lunes, 30 de octubre de 2017

UNA IMBORRABLE INSPIRACIÓN DIVINA. Antología de la procesión del Señor de los Milagros de Nazarenas (1900-2016)

Carlos Hiraoka Torres-Luis Farfán Gianelli UNA IMBORRABLE INSPIRACIÓN
DIVINA. Antología de la procesión del Señor de los Milagros de
Nazarenas (1900-2016) Lima 2017, 510 pp

Acabo de estar en la estupenda presentación de esta magna obra,
antología de escritos y fotos en torno a cuatro capítulos: I. El
inicio, la huella de Dios. II. ACogimiento del culto y de la devoción.
III. La procesión en los años 1900 a 1950. IV. La procesión en los
años 1950 al 2000. Miscelánea: Fotos, pinturas, caricaturas,
bibliografía.
Entre los numerosos textos seleccionados en la antología, les comparto
el titulado
"¡Avanti, fratelli! El Señor de los Milagros en el Vaticano" pp.447-8,
de Lourdes Gómez, en ese momento periodista del Diario "Ojo", hoy
directora de CORREO MARIANO.

SAN JUAN PABLO II en el PERÚ

Especiales
SAN JUAN PABLO II en el PERÚ
Crónica de las visitas del "Papa peregrino" al Perú, en 1985 y 1988.



Por Dr. José Antonio Benito Rodríguez
Director del CEPAC UCSS


A propósito de la próxima visita del Papa Francisco al Perú, es
oportuno recordar las primeras visitas de un pontífice a esta tierra
que ha dado grandes frutos de la evangelización, como los santos
peruanos. San Juan Pablo II visitó el Perú en dos ocasiones, en 1985 y
en 1988. Su presencia constituyó un acontecimiento histórico que
congregó en multitudes a los peruanos de toda raza y condición social.



Un concordato histórico
Pocos años antes de su llegada, el Perú selló las buenas relaciones
históricas con el Vaticano gracias al Concordato. El Concilio Vaticano
II había favorecido este clima proclamando el principio de la
independencia y autonomía del Estado y la Iglesia, el cual estaba
plasmado en el Perú en el artículo 86 de la Constitución de 1979:
"Dentro de un régimen de independencia y autonomía, el Estado reconoce
a la Iglesia Católica como elemento importante en la información
histórica, cultural y moral del Perú. Le presta su colaboración". El
19 de julio de 1980, el canciller Arturo García y el Nuncio Apostólico
Mario Tagliaferri, firman el acuerdo Perú-Santa Sede, que inicia una
nueva época en las relaciones de ambos Estados. Juan Pablo II ratifica
en Roma el acuerdo (22 de julio) y el gobierno peruano hace lo mismo
(el día 24), publicando la norma en "El Peruano", el 25 de julio.

Gobernaba el Perú, en su penúltimo semestre, el Presidente Fernando
Belaunde Terry. La población total ascendía a 18,7 millones de
habitantes. Las condiciones en que se vivía eran entonces muy
críticas. Un documento de la Conferencia Episcopal Peruana denunciaba
"la pobreza que resulta inhumana: salarios muy bajos, falta de puestos
de trabajo estables, desnutrición de consecuencias irreversibles en el
futuro, aumento de la mortalidad infantil, recrudecimiento de
enfermedades que ya se tenían superadas…, notable decadencia en la
moralidad pública y en las costumbres privadas como son: los hogares
mal constituidos, inestabilidad de los matrimonios, abandono de la
familia, alcoholismo", todo ello agravado por el flagelo del
terrorismo.


CARETAS
La Iglesia peruana estaba presidida por el Cardenal Juan Landázuri
Ricketts OFM, arzobispo de Lima, y la constituían además 53 obispos,
2.235 sacerdotes, 4.835 religiosas, 426 hermanos y 516 seminaristas.
En octubre de 1984, cuatro meses antes de su primera visita, Juan
Pablo II recibió a los Obispos peruanos, llegados a Roma para la
visita 'ad limina'. El Papa les transmitió su estima al Perú
cristianizado, el anhelo de sus pastores en "la causa de la justicia y
de la defensa del pobre"), pero sin caer en el reduccionismo de la
predicación de la doctrina católica, ni hipotecarse "a ideologías
extrañas a la fe, como si fueran éstas las que guardan el secreto de
la verdadera eficacia."

Un papa por primera vez en el Perú
Para la visita había que conciliar muchos factores: la duración misma
del viaje, los vehementes deseos de las poblaciones que
explicablemente ansiaban tener cerca a la persona del Santo Padre, la
diversidad de alturas y climas, los requisitos mínimos de seguridad,
los encuentros con diferentes sectores sociales, etc. En los
preparativos intervinieron los obispos, la Nunciatura Apostólica,
autoridades civiles centrales y locales y el equipo del entorno del
Pontífice, en el cual sobresalía el P. Roberto Tucci S.J., de Radio
Vaticana, y experto en comunicación social.

Fue el sábado 26 de enero de 1985 cuando Juan Pablo II subió al avión
de Alitalia que lo conduciría a Venezuela, Ecuador, Perú y Trinidad y
Tobago. Se trataba de la sexta visita del Papa a tierras
iberoamericanas, y el número 25 de sus viajes fuera de Italia. Según
los cálculos de los organizadores, esperaban a Juan Pablo II doce
apretadas jornadas en las que habría de recorrer un total de 25 mil
kilómetros.

El programa trazado era denso, exigente y agobiador, pero fue asumido
con el gozo del padre que quiere el encuentro personal y cálido con
sus hijos del Perú, no solo los católicos sino también todos los
hombres de buena voluntad. Un detalle que calibra la formidable
respuesta del pueblo peruano ha quedado perennizada en el gigantesco
mural en homenaje al papa Juan Pablo II en Campo Marte, que fue
diseñado y coordinado por el arquitecto César Díaz González, con miles
de jóvenes voluntarios para pegar los millones de teselas que
representan lo mejor de las culturas peruanas por departamentos
ubicados por orden alfabético.

El encuentro

EL COMERCIO
En el discurso inicial del 1 de febrero –desde el Aeropuerto
Internacional Jorge Chavez– Juan Pablo II hizo notar la presencia
histórica de la Iglesia en el ser del Perú, como la subrayó la misma
Constitución Política del país en su artículo 86, instando a la
necesaria solidaridad de todos "para crear nuevas fuentes de justicia
a todos los niveles, para superar las funestas tentaciones de los
materialismos, para dar a cada peruano una dignidad renovada". En la
Plaza Mayor –poco tiempo después de su llegada a Lima– lanzó a todo el
pueblo la invitación "a una opción libre e irrevocable de fidelidad y
amor total a Jesucristo". Ya en la Catedral, dirá al clero y
consagrados: "Sois las fuerzas vivas de la Iglesia en el Perú" que
deben vivir "en unión estrecha con el legítimo pastor", frecuentando
la oración y los sacramentos. A los laicos les alentó a seguir
haciéndose presentes en la vida pública.

En el viaje a Arequipa, sábado 2 de febrero, además de la
beatificación de Sor Ana de los Ángeles Monteagudo, el Pontífice
procedió a la coronación canónica de la popular y venerada imagen de
la Virgen de Chapi. De nuevo en Lima participó por la tarde en la
imponente y multitudinaria concentración juvenil del 2 de febrero en
el hipódromo de Monterrico. Juan Pablo II fue acogido con entusiastas
e interminables ovaciones de los jóvenes a los que convocó a construir
la paz y la justicia, vivir la pureza y la misericordia, la pobreza y
la mansedumbre. Más tarde, para la reunión con los obispos, les
presentó a Santo Toribio como modelo de pastor misionero.



El día 3 viajó al Cusco y, en Sacsayhuamán, se refirió a la vida dura
y sufrida de los campesinos, elogió la religiosidad popular, valoró
las culturas prehispánicas, instando a conservar sus "genuinos valores
humanos, que son también cristianos". Al llegar a Ayacucho –debido al
terrorismo- solo pudo hablar en el aeropuerto con tono vibrante y
enérgico pidiendo "en nombre de Dios: ¡Cambiad de camino! ¡Convertíos
a la causa de la reconciliación y de la paz! ¡Aún estáis a tiempo!
Muchas lágrimas de víctimas inocentes esperan vuestra respuesta".
Concluyó con una invocación en quechua a los hijos de Huamanga:
"¡Huamangapa, Iñiq huahuancuna! Unanchacuqpa Cuyacuiinintam
apamuiquichic, allpaichichicpi tarpu sqa sinqoiquichicta
causarichinapq!" ("Católicos hijos de Huamanga, os traigo el amor de
nuestro Dios, para que, sembrado en vuestra tierra, sea la
resurrección de vuestros corazones").



