viernes, 22 de noviembre de 2019

P. Emilio Moscoso Cárdenas SJ (1846-1897) Mártir de la Eucaristía

Nuevo beato del Ecuador y que vivió en Lima

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El 16 de noviembre en Riobamba (Ecuador) tuvo lugar la beatificación del P. Emilio Moscoso S.J. "Mártir de la Eucaristía" en el Estadio Olímpico.El sábado 16 de noviembre previa a la eucaristía de beatificación se realizó una procesión desde la Capilla del Sacrilegio hacia el Estadio Olímpico con las reliquias del jesuita cuencano P. Emilio Moscoso, S.J. y  el cuadro de la Madre Dolorosa. El señor Obispo, jesuitas, unidades educativas, congregaciones religiosas, familiares del Beato Emilio Moscoso, S. J. y creyentes acompañaron  el recorrido.

La eucaristía estuvo presidida por el Cardenal Angelo Becciu, prefecto de la Congregación de la Causa de los Santos del Vaticano y delegado enviado del Papa Francisco, junto a obispos, sacerdotes, diáconos y presbíteros concelebraron la eucaristía.

Mons. Julio Parrilla, obispo de la Diócesis de Riobamba, acompañado por el postulador jesuita de la causa padre Pascual Cebollada y delegado del Padre General, fueron quienes solicitaron al Cardenal Becciu se proceda a la beatificación. El cardenal Becciu dio lectura a la carta apostólica por medio del que se declaraba beato al padre Emilio Moscoso, lo que fue celebrado con aplausos y juegos pirotécnicos lanzados al cielo de Riobamba y gran alegría de todos los asistentes, mientras se develaba la imagen con el retrato del P. Emilio Moscoso S.J.

El P. Gustavo Calderón, S.J. Provincial de la Compañía de Jesús en el Ecuador en el rito de conclusión de la ceremonia de beatificación puntualizó "nos sentimos profundamente agradecidos por este inmenso regalo del cielo, como es la beatificación del P. Emilio Moscoso, S.J.  Como Compañía de Jesús en el Ecuador queremos renovar nuestro compromiso de servicio al Papa Francisco y a la sociedad ecuatoriana, compromiso que se hace tangible en la fe de nuestro señor Jesucristo, en el compartir del evangelio y la promoción de la justicia que se desprende del mismo."

Además, señaló  la vida y el contexto, en el cual dio su vida el P. Emilio Moscoso, S.J. Mártir de la Eucaristía. Agradeció la presencia de Mons. Angelo Cardenal Becciu, representante del Papa Francisco y pidió que le lleve un mensaje  manifestándole "que Ecuador lo ama y ora por él, que sabemos cuánto afecto tiene por nuestra tierra, y que continúe abriendo la Iglesia al Espíritu que actualiza el evangelio en el mundo de hoy."

El 17 de noviembre en la Catedral de Riobamba se celebró una misa de acción de gracias, presidida por Monseñor Parrilla y concelebrada por sacerdotes de la diócesis y de la Compañía de Jesús. Al mismo tiempo, en la Plaza de San Pedro, al finalizar el rezo del Ángelus, el Papa Francisco destacó el ejemplo del nuevo beato mártir de Ecuador padre Emilio Moscoso, quien fue asesinado el 4 de mayo de 1897 en un clima de persecución en contra de la Iglesia Católica.

"Que su ejemplo de religioso humilde, apóstol de la oración y educador de la juventud, sostenga nuestro camino de fe y de testimonio cristiano", dijo el Papa quien pidió "un aplauso para el nuevo beato".

SEMBLANZA

 

Nace en Cuenca (Ecuador) en 1846, noveno hijo de numerosa familia. En esa época Ecuador se hallaba enfrascado en una guerra con Colombia (1840). El gobierno colombiano, que era de corriente liberal antirreligiosa; había expulsado a los jesuitas, quienes vinieron a refugiarse en el Ecuador hacia 1850, expulsión impuesta con el argumento inverosímil de que ¡la expulsión de Carlos III (1767) estaba vigente! y ejerció presiones para que Urbina (presidente entonces del Ecuador) los expulsara del país en 1850. Sin embargo, los jesuitas volvieron al Ecuador en 1862, traídos por García Moreno. El general Mosquera, presidente de Colombia, que veía con malos ojos la política del Ecuador bajo el régimen de García, pretendió invadirlo y efectivamente llegó con su ejército hasta Ibarra. La Compañía de Jesús entonces, sintiéndose amenazada, quiso poner a salvo a sus estudiantes y novicios, enviándoles a Riobamba y al Noviciado a Cuenca.

