domingo, 18 de marzo de 2018

Señor Crucificado del Rimac, La Historia que no conocías. Enrique Arteaga

ARTEAGA GALLARDO, Enrique Guillermo

Señor Crucificado del Rimac, La Historia que no conocías". (Lima, 2018, 100 pp)

 "Sólo pienso y creo que mientras un rimense tenga fe en el Crucificado, el Señor seguirá recorriendo nuestros barrios. Mientras un rimense desee trabajar por la institución, ésta será cada día más grande; mientras un niño tenga amor al Señor y persiga sus sueños, seguiremos formando hermanos de y así la Hermanad no tendrá fin jamás, es mi mejor consuelo" p.98

Son las últimas palabras escritas con el corazón por quien es su mayordomo general actual, Enrique Guillemo Arteaga Gallardo.

En su prólogo, nos confiesa que sin haber cumplido un año de vida, su madre le ofreció al Señor pidiendo su pronta recuperación de la bronquitis aguda que sufría. En 1983, con 8 años, su tío Coco le llevó a cargar el lienzo original del Seño. Han pasado más de 30 años y en diciembre del 2012 juramenta como Mayordomo con la renovada ilusión de seguir trabajando por el Señor y la Hermandad.

En 100 páginas, distribuidas en 17 capítulos se nos narra de modo sencillo y testimonial la historia del acontecimiento que se inició en 1850 y cada vez se va llenando de vida y devoción.

La milagrosa historia del hallazgo del Señor por Pedro Salazar Quezada. La Iglesia Santa Liberata y sus indulgencias plenarias. El reconocimiento canónico de la Hermandad. ¿Cómo eran las primeras procesiones? El incendio de 1923. Los mayordomos. Los patronatos. Guardianes del Señor. , y muchos otros sucesos que forman parte de la historia de la hermandad que se han podido investigar y corroborar desde 1850.

Confiesa su autor en su face: "No hay nada más hermoso que escribir sobre ti, mi Señor Crucificado del Rimac; y de esta manera contar tu milagrosa y grandiosa historia" (Enrique Guillermo Arteaga Gallardo)

Tuve la suerte de conocer a un gran devoto y miembro de la Hermandad, don Lucho Cabrera (+) quien cargó al Señor por decenas de años y desde sus años infantiles del Oratorio salesiano del Rímac le cobró gran fervor.

El libro nos da la oportunidad de recoger la síntesis de su trayectoria y la mejor historia guardada por sus protagonistas. Dios quiera se animen a recoger más testimonios, a documentar sus procesiones, sus actividades formativas, espirituales, benéficas, la de sus miembros…y, sobre todo, siga creciendo en calidad y cantidad su fervor por el Señor.


Señor Crucificado del Rímac

Señor Crucificado del Rímac

 

Síntesis: Su historia se remonta al año de 1850, cuando el niño del barrio de Limoncillo, Pedro Salazar Quezada, encontró casualmente a orilla de una acequia de aquel lugar un rollo que resultó ser un lienzo al óleo con la imagen de Cristo Crucificado, asistido por la Virgen de los Dolores y Santa María Magdalena. Se conserva y venera en el altar mayor de la iglesia de Santa Liberata, en la Alameda de los Descalzos, cerca del Paseo de Aguas en el distrito limeño del Rímac. Recorre en solemne procesión las calles del distrito la Víspera del Domingo de Ramos y el Viernes Santo. La Hermandad del Señor Crucificado del Rímac fue reconocida canónicamente el 21 de junio de 1883.

 

¿Cómo nació y se propagó la devoción por el Señor Crucificado del Rímac?

 

Era el 2 de febrero de 1850, cuando en circunstancias que se encontraba un niño del vecindario del Barrio del Limoncillo, tratando de dar caza a una mariposa, vio dentro de un hoyo en las orillas del acequión que por allí corría, un pequeño rollo; su curiosidad lo llevó a tomarlo y cual no sería su sorpresa al extenderlo y ver que era un pequeño lienzo al óleo de la Imagen de Cristo Crucificado, la Santísima Virgen de los Dolores y Santa María Magdalena.

 

Pedro Salazar y Quesada, que así se llamaba el niño, de inmediato llevó el hallazgo a su casa del Solar llamado de Lipe o Lipa, entregándolo a su señora madre, quien caída de rodillas no salía de su admiración por la belleza de las imágenes; enterados los vecinos se sumaron a la contemplación que contagiaba a todos los que se detenían a verlas.  (Con el correr del tiempo, aquel niño fue el primer Mayordomo de la Hermandad del Señor Crucificado del Rímac).

 

El fervor religioso de estas gentes sencillas consideró un milagro el hallazgo de la imagen por lo cual en acción de gracias acordaron rendirle culto bajo la advocación de "Señor de Lipa", primero; y luego de "Señor de los Milagros" por su similitud con el de las Nazarenas.  También acordaron celebrar anualmente la fecha del hallazgo.

 

El año de 1863, Su Ilustrísima José Sebastián de Goyeneche y Barreda, Arzobispo de Lima, dispone que la Imagen sea conocida como el "Señor Crucificado del Rímac"; se constituya la Asociación Piadosa de su nombre y que la Pequeña Imagen hallada, sea trasladada a la Iglesia de Santa Liberata, ya que hasta aquel entonces era venerada en el Solar de Lipa.  Con el natural alborozo de los vecinos y devotos hizo su triunfal ingreso a Santa Liberata en el mes de octubre del mismo año.  Debe dejarse constancia, en honor a la verdad histórica, que el lienzo original hallado por el niño Pedro Salazar, es el mismo que en estos días se venera en el Altar Mayor de la Iglesia de Santa Liberata.  El 21 de marzo de 1876, el Arzobispo concedió "La debida Licencia para que se saque la Procesión del Señor Crucificado del Rímac, en las fechas de sus Festividades".

 

Al término de la celebración de la Festividad del año 1923; el martes 3 de abril al medio día, una infausta noticia circula por todo Abajo el Puente y sube hacia la Capital.  En horas de la mañana un voraz incendio ha destruido totalmente las Andas e Imágenes del Señor Crucificado y de Nuestra Señora del Carmen pese a los esfuerzos desplegados para salvarlas.  Luego de la natural tribulación que hace presa de la feligresía, se abre paso el ferviente deseo de reparar el daño para que el Culto del Señor sobreviva.

 

El Arzobispo de Lima, Monseñor Lissón, acogiendo el clamor público decretó la formación de una Comisión Pro-Andas y a contratar la nueva pintura de las Saradas Imágenes, que fueron encargadas a artistas de renombre, como el imaginero Epifanio Alvarez, que hizo la reproducción del óleo del Señor.