Aquel mismo día, domingo 3 de febrero, estaba programada la Eucaristía
en el amplio escenario del Hipódromo de Monterrico, dentro de la cual
habrían de ser ordenados presbíteros 47 candidatos de diversas
diócesis y familias religiosas. El día 4 de febrero se inició con la
visita del Papa al Ovalo Bolívar, en el Callao, donde se habían
reunido miles de enfermos. Juan Pablo II continuó esa mañana su
actividad dirigiéndose por avión a dos importantes ciudades peruanas
en el Norte del país: Piura y Trujillo. Desde Trujillo el Santo Padre
regresó a Lima por vía aérea en horas de la noche. La mañana
siguiente, 5 de febrero, habría de ser el último día en esta serie
densa y apretada de encuentros inolvidables. En primer término, la
visita al llamado Cono Sur, a Villa El Salvador: el encuentro con los
habitantes de los Pueblos Jóvenes. Al terminar su discurso leído, el
Papa se apartó del texto escrito e improvisó, para agradecer al
Cardenal Landázuri, Arzobispo de Lima, por sus palabras en esa ocasión
y, sobre todo, para recordar que junto al hambre de pan (que hay que
calmar) hay que mantener el hambre de Dios.

Pero quedaba algo más. Se quiso aprovechar el vuelo de Juan Pablo II a
Trinidad–Tobago, para que hiciese una escala en Iquitos y se
encontrase con los nativos. Nunca olvidarán aquel momento en que un
Papa se hizo "charapa".


Juan Pablo II en la memoria
El resultado de la primera visita de Juan Pablo II al Perú superó toda
expectativa. El propio Pontífice, ya en Roma, en la Audiencia general
del miércoles 13 de febrero de 1985, habló elogiosamente del clima "de
la visita que en todas partes estuvo cargado de viva fe, de amor y de
confianza hacia la Iglesia".

Tres años después –en 1985- el Papa tuvo la amabilidad de volver a
tierra peruana para la clausura del V Congreso Eucarístico Mariano de
los países bolivarianos. De esta visita quedó como recuerdo el hermoso
himno del Congreso, "Danos hoy hambre de Dios" compuesto por Mons.
Juan José Larrañeta; y la llamada "Cruz del Papa" construida con los
restos de las torres destruidas por el terrorismo y trasladada al
Morro Solar desde su emplazamiento original en Plaza San Miguel.




Recordemos los textos pronunciados, sus gestos, sus vivencias, así
como el recorrer sus huellas –hoy reliquias de un santo como la
vestimenta litúrgica y objetos que usó- o contemplemos los monumentos,
placas, estatuas, en su honor. Todo ello servirá para estimular el
ánimo y la expectativa de la próxima visita de Francisco.



Bibliografía:
NIETO VÉLEZ, P. Armando: "Las visitas del Papa Juan Pablo II al Perú".
Revista Teológica Limense (Lima), Vol. XXXVII, pp. 133–170.

martes, 24 de octubre de 2017

Isabel, reina católica y la Evangelización de América. José María Iraburu



-Isabel, reina católica y la Evangelización de América

José María Iraburu, el 21.10.17 a las 12:41 PM

Los Reyes Católicos

¿Por qué el tapiz destaca más a Don Fernando que a Doña Isabel?

–Porque estamos en Lérida, perteneciente al Reino de Aragón. Me figuro.

Los «Reyes Católicos»

Recibieron ese nombre, con derecho a transmitirlo a sus herederos, después de que Alejandro VI, por la bula Inter caetera (1493), les encomendara la evangelización de América. Don Fernando II de Aragón (1452-1516) y Doña Isabel I de Castilla (1451-1504) se casaron muy jóvenes (1469: 17 y 18 años, respectivamente), cuando no habían llegado todavía a ser reyes. En su matrimonio se alcanzó la unidad de la Monarquía hispánica, que se consumó con la reconquista de Granada (1492). 

–Don Fernando. De él recordaré sólo sus precedentes históricos. La Corona de Aragón (en catalán Corona d'Aragó), regía sobre un conjunto de territorios. En 1137 Ramiro II el Monje, rey de Aragón, renuncia el reino en su yerno catalán Ramón Berenguer (1113-1162), aunque no la dignidad de rey. Por eso firma éste en adelante como Conde de Barcelona y Príncipe de Aragón. En 1164 Alfonso II de Aragón hereda ya el patrimonio conjunto. Siglos después, en 1469, con la boda de los Reyes Católicos, se inicia la unión de la Corona de Castilla (Isabel) y la de Aragón (Fernando), unión que, ampliada, vendría a  convertirse en la Corona de España.

Centro este artículo en Doña Isabel por la máxima importancia que tuvo en la evangelización de América.

* * *

–La Reina Isabel, de mediana estatura, rubia, elegante en su presencia y en su palabra, era muy inteligente y religiosa, y su voluntad, fija en la voluntad de Dios, dominaba sus sentimientos, mostrándose siempre serena y bondadosa, firme y prudente. Muy culta, su biblioteca personal reunía unos 400 libros profanos o religiosos, predominando éstos. Era entusiasta del arte, y hablaba castellano, francés, italiano, catalán y gallego. Puso empeño también, ya reina, en aprender latín, el lenguaje diplomático usado en su tiempo. Fue enérgica y decidida: su impulso personal, concretamente, fue determinante para conseguir que Colón realizara sus navegaciones hacia lo que vino a ser el Nuevo Mundo.

Y ante todo era profundamente cristiana. Entendía bien que el servicio del Reino presente no podía ser bueno si no se fundamentaba incondicionalmente en el servicio de Dios y de su Cristo, Rey de reyes. Quizá sea la obra del gran historiador Luis Suárez (1924-), Isabel I, Reina –Premio Nacional de Historia en 2001 –, la mejor biografía de Doña Isabel. De su religiosidad escribe, apoyando su testimonio en las declaraciones del capellán real, Lucio Marineo Sículo:

En medio de muchos asuntos políticos, a veces graves, que atendía con gran dedicación, «Isabel pretendía imponer a su vida la regularidad sistemática de una religiosa. Rezaba las Horas canónicas. En 1477 fue recibida terciaria dominica. Su devoción al franciscanismo es bien conocida.Y en Guadalupe [monasterio jerónimo] se hizo construir un pequeño oratorio desde el que podía acompañar a los jerónimos en sus rezos. Lo llamaba "mi paraíso"» (Isabel I, reina 118). Daba muchas limosnas, cuidando bien mantenerlas ocultas. Era extremadamente celosa para mantenerse siempre en la justicia, atendiendo siempre las justas reclamaciones, como consta en su Testamento. Se mantuvo muy unida a Don Fernando en las labores de gobierno, consultándose mutuamente en todo lo importante. Y su unión conyugal era ante todo amorosa: así se entiende la frase de Doña Isabel cuando escribe a su marido «el mucho amor que a su señoría siempre tuve» (ib. 126). «En los últimos meses de su vida, cursó órdenes a los monasterios que por ella rezaban para que dejasen de pedir a Dios la salvación de su cuerpo, para ocuparse únicamente de la de su alma» (ib. 119).

 

–Mal comienzo en América y pronta reacción de la Corona

Los primeros años de España en América, no obstante la buena voluntad de los Reyes Católicos, fueron desastrosos –improvisaciones, codicia, abusos, anarquía, esclavos, violencias–. Estos males se explican en parte por la inexperiencia que impedía dar soluciones justas a problemas absolutamente nuevos y a la arbitrariedad ocasionada por la falta de instituciones adecuadas. Pero también, y en mayor parte quizá, por el protagonismo de un Cristóbal Colón, ávido de nuevos descubrimientos, de oro, de altos títulos, totalmente incapaz de regir como Virrey Gobernador de las Indias. En 1500, sustituido en Santo Domingo, capital de La Española, por el comendador Francisco de Bobadilla (1448-1502), apenas pudo éste mejorar la situación en su breve gobierno.

Alarmados los Reyes,  enviaron en 1502 a Nicolás de Ovando, Comendador de la orden de Alcántara, como gobernador de la Española (1502-1509). Con él fueron 12 franciscanos y 2.500 hombres de todo oficio y condición. Isabel y Fernando habían prohibido ya la esclavización de los indios en una real cédula del año 1500. Ellos querían tener en los indios vasallos libres, tan libres y bien tratados como los de Castilla. Ovando, con gran energía, puso orden y mejoró notablemente la situación –Bartolomé de las Casas lo elogia–, ganándose el respeto de todos; aunque al final de su gobierno, a causa de una represión excesiva en Xaraguá, fue gravemente reprobado por el Consejo Real. Las normas por las que habían de regirse Ovando y sus colaboradores fueron las Instrucciones de Granada (1501), justas y claras, dignas de reyes católicos.

«Primeramente, procuraréis con mucha diligencia las cosas del servicio de Dios... Porque Nos deseamos que los indios se conviertan a nuestra santa Fe católica, y sus almas se salven… Tendréis mucho cuidado de procurar, sin les hacer fuerza alguna, cómo los religiosos que allá están los informen y amonesten para ello con mucho amor… Otrosí: Procuraréis como los indios sean bien tratados, y puedan andar seguramente por toda la tierra, y ninguno les haga fuerza, ni los roben, ni hagan otro mal ni daño». Si los caciques conocen algún abuso, «que os lo hagan saber, porque vos lo castigaréis». Los tributos para el Rey han de ser con ellos convenidos, «de manera que ellos conozcan que no se les hace injusticia». En fin, si los oficiales reales hicieran algo malo, «quitarles heis el oficio, y castigarlos conforme a justicia… y en todo hacer como viéredes que cumple al servicio de Dios, y descargo de nuestras conciencias, y provecho de nuestras rentas, pues de vos hacemos toda la confianza» (Céspedes del Castillo, Textos n.14).

