domingo, 17 de abril de 2016

LAS OBRAS DE MISERICORDIA EN EL PERÚ 8: Redimir al cautivo y visitar al preso

LAS OBRAS DE MISERICORDIA EN EL PERÚ 8

 

Redimir al cautivo y visitar al preso

Esto implica visitar a los presos y darles ayuda material y muy especialmente, asistencia espiritual (para ayudarlos a enmendarse y ser personas útiles y de bien cuando terminen el tiempo asignado por la justicia). Significa también rescatar a los inocentes y secuestrados; en la antigüedad los cristianos pagaban para liberar esclavos o se cambiaban por prisioneros inocentes; hoy en día este mandato tiene que ver con prisioneros inocentes y secuestrados

El Evangelio no empieza por una reforma estructural, programando un cambio externo de la sociedad aunque en el fondo lo suponga e implique, sino ofreciendo un espacio de comunión humana a los mismos presos. Los encarcelados, a quienes la sociedad encierra/expulsa como peligrosos, son para Jesús la piedra angular de la comunidad mesiánica (cf. Mc 12, 11). Sin duda, algunos pueden ser muy peligrosos y no pueden estar sin más en libertad. Pero Jesús quiere ofrecerles una presencia humana de cuidado y esperanza. De igualmente han hecho y debemos hacer sus seguidores. Como bellamente expresó Benedicto XVI "no se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva" (Deus caritas est, 1)

 

Desde la antigüedad,  se rescataban esclavos o presos cautivos por dinero. El caso más famoso es el de Miguel de Cervantes, quien preso en Lepanto y Argel intentó cien veces la fuga, sostuvo el ánimo de sus compañeros de cautiverio, hizo frente a la barbarie turca sin temor a los crueles castigos acabando por hacerse respetar y por fin el trinitario fray Juan Gil le rescató y pudo salir para Valencia el 24 de octubre de 1580.

Uno de los más entrañables ministerios de los Religiosos Mercedarios del Perú fue el de recaudar limosnas en el dilatado virreinato para ser enviadas en rescate de cristianos cautivos por los moros en África. Todavía se pueden ver las alcancías en las iglesias de La Merced; la maternal figura de la Virgen Redentora iba de casa en casa como señal de bendición y también impetrando una colaboración económica. La real cédula de 1576 demuestra que se cumplía tal ministerio cuando apenas hacía cuarenta años de la fundación de conventos en el Perú. En 1588 se tiene noticia del primer envío oficial por un total de 1.044 pesos consignados a las autoridades de la Real Hacienda. Cuando en 1786 se ordenó por real cédula la supresión de los pequeños conventos, vista las dificultades para la recolección de dichas limosnas, hubo de revocarse tal supresión, pues como lo demostró el provincial de Lima, en sólo seis años se había recaudado 309.000 pesos para ser remitidos a España. ¡Con qué gratitud se recuerda su benéfica labor, especialmente la de los siervos de Dios Gonzalo Díaz de Amarante, Alonso de Arequipa, Antonio de San Pedro, Pedro Urraca, Francisco de Salamanca, Sebastián de la Cruz, entre otros!

Para solucionar esta llaga de la prisión por delitos o cautiverio por motivos religiosos como hizo el Islam con los cristianos, surgieron órdenes redentoras como los trinitarios o los mercedarios, dedicadas a las cárceles, donde ejercen su apostolado entre los aprisionados por todo tipo de delitos y entre sus familias, junto a laicos y sacerdotes desempeñan tareas de voluntariado en las cárceles y para la reinserción social. 

Un célebre caso de visita a la cárcel nos lo brinda Santo Toribio y nos lo cuenta Juan Delgado de León como testimonio en el proceso de beatificación: "por el año de 1598 poco más o menos, habiendo oído decir que traían por aquella para ajusticiar a un fulano capitán Juan de Reynoso, y viendo que no traían al delincuente, oyó decir este testigo que el dicho siervo de Dios Don Toribio había salido de su casa e ido a la cárcel pública de esta ciudad con mucha gente que le fue acompañando adonde estaba preso y para sacar luego a degollar al dicho fulano de Reynoso por haber dado de paños a otro en la puerta del palacio, el cual no se había querido bajar de la querella y movido de piedad el dicho siervo de Dios se entró adonde estaba la parte agraviada y con sus persuasiones santas y eficaces le redujo a que perdonase el agravio, con lo cual se compuso el negocio, apartándose de la querella el ofendido, con que dejaron de ajusticiar al dicho fulano de Reynoso, quedando todo el pueblo edificado y admirado de la grande caridad del dicho siervo de Dios

El fundador de las Mercedarias de la Caridad –presentes en Rioja y Lima- , Beato P. Zegrí, describió bellamente el objetivo d la Orden: «Curar todas las llagas, remediar todos los males, calmar todos los pesares, desterrar todas las necesidades, enjugar todas las lágrimas, no dejar, si posible fuera en todo el mundo, un solo ser abandonado, afligido, desamparado, sin educación religiosa y sin recursos»

"¿Cuándo estuviste en la cárcel y no fuimos a verte...?" Para evitar que algún día tengamos que hacer esta pregunta al Señor, la Iglesia nos invita a acompañar a los cautivos. Alrededor de 90.000 presos y 70 penales existen en el Perú. En el Perú existe la pastoral carcelaria en casi todas las diócesis. Desde su carisma trinitario, mercedario, o debido a un llamamiento del Señor, cientos de misioneros y voluntarios frecuentan las cárceles como los Misioneros de la Preciosa Sangre, quienes reconocen el grito de la Sangre en los hermanos que buscan su libertad; de este modo, los padres Andoni Ledesma C.PP.S y Nino Calderón C.PP.S están realizando esta pastoral en dos penales: Piedras Gordas, ubicado en el Km 42 de la avenida Panamericana Norte, en Ancón; y en San Pedro ubicado en el distrito limeño de San Juan de Lurigancho. O el de la laica española Mercedes López quien desde hace décadas ha optado por una vida entre rejas, apoyando en lo que puede a los presos extranjeros que cumplen condenas por tráfico de drogas, desde la Casa de la Esperanza Migrante, para ayudar a los burriers extranjeros que salen de prisión; con su equipo los acoge, les da un techo provisional, comida, ropa, les gestiona documentos y hasta les consigue trabajo.

 

Dios quiera que -como pidió el Papa Francisco en febrero del 2016 en su visita a los presos de Ciudad Juárez- se promueva la reinserción social y una cultura solidaria: "A veces pareciera que las cárceles se proponen incapacitar a las personas a seguir cometiendo delitos más que promover los procesos de reinserción que permitan atender los problemas sociales, psicológicos y familiares que llevaron a una persona a determinada actitud…En la capacidad que tenga una sociedad de incluir a sus pobres, sus enfermos o sus presos está la posibilidad de que ellos puedan sanar sus heridas y ser constructores de una buena convivencia".