martes, 18 de agosto de 2015

La Importancia del rol que cumple la Iglesia católica en la formación histórica, cultural y moral del Perú en la actualidad.



MINJUS organiza evento "La Iglesia Católica como elemento importante en la formación histórica, Cultural y Moral del Perú"
Publicado el 18 de agosto de 2015
MINJUS_IGLESIA

El Ministerio de Justicia y Derechos Humanos organizó el evento denominado "La Iglesia Católica como elemento importante en la formación Histórica, Cultural y Moral del Perú", con ocasión de haberse cumplido 35 años de la suscripción del Acuerdo Internacional entre la Santa Sede y la República del Perú.

La actividad contó con la presencia del cardenal Juan Luis Cipriani, el presidente de la Conferencia Episcopal Peruana, monseñor Salvador Piñeiro; la Dr. María Cecilia Rodríguez Cuba, directora general de Justicia y Cultos  del MINJUS; así como reconocidas autoridades de la Iglesia Católica.

El reconocido historiador José Antonio Benito Rodríguez se encargó de exponer sobre "La importancia del  rol que cumple la Iglesia Católica en la Formación Histórica, Cultural y Moral del Perú en la actualidad".

Por su parte, el abogado internacionalista Juan José Ruda Santolaria, abordó "La importancia del acuerdo entre la Santa Sede y la República del Perú, a 35 años de su celebración como marco jurídico de las relaciones Iglesia-Estado".

El evento se realizó en el Auditorio Institucional del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos.

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LES COMPARTO MIS APUNTES

La Importancia del rol que cumple la Iglesia católica en la formación histórica, cultural y moral del Perú en la actualidad


Según la edición estadística de Datum Internacional de El Comercio en "La Encuesta del Milenio: Religión" (Lima 19 marzo 2000), "el Perú es el país donde más se cree en un Dios (80%), reafirmando así una tradición católica que no ha perdido vigencia" (p.5). Según el censo de 2007, la mayor parte de la población se identificaba como católica (81,3 %); seguida en número de fieles por las iglesias evangélicas (12,5 %): Testigos de Jehová, mormones, adventistas, entre otros grupos ; otras religiones (3,3 %): budistas, islamistas, hinduistas y hare krishnas; el 2,9 % de la población peruana afirma no profesar ninguna religión. Para la empresa VOX POPULI de la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima en el 2015 el cristianismo es la fe del 94% de los peruanos, del cual el 80% es católico; el 79% de la población opina que si los valores religiosos estuvieran más presentes en el gobierno del país, los peruanos estaríamos mejor; y, además, afirma el 78%, la gente sería más honesta.

Más allá de estas cifras, hay que constatar datos evidentes como la gigantesca procesión del Señor de los Milagros, y tantas expresiones de religiosidad popular (devoción a la cruz, Virgen María, los santos, la Eucaristía), numerosas órdenes religiosas y nuevos movimientos eclesiales, la topografía de todo el Perú sembrada de nombres cristianos, personas, instituciones... nos evidencian que, incluso mucho antes de la presencia cristiana, el Perú ha tenido un sentido profundamente religioso en las creencias y en las costumbres. 

La Iglesia Católica es la comunidad de creyentes fundada por Jesucristo, nacida en el año 33, tras el acontecimiento de Pentecostés, y que se hace presente en el Perú con la llegada de los primeros españoles y cristianos. El puente establecido entre las dos realidades, la eclesial y la nacional, la católica y la peruana, se conoce como Patronato Regio, y está marcado con una estrecha unión entre Iglesia y el Estado. Este peculiar régimen se configuró de acuerdo a cuatro bulas pontificias:

-"Inter caetera" de Alejandro VI (4 de mayo de 1493), que encarga a la monarquía la conversión del Nuevo Mundo.

-"Eximiae devotionis I" de Alejandro VI (4 de mayo de 1493), que otorga a los reyes las mismas gracias y privilegios que en otra ocasión había otorgado la Iglesia romana a Portugal.

-"Eximiae devotionis II"de Alejandro VI (16 de noviembre de 1501), concede los diezmos a fin de que la monarquía sufrague los gastos de la evangelización.

-"Universalis Ecclesiae" de Julio II (28 de julio de 1508), concede explícitamente el derecho de patronato a los reyes de España u a sus sucesores.

Los ejecutores habrían de ser los monarcas, los cuales tienen el derecho de cobrar diezmos, proponer y presentar los nombres de los eclesiásticos con cargos, como obispos o párrocos, la erección de obispados, la señalización o modificación de los limites, etc. La monarquía fue tomando conciencia que estos derechos eran prerrogativas muy importantes y honrosas. Para gobernantes creyentes era un honor contribuir a la extensión a la extensión de la fe católica. La obra de cristianizar América requería enormes gastos. La Santa Sede, en aquel entonces, no estaba en condiciones de suministrar recursos económicos adecuados.  En cambio, la Corona de Castilla sí podía hacerlo, y, gracias al celo evangelizador, las bulas se convertían en documentos misionales de primer orden. Queda claro que los Papas si conceden América a los Reyes ponen como condición que evangelizaran. La Santa Sede queda de algún modo marginada delegando en los Reyes la empresa. Se persigue un doble objetivo: difundir el Evangelio y la incardinación política de los  nativos en el sistema hispánico como consecuencia. Tal duplicidad fue practicada tanto por la Iglesia como por la Corona. Civilización, promoción o transculturización simultánea del indígena como medio de preparación para el cristianismo.

