CEREMONIA DE HOMENAJE AL GRAN ALMIRANTE DEL PERÚ Y DIPUTADO POR PAITA DON MIGUEL GRAU SEMINARIO, EN EL MARCO DEL 201° ANIVERSARIO DE LA MARINA DE GUERRA DEL PERÚ Y DEL 143° ANIVERSARIO DEL GLORIOSO COMBATE DE ANGAMOS
(8 de octubre del 2022)
Fernando Ayllón Dulanto
Sr. Congresista José Williams Zapata, presidente del Congreso de la República;
Sr. Congresista Diego Alonso Bazán Calderón, presidente de la Comisión de Defensa Nacional, Orden Interno, Desarrollo Alternativo y Lucha contra las Drogas;
Señores congresistas;
Sr. Almirante Alberto Alcalá Luna, comandante general de la Marina de Guerra del Perú;
Señores oficiales y miembros de la Marina de Guerra del Perú;
Ilustres invitados.
El 8 de octubre de 1821, hace 201 años, durante la gesta emancipadora, el general José de San Martín estableció la Marina de Guerra del Perú. Sin embargo, la tradición naval del Perú se remonta a épocas inmemoriales, cuando los antiguos pobladores de los territorios que actualmente forman parte de nuestro país exploraban nuestras costas en busca de alimentos (peces y mariscos) y de contactos con poblaciones alejadas a fin de facilitar el intercambio de productos como lo demuestran las culturas Chincha y Mochica.
Durante el dominio español el virreinato del Perú abarcó la mayor parte de América del Sur, incidiendo en la importancia de la ciudad de Lima y del puerto del Callao. Las riquezas de estas tierras y el intercambio comercial con la península ibérica llevaron a corsarios y piratas a atacar las embarcaciones y aún las poblaciones costeñas. La conducción de su defensa estuvo a cargo de los virreyes y de la Armada de la Mar del Sur. Luego, durante el siglo XVIII, se crearían, entre otros establecimientos, la capitanía del puerto del Callao, la Real Academia Náutica de Lima y el Hospital Naval de Bellavista.
A inicios del siglo XIX España había dejado de ser una potencia marítima de primer orden. La derrota sufrida, junto con su aliada Francia, durante su conflicto con los ingleses (1804-1809), y luego la invasión de la península ibérica por las tropas napoleónicas, la imposición del usurpador José Bonaparte y la lucha por su propia independencia (1809-1914) debilitó su control sobre sus dominios en el Nuevo Mundo. San Martín, quien, invitado por los patriotas locales, que reiteradamente le habían afirmado que la población del virreinato del Perú era mayoritariamente partidaria de la independencia y le mantenían informado de la situación política, económica y militar, llegó con la Escuadra Libertadora a la bahía de Paracas el 7 de septiembre de 1820. Poco más de un año después, el 8 de octubre de 1821 estableció la Marina de Guerra del Perú, cuya participación fue decisiva para la victoria patriota.
Desde sus orígenes hasta la actualidad nuestra Armada ha prestado y sigue prestando múltiples e invaluables servicios a la patria, tanto para la defensa de nuestra integridad territorial y el orden constitucional, como contribuyendo con el desarrollo y la integración nacional.
EL DIPUTADO MIGUEL GRAU SEMINARIO
Por extraña coincidencia del destino el 8 de octubre de 1879 se escribió una de las páginas más trágicas, pero al mismo tiempo más gloriosas, de nuestra historia, cuyo protagonistas principales fueron el Gran Almirante del Perú y diputado por Paita Miguel Grau Seminario, así como los demás integrantes de la tripulación del célebre monitor Huáscar.
Todos los que conocieron a Grau –aún sus ocasionales enemigos en la guerra–son unánimes al resaltar su honestidad, heroísmo, valor, capacidad y caballerosidad; la sencillez de su trato, su hombría de bien, el respeto a la vida de los rendidos y de las poblaciones civiles, y su ilimitado patriotismo, el que lo llevaría al sacrificio de su vida en defensa de nuestro país cuando apenas contaba con 45 años de edad y tenía a su cargo la enorme responsabilidad de ser padre de diez hijos –de los cuales dos habían fallecido poco tiempo antes– todos ellos aún niños, y la dicha de contar para tal tarea con la colaboración de su esposa, a quien reiteradamente manifestase su amor.
