lunes, 30 de noviembre de 2020

LA INMACULADA EN LAHISTORIA DEL PERÚ

LA INMACULADA EN LA HISTORIA DEL PERÚ

 

José Antonio Benito

 

El 20 de enero del 2018 el Papa Francisco se refería a la Inmaculada Virgen de la Puerta como "Madre de la Misericordia y de Esperanza", que nos muestra el camino y nos señala la mejor defensa contra el mal de la indiferencia y la insensibilidad. Ella nos lleva a su Hijo y así nos invita a promover e irradiar una «cultura de la misericordia, basada en el redescubrimiento del encuentro con los demás: una cultura en la que ninguno mire al otro con indiferencia ni aparte la mirada cuando vea el sufrimiento de los hermanos». Magnífico intérprete de lo que ha sido su devoción como queremos compartir en esta nota y formidable estímulo de lo que debe ser.

La toponimia es sólo una firme expresión del sentir mariano del continente americano y en particular en Perú. Así, en el Valle del Colca hay un pueblo que lleva el nombre de la Inmaculada Concepción, el de Yanque, con un templo dedicado a María y que data del S.XVI. Otro, Lari, lleva el nombre de La Purísima Concepción. De igual modo, múltiples santuarios marianos del Perú están dedicados a esta advocación: el de Huanchaco y el de la Virgen de la Puerta de Otuxco, los dos en Trujillo; Nuestra Señora de Huambalpa y Nuestra Señora de los Socos, en Ayaucho; la Purísima de Quiquijana, en Cuzco con el nombre popular de la Linda, Nuestra Señora de la Concepción en Puno, la Inmaculada en Huancayo, desde donde se divisa el bellísimo Valle del Mantaro, Nuestra Señora Inmaculada de las Manitas en los benedictinos de Lurín, proveniente del antiguo Monasterio de las Cistercienses de Lima, o la piadosa imagen de la Inmaculada Concepción que se venera en una capilla contigua a la iglesia de San Francisco, bajo la advocación de Nuestra Señora del Milagro de Lima.

De igual modo, en nuestro suelo, han arraigado costumbres tan populares como la generalización del saludo «Ave María Purísima», la celebración del mes de mayo, la devoción del Rosario de la Aurora que llegó a contar con quince rosarios salidos de sus respectivas iglesias en la Lima de 1692, cantando coplas tan «lindas» como ésta:

«María, todo es María. María,

todo es por vos.

 Toda la noche y el día

se me va en pensar en Vos».

Florecen las cofradías y congregaciones de Nuestra Señora (en particular la de "la Pura y Limpia Concepción" del Hospital de San Bartolomé), los romeros y danzantes de la Vir­gen. Los serenos cantaban tam­bién a María al dar la hora en las calladas noches; fachadas ador­nadas con el anagrama de María o con los versos (en zaguanes o esquinas con imágenes de María):

«Nadie traspase este umbral

 que no diga por su vida

 que es María concebida

 sin pecado original».

 

El Inca Garcilaso Garcilaso hace explícita su admiración por su padre y por uno de sus antepasados en la dedicatoria a la Virgen María de la Segunda Parte de los Comentarios reales: "Finalmente, [me hace dedicar esta obra a la Virgen] la devoción paterna, heredada con la nobleza y nombre del famoso Garcilasso, comendador del Ave María, Marte español". Su devoción mariana la refleja en su escudo y en numerosos pasajes de sus obras.

 

Años antes, en 1618, había publicado en la imprenta de Francisco del Canto, la obra "Relación de las fiestas que a la Inmaculada Concepción de la Virgen Nuestra Señora se hicieron en esta ciudad de los reyes del Perú". Entre las numerosas comparsas que por aquellos días recorrieron Lima, destacó una formada por quince niñas menores de diez años. Vestidas de ángeles, con túnica de raso azul y sobre ella otra de velo de plata, con coronas de oro, perlas, rubíes, diamantes, esmeraldas y topacios. Cuando la máxima autoridad, el príncipe virrey de Esquilache, se asomó al balcón de palacio para ver tan tierna comparsa, una de las chiquillas, futura marquesa de Villarubia de Langres, representado a San Miguel, capitán de aquel coro de ángeles, se dirigió a Su Excelencia y le dijo:

Soy correo celestial,

Y por noticia os traía

que s concebida María

sin pecado original.

 

Este ambiente lo recoge magistralmente este texto del socarrón y mago de nuestra lengua Ricardo Palma en una de sus "Tradiciones Peruanas", titulada "El Caballero de la Virgen", y que refiere la defensa hecha hacia 1640, en la bulliciosa Lima virreinal, por parte de Don Juan Manrique, cual "nuevo Quijote con cuerpo de Sancho", quien en plena plaza mayor retó "a todos los que negasen que la Virgen María fue concebida sin pecado original" y que fue vitoreado con entusiasmo por el pueblo.

El historiador José de Mugaburu relata profusamente en El Diario de Lima (1640-1694) cómo se vivía la fiesta en honor a la "la Limpia Concepción":

"Martes siete de diciembre de 1655, víspera de la Pura y Limpia Concepción, votaron la Audiencia y Cabildo eclesiástico y secular, guardar su fiesta, y que fuera con vigilia; y defender su limpieza, y la nombraron por patrona de todo el reino. Y aquél día hubo muchas fiestas". El año siguiente, 1656, se festejó con los "mayores fuegos que ha habido en esta ciudad...el sexto, otro carro con una imagen de la Limpia Concepción...Y fue aquella noche de los fuegos que no ha habido más que ver. El domingo siguiente hubo un gran sermón y procesión alrededor de la iglesia y sacaron a la Virgen Santísima de la limpia Concepción, la chapetona, que está en San Francisco...".

