jueves, 31 de marzo de 2022

"LA PUCP ES UNA INSTITUCIÓN EMBLEMÁTICA DE LA IGLESIA EN EL PAÍS". Cardenal Pedro Barreto, S.J. Arzobispo de Huancayo y Gran Canciller de la PUCP

"LA PUCP ES UNA INSTITUCIÓN EMBLEMÁTICA DE LA IGLESIA EN EL PAÍS"


  • Cardenal Pedro Barreto, S.J.
    Arzobispo de Huancayo y Gran Canciller de la PUCP
25.03.2022

*Discurso en la ceremonia de apertura del año académico 2022, realizada el 24 de marzo de este año.

En mi primera intervención como Gran Canciller, deseo compartir con ustedes una convicción personal y que, estoy seguro, es también la de los miembros de la Conferencia Episcopal Peruana: la Pontificia Universidad Católica del Perú es una institución emblemática de la Iglesia en el país por su centenaria historia de fecunda vida académica, con valores éticos, al servicio de la sociedad peruana.

Un signo de esperanza es que en medio de la crisis se han dado innumerables gestos de solidaridad y de heroísmo como expresión de la bondad que tenemos en el corazón. Asimismo, este tiempo de oscuridad ha evidenciado otras pandemias sociales que afectan a las personas con el veneno de la enemistad, el enfrentamiento social y los graves signos de corrupción.  

Somos una Iglesia que respeta la autonomía y los métodos de investigación académicos. Porque la ciencia y la fe tienen que ir de la mano"

La Iglesia, y la PUCP dentro de ella, no ha estado exenta de estas dos tendencias contrarias que están en permanente lucha. Sin embargo, hemos puesto en práctica el mandato del apóstol Pablo: "No se dejen vencer por el mal, más bien derroten al mal haciendo el bien" (Rom. 12,21)

Así, fortalecidos y animados a seguir caminando juntos, llegamos a celebrar hoy el 105 aniversario de la fundación de la PUCP para continuar el camino de la Iglesia con el papa Francisco. Miremos a Jesús, el Hijo de Dios, servidor humilde y fiel a la voluntad de su Padre. Anunciemos con alegría la buena noticia de su presencia en el mundo. Él es el resucitado que se hace historia de esperanza activa y solidaria en nuestras vidas para animar y servir a los pobres y excluidos de una vida digna y fraterna.

La PUCP es el espejo de la sociedad peruana

Nuestra sociedad, con sus luces y sombras, ha desarrollado un innegable e importante avance en la ciencia y la tecnología. Sin embargo, constatamos que, al colocar la acumulación de la riqueza por encima de la dignidad de la persona humana, no hemos podido superar la pobreza y la marginación social.

Ante esta dura realidad somos llamados a impulsar un proceso de acompañamiento de la juventud para la rehabilitación de la política, la economía y de toda actividad humana poniéndolas al servicio del bien común.

La PUCP es el espejo de la Iglesia

El Concilio Vaticano II afirma que Dios quiso "santificar y salvar a las personas no individualmente y aisladas entre sí, sino constituir con ellos un pueblo que le conociera en la verdad y le sirviera santamente" (LG 9). Señala, además, que la Iglesia, Pueblo de Dios, "va peregrinando entre las persecuciones del mundo y los consuelos de Dios anunciando la cruz y la muerte del Señor, hasta que Él venga (cf. 1 Co 11, 26; LG 8).

Con este fundamento eclesiológico, puedo afirmar que la PUCP, como comunidad universitaria y cada uno de sus miembros, por el sacramento del Bautismo, ¡es la Iglesia! ¡Somos la Iglesia!

Iluminados por el Evangelio y los principios de la Doctrina Social de la Iglesia – la dignidad de la persona humana, la subsidiariedad, el destino universal de los bienes y la opción por los pobres- sentimos la urgencia de poner todo de nuestra parte para acortar las distancias que nos separan entre nosotros y en la sociedad.

