jueves, 30 de julio de 2020

[1. Conocimiento de la realidad nacional y diplomático]

 

"Era preciso estar dotado de unos conocimientos extensos y profundos en la política diplomática, de una penetración viva y perspicaz y de un talento y acertada previsión del estado a que será reducido el reino del Perú, de resultas de la vicisitudes que padece, para poder con acierto señalar el modo y medios de restablecer los abusos y desórdenes introducidos en la religión católica y su Iglesia, según las variaciones que en el día se advierten en aquel país; no hay en él un sistema de gobierno fijo y estable; tan pronto lo dominan los jefes de la independencia, como vuelen las armas españolas a recobrare su posición; cada partido que lo obtiene, muda el orden de su dirección, expidiendo distintos autos y decretos, en que se trastorna el medio de los negocios seculares y eclesiásticos; el íntimo enlace que tiene la autoridad eclesiástica con la secular, exige la mutua cooperación y auxilio que deben prestarse la una a otra…De aquí se infiere que, si el citado reino queda en poder de la España, es necesario elegir arbitrios y recursos diferentes a los que deben tomarse si queda en la independencia, para reponer los excesos y males indicados […]

Apuntaré, sin embargo, un arbitrio y modo que me parece capaz de que, a cualquiera de los dos partidos a que la América del Sur quede sujeta, pueda irse poco a poco extinguiendo los abusos y desórdenes, y recobrando su pureza y sus derechos la religión, la moral evangélica y la disciplina de la Iglesia. Consiste, pues, este recurso en poner un sumo cuidado y vigilancia en la elección de los obispos que se han de destinar para aquellos territorios: si éstos son buenos y se hallan revestidos de las prendas convenientes para practicar la reforma que se desea, seguramente que ellos sólo son los que podrán verificarla y desahogar la cuidadosa espiritual solicitud sobre aquellas diócesis.

 

[2. Buen teólogo y canonista]

Son muchas las calidades y requisitos que deben concurrir en la persona de un obispo que en las presentes circunstancias ha de ir a gobernar en aquel país:

- en primer lugar, es preciso que esté bastante instruido en la teología dogmática-moral y en los cánones sagrados, a fin de que conozca y advierta los extravíos en la creencia, en las costumbres y en la disciplina de la Iglesia;

 

[3. Sólida virtud]

- con esta ciencia debe juntar una sólida virtud para que le impela a extinguir todo desorden, según la obligación que le impone su elevado ministerio;

 

[4. Firmeza de carácter]

- es necesario que agregue a la virtud y a la ciencia una gran firmeza en el espíritu: de nada servirá que conozca los excesos y su deber indispensable de evitarlos, si no tiene resolución para ejecutarlo, especialmente cuando se le opongan poderosas promesas o amenazas de sujetos que no gustan que les turben sus abusos; esto es muy frecuente en aquel país, por lo que necesitan los prelados estar revestidos de un firme celo, si han de superar estos obstáculos.

 

[5. Prudencia]

-La prudencia es una calidad muy precisa, pues un obispo que va de la península acostumbrado a ver en ella decoro y orden en las iglesias, circunspección y compostura en los eclesiásticos y exterior moderación en los seculares; y de pronto advierte en su diócesis de América un total trastorno en todo esto, como si el vicio hubiese perdido toda su afrenta, sobresaltado su espíritu, quiere inmediatamente abolir estos excesos y se vale de las providencias más severas fija edictos riguroso, prende clérigos y se dirige contra toda clase de personas, aún mas más condecoradas, pretendiendo ejecutar en un momento una completa reforma; en este modo de proceder no consideran que la virtud tiene sus grados y que es preciso irlos subiendo hasta llegar a ser perfecto, pues no es posible pasar en un instante de vicioso y criminal a la santidad perfecta; por esto muchos sabios y virtuoso europeos que han ido allí de prelados, han probado mal y se han concitado la general animadversión, verificándose el axioma de que pastor aborrecido, ganado perdido

 

[6. Complexión robusta]

-Además de las partidas insinuadas, de que ha de estar adornado un obispo del Perú, debe ser también de una complexión robusta y de edad no muy avanzada, a fin de que pueda formalizar la visita de todo su territorio, diligencia conveniente al provecho espiritual de los feligreses; como son tan dilatadas las diócesis y los caminos tan fragosos, si no tienen el vigor y fuerza que es precisa, no es fácil vencer estas dificultades.

 

[7. Discreción en el trato]

-El trato frecuente y familiar con los individuos del país, aunque sean muy distinguidos, es sumamente perjudicial, ya porque despierta una especie de celos en los demás, ya porque le mezclan en los asuntos favorables o adversos de la persona su amiga, ya porque se pierde el tiempo que se necesita aprovechar, ya porque en la comunicación frecuente se descubren ciertas imperfecciones y flaquezas, de aquí adolecemos todos y de ello se siguen gravísimos inconvenientes.

 

[8. Afabilidad y dulzura]

- Sin embargo, en aquella comunicación que sea precisa ha de manejarse con afabilidad y dulzura, mostrándoles a todos buenos semblantes y procurando reprimir los ímpetus de la ira o del enojo, aun cuando tenga un motivo justo; pues aquellas gentes son de un genio tímido y apocado y se exasperan demasiado cuando se les trata con aspereza.

 

[9. No dejarse sobornar con regalos y halagos]

 

- Últimamente, ha de evitar un obispo de la América el recibir obsequios ni regalos, ni aun los que allí se practican con título de sainecitos: en el instante que les conozcan inclinación a estas cosas, ya les parece que han conseguido un gran triunfo. Luego que llega un prelado a aquel país, y lo mismo cualquiera jefe secular, se ponen todos en expectación a fin de averiguar cuál es la pasión que le domina, como las más frecuentes son el placer sensual o la codicia, así que la descubren, ellos mismos le proporcionan los medios de fomentarla, lisonjeándose de que ya lo tienen sujeto para que no pueda ofenderles y en entera libertad de hacer cada uno lo que guste; por otra parte, tiene tanta jactancia y vanagloria que si se les admite un sainecitos, que se compone de dulces o de frutas, suponen recibe obsequios de la mayor entidad:

 

[10. Generoso con los pobres]

- es preciso, pues, que si el prelado ha de conservar su buena reputación y hay de ejercer con libertad y fruto su ministerio, que no sólo se abstenga de admitir la menor dádiva, sino que antes bien sea franco y generoso con toda clase de personas, principalmente con los pobres; pues, si da limosna con abundancia y socorre las indigencias del afligido, no sólo llenará los deberes en la distribución de su rentas a los ojos de Dios, sino también a los de los hombres, sus feligreses le amarán de corazón y le obedecerán con gusto en cuanto mande.

Dejo expuesto con extensión y el arbitrio y medio que creo más eficaz para restablecer en el Perú la decadencia que han padecido las costumbres con la introducción del nuevo gobierno y opiniones del sofístico filosofismo, es decir, la acertada elección de los obispos. Si estos están dotados de las prerrogativas referidas, ciertamente volverán a hacer brillar el expelen de la sana doctrina, de la moral y de la disciplina de la Iglesia. Quedan igualmente evacuadas las respuestas a las preguntas que se han propuesto.

Madrid, 3 de diciembre de 1822