Por su parte, Don Diego de León Pinelo, hermano del célebre primer biógrafo de Santo Toribio, bachiller por Salamanca,  y luego estudiante, catedrático y rector (1656-8) de San Marcos, escribió un alegato apologético en defensa de la Universidad de San Marcos en 1648, que culmina refiriéndolo todo a la Virgen Inmaculada como quien "perfecciona las obras de los doctores [...] preside la Teología, los sagrados libros, la Jurisprudencia, la Filosofía: ella que presidió aquel divino Colegio de los Apóstoles"; y concluye: "¡Oh María, que doquiera eres María, doquiera piadosa, doquiera misericordiosa, guárdanos, dirígenos, para que cada día florezca nuestra Academia, que más bien es tuya, a la cual proteges como Señora del mundo y de los cielos".

Una delicada y apasionada muestra del fervor por la Inmaculada la tenemos, desde el siglo XVII, en los dos monasterios de religiosas concepcionistas, y que hoy se encuentran en Santiago de Surco y en Ñaña.

Uno de los más apasionados biógrafos de Santo Toribio, José Carmen Sevilla, Zuavo Pontificio, afirmará que "su ardiente y filial amor a la Inmaculada Madre de Dios nació en su cuna, acompañándolo hasta su postrer aliento: desde muy temprana edad le rezaba su oficio parvo y santo rosario sin faltar un solo día y en horno de tan excelentísima Señora ayunaba los sábados a pan y agua".

Por su parte, el célebre Arzobispo de Lima, Francisco Javier Luna Pizarro, en contestación al Beato Pío IX pidiéndole el testimonio sobre la tradición de la iglesia limeña para la declaración del dogma de la Inmaculada Concepción, escribirá: "A las letanías peruanas, compuestas en alabanza de la Santísima Virgen y aprobadas por Su Santidad Paulo V incorporó entre las glorias que se cantan a esta Señora la de su inmunidad de la culpa original, enseñándonos a decirla: ´Por tu concepción inmaculada, líbranos, Señora, de todo mal y pecado". Cuando la noticia del Dogma de 1854 llegó a Lima, la celebración no pudo hacerse en 1855, ya que el 9 de febrero había fallecido el Arzobispo de Lima, monseñor Francisco Javier de Luna Pizarro. Fue el sucesor, Monseñor José Pasquel el que dispuso que la fiesta se celebrase el 8 de diciembre de 1856. El programa fue especial e incluyó Misa Solemne y Te Deum, y una lúcida procesión de los patriarcas de las órdenes de La Merced, San Francisco, San Agustín y Santo Domingo en sus veneradas imágenes, a las que se sumaron las andas de Santa Rosa, San Francisco Solano y Santo Toribio. Cerrando el cortejo venía la imagen de la Purísima, precedida de un coro de niñas vestidas de blanco y quemando perfumes en braserillos de plata. La procesión dio una vuelta a la Plaza Mayor. Al término de la misma, el Arzobispo Pasquel dio a la multitud la Bendición Papal.

Una gran contribución de la iglesia peruana a la formulación del dogma, defensa y celebración, fue la que prestó el teólogo franciscano Pedro Gual, quien, en los Descalzos de Lima, publicó una de las obras más sólidas y fundamentadas sobre la Inmaculada.

Por aquellas fechas surgen órdenes con su nombre como las FIC Franciscanas de la Inmaculada Madre Clara y Monseñor Alfonso María Sardinas o Religiosas Franciscanas de la Purísima Concepción de María Matilde Castillo de Jesús.

Y terminado el siglo, con el regreso de los Colegios de tanto renombre como el fundado por los jesuitas de la Inmaculada que nos ha historiado uno de sus egregios alumnos como fue el P. Armando Nieto.

Por último, cabe señalar el gozoso evento del que fuimos testigo en el 2004, la entusiasta celebración por parte de  Arquidiócesis de Lima por 150 años de la Inmaculada Concepción. En la misma se dieron cita la reflexión teológica en el gran congreso en el auditorio de San Agustín del 10 al 12 de diciembre, así como concurridas celebraciones litúrgicas dentro y fuera de los templos, entre la que destacó la gran vigilia en la Plaza Mayor iluminada con el paso de la imagen de la Inmaculada acompañada por miles de fieles con sus velas encendidas.

Culmino mi reflexión con la mirada en la bella imagen de "¡Nuestra Señora de la Evangelización!" en la catedral de Lima. Ante Ella, san Juan Pablo II, 14 de mayo de 1988 ,  le dirigió una encendida plegaria y que quiero actualizar en estos momentos tan decisivos del Perú:

 Madre de la Buena Nueva, sabemos que el camino es arduo; esta tierra gloriosa, cuna de santos, se ve ahora afligida por la violencia y la muerte, por la pobreza y la injusticia, por una honda crisis familiar fruto del olvido de la ley del Señor, por ideologías que intentan vaciar de contenido su fe cristiana. Por eso queremos ofrendar a Ti todo el Pueblo de Dios que peregrina en Perú y poner cerca de tu Corazón de Madre

NOTA:  La foto corresponde a la Inmaculada obra del escultor salmantino Bernardo Pérez de Robles, siglo XVII, en la catedral de Lima. 

