sábado, 26 de febrero de 2022

MÁRTIRES DEL JAPÓN SEGÚN EL RELATO DE UN SUPERVIVIENTE DE 1597

Amigos: Les comparto el fragmento de un precioso relato de los mártires del Japón en 1597 contado por un superviviente. Merece y mucho la pena leerlo y compartirlo
Recuerdo que unos años antes -1590- Miguel Ángel concluía la cúpula del Vaticano, en 1591 Santo Toribio fundaba el Colegio Seminario en Lima, 1596 nace Descartes, y años después, en 1600 muere en Salamanca el P. Acosta, en 1601 llega el jesuita Mateo Ricci a China, 1602 escribe Galileo
Agradezco al Dr. César Gutiérrez Muñoz por su deferencia, JAB
El acontecimiento será un tema trascendental en el virreinato peruano como nos brinda el magnífico cuadro de la Recoleta franciscana del Cuzco compartido por

 El incidente del galeón San Felipe y la persecución a los cristianos en Japón (1597): una transcripción del relato de uno de los sobrevivientes

Jorge Augusto Gamboa M. et You-Jin Kim

https://doi.org/10.4000/nuevomundo.86778

El documento proveniente del Archivo General de Indias (Sevilla), que ponemos a disposición de los lectores es un interesante relato, bastante detallado de toda la aventura que vivieron los tripulantes del galeón español San Felipe, que cubría la ruta de regreso desde Manila (Filipinas) hasta Acapulco (Nueva España). Fue escrito en el año 1597, dentro del periodo en que el imperio japonés acababa de unificarse tras las guerras entre los señores feudales (daimyos), que coincide con el llamado "siglo cristiano de Japón" (1549-1650)

"Llegaron, pues, todos estos benditos mártires este día 4 de febrero al dicho lugar donde vinieron a ganar el cielo y ponerse en cruz, que ya las tenían plantadas por su orden con el mayor alarido que toda aquella gente farisea hacía, todos armados de lanza y catana y arcabuz, demás del ruido que había del hincar las argollas en las cruces para brazos, pies, y gargantas, poniendo algunos en ellas y otros subiéndolos al fin a todos. Después de puestos cada uno en una "†"39, les atravesaron con una lanza los benditos cuerpos por el un costado que pasaba al hombro contrario ambos los lados.

  • 40 Se trata del Salmo 113: "Laudate, pueri, Dominum, laudate nomen Domini" (Alegraos, niños del Señor (...)
  • 41 Debe ser el "sayón". Según el Diccionario de la Real Academia Española es: "el verdugo que ejecuta (...)

52El padre fray Pedro Bautista había concer-[13]-tado con un japón llamado Antonio que estando en la cruz entonase Laudate pueri domine40 en alta voz y quedó el santo en oración y clavados los ojos en el cielo. El muchacho, habiéndole caído al lado, viendo se tardaba el padre en lo concertado, volvió a él como pudo y díjole: "Padre, no decimos el salmo". Y visto que no le respondía, lo entonó él solo, como si estuviera en el coro. Estaban al martirio presentes el padre y madre y parientes del dicho Antonio, los cuales con la ternura y dolor de verles padecer, lloraban grandísimamente, a los cuales se volvió diciéndoles: "¿Qué me lloráis?, llorad a estos pobres gentiles y a esta pobre infidelidad, que yo me voy al Paraíso donde rogaré a Dios por vosotros. Y por ellos". Y quitándose su vestidura, dijo a sus padres: "Padres, allí está. No tengo otra cosa ni herencia que dejaros", rogándoles que los gentiles no echasen de ver semejante sentimiento. Y esto fue poco antes que le pusiesen en la cruz. Era niño de 12 años que le habían criado los padres y era su sacristán el padre Martín. Ansí mismo se llegó a él antes de ponerlo en la cruz, se llegó a él [sic] el sajón41 que los ponía en la cruz, el cual le dijo: "Hijo, si quieres ser salvo y que no te crucifiquen, déjate de hacer lo que hasta aquí y yo te daré casas en que vivas", el cual respondió: "Y eso había de ser con el padre comisario y los demás". Y respondiéndole que no, dijo: "Pues en qué seso cabe que deje yo de ir al Paraíso por ninguna promesa que tú me hagas. Presto verás en qué poco tengo tus amenazas ni la terribilidad del martirio".

53Los demás padres todos predicaban a los japones y entre ellos fray Martín, habiendo de hacer esta plática a los mártires:

  • 42 Estas dos palabras están tachadas.
  • 43 Hediondas.

