrinas de los nativos del Oriente, fundadas por la Compañía.

En 1824 –durante el período gubernativo de Bolívar– fue suprimido el Colegio misionero de Ocopa. Lo restauró el presidente Luis José de Orbegoso en 1836. En consecuencia vinieron de España diecinueve religiosos franciscanos, destinados por la Congregación romana de Propaganda Fide, que revitalizaron las misiones de la selva Central en los ríos Ucayali, Perené, Apurímac y en el Gran Pajonal y Chanchamayo. La sede de la antigua diócesis de Maynas fundada en 1803 se sostuvo difícilmente allí, hasta que pasó en 1848 a Chachapoyas.

La orden seráfica fundó nuevos colegios misioneros en Lima (Descalzos), Cajamarca, Cusco, Arequipa y fuera del Perú en Tarija (Bolivia) y Chillán (Chile) al tiempo que en el archipiélago de Chiloé (Chile) sustituyen a los jesuitas expulsados a fines del siglo XVIII.

Los Vicariatos Apostólicos

Sin duda fue acertada la decisión conjunta de la Santa Sede y el Gobierno peruano de crear en 1900 las tres Prefecturas Apostólicas del Ucayali (Franciscanos), Urubamba (Dominicos) y San León del Amazonas (Agustinos), a las que se encomendó la labor apostólica en regiones de una gran extensión. (Cerca de 645 mil km2 ).

Dichas Prefecturas no dependían de ninguna diócesis, sino directamente del dicasterio de Propaganda Fide en Roma. Por esa época van llegando a la selva diversas congregaciones religiosas femeninas para atender escuelas, orfanatos, colegios, postas médicas, internados, etc. Merecen ser mencionadas aquí las Franciscanas Misioneras de María, las Terciarias Franciscanas Nacionales, las franciscanas de Bamberga, las Misioneras Dominicas del Rosario, las Misioneras del niño Jesús, entre otras.

En 1907 el convento de Ocopa pasa a llamarse Convento de la provincia Franciscana de san Francisco Solano –distinta de la de los Doce Apóstoles–, sin perder el objetivo de las misiones de la selva. Por fi n las Prefecturas Apostólicas ascienden a la categoría de Vicariatos Apostólicos. Se crea el de San Ramón (2 de marzo de 1956); el de Puerto Maldonado (ex-Urubamba, el 10 de marzo de 1949); el de Iquitos (ex-San León del Amazonas, el 10 de marzo de 1945).

Surgen también nuevos Vicariatos: los de Requena y Pucallpa (ambos el 2 de marzo de 1956) y el de Jaén o San Francisco Javier del Marañón (creado como Prefectura Apostólica el 11 de enero de 1946 y elevado a la categoría de Vicariato el 22 de noviembre de 1980).

Con esta última fundación la Compañía de Jesús vuelve a la selva luego de más de 180 años de ausencia. A los Vicariatos señalados hay que agregar la Prelatura de Moyobamba, creada el 7 de marzo de 1948.

Los Dominicos y la selva sur del Perú. Entrando desde el Urubamba

La orden de Predicadores, fundada por santo Domingo de Guzmán en el siglo XIII, fue la primera que llegó al Perú al inicio de la expedición de Francisco Pizarro. Sus conventos principales se centraron en la capital del Virreinato y en el Cusco. La Santa Sede les encomienda en 1900 la Prefectura de Santo Domingo del Urubamba, que comprende la "extensión del mismo río y todos sus afluentes, más los valles de la región oriental que vierten sus aguas a los ríos de Bolivia, hasta la frontera misma de esta región con el Perú. Por el norte, no más allá de la confluencia del Urubamba y el Tambo". "Los primeros dominicos quemaron muchas energías en abrir rutas, conocer ríos, rectificar mapas incorrectos, preparar expediciones arriesgadas, enfrentarse a situaciones generalizadas de explotación que trajeron sinsabores, lágrimas y muertes" (Informes del Director del Centro Cultural José Pío Aza. Datos Misioneros Dominicos, Julio 2015, p. 2).

