sábado, 17 de diciembre de 2016

LIBRO COMPLETO DE SANTA ROSA MÍSTICA Báez Rivera, Emilio Ricardo Las palabras del silencio de santa Rosa de Lima o la poesía visual del Inefable

Báez Rivera, Emilio Ricardo

Las palabras del silencio de santa Rosa de Lima o la poesía visual del Inefable,
2012, 196 p

¿Conocen esta obra? Una delicia y una de las pocas que ahonda en su belleza literaria y experiencia mística. En pleno IV centenario de su muerte, es ideal para adentrarse en su rico mundo interior y no quedarse en lo superficial, político o morboso.
Esperamos con ansiedad la obra de la doctora Rosa Sonia Carrasco que desde el punto de vista literario, histórico, espiritual nos abrirá el alma de la gran mística peruana.

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Estudio del pensamiento y de la mística de santa Rosa de Lima a la luz de los protocolos de beatificación y de canonización, así como de sus hológrafos, en los que expresó una tipología de 15 experiencias extraordinarias con la persona divina de Cristo en diferentes momentos de su cronología humana. Los hológrafos rosarianos son comentados desde diversas tradiciones culturales (el arte de la memoria, la emblemática renacentista, el collage, el ideograma lírico y el Sagrado Corazón de Jesús, entre otras), para profundizar en la significación de su simbología místico-cristiana.

Emilio Ricardo Báez Rivera es catedrático auxiliar del Departamento de Estudios Hispánicos de la Universidad de Puerto Rico, donde obtuvo el bachillerato y la maestría en Estudios Hispánicos. Se doctoró en Filología hispanoamericana colonial en la Universidad de Sevilla.



Está completa en internet y ha sido auspiciada desde esta Universidad de Navarra


jueves, 15 de diciembre de 2016

Un predicador de lujo. El P. Samamé, OP, en Huacho (Tradición de Ricardo Palma)

Un predicador de lujo. El P. Samamé, OP, en Huacho

http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/tradiciones-peruanas-primera-serie--0/html/ff170c4a-82b1-11df-acc7-002185ce6064_3.html#I_18_

 

El padre Samamé, de la orden dominica, en treinta años que tuvo de conventual no predicó más que una vez; pero esa bastó para su fama. De lo bendito poquito.

Lo que voy a contar pasó en la tierra donde el diablo se hizo cigarrero, y no le fue del todo mal en el oficio.

Huacho era, en el siglo anterior, un villorrio de pescadores y labriegos, gente de letras gordas o de poca sindéresis, pero vivísima para vender gato por liebre. Ellos, por arte de birlibirloque o con ayuda de los polvos de pirlimpimpim, que no sabemos se vendan en la botica, transformaban un róbalo en corvina y aprovechaban la cáscara de la naranja para hacer naranjas hechizas.

Los huachanos de ahora no sirven, en punto a habilidad e industria, ni para descalzar a sus abuelos. Decididamente las razas degeneran.

A los huachanos de hoy no les atañe ni les llega a la pestaña mi cuento. Hablo de gente del otro siglo y que ya está criando malvas con el cogote. Y hago esta salvedad para que no brinque alguno y me arme proceso, que de esas cosas se han visto, y ya estoy escamado de humanas susceptibilidades y tonterías.

Aconteció por entonces que aproximándose la semana santa, el cura del lugar hallábase imposibilitado para predicar el sermón de tres horas por causa de un pícaro reumatismo. En tal conflicto, escribió a un amigo de Lima, encargándole que le buscase para el Viernes Santo un predicador que tuviese siquiera dos bes, es decir, bueno y barato.

El amigo anduvo hecho un trotaconventos sin encontrar fraile que se decidiera a hacer por poca plata viaje de cincuenta leguas entre ida y regreso.

Perdida ya toda esperanza, dirigiese el comisionado al padre Samamé, cuya vida era tan licenciosa, que casi siempre estaba preso en la cárcel del convento y suspenso en el ejercicio de sus funciones sacerdotales. El padre Samamé tenía fama de molondro y, no embargante ser de la orden de predicadores, jamás había subido al púlpito. Pero si no entendía jota de lugares teológicos ni de oratoria sagrada, era en cambio eximio catador de licores, y váyase lo uno por lo otro.