 

–Reyes misioneros

Como ya vimos (458), el papa Alejandro  VI (Inter caetera, 1493) concedió la soberanía del Nuevo Mundo a los Reyes hispanos con la condición de que promovieran allí la evangelización misionera. Pues bien, como dice el historiador Pedro Borges,

«desde el momento en que los monarcas españoles» asumieron esa responsabilidad, enviaron continuamente misioneros al Novus Orbis: «he aquí por qué, desde el siglo XV al XIX, e independientemente de cualquier interpretación que se le pudiera dar a la bula Inter cætera, e independientemente también de la mayor o menor religiosidad personal de cada monarca, la Corona española consideró siempre suya, y de hecho le incumbía, la responsabilidad espiritual de América y, por lo mismo, la del envío a ella de los misioneros necesarios como único medio para responder de dicha responsabilidad» (AV, Evangelización 577).

De esta primacía del fin religioso procede, sin duda, que desde el principio la Corona no quiso tener esclavos, sino súbditos. Hasta las independencias americanas de comienzos del XIX, un peruano o mexicano era tan español como un andaluz o un aragonés. En este aspecto, como observa Salvador de Madariaga,

«la idea de Colonia en su sentido moderno no existía en la España del siglo XVI. Méjico, por ejemplo, una vez conquistado, vino a ser otro de tantos Reinos [Virreinato de Nueva España] como los que constituían la múltiple Corona del Rey de España, en lista con Castilla, León, Galicia, Granada y otros de la Península, con Nápoles y Sicilia y otros de Ultramar –reinos de todos los que el Rey de España respondía ante Dios–» (Cortés 543-544). Es decir, «la colonización en el sentido moderno de la palabra, el desarrollo económico de un pueblo atrasado a beneficio de la metrópoli, no existía todavía» (47). Lamentablemente, sin embargo, este espíritu colonizador se hizo predominante en el siglo XVIII, con el pensamiento irreligioso de la Ilustración y del Liberalismo después.

Los Reyes Católicos, fieles a los compromisos espirituales de su Patronato regio, ya para el segundo viaje de Colón (1493), en virtud de la Bula Piis fidelium (25-VI-1493), enviaron una pequeña expedición de misioneros, presidida por el monje Bernardo Boil, benedictino de Montserrat, como Vicario Apostólico en las Indias Occidentales. Esta primera misión no prosperó, en buena parte por la ignorancia de la lengua indígena; fue un fracaso, y hubo de regresar un año después: resultó un intento prematuro. Pero en las Capitulaciones del tercer viaje (1498) los Reyes insisten:

«Item, se ha de proveer que vayan a dichas Indias algunos religiosos clérigos y buenas personas para que allí administren los sacramentos a los que allí están y procurarán de convertir a nuestra santa fe católica a los dichos indios» (AV, Evangelización 583). Lo mismo disponen las instrucciones dadas por los Reyes Católicos a Ovando en 1501. Y como veremos, igual voluntad se expresa, con intensidad apasionada, en el Testamentode la reina Isabel (X-XI-1504). Análogas instrucciones son dadas por Fernando el Católico en 1509 a Diego Colón, establecidas después en las Leyes de Burgos de 1512.

Carlos I (1516-1556) dió un fuerte impulso al paso de misioneros a las Indias, y para ellos consiguió del papa Adriano VI el Breve Omnimoda (1522), en el que se organizaba mejor el esfuerzo misionero y se daba a los evangelizadores omnímodasfacultades canónicas. Y un celo misional semejante mostró Felipe II (1556-1598). En fin, puede decirse que en los tres siglos que duró la presencia hispana en América, el apoyo de los Reyes a la evangelización fue continuo, aunque ya en el siglo XVIII, hasta la Independencia, como veremos, este apoyo fue decreciendo claramente.

 Conquista de Granada

–La reina Isabel, promotora de los derechos humanos

Todos los historiadores que andan por la verdad, reconocen a Isabel la Católica como gran promotora de los derechos humanos, es decir, como origen de la obra jurídica hispana sobre el Derecho de gentes, del que fueron vanguardia los teólogos de la Escuela de Salamanca, como el dominico Francisco de Vitoria (1483-1546), y que darían como fruto un conjunto de leyes admirables, recopiladas en las Leyes de Indias(Carlos II, 1680).

Los Reyes, que oficialmente fueron llamados Católicos, entendían que el Reino estaba sujeto a las leyes de Dios, y que éstas fundamentaban un orden moral natural objetivo e inviolable. Por eso, continuando la línea abierta por el Papa Clemente VI a mediados del XIV, reconocen en los  indígenas de las tierras recién descubiertas a seres humanos, dotados de derechos humanos, es decir, inherentes a su propia naturaleza, creada por Dios. Éste es el pensamiento que la Reina expresa en el codicilo de su Testamento, en el que sintetiza perfectamente toda la doctrina sobre los derechos de los indígenas. Los hombres nacen como criaturas de Dios, y por este nacimiento están dotados de unos derechos sobre su vida, libertad y bienes, que les son naturales, que son inherentes, por tanto, a su naturaleza humana, y no simplemente concedidos por una autoridad política exterior a ellos.

 

–Doña Isabel, reina católica canonizable

La Reina Isabel la Católica fue una santa. En el V Centenario de su muerte, en 2004, la Comisión «Isabel la Católica», establecida en Valladolid, hizo llegar a Juan Pablo II, procedentes de España y de Hispanoamérica, 105.600 cartas favorables a  la Causa de Beatificación de la Reina Isabel la Católica, ya iniciada en 1958. La Congregación de los Santos aprobó en 1974 la Positio super scriptis. Pero la Causa quedó paralizada después, frenada por ignorancias y prejuicios de carácter político. En 1990 se editó en Valladolid la Positio historica de la Reina, como fruto de un vasto estudio de más de 100.000 documentos de los principales archivos españoles e iberoamericanos.  

En 1999 dos tercios de los Obispos españoles votaron a favor de «solicitar al Santo Padre la prosecución del proceso de beatificación y canonización de la Reina Isabel I de Castilla y León», promotora principal de la civilización y evangelización de América.

A juicio de Gonzalo Anes, director de la Real Academia de la Historia, la Reina Isabel es «el personaje de mayor relieve de toda la historia de España» («Alfa y Omega» 21-III-2002). Ha sido objeto de muchos estudios, en los que se aprecia que ya en su tiempo gozó Isabel de la veneración de sus súbditos, y también de no pocos extranjeros, que la consideraban una mujer santa y ejemplar. Ella promovió la unión de los Reinos, la integración de los nobles en la monarquía, la reforma de la sociedad, de los eclesiásticos y de los religiosos, el progreso de la cultura y de las universidades, la civilización y evangelización de América.

Jerónimo Münzer, médico alemán, escribe a fines del siglo XV en un libro sobre su viaje por España: «Estoy convencido de que el Todopoderoso ha enviado del cielo a esta mujer religiosísima, piadosa y dulce, para, en unión con el rey, levantar a España de su postración» (Cf. Suárez, Isabel 113).

Bartolomé de las Casas la menciona como «la sancta reyna doña Ysabel». Y el que fue su confesor, el Cardenal Cisneros, dejó escrito: «Desaparece una Reina que no ha de tener semejante en la tierra, por la grandeza de alma, pureza de corazón, piedad cristiana, justicia a todos por igual». La bondad caritativa de su corazón de madre se muestra, por ejemplo, en cómo recoge, cuida y educa a los hijos ilegítimos de Juana, la mujer de Enrique IV; a los ilegítimos de su propio marido Fernando; o incluso a los sacrílegos del Cardenal Mendoza. La ternura que hacia éstos, concretamente, sentía llega a provocar la crítica de su confesor fray Hernando de Talavera: «da la impresión de que usted está legitimando el fruto del pecado». Pero ella le responde que lo importante es que estas almas no se pierdan.

Es penoso que su causa de beatificación avance tan lentamente. ¿Cuál será la causa principal?

 

–La expulsión de los judíos

Esta expulsión es esgrimida por algunos como una descalificación total de la reina Isabel. Pero esa actitud nace de la malicia o de la ignorancia. En Isabel la Católica no hay signo alguno de antisemitismo, como puede comprobarse porque no pocos hombres de su confianza eran de origen judío –Alonso de Cartagena, fray Hernando de Talavera, su confesor, y otros–. Consta documentalmente su preocupación personal por evitar abusos en los bienes de los judíos. La Real Provisión de 18 de julio de 1492, por ejemplo, castigaba todo maltrato o injusticia contra las judíos del Reino.

Luis Suárez hace notar sobre esto: «En el siglo XV, en todos los países, la ciudadanía estaba ligada al principio religioso, de modo que el no fiel podía ser un huésped tolerado y sufrido –ésta es la frase exacta que utilizan los documentos–, pero no un súbdito. Al huésped, al que se cobra una determinada cantidad por cabeza a cambio del derecho de estancia, se le podía suspender ese permiso. Lo habían hecho ya Inglaterra, Francia y todas los países europeos conforme llegaban a su madurez política. De modo que España fue el último. Se trata, en todo caso, de un error colectivo, general y no de una decisión personal. ¿Saben ustedes que el claustro de la Universidad de París se reunió para felicitar a los reyes por la medida que, al fin, habían tomado?» («Alfa y Omega» 4-IV-2002).

