jueves, 7 de julio de 2022

¡Amar hasta que duela! Y en nuestro tiempo, siguen matando a los profetas ...

 Amigos: Les comparto el editorial del boletín parroquial del Vicariato de San Ramón donde recientemente ha sido beatificado Aguchita. Muchas gracias, P. José Antonio


 107 -. JUNIO 2022 (Boletín parroquial de San Ramón)

 

"El Reino de Dios sufre violencia". El Evangelio de Mateo es enfático al hacer esta afirmación. Este texto significa, de una parte, la violencia que ejercen los hombres contra Dios para que la Buena Nueva no llegue al mundo entero. Un segundo significado es que la gente más sencilla, los considerados violentos, son los que buscan este Reino. Esta violencia contra el Reino se hizo realidad en las distintas etapas de la historia de la Iglesia. Tantos esfuerzos por callar a los profetas del Señor. Desde un Herodes que acaba con la vida de Juan el bautista, hasta los escribas y fariseos intentando acabar con Jesús porque tiene muchos seguidores. 


También en nuestro tiempo son muchos los que intentan acabar con nuestros profetas. ¡Cómo no recordar el martirio de Monseñor Romero en El Salvador! Los intentos de asesinato contra San Juan Pablo II, el martirio de la Beata Aguchita en La Florida. Hoy no ha cambiado mucho esa realidad, aún en nuestra época sigue esa fuerza, que quiere pasar desapercibida, imprimiendo violencia sobre el Reino de Dios. Hace pocas semanas escuchamos que en Nigeria fueron martirizados casi 50 hermanos nuestros cuando participaban en la Misa de Pentecostés. Luego los noticieros confirmaron que esa acción violenta fue perpetrada por odio a la Fe. Nuevamente se hace realidad la afirmación de Mateo: "¡El Reino de Dios sufre violencia!"


"Bienaventurados los que procuran la paz". En estos últimos tiempos la violencia agresiva, que llega incluso a matar, se ha manifestado en África. En nuestro continente también hay indicios de violencia y ese es el caso de Nicaragua y México donde la Iglesia sufre persecución y violencia. Ante esta realidad el cristiano responde con perdón y oración. La victoria es de los que procuran la paz en esta tierra. El mejor ejemplo es Jesús que ante la violencia respondió con la misericordia y perdón. Jesucristo nunca habló, ni actuó para condenar; por el contrario, toda acción de Cristo fue salvadora. Aguchita, discípula fiel del Señor, también nos enseña este camino de paz. Ante la violencia ella respondió con amor y perdón. Recordemos que el mismo Jesús nos dice que "¡nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus hermanos!".

¡Amar hasta que duela!


P. José Antonio Melgar