sábado, 28 de noviembre de 2020

LOS MERCEDARIOS Y LA INDEPENDENCIA DEL PERÚ

LOS MERCEDARIOS Y LA INDEPENDENCIA

 

José Antonio Benito

 

En el reciente simposio acerca de la Iglesia y la Independencia organizado por la Academia Peruana de Historia de la Iglesia en el mes de octubre del 2019, en la PUCP, el benemérito Fray Saúl Peredo. O. de M. se refirió a "La contribución de los mercedarios a la Emancipación Peruana (1800-1826)", destacando el protagonismo de la orden mercedaria en todos los aspectos de la vida del virreinato peruano, no podía permanecer al margen del acontecimiento decisivo de la Independencia. Para valorarla con precisión –nos expuso- que deben estudiarse a sus miembros destacados como Melchor de Talamantes, la situación de los conventos en sus provincias religiosas de Cuzco, Lima y La Paz, la participación a favor o su resistencia ante la Emancipación, la adaptación y respuesta ante la nueva situación, especialmente creada por el "Decreto sobre la reforma de los regulares" de 1826.

En el célebre cuadro de Lepiani sobre la proclamación de la Independencia que pintó en 1904 llama la atención el corpulento religioso mercedario que acompaña a José de San Martín. Según el egregio historiador mercedario P. Saúl Peredo correspondería al fraile arequipeño P. Mario Butrón.

El distrito limeño de San Isidro dedicó una estatua y un parque entre las calles Dr. Ricardo Angulo Ramírez y Los Ruiseñores Este, de la Urb. Corpac), a otro gran mercedario limeño olvidado, pero que fue doctor por la Universidad de San Marcos, primer constitucionalista de México y que puede ser considerado mártir de la Independencia de México, Fray Melchor Talamantes y Baeza.

En el informe de Monseñor Bartolomé de las Heras señala entre los destacados mercedarios a los "maestros Tejero y Durán, actualmente es el primero provincial y el segundo lo acabó de ser; ambos son casi de igual suficiencia y buen manejo". El P. Higinio Durán Martel será obispo de Panamá y en 1821 firmó el acta de independencia de la nación; le acompañaron Melchor Talamantes, Melchor Aponte, Manuel Cavero, Anselmo Tejero, Domingo de Oyergui.

De igual modo Monseñor Severo Aparicio Quispe dedicó su artículo "Los Mercedarios del Perú en el siglo XIX" en la Revista Peruana de Historia Eclesiástica (nº 5, Cuzco 1996, pp.113-133). En el mismo manifiesta el vigor de la Orden en vísperas de la Independencia y el "tsunami" sufrido con motivo de la Emancipación, específicamente con las disposiciones dadas por el gobierno en el Reglamento de regulares de 28 de setiembre de 1826 que tuvieron inmediata aplicación en el ámbito de la Provincia Mercedaria del Perú. La medida conllevaba la supresión de la autoridad de los Superiores Generales y Provinciales de las órdenes religiosas; la sujeción de los conventos a los obispos; el cierre de los noviciados; la profesión religiosa debía hacerse cumplidos los 30 años de edad (después se bajó a 25); facilidades para la exclaustración de los religiosos; el cierre de los conventos que no tuviesen 8 religiosos como mínimo. Junto a la rápida disminución de religiosos y cierre de conventos en el Perú, el gobierno se apoderó de los bienes de los institutos religiosos. Al desaparecer la autoridad unificadora del superior provincial, se deshizo la Provincia, y los conventos de hecho desaparecieron y los pocos que quedaron, convertidos en autónomos entre sí, dependían de la autoridad del obispo. En poco tiempo, de los conventos de la provincia limeña quedó solamente el de San Miguel de la Capital, sujeto a la autoridad del Arzobispo. El edificio del Colegio fue entregado al Gobierno por el provincial Fr. Francisco Bustamante en 1825, y adjudicado al Convictorio do San Carlos; y el convento de la Recoleta de Belén y sus temporalidades pasaron a la Beneficencia Pública.

Sobre la Provincia de Lima, extinguida por decreto del Gobierno de 1826, se tiene una Relación de los conventos clausurados, hecha en Lima, el 11 de marzo de 1848, y enviada a Roma por el maestro Fr. León Fajardo, comendador general, con indicación precisa del estado y destino de cada casa.

            En medio de tanta convulsión, no está de más recordar el gran aporte mercedario a través de la entrañable y arraigada devoción a su titular Nuestra Señora de la Merced que se constituyó en referencia de alivio y esperanza. Así, el 24 de mayo de 1822, el general Antonio José de Sucre, vencedor en Pichincha por la que se alcanzó la independencia de la gran Colombia, y encaminado hacia el Perú, propuso que esta nación reconociese a la Virgen de la Merced por patrona de sus ejércitos; de hecho, en 1823, fue declarada Patrona de las Armas de la República por el Presidente José Bernardo Tagle. Al cumplirse en primer Centenario de la independencia de la nación, el 24 de septiembre de 1921 fue coronada canónicamente y como recuerdo de esto, se colocó a la Sagrada imagen las insignias de su alto patronato militar, consistentes en una faja de Gran Mariscala y un cetro de Oro, a partir de entonces, se ha llamado la Gran Mariscala del Perú. Desde entonces esta fecha del 24 de septiembre es declarada fiesta nacional. Cada año el ejército le rinde honores a su alta jerarquía militar de "Mariscala".

jueves, 26 de noviembre de 2020

ISMAEL PORTALY SU LIMA RELIGIOSA

ISMAEL PORTAL Y SU LIMA RELIGIOSA

Siempre me saca de apuros cuando debo presentar un tema religioso peruano en los medios de comunicación. Su "Lima religiosa" abunda en datos de nuestro Perú ensantado y su prosa es deliciosa. A fuer de consultarla su autor me resulta simpático y como un amigo al que visito con frecuencia. Baste de momento con aglutinar datos y compartírselos dejando para mejor ocasión su necesaria biografía.

