domingo, 8 de febrero de 2015

Antiguo local del Seminario Santo Toribio (desde 1591 a 1855)


Fue el primer arzobispo Jerónimo Loaysa quien edificó, en la mansión contigua a la catedral, una casa para los doce seminaristas que comenzaron el Seminario a instancias de los preceptos del Concilio de Trento. Esta casa se demolió para darle más extensión al templo catedralicio. De ahí que podamos afirmar que el primitivo establecimiento fue una casa comprada por el propio dinero de Santo Toribio, en 1591, y que pertenecía a Nuño de Solís, quien la vendió en 15.000 pesos corrientes. Estaba ubicada en la calle que hoy lleva su nombre, Santo Toribio, a una cuadra de distancia de la casa arzobispal, en la segunda cuadra de Jirón Lampa. Para ampliar el Colegio fue necesario comprar una casa vecina, en el ángulo de la calle de San José. Destruido por el terremoto de 1655, fue restaurado por el Arzobispo Pedro de Villagómez, sobrino del Santo, con una inversión de dos mil pesos.

 

            El prelado José Antonio Gutiérrez de Cevallos, XII arzobispo de Lima, en 1744, ensanchó el local, añadiéndole un nuevo claustro y varias celdas. Baltasar Jaime Martínez de Compañón, además de reformar los planes de estudio en conformidad con lo que se había hecho en la Universidad y en los Colegios Mayores, también se preocupó de mejorar las condiciones materiales del edificio que con el tiempo había sufrido algún deterioro. El 3 de julio de 1775 se dirigía al Arzobispado Parada, décimo quinto arzobispo de Lima, pidiéndole autorización para emprender algunas obras. En primer término había que demoler una pequeña habitación, próxima a la entrada, que impedía la conducción del agua del patio principal al patio interior, en donde se encontraban el refectorio y la cocina, dependencias de donde había más necesidad de aquel elemento. Fuera de esto pretendía hacer una sala bastante capaz, a fin de acomodar en ella a unos ocho o diez colegiales, semejante a la que se había levantado algún tiempo antes y juntamente con esto apuntalar toda la parte baja que no se hallaba en buenas condiciones. El Arzobispo aprobó sus planes y se ejecutó la obra. Más adelante, a principios de siglo, el décimo sexto arzobispo de Lima, D. Domingo González de la Reguera, encargará al hábil arquitecto y sacerdote Matías Maestro del arreglo del local, quien informa de la inversión de 13.000 pesos para su refacción. Bartolomé María de las Heras, el último de los prelados españoles, antes de la Independencia, al advertir la estrechez del local y, sobre todo, de los dormitorios, pues los colegiales tenían que ocupar, en grupos de 3 o 4, habitaciones que no tenían espacio suficiente, responsabilizará al citado Matías Maestro de la ampliación del edificio.


            El Seminario, a partir del año 1822, tuvo que cerrar hasta 1837. A pesar de los intentos, ninguno de los arzobispos Jorge Benavente y F. J. Luna Pizarro logra reabrirlo. Será su sucesor, el Arzobispo Juan Manuel Pasquel y Losada quien lo lograse en 1855; mediante un acuerdo con la Orden Franciscana, ésta le cede dos de los claustros de su convento, el de San Francisco Solano y el siguiente de San Buenaventura. A ambos los unía, por la parte alta, una magnífica escalera que comunicaba con los claustros altos. El claustro principal se destruyó para abrir la actual Avenida Abancay. Al hacerse cargo del Seminario los PP. Claretianos en 1911, se fundó el Seminario Central para todo el Perú, destinando a los alumnos los antiguos salones de "San Francisco" y "San José". En 1940, al producirse el terremoto del 24 de mayo, el antiguo edificio de la calle del Milagro queda seriamente dañado y en el mes de septiembre del mismo año, se ven obligados los seminaristas a pasar al nuevo edificio de Magdalena- Pueblo Libre, inaugurado  en enero de 1945.


(Foto tomada por mi alumno Robin Contreras. Muchas gracias)