miércoles, 11 de mayo de 2022

Cardenal Baltasar Porras: "AGUCHITA ES UNA SANTA PARA TODO EL MUNDO DE NUESTRO TIEMPO"

Queridos amigos de Radio María, tengo el enorme gusto de estar con el Cardenal Baltazar Enrique Porras, legado pontificio de Francisco para presidir la beatificación de la hermana AGUCHITA.  En la historia del Perú, sólo ha habido tres beatificaciones en el territorio patrio, la primera de San Juan Pablo II en Arequipa, el 2 de febrero de 1985 para Sor Ana de los Ángeles Monteagudo; la segunda para los Mártires de Chimbote, y esta es la tercera. Normalmente las beatificaciones se realizaban en Roma, ¿verdad?, pero desde el Papa Benedicto XVI se ha querido que se den en su realidad local para facilitar su participación a los que viven más cerca y conocieron al beato, de ahí que ahora se sienta este desborde de gozo en el vicariato de San Ramón.

(Entrevista realizada en San Ramón, el viernes 6 de mayo del 2022, por José Antonio Benito)

 

Monseñor cuéntenos, ya lleva un tiempo aquí conociendo San Ramón, háblenos de ello, para luego seguir conversando de la beatificación.

En primer lugar, siento una inmensa alegría y un agradecimiento al Papa Francisco por haberme delegado para que presida la beatificación de la hermana Aguchita, esto me ha permitido conocer más a fondo su vida y todo el entorno. Realmente estamos ante una gran Santa, una mujer que no solo por ser mártir, digamos que por casualidad se haya ganado gratis esta palama del martirio, porque simplemente estamos ante una mujer mística qué con su sencillez, con pocas palabras, pero sobre todo que con sus testimonios y alguna de las pocas cosas que dejó escritas en sus cuadernos no solo de los últimos años de su vida, sino de edad más temprana y de su tercera aprobación a los 40 años, es verdaderamente de una profundidad impresionante que lo desbordó con su quehacer en el servicio a los pobres, en el servicio de la recuperación de las muchachas en riesgo propio, pues desde su Congregación siempre atenta al servicio para todos y que en los últimos años quisiera desarrollar más vocación misionera y quisiera venir a esta parte de la Selva amazónica, donde encontró, pues la muerte.

He querido venir antes para conocer un poco más y agradezco monseñor Gerardo Zerdín, pues esas cositas tan fraterna que hemos tenido el día de ayer la oportunidad de visitar varias localidades como Oxapampa y todos sus alrededores, de Quillazú y la alegría de la gente, el recibimiento la fe profunda y la labor que se realiza en medio de las contradicciones propias de la vida cotidiana y de lo que ha sido pues en esta región desde el tiempo inmemorial, y desde el tiempo más cercano también haber sufrido los embates del terrorismo, y que se esté desarrollando una vida civil, diríamos que se ve como en crecimiento, y también esa presencia generosa de los misioneros de toda esta región, de tal manera que para mí, lo siento como una gracia muy especial.

Y creo que estamos ante una santa no solo para esta región, no sólo de la zona amazónica peruana o de la Amazonía en general, no solo para América Latina, sino creo que, para el mundo, como el Papa que nos habla y reivindica tanto la vocación bautismal y que sea sobre todo testimonial. Encontramos que hay profundidad, hondura de Fe, de amor a Jesús, de amor a su iglesia, de amor y servicio a los pobres y qué mejor que con el ejemplo que tenemos en esta monjita, de la alegría, la misericordia y el perdón y su vocación samaritana la exaltan a los altares.

Chesterton solía decir que: "El Mundo se trastornaba, para que Dios germinase Santos", Venezuela y Perú están viviendo un momento muy crítico, muy difícil, ¿Qué respuesta dan los santos? y ¿qué invitación hace a los fieles cristianos que vivimos en Venezuela y en el Perú para responder como debemos?

Los Santos Padres nos dicen, si mal no recuerdo fue San Juan Crisóstomo que dice: "La virtud se manifiesta de verdad en la tribulación"; cuando las cosas nos salen bien, es muy fácil hacer el bien, cuando nos encontramos ante dificultades personales, internas, externas de tipo social, político económico, hasta religioso, es donde se prueba, así como el oro se prueba en el crisol, y el metal en el yunque, necesitamos esos golpes de la vida, necesitamos que nos pongan en primer lugar en la verdadera dimensión de lo que es la fragilidad y la debilidad humana, y que allí es donde está la fuerza del Señor; la fuerza no está en la violencia y la guerra, ni en las armas, ni en el poder, sino en la ternura, la ternura de María que nos invita a ese sentido del verdadero amor que no es algo insensible sin más y que no es algo que se queda en el caparazón, en lo exterior, sino que va a lo más profundo. Yo creo que todos tenemos experiencia de lo que significa esa alegría interna, sincera, cuando hacemos las cosas sin buscar un aplauso, sin buscar que nos vean, sin esperar ninguna recompensa, sino simplemente saber descubrir el rostro de Dios en cualquiera de nuestros hermanos, en cualquiera de los que vemos en nuestro derredor, en el entorno en el que estaba desfigurada la imagen de Dios, la imagen de Jesús.