Considera mi buen amigo historiador Teodoro Hampe (+) que "el mejor libro de Portal es, ciertamente, Lima religiosa (1924), un estudio bastante preciso y bien documentado, que trata una serie de personajes e instituciones religiosas de la ciudad en tiempos coloniales. Los capítulos más largos se refieren a Santa Rosa de Lima, la Orden de San Francisco y el Señor de los Milagros. Son valiosas las fotografías de iglesias y conventos, muchos de los cuales ya no existen en la actualidad. Podemos destacar como secciones importantes: Santa Rosa de Lima: vida, muerte y canonización (pp. 59-92); Historia de las campanas de los templos limeños (pp. 161-182); Nómina de los arzobispos de Lima (p. 401); Monasterio del Prado (pp. 403-413), entre otras"[1].

 

Hijo del doctor Juan Portal y Figueroa, senador, y de Carlota Espinoza y Monterrey. Cursó estudios en el Colegio de Mayuri y en el Colegio Inglés; luego ingresó a la Escuela Superior de Comercio.

Al estallar la Guerra del Pacífico, se alistó en uno de los batallones de Reserva, participando en los preparativos de defensa de la capital peruana. Como subteniente del batallón N.º 6, luchó en la batalla de Miraflores. Con motivo de la ocupación de Lima y saqueo de la Biblioteca Nacional del Perú, muchos manuscritos y libros antiguos fueron rematados a los comerciantes para ser usados como papel de envolver; pero Ismael Portal compró todos los papeles que pudo y la lectura de los mismos le despertaron el interés por los estudios históricos.

En agosto de 1885 se inició en el periodismo como colaborador del diario El Comercio. Colaboró también en los diarios limeños El Tiempo y La Prensa, así como en la revista Actualidades. Fue director del diario católico La Tradición (1918). Se destacó por sus artículos sobre la tauromaquia, usando el seudónimo de «El Duque de Veraguas».

En 1886 empezó su carrera administrativa, donde fue ascendiendo hasta llegar a ser vocal del Tribunal Mayor de Cuentas (1910). Se jubiló en 1918.

En 1921 fue elegido miembro de la Sociedad Americana de Derecho Internacional, por lo que viajó a Estados Unidos para concurrir a la asamblea anual de dicha institución.

Fue miembro del Instituto Histórico del Perú.

Publicaciones

·         La fiesta española en el Perú (1892), sobre las corridas de toros realizadas en el coso de Acho.

·         De Iquique a Puerto Caballas (1897), crónica del viaje de Nicolás de Piérola de Chile al Perú para encabezar la revolución contra el presidente Andrés Avelino Cáceres.

·         Cuernos históricos (1897). Premio del Concejo Municipal de Lima

·         Morir por la patria. José Olaya (1899). Biografía del mártir chorrillano. Premio del Concejo Municipal de Chorrillos. Varias veces reeditada.

·         Lima de ayer y hoy (1912)

·         Bolognesi y sus hijos (1917 y 1950)

·         La Independencia del Perú (1917). Premio del Concejo Municipal de Lima.

·         Lecturas históricas comentadas (1918), ensayos históricos sobre Olaya y Bolognesi, que complementan el texto anterior.

·         Cosas limeñas. Historia y costumbres (1919)

·         Chile ante el árbitro (1924)

·         Lima religiosa (1535-1924) (1924)

·         Del pasado limeño (1932)

Comparto la relación de Esteban M. Cáceres España en el Perú ( Alicante : Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2001; Lima, La Opinión Nacional, 1923) http://www.cervantesvirtual.com/obra/espana-en-el-peru--0/ pp.205-207

"La personalidad del señor Ismael Portal, que hoy presentamos en esta «Galería de honor» a los lectores de El Diario Español

miércoles, 25 de noviembre de 2020

LA BEATITA DE HUMAY (1819-1869). LUISA DE LA TORRE y SU HERMANA CARMEN

LUISA DE LA TORRE, LA BEATITA DE HUMAY (1819-1869)

 

Nació en Humay (Pisco) el 21 de junio de 1819. Fueron sus padres Agustín de la Torre e Isabel Rojas, quienes fallecieron cuando era muy niña, quedando tanto su hermana melliza Carmen como ella al cuidado de sus tías Francisca y Juana.

Desde su más tierna infancia se consagró enteramente al servicio de Dios y a la práctica de todas las virtudes, al punto que sus coterráneos la llamaban la "Beatita" o "La Niña Luisa". Modelo de penitencia, torturaba su cuerpo con cilicios y disciplinas. Su caridad no tenía límites, dándolo todo a los pobres. Pasaba largas noches den oración y a menudo penetraba a la iglesia estando las puertas cerradas y caía en éxtasis. Alguna vez recibió la comunión de manos de los ángeles. Su confesor afirmó que Luisa fue un ángel de pureza. Dios la favoreció con carismas extraordinarios, tales como el éxtasis en momentos de oración, visiones premonitorias con curaciones extraordinarias. El caso más célebre fue el del Padre Julián Endérica –uno de sus confesores- que fue desahuciado en Lima por los médicos; en medio de la grave enfermedad, apareció Luisa, le llevó una medicina y el mal desapareció; el Padre Endérica sanó de la noche a la mañana sin que Luisa se hubiese movido de Humay.