Recordemos que el proceso de renovación pastoral de la Iglesia universal se inicia con el Concilio Vaticano II (1962-1965). La puesta en práctica de sus orientaciones en América Latina se realizó por medio del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam) mediante las Asambleas Episcopales de América Latina y El Caribe: Medellín (1968), Puebla (1979), Santo Domingo (1992), Aparecida (2007), y recientemente la Asamblea Eclesial de América Latina y El Caribe (2021)

La Iglesia, y la PUCP (…) hemos puesto en práctica el mandato del apóstol Pablo: "No se dejen vencer por el mal, más bien derroten al mal haciendo el bien"

Un hecho inédito sucedió el el 13 de marzo del 2013 con la elección del cardenal Jorge Mario Bergoglio como el primer papa latinoamericano en la historia de la Iglesia y el primero en elegir el nombre de Francisco.

Hoy, después de nueve años de su servicio como obispo de Roma y pastor de la Iglesia universal, acogemos los dos grandes desafíos de la humanidad planteados en sus Cartas Encíclicas: Laudato Si', sobre el cuidado de nuestra casa común (junio 2015), y Fratelli Tutti (octubre 2020), sobre la fraternidad humana y la amistad social.

Al interior de la comunidad eclesial vivimos un tiempo de conversión y renovación. La Iglesia es santa por Jesús, su fundador, y pecadora por sus miembros. Reconocemos, con vergüenza y dolor, los graves delitos cometidos en el campo moral y financiero. Son escándalos que han afectado a personas y deteriorado la imagen de la Iglesia.

En las tres últimas décadas, nuestra Universidad experimentó una serie de hechos que la llevaron a vivir una grave crisis de identidad hasta llegar al punto en que la Santa Sede, mediante el Decreto de la Secretaría de Estado, del 11 de julio del 2012, decidió retirar inexplicablemente los títulos de Pontificia y Católica.

Cada uno de nosotros, las familias y las instituciones del Perú, vivimos hoy con dolor y angustia acontecimientos que ponen a prueba el sentido de la vida. La crisis nos desconcierta y repliega. La fe, en cambio, nos centra en Jesús, nos abre posibilidades de salida y nos impulsa a trabajar juntos para convertir la actual situación en una oportunidad para ser y salir mejores.

A partir de este momento adverso, el Equipo Rectoral y la Comisión Episcopal desarrollaron un diálogo transparente y respetuoso para buscar una solución consensuada. De esta manera, se fue abriendo paso el deseado restablecimiento de las buenas y fraternales relaciones con la jerarquía de la Iglesia en el Perú y con la Santa Sede. Tres hechos facilitaron el diálogo y la solución al problema suscitado.

El primero fue la visita del cardenal Guiseppe Versaldi, prefecto de la Congregación de la Educación Católica, al campus de la PUCP, el 22 de septiembre del 2016. Esto se realizó para presentar a la Asamblea Universitaria la visión de la Santa Sede sobre la propuesta de reforma de los Estatutos de la PUCP.

El segundo sucedió el 14 de octubre del 2016, cuando la Asamblea Universitaria, con cerca de cien miembros, aprobó por amplia mayoría la propuesta de la reforma de los Estatutos. Según se consigna en el Boletín de la PUCP, hice la siguiente declaración al finalizar la reunión:

"Esta Asamblea Universitaria ha sido para mí un ejemplo de transparencia, de escucha con mucha libertad y respeto. Agradezco al equipo rectoral que preside el doctor Marcial Rubio Correa, la Dra. Pepi Patrón y el Dr. Efraín González de Olarte, por el diálogo muy cercano con la Santa Sede y a todos los que participaron en la Asamblea Universitaria. Con la aprobación, casi unánime, de la propuesta de reforma de los Estatutos, regresamos al único camino: al camino de la Iglesia, una Iglesia servidora de la humanidad, abierta a otros credos, comprometida con los más pobres. Una Iglesia que respeta la autonomía y los métodos de investigación académicos porque la ciencia y la fe tienen que ir de la mano".