 

Hace más de 50 años (precisamente el 28 de setiembre de 1923) fueron bendecidas en la Iglesia de Santa Liberata, las nuevas andas de madera e Imágenes de Señor y de Nuestra Señora del Carmen, que desde entonces recorren cada año las calles del Distrito del Rímac.

 

Hay que señalar además, que el Señor Crucificado del Rímac ha sido declarado Patrón del Distrito, el 15 de enero de 1940.  Asimismo, la Guardia Republicana lo declaró su Santo Patrón, al igual que la Compañía de Bomberos "Rímac" N° 8.

 

En la Cervecería Backus y Johnston, principal centro industrial del Distrito, son muchos los miembros de su personal, que no sólo son fervientes devotos, sino también miembros de la Hermandad del Señor Crucificado del Rímac.

 

La Iglesia de Santa Liberata

Pocas Iglesias, sin duda, pueden preciarse de tan rico historial, como la de Santa Liberata del Rímac, levantada por el fervor popular en 1713.

 

La Iglesia de Santa Liberata fue llamada así en devoto homenaje a la Virgen y Mártir del mismo nombre que se venera en España.

 

Su Altar Mayor se levanta precisamente sobre el hoyo en que fueron halladas 150 Sagradas Formas (hostias consagradas) en 1711.

 

El robo sacrílego del Copón de oro que contenía el Cuerpo del Señor, consagrado en las hostias, conmovió hondamente el sentimiento no sólo de Lima sino de todo el Perú virreinal.

 

Cuenta la historia que el 31 de enero de 1711 (hace de esto más de dos siglos y medio) la autoridad eclesiástica dio a conocer en un Decreto, que se había producido el robo sacrílego de la Iglesia del Sagrario.

 

Con el anuncio se dispuso que se cerrasen todas las Iglesias de Lima y Balnearios, quedando suspendida la administración de los Sacramentos, hasta que fueran recuperadas las Santísimas Formas.  Las puertas de la Catedral y el Sagrario fueron cerradas y enlutadas.

 

El malestar del pueblo era tan grande como su fervor religioso.

 

La noticia de que el ladrón sacrílego había sido capturado, cundió por todos los rincones de la ciudad.  Se sabía que había tratado de vender el Copón de oro tras de deformarlo para no llamar la atención.  Sin embargo, temeroso tal vez de la reacción popular, el ladrón no revelaba donde había escondido las hostias consagradas.

 

Finalmente y ante la presión de las autoridades, el ladrón (cuya identidad nunca fue precisada) admitió haber enterrado las hostias cerca de un matorral donde se encuentra la Alameda de los Descalzos.

 

Un niño, Tomás Moya, que presenciaba la búsqueda identificó al ladrón.  "Yo vi a ese señor el otro día -reveló Moya- que estaba escarbando la tierra junto a aquel árbol y para que yo no viese lo que él hacía me arrojó piedras y me hizo huir..."

 

Realizada la excavación junto al árbol indicado fueron halladas las Divinas Hostias en medio del júbilo general.

 

Se comprobó que, milagrosamente, pese a que en el hoyo había agua y barro, las Sagradas Formas aparecían blanquísimas en su envoltorio de papel.  Todos los que presenciaron el acto cayeron de rodillas en adoración al Santísimo.

 

Las autoridades destacaron varios guardias para cuidar el hoyo donde se produjo el hallazgo.

 

Se organizó entonces una imponente procesión encabezada por el Reverendo Padre Fray Alonso Mesías, quien llevaba el Santísimo bajo palio, mientras en fuentes de plata se llevaban la tierra húmeda, yerbas y agua de la zona donde fueron halladas las Santísimas Formas.

 

Las campanas de los templos repicaron durante tres días en señal de júbilo y el Arzobispo de Lima y Obispo de Quito estableció como desagravio, una visita diaria al hoyo donde fueron halladas las Sagradas Formas.

 

Dos años después de aquel memorable suceso, fue levantada en 1713 la Iglesia de Santa Liberata, consagrada Monumento Histórico y que fuera reconstruida a raíz de los daños sufridos en el terremoto de 1940.

 

http://www.hscr.com.pe/pages/senorcrucificado.aspx

8r K!

jueves, 15 de marzo de 2018

CUANDO AREQUIPA SE CONSAGRÓ AL CORAZÓN DE JESÚS POR LA GUERRA DEL PACÍFICO

Me interesa rescatar la motivación espiritual en las acciones de las personas y los pueblos, por esta razón les comparto este interesante artículo. Lo complemento con algunos textos que pueden ayudarnos a un tema tan apasionante y polémico: El rol de la católica Arequipa en la Guerra con Chile

 

HERRERA COPARI, Alvi H "Una causa espiritual en la Guerra con Chile y la consagración de la diócesis de Arequipa a los Sagrados Corazones" Revista del Archivo Arzobispal de Arequipa n° 11, Arequipa, 2017,  pp.189-222

 

En 1881 se vivía una situación caótica en todo el Perú, sin embargo Arequipa no había sufrido ninguno de sus descalabros político, social, económico ni moral. La Iglesia de la Blanca Ciudad vivirá la coyuntura como es lógico en una institución espiritual de modo espiritual, esto es que "la guerra fue entendida como un castigo divino por culpa del alejamiento del pueblo peruano de la religión del Estado y que la Consagración de la Diócesis de Arequipa a los sagrados Corazones significó la expiación de la culpa, puesta de manifiesto en los acontecimientos de la guerra" p.189

 

Sólo en la batalla de San Juan y Chorrillos se habla de unos cinco mil muertos por parte de Chile, otros tantos para el Perú con alrededor de cuatro mil heridos y dos mil prisioneros.

 

Tanto por la carta del Deán, JG Valdivia, como la del Rector del Seminario y otros documentos de la época nos "muestran quela población arequipeña cree que la guerra es producto de sus pecados y que la consagración de Arequipa servirá para librarla de una acción bélica. Parece que este fue el verdadero propósito del obispo para consagrar su Diócesis" p.197

 

En su "Carta pastoral" de 1881 señala con claridad que la causa de la guerra es espiritual: "El Perú hoy está sometido a una expiación sonorísima: muchas faltas ha cometido…pero a nuestro juicio, la más grave, la más seria de todas sus decepciones, desde hace algunos años, es su olvido más o menos culpable de los principios católicos" (Publicada en El Eco de Arequipa, 1881, pp-34)

 

Mons. Huerta propone tres palabras para revertir la situación: cambio de la situación que posible recobrar la honra de la patria,  reflorecer los sentimientos católicos y obtener así la salvación eterna.