"¡Oh cuánto, hermanos míos y padres, anduvo nuestro padre San Francisco lo que nosotros con tan pocos méritos y cargados de tantos males hemos alcanzado! ¡Qué diera porque no solamente le martirizaran, pero que el martirio fuese de cruz, como el que se nos ofrece! Muchas gracias debemos dar a Dios por la merced que nos hace y nuestro padre San Francisco por la intercesión que es de entender que ante Dios ha interpuesto. Más quisiera os advertir que no sean estas parte ni excelencia del martirio para que os ensoberbezcáis y recibáis vanagloria. No quiera Dios que en un punto se pierda una ganancia tan grande, pues tenemos bien que considerar la miseria de nuestras personas y flaqueza, la poquedad de nuestros méritos y el haber sólo venido a esto por la misericordia y gracia del Señor, [que] murió por nosotros, pues por nosotros mismos no tuviéramos fuerzas ni valor para un trance y valor42 tan terrible como el que se nos apareja. Y echaréis bien de ver en vosotros mismos cuanto sea obra de Dios, en el gusto y contento en que estáis dispuestos para ella, demás que para que ayude a la consideración y miseria de que somos compuestos. Consideraos después de muertos conforme a la costumbre de esta gente ansiosa, cayendo las entrañas y carne a pedazos, llena de gusanos y tan hedondias [sic]43 y por ventura no habrá quién los mire. Considerad también comidos de cuervos y tan desfigurados que será un horrible espectáculo a las gentes y considerad estas cosas y otras muchas que hay que considerar y a lo que cada uno se ha de reducir. Entienda ser esta obra del mismo Dios y que viene de su mano y no quede nada de vanagloria".

  • 44 El último renglón de este folio está mal escaneado por lo cual no se ve el final de la frase.

54Y ansí diciendo a altas voces el Gloria Patri, le atravesaron aquellos sayones una lanzada por el lado izquierdo, que salió la lanza al hombro derecho. Y al sacarla se quebró el yerro de ella y se quedó dentro de las entrañas. Y visto por el verdugo que se había quedado en el cuerpo, subió por la cruz arriba y metiendo la mano por el costado, sacó el hierro. Y en todo este tiempo no cesó de [decir el]44 [14] Gloria Patri, clavados los ojos en el cielo sin menear pestaña, pie ni mano ni decir "ay", más que si fuera una cosa insensible. Y ansí dándole la otra lanzada por el otro lado, pasó el verdugo adelante a donde estaba fray Francisco Blanco, el cual no menos esfuerzo y valor mostraba, aunque cuando a él llegó con la lanza, habiéndosela metido, con el demasiado y excesivo dolor que sintió, sacó la mano derecha de la argolla donde se la habían puesto, y él mismo volvió otra vez a meter la mano en el argolla. Y visto cuán abrazado estaba con su cruz, el padre fray Felipe de las Casas, el cual se había entretenido hablando y estando en coloquios con la dichosa pérdida de San Felipe, que a tal tiempo y estado le había traído, habiéndose el propio en ella, al tiempo que le subieron un palo que les ponen en la horcajadura, quedó tan bajo que se ahogaba en el argolla penosamente y se le escurrieron las rodillas y espinillas por las de abajo hasta mostrar los huesos. Mas no por eso cesó varonilmente de encomendarse a Dios en trance de muerte tan apretada que para otra cosa no se le daba lugar. Y ansí fue el primer mártir que martirizaron, lo cual fue por intercesión de los que allí asistían. De esta manera lo fueron todos, sin cesar de predicar a los japones y gentes portuguesas que allí hubo, con muchas lágrimas y grandísimo fervor. No sin mucho riesgo de sus personas, los desnudaban tomando los más de ellos la sangre de tierra y reliquias que era posible, a cuya causa acudía el allinin no solo a cercar el puesto de tablones, mas aún ponerles guardas, de temor que no le hurtasen los cuerpos.

55Y ansí murieron estos benditos y gloriosos santos con tan gloriosos fines cuando prometían sus dichosas vidas y nos asegura la certeza de sus milagros, porque es el primero y principal y que no se puede negar, estando como están cebados los cuervos a cuerpos muertos, que de otra cosa no se sustentan esa multitud de japones que se matan y están tan desvergonzados que apenas se ha cortado la cabeza ni el cuerpo crucificado cuando le han sacado los ojos. Y a estos santos mártires no solamente no les tocaron, mas aún no pasaron por encima de las cruces ni entraron dentro de la cerca, que esta es una de las cosas que más [ha] admirado a los japones. El padre fray Pedro Bautista dicen que lo ven, ansí en la ciudad del Meaco como en la casa que él solía tener en Langasac, decir misa como antes que lo crucificaran, oficiada con mucha música y ofrenda de cera, a cuya causa tienen por cierto los japones que no es muerto. Ansí mismo dicen que todos los viernes después que los crucificaron, se aparecen sobre las cruces ciertas lumbres y luminarias. Y esto no está muy clarificado porque no lo ha visto sino es japones. Y dicen le echaron menos las guardas un día y que otro le volvieron a verle en la cruz, que ha sido grande milagro. Y después de crucificado, al cabo de 80 días, el padre fray Pedro Bautista lo vieron estremecer en su cruz, de tal manera que los japones entendieron que resucitaba para quitarse de la cruz, de lo cual resultó que le comenzó nuevamente a correr sangre de las heridas y llagas que tenía, la cual corrieron como el día que lo crucificaron. Este día que se estremeció, se aparecieron sobre las cruces unas columnas de fuego que salieron de allí y fueron a dar a las casas de los padres de la Compañía de Jesús y al posar fueron haciendo tanta luz como si fuera mediodía, de que causó notable admiración. Que todo consta por información que se hizo para enviar al Sumo Pontífice.