La PUCP, como comunidad universitaria y cada uno de sus miembros, por el sacramento del Bautismo, ¡es la Iglesia! ¡Somos la Iglesia!"

El tercero ocurrió el 3 de noviembre del 2016, cuando el cardenal secretario de Estado, su eminencia Pietro Parolín, hizo llegar el decreto donde se restituyen en justicia los títulos de Pontificia y Católica. Así mismo se nombra Gran Canciller, por un periodo de cinco años, al cardenal Guiseppe Versaldi, a quien agradecemos su cercanía y apoyo en este especial servicio a la Iglesia en el Perú. 

La PUCP, con este ejercicio sinodal de escucharnos, de dialogar juntos y de acoger, en unión con el papa Francisco, responde al doble desafío pastoral que se nos presenta hoy: aportar a la renovación de la Iglesia, pueblo de Dios, y estar al servicio de la transformación de la sociedad peruana.

La PUCP es la expresión de una Iglesia en salida

Nosotros, los obispos del Perú, estamos al servicio de la Iglesia y de la PUCP para anunciar el Evangelio. Pero ¿qué significa anunciar el Evangelio? San Francisco de Asís nos responde: "El Señor nos ha enviado a evangelizar. Es preciso ir hacia todos. La sociedad humana es un inmenso campo de lucha por la riqueza y el poder, y demasiados sufrimientos y atrocidades les ocultan el rostro de Dios. Debemos ser, en medio de ellos, testigos pacíficos del Todopoderoso, hombres sin avaricias y sin desprecios, capaces de hacerse realmente sus amigos". (Sabiduría de un pobre de Eloi Leclerq, página 164; Ediciones Marova)

En esta misma perspectiva, el papa Francisco nos invita a salir a las periferias físicas y existenciales de la humanidad y de nuestra sociedad peruana. Como Jesús que "al contemplar aquella multitud de personas, sintió compasión porque estaban decaídas y desanimadas como ovejas sin pastor" (Mt. 9, 36).

Como familia de la PUCP, nosotros hacemos nuestra la compasión de Jesús y nos ponemos al servicio de la sociedad peruana con decisión y humildad. No podemos aceptar ni el individualismo, ni la arrogancia, ni el pesimismo, ni la división entre nosotros. Estas actitudes son diametralmente opuestas a las de Jesús que "no vino (al mundo) para ser servido sino para servir y dar su vida en rescate de muchos". (Mc. 10, 45)

Para concluir, es necesario precisar que la misión de la PUCP y de las universidades católicas – según el papa Francisco – puede resumirse en cuatro elementos:

  1. Ser un espacio de discernimiento espiritual a partir de una lectura objetiva de la realidad, iluminada por el Evangelio al servicio de la humanidad.
  2. Promover una "cultura del encuentro y la cercanía" mediante el diálogo. La PUCP debe ser la casa de todos, donde sus miembros sean acogidos y se rechace cualquier signo de marginación, enfrentamiento y de polarización destructiva e inhumana.
  3. Impulsar la "cultura de la solidaridad" como elemento fundamental de una sociedad abierta y plural, en oposición al individualismo cerrado e inexpugnable que promueve la actual sociedad consumista.
  4. Promover con otras universidades y actores sociales la transformación de la sociedad mediante el servicio al bien común. Porque Jesús, el Resucitado, nos hace despertar del letargo de la indiferencia y nos resucita: "Su resurrección no es algo del pasado; entraña una fuerza de vida que ha penetrado el mundo. Donde parece que todo ha muerto, por todas partes vuelven a aparecer los brotes de la resurrección. Es una fuerza imparable" (EG, 276).

Como Pontificia Universidad Católica del Perú, seamos la luz que brilla en las tinieblas".