 

La carta pastoral se distribuyó por todas las parroquias e instituciones públicas y privadas, religiosas, civiles y militares mediante una circular para que se adhiriesen a la Consagración programada para el 30 de agosto y precedida por una gran novena. Esto provocó 60 actas de adhesión, con 3918 firmas

 

A partir de enero de 1881, toma de Lima, las acciones buscan reestablecer la paz sin que la resistencia de A.A. Cáceres lograse resultados. En Arequipa, el gobierno establecido por Lizardo Montero desde el31 de agosto de 1882 se convirtió en uno de los últimos reductos de resistencia al régimen títere de Miguel Iglesias, por lo que el ejército chileno preparó una última expedición sobre la ciudad. Un acta suscrita en Paucarpata ofreció la rendición de la ciudad el 29 de octubre de 1883 y luego 8000 hombres ocuparon Arequipa; después de 54 días se retiraron, Arequipa había sido entregada al ejército chileno sin ejecutar la resistencia planeada.

 

"El Obispo entendió que la Guerra con Chile había sido un castigo por culpa de la población peruana que desde la independencia se fue alejando de la religión del Estado.

La consagración sirvió en lo espiritual para poner fin a la guerra y en lo temporal se reflejó con la salvación de Arequipa de una contienda de la envergadura que una guerra pudiera suponer. El Obispo quiso consolidar una idea de paz a cualquier precio en la mentalidad arequipeña" p.211

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Toma de Arequipa

http://razonyfuerza.mforos.com/669699/11785762-expedicion-y-ocupacion-de-arequipa-ffaa-peruanas-arrancan/

La Toma de Arequipa o Expedición a Arequipa, fue la última campaña militar de la Guerra del Pacífico entre Perú y Chile. Un suceso que acaeció entre el 14 de septiembre al 24 de octubre de 1883.

Antecedentes.

Tras la victoria chilena sobre las fuerzas del general Andrés Avelino Cáceres en la batalla de Huamachuco, el gobierno del general Miguel Iglesias se afianzó en Lima y el norte del país, lo que permitió dar paso al inicio de los acuerdos de paz con cesión territorial que terminarían la guerra. Mientras tanto, Cáceres habíase retirado a la ciudad de Andahuaylas, pasando antes por Tarma y Jauja, donde con la ayuda del coronel Justo Pastor Dávila logró formar una columna de 500 hombres regularmente armados y uniformados. Encontrándose el Ejército del Centro en proceso de reorganización en Andahuaylas, Cáceres recibió la visita del Capitán de Navío Camilo Carrillo, ex ministro del gobierno de Francisco García Calderón quien había abandonado al gobierno de Montero en Arequipa, el cual trató de persuadir al general Cáceres tomase mando del Segundo Ejército del Sur que guarnecían dicha ciudad y que constituía el último ejército regular del Perú, garantizándole que su mera presencia bastaría para que las tropas se pronunciaran a su favor y que de otra manera el ejército de Arequipa se perdería irremediablemente sin haber hecho nada por la patria. Cáceres se abstuvo de ceder a sus insinuaciones aduciendo que no quería fomentar luchas intestinas a vista del enemigo y que solo en caso extremo combatiría al gobierno impuesto por las fuerzas de ocupación.[3]


Situación peruana.

Desde el arresto y deportación a Chile del presidente provisorio García Calderón, en Arequipa estaba establecido el gobierno del contraalmirante Lizardo Montero, el cual si bien rechazaba las condiciones de paz exigidas por el gobierno chileno, por razones políticas evitaba cooperar con la resistencia de Cáceres en la sierra central, inactividad que motivó que algunos de sus subalternos abandonaran su ejército para partir a ponerse a órdenes de Cáceres como fue el caso del coronel arequipeño Isaac Recavarren, quien en febrero de 1883 llegó a Tarma procedente de Arequipa con 200 carabinas remignton y un cañón y los coroneles Francisco Luna y Armando Zamudio que luego de la batalla de Huamachuco y contraviniendo las órdenes de Montero marcharon a Andahuaylas, por entonces cuartel general de Cáceres, con 250 hombres perfectamente armados y equipados del ejército de Arequipa.[4]

Para cuando la expedición chilena se preparaba a avanza sobre Arequipa, Montero aún contaba con un considerable ejército estimado en 3.000 soldados regulares y 2.500 de la guardia nacional, convenientemente armados pues durante esos últimos dos años habíase remitido desde Bolivia al menos 8.000 rifles con 250 tiros cada uno, así como una batería de cañones krupp.[5] Además Montero hacia gestiones para que Bolivia volviera a la guerra, habiendo logrado que el presidente Campero movilizara algunas tropas al departamento fronterizo de Puno.


Situación chilena.

En el lado chileno, el presidente Domingo Santa María ordenó consolidar al gobierno de Iglesias acabando con la última autoridad político-militar peruana, contraria a la paz con cesión territorial, localizada en Arequipa y representada por Montero y su gobierno para lo cual ordeno la creación de una División al Vicealmirante y jefe del ejército de ocupación Patricio Lynch. La División fue dejado al mando del Coronel de Artillería José Velásquez Bórquez, organizado con tres batallones de Infantería, dos escuadrones de Caballería y cinco piezas de Artillería de Montaña, con un total 2.200 efectivos. Partiendo desde la ciudad de Tacna se dirigió a Moquegua ciudad que ocupó sin encontrar resistencia. Una segunda expedición parte de Lima con aproximadamente 3.000 hombres, al mando del Coronel Estanislao del Canto debía operar como reserva de Velásquez, embarcándose rumbo a Pacocha y finalmente sobre la marcha a Arequipa se unieron 1.200 soldados de los regimientos Aconcagua y Coquimbo, llegándose a sumar 6.400 hombres a comienzos de Octubre de 1883; sin contar 600 a 700 que al mando del coronel Gorostiaga partieron de Valparaíso para unirse al ejército de Velasquez al final de la campaña.[6]

De manera simultánea el mando chileno envía a la vez una última expedición a la sierra encabezada por el coronel Martiniano Urriola con el propósito de obstaculizar una eventual reorganización militar peruana en los departamentos de Junín, Huancavelica y Ayacucho, área donde Cáceres y sus guerrillas aún operaban.


Toma de Arequipa.

El Ejército de Montero enterado del avance del Ejército Chileno, despliega posiciones defensivas en los alturas que rodean Arequipa. A la reunión de las divisiones chilenas, estas emprenden la marcha, pasando por Moquegua, Los Angeles y el pueblo de Moromoro, sin encontrar resistencia.

El Contralmirante Lizardo Montero y su segundo el Coronel Cesar Canevaro, dividen sus fuerzas, organizándolas en puntos estratégicos desplegando el ejército regular en los altos de Huasacache y Jamata mientras la guardia nacional permanecía acuartelada en la ciudad. Unos 1.500 efectivos esperarían al enemigo en Huaracochi, si eran vencidos, se reorganizarían en el pueblo de Puquina, a las puertas de Arequipa, junto con el resto de los efectivos peruanos.