 Testamento de Isabel la Católica

–El Testamento de Isabel la Católica

La reina Isabel ve que su vida se va acabando, y se siente inquieta por la suerte de los indios, de modo que mes y medio después de hacer su Testamento, días an­tes de morir, «entre los días 12 de octubre y 25 de noviembre de 1504», le añade un codicilo en el que expresa su última y más ardiente voluntad (cf. L. Suárez, Isabel I, 414):

«Por cuanto, al tiempo que nos fueron concedidas por la Santa Sede Apostólica las islas y Tierra Firme del mar Océano, descubiertas y por descubrir, nuestra principal intención fue, al tiempo que lo suplicamos al Papa Alejandro VI, de buena memoria, que nos hizo dicha concesión, de procurar inducir y traer los pueblos de ellas y convertirlos a nuestra Santa Fe católica, y enviar a las dichas islas y Tierra Firme prelados y religiosos y otras personas doctas y temerosas de Dios, para instruir los vecinos y moradores de ellas en la Fe católica y enseñarles y doctrinar buenas costumbres y poner en ello la diligencia debida, según más largamente en las cartas de dicha concesión se contiene.

«Por ende suplico al rey mi señor afectuosamente, y encargo y mando a la dicha princesa mi hija y al dicho príncipe su marido, que así lo hagan y cumplan y que éste sea su principal fin y que en ello pongan mucha diligencia y no consientan ni den lugar que los indios, vecinos y moradores de las dichas Indios y Tierra Firme, ganadas y por ganar, reciban agravio alguno en sus personas y bienes, mas manden que sean bien y justamente tratados y si algún agravio han recibido, lo remedien y provean por manera que no se exceda en cosa alguna lo que por las letras apostólicas de la dicha concesión nos es infundido y mandado».

Esta santa Reina, días antes de morir, confirma su Testamento con un codicilo anexo, en el que dispone que sus herederos mantengan la unidad de la fe en España y defiendan los derechos de los indígenas americanos. Esta última disposición expresa su principal solicitud como Reina.

* * *

–Elogios a la reina Isabel

El coro de quienes dedican a la Reina Isabel de Castilla elogios extremos es innumerable. Y sorprendente, porque integran ese coro tanto españoles como extranjeros, católicos o increyentes. Quienes denigran su memoria manifiestan su ignorancia o su malicia, 

Fray Bartolomé de las Casas, OP (1484-1566), Obispo de Chiapas, México, en su Brevísima relación de la destrucción de las Indias (1562), describe los males causados en la Española y otros lugares «desde que allá se supo la muerte de la serenísima Reina Doña Isabel» (1504)… Estos abusos «por la mayor parte y casi todos se le encubrieron a la Reina. Porque la Reina que haya santa gloria, tenía grandísimo cuidado y admirable celo por la salvación y prosperidad de aquellas gentes, como sabemos los que lo vimos y palpamos con nuestros ojos y manos los ejemplos de esto».

 Erasmus Darwin (1731–1802), naturalista y filósofo británico –abuelo del biólogo evolucionista– hacia 1800, ante la cámara de los Comunes, se declaraba admirado «por cómo tratan los españoles a los indios como semejantes, incluso formando familias mestizas y creando para ellas hospitales y universidades, pues he conocido alcaldes, obispos y hasta militares indígenas, lo que redunda en paz social y bienestar». Dato publicado por Antonio Escohotado

Washington lrving (1783-1859), escritor estadouniense: «Es admirable la íntima dependencia que la felicidad de las naciones tiene, a veces, de las virtudes de ciertos individuos… Fue el suyo [Isabel la Católica] uno de los más puros espíritus que jamás gobernara la suerte de las naciones». 

Pío XII, al recbir a un embajador de la América hispana: «Venís de aquellas tierras del Nuevo Mundo hacia las que volvieron los ojos moribundos de la gran Isabel, en cuyo espíritu singular querríamos evocar no tanto la fortaleza de su visión política, cuanto las ansias maternales de paz dictadas por un concepto profundamente cristiano de la vida, que pedía, para los que llamaba sus hijos de América, un trato de dulzura y devoción» (AAS 1951, 794). 

Cardenal Ángel Herrera Oria (1886-1968): «Ni la leyenda ni la poesía han nimbado [la vida de la Reina Católica] con milagros. Su "leyenda dorada" es Historia a plena luz […] y sobre todo, veinte naciones católicas que a su espíritu apostólico deben su evangelización. No sabemos que ninguna mujer haya contribuido como ella a extender los límites de la Catolicidad» (Madrid, 16-VI-1929).

San Juan Pablo II: «Me urge reconocer y agradecer ante toda la Iglesia vuestro pasado evangelizador. Era un acto de justicia cristiana e histórica» (Zaragoza 10-X-1984). «España aportó al Nuevo Mundo los principios del Derecho de Gentes… y puso en vigor un conjunto de leyes con las que la Corona Castellana trató de responder al sincero deseo de la Reina Isabel I de Castilla de que sus hijos los indios.. fueran reconocidos y tratados como seres humanos, con la dignidad de hijos de Dios» (Roma, 18-XI-1992).

Cardenal Antonio María Rouco Varela (1936-): «Reconocer la persona humana como sujeto de lo que hoy denominamos derechos humanos se inicia con Isabel y Fernando. En la historia del origen de los derechos humanos está como base la Reina Isabel I de Castilla» (Valladolid 03-XII-2006). 

Cardenal Antonio Cañizares (1945-): Isabel «encarna una fe cristiana vivida en esa difícil tarea de gobernar. Defiende al indio como nadie lo ha defendido. Fue anticipadora de los derechos humanos y del Derecho de Gentes, que llegaría decenas de años más tarde. Mujer que vivió ser esposa y madre. La reina Isabel es, para mí, una figura extraordinaria. Se trata, sin duda, de una cota en la humanidad de su tiempo» (Madrid 11-III-2006).             

Cardenal Darío Castrillón Hoyos (1929-), colombiano: «El milagro de la Reina Católica es el que realizó en América, convirtiéndola en cristiana» (Granada, 20-IV-2007).

José María Iraburu, sacerdote

http://infocatolica.com/blog/reforma.php/1710201051-460-evangelizacion-de-america#more34597

MIL TRESCIENTOS MILLONES DE CATÓLICOS EN EL MUNDO, EL 17 % DEL MUNDO



Dossier para la Jornada Mundial de las Misiones: crece el número de católicos en el mundo Destacado

Dossier para la Jornada Mundial de las Misiones: crece el número de católicos en el mundo

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - Aumenta el número de católicos en el mundo: son casi un millardo y 300 millones, el 17,7% de la población mundial. Según cifras del Anuario Estadístico de la Iglesia Católica (relativas al 2015) y elaboradas por la Agencia Fides, las personas bautizadas son 12 millones y medio más que el año anterior (2014). Se trata de uno los datos contenidos en el dossier estadístico publicado por Fides con motivo del 91º Jornada Mundial de las Misiones, que se celebra el domingo 22 de octubre de 2017, que tarta de ofrecer una imagen del panorama de la Iglesia en el mundo.


Según el Dossier, 1 millardo y 100 mil personas viven en África, el 19.42% son católicos (222 millones), con un aumento del 0.12%. En América, de 982.2 millones de habitantes, el 63.6% son católicos (625 millones), con un descenso del 0.08%.
En Asia, de los más de 4,3 mil millones de personas, los católicos representan el 3,24% de la población (141 millones), manteniendo una cifra estable.
En Europa, la población ha crecido (716 millones), pero por segundo año consecutivo, el número de católicos ha disminuido y ahora son el 39,87% (285 millones), con un descenso del 0,21%.
En Oceanía viven 38,7 millones de personas, el 26,36% católicos (10,2 millones), con un aumento del 0,24% con respecto al año anterior.
Las circunscripciones eclesiásticas católicas (entre diócesis, vicariatos, prefecturas apostólicas, etc) en el mundo son 3.006 (+ 8 respecto al 2014): 538 en África, 1.091 en América, 538 en Asia, 758 en Europa y 81 en Oceanía.
Los Obispos en el mundo ha aumentado de 67 unidades, (son 5.304) mientras disminuye de 136 el de sacerdotes (son 415.656). 
El Dossier de Fides también informa que en el mundo hay 351.797 misioneros laicos mientras los catequistas son 3.122.653. 
la Iglesia católica administra 216.548 centros educativos en el mundo, frecuentados por mas de 60 millones de alumnos. Además, son casi 5 millones y medio los jóvenes que frecuentan institutos católicos durante sus estudios superiores y universitarios. Por último hay más de 118 mil institutos de beneficencia y asistencia católicos (hospitales, leproserías, orfanato, casas de ancianos) repartidos por todo el mundo. 
En el Dossier de Fides también se muestra un esquema de las actividades de cooperación misionera de las Obras Misionales Pontificias (Propagación de la Fe, San Pedro Apóstol, Infancia Misionera, Unión Misional) que, con su ayuda a las iglesias locales (construcción de capillas y seminarios, instrucción, actividades pastorales y de formación), han erogado en el 2016 subsidios por un total de casi 134 millones de dólares Usa. 
Para ilustrar el Dossier se ha publicado en el canal Youtube de la Agencia Fides una motion graphics (en Italiano e inglés) que se puede descargar gratuitamente y reproducir en otros sitios web. (Agencia Fides 20/10/2017)

martes, 17 de octubre de 2017

PERIFERIAS EXISTENCIALES DEL PAPA FRANCISCO. P. Juan Antonio Nureña

El Padre Juan Antonio Nureña nos identifica cinco claves en sugestivo
y profético asunto de las periferias existenciales, tan prioritario en
Francisco.

