domingo, 18 de enero de 2015


Lizet León Chávez, CSM

 

(Lima 1987-Santiago de Chile 2014)

 

Primera cruzada de Santa María peruana en llegar a la Patria Eterna, en el día de su cumpleaños 28 (28 diciembre 2014), y en el Año de la Vida Consagrada y el V Centenario de Santa Teresa.

 

Nació el 28 de diciembre de 1987 en la ciudad de Lima – Perú. Su familia estaba formada por sus padres -procedentes de Cajamarca- Francisco y Paulina y su hermano David, un año menor que ella.

En el año 2006, accede a la vida universitaria en la Pontificia Universidad Católica del Perú, en  la carrera de Ciencias Políticas y Gobierno. Amaba tanto su carrera y se entregó a ella con tanta pasión que solía decir que le gustaría llegar a la Presidencia del Perú o a la ONU para convertir a todos. Así, logró conformar el tercio estudiantil de la facultad de letras. Su celo de almas le llevó a participar activa y corporativamente en la Asociación Riva Agüero (AURA) en su lucha por reafirmar la identidad católica de la PUCP. Vibraba especialmente con la defensa de la vida y la familia como dejó patente en su actitud valiente frente a sus compañeros y profesores y en la  tesis de licenciatura en el 2013.

Siempre inquieta, invitada por un amigo, acude en el 2007 a la llamada de las Misiones del CAPU (Capellanía de la Pastoral de la Universidad Católica) para ir a ayudar la gente más necesitada de La Parada y del Agustino. Fue ahí donde descubrirá la verdadera alegría fundada en el amor a Dios y sube con presteza a los cerros de Yerbateros(El Agustino-Lima) predicando a todos la Buena Nueva de Dios. Allí se hacía toda a todos para ganárselos para Cristo: con los niños jugaba, con los jóvenes reflexionaba, a los adultos mayores los atendía con paciencia,  para todos tenía una gran sonrisa que contagiar y una palabra de aliento.

Al regresar de las Misiones, Lizet ya no era la misma. Se entregó con radicalidad al seguimiento de Cristo dejando sus antiguas costumbres, propias de una adolescente, y se dedicó sin desmayo a invitar a sus compañeras a las misiones y a la Milicia de Santa María, grupo al cual asistía gracias a la invitación de su guía. Rezaba por otras, y animaba a quien se encontraba en su camino.

Al leer el libro "Las Confesiones" de San Agustín se sintió identificada con él e inició un fulminante camino de conversión. Tanto que un día -al culminar la Misa celebrada en la capellanía- se confidenció con una amiga la cual pasaba por momentos de dificultades familiares y además sentía un llamado vocacional.  Fue ahí cuando decidió presentársela a su guía, y juntas empezaron a asistir a la Milicia en el grupo de discernimiento.  Al final ambas entraron en la Cruzada, el mismo día.

Buscaba sinceramente entregar el corazón a un gran ideal y pensaba formar un santo matrimonio.  Sin embargo, siempre tenía la inquietud de buscar lo más alto y vio con claridad que el Señor la llamaba para consagrarse a Él por entero, pero en el mundo. Y así lo hizo, en el Instituto Secular Cruzadas de Santa María una mañana del 1 de octubre del 2008, precisamente en compañía de la amiga a la cual había acercado más a Dios. Su ingreso se realizó en España, en el centenario del nacimiento del padre Tomás Morales, fundador de las Cruzadas y Milicia de Santa María. Se sentía muy contenta y decía que quería llegar a "viejita" siendo cruzada.

Después de su ingreso en la Cruzada continuó estudiando y siguió apoyando en el grupo de las misiones. De carácter fogoso e impaciente, al igual que San Francisco Javier, se entregaba a Dios en las almas. Preparaba teatros auto sacramentales que enseñen el valor de la Eucaristía y de la gracia bautismal. Hablaba, defendía y hacía despertar las conciencias adormiladas por ideologías en contra de la fe y la Iglesia en su propia facultad. Sus dotes artísticos y su celo por la salvación de las almas le hacían ser una "loca" por Dios, como a veces se llamaba entre risas.