 Curaba a los enfermos y a los niños los sanaba con solo una caricia. Daba de comer a multitud de personas, con el alimento que se multiplicaban maravillosamente en una ollita diminuta.

 

En un viaje a Ica se vinculó con el célebre predicador franciscano fray Ramón Rojas de Jesús María, el P. Guatemala, quien ejerció como director espiritual suyo. Oraba hasta muy tarde en la capilla del pueblo que se iluminaba con su presencia; entre sus santos los preferidos eran el "doctortito" (Niño Jesús), la Virgen de Guadalupe, San Luis Gonzaga y el Ángel de la Guarda.

 

Su casa era a un tiempo escuela, taller de labores domésticas, refugio de menesterosos, asilo de enfermos e indigentes.

 

En medio de la angustia y las lágrimas de su pueblo y asistida por su Director Espiritual, Dr. Julián de Endérica, murió en olor de santidad el 21 de noviembre de 1869, a los 50 años de edad. Después de su muerte su rostro se conservó fresco y sonrosado y su cadáver despidió dulce olor. Durante 24 horas el cadáver sudó copiosamente a la vista de todo el pueblo hasta el momento del entierro que fue una apoteosis. El pueblo vistió de luto durante varios meses por ella. Fue enterrada en la iglesia de Humay y desde entonces no han cesado de visitar su sepulcro, la capilla donde rezaba y ante su casa reconstruida, multitudes de todo el Perú. En 1926 el Arzobispo de Lima designó al P. Medardo Alduán como organizador del proceso de beatificación.

 

El 21 de abril de 1938, 70 años del deceso, el nuevo arzobispo Mons. Pedro Pascual Farfán, al examinar los restos mortales, encontró que la mano derecha estaba intacta. En 1939 se inició el proceso informativo de virtudes de santidad y milagros.

 

La construcción del santuario tras el terremoto del 2007, la declaración del Patrimonio Cultural de la Nación a las Festividades de la Sierva de Dios Luisa De la Torre "Beatita de Humaydel distrito de Humay.  en el 2018 y la celebración del bicentenario de su nacimiento, han incentivado y avivado su devoción.

Recientemente, se ha incorporado a su hermana melliza Carmen.  Nacieron el 21 de junio de 1819 y desde siempre fueron conocidas como "Las Mellizas de Humay" o también como "Las Beatitas de Humay".

Los restos de Carmen de La Torre Rojas, hermana de la milagrosa, Luisa de la Torre recibieron los rayos del sol iqueño y llevados al Santuario de Humay en el 2018, después de casi 80 años de haber sido sepultados al lado derecho del Altar Mayor del Santuario del Señor de Luren de Ica. En este momento sus restos descansan en este devoto santuario, ubicado en el kilómetro 31 de la ruta de los libertadores de Ica.

martes, 17 de noviembre de 2020

P. José Francisco Sánchez Navarrete, padre de la instrucción primaria peruana (+1859)

P. José Francisco Sánchez Navarrete, padre de la instrucción primaria peruana (+1859)[1]

Natural de la Ciudad de Guayaquil, hijo legítimo de D. Antonio Navarrete, natural del reino de España, y de Doña Mercedes Moreno, natural de la ciudad de Piura. En ese tiempo era constante el tránsito comercial y social que sostuvieron las ciudades de Piura[2], Guayaquil y la región andina–amazónica de Loja. En Lima, radicó también su hermano D. Gregorio Navarrete, de quien recibió la encomienda de velar por sus hijos: Remigio, Manuel y José Alejandro.

En 1813, se lo nombró como capellán en la Casa de Ejercicios Espirituales de Santa Rosa, como recuerda el cuadro que ilustra la nota y que luce aun hoy en ella. Este centro de espiritualidad nos habla de la caritativa dama limeña, Rosa Catalina Vásquez de Peralta, del emprendedor albacea Matías Querejazu, del emblemático arquitecto Matías Maestro, y de miles de personas que se han beneficiado con la práctica de los Ejercicios Espirituales. Hoy cumple con la doble finalidad espiritual como centro de espiritualidad para Retiros y Ejercicios, así como centro cultural para exposiciones y conferencias. El Cabildo Catedralicio la regenta y ofrece a la sociedad como centro cultural católica y areópago de la nueva evangelización.

Fue también capellán del Colegio de Santa Cruz de Atocha y parece que sirvió como capellán de Simón Bolívar.

El historiador Jorge Basadre nos da cuenta en su clásica Historia de la república del Perú interesantes datos acerca de los primeros pasos de la educación tras la proclamación de la Independencia, así como la participación de nuestro protagonista:

"junto con bandera e himno, ejército y mariana organización administrativa y judicial, el gobierno de san Martín le dio al Perú la Escuela Normal de Maestros. Su dirección fue confiada a Diego Thomson, pedagogo del sistema de enseñanza lancasteriano, que era, a la vez, misionero de la Sociedad Bíblica Británica de propaganda protestante. En el sistema lancasteriano los alumnos más adelantados enseñaban a los principiantes. Con Thomson colaboró, curiosa expresión de solidaridad en la cultura o de tolerancia entre otras creencias religiosas, el presbítero José Francisco Navarrete. Pero las dificultades bélicas, políticas y económicas obstaculizaron la labor de Thomson y éste se retiró del Perú en 1824 dirigiéndose al Ecuador"[3].