Concluyo con unos versos del poeta y actor cubano Alexis Valdés, que escribió "Esperanza" (2020) en plena pandemia de la COVID-19 y que han sido asumidos por el papa Francisco al final de su libro Soñemos juntos:

Cuando la tormenta pase /y se amansen los caminos /y seamos sobrevivientes /de un naufragio colectivo. /Con el corazón lloroso /y el destino bendecido /nos sentiremos dichosos /tan solo por estar vivos. /Ya no tendremos envidia /pues todos habrán sufrido. /Ya no tendremos desidia. /Seremos más compasivos. /Valdrá más lo que es de todos /que lo jamás conseguido. /Seremos más generosos /Y mucho más comprometidos. /Cuando la tormenta pase /te pido Dios, apenado, /que nos devuelvas mejores, /como nos habías soñado.

Por eso, renovemos nuestra confianza y firme esperanza. Caminemos juntos, como familia de la PUCP, porque Jesús, el Resucitado, es quien nos dice: «Yo hago nuevas todas las cosas» (Apoc. 21,5).

Con María, Madre de Jesús y Madre nuestra, avancemos confiados hacia el cumplimiento de esta promesa, y le decimos: danos la santa audacia de buscar nuevos caminos para que llegue a todos la alegría del Evangelio (Cfr. EG final Cap. V) y que, como Pontificia Universidad Católica del Perú, seamos la luz que brilla en las tinieblas.

Con estos deseos y compromisos, declaro inaugurado el año académico 2022.

jueves, 24 de marzo de 2022

BAUTISTA, Mateo Samaritanos de la donación de sangre (San Pablo, Lima, 2022, 299 pp)

BAUTISTA, Mateo Samaritanos de la donación de sangre (San Pablo, Lima, 2022, 299 pp)

Este es el libro que siempre quise tener sobre la donación de sangre. Como los 70 escritos por nuestro autor, reúnen ciencia, experiencia y simpatía,  apelando siempre a multiplicar la acción de modo afectivo y efectivo.

Cuenta con el prólogo del Dr. Juan Antonio Almeyda, director general de donaciones, trasplantes y bancos de sangre del MINSA y se articula en siete apartados: La maravilla de la sangre, la donación, la historia del conocimiento de la sangre (donación y transfusión), el don de donar, hacia una cobertura universal, donación con espíritu, acciones pastorales en pro de la donación.

Se presentará con motivo de la "Celebración de los dos años de la implementación de los puestos de colecta de sangre" el  Miércoles 30 de marzo de 2022 12:00 Horas, en el significativo y emblemático Pasaje Tarata, Miraflores, donde se vertió sangre inocente a manos de la vesania terrorista.

Gracias, P. Mateo, por este regalo tan preciado que se convierte en el manual que todo donante de sangre y promotor de donación debe leer para formarse bien y potenciar su labor. 

viernes, 11 de marzo de 2022

1622, una canonización para la historia: ¿triunfo de la Reforma católica o del poderío de España?

 400 años de la canonización de los santos Isidro, Teresa, Ignacio, Francisco Javier y Felipe Neri

1622, una canonización para la historia: ¿triunfo de la Reforma católica o del poderío de España? y que se celebró en el mundo católico como EL PERÚ

San Isidro, Santa Teresa, San Ignacio, San Francisco Javier y San Felipe Neri.Canonizados el 12 de marzo de 1622: de izquierda a derecha: San Isidro, Santa Teresa, San Ignacio, San Francisco Javier y San Felipe Neri.

Javier Lozano

11 marzo 2022 07:00

Este sábado se cumple el IV Centenario de una de las canonizaciones más importantes de la historia de la Iglesia. Pocas veces, por no decir ninguna, personajes tan conocidos, venerados y relevantes en la Iglesia han sido declarados santos a la vez en una ceremonia que tuvo una repercusión sin igual en todo el orbe católico.

Un 12 de marzo de 1622, en la recién terminada basílica de San Pedro, el Papa Gregorio XV canonizaba a los españoles San Isidro, Santa Teresa Ávila, San Ignacio de Loyola, San Francisco Javier y al florentino San Felipe Neri, llamado el apóstol de Roma.