¿Era perfecta? Aspiraba a la perfección con todas sus fuerzas, pero su propio temperamento vivo y vehemente hacía exasperarle por algunas contradicciones como cuando levantaba la voz exigiendo sus derechos al encontrarse con alguna injusticia en un servicio o en la compra de algo. Siempre pedía disculpas y sabía echar al olvido cualquier desavenencia que se presentase, de manera que al rato se la podía ver sonriente y haciendo bromas.

Aprendió a amar y a desvivirse por las jóvenes en la Milicia y en la Cruzada, a la cual amaba con todo el corazón. Su adhesión a la Cruzada era tal que decía que ella no se iría por nada del mundo, que quería quedar pegada como un "chinche". Luego de 4 años, el 10 de febrero del 2013, Lizet tuvo la dicha de hacer sus votos temporales. Ello le inundó totalmente de alegría pues se sentía totalmente cruzada, esposa de Jesús.

Ese mismo año, el Señor Jesús dispuso que todo su empeño y trabajo por la conversión de las almas continúe en Chile desde  finales del año 2013. Allí se entregó con valentía e ilusión al apostolado en la Universidad Católica de Chile y con las juveniles, grupo de la Milicia de niñas de 11 a 16 años. Las que la recuerdan con cariño resaltan su energía apostólica nunca aminorada a pesar de las oposiciones o contradicciones. Allí en compañía de las demás cruzadas organizaba y participaba en teatros, marchas, jornadas, campamentos y ejercicios espirituales para que las jóvenes tengan la oportunidad de encontrarse con Dios.

A pesar de tener que dejar físicamente su familia, su celo por acercarla a Dios y a la Iglesia se incrementó, logrando el gozo de su acercamiento a la vida sacramental.  Las palabras de paz y gratitud de los papás, en el momento del último adiós, son el mejor testimonio.  

Pareciera que se ha cumplido su misión en la tierra, pues el Señor se dignó en llamarla a su santa presencia el mismo día de su cumpleaños, 28 de diciembre del 2014, en la octava de Navidad, fiesta de la Sagrada Familia y de los Santos Inocentes mártires. El mismo día en que Lizet nació en la tierra, ahora nace para el cielo. De esta forma se cumplía el gran deseo que siempre tuvo desde que Dios la llamó a servirle: "morir cruzada de Santa María" - Sponsa Christi. Eran las 3 de la tarde, la hora de la Divina Misericordia, por la que tenía tan particular devoción. Sólo tres días antes día 25, fiesta de Navidad, se sintió mal y le diagnosticaron cáncer. El médico se lo comunicó sin ningún género de duda:

-         Entonces, ¿quiere decir que me voy con Jesús?

-     Sí, te vas con Jesús.

-         ¡Qué bien, no lo esperaba!

Si algo caracterizaba a Lizet era su alegría, Siempre tuvo buen humor y entusiasmo. Le encantaba bailar, preparar postres, hacer teatros y coser, oficio que aprendió en el colegio. De carácter alegre, fogoso, vivo, impetuoso, audaz y sencillo, pasó sus días haciendo el bien a los que la rodeaban.

La liturgia de despedida -1 de enero, fiesta de Santa María Madre de Dios- tuvo momentos de cielo; hasta las gotas de lluvia quisieron –tímidamente- acompañarnos. Un momento emocionante fue cuando el féretro fue rodeado por una larga cinta que contenía el nombre de todas las cruzadas, sus hermanas, que querían simbolizar su gran amor hasta el Cielo. La homilía fue pronunciada por el P. Ramón Castejón, S.J., capellán de las Cruzadas, quien destacó de Lizet: "Era un alma transparente, totalmente entregada Dios, con una absoluta disponibilidad para acoger sus planes. Alegre, sencilla, entusiasta, con mucho espíritu apostólico; modelo y ejemplo para todas las Cruzadas de fidelidad, generosidad, amor a las almas. Supo ir contra corriente para ser fiel al evangelio; deja un puesto importante en la Cruzada de Santa María. Dios quiera que alguna o algunas de las jóvenes aquí presentes vengan a ocuparlo".

Si del P. Alberto Hurtado se escribió que fue "una visita de Dios a Chile", de Lizet León podemos concluir que ha sido una visita –en tiempos de Navidad- a Chile y al Perú.