Al amanecer del día 22 de octubre el coronel Velasquez ordenó al comandante de la primera división de su ejército Vicente Ruiz avanzara con el batallón Santiago, un escuadrón de caballería y una pieza de artillería sobre la altura de Huasacache, la que al promediar las ocho de la mañana logró escalar en sus tres cuartas partes a pesar de recibir el fuego de los defensores parapetados en sus alturas, el que no le ocasionó bajas y solo respondió con tres tiros de artillería con la finalidad de medir distancias tras lo cual se retiró. Hasta el anochecer del mismo día, el Coronel Velásquez, organiza algunas tropas para el reconocimiento de la derecha e izquierda de las posiciones peruanas, maniobras que a su juicio preocuparon vivamente a los defensores pues estos considerándose estar siendo flanqueados no dejaron de hacer un vivo fuego sobre las tropas chilenas el cual sin embargo por la distancia no resultó efectivo.[7]

Mientras tanto el Contralmirante Lizardo Montero, se había retirado a la ciudad, siendo que ante los pedidos de refuerzos del coronel Francisco Llosa, jefe del batallón Constitución desplegado en los altos de Huasacache ordenó la retirada con dirección a Arequipa para después atacar, según le informo a Llosa el coronel José Godinez jefe del campamento de Chacahuayo. Las maniobras Coronel Velásquez lograron rodear por ambos flancos las posiciones peruanas siendo que en horas de la madrugada del día 23 los defensores abandonaron sus posiciones. Con ello las tropas chilenas quedaron en posesión de las líneas defensivas peruanas desplegando su infantería y artillería en ellas y amenazando ahora la misma ciudad de Arequipa.

Al saberse estos sucesos en la ciudad se suscitaron escenas de convulsión social. El 24 de octubre el Municipio de Arequipa a instancias de un grupo de vecinos notables pidió a Montero que no se combatiese dentro del recinto urbano de la ciudad, a lo que este respondió que combatiría en el mismo templo si fuera necesario, sin embargo (cobardemente) paralelamente Montero pretendió trasladar el ejército y el material de guerra por el ferrocarril a la ciudad de Puno lo que causó el desagrado de la guardia nacional y el pueblo arequipeño. El 25 de octubre convocó Montero a la ciudadanía en la plaza de armas manifestando que "si el pueblo así lo quería, se haría resistencia en la ciudad", siguieron discusiones acaloradas, el teniente alcalde la ciudad Diego Butrón que era partidario de la paz fue muerto de un disparo, la noticia que Montero abandonaba la ciudad hizo que una muchedumbre armada asaltara la estación del ferrocarril destruyendo algunas de las instalaciones y desenrielara parte de la vía férrea, mientras Montero recorría los cuarteles tratando de restaurar el orden en la guardia nacional siendo recibido a tiros de cuyas resultas murió uno de sus ayudantes y hubo de abandonar al idea de usar el ferrocarril retirándose por el otro extremo de la ciudad, primero al pueblo de Chiguata y luego a Puno.


El acta de Paucarpata.

La ciudad fue entregada el 29 de octubre de 1883 al Coronel Velásquez por el cuerpo consular de la ciudad encabezado por Enrique Gibson. El acta respectiva fue suscrita en el pueblo de Paucarpata comprometiéndose el coronel Velasquez a llevar a cabo la ocupación bajo el respeto a los principios del Derecho de Gentes y la Municipalidad de Arequipa a garantizar el desarme de los ciudadanos y la no comisión de actos hostiles contra las fuerzas de ocupación.


Consecuencias.

En medio de esta expedición, el 20 de octubre de 1883 se firma el Tratado de Ancón dando por término a la guerra.

La ocupación de Arequipa por el Coronel Velásquez tuvo el objetivo principal de eliminar la autoridad política de Lizardo Montero y asegurar la de Iglesias. Montero al salir de Arequipa escapo a Puno con algunos subalternos pasando después a Bolivia y Argentina para luego embarcarse a Europa-

En noviembre de 1883, enterado de la caída de Arequipa y del acuerdo de Ancón, el coronel Martiniano Urriola decidió abandonar el escenario de la Sierra Central al ya haberse logrado los objetivos militares y geopolíticos de la guerra. Aunque a pesar de esto todavía seguirían algunas escaramuzas entre fuerzas chilenas y peruanas.

Las tropas del Ejército chileno ocuparon la ciudad de Arequipa de 1883 a 1884.


Bibliografía.

  • Carlos Gispert (2000) -Enciclopedia de Chile, Diccionario, Tomo 1. Editorial OCEANO. ISBN: 84-494-2336-8


Referencias.

  • Gonzalo Bulnes, "Guerra del Pacífico " - Volumen 3, pág. 292
  • Jorge Basadre, "Historia de la República del Perú", Tomo VIII, pág. 1970
  • Andrés A. Cáceres, "Memorias de la Guerra del 79", págs. 243 y sgts.
  • Andrés A. Cáceres, "Memorias de la Guerra del 79", págs. 243 y sgts.
  • Jorge Basadre, "Historia de la República del Perú", Tomo VIII, pág. 1970
  • Gonzalo Bulnes, "Guerra del Pacífico " - Volumen 3, pág. 292
  • Ahumada Moreno, "Guerra del Pacífico", Tomos VII y VIII, pag. 368 y sgts.
  • https://es.wikipedia.org/wiki/Toma_de_Arequipa

Interesante detalle: 

(...)

Ante la inminente ocupación, el cuerpo consular, integrado por empresarios que vivían en Arequipa, entre ellos Enrique Gibson, dialogaron con Montero para que evite enfrentamientos dentro de la ciudad. Este rechazó el  pedido, sin embargo ordenó el desarme de la Guardia Nacional, integrada por civiles arequipeños. Los soldados tomaron el acto como traición.Ello desató una rebelión y el caos de la población, que terminó con la huida del dignatario y el abandono de la ciudad a su suerte. A su huida, las picanteras le lanzaban agua hirviendoque utilizarían para la preparación de la chicha de jora. como señal de repudio.