Aquel histórico día para la Iglesia subieron a los altares la reformadora del Carmelo y gran mística española, el fundador de la Compañía de Jesús, uno de los misioneros universales y actual patrono de las misiones, y el también fundador de la Congregación del Oratorio. Junto a ellos estaba el humilde agricultor y patrón de Madrid.

El propio Papa Francisco, de vocación jesuita e hijo espiritual de dos de los canonizados, quiere estar presente en esta efeméride y este sábado a las 17.00 celebrará una eucaristía en la iglesia del Gesù, la casa madre de la Compañía de Jesús, para celebrar este cuarto centenario de la declaración como santos de Ignacio de Loyola y Francisco de Javier.

Durante siglos se ha visto esta canonización como una demostración del poder de la corona española en el orden católico. Grandes hombres y mujeres de la Iglesia nacidos en España subían a los altares tras haber hecho un gran bien por la Iglesia.

Sin embargo, de este histórico evento de 1622 se puede extraer también otra gran interpretación, que no anula la anterior sino que la complementa. Se trataría de lo que se llamaría "la canonización de la Reforma católica".

Así lo cree el padre Fermín Labarga, profesor de la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra y experto en Historia de la Iglesia. Tras haber estudiado profundamente la gran canonización de 1622 publicó un extenso artículo al respecto en el Anuario de la Historia de la Iglesia.

Profesor Fermín Labarga

El sacerdote Fermín Labarga es profesor Ordinario de Historia de la Iglesia en la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra.

En una entrevista con Religión en Libertad, el padre Labarga explica este matiz al considerar este hecho "como la canonización de lo que se buscaba y pretendía por medio de la Reforma católica y que quedó claramente manifestado con estos cinco santos, cuatro de ellos españoles".

Los ejemplos de la Reforma católica

Este sacerdote señala que estos nuevos santos fueron en aquella ceremonia "el refrendo del éxito de la Reforma católica", dando a cada nuevo santo un aspecto concreto:

-"La fuerza de las nuevas congregaciones de los clérigos regulares, la más importante de las cuales eran los jesuitas, y que queda de manifiesto con la canonización de San Ignacio".

-"La reforma de las órdenes antiguas de la Iglesia. Una reforma importantísima la representa Santa Teresa en el Carmelo".

-"Una reforma del propio clero secular, y cuyo representante sería San Felipe Neri".

-"Una de las claves del éxito fue la potenciación de las misiones. Y aquí estaría San Francisco Javier".

-"Todo ello anclado en la tradición de la Iglesia, y el primero de los santos fue San Isidro".

El santo patrono de Madrid fue un humilde labrador del siglo XII que "llegó a la santidad de una manera sencilla, con su trabajo, mediante obras buenas, piadosas y de caridad, algo muy significativo ante el lema protestante del 'fe sin obras', que con San Isidro era lo contrario: 'fe con obras'".

Precisamente, el perfil de San Isidro era muy diferente al del resto de sus compañeros de viaje en aquella canonización. Pese a todo, fue el primero de los cinco y el que la encabezó, sin importar que los otros cuatro fuesen más universales y la devoción hacia ellos se diera por todo el orbe.

Por qué San Isidro fue el primero

Pese a que las crónicas dejaron constancia de que fue un día especialmente frío, el ambiente que reinaba en los aledaños de la basílica de San Pedro era realmente de gran fiesta. Desde primera hora, empezaron a llegar carruajes que traían a los invitados y el lugar estaba repleto de fieles y curiosos, y la basílica a reventar.

Grabado de la canonización de 1622

Detalle del grabado conmemorativo de la canonización, Matheo Greuter, Roma 1622.

La canonización del 12 de marzo de 1622 fue histórica también porque en ella se produjo un hecho sin precedentes hasta la fecha. "Se canonizaba un santo normalmente, dos era ya algo extraordinario, pero encontrarse a cinco fue una novedad absoluta. Para los cinco hubo que hacer una verdadera labor de diplomacia entre los promotores de las distintas causas porque todos querían que su santo fuera el primero. Pero se mantuvo esa prioridad de San Isidro, también por antigüedad", explica a ReL Fermín Labarga.