El librito editado por el Fondo Editorial de la UCSS fue presentado en
la IV Feria del Libro Católico por las docentes de la UCSS, Graciela
Ozú y Janina Navarro.
Las dos coincidieron en señalar la certera elección del valor clave en
la vida y misión del Papa, que, desde la misericordia, apuesta por el
compromiso con las periferias existenciales, las propias y las de los
excluidos.

En primer lugar, siguiendo el ejemplo del ministerio de Jesús donde se
da un movimiento de reforma de su tiempo, que comienza desde las
periferias de la sociedad judía, pues Jesús comienza su ministerio
desde Galilea, ciudad de las periferias, de los pobres, de los
abandonados, para terminar su vida pública yendo hacia la ciudad de
Jerusalén (Mc 9,30-31), que era el centro de la religión y era también
el centro del poder económico, comercial y centro de la sociedad.
También Jesús, en el evangelio de Mateo (Mt 16,13- 18), en Cesarea de
Filipo, que era la periferia más lejana donde Jesús había estado con
sus discípulos, es donde nombra a Simón como Cefas: ―Piedra‖,
constituyendo así el inicio del ministerio Petrino, así el ministerio
Petrino, comienza por tanto, desde las periferias y es así que el Papa
Francisco constituye su ministerio de esta manera.

En segundo lugar, a través del soplo del Espíritu Santo que suscita y
crea los movimientos comprometidos con la pobreza, como el movimiento
de San Francisco de Asís y las órdenes mendicantes, tan en línea con
la austeridad de la vida del Papa Francisco que es todo un reto,
―"¡cómo quisiera una Iglesia pobre y para los pobres!" nos repite.

La tercera clave se relaciona con su espíritu innovador, a imagen de
San Francisco de Asís que se identificaba con los pobres como Jesús,
él ha dicho muchas veces que el mundo se ve mejor desde la periferias
(pueblos jóvenes), él vivía allí con ellos en Buenos Aires. Ha tenido
su visión desde la periferia. Y es desde la periferia que está
cambiando el gobierno de la Iglesia, un ejemplo claro de innovar el
gobierno de la Iglesia está en el colegio de cardenales al que ha
nombrado de periferias del mundo como de Myanmar, Isla de Tonga una
isla perdida del Pacifico. De igual modo en sus viajes llega a las
periferias de cada país, por ejemplo en México, viajó de la ciudad a
Chiapas, con los indígenas y celebró la misa en sus lenguas y a ciudad
Juárez, frontera con EEUU. Normalmente se encuentra con gente
indígena, presos, enferma, es consciente que allí en las periferias se
hace presente Jesús. En la exhortación apostólica Amoris laetitia, no
cuestiona la doctrina del matrimonio, sino que busca acompañar las
personas en las fronteras o periferias de sus vidas.

En cuarto lugar se refiere al modo y manera de trabajar. Cuando cambia
la época, las leyes se renuevan para tomar en cuenta la nueva
situación por tanto, la Iglesia debe cambiar, no en su doctrina sino
en su forma de ser y de actuar. Mencionaba por ejemplo que «La Iglesia
es un hospital de campo en donde se curan las heridas», existe para
acompañar, no para condenar las personas sino para ayudarlas, existe
para facilitar un encuentro.

Por último destaca la necesidad de una conversión pastoral a través de
la misericordia de Dios. Por tanto, el Papa nos invita a cambiar la
óptica de la visión cotidiana y fría, en la lógica del amor de Dios y
de la misericordia de Jesucristo para sanar las heridas de las
personas, salir en búsqueda de ellas, tomar riesgos, acompañar las
personas en las fronteras o periferias de sus vidas, recogiendo el
texto del anuncio misionero de Mt 28,19, pone en el umbral, la
solicitud de la Iglesia a ser misionera, el llevar a Cristo a todos
los hombres, a las periferias existenciales.
¡Qué gusto da comprobar que la inspiración del Papa en el momento del
cónclave "no te olvides de los pobres", se está convirtiendo en un
estilo, una actitud, la misma que vivía ya como obispo en Buenos
Aires! El año de la misericordia, sus gestos permanentes, la propuesta
de nueva Jornada Mundial, la de los pobres, "que –como muy bien nos
dice- aporta un elemento delicadamente evangélico y que completa a
todas en su conjunto, es decir, la predilección de Jesús por los
pobres" (n.6) .

lunes, 16 de octubre de 2017

Al Señor de los Milagros, P. Alfonso Francia

Al Señor de los Milagros


Alfonso Francia

 

 

 

 

Míralo, por donde viene,

el Señor de los Milagros,

míralo por donde viene,

con su rostro ensangrentado,

por la corona de espinas

y la cruz de mis pecados.

 

Quisiera, Señor, yo ahora,

aliviar todas tus penas,

y quitarte las espinas

que yo puse en tu cabeza,

en tu cabeza divina.

 

Yo quisiera ir con tu Madre,

ser tu pobre cirineo,

y ayudarte en la subida

a tu Calvario de sangre,

y acompañar tu agonía

en los niños de la calle.

 

Perdona, Señor, los clavos

que clavé en tu santa carne,

y deja, Señor, que  ahora

con bálsamo de mis lágrimas

limpie tu rostro de sangre.

 

Aquí está tu pueblo a los pies

para pedirte perdón

por tanto y tanto pecado,

de egoísmo y desamor.

Y te viene a agradecer,

el amor que le has mostrado,

la esperanza que le has dado,

y el regalo de la fe.

 

Ay Señor de los Milagros,

no nos dejes de tu mano,

queremos estar contigo,

siempre y todos, a tu lado.

Ay, Señor de los Milagros,

no nos dejes de tu mano…


--

domingo, 15 de octubre de 2017

LOS SANTOS PERUANOS, PATRIMONIO Y RETO, ESPERANDO A FRANCISCO

LOS SANTOS PERUANOS, PATRIMONIO Y RETO
El videomensaje del Papa Francisco dice claramente que el Perú tiene
como su tesoro más lindo, los santos, pero no para que estén como
adorno en un museo, sino como modelos, intercesores, paradigmas para
formar un Perú unido y esperanzado. Veamos su mensaje y la semblanza
de cada uno de los cinco santos. El pintor Ñique nos lo ilustra de
maravilla con esta amable imagen del Papa, con los cinco santos y tres
niños representando la selva, sierra y costa peruanas.
El Santo Padre afirmó en su mensaje al Perú, ante su visita para el 18
de enero del 2018 que tiene muchas ganas de venir al Perú y que el
país es una reserva de los santos más grandes de Latinoamérica.
"Queridos hermanos y hermanas peruanos, dentro de poco los visitaré.
Tengo muchas ganas de ir: ustedes son un pueblo de mucha reserva. Y la
reserva más linda que puede tener un pueblo es la reserva de los
santos; ustedes tienen tantos santos y grandes santos que marcaron
Latinoamérica".
"Los santos hicieron la construcción de la Iglesia, es decir de la
dispersión a la unidad. Un santo siempre trabaja en esa línea, de lo
que está disperso a la unidad, que es lo que hizo Jesús. Un cristiano
tiene que seguir ese camino y por qué no un peruano con tantos santos
peruanos. Trabajar por la unidad. Quien trabaja por la unidad mira
adelante y adelante se puede mirar con escepticismo, con amargura. Un
cristiano no puede: un cristiano mira adelante con esperanza, porque
espera lograr eso que el Señor le prometió".
"Nos veremos pronto, pero mientras tanto: Unidad y esperanza, trabajen
en eso. Rezo por ustedes, ustedes háganlo por mí".
LOS CINCO SANTOS Y DE YAPA, SAN JOSÉ
1. SANTO TORIBIO MOGROVEJO