Miguel Grau nació en Piura, el 27 de julio de 1834[1]. Su infancia no fue precisamente fácil. Desde marzo de 1843, cuando aún era un niño de poco más de ocho años, se inició en las faenas marinas. Entonces, junto con su hermano Enrique, se embarcó en Paita en el bergantín mercante Tescua, el que naufragó. Así fue como comenzó su aprendizaje de las múltiples faenas que se realizan durante las travesías; las dificultades producidas por la mala alimentación y las enfermedades, y los mil y un riesgos originados por tempestades y marejadas. Antes de cumplir 20 años de edad ya había navegado por lejanos mares y océanos, y surcado miles de millas náuticas, entre ellas las que limitan con las semidesérticas costas –entrecortadas por fértiles valles– del Perú, Bolivia y Chile, futuro escenario de sus heroicas proezas y de su sacrificio final en el altar de la patria. La relación inicial de Grau con el mar no fue, pues, académica sino más bien vivencial.
El 22 de julio de 1872, intentando impedir la asunción al mando del electo presidente Manuel Pardo, el ministro de Guerra y Marina, coronel Tomás Gutiérrez –con el apoyo de sus hermanos, los coroneles Silvestre, Marceliano y Marcelino Gutiérrez– depuso al presidente José Balta y se proclamó jefe supremo provisorio de la República. Tomás Gutiérrez envió una comunicación al comandante general de la Marina, capitán de navío Diego de la Haza, para que secundase el movimiento. Los comandantes de las unidades –entre ellos Miguel Grau–, rechazaron el golpe de Estado, anunciando que emplearían sus fuerzas para restablecer el orden constitucional:
Al ver así las leyes ensartadas en la bayoneta del soldado, al ver atropellados todos los poderes de la República, al ver amenazados los más sagrados derechos del ciudadano y al ver, en fin, envilecido y escarnecido lo más sagrado entre los pueblos cultos y herida de muerte a la patria, la Marina Nacional, que siempre ha dado muchas pruebas de patriotismo y abnegación por el orden y sostenimiento de las instituciones; la Armada no ha trepidado en ponerse a la altura que por sus antecedentes le corresponde, ha rechazado indignada la invitación que se le hizo para secundar la consumación de tan horrendo atentado; y, enarbolando el estandarte de la ley, ha protestado en masa de tan inaudito y escandaloso crimen, no reconociendo otro caudillo que la Constitución[2].
La Marina de Guerra, las tropas del Ejército leales al gobierno y el pueblo de Lima se sublevó contra los hermanos Gutiérrez, haciendo fracasar el intento de golpe de Estado.
Las proezas marineras y el valor del contralmirante Miguel Grau, reiteradamente demostrado, así como su profundo humanismo y sus dotes de padre y esposo ejemplar, en las que se han centrado sus biógrafos, han hecho que pasen casi desapercibidos otros aspectos de su vida, como es el caso de su vocación política y su actividad parlamentaria.
El 2 de junio de 1868 se produjo la elección de Grau como diputado suplente por Paita, provincia que por entonces abarcaba siete parroquias: Paita, Colán, Amotape, La Huaca, Sullana, Querecotillo y Tumbes. El 5 de febrero Grau se había reincorporado a la Marina de Guerra, la que el 27 lo designó comandante del monitor Huáscar (1868-1876). El 25 de julio fue ascendido a capitán de navío graduado. En la misma fecha la Cámara de Diputados proclamó su elección y poco después le solicitó su incorporación debido a la licencia concedida al diputado propietario. El 21 de octubre Grau respondió que gustosamente se incorporaría sino hubiese asumido el mando del Huáscar.
