martes, 17 de noviembre de 2020

Representacionesvisuales en San Pedro de Naván (Huacho) en tiempos de la Independencia

Representaciones visuales en San Pedro de Naván (Huacho) en tiempos de la Independencia[1]

El templo de San Pedro de Naván, contiguo al de Santiago de Andajes y anexo del mismo, tiene una manifestación visual que se corresponde ideológicamente con la hoja de vida y el ideario del Padre de La Torre. La techumbre que cubre el área del presbiterio está enlucida con yeso y cuenta con pintura mural que representa a dos ángeles sosteniendo una corona sobre un medallón y una cinta que lleva los colores de la bandera peruana. La cartela central tiene la siguiente inscripción en latín:

Magnificat anima mea Dominum: Et exultavit Spiritus meus in Deo Salvatore meo, quia respexit humillitatem ancilla suae: ecce enim ex hoc beatam me dicent omnes generationes, quia fecit mihi magna qui.

Se trata del texto del Magnificat; es decir, la oración que la Virgen entonó después del saludo a su prima Isabel, embarazada de San Juan Bautista, que comienza con las palabras:

Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se regocija en Dios mi salvador, porque se ha fijado en la humilde condición de su esclava. Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones, porque el todopoderoso ha hecho conmigo cosas grandes (…).

Esta plegaria alude al hecho de que María es compendio de la Iglesia, la nueva Eva: en su ser se cumple la antigua ley y comienza la nueva porque el Logos Unigénito encuentra al primer Adán en su seno maternal; todo cambió cuando el Verbo puso por obra su venida en carne a fin de recuperar para Dios al hombre, que se había alejado de su Creador. El Magnificat es, pues un canto profético: la Virgen, en su camino por las montañas de Judea a la casa de Isabel, es tipo y compendio de la Iglesia futura que todavía está encerrada en su seno.[2] A la vez es una canción de regocijo: existen en la bóveda varios ángeles con distintos instrumentos musicales (corneta, fagot, dulzainas, violón, viola, tromba marina) que adornan la representación central, a los que se une el Rey David escribiendo los Salmos con el arpa tras su trono. Según la arquitecta Patricia Navarro Grau, esta pintura corresponde al año de 1821 y no presenta repintes ni intervenciones posteriores[3]: suponemos que su observación se basa en el estudio de uno de los libros de la comunidad de Naván y nos parece realmente interesante, puesto que ésta puede ser una de las primeras manifestaciones artísticas de la entonces emergente República peruana -llena de optimismo, por otro lado-, y quizás metáfora de la marcha del ejército del General San Martín por los Andes centrales en busca de una nueva era libre del yugo español.

 La iglesia de Naván vuelve a salir a la luz en los albores de la Independencia por un asunto sin aparente relación con la causa, pero que tiene más trascendencia simbólica de lo que parece. Naván fue un lugar de ferviente culto al Santísimo Sacramento, donde se tenía permanentemente colocado a pesar de no ser parroquia ni viceparroquia. En 1789 los vecinos de Caujul, que era de hecho la viceparroquia de Andajes, requirieron ese privilegio para su iglesia, deseando despojar del mismo a San Pedro de Naván. Entonces el alcalde Josef Narciso, junto con Juan Josef de Roxas, el mayordomo Josef del Castillo y los principales Fabián Sebastián, Francisco Marcos, Francisco Reies y Manuel Montes, pidieron permiso al Arzobispo Juan Domingo González de la Reguera para mantenerlo instalado en su relicario y así tener el culto con la adoración debida y poder "selebrar las Renobaciones, y demas actos de debocion con el mayor vigor y sin el menor escrupolo presente parroco q[u]e lo administra y de los que le susediesen en adelante". El 22 de diciembre de 1790 el Doctor Bartolomé González de Orduña, Vicario del Partido de Cajatambo, informó a Su Señoría Ilustrísima de "que la decencia y esmero en el culto que en año y meses estos naturales an prestado a n[uest]ro amo sacramentado es la que p[o]r decreto y constituciones cinodales está prevenida", lo que a su juicio era motivo suficiente para que no se les quitase este privilegio. El señor Vicario, además, estaba particularmente impresionado por los paramentos y adornos de la iglesia de Naván, más abundantes que los de la de Caujul. Pese al hecho de que el 11 de marzo de 1791 el Arzobispo se pronunció en contra de este culto no autorizado, alegando que San Pedro de Naván no era viceparroquia, ni constaba que tuviera licencia para colocar el Santísimo Sacramento, ni renta fija segura para sus luminarias, ni si había suficientes feligreses en el pueblo para sustentar dicha renta, los solicitantes continuaron en su empeño: apelaron al Capítulo Tercero, título de Oficio Rectores, de las Constituciones Sinodales del Arzobispado de Lima, por el que se ordenaba y mandaba que en todas las iglesias de los pueblos principales donde hubiere comodidad se tuviera una custodia con ara y corporales limpios y explicaron que en todo Andajes no existía otro relicario del Santísimo porque no había pueblo más crecido de feligreses, ni de temple más suave o mejor situado, ya que Naván se encontraba al medio de lo que era la doctrina y por tanto resultaba más accesible al cura interino para decir sus misas (especialmente teniendo en cuenta que le habían construido una hermosa casa con la que estaba muy contento). También explicaron que los vecinos del asentamiento tenían dedicadas las rentas de un alfalfal y una manada de ovejas al culto del Sacramento: con ellas se cantaba todos los jueves y primeros domingos de cada mes una misa con toda la solemnidad posible y gran número de luces.[4]