Al frente de la institución seguirá el P. Sánchez Navarrete. Del talante ecuménico y amical del mismo, dio testimonio el propio Thomson quien relató que en cierta ocasión que "mi amigo no podía quedarse más tiempo, pusimos fin a la conversación en este punto, en el que establecía que era necesario que yo creyera en la Iglesia si es que quería obtener la salvación. Cuando terminamos la discusión, se levantó y mientras lo acompañaba fuera, puso los brazos alrededor de mí y dijo: "Confiemos en que aún estemos unidos y seamos hermanos en Nuestro Señor Jesucristo".

Particularmente, debiera denominársele como el Padre de la Instrucción Primaria en el país. El decreto supremo de 1822. Con D. José de San Martín como Protector del Perú, se expidió el 22 de febrero de 1822 un Decreto Supremo, a favor de la educación pública. Y esa es la fecha de fundación de la instrucción de primeras letras bajo metodología lancasteriana. En dicho documento se solicitó a las casas conventuales – ya mermadas en número de religiosos, así como en sus rentas y censos–, fundasen una Escuela de Primeras Letras. Fue en una de los Padres Dominicos –el actual colegio Santo Tomás- por Barrios Altos, donde se creó el centro. En este mismo documento, se hizo referencia al método Lancasteriano de enseñanza. Sin embargo, será en el decreto posterior, del 6 de julio, en donde se creó la Escuela Central Lancasteriana, bajo la rúbrica del Presidente Marqués de la Torre Tagle, y del Ministro Bernardo de Monteagudo.

José Francisco Sánchez Navarrete, en pleno uso de sus facultades, dictó al escribano Félix Sotomayor (PN. N° 845, 1859), sus palabras finales, la división de sus pocas pertenencias, así como las responsabilidades concernientes a responsorios en su memoria. Encargó dichas tareas pastorales a sus amigos más íntimos, algunos de ellos sacerdotes como él.

 



[1] Agradezco los datos –todavía muy escasos- facilitados por el Mg. Juan Carlos Huaraj y la foto facilitada por Fernando López. Con gusto acogeré cualquier sugerencia para enriquecer la biografía de sacerdote tan destacado.

[2] Véase el interesante trabajo de Elizabeth HERNÁNDEZ GARCÍA "Los Sánchez Navarrete y Gonzales de Salazar: una poderosa familia en el puerto de Paita en la segunda mitad del siglo XVIII" Revista Complutense de Historia de América Madrid, 2008, vol. 34, 183-207.

[3] Edit. Universitaria. 7ma. Edición. Lima – Perú, 1983. Tomo I Pág.139.  

 

Representacionesvisuales en San Pedro de Naván (Huacho) en tiempos de la Independencia

Representaciones visuales en San Pedro de Naván (Huacho) en tiempos de la Independencia[1]

El templo de San Pedro de Naván, contiguo al de Santiago de Andajes y anexo del mismo, tiene una manifestación visual que se corresponde ideológicamente con la hoja de vida y el ideario del Padre de La Torre. La techumbre que cubre el área del presbiterio está enlucida con yeso y cuenta con pintura mural que representa a dos ángeles sosteniendo una corona sobre un medallón y una cinta que lleva los colores de la bandera peruana. La cartela central tiene la siguiente inscripción en latín:

Magnificat anima mea Dominum: Et exultavit Spiritus meus in Deo Salvatore meo, quia respexit humillitatem ancilla suae: ecce enim ex hoc beatam me dicent omnes generationes, quia fecit mihi magna qui.

Se trata del texto del Magnificat; es decir, la oración que la Virgen entonó después del saludo a su prima Isabel, embarazada de San Juan Bautista, que comienza con las palabras:

Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se regocija en Dios mi salvador, porque se ha fijado en la humilde condición de su esclava. Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones, porque el todopoderoso ha hecho conmigo cosas grandes (…).

Esta plegaria alude al hecho de que María es compendio de la Iglesia, la nueva Eva: en su ser se cumple la antigua ley y comienza la nueva porque el Logos Unigénito encuentra al primer Adán en su seno maternal; todo cambió cuando el Verbo puso por obra su venida en carne a fin de recuperar para Dios al hombre, que se había alejado de su Creador. El Magnificat es, pues un canto profético: la Virgen, en su camino por las montañas de Judea a la casa de Isabel, es tipo y compendio de la Iglesia futura que todavía está encerrada en su seno.[2] A la vez es una canción de regocijo: existen en la bóveda varios ángeles con distintos instrumentos musicales (corneta, fagot, dulzainas, violón, viola, tromba marina) que adornan la representación central, a los que se une el Rey David escribiendo los Salmos con el arpa tras su trono. Según la arquitecta Patricia Navarro Grau, esta pintura corresponde al año de 1821 y no presenta repintes ni intervenciones posteriores[3]: suponemos que su observación se basa en el estudio de uno de los libros de la comunidad de Naván y nos parece realmente interesante, puesto que ésta puede ser una de las primeras manifestaciones artísticas de la entonces emergente República peruana -llena de optimismo, por otro lado-, y quizás metáfora de la marcha del ejército del General San Martín por los Andes centrales en busca de una nueva era libre del yugo español.

