sábado, 18 de julio de 2015

MONSEÑOR PEDRO EDUARDO VILLAR CORDOVA DECANO DE LA ARQUEOLOGÍA PERUANA. PADRE DE LOS ESTUDIOS RUPESTRES DE LIMA

MONSEÑOR PEDRO EDUARDO VILLAR CORDOVA

DECANO DE LA ARQUEOLOGÍA PERUANA. PADRE DE LOS ESTUDIOS RUPESTRES DE LIMA

Gracias a los textos de José Manuel Guzmán Pacheco y las fotos de Mariana Mould  de Pease pretendemos dar a conocer su singular personalidad y gran obra. Contamos también con documentación enviada por Melecio Tineo desde el archivo de Huacho y que se refiere a datos puntuales de sus padres y su partida de bautismo.

En el distrito de Ancón, donde tuve la suerte de conocerlo y disfrutar de su amable compañía, era frecuente verlo pasar en su habitual caminata desde la Iglesia de San Pedro hasta su casa en urbanización Miramar (kilómetro y medio), ya que en esa época (década del 60), no existían las anconetas (preludio de los taxis-cholos), ni los buses ingresaban a la urbanización. "El caimán", pequeño camión acondicionado para pasajeros con toldo incluido,  propiedad de la Marina del antiguo Polvorín, hoy Cuartel General de Infantería de la Marina del Perú  gentilmente accedía a levantar caminantes encontrados en ese tramo. Paso ligero, firme, mirada profunda pero apacible, con la sencillez propia de los grandes hombres. Hábito negro que obligaban respeto y cordialidad en el saludo. Conversar con él, era fascinante: cada palabra, cada movimiento de sus manos, cada gesto, producían la viva atención y, en muchos casos, la sorpresa de conocer la sabiduría de civilizaciones que nos han antecedido miles de años allí, en el sitio de nuestra conversación. Claro, sorpresa e indignación por el abandono de un cementerio pre-inca, convertido en basural, donde fueron encontrados objetos arqueológicos trasladados al Museo Etnográfico de Berlín (1,874) encontrados por los arqueólogos Wilhelm Reiss y Alfons Stubel y la publicación en alemán, inglés y francés en tres volúmenes de Las Necrópolis de Ancón. Max-Uhle descubrió en los basurales o restos lo que él llamó Kioken Modinger. Julio C. Tello continuó los trabajos de Max-Uhle descubriendo un tipo de cerámica monocroma. Lo más sorprendente, se encontraron gasas, (tules) traslúcidas con dibujos de peces, pájaros y diseños geométricos. Personalmente, Monseñor fue un ser privilegiado, eminente, de muy grata recordación

Nacido en Canta el 01 de agosto de 1,900, hijo de Severino Villar Ruiton y de doña Felícitas Córdova Ygreda, mantuvo una entrañable relación con Ancón llegando a ser Párroco de la Iglesia de San Pedro, patrono de la ciudad y Capellán Castrense destacado en la base de hidroaviones de la Marina, hoy Escuela de Supervivencia en el Mar bajo el comando de la Fuerza Aérea. Doctor en Teología, Derecho Canónigo y en Letras (especialidad de historia, Arqueología y Etnología). Miembro de muchas instituciones científicas y culturales como la Academia de Historia de Madrid y la Sociedad Americanista de París, profesor Emérito de la Universidad de San Marcos, Canónigo de la Basílica de Lima y Obispo Honorario designado por Su Santidad Paulo VI.

Sus estudios basados en información antropológica, etnográfica, lingüística y en el necesario registro arqueológico, sumado a un conocimiento profundo de la sierra limeña, pudo descubrir valiosos centros arqueológicos como Chiprak, Rupak, Añay. Afirmaba que el enigma de la escritura peruana estaba en  quilcas (arte rupestre) palabra presente en todos los diccionarios quechuas y aymaras. Escritura ideográfica, relacionada con la cultura Chavín. Checta, entre las cuencas del río Supe hasta la cuenca del río Lurín, Chocas, Pucará, Quivi, descubriéndose al menos 500 quilcas o petroglifos que corresponden a 4 períodos culturales diferentes:

-          1° hacer pequeños hoyos (2,500 a. de Cristo a 2,000 a. de C.);

-          2° formas abstractas geométricas (círculos, puntos, espirales, 2,200 a 1,000 a. de C.);

-          3° motivos seminaturalistas (1,200 a  600 a. de C.); y

-          4° representa amarus (serpientes, 800 a 200 a. de C.)