Los feligreses de Caujul al final desistieron del intento de despojo del Santísimo a San Pedro de Naván; sin embargo, el Alcalde Ordinario Josef del Castillo retomó el procedimiento de confirmación del privilegio en 1803, coincidiendo con la refacción de la iglesia, en la que se renovó la techumbre, y quizá porque con las obras el presbiterio y el retablo no se veían con la decencia esperada, lo que pudo crear temor a crítica en el pueblo. Un año más tarde, los Doctores José de Lara (Vicario de Cajatambo) y Pedro Josef de la Torre (cura y vicario de la Doctrina de Andajes) certificaron "el empeño con que este comun no solo se há dedicado a la fabrica de su Yg[lesi]a sino tanvien a la oportuna, de una asequia p[ar]a hacer froctiferas las tierras destinad[a]s p[ar]a el culto del S[antísi]mo sacram[en]to à qué propende con el mayor gusto un vicendario de n[úmer]o conpue[s]to de mas de quinientas almas entre chicas y grandes"[5]. Puesto que el procedimiento se dilató, en 1810 el nuevo cura de Andajes, Don José María del Piélago, informó al Arzobispado de "que la Reberencia y culto q[u]e esta parte de mi feligrecia tributa al augusto Sa[cra]m[en]to Eucaristico es muy poco comun a su nacion", y que "los param[en]tos de esa Yg[lesi]a son mas dicentes que aun los de la Cabeza de la Doctr[in]a". También de que cuando intentó reparar el presbiterio en 1807 y hubo que remover forzosamente el Santísimo de su sitio, "causó una comoción" en el pueblo, a pesar de sus buenas razones y de la promesa de que se volvería a colocar una vez terminadas las obras, lo que motivó que en muy breve tiempo se refaccionara más de la mitad del templo, se techase enteramente y quedase con la debida decencia. Eventualmente los feligreses de Naván consiguieron su tan ansiada licencia de tener colocado a Nuestro Amo el 21 de agosto de 1810.[6] Pero volvamos al tema de la Independencia: los lugareños de Naván en 1821 se quejaron de que el comisionado Nicolás Chavarrea y José Cuaria Saavedra, "con la autoridad q[u]e les prestaba su orgullo" el 11 de febrero de ese año habían separado ocho mozos de los que podían dedicarse al cultivo de las tierras, "y mucho mas de aquellas que estan asignadas p[ar]a el devido culto del S[antísi]mo S[a]c[ra]m[en]to Que sus vecinos à efuersos de sus gastos, y Repetidos travajos consiguieron colocarlo". En esta época Naván tenía, según el documento, pocos habitantes, por lo que el culto a Nuestro Amo corría peligro de desatención. Además tampoco había cura interino, por lo que solicitaron al Arzobispado que les enviase uno, pues "nunca puede estar desamparado la Deidad con falta de sacerdote".[7] Estos datos, que se refieren a un simple templo de aldea, amplían nuestro conocimiento sobre los primeros tiempos de la lucha por la Independencia del Perú en zonas rurales y de los detalles y el día a día del avance de las fuerzas patrióticas a Cerro de Pasco, pero también sobre las dificultades que las Iglesias locales (en este caso nos referimos a la comunidad de fieles) enfrentaban como entidades independientes, con su propio carisma y orgullo, cuando su status quo se veía alterado por situaciones políticas extremas a las que no podían ser indiferentes. Aun con el cambio de régimen a la vista, el pueblo de Naván se mantuvo en pie como heraldo de la devoción a Nuestro Amo Sacramentado y la hizo parte de su historia documentada. La bóveda pintada de su templo acerca del Magnificat es una gran pista visual sobre cómo se creaba y recreaba la historia eclesiástica y también la manera en que la gente local (llamados "indios" por los españoles, un término que implicaba neofitismo e inmadurez política) se manifestaban como generadores, y no sólo receptores, de evangelización.