Es importante recordar que la canonización iba a ser únicamente la de Isidro, y todo estaba preparado para ello, sobre todo tras los esfuerzos realizados por la Corona española, promotora de esta causa, y la Villa de Madrid. Y fue después que se fueron añadiendo a esta cita el resto de futuros santos, en lo que fue no sólo una dura lucha de diplomacia entre órdenes religiosas sino también a nivel político, con el papel jugado por diversas casas reales como la española o la francesa.

"La canonización fue muy compleja en este sentido, pero también un éxito de la diplomacia vaticana", confirma este experto en Historia de la Iglesia.

Como la única canonización prevista al principio era la de San Isidro, todo se hizo en torno a él. En San Pedro, que todavía no contaba con el baldaquino de Bernini, era costumbre construir lo que llamaban teatro, un gran escenario en el interior de la basílica. Esta construcción temporal era costeada por el promotor de la causa, en este caso la Villa de Madrid. Por ello, pese a ser finalmente una ceremonia con cinco santos todos los emblemas y adornos estaban relacionados con San Isidro, visibles junto a los escudos del Rey de España Felipe IV y de la Villa de Madrid.

Tras el santo madrileño la segunda en ser añadida fue Santa Teresa de Ávila, cuya causa estaba tan bien preparada que desde la Congregación de Ritos afirmaron que nunca les habían presentado un trabajo tan bien hecho. Finalmente, explica el padre Labarga, "los carmelitas consiguieron que el Papa accediera a una canonización conjuntamente con San Isidro".

Sin embargo, los jesuitas no querían desaprovechar esta oportunidad y tras tener acabado el proceso querían ver ya canonizado a su fundador. La Compañía de Jesús tenía importantes e influyentes apoyos, especialmente el del rey de Francia, y así logró la introducción de San Ignacio.

La de San Francisco Javier fue la siguiente en añadirse, pero de manera distinta al resto. "Fue el propio Papa quien la introdujo. Era un Papa muy motivado por las misiones. Hay que recordar que fundó la Congregación para la Propaganda Fide poco después. Ya entonces Francisco Javier tenía una gran popularidad", explica el profesor de la Universidad de Navarra.

Canonización de 1622.

Con el paso de los años esta canonización se ha percibido como más histórica aún ante la grandeza de aquellos santos.

Repercusiones más allá de lo religioso

Por último, fue la propia Congregación de Ritos, encargada de llevar a cabo los procesos, la que sugirió al Papa que no fuera únicamente una canonización de españoles. Al estar ya concluido el proceso de San Felipe Neri, un santo muy popular en la ciudad de Roma, se decidió a última hora incorporarlo a esta canonización, que se acabaría convirtiendo en histórica.

"Gregorio XV dio con la solución idónea. Todos debían ceder para no quedarse fuera: el rey de España y la villa de Madrid transigían con la celebración de una ceremonia de canonización múltiple a cambio de conservar el primer puesto y el protagonismo escénico; el monarca francés aceptaba el status quo iconográfico y renunciaba a cualquier presencia simbólica en la celebración a cambio de hacerse presente como promotor de la causa ignaciana; la Compañía de Jesús renunciaba al  primer puesto para su fundador a cambio de la certeza de una canonización inminente y un segundo puesto muy honorífico, además del hecho doblemente gratificante de contar en el nómina con otro jesuita igualmente canonizado; y, por último, los  carmelitas, sabiendo que no contaban con apoyos externos tan soberanos, aceptaban  con resignación y elegancia el último lugar a cambio de no tener problemas ni con la Compañía ni con Francia en vistas a su expansión", cuenta Labarga sobre esta complicada mezcla de negociaciones, influencias y presiones tanto en el seno de la Iglesia como fuera de ella.