56Hallose al tiempo que le crucificaron en poder del niño Antonico una carta que escribía a sus padres en la cual les persuadía a la perseverancia de su ley. Estando en la fuga de su martirio, el padre fray Juan Pobre metió a los españoles en grandísimo ruido y alboroto porque se descabulló de donde estaba y se iba a ofrecer, y aunque le volvieron [15] se volvió otras dos veces a ir a ofrecer hasta que se le mandó por obediencia no lo hiciese, con lo cual se quietó, con que no se crucificaron más que los sentenciados, porque había el padre fray Gonzalo, fray Martín y fray Bartolomé, que los enviaron a la India para que de allí fuesen a Manila, porque era tanto su fervor que no se tenía entera satisfacción de que irían con la demás gente, antes se quedarían con sus hermanos. De manera que no queda en el Japón más que un solo fraile francisco y ese en hábito de Japón y escondido.

  • 45 Hakata, barrio de Fukuoka.

57A siete deste mes llegó el obispo del Japón a ver al general y a ocho llegó el capitán mayor y los demás portugueses que allí residían, los cuales nos hicieron mucho regalo y limosna porque sólo en ellos hallamos alguna caridad y limosna. En este tiempo vimos una carta del padre García Garcés de la Compañía que está en Cuchivocu, a primero de marzo, en que da aviso como unos japones le habían dicho como el emperador Taycoçama había despachado a un correo para Langasac para que el juez no ejecutase la sentencia de muerte de los mártires. Aqueste correo y que este correo y el que el juez envió se habían encontrado en Facata45 y que estaba muy arrepentido de haber tomado la hacienda. Y esta voz es que no se puede dar crédito a ella porque como se vido, fueron diferentes las obras y estábamos en parte donde pudiera reparar algo del mucho daño que había hecho. A cuatro de este llegaron a nosotros siete españoles de los nuestros los cuales se habían huido de Urando donde los habían dejado el general, los cuales fueron por mar y tierra y tan maltratados que nos causaron el verlos lástima, y dijeron que a ellos les habían dado nueva de que a nuestro general y a todos los que con él habían quedado los habían crucificado y que también a ellos les querían sacar los ojos y crucificarlos, como fue verdad que todo se trató en Urando y en el Meaco y corte donde residía el emperador, y que por esta causa habían ellos querido más aventurar sus vidas que no morir en manos de aquellos infieles.

58A 14 de mayo, viernes en la noche, se aparecieron las columnas de fuego y luego a 16 del dicho salimos de Langasac para Manila dejando en aquel dicho lugar los 26 mártires cada uno puesto en su cruz en la playa, cerca de la mar, a cien pasos de la mar, todos puestos por su orden como se sigue, uno en pos de otro:

  1. Gayón, carpintero, criado de los padres franciscos, que él llegó con socorro a los padres al camino y le crucificaron porque era cristiano, de edad de veintisiete años.
  2. Cometaquia, predicador de los padres franciscos, de edad de treinta y ocho años.
  3. Pedro Juguijiro, que a éste envió el padre con los padres con el dinero del gasto para el camino, de edad de treinta años
  4. Miguel Casaque, padre de Tomé que está al veinte lugar, de edad de cuarenta y cinco años.
  5. Diego Quilay, de edad de cincuenta años.
  6. [16] Paublo [sic]46 Mique, de edad de treinta y cinco años.
  7. Paulo Ibarique, de edad de dieciocho años, predicador de la orden de San Francisco.
  8. Juan de la Compañía, de edad de veinte años47.
  9. Luis de Jico, de edad de doce años.
  10. Antonico de Jico, niño de edad de doce años, criado del padre fray Pedro Bautista y natural de Langasac.
  11. Fray Pedro Bautista, comisario de los descalzos y embajador, de edad de cuarenta y ocho años.
  12. Fray Martín de la Ascensión, sacerdote de edad de treinta años.
  13. Fray Felipe de Jesús, de edad de veinticinco años.
  14. Fray Gonzalo García, de edad de cuarenta años.
  15. Fray Francisco Blanco, de edad de dieciocho años.
  16. Fray Francisco de San Miguel, de edad de cincuenta y tres años.
  17. Martín, japón cocinero, de edad de treinta y ocho años.
  18. Simalion Xara, predicador del Meaco, de edad de cincuenta años.
  19. Ventura de Ojico, de edad de veintiocho años.
  20. Tomé de Ojico, de edad de doce años.
  21. Joaquín Saquier, de edad de cuarenta y seis años.
  22. Francisco, predicador de edad de cincuenta y cuatro años.
  23. Tomé Hijoo, de edad de cuarenta y dos años.
  24. Juan Quiquia, de edad de treinta y seis años.
  25. Graviel48 de Xico, de edad de dieciocho años.
  26. Pablo Susuy, predicador de edad de cuarenta años49.

