sábado, 14 de mayo de 2016

SAN ISIDRO LABRADOR, EN MOCHE, CARABAYLLO, MADRID Y MI PUEBLO (Rollán-Salamanca)

Amigos: Como nací el día de San Isidro y en mi pueblo –de labradores- se le tiene gran devoción, yo no voy a ser menos. Hasta tengo mi colección de "san isidros" peruanos que son de lo más simpático que he visto, comenzando por el primero, el de Tarata con sus "jeans" y con "ojotas". Les dejo con esta nota sobre la fiesta en Moche, ubicado a 15 kilómetros de la ciudad de Trujillo (La Libertad) durante la "Fiesta de San Isidro Labrador", tradicional fiesta que se origina en la colonización española y mezcla la historia, la creencia, veneración y arte popular con una duración de 58 días y abarca los meses de marzo, abril y mayo.

Cuenta la tradición, que la imagen de San Isidro fue traída de España por Santo Toribio de Mogrovejo y llegando al valle de Moche en 1587 en su trayecto hacia Huaraz -a donde había sido destinada- al pasar por este valle y percibir el aire puro de sus campiñas, el religioso decidió dejarlo en el pueblo de Moche, según información difundida por la Hermandad de San Isidro Labrador de la Parroquia Santa Lucía de Moche.

Desde 1750, la Cofrada de San Isidro instaura la peregrinación donde decenas de fieles mocheros sacan al santo en procesión luego de una misa denominada del "Buen Viaje" seguido banda de músicos, la "danza de los diablos", servidores del santo quienes solían robar las mejores siembras de la campiña para ofrecerlas al santo cuando se inicia la procesión, además de las tradicionales Negras de Calazán.

Durante 58 días, San Isidro Labrador ataviado de su indumentaria tradicional -compuesto de sombrero de paja, capa y palana- recorre la campiña de Moche donde "los esperadores" lo reciben con altares y grandes arcos de fruta en señal de ofrenda pues de acuerdo a la creencia mochera su paso por estas tierras es garantía de una buena cosecha, abundancia en agua y la unión de todos los campesinos.

En su día central, el 15 de mayo, ingresa nuevamente al pueblo de Moche donde se oficia una misa especial en la Iglesia principal, los creyentes esperan con un altar y un arco adornado con las mejores frutas y bebidas de la zona como ofrenda y agradecimiento de la buena cosecha que al final son repartidos entre los devotos y los diablos mocheros que "mueren" apenas comen las frutas benditas.

Otra actividad resaltante en honor al santo es la faena agrícola que congrega a decenas de agricultores quienes durante el día sembrarán maíz en un terreno donado por un poblador.

Además, en el programa festivo figura la Feria Patronal San Isidro Labrador, verbena artística cultural, quema de juegos artificiales, entre otros.

La celebración es acompañada de la famosa sopa teóloga, cuyes, cecina y el tradicional cabrito norteño.


Dato

Según la historia, el 15 de mayo de 1082 nace San Isidro Merlo y Quintana, nombre en devoción al arzobispo de Sevilla. Desde temprana edad se inclinó al catecismo y actos litúrgicos, dedicándose diariamente a la agricultura y ganadería. Murió a los 90 años, cuarenta años después, delegados de la Santa Sede examinaron su sepulcro comprobando su incorruptibilidad y el Papa Gregorio XV lo canonizó como San Isidro.

Lady Villanueva

San Isidro Labrador – 15 de mayo

Posted by Isabel Orellana Vilches on 14 May, 2016

San Isidro

(ZENIT – Madrid).- La vida de Isidro nuevamente pone sobre el tapete una indiscutible realidad: para ser santo basta con amar en todo momento. No hay más. Cualquier otro afán que no esté regido por ello se deslinda de ese camino. Lo que viene llamando la atención en él desde hace siglos fue que, siendo tan escasa su notoriedad, inmediatamente después de morir fue aclamado por las gentes que habían visto en su conducta cotidiana los rasgos de la santidad. Posteriormente, con visos de rigor o movidos por antiguos criterios hagiográficos tendentes a magnificar retazos de su acontecer, se han ido sumando páginas ensalzando virtudes que hicieron de Isidro uno de los personajes históricos más queridos de Madrid, ciudad de la que es patrón. De su memoria ha quedado fehaciente constancia en la arquitectura y en la pintura, entre otras artes. En muchos rincones de la capital de España hay vestigios del fervor que suscita. Simplemente esto da que pensar. No se tributan a cualquiera tantos honores.