Nace en 1538, en el mes de noviembre, en el pueblo de Mayorga
(Valladolid-España), encrucijada de caminos, entre las actuales
comunidades autónomas de Castilla-León, Asturias, Cantabria y Galicia.
En 1551 inicia sus estudios de Gramática y Humanidades en Valladolid,
capital del mundo hispánico. En 1562 acude a Salamanca donde enseña su
tío Juan Mogrovejo, catedrático universitario. En 1569 obtiene el
título de bachiller en Cánones y en 1571, peregrina a Compostela, y se
licencia en Derecho. Cuando cursaba estudios de doctorado en el
Colegio San Salvador de Oviedo, en 1574, se le nombra para Granada
como Inquisidor Apostólico. En 1580, es propuesto como arzobispo;
contaba con 39 años y necesitó una apurada ordenación sacerdotal en
Granada como paso indispensable para la consagración episcopal en
Sevilla, el mismo año. Llegó al puerto de Paita, Piura, en marzo de
1581 e ingresó en Lima, capital del Perú el 12 de mayo del mismo año.
Durante su trabajo episcopal en Lima convocó y presidió el III
Concilio Limense (1582-1583), al cual asistieron prelados de toda
Hispanoamérica, y en el que se trataron asuntos relativos a la
evangelización de los indios. De esa histórica asamblea se obtuvieron
importantes normas de pastoral, así como textos de catecismo en
castellano, quechua y aymara (los primeros libros impresos en
Sudamérica). Convocó y presidió otros dos concilios, el IV Limense, en
1591, y el V Limense, en 1601.
Santo Toribio visitó innumerables poblados de su amplio territorio,
uno de los más extensos y difíciles del mundo. A las visitas
pastorales dedicó 17 de sus 25 años de obispo, recorriendo
aproximadamente 40.000 kilómetros. Confirió la confirmación a Santa
Rosa, San Martin de Porres, a San Juan Macías, y a un millón más de
personas. Celebró 13 sínodos y en 1591 acomete una obra decisiva, la
creación del Seminario que -dedicado en su día a Santo Toribio de
Astorga- hoy lleva su nombre. Se siente, ante todo, pastor dispuesto a
dar su vida por sus ovejas. A tal efecto crea nuevas parroquias. De
igual modo, impulsará instituciones destinadas a la formación de
líderes espirituales, académicos y sociales, en los monasterios como
el de Santa Clara, hospitales como el de San Pedro, la Universidad de
San Marcos, la Casa del Divorcio. En 1593 inicia la segunda visita y
en 1605 la tercera, falleciendo en 1606, un 23 de marzo, en Saña. Al
año siguiente, 1607, un 27 de abril, es enterrado en Lima.
A los sesenta y ocho años Santo Toribio cayó enfermo en Pacasmayo al
norte de Lima, hizo su testamento en el que dejó a sus criados sus
efectos personales y a los pobres el resto de sus propiedades. Murió
en Zaña el 23 de marzo de 1606. El "protector de los indígenas" fue un
infatigable misionero y gran organizador de la Iglesia sudamericana.
Santo Toribio fue beatificado por el Papa Inocencio XI en 1679 y
canonizado por Benedicto XIII en 1726. En 1983 San Juan Pablo II lo
proclamó Patrono del Episcopado latinoamericano. Con motivo de su
visita al Perú en 1985, elSanto Padre propuso a Santo Toribio como
modelo de obispo para la nueva evangelización por su santidad de vida,
por su compromiso en la defensa de los derechos humanos de los
indígenas, por su sintonía con la Iglesia de Roma y por su
eclesiología de comunión.
Benedicto XVI, con motivo del cuarto centenario de su tránsito a la
gloria en el 2006, destacó "su abnegada entrega a la edificación y
consolidación de las comunidades eclesiales de su época…El profundo
espíritu misionero de santo Toribio se pone de manifiesto en algunos
detalles significativos, como su esfuerzo por aprender diversas
lenguas, con el fin de predicar personalmente a todos los que estaban
encomendados a sus cuidados pastorales. Pero era también una muestra
del respeto por la dignidad de toda persona humana, cualquiera que
fuere su condición, en la que trataba de suscitar siempre la dicha de
sentirse verdadero hijo de Dios".
El actual Papa Francisco, cuando era arzobispo de Buenos Aires y
primado de la Argentina, cardenal Jorge Mario Bergoglio, en la IV
Jornada Foro de Educación, recordó, a Santo Toribio de Mogrovejo, que
"apostó mientras fue arzobispo de Lima, a comprender al pueblo yendo a
cada rincón del territorio que llegaba hasta la capitanía de Chile".

2. SAN MARTÍN DE PORRES

Fray Escoba –nombre popular de San Martín- nació en Lima, en 1579.
Hijo 'ilegítimo' del español Juan de Porres y de Ana Velásquez, mujer
negra descendiente de esclavos africanos. Al ser mulato y pobre le
tocó sufrir en más de una ocasión el menosprecio de la sociedad. Sin
embargo, su madre le descubrió el evangelio de Jesús: "El que se
humilla será ensalzado".
El santo mulato fue bautizado en la iglesia de San Sebastián, en la
misma pila y por el mismo párroco que había bautizado a Santa Rosa de
Lima. Martín vivió con su madre, quien le educó en la solidaridad con
los pobres y enfermos; de este modo, siempre que iba a la tienda,
empleaba parte de la plata en socorrer al primer necesitado que
encontraba. Su padre Juan, al volver de Guayaquil, legaliza su
situación reconociendo oficialmente a sus dos hijos, aunque no llega a
desposarse. A los dos lleva a Ecuador para ser educados con un
preceptor. Martín, a sus trece años, aprende castellano, aritmética y
caligrafía. Tras dos años de estancia en la ciudad portuaria de
Guayaquil, deja a su hija con su tío Santiago y se lleva a Martín a
Lima.
A los quince años es confirmado por Santo Toribio de Mogrovejo. Por
esta fecha trabaja en la tienda de Mateo Pastor, negociante en
especies y en hierbas medicinales. Posteriormente aprendió el oficio
de barbero-sangrador con Marcelo de Ribera, a quien ayuda a sangrar
heridas, aliviar dolores, aplicar hierbas y emplastos. A esta edad,
ingresó como donado al convento de Santo Domingo de Lima y en 1603
hizo la profesión como hermano lego. Los superiores de San Martín,
pronto advirtieron sus cualidad y caridad, por ello le confiaron junto
a otros oficios, el de enfermero.
Sus habilidades y el ardor con que cuidaba a los enfermos atrajo
incluso a los religiosos de otras comunidades que llegaban a Lima sólo
para atenderse con elsanto. San Martín fue muchas veces despreciado y
humillado, por ser mulato, pero nunca se rebeló contra los insultos
que le inferían. Su abnegación, su modestia y la paz que irradiaba
impresionaban a cuantos conocía. En la enfermería y en la portería del
convento del Rosario (Santo Domingo) atendía con acogedora bondad y
amor a los pobres y enfermos. Si a todos los dolientes trataba
exquisitamente, a sus hermanos religiosos los servía de rodillas.
Su caridad universal le llevará a convertir el convento en hospital.
Sabe que el amor es la ley suprema Su caridad con el prójimo nacía de
la unión íntima con Jesús y con María. Comentan sus compañeros
dominicos que recibía a Jesús Sacramentado "con muchas lágrimas y
grandísima devoción", ocultándose de todos para "mejor poder alabar al
Señor". Fray Martín rezaba en su celda, en la Iglesia, ante el
Santísimo Sacramento, Virgen de los Santos, en los altares del templo,
en las capillas y oratorio del convento. Oraba arrodillado y echado en
cruz sobre el suelo (…)
Realizó numerosas curaciones milagrosas Particular fue el aprecio por
sus hermanos de raza. Cuando le tocaba acudir a la finca de Limatambo,
a las afueras de Lima, se dedicaba a las labores propias de los
esclavos negros: arar, sembrar, podar árboles, cuidar de los animales
en los establos. Así se ganaba el afecto de los esclavos morenos y de
los indios pescadores de Chorrillos y de Surco, pues les servía como
enfermero y les catequizaba como misionero. Ellos, por su parte, le
daban frutos de sus huertos y estipendios para Misas.
Entrañable fue su amistad con el lego dominico San Juan Macías. Su
otro gran amigo místico fue el también lego, aunque franciscano, Fray
Juan Gómez, popularizado por Ricardo Palma en una de sus tradiciones
en que señala haber convertido un arácnido venenoso en una joya: el
alacrán de fray Gómez.
San Martín de Porres, Patrono de la Justicia Social, murió el 3 de
noviembre de 1639, dejando a Lima –desde el virrey y arzobispo hasta
el último excluido social- consternada. Fue beatificado por el Papa
Gregorio XVI en 1837 y canonizado por Juan XXIII el 6 de mayo de 1962,
cuando iba a dar comienzo el Concilio Vaticano II, del que fue insigne
modelo.