 

Parto del concepto del Perú siguiendo al maestro de los peruanistas, historiador y docente universitario José Antonio del Busto como una realidad histórica bajo tres dimensiones distintas: Patria, nación y Estado[1].

 

La Patria es una palabra que se empieza a aplicar a una realidad nacida aproximadamente hace unos 15 mil años con los primeros cazadores nómades que fijan este territorio con intención de permanecer en él. La patria es la tierra de los padres, el patrimonio de los hijos y la herencia de los nietos. La gente de la patria está unida principalmente por el territorio y por la sangres; posteriormente, por la historia, la religión, la leyenda y por el mito. Patriota es el hombre que quiere a su patria y que está dispuesto a morir por ella (no sólo decirlo) y que llegado el momento sea capaz de hacerlo y de defenderla. La Patria es ese algo muy vinculado a la familia y que tiene vida. De este tiempo podríamos enfatizar la innegable fuerza del fenómeno religioso precristiana. Baste mencionar los santuarios ceremoniales como Caral, templos en U como Paraíso, Garagay, petroglifos de Toro Muerto (Arequipa), Chavín, Pachacámac, Ampato (Proyecto Santuarios de alturas de la UCSM)... nos hablan de la profunda religiosidad de nuestro pueblo que sorprendió positivamente a los primeros evangelizadores y que fue la mejor preparación para acoger la fe cristiana.

El antiguo imperio de los incas representaba una realidad geográfica amplísima, el Tahuantinsuyo, mucho más allá del Perú actual, hasta los ríos Ancasmayo (Colombia) al norte y Maule (Chile) al sur, unos 3.000.000 km2 y una población de 9.000.000 de habitantes. Esta unidad geopolítica estaba formada por un mosaico de etnias (contenido al norte por los Chibchas y al sur por los araucanos) y culturas que, aunque se vieron sometidas por el control incaico, mantuvieron vivas sus propias tradiciones. Sobre dos pilares fundamentales se basa el Incario: el religioso y el estatal. La base del primero lo constituía el "ayllu" o grupo con sus divinidades propias o tótems, sobre los que los incas imponen los suyos. Sobre este politeísmo animista prevalecía en la Sierra el culto a Viracocha y en la Costa a Pachacamac. Los incas aceptaron este dualismo convergente y, considerándose hijos del sol, sobrepusieron a ambos el culto del sol (Apu Inti o Punchao). En otro nivel inferior se daba culto al rayo (Illapa), a la luna (Quilla), a las siete cabrillas (Orcoy y Choque Chinchay), al mar (Mamacocha), a la tierra (Pachamama), a las piedras (Pururaucas), a los dobles o momias del Inca (Huanques), a los cerros (Apus) y a las Huacas, adoratorios diversos de cosas insólitas. Hubo dioses de culto restringido como Tunupa entre los aimaras, Pariacaca entre los yauyos, Atagujo en Huamachucho, Huari en los nevados centrales, Rímac en Lima. (Fernández 2000: 81). En la conciencia popular, la cosmovisión del indio se nutría esencialmente del animismo de la naturaleza y adoraba fuentes, ríos, cerros y toda realidad extraordinaria en "huacas". Elemento esencial es la "huaca": adoratorio, objeto sagrado, sobre todo en el pueblo; hay que añadir además los seres sagrados como las conopas o madres de los alimentos y las pacarinas o lugares de donde saldrían los hombres; los apus o espíritus de los cerros; los malquis, antepasados momificados, adorados. El culto era atendido por el Inca y los curacas; rituales con diversos elementos como la chicha, la cumbi (ropa fina), la hoja de coca y el mullu (spondilus). Queda clara también su gran religiosidad; se adoraba a diversas wakas o huacas, tanto como cuerpos celestes –sol o inti en el Cuzco, luna o quilla, rayo o illapu o libiac en el sur o norte, las estrellas, los luceros, las constelaciones-; o como fenómenos orográficos -las montañas, lagos, puquios, el océano-, muchos de ellos considerados además pakarinas o lugares de origen de sus etnias. También rendían homenaje y culto a héroes diversos como Equequ o Taparaku en el mundo aimara, Cachi, en el área cuzqueña, Cuniraya en Huarochirí, Huari en el callejón de Huaylas, o Guamansuri en las sierras de La Libertad, que nos llegan de manera fragmentaria, a través de algunos relatos míticos recogidos posteriormente como el de Wiracocha, inka o héroe, que como otros, existían en el imaginario de los pobladores surandinos. Este Wiracocha o dios creador, el Pachayachachiq, término usado por los evangelizadores para designar su carácter en términos andinos, según las investigaciones de Pierre Duviols y César Itier[2]. El agregado Contiti o Conditi Wiracocha no sería sino el uso del término latino Conditor muy usado por la patrística y los himnos cristianos para designar al Dios Creador (Conditor Deus).  Todas estas deidades y creencias vienen a ser las "semina Verbi", "semillas del Verbo", que preparan la germinación que constituye la llegada del Verbo, el mismo Cristo. Así lo manifestó Benedicto XVI en la sesión inaugural de la V conferencia el pasado mayo del 2007:  