Abocóse con él el comisionado, lo contrató entre copa y copa, y sin darle tiempo para retractarse lo hizo cabalgar, y sirviéndole él mismo de guía y acompañante salieron ambos caminito de Chancay.

Llegados a Huacho, alborotóse el vecindario con la noticia de que iba a haber sermón de tres horas y predicado por un fraile de muchas campanillas y traído al propósito de Lima. Así es que el Viernes Santo no quedó en Laurima, Huara y demás pueblos de cinco leguas a la redonda bicho viviente que no se trasladara a Huacho para oír a aquel pico de oro de la comunidad dominica.

El padre Samamé subió al sagrado púlpito; invocó como pudo al Espíritu Santo, y se despachó como a Dios plugo ayudarle.

Al ocuparse de aquellas palabras de Cristo, hoy serás conmigo en el paraíso, dijo su reverencia, sobre poco más o menos: «A Dimas, el buen ladrón, lo salvó su fe; pero a Gestas, el mal ladrón, lo perdió su falta de fe. Mucho me temo, queridos huachanos y oyentes míos, que os condenéis por malos ladrones».

Un sordo rumor de protestas levantóse en el católico auditorio. Los huachanos se ofendieron, y con justicia, de oírse llamar malos ladrones. Lo de ladrones, por sí solo, era una injuria, aunque podía pasar como floreo de retórica; pero aquel apéndice, aquel calificativo de malos, era para sublevar el amor propio de cualquiera.

El reverendo, que notó la fatal impresión que sus palabras habían producido, se apresuró a rectificar: «Pero Dios es grande, omnipotente y misericordioso, hijos míos, y en él espero que con su ayuda soberana y vuestras felices disposiciones llegaréis a tener fe y a ser todos sin excepción buenos, muy buenos ladrones».

A no estar en el templo el auditorio habría palmoteado; pero tuvo que limitarse a manifestar su contento con una oleada que parecía un aplauso. Aquella dedada de miel fue muy al gusto de todos los paladares.

Entretanto, el cura estaba en la sacristía echando chispas, y esperando que descendiese el predicador para reconvenirlo por la insolencia con que había tratado a sus feligreses.

-Es mucha desvergüenza, reverendo padre, decirles en su cara lo que les ha dicho.

-¿Y qué les dije? -preguntó el fraile sin inmutarse.

-Que eran malos ladrones...

-¿Eso les dije? Pues, señor cura, ¡me los mamé!

-Gracias a que después tuvo su paternidad el tino suficiente para dorarles la píldora.

-¿Y qué les dije?

-Que andando los tiempos, y Dios mediante, serían buenos ladrones...

-¿Eso les dije? Pues, señor cura, ¡me los volví a mamar!

Y colorín, colorado, aquí el cuento ha terminado.

martes, 13 de diciembre de 2016

Fallece monseñor Javier Echevarría, prelado del Opus Dei

Fallece monseñor Javier Echevarría, prelado del Opus Dei

Posted by Redaccion on 13 December, 2016

Mons. Javier Echevarría

(ZENIT – Roma).- A las 21.10 del 12 de diciembre, en la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, ha fallecido monseñor Javier Echevarría, obispo y segundo sucesor de san Josemaría Escrivá, fundador del Opus Dei. El vicario auxiliar de la prelatura, monseñor Fernando Ocáriz, pudo administrarle los últimos sacramentos esta misma tarde, informa un comunicado de prensa del Opus dei.

Asimismo, se indica que el prelado del Opus Dei había sido hospitalizado el pasado 5 de diciembre en el policlínico Campus Bio-Medico de Roma a causa de una leve infección pulmonar. Monseñor Echevarría estaba recibiendo un antibiótico para combatir la infección. Fuentes del centro médico han señalado que "el cuadro clínico se complicó hace tres días, agravándose en las últimas horas y provocando una insuficiencia respiratoria que ocasionó el fallecimiento".