El 27 de octubre, Enrique Gibson(que era representante del cuerpo consular que negocio, integrado por empresarios que vivían en Arequipa), envió una carta al jefe de la expedición chilena, José Velásquez, para sostener una reunión en Paucarpata, antes que ocupe la ciudad. La cita concluyó con un acta que decía:"que a causa de la retirada del Ejército (peruano) y el abandono del gobierno,el pueblo de Arequipa se vio en la necesidad de reorganizar sus autoridades, adhiriéndose a la causa de la paz por creer imposible su resistencia (…) por lo que representantes de Arequipa ponen la ciudad a disposición del jefe del Ejército Chileno, esperando que se ciña a los principios de derecho de gentes". Iglesias había firmado nueve días antes el Tratado de Ancón. 

https://issuu.com/municipalidadprovincialdearequipa/docs/fragmentos_para_escribir_la_histori

http://larepublica.pe/archivo/767834-arequipa-y-la-leyenda-negra-durante-la-guerra-con-chile

Elizabeth Huanca Urrutia

Arequipa

El 12 de setiembre de 1983, la extinta revista Oiga publicó un artículo anónimo: "Arequipa se rindió sin luchar con los chilenos". El informe denunciaba que el pueblo arequipeño permitió el ingreso e instalación de la tropa "enemiga" a la ciudad sin oponer resistencia.  

El informe del semanario se apoyó en cartas de excombatientes de guerra que aseguraban una supuesta cobardía de los arequipeños durante la toma de la ciudad, el 29 de octubre de 1883. Para el historiador arequipeño Juan Guillermo Carpio Muñoz, esta versión carece de veracidad, tiene vicios y vacíos aberrantes.  

 "La leyenda negra de Arequipa no tiene ningún fundamento (…) quienes dicen eso son ignorantes de la historia", afirma tajante Carpio Muñoz, mientras conversamos en el cuarto piso de su casa ubicada en el barrio de San Lázaro. Desde ahí se observa la cúpula de la Iglesia San Agustín. Este recinto sirvió como caballeriza para los chilenos cuando ocuparon Arequipa entre 1883 y 1884. Este templo no fue el único vejado durante la guerra, los chilenos levantaron sus cuarteles en iglesias de Sachaca y TiabayaPermanecieron 300 días en la ciudad.  

AREQUIPA Y LA GUERRA
El 25 de octubre de 1883, la  Ciudad Blanca era tierra de nadie. Había desorden y caos en las calles. El alcalde Diego Butrón fue asesinado por una turba de enloquecidos pobladores. Butrón apoyaba la corriente de ceder territorio a Chile  a cambio de la paz. Por eso lo mataron, dice Carpio Muñoz.

Sin embargo, dos días antes, el ministro arequipeño Mariano Nicolás Valcárcel, firma una carta que comunica el acuerdo entre autoridades militares y de gobierno que residían en la ciudad.Harían resistencia a la ofensiva chilena.

Inexplicablemente, los planes cambiaron. De acuerdo a Carpio Muñoz, el 26 de octubre los militares liderados por el contraalmirante piurano y vicepresidente del Perú, Lizardo Montero, huyeron a Punodejando a la ciudad desguarnecida. "Lo que hubo en Arequipa no fue cobardía, lo que hubo fue desconcierto, confusión y falta de un plan para defenderla", señaló el exdiputado Javier de Belaunde, en un reportaje de octubre de 1983, hecho por "Caretas", que  mostró la otra cara de la versión de Oiga.

AREQUIPA Y LA GUERRA
Según Carpio Muñoz, luego que el Ejército Chileno ocupó Lima en 1881, buscó sin éxito un tratado de paz que consagrase sus ambiciones territoriales (apropiarse de Arica, Tarapacá y Tacna). Entonces propició una Junta de Notables que el 22 de febrero de ese año eligieron al jurista arequipeño Francisco García Calderón como presidente del Perú. Este no favoreció los planes chilenos y buscó mantener la integridad territorial. Por ello lo apresaron y enviaron a Chile el 6 de noviembre. Días antes de su caída, García designó a Lizardo Montero como vicepresidente. Este decidió establecer su gobierno en Arequipa, ungida como capital del Perú debido a su posición estratégica. Montero ingresó junto a otros militares a la ciudad sureña el jueves 31 de agosto de 1882. Ese mismo día, el general cajamarquino, Miguel Iglesias –jefe militar del Norte- se rebeló contra Montero. Su acto, conocido como el grito de Montánplanteaba el reconocimiento de la derrota de la guerra y la firma de la paz con cesión de territorio

El hecho fue condenado por varios pueblos, incluido Arequipa, que se negaron a aceptar la mutilación de la patria. Montero vivió 14 meses en la ciudad. En ese lapso, a decir de Carpio, la población se organizó para mantener a las tropas peruanas y los militares. "Arequipa jugó un papel heroico fundamentalParticipó de forma activa en la campaña del sur, con varios batallones de jóvenes y mantuvo al gobierno de Montero", remarca el historiador. 

En setiembre de 1883, el ejército enemigo decidió tomar la Ciudad Blanca. Montero, pese a aseverar que harían resistenciausó tácticas de defensa desconcertantescomo ordenar el retiro de tropas asentadas en Moquegua, lo que permitió el avance de los chilenos hacia territorio mistiano.

Ante la inminente ocupación, el cuerpo consular, integrado por empresarios que vivían en Arequipa, entre ellos Enrique Gibson, dialogaron con Montero para que evite enfrentamientos dentro de la ciudad. Este rechazó el  pedido, sin embargo ordenó el desarme de la Guardia Nacional, integrada por civiles arequipeños. Los soldados tomaron el acto como traición. Ello desató una rebelión y el caos de la población, que terminó con la huida del dignatario y el abandono de la ciudad a su suerte. A su huida, las picanteras le lanzaban agua hirviendo que utilizarían para la preparación de la chicha de jora. como señal de repudio.

El 27 de octubre, Enrique Gibson envió una carta al jefe de la expedición chilena, José Velásquez, para sostener una reunión en Paucarpata, antes que ocupe la ciudad. La cita concluyó con un acta que decía: "que a causa de la retirada del Ejército (peruano) y el abandono del gobierno, el pueblo de Arequipa se vio en la necesidad de reorganizar sus autoridades, adhiriéndose a la causa de la paz por creer imposible su resistencia (…) por lo que representantes de Arequipa ponen la ciudad a disposición del jefe del Ejército Chileno, esperando que se ciña a los principios de derecho de gentes". Iglesias había firmado nueve días antes el Tratado de Ancón. 

 

Los mártires de Quequeña y la Higuera en Cayma

Dos pruebas concretas de que Arequipa se mantuvo rebelde a la ocupación de Chile son los episodios de Quequeña y Cayma.
El primero ocurrió el 24 de noviembre de 1883, cuando el sargento Francisco Agustín Román y dos soldados (Juan Fernández y Francisco Valdebenito)intentaron abusar de una pobladora de Quequeña. Los lugareños, mataron a dos de ellos y el tercero huyó con vida. El hecho tuvo represalias y concluyó con el fusilamiento de seis pobladores. Otro hecho involucra a los mártires de la Higuera: Ángel y Pío Talavera, Mariano Huanqui y Mariano Huamán, asesinados por soldados al resistirse al robo de sus animales y ganancias. El hecho ocurrió en Cayma. "La población vivió con rabia los días de ocupación, por eso es un error decir que hubo sumisión", comenta Carpio. 