 

¿qué ha significado la aceptación de la fe cristiana para los pueblos de América Latina y del Caribe? Para ellos ha significado conocer y acoger a Cristo, el Dios desconocido que sus antepasados, sin saberlo, buscaban en sus ricas tradiciones religiosas. Cristo era el Salvador que anhelaban silenciosamente. Ha significado también haber recibido, con las aguas del bautismo, la vida divina que los hizo hijos de Dios por adopción; haber recibido, además, el Espíritu Santo que ha venido a fecundar sus culturas, purificándolas y desarrollando los numerosos gérmenes y semillas que el Verbo encarnado había puesto en ellas, orientándolas así por los caminos del Evangelio. En efecto, el anuncio de Jesús y de su Evangelio no supuso, en ningún momento, una alienación de las culturas precolombinas, ni fue una imposición de una cultura extraña. Las auténticas culturas no están cerradas en sí mismas ni petrificadas en un determinado punto de la historia, sino que están abiertas, más aún, buscan el encuentro con otras culturas, esperan alcanzar la universalidad en el encuentro y el diálogo con otras formas de vida y con los elementos que puedan llevar a una nueva síntesis en la que se respete siempre la diversidad de las expresiones y de su realización cultural concreta…La utopía de volver a dar vida a las religiones precolombinas, separándolas de Cristo y de la Iglesia universal, no sería un progreso, sino un retroceso. En realidad sería una involución hacia un momento histórico anclado en el pasado. La sabiduría de los pueblos originarios les llevó afortunadamente a formar una síntesis entre sus culturas y la fe cristiana que los misioneros les ofrecían. De allí ha nacido la rica y profunda religiosidad popular, en la cual aparece el alma de los pueblos latinoamericanos… Todo ello forma el gran mosaico de la religiosidad popular que es el precioso tesoro de la Iglesia católica en América Latina, y que ella debe proteger, promover y, en lo que fuera necesario, también purificar".

 

El Perú entendido como "nación" nace en el siglo XVI, fruto de las dos herencias fundamentales (la hispana y la incaica) y se personifica de modo emblemático en el Inca Garcilaso de la Vega. A él no se le escapa nadie que esté pisando el territorio. Supo integrar su doble herencia incaica e hispánica, superando miopes divisiones, sesgadas divisiones, estériles fronteras nacionalistas, él se sintió mestizo con el mejor significado del mismo: "mezcla de culturas distintas, que da origen a una nueva". Él fue consciente de que inauguraba un mundo nuevo, con los mejores ingredientes heredados de ambos, pero con la convicción firme de que era uno solo, global: "Mas, confiado en la infinita misericordia, digo que a lo mejor se podrá afirmar que no hay más que un mundo, y aunque llamamos Mundo Viejo y Mundo Nuevo es por haberse descubierto éste nuevamente para nosotros, y no porque sean dos, sino todo uno".

Cuando los españoles llegaron en 1532 al imperio de los incas, el Tahuantinsuyo, el Perú no existía; cuando se produce la batalla de Ayacucho en 1824, Perú sí existía. A lo largo de 300 años se ha organizado una nueva sociedad nacida del mestizaje del mundo indígena y español, con aportaciones del mundo europeo y africano. Para la organización de tamaño imperio, un millón de leyes promulgará la Corona castellana, plasmadas en instituciones jurídicas que darían forma institucional, desarrollo económico y cultural, a la nueva civilización. Una misma lengua en patrias diferentes que nos lega la civilización criolla americana, pero con rasgos bien definidos en las nacionalidades emergentes como sucede con Perú. Hasta el punto que se plantea una "peruanidad" como identidad cultural y humana del Perú. Del amor al suelo natal surgió el sentimiento de la nacionalidad y el sentimiento patriótico que forja, en los peruanos de finales del S. XVIII, un sentimiento nacional distinto de la metrópoli española. Tenemos entonces una sola nación, la peruana, pero no dentro del concepto viejo que definía a nación como la que respondía a una raza, a una religión y a un tipo de gobierno, a una lengua. La definición actual de nación es el conjunto de pueblos con un pasado, un presente y futuro comunes.