Como se puede observar, el Papa tuvo que hilar muy fino en un momento en el que las cuestiones religiosas tenían grandes repercusiones políticas. "Todo iba entrelazado –agrega el profesor de Teología- y las Cortes europeas movieron ficha para hacerse presentes. Los grandes promotores de la Compañía de Jesús fueron los reyes de Francia. Pero los carmelitas contaban con el apoyo de la corte de Viena. Todas las potencias quisieron intervenir en una ocasión que se intuía histórica. Incluso se nombraron embajadores para la ocasión".

A partir de esta canonización de 1622 la Iglesia tomó medidas para regular los procesos de beatificación, pero también las cortes europeas empezaron a influir bastante, pues "la canonización de los santos revertía en la gloria del propio país".

En este sentido, "la Corte española sufragó y patrocinó algunos procesos porque se entendía que era una gloria que un país tuviera muchos santos canonizados", concluye Labarga.

(Puede profundizar en más detalles de esta histórica canonización en el artículo de Fermín Labarga en el Anuario de Historia de la Iglesia).

lunes, 7 de marzo de 2022

SAAVEDRA LUCHO, P. Juan Carlos, OM María de la Merced. Imágenes y palabras. 2018

SAAVEDRA LUCHO, JC, OM María de la Merced. Imágenes y palabras. Provincia mercedaria del Perú, 3ª ed. 2019, Lima, pp.203

El autor, maestro general de la Orden de la Merced, mariano confeso en el estudio y en la vida, nos obsequia en el jubileo del VIII centenario de la orden fundada por San Pedro Nolasco con lo mejor a su alcance de la imagen y la palabra mercedarias para que el alma goce y se recree, gozando de un anticipado cielo. Y no puede elegir mejor texto que el del Magníficat para abrir su obra (LC 1, 68).

Las imágenes "reflejan la geografía y la ecología de la creación plasmada a través del arte, iconografía, pintura y escultura de Aquella que es Madre de la Misericordia hecha redención". Las palabras recopilan "en clave de antología mariana" lo que han escrito los más selectos teólogos a través del "magisterio eclesial" de papas y obispos; "la palabra  mercedaria" con referencias específicamente de la orden como fruto de sus capítulos generales, reuniones, consejos, encuentros, mensajes de los maestros generales; por último, "semillas de libertad" recoge una selección de referencias de religiosos y religiosas de la Orden mercedaria acerca de su entrañable devoción a la Madre del Redentor.

En atractivo formato, el libro brinda alrededor de cien fotos en las páginas impares acompañadas del pertinente texto en las páginas pares que hace deliciosa la lectura que convierte en oración agradecida a la Reina y Señora de la Merced.

Un sustancioso texto del autor "María de la Merced, imágenes y palabras de una presencia dinámico-redentora" (9-14) da cuenta de sus objetivos: compartir el tesoro histórico a través de su carisma y espiritualidad, concretado en el arte, literatura y vida. En perspectiva de fidelidad, actualidad y progreso, los mercedarios "invitados a dejar todo por amor del Reino de Dios para formarse en libertad, promover la fraternidad y servir con caridad, contemplan estos elementos marianos como en un espejo al signo más transparente elegido por Dios para una recta y verdadera liberación unida al Dios encarnado" p.12. Manifiesta claramente "que el amor hacia la Madre de la Merced, ícono de la ternura de Dios, nos motive a través de estas imágenes y palabras a ser mejores hijos de la misericordia de Dios" (p.149).

Culmina la obra con unas palabras de gratitud extraídas en la homilía en las solemnes vísperas de la fiesta de la Merced en la Basílica de Barcelona, el 23 de septiembre del 2018 en pleno jubileo mercedario.

Gracias, P. Juan Carlos, gracias PP. Mercedarios, y felicitaciones por tan bella publicación que será bien custodiada como el álbum de recuerdos que convida a volver una y otra vez a la memoria y al compromiso legado por la Señora de la Merced a través de su fundador y de sus hijos que con tanta fuerza han arraigado en el Perú.