MÁRTIRES DEL JAPÓN SEGÚN EL RELATO DE UN SUPERVIVENTE DE 1597

Amigos: Les comparto el fragmento de un precioso relato de los mártires del Japón en 1597 contado por un superviviente. Merece y mucho la pena leerlo y compartirlo
Recuerdo que unos años antes -1590- Miguel Ángel concluía la cúpula del Vaticano, en 1591 Santo Toribio fundaba el Colegio Seminario en Lima, 1596 nace Descartes, y años después, en 1600 muere en Salamanca el P. Acosta, en 1601 llega el jesuita Mateo Ricci a China, 1602 escribe Galileo
Agradezco al Dr. César Gutiérrez Muñoz por su deferencia, JAB
El acontecimiento será un tema trascendental en el virreinato peruano como nos brinda el magnífico cuadro de la Recoleta franciscana del Cuzco compartido por

 El incidente del galeón San Felipe y la persecución a los cristianos en Japón (1597): una transcripción del relato de uno de los sobrevivientes

Jorge Augusto Gamboa M. et You-Jin Kim

https://doi.org/10.4000/nuevomundo.86778

El documento proveniente del Archivo General de Indias (Sevilla), que ponemos a disposición de los lectores es un interesante relato, bastante detallado de toda la aventura que vivieron los tripulantes del galeón español San Felipe, que cubría la ruta de regreso desde Manila (Filipinas) hasta Acapulco (Nueva España). Fue escrito en el año 1597, dentro del periodo en que el imperio japonés acababa de unificarse tras las guerras entre los señores feudales (daimyos), que coincide con el llamado "siglo cristiano de Japón" (1549-1650)

"Llegaron, pues, todos estos benditos mártires este día 4 de febrero al dicho lugar donde vinieron a ganar el cielo y ponerse en cruz, que ya las tenían plantadas por su orden con el mayor alarido que toda aquella gente farisea hacía, todos armados de lanza y catana y arcabuz, demás del ruido que había del hincar las argollas en las cruces para brazos, pies, y gargantas, poniendo algunos en ellas y otros subiéndolos al fin a todos. Después de puestos cada uno en una "†"39, les atravesaron con una lanza los benditos cuerpos por el un costado que pasaba al hombro contrario ambos los lados.

  • 40 Se trata del Salmo 113: "Laudate, pueri, Dominum, laudate nomen Domini" (Alegraos, niños del Señor (...)
  • 41 Debe ser el "sayón". Según el Diccionario de la Real Academia Española es: "el verdugo que ejecuta (...)

52El padre fray Pedro Bautista había concer-[13]-tado con un japón llamado Antonio que estando en la cruz entonase Laudate pueri domine40 en alta voz y quedó el santo en oración y clavados los ojos en el cielo. El muchacho, habiéndole caído al lado, viendo se tardaba el padre en lo concertado, volvió a él como pudo y díjole: "Padre, no decimos el salmo". Y visto que no le respondía, lo entonó él solo, como si estuviera en el coro. Estaban al martirio presentes el padre y madre y parientes del dicho Antonio, los cuales con la ternura y dolor de verles padecer, lloraban grandísimamente, a los cuales se volvió diciéndoles: "¿Qué me lloráis?, llorad a estos pobres gentiles y a esta pobre infidelidad, que yo me voy al Paraíso donde rogaré a Dios por vosotros. Y por ellos". Y quitándose su vestidura, dijo a sus padres: "Padres, allí está. No tengo otra cosa ni herencia que dejaros", rogándoles que los gentiles no echasen de ver semejante sentimiento. Y esto fue poco antes que le pusiesen en la cruz. Era niño de 12 años que le habían criado los padres y era su sacristán el padre Martín. Ansí mismo se llegó a él antes de ponerlo en la cruz, se llegó a él [sic] el sajón41 que los ponía en la cruz, el cual le dijo: "Hijo, si quieres ser salvo y que no te crucifiquen, déjate de hacer lo que hasta aquí y yo te daré casas en que vivas", el cual respondió: "Y eso había de ser con el padre comisario y los demás". Y respondiéndole que no, dijo: "Pues en qué seso cabe que deje yo de ir al Paraíso por ninguna promesa que tú me hagas. Presto verás en qué poco tengo tus amenazas ni la terribilidad del martirio".