El fundador de la nueva Misión fue Fray Ramón Zubieta, quien creó las primeras casas de misión en Chirumbia y Ccosñipata, además estableció líneas telegráfi cas en la zona y recibió el encargo del gobierno para dirigir los trabajos del camino de Paucartambo al río Madre de Dios. Quillabamba fue por entonces la casa central de la Misión Dominica. Quedó constituido sobre todo el Vicariato Regional de Santa Rosa de Lima, para organizar las labores de la Prefectura Apostólica. Se recuerdan los nombres de los pioneros de esos tiempos heroicos: Pío Aza, Manuel Álvarez, Sabas Sarasola, José Álvarez. La religiosa dominica Ascensión Nicol (beatificada en 2005) funda la Congregación de las Dominicas del Rosario en 1918 para trabajar en el proceso de evangelización de la selva sur del Perú. En sus frecuentes expediciones dentro del territorio vicarial los dominicos identifican hasta 22 comunidades nativas. Entre las más conocidas se hallan: huarayos, piros, campas, asháninkas, shirenaires, machiguengas, cashinahuas, amaracaires, huachipaires, iñaparis, chamas. Se fundan puestos de misión en el alto Madre de Dios, bajo Madre de Dios, río Purús, bajo Urubamba. Hay 44 centros escolares en el Vicariato, internados de varones y de mujeres, un hospital, puestos médicos y dos radioemisoras (desde hace 50 años).

Los Agustinos se instalan a orillas del gran río de las Amazonas

 La orden agustiniana se había hecho presente de manera eventual, en el siglo XVII, entre los nativos de Apolobamba y las selvas del Apurímac. Con la creación de la Prefectura de San León del Amazonas en 1900 los esfuerzos misioneros se hacen consistentes y fructuosos. La rama de la orden que se ocupará de la Prefectura es la Provincia del Santísimo Nombre de Jesús de las Islas Filipinas. El territorio de la Misión excedía los 300 000 km2 ya que incluía el Marañón con sus afl uentes (menos el Ucayali), hasta los límites con Colombia, Brasil y Ecuador. En 1921, al erigirse el Vicariato se va precisando progresivamente el alcance geográfico de la Misión. A más de los cinco sacerdotes que fueron los primeros Prefectos Apostólicos, se añaden, a partir de 1921, seis obispos Vicarios Apostólicos. Hay 21 parroquias, en la capital Iquitos, Punchana, Belén, Castilla, Nauta, Santa Clara de Nanay, Intuto, San Juan Bautista, por citar algunas.

Mención especial le corresponde al Centro de Estudios Teológicos de la Amazonía (CETA), con sede en Iquitos, fundado y dirigido por el Padre Joaquín García O.S.A., cuya labor realmente extraordinaria ha dado impulso al conocimiento integral de la Amazonía. El CETA, por sus investigaciones y publicaciones tiene ya un renombre internacional.

Los Pasionistas y el nororiente peruano

Teniendo en cuenta las necesidades pastorales de una parte del Oriente peruano, la Santa Sede creó la Prelatura de Moyobamba el 7 de marzo de 1948. Fue la primera Prelatura del Perú y sufragánea del Arzobispado de Trujillo. Los tres primeros Obispos de Moyobamba pertenecían a la Congregación de la Pasión, fundada por san Pablo de la Cruz Danei en el siglo XVIII. Hallándose en España el Obispo de Chachapoyas (y luego Arzobispo de Lima) Monseñor Emilio Lissón Chaves, tomó contacto con los padres pasionistas y obtuvo de los superiores el envío de un numeroso grupo de religiosos, que llegaron al Perú en 1913, y de inmediato se dirigieron hacia el Oriente. Se establecieron en Moyobamba así como en Yurimaguas y a partir de entonces fundaron parroquias en las provincias de Bellavista, Juanjuí, Soritor, Picota, Rioja y Tarapoto. Crearon también obras sociales de promoción, salud y capacitación. Actualmente Moyobamba cuenta con la valiosa ayuda de sacerdotes del Arzobispado de Toledo (España). Similares tareas cumplieron los pasionistas en Yurimaguas. El 27 de febrero de 1921 el papa Benedicto XV creó la Prefectura Apostólica de San Gabriel de la Dolorosa del Marañón, confiándola a la Congregación de la Pasión.

El 18 de noviembre de 1960 la Prefectura cambió su nombre por el de Vicariato Apostólico de Yurimaguas, porque en dicha ciudad está su sede. Los cuatro Obispos desde 1921 hasta la actualidad son pasionistas. Atienden lugares como Jeberos, Lagunas, Santa Cruz y Yurimaguas (pueblos que recuerdan las fundaciones del padre Samuel Fritz en los siglos XVII y XVIIII). El Vicariato tiene 20 parroquias, un Seminario mayor, 14 congregaciones de religiosas, 10 instituciones educativas y numerosas obras sociales.