Siervo de Dios, Fray Luis López de Solís (Salamanca, 1534, Quito1606)
Personaje insigne
"Fray Luis López de Solís es una de las grandes figuras de la Iglesia quiteña, [que comprendía el Ecuador actual], así como uno de los miembros más insignes de la Orden Agustiniana en su siglo", escribía este servidor al estudiar la Acción Pastoral de este prelado. Lo corroboro para añadir que se distinguió por su sabiduría en la cátedra de Teología, por su prudencia y acierto en el gobierno de la Orden en Perú y en la organización pastoral del extenso obispado de Quito. Es por añadidura, siervo de Dios, cuyo proceso de beatificación y canonización se halla en Roma.
Nacimiento. Ingreso en la Orden
Nació este ejemplar personaje en la ciudad de Salamanca el año 1534, en el hogar formado por Francisco de los Ríos y María López de Solís. Optó por usar los apellidos maternos, como era frecuente en la época. Tuvo más hermanos, pues una sobrina carnal residió en Quito, casada con un secretario de nombre Cristóbal Macedo. En la célebre universidad de su ciudad natal siguió los estudios de Artes y a los 18 años entró en el noviciado del convento de San Agustín, donde emitió sus votos religiosos el 9 de mayo de 1553. En este cenobio, lleno de recuerdos de hombres santos, entre otros, San Juan de Sahagún, Santo Tomás de Villanueva, en aquellos momentos arzobispo de Valencia, San Alonso de Orozco, a quien debió conocer de paso por allí, además de leer algunos de sus escritos de espiritualidad. Aquí siguió los estudios teológicos dictados por algunos de aquellos grandes maestros agustinos de la época, entre los cuales debió de conocer al joven fray Luis de León.
Misionero voluntario para el Perú
Ordenado de diácono, se alistó para ir de misionero al Perú. Según los biógrafos, los superiores y maestros sintieron su decisión porque "tenían todos puestos los ojos en él y esperaban de sus virtudes, ingenio y gran juicio, efectos admirables". Ganó la Iglesia y la Orden en los nuevos reinos de Perú y Quito. Se embarcó en la llamada segunda barcada, de acuerdo a los cronistas, bajo la responsabilidad del P. Pedro de Cepeda, el 6 de febrero de 1558. Se cuenta una anécdota que tuvo lugar en Cádiz, mientras se dirigía al puerto. Un astrólogo le pronosticó que llegaría a Papa si se decidía a ir a Roma y si, por obediencia debía de ir a Indias, alcanzaría allí la suprema jerarquía. No tiene otro valor que el de la anécdota, que el interesado río con ganas, sin embargo, poco ante de morir fue presentado para arzobispo de Lima, sede primada del continente suramericano.
Tarea misionera, teológica y de gobierno
En Lima recibió la ordenación sacerdotal y pasó dos años de misionero en el Alto Perú (actual Bolivia) entre las tribus de los Uros, situados en las cercanías del lago Titicaca, provincia de Paria. Aprendió el difícil idioma de la indígenas, como primera medida para mejor evangelizarlos, promovió el desarrollo cultural de los indígenas, creó el pueblo de Challacollo, como centro misional, desde donde irradiaba la acción misionera y formación humana. Los superiores le destinan a la formación de los jóvenes profesos, mediante su docencia de Teología. En 1563, con solo 29 años ya fue nombrado definidor o consejero provincial, cargo que desempeñó en cinco períodos. Fue dos veces prior del convento de Chuquisaca ( actual Sucre), cuatro veces prior del convento de Lima y provincial en dos cuatrienios, la primera cuando sólo tenía 35 años.
A sus grandes dotes de gobierno dentro su Orden, reconocidas por todos, unió su preparación teológica, como lector, maestro y doctor en Teología, materia que explicó en la cátedra de vísperas de la Universidad de San Marcos de Lima, obtenida por oposición. Su autoridad teológica le valió ser escogido por Santo Toribio de Mogrovejo para asistir como asesor suyo en el célebre III Concilio Provincia de Lima de 1583. A otros dos concilios provinciales posteriores asistirá en calidad de prelado. Siendo Provincial, envió a Quito a los PP. Luis Álvarez de Toledo y Gabriel de Saona, dos puntales de primer orden, para fundar la Provincia de San Miguel de Quito donde los agustinos llevaban ya varios años ejerciendo su labor pastoral.