Trabajos realizados en Quivi lo menciona en su famoso clásico "La Arqueología de Lima" de 1935.

La quilca de Pucará se relaciona (posteriores estudios) a las quilcas de Checta y Quivi, conformando un mismo contexto cultural. Con Chocas más importantes del valle, se logra articular argumentos de cronología de Checta y Pucará como contemporáneas entre sí.

Se conservan unos 500 petroglifos (grabados en piedra) que están siendo investigados y que podrían ser un antepasado de lo que hoy es escritura (4,500 años a. de C.)

Cabe destacar también, de los estudios de Monseñor lo referente al arte figurativo (descubierto en 1935), que tiene el zorro y la llama, el busto arcilloso del músico, la mirada fija de un disco de barro con rasgos antropomorfos de dios amenazante, flanqueado  por dos animales sobrenaturales con ojos en forma de media luna.

Monseñor afirmaba: "la representación del pensamiento por medio de la escritura ideográfica parece expresarse de alguna manera mediante la pictografía, el litograma o petroglifos, cuyos trazos denotan un esfuerzo ideológico en la representación de estos símbolos que muestran las modalidades de una escritura rudimentaria".

En 1935 Monseñor recorre parte de los territorios de los Atavillos, descubriendo los restos arqueológicos, materiales culturales, históricos y mitos de la zona, su zona.

Makatampu (tambo o mesones), las primeras referencias de este complejo las dio Monseñor, quien las denominó Macat, antes de su destrucción (1,940) en excavaciones se recuperaron 800 especímenes de tumbas asociadas a arquitectura de adobe y piedras de canto rodadas. Se desarrolló en los valles de Chancay, Chillón, Rímac y Lurín con grandes centros urbanos, con enormes pirámides (Maranga, ciudad universitaria de San Marcos, parque de las Leyendas. Pucllana, Granados, Sta. Felicia, Catalina Huanca y las huacas Túpac Amaru, Trujillo y Nievería con temprana desaparición del sitio arqueológico por expansión urbana.

Desde su casa en Miramar, que aún se niega a aceptar su abandono y soledad, edificada como parte de un proyecto de irrigación en la pampa con el abundante agua del subsuelo (tenía 2 pozos), dirigió sus investigaciones de campo en las desoladas pero hermosas pampas y quebradas entre Pasamayo y Ancón, esfuerzos, desvelos que no fueron en vano, pues descubrió a la ciencia la antiquísima cultura Lítica de Canario ( 10 a 12 mil años a. de Cristo) hecho fundamental de nuestra arqueología y los llamados Conchales de Ancón, ambos, evidencias de que los antiguos habitantes de nuestro querido balneario, habían molido semillas, cuando en los actuales desiertos de arena, debido a otro clima, prosperaba, lozana y vital una abundante vegetación. Difundió sus investigaciones en diversas revistas científicas, periódicos, congresos y libros. En 1935 publicó Las culturas Prehispánicas del departamento de Lima. Biológicamente fallece un 07/12/76, no así sus importantes descubrimientos y obras de nuestro pasado que vivirán por siempre y que estamos obligados a difundir. Siento que estamos en deuda a su memoria por la pasión y enormes esfuerzos que realizó para legarnos el conocimiento de un valioso patrimonio que aún no sabemos apreciar.

Duccio Bonavia refiriéndose a la arqueología peruana decía "no existe conciencia en el país, a ningún nivel, de su real importancia". Hago mía la frase: "Si no conocemos nuestro pasado histórico, será difícil enfrentar el futuro"

José Manuel Guzmán Pacheco.  Miramar/Ancón.