 

Emilio Moscoso, que tenía entonces 18 años y había iniciado su carrera de leyes en la universidad, pidió entrar en el Noviciado. Fue de los 2 o 3 primeros novicios que ingresaron a Cuenca. Los primeros votos los hizo en la capilla de Santa Mariana de Jesús (que en esa época era beata), por haber retornado el noviciado a Quito. En su juventud se distinguía por su carácter amable. Fue estudiante de leyes en la universidad.

Hace sus primeros Votos en la recién inaugurada capilla de la entonces Beata Mariana de Jesús en el Templo de La Compañía de Quito. Realiza sus estudios de Humanidades, Filosofía, Pedagogía y Ciencias en el Colegio Seminario San Luis, la Casa de Formación del centro histórico de la ciudad, distinguiéndose como buen filósofo, campo en el que ejerció su magisterio eficientemente. Su primer año de magisterio lo realiza en el Colegio San Gabriel de Quito, luego va al Colegio San Felipe de Riobamba y lo culmina en el Colegio de Guayaquil.

 

Vuelve a Quito para los estudios teológicos y es ordenado el 1° de noviembre de 1876. Es destinado para su cuarto año de teología a Payanne (Francia). Realiza la Tercera Probación en Manresa (España), de donde salió más enfervorizado y resuelto a lanzarse al trabajo apostólico.

 

En Lima

Terminados los estudios de Teología y la Tercera Probación en España, es enviado a Lima, entonces Misión Ecuatoriano Peruana, dependiente de la Provincia de Castilla, en España. Llegó al puerto del Callao el sábado 2 de agosto de 1879, ya iniciada la Guerra con Chile, como operario apostólico, junto con los padres Ricardo Cappa, Antonio Salazar, Francisco Fernández y los hermanos Eulalio Morales, Eusebio Cevallos y Manuel Franco. El P. Moscoso estuvo 18 meses en el Perú. No bien llegó a la Residencia y Colegio de la Inmaculada, en la calle Ayacucho 99 (antes Botica de San Pablo), asumió tareas pastorales. La primera de ellas fue la cárcel, para catequizar a inmigrantes chinos, continuando luego en este ministerio. Predicó los tres primeros días de la Novena de Ntra. Sra. del Carmen en la iglesia Matriz del Callao. El 8 de septiembre hizo la Profesión en la capilla del Colegio.

 

Habiendo viajado el P. Garcés a Arica el 2 de noviembre como Capellán de guerra; el P. Moscoso se hizo cargo de las beatas y monjas que él atendía, así como de una de las escuelas dominicales. El 22 de diciembre, a solicitud del obispo auxiliar de Lima, Mons. Bandini, que actuaba por delegación del anciano y enfermo arzobispo Mons. Orueta, fue al hospital de San Bartolomé a atender en confesión a los heridos de la sublevación de Nicolás de Piérola, que no había aceptado el viaje del presidente Mariano Ignacio Prado tras la derrota en la campaña del sur.

El 1° de marzo el Colegio abrió el curso con 4 alumnos internos y 16 semi internos. A pesar de la situación de guerra, se intentaba desarrollar las tareas escolares dentro de los límites de la normalidad, que eran más bien estrechos. Se le encargó ser profesor de ínfima de gramática, aritmética, geografía e historia universal. Esta fue su tarea principal a lo largo del año, además de su presencia y la de todos los padres en los cuarteles y batallones para atender a los soldados. El 12 de diciembre la casa fue tomada y dividida para convertirla en hospital de sangre. Para el 29 se quiso tomar toda la casa para un batallón, pero al encontrar que los padres habían quedado relegados a un pequeño espacio, solo quedó el hospital.

