martes, 10 de marzo de 2020

Venerable Padre Pablo María Guzmán Figueroa (Guanajuato 1897-Ciudad de México 1967)

En nuestro Perú ensantado contamos con la presencia de más de un centenar de Misioneros del Espíritu Santo, que durante 51 años (1940-1991) regentaron el Seminario de Santo Toribio; nuestro protagonista vivió en Lima de 1953 al 1959, dejando el testimonio de una vida santa. El Padre Pablo María Guzmán Figueroa es todo un ejemplo de hombre enamorado de la Eucaristía que responder al amor que el Padre Celestial le ofreció a lo largo de todo su recorrido por este mundo. Tenía su corazón en el cielo pero sus pies bien puestos sobre la tierra. Fue un sacerdote tan agradecido por su ministerio que conquistó el alma de muchas personas para que valoraran y agradecieran todos los beneficios del corazón sacerdotal de Jesús, deseoso de seguir transformando a las nuevas generaciones.

Infancia y juventud

Nació un 25 de septiembre de 1897 en el poblado Cuanamuco (Guanajuato, México). Sus padres fueron José Guzmán Toledo y Refugio Guerrero quienes lo bautizaron el mismo día de su nacimiento en la parroquia de Piñícuaro Gto. Su primer trabajo fue el de telegrafista durante dos años.

Aunque ingresó pronto al del seminario menor, tuvo que salir debido a la cruda persecución religiosa; esto le llevó a inclinarse hacia el matrimonio siendo novio de María Esther López. Posteriormente se interesó en la industria farmacéutica y, con la ayuda de su papá, logró abrir una farmacia. En aquel momento parecía estar todo muy claro en la vocación de Pablo, sin embargo, de manera inesperada Dios lo llamó para que fuera sacerdote, lo cual, se volvió aún más evidente tras conocer al Venerable Siervo de Dios P. Félix de Jesús Rougier, quien lo invitó a formar parte de la naciente Congregación de los Misioneros del Espíritu Santo que él había fundado en 1914. Tras un periodo de correspondencia con el Padre Félix ingresó a la Congregación siendo uno de los pilares más importantes de esta obra por su testimonio de santidad.

Misionero del Espíritu Santo

Tras profundizar en su misión como religioso llegó a escribir "mi misión en el seno de la Iglesia y de mi Congregación es ser la gratitud: sintiéndola, practicándola y predicándola" [1]. Una de las cosas que el P. Pablo aprendió de su fundador fue la devoción al Padre Celestial a quien amó apasionadamente.

Como Misionero del Espíritu Santo impulsó con todo su ímpetu a las Obras de la Cruz, especialmente, mientras estuvo como director del Apostolado de la Cruz por encargo del V.P. Félix de Jesús Rougier quien le encomendó la obra en el año de 1926. Entre las acciones que tomó para impulsar la obra fue la creación de un boletín que se empezó a publicar de 1931 a 1944 como parte de su inagotable creatividad.

El Apostolado de la Cruz es una obra que el Señor le inspiró a la Venerable Sierva de Dios Concepción Cabrera de Armida y que se mantiene abierta a todos los bautizados que deseen vivir con mayor intensidad la Espiritualidad de la Cruz. Actualmente se encuentra presente en México y otros países del mundo

Misionero en América Latina y Asia:

Fue un misionero sin fronteras porque no solo trabajó en México sino en otros países de América Latina como Perú y Bolivia además de visitar en dos ocasiones Japón. En la ciudad de Lima fue nombrado director espiritual del Seminario Santo Toribio (1953-1959), cargo en el que acompañó a muchos jóvenes en su camino hacia el sacerdocio.  Este tiempo es uno de los periodos más fecundos de su vida sacerdotal, ofreció a los jóvenes seminaristas una sólida espiritualidad sacerdotal, fundando entre ellos el Apostolado de la Cruz. También durante su estancia en Perú, se funda una comunidad de MESST. Concepción Cabrera de Armida, inspiradora de los Misioneros del Espíritu Santo, le llegó a profetizar que él viajaría por muchos países como parte de su aventura tras las huellas de Jesús Sacerdote. Haciendo uso del avión que en aquel momento era un avance sin precedentes, decidió surcar los cielos para acercarse a la realidad de diversos países y conocer de qué manera podía colaborar en la causa del Evangelio sabiendo respetar la cultura de cada lugar en el que estuvo.
En dos ocasiones estuvo en Japón, durante los años de 1952 y 1959, en estos viajes impulsó las obras de sus hijas espirituales en aquel país. Él siempre se esforzó para que sus hijas espirituales llegaran a lugares alejados, tales como Asia, para sacar adelante diversos apostolados. En Japón las religiosas de su congregación eran quienes les servían de intérpretes al P. Pablo, para poder estar en contacto con las personas, pues el Padre Pablo era alguien muy cercano a las personas que lo rodeaban.

Su labor en diversos países enriqueció la experiencia de fe del Siervo de Dios y todo su trabajo fue una respuesta constante al Padre Dios. El P. Pablo encontró en la Virgen María a una verdadera amiga, en todo momento, pues ella siempre está al lado de sus hijos e hijas. Emprender obras en otros países no era tarea fácil, sin embargo, él se mantuvo firme en el ideal y lo logró, más allá de las dificultades y de las difamaciones que tuvo que sufrir.

