miércoles, 15 de julio de 2015

Ricardo Palma recrea a Santo Toribio en tres "Tradiciones"


El célebre  literato Ricardo Palma en sus Tradiciones peruanas recoge varias anécdotas que contribuirá a popularizar detalles de su vida. Les comparto su texto en la edición de OCÉANO, Tomo I, Barcelona, 1932

1. "Las querellas de Santo Toribio". (T. I, pp.117-122). En esta primera tradición, la más extensa, se relatan las disputas habidas entre el Virrey de Perú, García Hurtado de Mendoza, Marqués de Cañete, y el arzobispo, casi siempre provocadas por la colisión de las jurisdicciones civiles y religiosas. En primer lugar se recoge la excomunión fulminada por el prelado contra el alcalde del crimen, Juan Ortiz de Zárate, en connivencia con el virrey, por no respetar la inmunidad eclesiástica concedida por santo Toribio a un español que había asesinado a otro alevosamente. La segunda se refiere a cuestiones prácticas del ceremonial: "Aconteció en ellos que habiendo ido el arzobispo a visitarlo (al virrey) en palacio, vio bajo el dosel un solo sillón ocupado por D. García. El prelado arrastró otro de los sillones que había en el salón, y colocándolo junto al del virrey le dijo: ´Bien cabemos aquí, que todos somos del Consejo de S.M.". Hurtado de Mendoza frunció el entrecejo y desde este día trató con frialdad cortesana a Toribio de Mogrovejo". La tercera nota nos habla del asunto del escudo colocado por santo Toribio en el colegio-seminario y la oposición visceral del virrey. La última querella recogida se refiere al supuesto memorial que habría enviado el arzobispo ante el Papa consultándole varios puntos del Patronato Regio y que provocó una airada filípica del virrey; por toda respuesta exclamó el santo: - ¡Enojado estaba nuestro rey! Sea por amor de Dios! Satisfacémosle, satisfacémosle. Termina con una "breve noticia biográfica del prelado", deteniéndose en su gran espíritu de caridad y culminando con una entrañable anécdota que nos recuerda que para poder curar a un moribundo se hizo pasar por un cualquiera,"Toribio, el de la esquina".

2. "Esquive vivir en Quive" (T. I, pp. 335-336). Alude al hecho histórico aceptado por la mayoría de los biógrafos y recogido iconográficamente con profusión: la confirmación de santa Rosa de Lima por nuestro arzobispo en su segunda visita pastoral a su paso por Quives. La verdad es que la tradición no cuadra con la personalidad de santo Toribio, ya que no nos imaginamos que los indios, mestizos y criollos le recibiesen con insultos y que  "su ilustrísima no levantó la mano para bendecir a la chusma, sino que, llenándose los ojos de lágrimas, murmuró: - ¡Desgraciados! ¡No pasaréis de tres! - Aunque, según R. Palma la profecía se cumplía en su tiempo, de acuerdo con el censo de 1876, en la actualidad, Quives de Santa Rosa, la "humilde aldehuela" es un prometedor pueblo y la religiosidad de los canteños sí cuida de la conservación de la casa en que viviese la santa.

3. "El cáliz de santo Toribio" (T.I, pp.337-338). Esta tradición nos informa de la visita del arzobispo de Berito y obispo de Huánuco, Gregorio Cartagena, y del párroco de un pueblecito de Huamalíes, cuya única riqueza era un singular cáliz con la siguiente inscripción: "Soy del doctor don Toribio Alfonso de Mogrovejo. Granada. Año de 1572". El vaso sagrado, por el que se darían unos tres mil pesos, serviría al humilde cura para reconstruir su parroquia. Nos sorprende la fecha de 1572 dado que las órdenes sagradas nos las recibirá hasta siete años después. Por el Diario de la visita sabemos que el 4 de mayo de 1595 "quedó fundada e institutida en la iglesia mayor de esta ciudad una cofradía en la cual entró SSI con su limosna y todos sus criados y toda la ciudad de Moyobamba y se juntaron más de 200 vacas y mucha cantidad de yeguas, la cual es capellanía y SS dejó allá para la celebración de los Divinos Oficios un ornamento y un cáliz dorado con patena, vinajeras y bacinilla todo de plata, y un guión o cristo que traía delante, de plata, de todo lo cual yo el presente notario doy fe, y dejó más unos platos de plata".