viernes, 12 de agosto de 2022


AGUSTÍN DE GORRICHÁTEGUI (1716-76). RECTOR DE SANTO TORIBIO, OBISPO DEL CUZCO

José Antonio Benito

 

Nacido en Ciudad de Panamá (Panamá), 14.X.1716 – Urubamba (Perú), 28.X.1776 de Manuel de Gorrichátegui y de Lucía Gómez García, quienes lo enviaron a Lima, aprovechando el paso del séquito de los familiares del arzobispo de Lima, Francisco Antonio Escandón, quien le consigue que estudie en el colegio de San Martín, donde adquirió grandes conocimientos en Ciencias Sagradas y Literatura Eclesiástica, graduándose de licenciado y doctor en Teología y Cánones. Fue nombrado promotor fiscal de la arquidiócesis de Lima. Dominaba la lengua quechua y fue distinguido orador en dicha lengua, tanto como en la española. Fue cura de la doctrina de San Mateo y de Atunjauja y luego ingresó al Cabildo de la Catedral de Lima, en donde fue tesorero y, más adelante, magistral.

 

Rector de Santo Toribio de Lima

En el año 1760 se le nombró Rector del Seminario y en este puesto perduró hasta su elevación a la sede cuzqueña. Como la Universidad de Lima entrase en un estado de decadencia en el siglo XVIII, un decreto del Virrey Manuel Amat, 7 de julio de 1770, llegó a suprimir los colegios de san Felipe y San Martín, que fueron refundidos en el célebre Real Convictorio de San Carlos. La Iglesia siempre mostró preocupación de renovar la formación de los clérigos y seminaristas, especialmente cuando observaba deficiencias en San Marcos. Así, el arzobispo D. Diego del Corro introdujo un plan de estudios que plasmaba su gran proyecto proclamado en la pastoral de 4 de noviembre de 1759. Apuntaba el proyecto a profundizar en la Sagrada Escritura, el Derecho Canónico, la Teología Moral, sin descuidar el latín. El responsable de ejecutar tan ambicioso plan fue el nuevo rector y futuro obispo del Cuzco, Agustín de Gorrichátegui, en 1760, tal como nos relata su biógrafo, José Manuel Bermúdez:

 "... donde mostró más luz de su enseñanza fue en este ilustre Seminario, puesto por él en su mayor auge y esplendor, así con las ciencias en que lo hizo florecer como con el crecido número de nobles alumnos que ocurrieron a ponerse bajo su dirección. Allí se dedicó a formar ministros dignos del Santuario, promoviendo con gran fuerza el estudio de la Teología Dogmática: prescribiendo un nuevo método para aprenderla con más facilidad y provecho; señalando y solicitando los libros más acomodados para lograr un fin tan laudable. De esta suerte introdujo el buen gusto en las Escuelas, desterrando las cuestiones inútiles, las sutilezas vanas y las cavilaciones sofísticas y sustituyendo en su lugar el uso de la Escritura Sagrada, de la Historia Eclesiástica y de los Concilios y Padres...De tanto acierto fue la conducta literaria del Señor Gorrichátegui en el gobierno del Colegio, cuyos notorios progresos en su tiempo me dispensan de la necesidad de referirlos"[1].

 

            Tal impulso lo continuó el sucesor en el Rectorado de Gorrichátegui, Baltasar Martínez de Compañón, en cuyo tiempo el número de los alumnos llegó a ser de setenta y quien dedicó una elocuente nota como aprobación a la publicación del célebre sermón:

 

Se presentan a la vista diferentes virtudes Cristianas, todas delineadas con los más vivos, más finos y más expresivos colores. Se refieren con exactitud, sencillez, y fidelidad no todas: no cualesquiera : todas ordinarias y vulgares ;sino las más ilustres, las más excelentes, y mayores virtudes, que durante su preciosa vida ejercitó el Prelado ejemplar a quien se consagra: celebre desde su misma Adolescencia entre los Sabios  de estos reinos por su vivo y agudo ingenio, constante aplicación y profunda doctrina; por su admirable erudición en las letras Divinas, y humanas por el perpetuo buen oso de ellas, especialmente en el tiempo que tan dignamente y con tanto fruto en esta Capital, y sus Provincias ocupó el Rectorado de este Seminario; y mucho más célebre por su insaciable celo de la Casa del Señor s y per sus inocentes suaves y dulces Costumbres. Colegio Seminario dé Santo Toribio de Lima, 25 de mayo de 1777".

             

            Este ilustrado rector escribió una censura sobre el Voto Consultivo del Doctor Don Pedro Bravo de Lagunas, impresa en 1756 y Oración fúnebre en las exequias de la Señora Doña María Amalia de Sajonia, Reyna de España y de las Indias impresa en 1761.

 

Para 1760 se abre un libro en el que se asientan las entradas y los actos para los colegiales. En 1769 se redacta el cuaderno donde se recogen datos sobre la visita del P. Carlos Priego y Cano, cura y vicario de la doctrina de Caraz en Huaylas, quien es examinador sinodal y visitador general.

 

Obispo del Cuzco

El 6 de diciembre de 1769 fue elegido obispo del Cuzco, expidiéndose sus bulas el 6 de octubre de 1680; consagrado el 6 de octubre de 1771 por el arzobispo Diego Antonio Parada, con asistencia los obispos que habían acudido a Lima con ocasión del VI Concilio Provincial, Monseñor Miguel Moreno y Ollo de Ayacucho,  el obispo de Concepción de ChilePedro Ángel de Espiñeira, y el de Santiago de ChileManuel de Alday.