 

De regreso al Ecuador

El jueves 3 de febrero de 1881 el P. Moscoso partió para Guayaquil, rumbo a Quito. En 1889 fue destinado de nuevo a Riobamba, al Colegio San Felipe Neri, con 10 sacerdotes, 5 coadjutores y 2 maestrillos, como ministro de la comunidad, espiritual, profesor de Lógica y Metafísica y director del Apostolado de la Oración, y luego Superior y Rector en 1893. Así, el nuevo beato fue uno de los miles de jesuitas del siglo XIX que se consagraron al ministerio evangelizador de la educación, servicio que cumplió ejemplarmente. Desde el año 1892 y por espacio de cuatro años, el P. Emilio Moscoso fue destinado al Colegio San Felipe. De carácter sencillo y bondadoso, se sentía llamado a la docencia y trato directo con los estudiantes.

 

La revolución liberal

Mientras era Rector, en 1895 se rompe el orden constitucional. En Guayaquil se proclama la Revolución Liberal, que se traduce en leyes y acciones contra la Iglesia y sus fieles. Se controla la predicación, religiosos encarcelados, seglares católicos perseguidos. El General Alfaro marcha hacia Quito y se apodera de la ciudad en 1896 y consolidó su poder, quedando solo pequeños grupos de resistencia en Riobamba y sus alrededores. El gobierno concentró por eso, en este sector, fuerzas militares, y sospechaban por todos lados de movimientos de resistencia. Se produjo el combate entre conservadores y liberales.

 

El martirio

Empezaron de pronto a sospechar y perseguir al Obispo de Riobamba, Mons. Arsenio Andrade, al clero de la diócesis y a los jesuitas acusados de ser promotores de "la resistencia conservadora".

La situación empeoró cuando, a finales de abril de 1897, las autoridades encarcelaron arbitrariamente a Mons. Arsenio Andrade, acusado de conspirar contra el gobierno. Fue apresado también el Superior de los Redentoristas. En la madrugada del 4 de mayo, los militares fieles al régimen con hachas rompen las puertas del templo del Colegio y rompen el Sagrario, tiran al suelo las hostias consagradas, las pisotean, y beben licor en los vasos sagrados. Estos mismos actores pasan al Colegio, hacia la vivienda de los jesuitas.

El P. Emilio Moscoso se encontraba fuera al momento del arresto. Al saber que sus hermanos se encuentran prisioneros dentro del Colegio, ingresa libremente y se entrega solidario a la misma suerte que los otros jesuitas. Los militares llevan a todos al cuartel frente al Colegio. A medianoche los trasladan a otro recinto militar bajo la amenaza de muerte o exilio. Pasan la noche en una inmunda caballeriza. Esa noche el P. Moscoso muestra fortaleza y hasta una alegría desbordante por estar con sus compañeros que ellos notan, que contrasta con su temperamento sereno y tímido. Así, infundía en los demás un coraje espiritual evidente.Por la mañana apareció toda la población en las calles en tumulto pidiendo la libertad de los religiosos y tanta fue la presión popular que lograron que para la tarde fueran liberados, pero no todos, pues a cuatro los detuvieron. Una vez en casa, el P. Moscoso agenció la libertad los otros sin conseguirlo.

Los soldados irrumpen en el Colegio, y el jefe ordena: "maten a todos los frailes": al primero que encuentran en su cuarto orando de rodillas, rosario en mano, es al P. Moscoso a quien le disparan a bocajarro y caído lo rematan. Las mismas manos, que profanaron la Eucaristía, asesinaron al Padre Moscoso., asaltan el Colegio, destruyen las puertas de la iglesia y toman presos a los Jesuitas en su propio colegio.

Ultrajan el cadáver e intentan arrastrarlo por las calles, y tratan de confundir al pueblo, poniéndole en un fusil y balas a su derredor. Para ocultar lo ocurrido, hicieron circular un boletín oficial, el número 4, plagado de mentiras. En el juicio civil, en cambio todos los testigos, militares actores del hecho, confirmaron la verdad y el segundo comandante José Joaquín Merino, el 21 de marzo de 1916, en documento autobiográfico, patético y juramentado, reveló además la identidad de los sacrílegos asesinos.

Desde 1897 nace una devoción muy especial en la Capilla del Colegio San Felipe Neri de la ciudad de Riobamba por el martirio del P. Emilio Moscoso, quien ofrendó su vida por la fe y su profundo amor a la Eucaristía, y el lugar se transformó en el Templo donde se le venera.+