3. SANTA ROSA DE LIMA

El siglo XVI iba a alcanzar su punto medio, cuando en 1548 Gaspar
Flores, para unos nacido en Puerto Rico, para otros en Baños de
Montemayor (Cáceres), se avecina en Lima, doce después de que el
trujillano Francisco Pizarro, un 18 de enero, funde la Ciudad de los
Reyes, Lima. Andrés Hurtado de Mendoza es el virrey, y le hace
arcabucero en la guardia de su palacio. Nueve años después, en 1557,
Gaspar celebra bodas con una limeña, María de Oliva, con la que tendrá
trece hijos. Rosa es la cuarta de los supervivientes. 1586 es el año
en que se remata la cúpula de S. Pedro de Roma, y nace en Lima, el 20
de abril, siendo papa Sixto V, la santa de América. "No le podía
faltar a la ciudad de los Reyes -dice Clemente X al canonizarla- la
estre-lla luminosa que guiará hacia Cristo, Señor y Rey de reyes".
En la parroquia de S. Sebastián la bautizan el 25 de mayo, Domingo de
Pentecostés, y el Espíritu Santo se apodera de ella. La gracia
bau¬tismal que dormita durante mucho tiempo en otros niños,
desencadena en Rosa el dinamismo prodigioso que la lleva, como
Teresita a los tres años, "a no negar nada a Dios". Isabel es el
nom¬bre que, en recuerdo de su abuela, le dan al cristianarla, pero no
le durará mucho.
Las primeras en llamarla Rosa fueron la india Mariana, que muy joven
entró al servicio de María, y dos niñas que frecuentaban la casa. Un
día, al contemplarla en la cuna exclamaron: "¡Ay! ¡Qué linda es esta
niña! ¡Parece una rosa!"
Atraída por el ejemplo de Santa Catalina de Siena, quiere vivir
también su matrimonio espiritual con Jesús cuando le entregó en arras
un ani¬llo invisible para todos y sólo visible para ella; Rosa quería
tener también su anillo que le recor¬dase el día de su boda y se lo
dijo a Hernando, quien se lo encargó a un platero. El jueves Santo lo
llevó a Sto. Domingo pi¬diéndole al sacristán lo colocase en la urna
en que el Santísimo Sacramento iba a ser expuesto. La santa le veló
hasta los Oficios del día siguiente como preparación a su boda el
Domingo de Pascua. El 26 de marzo, acabada la Misa solemne, se celebró
otra y el sacerdote, sin que nadie lo advirtiese como deseaba ella,
puso en sus dedos el anillo, símbolo del matrimonio espiritual que
anticipa en la tierra las bodas eternas.
Todavía niña su "juego" preferido era rezar y hacer pequeñas
penitencias (dormía sobre piedras y tablas). Aprendió a leer y
escribir y todas las labores domésticas (costura, bordado, tejido) que
eran una fuente de recursos, como también a cantar; llegó a tocar el
arpa, la vihuela y la cítara. Su madre deseaba para su hija un
casamiento ventajoso, pero Rosa deseaba el silencio y el recogimiento.
Posteriormente piensan en que se haga monja de clausura: ella se
resiste y dice que quiere ser laica consagrada como santa Catalina de
Siena. El 10 de agosto de 1606 viste el hábito de terciaria dominica,
emite votos privados de pobreza, castidad y obediencia y vive como
religiosa en el hogar paterno.
En el huerto de su casa construye una pequeña celda donde pasa los
días dedicada a la oración, a la lectura y al bordado. Sale de su casa
sólo para asistir a Misa y visitar hospitales, a pobres, a esclavos
enfermos. Tiene muchas experiencias místicas (Jesucristo se le aparece
en forma de niño frecuentemente). En los últimos años sufre una larga
enfermedad, en la cual dice a menudo: "Señor, auméntame los
sufrimientos, pero auméntame en la misma medida tu amor". Antes de
morir le pide perdón por todos los pecados a cada uno de los de su
casa. Muere exclamando "Jesús, Jesús sea conmigo" el 24 de agosto de
1617 a los 31 años de edad. Canonizada en 1671 por Clemente X y
proclamada patrona de América y de Filipinas; su cuerpo descansa en el
convento de Santo Domingo de Lima.
El Catecismo de la Iglesia Católica recoge dos momentos de la vida de
nuestra santa, tomados de la primera biografía, la del P. Hansen,
publicada en Lovaina en 1668. El primero alude a su vida de gozosa
cruz: "Fuera de la Cruz no hay otra escala por donde subir al cielo"
(CIC n.618); el segundo, referido a su amor por los pobres: " El día
en que su madre le reprendió por atender en la casa a pobres y
enfermos, Santa Rosa de Lima le contestó: 'Cuando servimos a los
pobres y a los enfermos, servimos a Jesús. No debemos cansarnos de
ayudar a nuestro prójimo, porque en ellos servimos a Jesús" (CIC n.
2449). El Santo Padre Benedicto XVI destacó en la audiencia del 20 de
agosto de 2008 la figura de Santa Rosa leyendo unas palabras de la
misma: "Si los hombres supieran qué es vivir en gracia, no se
asustarían de ningún sufrimiento y aguantarían con gusto cualquier
pena, porque la gracia es fruto de la paciencia".

4. SAN JUAN MACÍAS

Nace en Ribera del Fresno, pueblo de la Alta Extremadura,
perteneciente entonces al priorato nullius de San Marcos de León,
provisorato de Llerena, de la Orden Militar de Santiago y ahora
diócesis de Badajoz. Era el 2 de marzo de 1585. Sus padres, Pedro de
Arcas e Inés Sánchez, eran modestos labradores.Al año siguiente nace
su única hermana. Sus padres eran fervientes cristianos y transmiten a
sus hijos los principios de la vida cristiana, singularmente la
devoción a Nuestra Señora del Valle, patrona del pueblo, aparecida en
1428.
Huérfano a temprana edad, fue criado por un tío que lo dedicó al
pastoreo. Mientras se dedicaba a esta labor, recibe la visita de un
niño que le revela ser San Juan Bautista, y le anuncia un futuro viaje
a tierras lejanas. Ya mayor, viaja a Cartagena de Indias al servicio
de un mercader. Luego se dirigió hacia el sur para llegar finalmente a
Lima; toma los hábitos dominicos en la Recolección de Santa María
Magdalena de esta ciudad (actual Iglesia de la Recoleta) en 1622.
Allí se ocupó de la portería hasta su muerte, acaecida más de dos
décadas después, en 1645. Ofrendaba a Dios numerosas penitencias,
ayunos y oraciones a cambio de la salvación de las ánimas del
purgatorio. Como Martín de Porres -de quien era amigo-, el santo se
destacaba por su profunda humildad y sencillez. Fue famoso por sus
consejos espirituales, solicitados por los distintos estamentos de la
sociedad limeña, desde los mendigos hasta el propio virrey. Juan
Macías cultivó además una ardiente caridad, y se dedicaba a repartir
diariamente alimentos a los menesterosos. "Al pedir a los ricos para
sus pobres, les enseñaba a pensar en los demás; al dar al pobre lo
exhortaba a no odiar"- apuntará Pablo VI.
Destaca su filial devoción a la Virgen María. En 1630 se le apareció
Nuestra Señora del Rosario en la capilla de su convento con motivo de
un temblor de tierra. El mismo Juan contó que Nuestra Señora del
Valle, cuya imagen veneraba en el cuadro que tenía en su celda, le
había hablado y concedido cuanto le había pedido. Con el rezo del
Rosario invocaba a la Trinidad por medio de María. Su contemplación le
llevaba a amar a la naturaleza, al prójimo, su vida consagrada. Dios
obró por su intercesión varios milagros entre los que sobresalen las
constantes multiplicaciones de alimentos.
Juan tenía la costumbre de rezar todas las noches, de rodillas, el
Rosario completo. Una parte la ofrecía por las almas del Purgatorio,
otra por los religiosos, y la tercera, por sus parientes, amigos y
benefactores. A la hora de su muerte, obligado por la obediencia, Juan
Masías confesó haber liberado durante su vida a un millón
cuatrocientas mil almas. Al finalizar el mes de agosto de 1645 enfermó
de disentería. Su celda era visitada por los pobres y los ricos. A su
cabecera se hallaba el virrey, marqués de Mancera. Murió el 17 de
septiembre de 1645, contaba 6O años. Gregorio XVI le beatificó en 1837
y Pablo VI le canonizó en 1975.
Sus numerosos milagros llevarían a Clemente XIII a declararlo
venerable en 1763. Fue beatificado por Gregorio XVI en 1837. Paulo VI
lo elevaría a los altares en 1975.
El 23 de enero de 1949, desde Olivenza (Badajoz), la cocinera Leandra
Rebello Vásquez no podía dar crédito a lo que vieron sus ojos. Se
encontraba en el Hogar de Nazaret, colegio de niños acogidos a la
Protección de Menores, regentado por una institución religiosa fundada
por el párroco del pueblo don José Zambrano. Era domingo y, además de
la comida para los 5O niños, había de preparar alimentos para los
pobres de la población. Los bienhechores designados para ese día no
trajeron los alimentos. La criada encargada de preparar la comida,
advirtiendo la exigua cantidad de arroz (unos 750 gramos), la arrojaba
para su cocción al tiempo que se abandonó en su paisano beato Juan
Macías:"¡Oh Beato, hoy los pobres se quedarán sin comida!"
A continuación, aquella minúscula cantidad de arroz, al cocer, fe
vista crecer de tal modo que al instante fue preciso trasladarla a una
segunda olla; lo que se hizo una y otra vez. La multiplicación del
arroz duró cuatro horas de una a 5 de la tarde cuando el recipiente
que rebosaba fue apartado del fuego por mandato del párroco. Del
alimento gustaron hasta hartarse los chicos del hogar, como la ingente
multitud de pobres y necesitados. Leandra Rebello, protagonista del
milagro de este "conquistador espiritual", presente el 28 de
septiembre de 1975 en la canonización de Juan Macías, es digna
sucesora de espíritus tan sencillamente magnánimos. Lo demuestra su
confianza audaz que atrae el milagro del Cielo.