 La iglesia de Naván vuelve a salir a la luz en los albores de la Independencia por un asunto sin aparente relación con la causa, pero que tiene más trascendencia simbólica de lo que parece. Naván fue un lugar de ferviente culto al Santísimo Sacramento, donde se tenía permanentemente colocado a pesar de no ser parroquia ni viceparroquia. En 1789 los vecinos de Caujul, que era de hecho la viceparroquia de Andajes, requirieron ese privilegio para su iglesia, deseando despojar del mismo a San Pedro de Naván. Entonces el alcalde Josef Narciso, junto con Juan Josef de Roxas, el mayordomo Josef del Castillo y los principales Fabián Sebastián, Francisco Marcos, Francisco Reies y Manuel Montes, pidieron permiso al Arzobispo Juan Domingo González de la Reguera para mantenerlo instalado en su relicario y así tener el culto con la adoración debida y poder "selebrar las Renobaciones, y demas actos de debocion con el mayor vigor y sin el menor escrupolo presente parroco q[u]e lo administra y de los que le susediesen en adelante". El 22 de diciembre de 1790 el Doctor Bartolomé González de Orduña, Vicario del Partido de Cajatambo, informó a Su Señoría Ilustrísima de "que la decencia y esmero en el culto que en año y meses estos naturales an prestado a n[uest]ro amo sacramentado es la que p[o]r decreto y constituciones cinodales está prevenida", lo que a su juicio era motivo suficiente para que no se les quitase este privilegio. El señor Vicario, además, estaba particularmente impresionado por los paramentos y adornos de la iglesia de Naván, más abundantes que los de la de Caujul. Pese al hecho de que el 11 de marzo de 1791 el Arzobispo se pronunció en contra de este culto no autorizado, alegando que San Pedro de Naván no era viceparroquia, ni constaba que tuviera licencia para colocar el Santísimo Sacramento, ni renta fija segura para sus luminarias, ni si había suficientes feligreses en el pueblo para sustentar dicha renta, los solicitantes continuaron en su empeño: apelaron al Capítulo Tercero, título de Oficio Rectores, de las Constituciones Sinodales del Arzobispado de Lima, por el que se ordenaba y mandaba que en todas las iglesias de los pueblos principales donde hubiere comodidad se tuviera una custodia con ara y corporales limpios y explicaron que en todo Andajes no existía otro relicario del Santísimo porque no había pueblo más crecido de feligreses, ni de temple más suave o mejor situado, ya que Naván se encontraba al medio de lo que era la doctrina y por tanto resultaba más accesible al cura interino para decir sus misas (especialmente teniendo en cuenta que le habían construido una hermosa casa con la que estaba muy contento). También explicaron que los vecinos del asentamiento tenían dedicadas las rentas de un alfalfal y una manada de ovejas al culto del Sacramento: con ellas se cantaba todos los jueves y primeros domingos de cada mes una misa con toda la solemnidad posible y gran número de luces.[4]

Los feligreses de Caujul al final desistieron del intento de despojo del Santísimo a San Pedro de Naván; sin embargo, el Alcalde Ordinario Josef del Castillo retomó el procedimiento de confirmación del privilegio en 1803, coincidiendo con la refacción de la iglesia, en la que se renovó la techumbre, y quizá porque con las obras el presbiterio y el retablo no se veían con la decencia esperada, lo que pudo crear temor a crítica en el pueblo. Un año más tarde, los Doctores José de Lara (Vicario de Cajatambo) y Pedro Josef de la Torre (cura y vicario de la Doctrina de Andajes) certificaron "el empeño con que este comun no solo se há dedicado a la fabrica de su Yg[lesi]a sino tanvien a la oportuna, de una asequia p[ar]a hacer froctiferas las tierras destinad[a]s p[ar]a el culto del S[antísi]mo sacram[en]to à qué propende con el mayor gusto un vicendario de n[úmer]o conpue[s]to de mas de quinientas almas entre chicas y grandes"[5]. Puesto que el procedimiento se dilató, en 1810 el nuevo cura de Andajes, Don José María del Piélago, informó al Arzobispado de "que la Reberencia y culto q[u]e esta parte de mi feligrecia tributa al augusto Sa[cra]m[en]to Eucaristico es muy poco comun a su nacion", y que "los param[en]tos de esa Yg[lesi]a son mas dicentes que aun los de la Cabeza de la Doctr[in]a". También de que cuando intentó reparar el presbiterio en 1807 y hubo que remover forzosamente el Santísimo de su sitio, "causó una comoción" en el pueblo, a pesar de sus buenas razones y de la promesa de que se volvería a colocar una vez terminadas las obras, lo que motivó que en muy breve tiempo se refaccionara más de la mitad del templo, se techase enteramente y quedase con la debida decencia. Eventualmente los feligreses de Naván consiguieron su tan ansiada licencia de tener colocado a Nuestro Amo el 21 de agosto de 1810.[6] Pero volvamos al tema de la Independencia: los lugareños de Naván en 1821 se quejaron de que el comisionado Nicolás Chavarrea y José Cuaria Saavedra, "con la autoridad q[u]e les prestaba su orgullo" el 11 de febrero de ese año habían separado ocho mozos de los que podían dedicarse al cultivo de las tierras, "y mucho mas de aquellas que estan asignadas p[ar]a el devido culto del S[antísi]mo S[a]c[ra]m[en]to Que sus vecinos à efuersos de sus gastos, y Repetidos travajos consiguieron colocarlo". En esta época Naván tenía, según el documento, pocos habitantes, por lo que el culto a Nuestro Amo corría peligro de desatención. Además tampoco había cura interino, por lo que solicitaron al Arzobispado que les enviase uno, pues "nunca puede estar desamparado la Deidad con falta de sacerdote".[7] Estos datos, que se refieren a un simple templo de aldea, amplían nuestro conocimiento sobre los primeros tiempos de la lucha por la Independencia del Perú en zonas rurales y de los detalles y el día a día del avance de las fuerzas patrióticas a Cerro de Pasco, pero también sobre las dificultades que las Iglesias locales (en este caso nos referimos a la comunidad de fieles) enfrentaban como entidades independientes, con su propio carisma y orgullo, cuando su status quo se veía alterado por situaciones políticas extremas a las que no podían ser indiferentes. Aun con el cambio de régimen a la vista, el pueblo de Naván se mantuvo en pie como heraldo de la devoción a Nuestro Amo Sacramentado y la hizo parte de su historia documentada. La bóveda pintada de su templo acerca del Magnificat es una gran pista visual sobre cómo se creaba y recreaba la historia eclesiástica y también la manera en que la gente local (llamados "indios" por los españoles, un término que implicaba neofitismo e inmadurez política) se manifestaban como generadores, y no sólo receptores, de evangelización.