La segunda elección de Grau se produjo para la renovación de la Cámara de Diputados en 1876. En esta oportunidad fue elegido diputado propietario por Paita. El 5 de junio de 1876 dejó el comando del Huáscar. El 26 de julio la Comisión de Poderes de la Cámara de Diputados lo proclamó.
En su breve paso por el Poder Legislativo Grau dejó una profunda huella. Presentó interesantes proyectos, algunos de los cuales contaron con la aprobación de su Cámara. Se preocupó, especialmente, por los temas vinculados a la Marina, en particular, así como los referidos a la defensa nacional, en general. Podemos mencionar entre sus iniciativas una sobre ascensos en la Armada, presentada el 19 de septiembre de 1876, que pedía que se basasen en la capacidad y experiencia, es decir, en la meritocracia. El 4 de octubre, junto con otros diputados, suscribió el dictamen de la Comisión de Marina referido al mencionado proyecto de ley. En él se afirma:
El ascenso es para el marino una esperanza y un gran estímulo; para obtenerlo se requieren dos condiciones principales: la una que se llama de antigüedad y la otra de mérito. La antigüedad puede adquirirse por servicios practicados en los buques de guerra o trasportes de la escuadra, o por el ejercicio del empleo en las dependencias de Marina. El mérito lo constituyen los servicios distinguidos y los conocimientos teóricos y prácticos exigidos para cada clase. […]
La antigüedad en un empleo, cuando se ha desempeñado bien y ha producido el adelanto en los conocimientos profesionales, comprobados por un examen, son ciertamente un título adquirido para la recompensa; pero la antigüedad en el servicio sin los conocimientos necesarios para el buen desempeño de la clase inmediata, de ninguna manera puede constituir un derecho para la promoción de un oficial de Marina; y como el mejor medio de comprobar la competencia es el examen, el proyecto llena todas las seguridades necesarias para el mejor acierto.
El ascenso en virtud del mérito comprobado según las distinciones que hemos hecho nos evita su justificación, pues su título mismo expresa que no debe darse sino a los más acreedores por sus servicios y conocimientos, y porque no sería racional suponer que fuese concedido al que no es capaz de desempeñar su nuevo empleo[3]".
Leal defensor de la provincia de Paita que representaba, el 2 de octubre de 1878 se mostró contrario al proyecto de demarcación territorial del Poder Ejecutivo que planteaba incorporarla a la provincia de Piura. El 16 de noviembre presentó un proyecto de ley cuyo objetivo era la reorganización del Ministerio de Guerra y Marina. En la misma fecha fue asesinado el presidente del Senado Manuel Pardo y Lavalle, de quien Grau era muy cercano.
Durante su gestión parlamentaria Grau advertiría a la Representación Nacional sobre las limitaciones de las tripulaciones, el mal estado de las unidades de la escuadra y la superioridad de los blindados adquiridos por Chile. En varias oportunidades se enfrentaría a los miembros de la Comisión de Presupuesto, los que, debido a la crisis económica que atravesaba el país, solían hacer recortes en los requerimientos de la Armada. Por desgracia, las restricciones económicas que atravesaba el erario y la falta de una política de defensa nacional hicieron que no se atendiesen las necesidades de la Marina ni las del Ejército. Lamentablemente, las consecuencias de ello nos son bastante conocidas.
El 4 de enero de 1879 Grau presentó un proyecto que lo pinta de cuerpo entero, cuando, conjuntamente con otros diputados, propuso la reducción de los emolumentos de los parlamentarios:
Ciertamente, que si la situación económica del país no fuese difícil y angustiosa, a nadie se ocurriría reducir los emolumentos con que la nación remunera de algún modo los importantes servicios que los legisladores le prestan; porque es indudable que esos emolumentos no guardan proporción con las necesidades que están llamados a satisfacer; pero cuando la más severa economía preside con notable acierto todos los actos de la Legislatura actual, necesario es también que se dejen sentir sus efectos en el Poder Legislativo, que ha introducido ya en el servicio de la Secretaría de la Cámara de Diputados una reforma trascendental e importante que se traduce en una economía de 60,000 soles en el bienio.