Como prevé el derecho de la prelatura, el gobierno ordinario de la prelatura recae ahora sobre vicario auxiliar y general monseñor Fernando Ocáriz. Según los estatutos de la Prelatura, a él compete convocar en el plazo de un mes un congreso electivo que elija al nuevo prelado. El congreso ha de celebrarse en el plazo de 3 meses. La elección debe ser posteriormente confirmada por el Papa.

El Prelado ha fallecido a los 84 años de edad. Nació en Madrid en 1932, y en esa misma ciudad conoció a san Josemaría, de quien fue secretario desde 1953 hasta 1975. Más adelante, fue nombrado secretario general del Opus Dei. En 1994 fue elegido prelado. Recibió de manos del san Juan Pablo II la ordenación episcopal el 6 de enero de 1995 en la basílica de San Pedro.

Durante la noche se han celebrado diversas misas de corpore insepultoen la capilla del centro hospitalario. Monseñor Fernando Ocáriz celebró la primera hacia la 1 de la madrugada. Al comunicar la noticia, monseñor Fernando Ocáriz, vicario auxiliar y general de la prelatura del Opus Dei, comentó que se trata de un momento "de oración, de serenidad y de unidad". Y añadió: "A la pena por la marcha de un padre, se une el agradecimiento por el cariño y el buen ejemplo que nos ha dado en estos 22 años como prelado".

Los hermosos cantos en Quechua que sonaron en Misa oficiada por el Papa Francisco, Diciembre 2016

Los hermosos cantos en Quechua que sonaron en Misa oficiada por el Papa Francisco

Captura de Youtube / Vatican

Este 12 de diciembre del 2016 el Papa Francisco ofició en el Vaticano una Misa por América Latina en la que se oyeron algunos antiguos cantos en quechua.

El primero fue Hanacpachap cussicuinin, el cual es un antiguo himno procesional en Quechua dedicado a la Santísima Virgen María.  Esta canción tiene la particularidad de ser la primera obra polifónica compuesta en América y aparece por primera vez en 1631 en el "Ritval formulario; e institución de cvras para administrar a los naturales de este reyno, los santos sacramentos del baptismo. Confirmación, eucaristía y viático, penitencia, extremaunción, y matrimonio: con aduertencias muy necessarias" (Sí… el título es algo extenso).

El autor Juan Pérez de Bocanegra (1598 – 1631) fue párroco en San Pedro de Andahuaylillas en Perú y era un experto en lenguas indígenas. Precisamente por esta razón es que Hanacpachap cussicuinin fue compuesta en Quechua.

Letra en Quechua:

Hanacpachap cussicuinin,
Huaran cacta muchas caiqui.
Yupairuru pucocmallqui,
Runa cunap suyacuinin.
Callpannacpa quemicuinin,
Huaciascaita.

Uyarihuai muchascaita
Diospa rampan Diospamaman
Yurac tocto hamancaiman
Yupascalla, collpascaita
Huahuaiquiman suyuscaita
Ricuchillai.

Traducción al Español:

Alegría del cielo
Te venero mil veces
Fruta preciosa de árbol fructífero,
Esperanza que anima
Y da soporte a los hombres,
Oye mi oración.

Oh, columna de marfil, madre de Dios
De iris hermoso, amarillo y blanco,
Recibe esta canción que te ofrecemos,
Ven a nuestra ayuda,
Muéstranos el fruto de tu vientre.

El segundo fue Sumac, un antiguo himno en Quechua que significa Santo. Aunque su letra no corresponde totalmente con el texto litúrgico es muy común que sea utilizado en las regiones andinas en lugar del Sanctus. La solemnidad y belleza que caracteriza esta melodía la hace apropiada para la liturgia y así es aceptada en los cantorales litúrgicos aprobados por muchas conferencias episcopales.