Padre fundador de las MESST

El 20 de noviembre de 1936, junto con Enriqueta Rodríguez Noriega, funda la Congregación de Misioneras Eucarísticas de la Santísima Trinidad (MESST) para luego fundar el 25 de diciembre de 1937 la rama seglar llamada Misioneras Auxiliares Hijas de la Soledad de María. Ambas obras tienen el fin de formar adoradores del Padre en espíritu y verdad. Por medio de la nueva Congregación enriqueció su apostolado en medio de muchas personas que le conocieron y encontraron en él un testimonio sólido de santidad.

El P. Pablo visitaba frecuentemente los colegios dirigidos por sus hijas espirituales que para entonces se encontraban en plena expansión a lo largo de la República Mexicana hasta superar las fronteras nacionales. Los centros educativos de Tampico, Veracruz, Mexicali, México D.F., Bolivia y Perú tuvieron la gracia de ser visitados por su Padre Espiritual quien sabía ganarse a los alumnos y alumnas para poder enseñarles el mensaje de Jesús.

Su experiencia de fe

El verdadero motor de los santos y las santas es el Espíritu Santo y el P. Pablo, comprendió al convertirse en religioso Misionero del Espíritu Santo, que su misión giraría en torno al ideal de ¡amar al Espíritu Santo y hacerlo amar!, especialmente siendo "gratitud".  De modo particular lo vivía en la oración. Pasaba mucho tiempo ante el Santísimo Sacramento porque su alma era Eucarística, sin embargo, lo interesante, lo admirable, es que sus palabras no se quedaban en la Capilla sino que las vivía al máximo en su actividad.

Viajero por amor a la evangelización

El Padre Pablo es reconocido por sus diversos viajes apostólicos y por ser el dirigente de diversas misiones. El siglo XX se vio iluminado por la evangelización iniciada por el P. Pablo. Su visión del ser humano le permitía llegar a muchas personas, mediante la predicación. La Venerable Sierva de Dios Concepción Cabrera de Armida, fundadora de su Congregación, le había profetizado, años antes, que él viajaría por muchos lugares para evangelizar, para hacer presente a Cristo.

En una época donde los avances tecnológicos permitían viajar en avión, el P. Pablo aprovechó, dichos avances, para estar de viaje evangelizando, para estar viajando por amor a Cristo, para llevar el mensaje de la Espiritualidad de la Cruz mediante el cual diera a conocer a las personas que el dolor no debe buscarse pero que, cuando éste llega, debe ser recibido con un sentido salvífico.

Un sacerdote que rompió esquemas:

Le gustaba la música ranchera, visitar a sus amigos y ver algunos programas de televisión con ellos; por esta razón, la gente podía percibirlo como un sacerdote muy humano que fácilmente se ganaba el corazón de sus feligreses. El P. Pablo María Guzmán sabía estar cerca de las personas llegando a dirigir varios grupos de oración en los que dejó la huella de su amor por Jesús Eucaristía. Quienes se acercaban a pedirle un consejo se iban tras recibir unas palabras muy sabias, de hecho, los empleados del telégrafo siempre valoraron mucho lo que les decía. Era de fácil acceso porque su sencillez lo hizo cercano a cuantos necesitaban de él. Muchas de las personas que lo conocieron en el Templo de Santa Teresita del Niño Jesús en León recuerdan su humanidad así como su amor por Jesús Eucaristía pues pasaba mucho tiempo delante de Él.

Se reconoce que fue un hombre muy alegre, que disfrutaba ser sacerdote, que cuando daba conferencias lograba, con el arte de la palabra, convencer a su público porque lo que predicaba, él mismo lo practicaba, tenía una característica que, como cristianos debemos especialmente imitar, el hecho de que cuando una persona lo saludaba él la recibía con gusto y con una sonrisa, así mismo, su capacidad de obedecer a sus superiores asombra, él mismo escribe sobre este punto: "Es preciso obedecer siempre con alegría, esa alegría que radica en la voluntad, entonces se hace la mayor inmolación, porque no vamos a dar cosas, sino que vamos a darnos a nosotros mismos... donación plena, total".

Su enfermedad y santa muerte

El 31 de enero de 1967 celebró su última misa. Muere el 17 de febrero de 1967 en la Casa Madre de las Misioneras Eucarísticas de la Santísima Trinidad, Ciudad de México. Tenía 69 años. Su funeral fue una proclamación de fama de santidad. Fue sepultado en el Panteón Español del D.F. en la Cripta de los Misioneros de Espíritu Santo.

En el año de 1983 se exhumaron sus restos, y ahora se encuentran en una Cripta del Templo Expiatorio Nacional de San Felipe de Jesús. En el interior del mismo también se encuentra la tumba del santo fundador Félix de Jesús por quien tenía una gran admiración; por su parte, el P. Félix estimaba en grado máximo la misión del P. Pablo de quien decía: "La obra es de Dios".

El proceso de beatificación se incoa en 1993 y el 14 de junio del 2016 fue declarado venerable.

Oración para pedir su intercesión.

Padre Celestial, te damos gracias porque tu Siervo, el Padre Pablo María, te amó y sirvió fielmente a imitación de Jesús, con absoluta confianza en la fuerza de la Eucaristía en todas las circunstancias de su vida.

Envíanos tu Espíritu para amarte con ese mismo amor y concédenos la gracia que te pedimos por su intercesión… (pedir la gracia).

Te rogamos verlo pronto en los altares, para tu mayor gloria y el bien de la Iglesia.

Por Jesucristo Nuestro Señor, Amén.

 

Del Informe publicado por Carlos Díaz Rodríguez,  c_diazs@hotmail.com



[1]  Guzmán. Pablo. T/32, pp. 43,44. Ejercicios Personales. Casa Sacerdotal, D.F., Enero 15-16 de 1933