5. SAN FRANCISCO SOLANO

Nace en Montilla (Córdoba) en 1549, un año después que el prudente
Pedro Lagasca, pacificase Perú tras la victoria sobre Gonzalo Pizarro
en Xaquixaguana. Y, aunque no se conoce con exactitud la fecha de su
nacimiento, sí se sabe que fue bautizado el día 10 de Marzo de 1549 en
la Parroquia de Santiago, donde aún se conserva –aunque agrietada- la
antigua pila bautismal del Santo. Francisco fue el tercer hijo de
Mateo Sánchez Solano y Ana Jiménez, llamada "La Hidalga".
Montilla era un lugar eminentemente religioso, beneficiado
recientemente por la prédica de San Juan de Ávila, quien murió cuando
Francisco tenía veinte años. En la localidad había 18 iglesias, 5
conventos y numerosas cofradías. Parece que tuvo varios encuentros con
el ilustre peruano el Inca Garcilaso. Pudo también coincidir en
Granada con santo Toribio de Mogrovejo, pues éste estuvo en la ciudad
moruna hasta 1580 y Solano hasta 1589.
A los 20 años viste el sayal franciscano, haciendo su profesión en
1570, en la familia franciscana de la Regular Observancia. Dos años
después se traslada al convento de Nuestra Señora de Loreto (Sevilla)
donde alternó el estudio de la teología con la oración y la
penitencia. Escoge la celda más pequeña e incómoda del convento, bien
próxima al coro donde pasaba buena parte de su tiempo.
Allí recibió la ordenación sacerdotal y, como tenía muy buena voz, le
nombran director de coro y predicador. En 1578 desempeña el cargo de
maestro de novicios en Arrizafa (Córdoba). Tres años más tarde, 1581,
pasa a San Francisco del Monte, la nueva Porciúncula cordobesa,
escondido entre los breñales de Sierra Morena dedicándose a la vida
contemplativa. No olvida a sus hermanos cuando la peste diezma a la
población de Montoro donde acude solícito para ayudar a los enfermos.
Se le nombra guardián del convento y a los 3 años se le envía al
convento de San Luis de la Zubia (Granada) con merecida fama de
santidad.
El 3 de marzo de 1589 partía el barco en el que iba también el nuevo
virrey del Perú, don García Hurtado de Mendoza. En Panamá debe esperar
varios meses por falta de embarcaciones. Debido al mortífero clima,
dos de sus compañeros pierden la vida. Naufraga con su compañero junto
a la isla de Gorgona (Colombia). Después de muchos avatares llega, en
1590, a la capital del Perú. Debe ir más al sur pues le reclaman en
Tucumán (Argentina). En noviembre de 1590 llega a su destino. Regenta
la diócesis Fray Fernando Trejo y Sanabria. Allí permanece 5 años como
misionero y doctrinero de Socotonio y la Magdalena. Su caridad y
mansedumbre, netamente franciscanas, así como la pobreza de su hábito,
la austeridad de su vida y la alegría de su semblante ganaron el
corazón de los indios. Se aplicó al estudio de su lengua,
especialmente la toconoté, que le enseñara el capitán Andrés García de
Valdés. El violín era una ayuda formidable para su labor
evangelizadora.
En 1595 vuelve a Lima, convento de San Francisco de la Observancia,
donde se fraguaban los criterios y decisiones que regían la vida
franciscana en toda Sudamérica. En su celda, tan sólo tenía un
camastro, una colcha, una cruz, una silla y mesa, un candil y la
Biblia junto con algunos otros libros. Era el primero en todo, y jamás
ordenó una cosa que no hiciera él antes. Sus consejos eran prudentes,
y cuando tenía que reprender a alguno de los demás frailes, lo hacía
con gran celo y caridad. Sus excesivas penitencias y su espíritu de
oración no le impedían ser alegre con los demás. Solano era también el
santo de la alegría
Desde Lima marcha a Trujillo en calidad de Superior en 1602. Aquí se
dedica especialmente a la predicación y a la asistencia de enfermos a
quienes atendía personalmente y les llevaba regalos en los mangos de
su hábito. También logró reconciliar enemigos hermanos En 1604 regresa
a la metrópoli. En 1604, Arequipa se vio afectada por la peste del
vómito negro. El 21 de diciembre de 1604, Solano pronunció un sermón
que conmovió en gran manera a los habitantes de Lima. En octubre de
1605, Solano pasó a la enfermería del convento. En octubre de 1609,
hubo un terremoto en la ciudad de Lima. Como de costumbre, daba
grandes voces invitando al arrepentimiento y la conversión. Su vida
penitente, sus trabajos y privaciones le fueron restando fuerzas y por
ello se le traslada a la enfermería del convento de San Francisco de
Lima, donde tras breve enfermedad, muere el 14 de julio de 1610. Su
entierro fue apoteósico, asistiendo toda la ciudad, desde el virrey y
el arzobispo hasta los más humildes, todos con la misma idea de haber
asistido al entierro de un santo.
El mismo año de su muerte comenzaron las informaciones sobre su vida y
virtudes, las cuales dieron por resultado que el Papa Clemente X lo
beatificara en 1675 y Benedicto XIII lo proclamase santo en 1726.
Es patrono de los terremotos, de la Unión de Misioneros Franciscanos y
del folklore argentino. También es patrono de Montilla y de numerosas
ciudades americanas como Lima, La Habana, Panamá, Cartagena de Indias,
La Plata, Ayacucho y Santiago de Chile, entre otras.



1. San José, Patrono del Perú.
2. Rosa de Santa María. 1586-1617
3. Martín de Porres. 1579-1639
4. Francisco Solano. 1549-1610
5. Juan Macías. 1585-1645
6. Toribio Mogrovejo. 1538-1606


II. BEATOS
7. Ana de los Ángeles. 1602-1686
8. Luis Tezza.1841-1923
9. José de Calasanz. 1872-1936
10. Narcisa de Jesús. 1833-1869
11. Ascensión Goñi. 1868-1940
12. Mártires de Chimbote: Miguel Tomazek, + 1991
13. Zbigniew Strzalkowski: + 1991
14 P. Sandro Dordi: 1931-1991

MÁRTIRES DOMINICOS PERUANOS EN LA GUERRA ESPAÑOLA DEL 36
15. Fray Vicente Álvarez Cienfuegos
16. Fray José Luis Palacio
17. Fray Jacinto García Riesco
18. Fray Manuel Gutiérrez Ceballos


III. SIERVOS DE DIOS
19. Alonso de Barzana, S.J. (1530-1598)
20. Fray Diego de Ortiz .1532-1571
21. Luis López de Solís.1535-1606
22. Gundisalvo (Fray Gonzalvo) Díaz de Amarante.1540- 1618
23. Diego Martínez, SI. 1542-1626
24. Juan Sebastián de la Parra. 1550-1622
25. Pedro Urraca.1583-1657
26. Juan de Alloza SI. 1597-1666
27. Venerable Gaspar Báez, SI, 1604
28. Francisco del Castillo.1615-1673
29. Nicolás de Dios Ayllón.1618
30. Francisco Camacho.1629-1698
31. Luisa de La Torre, Beatita de Humay. 1819-1869
32. Rafaela de la Pasión Veintemilla. 1836-1918
33 Monseñor Padre Alfonso María de la Cruz Sardinas, 1842-1902
34. Pío Sarobe Otaño. 1855-1910
35. Sor Clara del Corazón de María (1860-1924)
36. Mons.Emilio Lissón Chávez, CM. 1872-1961
37. Teresa de la Cruz Candamo. 1875-1953
38. Octavio Ortiz Arrieta.1879-1958
39. P. José Álvarez, OP (Apaktone) 1890-197)
40. M. Matilde Castillo de Jesús 1894-1965
41. Melchora Saravia Tasayco, la Melchorita. 1895-1951
42. P.Juan J. McKniff, OSA, 1905-1994
43. P. Serapio Rivero Nicolás, OSA, 1917 –2002
44 P. Daniel Badiali, 1962-1997
45. Mons.Martín Fulgencio Elorza Legaristi. 1899-1966
46. P. Mateo Crawley-Boevey 1875-1960
47. P. Eusebio Arróniz, 1885-1959
48. M. del Pilar de Jesús, OCD, 1917-1997
49. Andrés Aziani, 1953-2008
50. Hna. Augusta Rivas. 1920-1990
51. Monseñor Federico Kaiser (1903-1993)
52. SANTA Teresa de Calcuta en Perú: 1910-1998
53. SAN JUAN PABLO II en el Perú
54. SAN JOSÉ MARELLO (milagro de canonización en el Perú)


IV. Y MUCHOS MÁS
55. Sebastián de Antuñano: 1652-1716
56. Antonia de Maldonado (Lucía del Espíritu Santo). 1646-1709
57 María Josefa de la Providencia
58. Antonio Ruiz De Montoya. 1595-1652
52. Padre Guatemala, Apóstol de Ica.1775-18399
60. Joaquina de la Santísima Trinidad
61. Úrsula de Cristo 1604-1666
62. Teresa del Sagrado Corazón.1857-1950
63 Pascualito Fuster 1888-1950
64. Padre Manuel Pardo, S.J. (1877-1906)
65. José Mojica (1896-1974)
66. Irene McCormamack. 1939-1991
67. Juana Sawyer. 1932-1983
68. P. Ladislao Milharcis, SDB: 1936
69. P. Miguel Córdova, SDB: 1936
70. Julio Corazao. 1934-1996
71. Pool Cuadros. 1979-2003
72 Arturo Villegas Romero (1923-1950)
73. Julio Corazao. 1934-1996
74. José Dammert Bellido 1917-2008
75. P. Carlos Pozzo, S.J.
76. P. Antonio San Cristóbal