Añade que Arequipa ofreció héroes como Manuel Ugarte, Isaac Recabarren, Clodomiro Chávez, Sebastián Luna, Carlos Llosa (pariente de MVLL), Juan Antonio Portugal, Mariano Bustamante, Manuel Jesús Osorio. etc.   

 

 

 

 

 

 

 

 


domingo, 11 de marzo de 2018

SANTO TOMÁS DE VILLANUEVA, IV CENTENARIO DE SU BEATIFICACIÓN

El P. Javier Campos, OSA, que tanto y tan bien ha escrito sobre Santo Tomás de Villanueva nos ha convocado para una publicación.

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Estamos celebrando el 400 aniversario de la Beatificación de fray Tomás de Villanueva (1486-1555), agustino y arzobispo de Valencia (Paulo V, 7 de octubre de 1618).

El pasado 25 de noviembre del 2017 se conmemoró el 500 aniversario de su profesión religiosa en el convento de San Agustín de Salamanca. Muchos saben que hace poco la Santa Sede ha aceptado la petición del episcopado español, algunos prelados hispanoamericanos y la Federación de Agustinos Españoles, para que se declare a Santo Tomás de Villanueva Doctor de la Iglesia. La Congregación para la Doctrina de la Fe ha comenzado a estudiar los escritos del santo dando curso a la petición.

El Cardenal Antonio Cañizares, valenciano y cardenal-arzobispo en Valencia, no pierde ocasión de ponderar su gran magisterio y santidad, impulsando su doctorado

https://www.aciprensa.com/noticias/cardenal-destaca-importancia-singular-de-santo-tomas-de-villanueva-45663

Para familiarizarnos con el santo que vivió en mi tierra de Salamanca les comparto un resumen del P. Javier Campos, OSA en http://agustinosmadrid.com/conocernos/orden-de-san-agustin/galeria-de-retratos/santo-tomas-de-villanueva-1486-1555/ y por otra, el estupendo libro del también agustino P. Ángel Peña, OAR

Santo Tomás de Villanueva (1486-1555)

Fuenllana (Ciudad Real), 1486-Valencia, 8-IX-1555. Universitario, Agustino y Arzobispo de Valencia.

Familia y formación

Hijo primogénito de Tomás García y Lucía Martínez de Castellanos, hidalgos de Villanueva de los Infantes, partido y vicaría del Campo de Montiel, provincia de La Mancha, en la corona de Castilla, donde la familia tenía una posición económica desahogada, permitiendo a algunos de sus miembros estar vinculados con las Órdenes Militares y dedicarse al gobierno municipal; fueron cinco hermanos. Por una epidemia de peste su madre se marchó a la villa próxima de Fuenllana, de la que procedía, hasta dar a luz y que cesase el peligro y la angustia que ocasionaba ese mal; poco tiempo después regresó a Villanueva, en la que transcurrió su infancia.

De su madre aprendió las virtudes domésticas, a nombrar a la Virgen María y a llevarla en su corazón, como demostrará el resto de su vida; de su padre adquirió la misericordia para con los necesitados. La caridad como justicia, pero también como limosna y como entrega personal al necesitado, fue práctica y dedicación constante. La puerta de su casa solariega siempre estuvo abierta -aún antes de llamar- para socorrer a los necesitados; siendo muy niño volvió a casa varias veces vestido de harapos porque su ropa la había entregado a los pobres; otro día, estando sólo en casa, ante la petición angustiosa de unos necesitados, y no teniendo nada que ofrecerles, fue entregando, uno a uno, los pollos que había en el corral.

Recibió las primeras letras en su pueblo en el recién fundado convento de San Francisco, donde su madre -y posteriormente él mismo siendo arzobispo- creó una obra pía y allí se erigió el panteón familiar; también debió realizar allí los estudios iniciales de latinidad y principios de lógica, hasta que con 15 ó 16 años se trasladó a Alcalá (1501 ó 1502) donde cursó el ciclo de humanidades. En la recién fundada Universidad cisneriana estudió Artes, graduándose de Bachiller en 1508, pocas semanas antes de que se inaugurase el Colegio Mayor de San Ildefonso (1508), en el que pocos días después ingresa para completar su formación curricular: Maestro, en 1509, y Catedrático, en 1512.

Agustino

Refieren muchos testigos y biógrafos que la Universidad de Salamanca le ofreció una cátedra pero, descubriendo que Dios le quería en otros claustros, el 21-XI-1516 tomó el hábito en el convento de San Agustín de la ciudad del Tormes, día de Ntra. Sra. de la Presentación, profesando el día 25-XI-1517, pocos días después de que su hermano Fray Martín Lutero clavara las 95 tesis en la puerta de la capilla de la Universidad de Wittenberg, comenzando una curiosa existencia en paralelo estos dos agustinos, súbditos del César Carlos.

En diciembre de 1518 es ordenado sacerdote, celebrando su primera misa el día de Navidad (Ntra. Sra. del Parto); a partir del año siguiente comenzará su vida pública de servicio a la Iglesia y a la Orden de San Agustín, ostentando los cargos de prior de Salamanca (1519 y 1523), visitador provincial (1525), prior de Burgos (1531), primer superior Provincial de la provincia de Andalucía (1526), y posteriormente de Castilla (1534), revisor nacional de bibliotecas conventuales (1536); parece ser que renunció al arzobispado de Granada y, en virtud de santa obediencia, acepta el de Valencia, el 5-VII-1544 (Ntra. Sra. de las Nieves).

Como religioso destacó por la humildad y la obediencia con las que aceptó las misiones y trabajos que le encargaban los superiores; posteriormente fue ejemplar por su actitud de servicio con la que ejerció la autoridad, recordando el mandato de la Regla de San Agustín de vivir "no como siervos bajo la ley, sino como seres libres dirigidos por la gracia" (cap. VIII, 48). Es conocido por su amor a la Virgen, como demuestran sus escritos, y por la piedad de sus predicaciones; fueron famosos los sermones predicados en la catedral de Salamanca en la cuaresma de 1521. Cuando se autoriza a los agustinos a fundar el convento de Madrid -San Felipe el Real, 1544- es con la condición de que Fray Tomás de Villanueva resida en él o venga a predicar todas las cuaresmas; el propio emperador y la emperatriz acudían en Valladolid a escucharle, aceptando que el santo no les recibiese porque antes era prepararse para exponer con dignidad y con unción la palabra de Dios. Como superior provincial se ocupó porque los religiosos viviesen el precepto máximo de la Regla agustiniana: "Y lo primero para lo que os habéis reunido en comunidad es para vivir unánimes teniendo una sola alma y un sólo corazón en Dios" (cap. I, 3); fomentó con especial interés el espíritu misionero, propiciando el envío de religiosos a los territorios americanos para difundir la luz del Evangelio.