Un ejemplo rural en contexto religioso fabricado en altorrelieve del estilo y mensajes de la recién nacida República peruana es la capilla de Huancahuasi (Distrito Santa Leonor, Provincia Huaura). Aunque el edificio es moderno, conserva en su interior un notable retablo decimonónico que juzgamos de la primera parte del siglo XIX, dados su aspecto e iconografía. Su mesa tiene un receso con decoración de lazos; consta de dos cuerpos estructurados por columnas clásicas de fuste liso, que también se hallan a los lados del tabernáculo, el cual posee un dosel curvo adornado con bustos de ángeles. En el cuerpo alto las hornacinas laterales tienen forma de guirnalda, un detalle muy popular en el arte que promovió la nueva nación, y el borde semicircular se decora con festonería y un sol radiado con la paloma del Espíritu Santo bajo el cual hay un medallón de cuyos lados emana una cinta ondulada pintada con los colores de la bandera del Perú. Los marcos de los dos nichos del cuerpo inferior replican este último motivo, creando un conjunto equilibrado en el que las formas circulares se multiplican armoniosamente. Pensamos que este retablo puede ser un equivalente escultórico de la pintura de la bóveda de la iglesia de San Pedro de Naván, la cual,  también gira en torno al tema del pabellón nacional en un contexto religioso.

   

La Iglesia en la Independencia del Perú dio lugar a expedientes documentales y monumentos físicos testigo de las contradicciones y desafíos de una sociedad en construcción, que exploraba caminos nuevos para autoexpresarse y mostrar una imagen confiada y poderosa ante el mundo moderno. Las experiencias del clero rural son tan interesantes y valiosas como las de los prelados, aunque la voz de los últimos fuera más escuchada y su ejemplo tuviera mayor peso en la emergente República. Es importante rescatar el legado de aquéllos que cambiaron el destino de su país "desde abajo": los sacerdotes comunes, influyentes y respetados, desempeñaron un papel decisivo en la construcción de la República de Perú.

Por otra parte, y en consonancia con esto, opinamos que el arte eclesiástico rural de los Andes limeños es un campo que merece ser explorado para entender el proceso global de formulación de una nación tan compleja y diversa como la peruana. Muchas de las soluciones más experimentales se forjaron aquí y no en los famosos conventos, catedrales o iglesias urbanas, que son los edificios normalmente destacados en publicaciones corrientes sobre arte virreinal o promocionados con vistas a la educación de las nuevas generaciones y a la "ilustración" del turista, al cual no siempre se forma en los valores inherentes a la población rural del país más diverso del mundo.


 



[1] Agradezco a la Dra. Sara González esta primicia de un trabajo aún en curso y que ha publicado como adelanto en "APUNTES SOBRE LA PARTICIPACIÓN DEL CLERO RURAL EN EL PROCESO DE INDEPENDENCIA DEL PERÚ: DOS CASOS INÉDITOS DE LA SIERRA DE LIMA: NAVÁN Y ANDAJES (PROVINCIA OYÓN) Y MANGAS (PROVINCIA BOLOGNESI)" Raúl Chau Quispe y Sara González Castrejón. https://www.academia.edu/44513952/APUNTES_SOBRE_LA_PARTICIPACI%C3%93N_DEL_CLERO_RURAL_EN_EL_PROCESO_DE_INDEPENDENCIA_DEL_PER%C3%9A_DOS_CASOS_IN%C3%89DITOS_DE_LA_SIERRA_DE_LIMA_NAV%C3%81N_Y_ANDAJES_PROVINCIA_OY%C3%93N_Y_MANGAS_PROVINCIA_BOLOGNESI

 [2] Hugo Rahner, op. cit., pp. 24-25.

[3] Obispado de Huacho, op. cit., p. 36; Patricia Navarro Grau, comunicación personal.

[4] Ver AAL, Papeles Importantes, 23 31, 1790, s. f.

[5] Ibíd.

[6] Ibíd.

[7] Ibíd.