sábado, 23 de agosto de 2014

La historia del fundador de Circa

Más allá de la sotana 

A Carlos Spallarossa Pozzo no le gustaba la ostentación. Incluso con semejante nombre, prefirió reducirlo para evitar pompas inútiles. El mundo lo conocería sencillamente como el padre Pozzo, apelativo que llevaría hasta el final de sus días, al frente de su obra: el Círculo Católico de Arequipa. Con su metro sesenta de estatura, logró elevarse por encima de los reveses típicos de los sectores marginales a los que ayudó sin desmayo. Es allí donde hoy sus amigos le lloran.

Siempre gratis. El padre Pozzo fundó colegios para los más pobres.

Pregunté a los niños que estudian en uno de los colegios del Círculo Católico de Arequipa ¿Sabes quien fue el padre Pozzo? "El fundador de Circa" dijo uno, emocionado. "Un calvito", dijo otro, más travieso. Un calvito al que le encantaba comer tallarines con salsa. En ese aspecto era un buen italiano.

Sus zapatos lo trajeron desde la lejana Génova, en Italia, primero hasta el Callao cuando tenía 18 años, en abril de 1936. Antes de convertirse en el padre Pozzo, fue comerciante. "Y muy hábil", recalca Alicia Medina Bravo, docente de Circa hace 35 años. Cuenta que su habilidad era tal que "compraba caballos viejos, les lavaba bien los dientes y los arreglaba". Luego los vendía como potros. 

Otra de sus pilladas, fue que vendió una radio vieja como nueva. Al momento de probarla, prendía la radio nueva pero sobre el mostrador estaba la radio vieja. Era un tramposo, un santo tramposo. Un estafador, dirían algunos. Misteriosos son los caminos del Señor.De su vida antes de ser sacerdote, el padre Pozzo, no contaba mucho. Además de comerciante ocurrente (cuentan que cuando una morena entraba a su negocio, apagaba la luz y decía "Ya vino la noche"), también fue boxeador. "Por eso tengo la nariz chueca", bromeaba él mismo.

Al parecer uno de sus negocios falló y es así que decidió iniciar otro, pero esta vez con Dios. A los 28 años ingresó a la Compañía de los Jesuitas para convertirse en sacerdote. Esta vez, el negocio le salió redondo.A Arequipa llegó recién ordenado en 1958, para enseñar en la nocturna del colegio San José. Una vez más sus zapatos, esos que siempre estaban con tierra, lo llevaron hasta los sectores más pobres de la Ciudad Blanca, a los pueblos jóvenes, donde los padres no solían llegar y el Estado mucho menos.

Un niño más. Jugaba y apostaba como si fuera de la misma edad.

HISTORIAS CON ARENA

Para los que sólo valoran las cifras, el padre Pozzo fundó 35 colegios con 17 mil 220 alumnos, 8 sumac wasis ("casas bonitas" en quechua), albergues para niños donde viven 480 menores. Por si parece poco, creó dos centros de educación técnico productiva, dos centros de salud y dos casas de retiro. Todas estas obras brindan servicio gratuito y siempre para los más pobres. Además, ayudó a construir 23 parroquias que entregó al Arzobispado. 

A este padre no le importaba llenar su sotana de tierra. Incluso dejó de usarla a veces para cargar el material de construcción con más facilidad y llevar las carretillas y ladrillos en los hombros, como cualquier otro poblador. Antes del padre Pozzo, pocos sacerdotes llegaban hasta esos pueblos llenos de arena. No en vano se le bautizó como el vicario de los pueblos jóvenes.Luego de los terremotos del 59 y 60, cuando muchos perdieron sus viviendas, fue él quien formó los grupos de reconstrucción y ayudó con el ejemplo. Al haber sido hijo de un albañil, tenía el criterio para guiar la reconstrucción. Así se ganó la confianza y cariño de la población. 

Fue con esa gente que en 1959 fundó los Círculos Católicos de Arequipa, con personas que buscaba defender su fe ante un movimiento comunista bastante fuerte por esos años.De allí vino el primer colegio, para el que también cargó el cemento. Fue el "San Martín de Porres" en la zona de Gráficos en Alto Selva Alegre. La propia gente de los barrios populares separaba una parte del terreno de sus pueblos para colegios, siempre y cuando fueran de Circa. Así fue avanzando esta obra, forjada por laicos, en base al voluntariado que el padre supo apuntalar con su palabra y personalidad. 

Datos
  • El padre Pozzo permaneció 45 años en Arequipa. 

  • El 14 de mayo de 2003 fue trasladado a Lima por orden de su congregación por motivos de salud.

  • Antes de viajar a Lima sufrió dos infartos.

  • Otro infartó se lo llevó el 25 de mayo de este año. 

  • Sus restos descansan en el mausoleo de la capilla de Virgen de las Maravillas.

Formar líderes en esos pueblos, era una de las premisas del padre Pozzo, según recuerda el alcalde de Paucarpata, Justo Mayta Livisi. El propio Mayta es una de esas historias que el padre Pozzo cambió. "Lo conocí cuando llegué de Azángaro a los 10 años. En esos días ya habían pandillas, habría podido ser un delincuente si es que él no me llevaba consigo", comenta. Mayta formó parte de la juventud revolucionaria católica de Paucarpata, un grupo donde se enseñaba a los jóvenes sobre sus derechos y cómo manejar un gremio.