53Los demás padres todos predicaban a los japones y entre ellos fray Martín, habiendo de hacer esta plática a los mártires:

  • 42 Estas dos palabras están tachadas.
  • 43 Hediondas.

"¡Oh cuánto, hermanos míos y padres, anduvo nuestro padre San Francisco lo que nosotros con tan pocos méritos y cargados de tantos males hemos alcanzado! ¡Qué diera porque no solamente le martirizaran, pero que el martirio fuese de cruz, como el que se nos ofrece! Muchas gracias debemos dar a Dios por la merced que nos hace y nuestro padre San Francisco por la intercesión que es de entender que ante Dios ha interpuesto. Más quisiera os advertir que no sean estas parte ni excelencia del martirio para que os ensoberbezcáis y recibáis vanagloria. No quiera Dios que en un punto se pierda una ganancia tan grande, pues tenemos bien que considerar la miseria de nuestras personas y flaqueza, la poquedad de nuestros méritos y el haber sólo venido a esto por la misericordia y gracia del Señor, [que] murió por nosotros, pues por nosotros mismos no tuviéramos fuerzas ni valor para un trance y valor42 tan terrible como el que se nos apareja. Y echaréis bien de ver en vosotros mismos cuanto sea obra de Dios, en el gusto y contento en que estáis dispuestos para ella, demás que para que ayude a la consideración y miseria de que somos compuestos. Consideraos después de muertos conforme a la costumbre de esta gente ansiosa, cayendo las entrañas y carne a pedazos, llena de gusanos y tan hedondias [sic]43 y por ventura no habrá quién los mire. Considerad también comidos de cuervos y tan desfigurados que será un horrible espectáculo a las gentes y considerad estas cosas y otras muchas que hay que considerar y a lo que cada uno se ha de reducir. Entienda ser esta obra del mismo Dios y que viene de su mano y no quede nada de vanagloria".

  • 44 El último renglón de este folio está mal escaneado por lo cual no se ve el final de la frase.

54Y ansí diciendo a altas voces el Gloria Patri, le atravesaron aquellos sayones una lanzada por el lado izquierdo, que salió la lanza al hombro derecho. Y al sacarla se quebró el yerro de ella y se quedó dentro de las entrañas. Y visto por el verdugo que se había quedado en el cuerpo, subió por la cruz arriba y metiendo la mano por el costado, sacó el hierro. Y en todo este tiempo no cesó de [decir el]44 [14] Gloria Patri, clavados los ojos en el cielo sin menear pestaña, pie ni mano ni decir "ay", más que si fuera una cosa insensible. Y ansí dándole la otra lanzada por el otro lado, pasó el verdugo adelante a donde estaba fray Francisco Blanco, el cual no menos esfuerzo y valor mostraba, aunque cuando a él llegó con la lanza, habiéndosela metido, con el demasiado y excesivo dolor que sintió, sacó la mano derecha de la argolla donde se la habían puesto, y él mismo volvió otra vez a meter la mano en el argolla. Y visto cuán abrazado estaba con su cruz, el padre fray Felipe de las Casas, el cual se había entretenido hablando y estando en coloquios con la dichosa pérdida de San Felipe, que a tal tiempo y estado le había traído, habiéndose el propio en ella, al tiempo que le subieron un palo que les ponen en la horcajadura, quedó tan bajo que se ahogaba en el argolla penosamente y se le escurrieron las rodillas y espinillas por las de abajo hasta mostrar los huesos. Mas no por eso cesó varonilmente de encomendarse a Dios en trance de muerte tan apretada que para otra cosa no se le daba lugar. Y ansí fue el primer mártir que martirizaron, lo cual fue por intercesión de los que allí asistían. De esta manera lo fueron todos, sin cesar de predicar a los japones y gentes portuguesas que allí hubo, con muchas lágrimas y grandísimo fervor. No sin mucho riesgo de sus personas, los desnudaban tomando los más de ellos la sangre de tierra y reliquias que era posible, a cuya causa acudía el allinin no solo a cercar el puesto de tablones, mas aún ponerles guardas, de temor que no le hurtasen los cuerpos.