En 1821 y en 1823, San Martín y Bolívar vinieron a ayudarnos a alcanzar la independencia. Ya entonces, el 15 de julio de 1821, todos los vecinos importantes de Lima habían determinado hacerse independientes de España y de cualquier otra potencia. Ellos nos hace libres en todo el sentido ideal de la palabra. En 1824, con la Batalla de Ayacucho en las pampas de la Quinua, viene la consagración de la independencia. Aparece el Estado que es la nación políticamente organizada. Tenemos todo lo que no nos falta y todo lo que no nos sobra, tenemos lo necesario para seguir viviendo. El Perú es una República libre y soberana, que hace sus propias leyes, acuña moneda propia, defiende sus fronteras, firma sus tratados internacionales. El Perú es independiente: porque es libre (hace lo que quiere) y soberano (porque no depende de otros). Es uninacional: es un solo Perú con el milagro de la unidad peruana en Costa, Sierra y Selva, con hombres que aunque no nos parecemos en nada tenemos algo en común, porque nunca nos hemos querido separar; no hay dos naciones, es una sola. Y si pasa algo a Puno salta Piura, si le pasa algo a la Selva salta la Costa...Pluricultural: tenemos varias culturas: la occidental, la africana, la asiática, la oceaniana, la cultura andina. La cultura peruana es la mezcla de todas ellas. En el género próximo tenemos en común con otras culturas la cultura occidental (lo que nos hace genéricamente iguales a otros países) y lo que nos hace distintos es la cultura andina, que es la diferencia específica que nos hace únicos y distintos a los países de la cultura occidental.
Multilingüe Hay diversidad de lenguas (Español, Aymara, Quechua) y 60 dialectos amazónicos. Mestizo Hay variedad en el mestizaje racial, pero éste no es el importante sino el mestizaje cultural.


http://retoperu.blogspot.com/2008/07/el-per-esencial.html

Constituciones del Gobierno Republicano. La clave de la poderosa personalidad de Perú no puede encontrarse sin prescindir de la fe, sin su identidad católica. En este marco constitucional, el Estado Peruano estableció un Acuerdo con la Santa Sede el 19 de julio de 1980 (Decreto Ley Nº 23211 de 24.VII.1980) por el cual: "La Iglesia Católica en el Perú goza de plena independencia y autonomía. Además, en reconocimiento a la importante función ejercida en la formación histórica, cultural y moral del país, la misma Iglesia recibe del Estado la colaboración conveniente para la mejor realización de su servicio a la comunidad nacional" (Art. 1). La Constitución Política de 1993, vigente en el presente, en su art. 50, reproduce el texto anterior, con una ligerísima modificación al final: "Dentro de un régimen de independencia y autonomía, el Estado reconoce a la Iglesia Católica como elemento importante en la formación histórica, cultural y moral del Perú, le presta su colaboración. El Estado respeta otras confesiones y puede establecer formas de colaboración con ella".

 

 Factor de identidad. Casi todos los especialistas coinciden en afirmar que la cristianización del Perú es un acontecimiento decisivo en la formación de la identidad nacional V. A. Belaunde en su obra Peruanidad llegará a decir que la peruanidad es una síntesis viviente creada por el espíritu católico. M. Marzal escribirá en Religión Católica e identidad nacional (Lima 1979, pp.148-9) que tal identidad católica se traduce en el peso de la Iglesia institucional en el Perú y en la religiosidad popular. Por su parte J.A. Arguedas sabe comprender el alma andina y descubrir en ella las raíces profundas de una evangelización que se expresa en las palabras del sacristán en la diminuta iglesia de San Pedro: "Dios es esperanza, Dios alegría, Dios ánimo. Llegó UNPU, enjuermo, agachadito. Salió tieso, juirme, águila. Era mozo no más, Dios hay aquí, en Lahuaymarca. De San Pedro se ha ido, creo, para siempre" (J.M. Arguedas Todas las sangres).

Vale la pena recordar el testimonio de la viuda de César Vallejo, quien en su lecho de muerte, a finales de marzo de 1938,  dijo «Escribe»; y le dictó: «Cualquiera que sea la causa que tenga que defender ante Dios más allá de la muerte, tengo un defensor: Dios».

Un botón de muestra de este hecho fue la consagración del Perú al Corazón de Jesús como expresión de entrega total y comprometida por los lazos más sagrados que son los del amor. Y de ello supieron mucho Diego de Hojeda, Diego Alvarez de Paz, Rosa de Lima, Martín de Porras, Juan de Alloza, Francisco del Castillo, Paula de Jesús Nazareno, Mateo Crawley (alma del monumento en el Cerro de los Ángeles, Madrid), así como los institutos y cofradías, los escritos y las novenas, los santuarios y monumentos, que llenan nuestra geografía.

 

 .   Acta de la fundación de las ciudades; plano, organización urbanistica. Lima, por ejemplo, es La Ciudad de los Reyes por ser fundada en esa fiesta del 6 de enero; Arequipa es la Villa Hermosa de Nuestra Señora de la Asunción por fundarse en su fiesta el 15 de agosto.

