martes, 8 de abril de 2014

Una misión a 3.400 metros de altura en la sierra del Perú Los religiosos palotinos responden al llamado del Papa y llegan hasta Ayacucho

Las misiones siguen siendo un motor de motivación para las congregaciones religiosas. Hoy, en medio de las comodidades y los riesgos de secularismo que se ve en algunas de estas familias, hay quienes dan un paso adelante y señalan un punto en el mapa dónde desarrollar más su carisma. De este modo, podrán "tocar la carne de Cristo" (Papa Francisco) y  atender las necesidades materiales y de evangelización en lugares lejanos y casi inhóspitos.

Este es el caso de la Sociedad del Apostolado Católico, conocidos como Palotinos al haber sido fundados por San Vicente Palotti allá por el año 1835 en Italia. Es una congregación que tiene 2300 miembros y está extendida en cerca de 40 países. De estos, son de habla hispana España, México, Colombia, Venezuela, Uruguay y Argentina, al que se añadió recientemente el Perú.

Misión en los Andes

El lugar elegido está en las alturas de Ayacucho, a 3.200 metros y con un nombre casi irrepetible: Vilcashuamán, una provincia andina con 23.000 habitantes.

También son difíciles de pronunciar algunas de las comunidades que tendrán a su cargo los nuevos misioneros: Huambalpa, Vischongo y Accomarca, este último de triste recuerdo por el pasado terrorista en el país.

Según lo manifestado por el rector General de los palotinos, padre Josep Nampudakam, esta nueva misión responde a dos motivos: al llamado del papa Francisco para "salir" más allá...; así como un justo homenaje al fundador que ha cumplido 50 años de canonizado.

Estamos por ello ante una fundación de tipo jubilar, que nace bajo la jurisdicción de la Provincia de la Inmaculada Concepción (EE.UU.) en colaboración con la Provincia de San Paolo (Brasil).

Una tarea en marcha

Cumplido ya casi un mes del establecimiento de la misión, los presbíteros venidos del Brasil han comenzado a reunir a la comunidad local y a programar las visitas a las comunidades dispersas por la provincia. Estas, en cifras aún tímidas nos hablan de 200, que incluyen a centros poblados o caseríos con poquísimas familias, las cuales ricas en fe, siempre están a la espera de ver llegar a un sacerdote así sea cada dos o tres años...

La nueva comunidad palotina no tiene aún casa parroquial a su disposición, razón por lo cual han sido acogidos en el Hogar de Niños de la localidad. Allí vivirán en medio de pequeños huérfanos u otros de extrema pobreza cuyas familias no pueden sostenerlos ni nutrirlos como se debe. La religiosa que dirige el Centro está feliz con los nuevos huéspedes, y abriga la esperanza de que la misa y la vida comunitaria sea más frecuente en medio de ellos.

El idioma no será un obstáculo, porque los nuevos misioneros se han preparado a conciencia para la misión, y han encontrado cada vez mejores vías para comunicarse con una población que es bilingüe de origen.

"Creo que en medio de los niños vamos a aprender mejor el quechua que el español", dice optimista el padre Manuel, quien es uno de los párrocos solidarios que ya vive la experiencia real de hacer misión "en las periferias".
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