Hay que reglamentar, Sr. Excmo., la distribución de esos emolumentos, que si son bien reducidos para los que los reciben por los buenos servicios que prestan, son injustos y exagerados cuando se abonan por servicios que no aprovecha la República.
Los hijos de Miguel Grau Seminario y otros diputados que integraron el Congreso
Miguel Grau Seminario estuvo casado con Dolores Cabero Núñez. Fruto de este matrimonio fueron sus diez hijos, dos de los cuales serían congresistas: Rafael y Miguel Grau Cabero.
1. El diputado Rafael Grau Cabero
En 1905 el Dr. Rafael Leopoldo Grau Cabero (Lima, 18/1/1876 - Cotabambas, 4/3/1917) fue elegido diputado por la provincia de Cotabambas (Apurímac), siendo reiteradamente reelegido hasta su muerte. Ante el intento inconstitucional de disolver el Congreso del presidente Guillermo Billinghurst, junto con otros parlamentarios buscó el apoyo de oficiales de las Fuerzas Armadas –entre ellos el coronel Óscar R. Benavides– para vacar al presidente, lo que culminó en su derrocamiento el 4 de febrero de 1914. El 4 de marzo de 1917 el diputado Rafael Grau fue asesinado en Palcaro, durante la campaña para su reelección.
2. El senador Miguel Raymundo Grau Cabero
En 1917 Miguel Raymundo Grau Cabero (Lima, 23/1/1879 - 31/10/1976) fue elegido senador suplente por Amazonas (1917-1918) y en 1919 senador propietario por el Callao (1919). Durante su gestión parlamentaria -junto con Alberto Secada- propuso la creación del Ministerio de Marina, lo que fue aprobado. Otro de sus proyectos fue para otorgar una pensión vitalicia a los sobrevivientes del monitor Huáscar. Igualmente, propuso que se denominase Grau la provincia de Cotabambas y que su capital fuese Chuquibambilla, tal como lo había querido su hermano Rafael Grau.
3. El diputado Melitón Carbajal
En este homenaje no debemos olvidar al vicealmirante Melitón Carvajal, quien participó en el combate del Callao del 2 de mayo de 1866 y en la guerra con Chile bajo las órdenes de Miguel Grau. Tras resultar herido durante el combate de Angamos fue hecho prisionero, constituyéndose como un héroe viviente para el Perú. En 1883 fue elegido diputado por la provincia de Huaylas.
4. El diputado Luis Germán Astete
Otro de los héroes de nuestra Marina de Guerra que integró el Congreso fue el capitán de navío Luis Germán Astete, diputado por Huaraz entre 1860 y 1864. Participó en el combate del Callao el 2 de mayo de 1866 y en el de Pacocha el 29 de mayo de 1877. Combatió al lado de Andrés Avelino Cáceres y murió en la batalla de Huamachuco el 10 de julio de 1883.
RUMBO A LA GLORIA
Tras declararnos la guerra Chile, a pesar de su inmensa superioridad naval, las correrías de Grau se convirtieron en su peor pesadilla. Grau encarnó la esperanza nacional de obtener una victoria que muchos sabían, desde antes del inicio del conflicto que, por el descuido suicida de nuestra defensa nacional, sería imposible. El heroísmo de nuestros marinos y soldados no fue suficiente para reemplazar la falta de buques, armas y demás pertrechos, ni las limitaciones de la preparación de nuestras tropas, clara consecuencia de la lamentable carencia de una Política de Defensa Nacional de Estado, que trascienda a los gobiernos. La pérdida del Huáscar significó el inicio de la invasión chilena a nuestro territorio y la multiplicación de la ola de saqueos, destrucción y muerte que ella implicó.
Ante la egregia figura de don Miguel Grau se han rendido la unanimidad de intelectuales peruanos y extranjeros. Manuel González Prada afirmó…
En el combate homérico de uno contra siete, pudo Grau rendirse al enemigo"; […] Todo podía sufrirse con estoica resignación, menos el Huáscar a flote con su comandante vivo. Necesitábamos el sacrificio de los buenos y humildes para borrar el oprobio de malos y soberbios. Sin Grau en la Punta de Angamos, sin Bolognesi en el Morro de Arica ¿tendríamos derecho de llamarnos nación?".