Arzobispo de Valencia

La diócesis de Valencia para la que fue nombrado pastor en 1544 era una sede amplia, compleja y con problemas estructurales: tenía una enorme población morisca, mal integrada, peor convertida y en muchos casos explotada por miembros de la nobleza como trabajadores agrícolas; la reiterada ausencia de los anteriores prelados, había ocasionado un vacío de autoridad, dejando a la comunidad cristiana sin pastor que la guiase, sin padre que la guardase, sin voz que les animase, sin luz que les iluminase; el relajado ambiente moral del clero era un fenómeno habitual y extendido; la falta de un centro donde los jóvenes aspirantes al sacerdocio se formasen humana, cultural y espiritualmente, hacía que los niveles de estos futuros ministros no alcanzasen la cota mínima que cabía esperar para que pudiesen cumplir con dignidad la misión a ellos confiada…

Con humildad, oración y penitencia, cambiará el rostro de aquella comunidad a él encomendada; calladamente, con constancia y dedicación, irá rigiendo, enseñando y santificando. Gritará en sus sermones por la convocatoria de un concilio que reforme a la Iglesia universal, en la cabeza y en los miembros, y verá con gozo la convocatoria de Trento; también anticipándose a la creación de los Seminarios conciliares fundaría el Colegio de la Presentación (1550), donde se recogía el espíritu universitario alcalaíno que había vivido en su juventud añadiéndole el ideal de vida evangélica que debe animar a todo apóstol de Cristo. Para tener un conocimiento real de la archidiócesis valenciana, nada más llegar realizó una minuciosa visita pastoral (1545), y acto seguido convocó un Sínodo provincial (1548), para poner a la Iglesia de Valencia en sintonía con el espíritu de Dios, que llena el corazón de los hombres, insistiendo en la práctica sacramental, que vigoriza a los miembros de la comunidad cristiana, y reafirmando la disciplina eclesiástica que ordena y da cohesión a la diversidad de miembros de la Iglesia militante.

En momentos donde se quería controlar a la jerarquía eclesiástica por la fuerza moral que tenía ante el pueblo defendió la inmunidad de la Iglesia frente a las intromisión del poder civil al que se tuvo que enfrentar en situaciones delicadas; especialmente grave fue el choque con el Gobernador y sus colaboradores, en 1548-1549, al que excomulgó y puso la "cessatio a divinis" en todas las iglesias de Valencia. Con igual justicia corrigió -y castigó- a los clérigos, buscando el arrepentimiento espontáneo que sanaba más eficazmente el miembro enfermo.

Amor a los pobres

Mantuvo una especial predilección por los pobres, las huérfanas y los niños abandonados, especialmente estos últimos, que por su desvalimiento no podían sobrevivir y ser criados con dignidad, llegando a tener habitualmente más de medio centenar, que alimentaba, vestía y educaba; los primeros de mes visitaba las dependencias donde se criaban y a las amas que los cuidaban, interesándose por su desarrollo y salud.

Se consideró administrador de los bienes de ellos, a los que, por justicia, debían volver; esta actitud le llevó a vigilar con especial cuidado los gastos del arzobispado, pensando que todo los que no fuese estrictamente necesario era un robo que se hacía a los pobres. Daba sin humillar, corregía sin ofender, enseñaba sin herir. Anualmente entregaba en limosnas casi las tres cuartas partes de las rentas del arzobispado. La austeridad de costumbres, en su persona y en el palacio arzobispal, la sencillez del vestido, la frugalidad de la mesa, la humildad del ajuar, lo reducido del servicio, la piedad de vida, la mansedumbre en el trato… Son muchas las noticias que nos han llegado de su sobriedad de vida y del ejemplo que daba a los que le conocieron y trataron. Procuró ayudar económicamente a los padres de familia en paro para que ejerciesen el oficio que conocían, estimulándose en salir adelante con su trabajo y no se acostumbrasen a vivir con la limosna que recibiesen. Con su limosnero y dos criados solía salir semanalmente para ver y atender a los enfermos necesitados de las parroquias, pagando un boticario, un cirujano y dos médicos; también entregaba personalmente limosna a los pobres una vez a la semana; las puertas del palacio se abrían todos los días para dar un plato de comida caliente a los necesitados, y una moneda, llegando algunas veces a ser más de cuatrocientos.

Predicador

Oraba y estudiaba; sus sermones han quedado como ejemplo de buena catequesis -por la concisión en el mensaje, la sencillez en la exposición, y la unción religiosa del contenido-, basados en la Sagrada Escritura y en los Santos Padres, especialmente San Agustín, del que siempre se esforzó por ser reflejo de su luz, eco de su voz, discípulo de su pensamiento y heredero de sus ideales. Posteriormente serán también elogiados como piezas de calidad literaria. De intensa vida espiritual y profundo amor mariano, la Virgen María marcó los momentos principales de su vida, y a ella están dedicadas el mayor número de sus "Conciones".

Muerte y canonización

El Cristo de su oratorio fue el amigo íntimo al que confiaba el gobierno de la diócesis y del que sacaba ejemplo y fuerzas para cumplir con su misión; esa imagen será la que le anuncie la inminente muerte para el día de la Natividad de María. Se apresuró a ponerse a bien con los pobres, que era la forma de poder justificarse ante Dios de una correcta administración de los bienes; dejó pagado el sustento de un año y el salario de las amas de cría de los niños abandonados; ordenó al tesorero y al limosnero del arzobispado que entregasen urgentemente a los pobres todo el numerario que hubiese en las arcas del arzobispado, ya que deseaba morir sin poseer nada; después fue repartiendo las pertenencias de su casa y, en un último gesto de desprendimiento, entregó la cama en la que estaba a un criado, pidiéndosela prestada para morir, como ocurrió el día 8 de septiembre de 1555. Fue beatificado por Pablo V, el 7-X-1618, y canonizado por Alejandro VII, el 1-XI-1658, organizándose en muchas ciudades de España e Hispanoamérica importantes celebraciones conmemorativas según el modelo de fiesta barroca.