Un ejemplo rural en contexto religioso fabricado en altorrelieve del estilo y mensajes de la recién nacida República peruana es la capilla de Huancahuasi (Distrito Santa Leonor, Provincia Huaura). Aunque el edificio es moderno, conserva en su interior un notable retablo decimonónico que juzgamos de la primera parte del siglo XIX, dados su aspecto e iconografía. Su mesa tiene un receso con decoración de lazos; consta de dos cuerpos estructurados por columnas clásicas de fuste liso, que también se hallan a los lados del tabernáculo, el cual posee un dosel curvo adornado con bustos de ángeles. En el cuerpo alto las hornacinas laterales tienen forma de guirnalda, un detalle muy popular en el arte que promovió la nueva nación, y el borde semicircular se decora con festonería y un sol radiado con la paloma del Espíritu Santo bajo el cual hay un medallón de cuyos lados emana una cinta ondulada pintada con los colores de la bandera del Perú. Los marcos de los dos nichos del cuerpo inferior replican este último motivo, creando un conjunto equilibrado en el que las formas circulares se multiplican armoniosamente. Pensamos que este retablo puede ser un equivalente escultórico de la pintura de la bóveda de la iglesia de San Pedro de Naván, la cual,  también gira en torno al tema del pabellón nacional en un contexto religioso.

   

La Iglesia en la Independencia del Perú dio lugar a expedientes documentales y monumentos físicos testigo de las contradicciones y desafíos de una sociedad en construcción, que exploraba caminos nuevos para autoexpresarse y mostrar una imagen confiada y poderosa ante el mundo moderno. Las experiencias del clero rural son tan interesantes y valiosas como las de los prelados, aunque la voz de los últimos fuera más escuchada y su ejemplo tuviera mayor peso en la emergente República. Es importante rescatar el legado de aquéllos que cambiaron el destino de su país "desde abajo": los sacerdotes comunes, influyentes y respetados, desempeñaron un papel decisivo en la construcción de la República de Perú.

Por otra parte, y en consonancia con esto, opinamos que el arte eclesiástico rural de los Andes limeños es un campo que merece ser explorado para entender el proceso global de formulación de una nación tan compleja y diversa como la peruana. Muchas de las soluciones más experimentales se forjaron aquí y no en los famosos conventos, catedrales o iglesias urbanas, que son los edificios normalmente destacados en publicaciones corrientes sobre arte virreinal o promocionados con vistas a la educación de las nuevas generaciones y a la "ilustración" del turista, al cual no siempre se forma en los valores inherentes a la población rural del país más diverso del mundo.


 



[1] Agradezco a la Dra. Sara González esta primicia de un trabajo aún en curso y que ha publicado como adelanto en "APUNTES SOBRE LA PARTICIPACIÓN DEL CLERO RURAL EN EL PROCESO DE INDEPENDENCIA DEL PERÚ: DOS CASOS INÉDITOS DE LA SIERRA DE LIMA: NAVÁN Y ANDAJES (PROVINCIA OYÓN) Y MANGAS (PROVINCIA BOLOGNESI)" Raúl Chau Quispe y Sara González Castrejón. https://www.academia.edu/44513952/APUNTES_SOBRE_LA_PARTICIPACI%C3%93N_DEL_CLERO_RURAL_EN_EL_PROCESO_DE_INDEPENDENCIA_DEL_PER%C3%9A_DOS_CASOS_IN%C3%89DITOS_DE_LA_SIERRA_DE_LIMA_NAV%C3%81N_Y_ANDAJES_PROVINCIA_OY%C3%93N_Y_MANGAS_PROVINCIA_BOLOGNESI

 [2] Hugo Rahner, op. cit., pp. 24-25.

[3] Obispado de Huacho, op. cit., p. 36; Patricia Navarro Grau, comunicación personal.

[4] Ver AAL, Papeles Importantes, 23 31, 1790, s. f.

[5] Ibíd.

[6] Ibíd.

[7] Ibíd.