55Y ansí murieron estos benditos y gloriosos santos con tan gloriosos fines cuando prometían sus dichosas vidas y nos asegura la certeza de sus milagros, porque es el primero y principal y que no se puede negar, estando como están cebados los cuervos a cuerpos muertos, que de otra cosa no se sustentan esa multitud de japones que se matan y están tan desvergonzados que apenas se ha cortado la cabeza ni el cuerpo crucificado cuando le han sacado los ojos. Y a estos santos mártires no solamente no les tocaron, mas aún no pasaron por encima de las cruces ni entraron dentro de la cerca, que esta es una de las cosas que más [ha] admirado a los japones. El padre fray Pedro Bautista dicen que lo ven, ansí en la ciudad del Meaco como en la casa que él solía tener en Langasac, decir misa como antes que lo crucificaran, oficiada con mucha música y ofrenda de cera, a cuya causa tienen por cierto los japones que no es muerto. Ansí mismo dicen que todos los viernes después que los crucificaron, se aparecen sobre las cruces ciertas lumbres y luminarias. Y esto no está muy clarificado porque no lo ha visto sino es japones. Y dicen le echaron menos las guardas un día y que otro le volvieron a verle en la cruz, que ha sido grande milagro. Y después de crucificado, al cabo de 80 días, el padre fray Pedro Bautista lo vieron estremecer en su cruz, de tal manera que los japones entendieron que resucitaba para quitarse de la cruz, de lo cual resultó que le comenzó nuevamente a correr sangre de las heridas y llagas que tenía, la cual corrieron como el día que lo crucificaron. Este día que se estremeció, se aparecieron sobre las cruces unas columnas de fuego que salieron de allí y fueron a dar a las casas de los padres de la Compañía de Jesús y al posar fueron haciendo tanta luz como si fuera mediodía, de que causó notable admiración. Que todo consta por información que se hizo para enviar al Sumo Pontífice.

56Hallose al tiempo que le crucificaron en poder del niño Antonico una carta que escribía a sus padres en la cual les persuadía a la perseverancia de su ley. Estando en la fuga de su martirio, el padre fray Juan Pobre metió a los españoles en grandísimo ruido y alboroto porque se descabulló de donde estaba y se iba a ofrecer, y aunque le volvieron [15] se volvió otras dos veces a ir a ofrecer hasta que se le mandó por obediencia no lo hiciese, con lo cual se quietó, con que no se crucificaron más que los sentenciados, porque había el padre fray Gonzalo, fray Martín y fray Bartolomé, que los enviaron a la India para que de allí fuesen a Manila, porque era tanto su fervor que no se tenía entera satisfacción de que irían con la demás gente, antes se quedarían con sus hermanos. De manera que no queda en el Japón más que un solo fraile francisco y ese en hábito de Japón y escondido.

  • 45 Hakata, barrio de Fukuoka.

57A siete deste mes llegó el obispo del Japón a ver al general y a ocho llegó el capitán mayor y los demás portugueses que allí residían, los cuales nos hicieron mucho regalo y limosna porque sólo en ellos hallamos alguna caridad y limosna. En este tiempo vimos una carta del padre García Garcés de la Compañía que está en Cuchivocu, a primero de marzo, en que da aviso como unos japones le habían dicho como el emperador Taycoçama había despachado a un correo para Langasac para que el juez no ejecutase la sentencia de muerte de los mártires. Aqueste correo y que este correo y el que el juez envió se habían encontrado en Facata45 y que estaba muy arrepentido de haber tomado la hacienda. Y esta voz es que no se puede dar crédito a ella porque como se vido, fueron diferentes las obras y estábamos en parte donde pudiera reparar algo del mucho daño que había hecho. A cuatro de este llegaron a nosotros siete españoles de los nuestros los cuales se habían huido de Urando donde los habían dejado el general, los cuales fueron por mar y tierra y tan maltratados que nos causaron el verlos lástima, y dijeron que a ellos les habían dado nueva de que a nuestro general y a todos los que con él habían quedado los habían crucificado y que también a ellos les querían sacar los ojos y crucificarlos, como fue verdad que todo se trató en Urando y en el Meaco y corte donde residía el emperador, y que por esta causa habían ellos querido más aventurar sus vidas que no morir en manos de aquellos infieles.

58A 14 de mayo, viernes en la noche, se aparecieron las columnas de fuego y luego a 16 del dicho salimos de Langasac para Manila dejando en aquel dicho lugar los 26 mártires cada uno puesto en su cruz en la playa, cerca de la mar, a cien pasos de la mar, todos puestos por su orden como se sigue, uno en pos de otro:

  1. Gayón, carpintero, criado de los padres franciscos, que él llegó con socorro a los padres al camino y le crucificaron porque era cristiano, de edad de veintisiete años.
  2. Cometaquia, predicador de los padres franciscos, de edad de treinta y ocho años.
  3. Pedro Juguijiro, que a éste envió el padre con los padres con el dinero del gasto para el camino, de edad de treinta años
  4. Miguel Casaque, padre de Tomé que está al veinte lugar, de edad de cuarenta y cinco años.
  5. Diego Quilay, de edad de cincuenta años.
  6. [16] Paublo [sic]46 Mique, de edad de treinta y cinco años.
  7. Paulo Ibarique, de edad de dieciocho años, predicador de la orden de San Francisco.
  8. Juan de la Compañía, de edad de veinte años47.
  9. Luis de Jico, de edad de doce años.
  10. Antonico de Jico, niño de edad de doce años, criado del padre fray Pedro Bautista y natural de Langasac.
  11. Fray Pedro Bautista, comisario de los descalzos y embajador, de edad de cuarenta y ocho años.
  12. Fray Martín de la Ascensión, sacerdote de edad de treinta años.
  13. Fray Felipe de Jesús, de edad de veinticinco años.
  14. Fray Gonzalo García, de edad de cuarenta años.
  15. Fray Francisco Blanco, de edad de dieciocho años.
  16. Fray Francisco de San Miguel, de edad de cincuenta y tres años.
  17. Martín, japón cocinero, de edad de treinta y ocho años.
  18. Simalion Xara, predicador del Meaco, de edad de cincuenta años.
  19. Ventura de Ojico, de edad de veintiocho años.
  20. Tomé de Ojico, de edad de doce años.
  21. Joaquín Saquier, de edad de cuarenta y seis años.
  22. Francisco, predicador de edad de cincuenta y cuatro años.
  23. Tomé Hijoo, de edad de cuarenta y dos años.
  24. Juan Quiquia, de edad de treinta y seis años.
  25. Graviel48 de Xico, de edad de dieciocho años.
  26. Pablo Susuy, predicador de edad de cuarenta años49.

Javier Del Río Alba: “El clero estuvo mayoritariamente a favor de la independencia”. Entrevista en "Correo de Arequipa"

Javier Del Río Alba: "El clero estuvo mayoritariamente a favor de la independencia"

Mucho se habla sobre el papel de la Iglesia Católica en la liberación del yugo español, pero poco se sabe de la intervención de religiosos en este proceso

Mucho se habla sobre el papel de la Iglesia Católica en la liberación del yugo español, pero poco se sabe de la intervención de religiosos en este proceso. (El Comercio)Mucho se habla sobre el papel de la Iglesia Católica en la liberación del yugo español, pero poco se sabe de la intervención de religiosos en este proceso. (El Comercio)

MÓNICA CÁCERES

Actualizado el 16/08/2021 12:03 p.m.

La democracia no consiste sólo en votar cada vez que toca elecciones, sino también en ejercer el control sobre las autoridades elegidas, nos dice monseñor Javier Del Río, arzobispo de Arequipa,  en este diálogo sobre la iglesia y la independencia nacional.

¿Cuál fue la participación de la Iglesia en la independencia del Perú? 

Para comprender el acontecimiento de la independencia del Perú debemos aproximarnos a él desde el contexto espacio – temporal de fines del siglo XVIII e inicios del XIX, en el cual en Occidente se venía dando un proceso de cambio de Antiguo Régimen a Nuevo Régimen, en el que unos preferían mantener el orden conocido y otros preferían apostar por uno nuevo que consideraban sería mejor. Al interior de la Iglesia, que no está compuesta sólo por obispos, sacerdotes y órdenes religiosas, sino también por laicos, hubo quienes preferían lo primero y otros lo segundo. Como afirma el sacerdote historiador Dr. Ernesto Rojas, preguntarse si la Iglesia fue realista o patriota carece de sentido ya que, como bien dice el Dr. José Agustín de la Puente, ambos bandos estaban igualmente compuestos por católicos que, salvo tal vez alguna excepción, afirmaban su adhesión a la Iglesia. Hecha esta salvedad, podemos precisar que el clero estuvo mayoritariamente a favor de la independencia. En cuanto a los seis obispos que por entonces tenía el Perú, el de Cuzco estuvo desde los inicios abiertamente a favor de la independencia, mientras los de Lima y Arequipa poco a poco la fueron aceptando y los de Ayacucho, Trujillo y Maynas se opusieron totalmente a ella.

 

¿Podría nombrarnos a algunos de los religiosos que intervinieron directamente en este proceso? 