 .  Doctrinas. Lugares específicos de evangelización de los naturales de América. Hay en el S.XVII más de 300 doctrinas que se convierten en pueblos con parroquias. Se comprueba en la toponimia que ha incorporado nombres evangélicos, marianos, santos... "Primitiva evangelización de Iberoamérica y Filipinas, 1492-1600- Historia de la Iglesia en el Perú, 1532-1900". 450 páginas página 75: "la cristianización del Perú fue rápida -70 años- y fulminante (por el establecimiento de parroquias, conventos, doctrinas, cofradías)... El Perú se cristianizó además externamente con la erección de cruces en cerros y encrucijadas, con capillas y templos que muy pronto llenaron el paisaje. Pero no menos ideológicamente por la predicación apostólica y la catequesis incesante a todos los niveles". Como puede observarse, se desmarca completamente de las tesis que consideran la evangelización como un barniz o un aspecto externo, cultual, concluyendo de sus 10 largos años de estudio y  60 de pastoral que "impresiona a cualquier observador la huella profunda que dejaron impresa los misioneros en el Perú en catedrales, templos y capillas, pero sobre todo en el cálido fervor de la fe entre nosotros" p.17

 .   Monasterios y conventos. Pensemos sólo en el Cercado de Lima; son centros selectos de formación y evangelización en los que tan importante como la iglesia es la escuela, la biblioteca y hasta la chacra, como estudió Pablo Macera para las haciendas jesuíticas del Siglo XVIII.

 .   Concilios, Juntas, Sínodos. Pensemos en el Tercer Concilio Limense de 1583 cuya luz llega hasta 1899 y del que brotó la legislación canónica para toda América del Sur. Pensemos que los catecismos emanados del concilio son los primeros libros impresos en Perú.

.   Catedral y cabildo catedralicio. Microcosmos celeste, corazón de la Iglesia; arte, liturgia, ilustres canónigos. Basta con acercarse a nuestra Catedral para valorar la riqueza cultural, humana, espiritual que alberga.

 .   Misioneros. Desde el protomártir Fray Diego de Ortiz en Vilcabamba hasta los mártires recientes de Chimbote; miles de misioneros acá en las tres regiones. Pensemos en centros de vanguardia que formaban misioneros para la Amazonía como el convento de Ocopa o para los Andes como la Recoleta franciscana de Arequipa.

. Seminarios, centros educativos… Pensemos en el fundado por Santo Toribio a imagen del Colegio San Salvador de Oviedo. En primer lugar, conviene destacar esta permanencia en el tiempo, la estabilidad de la institución lograda a lo largo de casi medio milenio. Como escribiese el filósofo oriental Kwuan-Tzu, hace 2.300 años: «Si planificas por un año, siembra trigo; si planificas por una década, planta árboles; si planificas por una vida, educa personas». Han sido miles de personas las educadas en este plantel. Muchos de ellos han sido obispos y responsables del mundo social y religioso. Más allá de un simple internado de futuros clérigos, durante muchos intervalos de tiempo ha fungido como centro superior de estudios teológicos donde se repetían las lecciones dadas en la Facultad de Teología; en algunos momentos como en el gobierno de Piérola, antiguo seminarista y profesor, el Seminario y la Facultad se convirtieron en almas gemelas de un mismo proceso formativo muy cercano al de los colegios mayores y siempre en el ámbito de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Cabe resaltar la riqueza documental de la institución que tanto puede enriquecer la historia educativa peruana, la historia de la Iglesia del Perú y la amplísima vida cotidiana de la sociedad peruana. Basta con asomarse a las constituciones, planes de estudio, fichas de profesores y alumnos, su selecta biblioteca, la resonancia de los avatares de la vida nacional en la vida del seminario…Queda patente la estrecha relación del mundo del seminario con la sociedad peruana. Basten algunos datos como su primer rector, Hernando de Guzmán, quien rigió en tres periodos la Universidad de San Marcos sin dejar de dirigir el seminario por más de 40 años; además se proyectó en la Catedral, en las visitas por la dilatada arquidiócesis de Lima. En la aurora de la independencia, entre los próceres que van preparando el clero renovado del Nuevo Régimen tenemos a varios alumnos y profesores toribianos: Baltasar Martínez de Compañón y Bujanda, Toribio Rodríguez de Mendoza, José Baquíjano y Carrillo y Vicente Morales Duárez. Si nos fijamos en la actualidad, la mayoría de los obispos peruanos recibieron su formación en Santo Toribio. Resulta sorprendente la dinámica actividad de encuentros, tertulias, conversatorios de los seminaristas con grandes personajes del mundo eclesial y civil, a propósito de visitas culturales, institucionales o con motivo de las celebraciones festivas del seminario, de la Iglesia, del Perú, así como nombramientos de obispos de miembros de la comunidad.