Letra en Quechua:

Sumac, sumac, sumac

Ancha sumaq kanki, Dius taytaku
Kusi-Kusilla (2), hanaq pachapi

Sumaq llataqkachun sutikipi hamuq
Kusi-Kusilla (2), hanaq pachapi

Sumac, sumac, sumac,

Letra en Español:

Santo, Santo, Santo

Eres Dios Padre tan bueno
Alegre (2) Dios de la tierra

Hermoso el que viene en nombre de Dios
Alegre (2) Dios de la tierra

Santo, Santo, Santo

 

viernes, 2 de diciembre de 2016

Domingo Ramos-Lissón, gran historiador de la Iglesia primitiva, profesor emérito de la Facultad de Teología de Navarra (+)

Fallece Domingo Ramos-Lissón, profesor emérito de la Facultad de Teología

Experto en Historia de la Iglesia y en Patrología, llegó a publicar más de 80 libros y artículos de investigación

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FOTO: Manuel Castells
 
28/11/16 09:45 Chus Cantalapiedra

El profesor emérito de la Facultad de Teología Domingo Ramos-Lissón falleció el 27 de noviembre en Pamplona. Había nacido en Madrid en 1930, donde estudió Derecho en la Universidad Central de Madrid.

Posteriormente se trasladó a Roma para realizar los estudios teológicos en la Pontificia Universidad Lateranense, y allí se doctoró. Recibió la ordenación sacerdotal en diciembre de 1959 en Madrid. Durante su estancia en Roma conoció a san Josemaría, quien le hizo despertar su interés por la antigüedad cristiana. Fruto de ello nació su trabajo Los primeros cristianos (1968), que, ampliado y revisado, alcanzó tres ediciones.

Se incorporó a la Universidad de Navarra en 1971, de la mano del profesor José Orlandis, donde realizó tareas docentes, investigadoras y directivas. Compaginó las labores propias de su condición sacerdotal con su actividad científica.

Experto en Patrología e Historia Antigua de la Iglesia, mantuvo una intensa actividad investigadora con más de ochenta libros y artículos publicados en revistas especializadas. Entre sus numerosas publicaciones destacan Compendio de Historia de la Iglesia Antigua (EUNSA, 2009) y Patrología (EUNSA, 2005), centrado en la vida de los Padres de la Iglesia: "su gran sueño", tal y como señala Josep Ignasi Saranyana, profesor emérito de la Facultad de Teología.

Fue muy importante su aportación al desarrollo del Instituto de Historia de la Iglesia de la Universidad de Navarra, del que fue subdirector de 1984 a 1990, y director entre 1990 y 1996. Además, impulsó el nuevo Anuario de Historia de la Iglesia (desde 1991).

El perfecto caballero: cordialidad extraordinaria y permanente sonrisa

Una de sus labores más conocidas en la Universidad fue la de asesoramiento y colaboración en la dirección de la Biblioteca del centro académico. Por encima de todo "fue un gran amante de los libros", relata el profesor Saranyana: "Dedicó muchísimas horas a la Biblioteca hasta lograr que esta sea hoy, al menos en materias teológicas, un referente internacional".

Domingo Ramos fue miembro de la "Association Internationale d'Études Patristiques", de la "Societas Internationalis Studiorum Historiae Conciliorum Investiganda", de la "Sociedad Española de Estudios Clásicos" y de la "Association Française d'Histoire Réligieuse et des Idées". Además, su apertura al mundo internacional le llevó en 1997 a obtener el Premio Europa, concedido por el Centro de Estudios Europeos de la Universidad de Navarra.

"Algunos lo definían como el 'perfecto caballero', y con razón, por sus educados modos y por su permanente sonrisa", afirma el profesor Saranyana. "Siempre hizo gala de una cordialidad y exquisitez extraordinarias, que nunca abandonó, ni siquiera en las etapas de mayor tensión: durante la larga enfermedad de su madre (a la que atendió con filial solicitud); cuando se acumulaban el trabajo o los compromisos editoriales; o en las temporadas en que el ministerio sacerdotal le exigía una mayor dedicación. Era, sin duda, una persona de talante pacífico, que inspiraba serenidad, un buen sacerdote y un gran universitario, muy identificado con el mundo británico, particularmente con el de Oxford". 

Semblanza escrita por Marcelo Merino, profesor emérito de la Facultad de Teología (PDF)

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