La figura de Fray Tomás de Villanueva pronto se popularizó y fue aclamado como "Padre de los Pobres"; así lo fijó la iconografía basándose en la imagen que se mostró en Roma en el tapiz de la basílica de San Pedro el día de su canonización: vestido de agustino y con los atributos pontificales de su oficio -capa pluvial, palio, báculo y mitra-, con una bolsa en la mano y entregando unas monedas a los pobres. De esta forma lo encontramos en la serie de lienzos que Murillo pinta para el convento de agustinos y de capuchinos de Sevilla, hoy repartidos por los museos de Sevilla, Munich, Cincinnati, Estrasburgo, Los Ángeles, Londres y Florida. Los grandes maestros del Barroco difundirán esa imagen de Santo Tomás por importantes ciudades del mundo; existen lienzos de Carreño, Cerezo, Juan de Juanes, Maella, Fancelli, Coello, Zurbarán, Ribalta, y lo mismo harán los escultores y grabadores.

La devoción a Santo Tomás de Villanueva arraigó pronto en muchas partes del mundo y bajo su advocación se han puesto muy diversas instituciones: la Congregación de Religiosas de Santo Tomás de Villanueva, de Mons. Le Proust (Francia), cofradías y hermandades de caridad, la parroquia de Castelgandolfo (Italia), el Hospital General de Panamá, la Universidad de La Habana (Cuba), St. Thomas University (Miami, Florida), Villanova University (Pensilvania), alguna de ellas regentada por comunidades de agustinos, quienes proclamaron a Santo Tomás como patrón de los estudios de la Orden, proponiéndolo como modelo: por el estudio se llega a Dios y una vez que se posee a Dios hay que tornar a la sociedad para mostrarlo, en el lugar donde se viva. Y este camino se enriquece y afianza con la oración, la sobriedad de vida y la austeridad de costumbres.

Mensaje para hoy

Hay en la época de Santo Tomás unas situaciones cuyas raíces no son tan ajenas a nosotros, ni sus motivaciones están tan distantes de nuestros problemas, aunque las formas, el espacio y las soluciones sean diferentes.

Sin embargo, cuando nos encontramos con el problema de la pobreza y la solidaridad como respuesta de justicia al desigual reparto de los bienes; cuando experimentamos que la oración es el camino directo para la contemplación de Dios; cuando vemos la preocupación que tuvo por la formación humana, intelectual y moral de los sacerdotes, como vía segura para mejorar su imagen y su misión pastoral; cuando escoge la predicación y la catequesis como formas de evangelizar al pueblo; cuando descubrimos que el servicio a la Iglesia diocesana fue su primera tarea y ocupación de obispo; cuando leemos en sus obras que la vocación a la santidad es una invitación que hace Dios a todos los bautizados; cuando aceptamos que la Iglesia necesita renovarse porque su misión es preparar los caminos del Señor y acercar a las gentes al Dios que salva y libera… Y todo ello, hecho por amor y desde el amor.

Cuando comprobamos esto, y lo vemos vivido por Santo Tomás de Villanueva, en la primera mitad del siglo XVI, comprendemos por qué su figura y su mensaje son actuales.

JAVIER CAMPOS, OSA

 http://www.libroscatolicos.org/index2.htm

Santo Tomás de Villanueva P. ÁNGEL PEÑA O.A.R.

SANTO  TOMÁS  DE  VILLANUEVA

LIMOSNERO  DE  DIOS

INTRODUCCIÓN

Santo Tomás de Villanueva fue un santo agustino del siglo XV-XVI a quien Dios regaló muchos carismas y dones sobrenaturales, pero lo que más lo distinguió fue su amor a los pobres. Ellos eran parte de su familia y, siendo arzobispo de Valencia, todas las rentas del arzobispado, exceptuando una parte para pagar a los empleados o para su sustento, las empleaba principalmente en ayudar a los pobres. Decía que las rentas del arzobispado eran sagradas, porque eran de los pobres. Por eso, al morir, no quiso dejar nada propio y mandó dar a los pobres hasta el último céntimo, y todos los muebles, incluida la cama en que estaba muriendo.

Fue una persona eminente con grandes dotes intelectuales, profesor de la universidad de Alcalá e invitado como       profesor a la universidad de Salamanca.

Como religioso ocupó altos cargos, siendo dos veces Provincial. Era muy estimado del general de la Orden y del emperador Carlos V, de quien era predicador y consejero especial.

Como arzobispo de Valencia, no sólo fue el padre de todos los pobres, sino también de los clérigos, a quienes corregía con amabilidad. Fundó el Colegio de la Presentación para la formación de sacerdotes, salidos de familias humildes. También fundó una especie de Hospicio para los niños abandonados y organizó un Sínodo para la reforma de las costumbres.

Al morir, todos, ricos y pobres, lo lloraron, sintiendo que habían perdido a un verdadero padre, pues para todos tenía palabras de consejo y a todos amaba, preocupado por la salvación de sus almas.

Sus grandes milagros en vida y después de su muerte hicieron de su tumba un lugar de peregrinación y todos lo invocaban como a un santo, incluso antes de ser beatificado. Que él nos conceda amar al Señor con todo nuestro corazón y nos estimule a seguirlo por el camino de la santidad.

 

 

ÍNDICE GENERAL

 

 

INTRODUCCIÓN

 

Situación social.  

Sus biógrafos.

Sus padres. Su infancia.

Alcalá de Henares.

Religioso y sacerdote.

Cargos en la Orden.

Dones extraordinarios

Arzobispo de Valencia.

Padre de los pobres.

Padre de los niños abandonados.

Espíritu de pobreza.

Corrección fraterna.

Dones extraordinarios a) Profecía

b) Bilocación  c) Don de consejo

d) Poder contra los demonios

e) Éxtasis f) Milagros en vida

Última enfermedad y muerte

Apariciones. Milagros después de su muerte

Beatificación y canonización 

Sus obras. Sus restos. Reflexiones

 

CONCLUSIÓN

CONCLUSIÓN

 

Después de haber leído la vida de santo Tomás de Villanueva, podemos decir que fue un santo extraordinario, en cuya vida resplandeció de modo especial el aspecto divino de la caridad. Por eso, le han llamado siempre el limosnero de Dios. Y se le acostumbra a representar dando limosna a los pobres.

 

Pocos santos hay en los que resplandezca de un modo tan brillante este aspecto de la caridad cristiana especialmente con los pobres.

 

Por otra parte, su amor a Jesús Eucaristía le hacía quedarse arrobado muchas veces durante la celebración eucarística. También se distinguió por su amor a María y decía con emoción que las principales fechas de su vida habían tenido lugar en fiestas marianas.

 

Su vida ha iluminado muchas conciencias a los largo de los siglos, ojalá que nosotros también seamos iluminados con su luz para seguir a Cristo con todo el corazón, a tiempo completo y para siempre.

 BIBLIOGRAFÍA