La curul de Miguel Grau en el Hemiciclo del Congreso
El 13 de octubre de 1983 el Congreso de la República, a través de la Resolución Legislativa N° 23680, dispuso que en homenaje al diputado Miguel Grau en el Hemiciclo de la Cámara de Diputados esté permanentemente una curul con su nombre. Asimismo, ordenó que las listas de asistencia con que se iniciaban las sesiones de la Cámara y del Congreso comiencen con el nombre de Miguel Grau, tras cuyo enunciado la Representación Nacional conteste ¡Presente! El 2 de noviembre de 1983, al develarse su curul, el senador Luis Alberto Sánchez, autor de la iniciativa legislativa, afirmó:
Nos pareció que en el Parlamento no solamente debe darse leyes, fiscalizar, sino que se debe también levantar la moral de los pueblos y enseñar con el ejemplo de sus miembros, de enseñar cómo se debe ser un digno ciudadano, un hombre patriota y un buscador y trabajador de la riqueza moral del país. Y eso está presente en Grau. No voy a hacer, señor presidente, un recuento histórico, han sido hechos con mucha lucidez, con mucho brillo. Me voy a limitar a anunciar por qué hicimos este pedido, señor presidente. Lo hicimos más que por las glorias guerreras, que son muy grandes, que no se pueden olvidar, más que por la actitud en el Parlamento de Grau, por el conjunto mismo de su personalidad, por lo que hay en él de mística, de humildad, de orgullo, de valor y de trabajo. Porque todas esas cosas son como las facetas de una piedra preciosa, que si se pierde cualquiera de ellas deja de ser preciosa y deja de ser brillante, por eso, hemos considerado que todas ellas son nada más que una y que esa una se llama «Miguel Grau». Creo, además, que, o hemos creído todos los que hemos presentado el proyecto, que el fragor de las discusiones parlamentarias, a veces ha hecho falta más que un árbitro vivo, un ejemplo más vivo aún que los vivos porque es eterno, y ahora tenemos de árbitro en nuestras tendencias, de control de nuestras expresiones para no perdernos el respeto a nosotros mismos, y para ser severos con nuestras acciones, tenemos la muda presencia de un asiento que no estará vacío nunca, porque algo impalpable lo ocupa y es el honor mismo de la patria ensangrentada un día y con esperanza siempre. […]
Y el gran historiador republicano Jorge Basadre afirmaba:
Como del carbón sale el diamante, así de la negrura de esta guerra sale Grau. La posteridad ha indultado a su generación infausta porque a ella perteneció el comandante del Huáscar. Olvida desastres y miserias y la mira con envidia porque lo vio y le admiró[4]
Al conmemorarse el 201° aniversario de la Marina de Guerra del Perú y el 143° aniversario del combate de Angamos honor y gloria a don Miguel Grau y a los demás integrantes del célebre monitor Huáscar. Honor y gloria a cada uno de los héroes de nuestra Armada que entregaron su vida en el altar de la Patria para defenderla del enemigo exterior y del terrorismo genocida. Honor y gloria a nuestros héroes de la democracia y del Perú.
¡Viva el Gran Almirante del Perú don Miguel Grau Seminario!
¡Viva la Marina de Guerra del Perú!
¡Viva el Congreso de la República!
¡Viva el Perú!
[1] El 26 de diciembre de 1946 el Congreso de la República, a través de la Ley N° 10146, declaró dicho inmueble Monumento Nacional y autorizó al Poder Ejecutivo a expropiarlo. En él funciona la Casa Museo Miguel Grau.
[2] Arosemena Garland, Geraldo, El almirante Miguel Grau, p. 81. Lima, 1975.
[3] Archivo del Congreso de la República.
[4] Basadre, Jorge, Historia de la República del Perú (1822-1933), tomo 8, pp. 281-283. El Comercio, Lima, 2005.