Obispo de Quito
El 1 de octubre de 1591 es preconizado Obispo de Asunción (Paraguay). No pudo tomar posesión porque, mientras esperaba las Bulas del Papa para ser consagrado, fue nombrado Obispo de Quito. Entre tanto, ….llegaban las citadas bulas pontificias, el Virrey le encomendó hacer la visita a la Audiencia de Charcas, cometido que realizó con el mayor fruto social y religioso. Consagrado obispo por Santo Toribio de Mogrovejo en Trujillo, siguió camino a Quito. Entre las primeras providencias pastorales, fundó el Seminario San Luis para la formación de sacerdotes, uno de los primeros y modelo, dotado de un selecto grupo de profesores de la Compañía de Jesús, a quien se lo encomendó. Poco después, adosado a éste, fundó otro colegio-seminario para indígenas con la idea conseguir sacerdotes celosos y evangelizadores, que supieran llegar al indígena y su cultura. Creó una serie de becas para aplicarlas con preferencia a los más pobres. Con el empeño de tener un clero bien capacitado, pidió con insistencia la creación de la Universidad, que conseguiría el agustino P. Gabriel Saona para el convento de San Agustín (Universidad de San Fulgencio).
El Prelado Solís se impuso a sí mismo la obligación de conocer todo su extenso obispado, que comprendía el actual territorio del Ecuador y alguna zona más. Para eso organizó una serena visita pastoral. Según los datos de la historia, llegó a todos los rincones, ya fuera de la dura montaña, del cálido clima de la costa o del oriente y proveía a las necesidades humanas y espirituales. Denuncia los males e injusticias, que encuentra y pone remedio. Al mismo tiempo comenzó la organización de su diócesis creando nuevas parroquias a fin de satisfacer las necesidades pastorales las ciudades, de los barrios y de los campos. Fomentó y proveyó de la atención a los santuarios, como centros de evangelización: El de Nuestra Señora Quinche, ante el cual el pueblo erigió más tarde una estatua en su memoria, el de la Virgen del Cisne, nuestra Señora de Guápulo y otros.
Una de las obras de mayor fruto para el gobierno de la parcela eclesial que le tocó cuidar fue la celebración de dos Sínodos diocesanos, en Quito en 1594 y en Loja, 1596. Sobre todo el primero de estos constituyó la base de la legislación de Ecuador en un largo periodo de su emancipación en gran parte del siglo XIX. Tanto en las actas de estos sínodos como en sus actitudes ordinarias, López de Solís se distinguió por la promoción humana de los naturales y defensa de los derechos humanos, que se dice hoy.
Como síntesis de la obra pastoral de Solís, podemos resumir su programa en dos de sus grandes opciones, la verdad y la justicia. La primera le lleva a organizar todo en torno al anuncio íntegro y fiel de la revelación y de la evangelización. La segunda a dar la cara por la defensa de los indígenas, de los pobres y los derechos de todos, incluidos los de la Iglesia frente a los abusos del poder civil.
Promovido al arzobispado de nueva creación de Charcas o La Plata (actual Sucre), de paso para ir a tomar posesión, muere en el convento de San Agustín de Lima, rodeado de fama de santidad en todo el Reino de Quito y en Lima, el 6 de junio de 1606.
Mensaje para el mundo de hoy
Dado que el proceso de beatificación de nuestro siervo de Dios está ya en Roma,podemos señalar alguno aspectos del mensaje que pude darnos para el mundo de hoy. En primer lugar es su generosidad al llamamiento de Dios, su humildad y servicio a los demás desde su puesto de pastor. Se distinguió en su vida por una opción clara por la verdad y la justicia, la defensa de los derechos humanos y su amor a Cristo presente en el culto y en cada uno de los hombres, sobre todo los más necesitados.