Aporte lingüístico. El papel de la Iglesia acera de la lengua fue estudiado en el pasado VIII Congreso Internacional de Lingüística Misionera celebrado en Lima con el título de "Esfuerzos de normalización y codificación de las lenguas indoamericanas en el contexto de la evangelización del periodo colonial (siglos XVI - XVIII)". En el mismo se concluyó que los vocabularios y gramáticas coloniales de las lenguas amerindias elaborados por los religiosos fueron el resultado de un esfuerzo orientado a cubrir necesidades pedagógicas y pastorales, en el que, como bien se sabe, la descripción lingüística no constituye un fin en sí mismo sino más bien un instrumento construido para satisfacer las necesidades señaladas. Parte constituyente del proyecto evangelizador son las distintas manifestaciones discursivas vinculadas con los afanes misioneros. Ello implica,  una dimensión social y comunicativa, que buscó ser atendida no solo por un cuerpo textual que codificó las lenguas aborígenes en diccionarios y gramáticas, sino que también procuró garantizar la transmisión de la fe cristiana por medio de textos religiosos, doctrinales, confesionarios y sermonarios.  Principalmente durante los siglos XVI y XVII, se asistió a un rico periodo de producción gramatical y léxica, que exigió que los religiosos meditaran sobre la variedad de la lengua que describían, y que siguieran un modelo léxico y gramatical de codificación que, como bien se sabe, se apoyó fuertemente en la tradición latina. Ello condicionó el modo de aproximación a la comprensión del funcionamiento de estas lenguas. Ya lo decía Santo Tomás (1560) para la lengua quechua, que estaría "encerrada debajo de las reglas y preceptos de la latina" (Prologo a Felipe II, Grammatica). Es bajo estos moldes que se examinan lenguas tipológicamente distintas de las del tronco latino con las que los religiosos estaban familiarizados, en una actividad que se debate entre la aplicación de los modelos tradicionales y la innovación que reclaman la descripción y el conocimiento de la realidad novedosa. Los misioneros se enfrentaron también a la tarea de adecuar las lenguas amerindias tanto a la expresión de las verdades cristianas como a las exigencias de la escritura. Las decisiones ortográficas y estilísticas se discuten muchas veces en los paratextos de los textos pastorales, y encuentran grados variables de éxito a través de la textualidad misionera.

 Jerarquía: Obispos, Superiores de Órdenes, Nuncios. Recorrer la galería de los obispos de Lima, todos ellos con la idea de imitar al Santo Arzobispo Mogrovejo. Más allá de cifras, actividades, programas, edificios, métodos, el Seminario nos habla de personas que se forjan integralmente para donarse a los demás como otros cristos. El historiador Jorge Basadre lo sintetizó con gran precisión en su discurso en la Asamblea de Clausura de la Cruzada Vocacional en 1951: "el sacerdocio en el Perú contribuyó a fundar la Patria; alentó a los libertadores; estuvo íntimamente ligado a la vida pública como a la vida social y privada; trabajó por la cultura; orientó desde el aula y la tribuna; ganó tierras y almas en la selva; defendió los más altos valores espirituales y morales; enseñó un vivir más alto y a bien morir; compartió las grandes festividades y los más luctuosos momentos de la nacionalidad"[3] 

Santos, beatos, siervos de Dios: son el fruto más sazonado de la identidad cristiana del Perú; los seis canonizados, otros tantos en proceso, tantos religiosos ejemplares y laicos comprometidos anónimos. Como muy bien dice el sínodo "Ecclessia in America" "el mayor don que América ha recibido del Señor es la fe, que ha ido forjando su identidad cristiana. Hace ya más de quinientos años que el nombre de Cristo comenzó a ser anunciado en el Continente. Fruto de la evangelización, que ha acompañado los movimientos migratorios desde Europa, es la fisonomía religiosa americana, impregnada de los valores morales que, si bien no siempre se han vivido coherentemente y en ocasiones se han puesto en discusión, pueden considerarse en cierto modo patrimonio de todos los habitantes de América, incluso de quienes no se identifican con ellos" (n.14).

 Las cofradías, hermandades, asociaciones y movimientos.Conviene insistir en la repercusión social de la fe en el ordinario ambiente laboral ya que es la fuente principal de la actividad del seglar. Las cofradías tienen cuatro características fundamentales:

- La liturgia y la vida de oración.

- la caridad atenta a los más pobres y necesitados.

- la "cultura de vivir juntos la fraternidad cristiana".

- el aporte de obras de valor artístico e histórico que mantienen viva la religiosidad popular.

Santuarios, advocaciones e  imágenes de María

En la reciente carta apostólica "Ecclesia in America" (1999), Juan Pablo II, acogiendo las aportaciones de los padres sinodales, recordará de nuevo el rol protagónico de María en la evangelización del Nuevo Mundo: "En todas partes del continente, gracias a la labor de los misioneros, la presencia de la Madre de Dios ha sido muy intensa desde los días de la primera evangelización. Santuarios, ermitas, grutas, a lo grande en basílicas monumentales o en parques, calles, casas, carros. En su predicación, el Evangelio ha sido anunciado presentando a la Virgen como su realización más alta. Desde los orígenes -en su advocación de Guadalupe- María constituyó el gran signo de rostro maternal y misericordioso de la cercanía del Padre y de Cristo, con quienes ella nos invita a entrar en comunión" (n.11).  Se palpa en la manera de dirigirse a la Virgen María los indios del Cuzco:

No contentos con oír a los sacerdotes los nombres y renombres que a la Virgen la dan en la lengua latina y en la castellana han procurado traducirlos en su lengua general y añadir los que han podido por hablarle y llamarle en la propia y no en la extranjera cuando la adorasen y pidiesen sus favores y mercedes. De los nombres pondremos algunos para que se vea la traducción y la interpretación de los indios. Dicen  Maman chic que es Señora y Madre Nuestra; Coya, Reina; Ñusta, Princesa de Sangre Real; Zapay, Única; Yurac Amancay, Azucena; Chasca, Lucero del Alba; Cotoccoyllor, Estrella resplandeciente; Huar­capaña. Sin Mancilla; Huc ha­nac, Sin pecado; Mana Chancasca... no tocada; Tazque, Vir­gen Pura; Diospa Maman, Ma­dre de Dios. También dicen Pa­chacamacpa Mamam, que es Madre del Hacedor y sustenta­dora del Universo. Dicen Huac Hucayac que es amadora y bienhechora del pobre, por decir madre de misericordia, abogada nuestra, que no teniendo estos vocablos en su lengua con las significaciones al propio se valen de los asonantes y semejantes. Demás de la afición a la Virgen pasaran con la devoción y amor a la bienaventurada Señora Santa Ana, y la llaman Manmanchicpa Manac, madre de nuestra madre. Coyanchicpa Maman, madre de nuestra reina, y por el semejante los demás nombres  que arriba hemos dicho. Dicen también Diospa Payan, que es abuela de Dios"

Cruces y crucificados Devoción a la Cruz y al Señor. Con la llegada del cristianismo a América, la cruz presidirá la fundación de las ciudades y se colocará en todos los lugares visibles, tanto religiosos (templos) como civiles (casas, puentes, caminos, cerros), especialmente si habían sido centros espirituales pre cristianos, bien apachetas, huacas o centros ceremoniales. El Primer Concilio Limense (1552) dispone que en los pueblos de indígenas se haga una iglesia o al menos una ermita con una imagen o una cruz (Const.2); de igual modo, se advierte que los ídolos y adoratorios sean destruidos, y si fuese lugar apropiado, se edifique una iglesia o al menos una cruz. Mons. Severo Aparicio destaca que con "este criterio y para cristianizar lo pagano, allí donde había huacas y apachetas, se colocaron cruces.

Historiografía, bibliografía. Archivos y bibliotecas. A lo largo del medio milenio de catolicismo en Perú, sus propios hijos se han encargado de recoger por escrito una suerte de anamnesis como a diario la Iglesia lo vive en la celebración litúrgica. Todo estudio sobre la Iglesia viene a ser un recuerdo de "las intervenciones salvíficas de Dios en la historia", y "hace memoria" de las maravillas de Dios" (CIC 1103). Tan sólo un botón de muestra: El  Padre José de Acosta escribe De Procuranda Indorum Salute.  Este libro no sólo pretende describir la realidad indígena sino que como verdadero manual pastoral busca mostrar los caminos y medios para la implantación de la fe en las Nuevas Tierras. Pondrá mucho énfasis en la comprensión y simpatía frente a la persona y para ello considerará de absoluta importancia el aprendizaje y conocimiento de las lenguas vernáculas (La compañía de Jesús exigió a los misioneros el conocimiento del idioma nativo).


Como revela el P. Roger Rodríguez en su tesis doctoral sobre el Concordato "desde los inicios de la evangelización en América, el Perú acogió el Evangelio y fue forjando su identidad cultural y religiosa, expresándose en una Iglesia viva y dinámica en su impulso evangelizador". Hoy el Estado peruano «reconoce a la Iglesia Católica como elemento importante en la formación histórica, cultural y moral del Perú y le presta su colaboración». Esta declaración aparece también en las Constituciones Políticas del Perú de 1979, 1993 y actualmente recogido en el artículo 71º del Proyecto de Ley de la Reforma de la Constitución, 2002. El Acuerdo internacional suscrito entre el Estado peruano y la Santa Sede es el logro más significativo del Perú en su intento por establecer relaciones con la Santa Sede, tal como consta en el fecundo y trajinado itinerario constitucional peruano.  Por voluntad de las altas partes se suscribió el Acuerdo, el 19 de julio de 1980, el cual fue ratificado por Juan Pablo II el 22 de julio de 1980 y aprobado por el Presidente del Perú, Francisco Morales Bermúdez –mediante Decreto o Ley N . 23211–, el 24 de julio de 1980, mientras que el canje de instrumentos jurídicos se realizó el 26 de julio de 1980.  

Este instrumento jurídico internacional reconoce a la Iglesia Católica como ente con su propio ordenamiento jurídico, que es primario, autónomo e independiente de la comunidad internacional. Por consiguiente, el Estado peruano reconoce a la Iglesia como elemento importante en la formación histórica, cultural y moral del Perú y le presta su colaboración para realizar convenientemente su misión que le es propia.  

Con la suscripción del Acuerdo quedó superada la institución del «Patronato Nacional» al ser derogado el Decreto Dictatorial del 27 de enero de 1870, porque no se adecuaba a la realidad socio-jurídica del momento, ni traducía la verdadera independencia y autonomía de la Iglesia.  