¡Qué bello recuerdo el de María, porque cuando uno ve la imagen de AGUCHITA, siente uno que es su madre y que está en ese paralelismo, por la mujer del Magníficat, es sobre el Magníficat que se hace más sencilla comprender la santidad, sino uno no sabe cómo empezar; cuando uno dice qué respuesta damos; yo cuando veo tanto venezolano en Perú, ¡uno no sabe por dónde empezar o como cuando se dice qué respuesta le damos!

Ciertamente, yo creo que allí tenemos ese gran ejemplo, en la vocación Mariana que tiene todo nuestro continente latinoamericano y que se descubre en nuestra familia, en nuestra madre, con esa devoción como en el caso de AGUCHITA lo que recibió fue en su familia, en el hogar y que después creció. Indudablemente a lo largo de su vida y de su entrega, pero tuvo esa base fundamental, de esa devoción sencilla y humilde, qué es la que nos da la fortaleza, que es la que nos tiempla en nosotros todos esos resortes que son los que nos permite ver en el otro no un estorbo, sino un hermano.

María la Madre de la Iglesia, la que une a todos los hermanos. Estamos muy contentos de que venga desde Venezuela. Le sentimos muy cercano cuando ha estado visitando San Ramón. Aquí hay una comunidad de venezolanos que seguramente le gustará también dirigir unas palabras suyas, si quieres darles un mensaje adelante.

Sí, claro que sí, sé que son muchos los venezolanos, tengo varias familias conocidas aquí sobre todo en Lima que ya he tenido contacto en Lima con ellos, sé que son miles y miles a través del trabajo con Caritas, y el trabajo que tenemos, mejor dicho, en la relación tan estrecha y fraterna que tenemos con el Episcopado Peruano para ayudar en esta situación. En primer lugar el agradecimiento al Perú con todas las situaciones si se quieren desagradables que se han presentado, que tienen una cierta lógica porque no se trata de tres o cuatro personas, sino de miles de personas que vienen a un país que también tiene sus necesidades y que sin embargo pues la apertura de la Iglesia pero también de buena parte de la sociedad ha sido de acogida en medio de situaciones algunas muy dramáticas que viven nuestros hermanos y que sin dudas viven las migraciones, no solamente de las migraciones de la guerras como en el caso de Ucrania, yo creo que estamos ante una guerra que no va con las armas, sino que es con el desprecio de algunos sectores de la sociedad que imposibilita el desarrollo de la solidaridad y obligan casi por la fuerza a tener que buscar en otros horizontes; y ciertamente que el desarraigo, la expectativa y la incertidumbre, el tener que cargar con la familia, el ver las expresiones que ciertamente indican una capacidad de sufrimiento, el irse a pie desde la frontera venezolana hasta el Perú son miles de kilómetros en los que van con la esperanza de poder encontrar que abran los brazos para poder tener una vida digna.

Radio María quiere responder justamente a este reto de nuestro tiempo y en concreto en esta crisis. Me gustaría pedirle un mensaje final para los oyentes de Radio María que con tanto cariño y expectativa siguen esta beatificación.

Yo creo que el mensaje que debemos tener todos, es el que nos da Dios en AGUCHITA,  no va hasta que veamos el mal y la ayuda el próximo de lejos, tenemos que ser samaritanos, tenemos que bajarnos del caballo, tenemos que bajarnos de lo que nos ocupa para atender a quien no sabemos quién es, este es el verdadero sentido de la caridad, como nos dice el Papa, y  es la forma que como creyentes tenemos para caminar juntos en ese sentido de sinodalidad, que es lo que el Bautismo nos llama para ser mejores ciudadanos y  también mejores cristianos. Por eso, a todos los oyentes de Radio María una bendición muy especial, qué esta oración se convierta también en esa acción caritativa.

¿Su Eminencia, Monseñor Baltasar; nos puede dar una bendición?

Con sumo gusto. Que la bendición de Dios todopoderoso, Padre Hijo y Espíritu Santo descienda sobre todos nuestros oyentes y sobre todos los que siguen a Radio María y que le sirva para crecer en la fe esperanza y la caridad.

Bendiciones, muchísimas gracias.