Conservamos el memorable sermón de Ignacio de Castro con motivo de su entrada como obispo del Cuzco[2], en el que se nos da cuenta de su celo pastoral:

 

Allí el que lo advirtiere todo era bebido en extirpar los abusos, que ofuscan la pureza del culto: promoviendo la instrucción de los Sacramentos: mirando como propia la causa de aquellos desvalidos, que son la porción más notable de estos estados; resistiendo a las vejaciones de los humildes componiendo al Clero : moderando al Pueblo: designando límites a las Parroquias rurales: equilibrando sus congruas ; y comprehendiendo en su mente cuando ha menester el régimen espiritual de estos Dominios , desconcertado a pesar de los más prudentes reglamentos por la inconstancia y caducidad de los tiempos : no tendrá dificultad en equivocarlo con un Toribio en sus Concilios Provinciales de Lima. Emulo así de su celo, y participe de su espíritu, que ha debido sin duda Vuestra Señoría Ilustrísima en esa Casa que bajo de su nombre ha dejado a la posteridad un monumento perene de su beneficencia ,. ya por si , ya por el Concilio, después de desmontada la maleza de la ignorancia y del vicio , hará (si no engañan estos vaticinios) que arribemos a aquella perfección , que acusa la negligencia de los tibios" (ff.23-24)

 

Como obispo del Cuzco "observó una conducta muy digna por su circunspección y desinterés" (Mendiburu, 1933); todas sus rentas las daba íntegras a los pobres y rechazó siempre cualquier obsequio.

 

Fue uno de los asistentes al Concilio de 1772, en el que destacó como eminente teólogo y tomó partido por la corriente probabilista.

 

Escribe Bermúdez, su biógrafo: "Y llegó su celo por la instrucción pública hasta obligarlo y hacer imprimir, conforme a los estatutos del mismo Concilio, en que tuvo tanta parte , los dos Catecismos en Lengua .Castellana, y Quichua, para la enseñanza de los párvulos, para imponer a los curas en el arte, y método de la, doctrina, y predicación del Evangelio" (p.70)

 

Destaca su habilidad para solucionar conflictos como sucedió con el tumulto de Urubamba, contra el corregidor Pedro Lefdael y Melo, un 12 de octubre de 1776, que intentó apaciguar, pero resultó agraviado y murió en pocos días, en aquella localidad, a consecuencia de ello, el 28 de octubre de 1776. Murió feliz, después de conseguir su objetivo, no sin antes pedir al virrey Guirior el indulto y el olvido de aquel suceso.  Así lo encomia su biógrafo Bermúdez, quien destaca su carácter dulce y misericordioso ajeno a todo rigor y pronto a buscar la paz y el perdón: "murió como un buen Pastor por su rebaño…en la contienda peleando por la buena causa; en 'este Ministerio consumó la carrera de su vida" (p.74)

 

Del gran afecto que los fieles le tenían habla a las claras el biógrafo: "terrible pérdida que acaba de hacer esta iglesia peruana; nuestro clero se halla privado de uno de sus más brillantes ornamentos; la patria de uno de su hijos más esclarecidos y la Iglesia del Cuzco se ve sumergida en la más triste viudez" que llora "amargamente y sin consuelo" a quien consideran como padre y protector (p.77).

 

Había cumplido los sesenta años de edad. Su muerte fue muy sentida en el Cuzco, pues se esperaba mucho de su gobierno". Fue enterrado en la catedral cuzqueña.

 

Sus obras: "Aprobación de D. Agustín de Gorrichátegui" (27 de octubre de 1760), en J. A. Ribera, Pompa funeral en las exequias del Católico Rey de España, y de las Indias [...], Lima, Imprenta de la Calle Real de Palacio, 1760; Oración fúnebre que en las reales exequias que se hicieron en la Santa Iglesia Metropolitana de Lima a la Sereníssima Señora Doña Maria Amalia de Saxonia, Reyna de España, y de las Indias, El dia 27 de Junio de 1761, Dixo el Doct. D. Agustín de Gorrichátegui, Rector del Colegio Imperial [...], en Parentación solemne [...], Lima, en la Calle Real de Palacio, por Pedro Nolasco Alvarado, 1761; "Aprobación de Agustín de Gorrichátegui", 20 de febrero de 1768, en J. A. Borda y Orozco, Relación de las reales exequias, que a la memoria de la Reyna Madre [...], Lima, en la Imprenta Real, 1768.

 

(Agradezco la foto enviada por el P. Ernesto Cucho)

 

BIBLIOGRAFÍA:

RODRÍGUEZ DE LA TORRE, Fernando Voz "Agustín de Gorrichátegui Gómez" https://dbe.rah.es/biografias/64439/agustin-de-gorrichategui-gomez



[1] Oración Fúnebre que en las exequias del Ilmo. Sr. D.D. Agustín Gorrochátegui...dixo el -- Lima 1776. Biblioteca Nacional de Lima

[2]Oración panegírica, que a la feliz llegada del Ilustre Señor Doctor Don Agustín de Gorrichátegui, del Consejo de Su Majestad, Dignísimo Obispo del Cuzco, à la Capital de su Diocesis, dixo el Doctor Don [...] Cura y Vicario de la Doctrina de Checa en la Provincia de Tinta, de la Jurisdicción del Cuzco, Examinador Synodal de aquel Obispado, Lima, en la Oficina de la Calle de San Jacinto, 177.,