El 24 de agosto del 2008, fiesta de San Bartolomé, se cumple el bicentenario del nacimiento de Bartolomé Herrera. Limeño, tan sólo gozó cinco años de sus padres Manuel José Herrera y Paula Vélez[2], pues murieron en 1813. El niño –al igual que su hermano- quedará bajo la custodia de su tío materno Luis Vélez, cura de Santa Ana. Alumno interno del Convictorio de San Carlos desde febrero de 1823, con sólo 15 años, estudia filosofía, matemáticas y teología, graduándose como maestro en Artes. Inclinado a la Jurisprudencia, acogió la orientación del rector de San Carlos, José Manuel Pedemonte de estudiar primero Teología. Todavía era cursante de teología, y con sólo 18 años de edad, cuando le dieron una cátedra de filosofía, en julio de 1827. Desde esta fecha hasta el año 1831, continuará enseñando filosofía y matemáticas. En 1828 se doctora en Teología en San Marcos.

En 1831 –con tan sólo 23 años- ejerce como vicerrector del Colegio de Minería y profesor de Matemáticas y Ciencias en Huánuco. Ordenado este mismo año –con dispensa de la Santa Sede- continúa los estudios de Derecho En 1833 regresa a Lima y funge como regente de Matemáticas, Teología y Artes en San Carlos hasta que en 1834 alcanza el doctorado en Derecho. Como reconoce en su Testamento, desde 1834 fue cura de Cajacay (Cajatambo) y alrededores como Chancayan, Ruquia y otros tres pueblos En 1837 actúa como Secretario de la visita pastoral del Arzobispo Jorge Benavente y es nombrado cura de Lurín y Pachacamac. Aquí se relaciona con el militar José Rufino Echenique y es convocado a Lima por su arzobispo Pasquel. En este tiempo, fue canónigo y chantre de la Iglesia catedral de Lima. Posteriormente, es nombrado Rector del Colegio de S. Carlos, por espacio de 10 años, y procura "corresponder con todas mis fuerzas al beneficio de la educación". Simultanea esta labor con el compromiso en la vida pública; ejerce como diputado por Lima en 1849 y se convierte en el presidente de la cámara. Con el presidente Echenique será Ministro de Justicia y de Culto, así como Embajador del Perú ante la Santa Sede. En 1852 viaja a Roma para gestionar un concordato. En 1854 funda el semanario "El Católico". En 1857 vuelve a ser diputado. En 1859 fue nombrado obispo de Arequipa, donde ejerce un fecundo e intenso apostolado en los pocos años de vida ya que fallece el 10 de agosto de 1864, con tan solo 56 años[3].

 

 Concluyo. Creo que queda clara mi posición a lo largo de estos minutos. Si Abelardo Gamarra llegó a escribir que del Perú se podría decir lo que el Dante dice acerca del infierno "perded toda esperanza los que llegáis aquí", yo soy partidario de lo contrario, lo que refieren dos cronistas de Santo Toribio. F.A. de Montalvo, al dar cuenta de su beatificación en el El Sol del Nuevo Mundo 1683: "Es tan afortunado por naturaleza este Nuevo Mundo que no tiene cosa mala, porque su cielo es benévolo, su aire apacible, su agua saludable y su tierra fértil...La tierra del Perú es la más rica y feliz que conoce el mundo". Por su parte, el biógrafo del santo, A. León Pinelo, llegó a más en su obra El Paraíso en el Nuevo Mundo llega a ubicarlo en nuestra tierra, en las inmediaciones de Iquitos, en las márgenes del río Marañón. No puede expresarse de modo más bello y contundente la labor de la Iglesia en el Perú que la afirmada en la primera de las obras de historia de la Iglesia, la de Travada: "el suelo convertido en Cielo".

      De modo parecido –y termino- es el mensaje que en el Cuzco pronunció, uno de los más recordados de los viajeros que hasta allí han peregrinado, San Juan Pablo II, el  3 de febrero de 1985:

"Esta gigantesca fortaleza de Sacsayhuamán ante la que nos encontramos, es símbolo de colaboración mutua. No pudo ser edificada sin la labor conjunta de vuestros antecesores, sin la acoplada unión de tantas piedras. Tampoco podrá construirse una Patria grande sin fraternidad y ayuda mutua, sin justicia entre el poblador del campo y el habitante de la ciudad, sin equilibrio entre el crecimiento técnico e industrial, sin el cuidado esmerado por los problemas agrícolas".

http://jabenito.blogspot.com/2009/11/ley-de-libertad-religiosa-en-peru.html

[2] En: "Estudios Introductorios a Juan de Santa Cruz Pachacuti Yamqui" (1613) Relación de antigüedades deste reyno del Pirú. Cuzco, CBC-IIFEA 1993. El iniciador de las reflexiones modernas respecto a uso catequético del héroe Wiracocha es Henrique Urbano, "Thunupa, Taguapaca, Cachi. Introducción a un espacio simbólico andino". Revista Andina 11, 1988.  Sobre los orígenes reales del relato previo de Wiracocha véase Fernando Armas Asín, "Wiracocha, pastoral católica y mitología del Titicaca" En: Anuario de Historia de la Iglesia, XI (2002).

[3] Jorge Basadre "La obra civilizadora del Clero en el Perú Independiente" Revista Renovabis, Lima, Año XI, Septiembre—octubre 1951, nn. 129-130, pp. 280-290