Una noche de 1986, dejaron a un niño abandonado en el local principal de Circa, ubicado en la avenida Kennedy. El padre Pozzo, conmovido al ver a la indefensa criatura, dijo: "Dios quiere algo con nosotros". Así decidió formar los sumac wasis, albergues para pequeños abandonados. 

LAS PIEDRAS DEL CAMINO

En su andar, el padre Pozzo tuvo que enfrentar varias obstáculos. Primero, un movimiento comunista que siempre destruía los altares que formaba con sillares y calaminas para hacer las misas. Así como había mucha gente que lo apoyaba, también había otro tanto que no lo quería.

En la dictadura de Juan Velasco se le quitó el apoyo al Circa. El padre recurrió a sus conocidos, pero fueron los voluntarios los que permitieron que esta obra continúe. Dentro de la misma Iglesia, había cierta envidia por "el padre de los conos". En 1970, un informe del Arzobispado lo calificó como "revolucionario". 

Por ese motivo fue trasladado a Lima. Sin embargo, la gente logró que volviera. Ese mismo año regresó. En hombros lo llevaron desde la plaza de armas hasta el sector de Gráficos en Alto Selva Alegre. (Milagros Tairó Medina)

 

Magnífico de temple y broma 

Era fanático de la serie de TV de los 80, "Los Magníficos". Como al musculoso chofer de la ficción, al padre Pozzo le gustaba manejar muy rápido. Incluso en una ocasión se pasó una luz roja. Los policías le reconocieron y dudaron a la hora de la papeleta. Finalmente triunfó el carisma y no hubo multa. Tenía a Dios de copiloto. 

Era puntual porque no le gustaba perder ni un solo instante. No dormía mucho, se acostaba casi siempre a las 11 y se levantaba a las tres de la madrugada. Luego de rezar cogía su volkswagen blanco y enrumbaba a cada uno de los colegios, y a los sumacwasis. Su carro volaba como una moto. Quizás por eso no había el asiento al lado del chofer. 

En su lugar viajaba el cemento y ladrillos que necesitaba para levantar sus colegios y albergues. Era un carro de "chamba". Su carácter bromista fue una de sus características. "Cuando no hacía una broma, era signo de que algo estaba mal", comenta la madre Saleta Pérez, asesora espiritual de Circa. Sus retadas también eran fuertes. 

Sólo quedaba callar y escucharlas.Las decía con la misma sencillez que lo caracterizaba. Nunca se quedaba con alguna casaca o con un maletín por mucho tiempo, todo lo iba regalando en el camino. Alicia Medina cuenta que cuando cumplió 80 años, se organizó una comida con el arzobispo de Arequipa de entonces, Luis Sánchez Moreno. Las señoras que trabajaban en Circa alistaron una mesa con el mejor mantel y varios cubiertos. 

El padre Pozzo entró y dijo que si no quitaban todo eso, se iría. "Vienen a una casa sencilla", sentenció. El padre Pozzo quería mucho a los niños y con ellos era uno más. Jugaba a las canicas, y al fútbol. También apostaba en esos juegos y siempre ganaba. En lugar de monedas llevaba caramelos para regalar a los pequeños que se acercaban a él como abejas al panal.

 

"Dios proveerá"

Obras. Hablan por el padre Pozzo.

Circa fue hecho con el pueblo y para el pueblo. De las cerca de 500 personas que laboran voluntariamente en estas obras, sólo 40 son religiosas, el resto son laicos.

"Circa es una asociación civil sin fines de lucro, católica pero que no depende estructuralmente del arzobispado", aclara Alicia Medina, integrante de Circa. 

Existe una asamblea de 30 personas que se encarga de su manejo. Su presidente es cambiado cada tres años. Ahora ocupa la presidencia la madre Alfonsina Zid. 

La gran premisa del padre Pozzo fue que todos estos servicios debían ser gratuitos. "El día que deje de ser así, Circa moriría", asevera la madre Zaleta Pérez. 

A los docentes del Circa les paga el Estado, gracias a un convenio que se estableció desde que funcionó el primer colegio en 1962. "A ellos se les supervisa y controla más", indica Rocío Villavicencio, docente del primer grado del colegio "San Martín de Porres".

El mantenimiento de los sumac wasis, es gracias a voluntarios de España, que las misioneras de María "Ianau Coeli" consiguen. A través del programa "Amigos de Circa", hay personas que colaboran con 6 euros mensuales. Hasta ahora tienen unos 300 miembros. 

Otra de las formas de autogestión son las campañas de papel, que también ideó el padre Pozzo. Gracias al reciclaje de papel y plástico obtienen un promedio de 10 mil soles por campaña. Pero no alcanza para cuidar, alimentar, y educar a los casi 500 niños. 

Los voluntarios son de gran ayuda. "Los de adentro también podríamos ayudar", dice la madre Saleta pidiendo la colaboración de la población arequipeña. Esto resulta insuficiente para tanto trabajo.

Sin embargo, el padre Pozzo para iniciar y mantener los colegios y otros servicios siempre confió en Dios. "Dios proveerá", decía y se le cumplía. A veces no había comida. En esas circunstancias, el padre se iba a rezar. Un rato después llegaba algún donativo.

http://elbuho.pe/anteriores/web329/politica7M.htm