Juan Diácono sintetizó su existencia en seis páginas en su Vita Sancti Isidororedactada en el siglo XIII. Nació Isidro de Merlo y Quintana en Madrid a finales del siglo XI, puede que hacia 1082, en una humilde casa cercana a la iglesia de San Andrés. Sus padres eran cristianos mozárabes, fieles a la fe que le inculcaron. Entonces Madrid era una modesta Villa que al ser conquistada por los almorávides obligó a muchos a huir. Uno de ellos fue Isidro, cuyo primer oficio había sido el de pocero. Al llegar a la localidad madrileña de Torrelaguna comenzó a ganarse la vida como labrador. Era un hombre humilde y sencillo, de gran corazón, que enamoró a María Toribia, con la que se desposó. Ella, también canonizada, es conocida con el nombre de santa María de la Cabeza.

Después de pasar por Caraquiz y Talamanca, la pareja se asentó en Madrid. Isidro retornó al campo si bien no poseía tierras que cultivar, sino que estaba al servicio de Juan de Vargas al que conoció en Talamanca. Juan era una especie de terrateniente, dueño de hectáreas extendidas por las riberas del Manzanares así como por barrios y aledaños de la ciudad, como los Carabancheles Alto y Bajo, Getafe, Jarama… En casa de Vargas nacería Illán, hijo de Isidro y de María, y en ella fue objeto de uno de los numerosos milagros que se atribuyen al santo ya que la familia había establecido su morada en ese palacio. El niño era muy pequeño cuando en un descuido se cayó al pozo, con la natural conmoción de su madre. Conocedor del hecho su padre, al regresar de su trabajo suplicó a la Virgen de la Almudena su mediación. Entonces el agua subió llegando casi a rebasar el borde del pozo lo cual le permitió extraer a Illán sin rasguño alguno.

Isidro era especialmente devoto de la Eucaristía y de la Virgen. No fue hombre versado. No conoció más paisajes que las pocas localidades que recorrió y la majestuosidad de una naturaleza que le hablaba de Dios. Así se doctoró humana y espiritualmente. La paciencia, el tesón, la generosidad, la constancia, la esperanza, la belleza…, todas las virtudes brotaban en su entorno enhebradas de silencios, rotos únicamente por la inigualable sinfonía que le acompañaba: el murmullo del agua, el trinar de las aves o el susurro del viento. Todo era imagen de Dios. Y María acunándole desde su trono en la Almudena y en Atocha. Su camino hacia la santidad lo efectuó desde el anonimato y la sencillez de una vida colmada del amor a Dios, rubricada por la honestidad en cada uno de sus actos: responsabilidad en el hogar y en el trabajo, abnegación con todos… Un sentimiento hondo de gratitud y paz en medio de la humilde tarea que llenaba muchas de sus horas: uncir los bueyes, cuidado de los animales, poda de rastrojos, vendimia, siembra, cosecha, etc.

Su conducta quedaba realzada en medio de una sociedad dada a vivir con largueza, sumida en ciertas costumbres alejadas del evangelio. Digamos que los gestos del santo denunciaban vicios que dominaban a la clase civil y a la eclesiástica. El pueblo llano siempre ha sabido distinguir de forma natural la grandeza de una vida que se derrama sin estridencias, pero que está ahí, haciendo germinar en derredor multitud de bendiciones, marcando la brújula de la verdad divina.

Gregorio XV dijo de él: «nunca salió para su trabajo sin antes oír, muy de madrugada, la Santa Misa y encomendarse a Dios y a su Madre Santísima». Todos se percataban de su piedad, bondad y caridad con los pobres. Su fe era tanta que alguna vez, según narra la tradición popular, los ángeles acudieron a reemplazarle en su tarea, arando las tierras para que pudiera asistir tranquilo a misa sin faltar a su trabajo. El hecho, que forma parte de su proceso de canonización, fue contemplado por un atónito Juan de Vargas que acudió a comprobar su rendimiento laboral ante alguna denuncia que debió llegar a sus oídos en contra de Isidro. Este milagro ha sido recogido por la iconografía; es, por ello, uno de los más conocidos que se le atribuyen al santo, en cuya causa se contabilizaron más de cuatrocientos. Otros prodigios los compartió con su santa esposa, como cruzar el río Jarama sobre una mantilla.

 Murió en Madrid el 15 de mayo de 1130. Fue sepultado en el cementerio de San Andrés, de cuya parroquia era diácono Juan, redactor de su vida. A través de una revelación divina en 1212 se descubrieron sus restos, constatándose que su cuerpo estaba incorrupto. Desde entonces se le considera patrón de Madrid. Pablo V lo beatificó el 14 de junio de 1619. Y Gregorio XV lo canonizó el 12 de marzo de 1622, pero al fallecer éste, hubo que esperar al 4 de junio de 1724 fecha en la que Benedicto XIII expidió la bula de canonización. Aquél gran día de 1622 en la gloria de Bernini se encumbraba a los altares a un humilde campesino junto a estas grandes figuras de la Iglesia: Ignacio de Loyola, Francisco Javier, Teresa de Jesús y Felipe Neri. El 16 de diciembre de 1960 Juan XXIII declaró a Isidro patrón de los agricultores y campesinos españoles.