Son muchos y nombrar sólo algunos podría no hacer justicia a otros que también destacaron, pero lo haremos a manera de ejemplo. Entre ellos, el que fuera jesuita Juan Pablo Vizcardo y Guzmán, de Pampacolca, que con su "Carta a los españoles americanos" influyó grandemente en Miranda y Bolívar. Tenemos también a varios de los miembros de nuestra Academia Lauretana, como Fr. Bernabé Lacumberri, el P. Fernando Arce y Fierro o el célebre Deán Juan Gualberto Valdivia; y para seguir con arequipeños los PP. Mariano José de Arce y Francisco Javier de Luna Pizarro, que llegaron a ser congresistas de la República. En la revolución del Cusco, en 1814, destacó su entonces obispo José Pérez de Armendáriz, secundado por buena parte de su clero. Uno de ellos, Ildefonso de las Muñecas, cura del Sagrario, estuvo entre los comandantes de la expedición al Alto Perú, y José Gabriel Béjar comandó la expedición a Huamanga. Muy conocido también es Toribio Rodríguez de Mendoza, que desde su puesto de Rector del Real Convictorio de San Carlos, de Lima, influyó en el ideario independentista y formó a una generación que desempeñó un papel importante en ese proceso y en los primeros años de nuestra vida republicana. Cabe mencionar también la labor de capellanes militares como el dominico Fr. Jerónimo Cavero, quien incluso estuvo presente en la Jura de la Independencia y firmó el acta de la misma.

 

¿Es posible hablar de una religiosidad de los libertadores? 

Los libertadores fueron católicos bautizados y formados en colegios llevados por órdenes religiosas. Estuvieron casados por la Iglesia, asistían a la Misa dominical, fueron respetuosos con la jerarquía eclesiástica, favorecieron manifestaciones públicas de fe como el Te Deum, etc. La Orden del Sol instituida por José de San Martín tuvo como patrona a santa Rosa de Lima, y en el año 1823 el Congreso de la República declaró a la Virgen de la Merced como patrona de las Fuerzas Armadas. De Simón Bolívar se dice que alguna vez se refirió a María llamándola la Virgen de la Libertad. Al mismo tiempo, sin embargo, no faltaron tensiones y crisis, especialmente por la defensa de los fueros eclesiásticos, como aquella que terminó con la expulsión del Perú del entonces arzobispo de Lima Bartolomé de las Heras Navarro, el mismo año 1821, o aquella otra entre Bolívar y el arzobispo Goyeneche.

 

Mucho se habla del papel político de la Iglesia en la vida republicana y hay quienes critican esta relación. En su opinión ¿debería mantenerse esta relación entre política, Estado e Iglesia y por qué?

 La relación Iglesia – Estado en el Perú y el mundo ha ido variando a lo largo del tiempo, en buena parte debido a la profundización de la Iglesia en su misma autocomprensión de la misión que Jesucristo, su fundador, le ha encomendado. Nadie puede negar que, como declara el artículo 50 de la actual Constitución Política del Perú, la Iglesia Católica ha desempeñado un papel fundamental en la formación histórica, cultural y moral del Perú. Por sólo poner algunos ejemplos, la Iglesia ha sido la primera en fundar escuelas y universidades en nuestro país, así como numerosas obras sociales incluidos hospitales, al mismo tiempo que ha inculcado los grandes valores morales en la ciudadanía. No podemos olvidar que, aun hoy en día, incluso donde no llega el Estado está la Iglesia. En ese sentido la cooperación Iglesia – Estado ha sido altamente beneficiosa para la nación y debe fortalecerse, dentro de la autonomía que a cada uno de ellos le corresponde. Por otro lado, como recientemente ha recordado el Papa Francisco, "es verdad que los ministros religiosos no deben hacer política partidaria, propia de los laicos, pero ni siquiera ellos pueden renunciar a la dimensión política de la existencia que implica una constante atención al bien común y la preocupación por el desarrollo humano integral" (Fratelli tutti, 276). En ese sentido, como enseña el Compendio de Doctrina Social de la Iglesia, está dentro de nuestra misión pronunciarnos sobre las eventuales implicaciones religiosas y morales de los programas políticos (n. 424).

 

En los últimos años se han sentido voces que hablan de una oposición de la Iglesia a asuntos que son considerados solo de gobierno, pero que tienen que ver con el sentido moral de las sociedades. Esto, sumado a una aparente disminución de la religiosidad ¿no merecen una mirada diferente de la Iglesia?

 

 Ciertamente hay quienes desearían que la Iglesia sólo se dedique a hacer obras de bien social, como una ONG, y no a anunciar el Evangelio ni a levantar la voz ante las injusticias. Son quienes pretenden limitar a Dios a la esfera de lo privado. Comprendo que ese es su punto de vista, pero que están equivocados. La misión de la Iglesia no se la ha inventado ella sino que le ha sido dada por Dios, y una dimensión fundamental de la misma es transmitir la verdad que nos ha sido revelada en Cristo y que incluye la transmisión de la fe y la moral que de ella se deriva. No seríamos fieles a Dios ni a los hombres si abdicáramos de esa responsabilidad. Hecho eso, forma parte de la libertad de cada uno adherirse al mensaje cristiano o no. El éxito o fracaso de la misión de la Iglesia no se mide por estadísticas ni por criterios mundanos. Pretender medirlo de esa manera significaría que Jesucristo fue un fracasado, ya que fue rechazado por todos hasta crucificarlo. Sin perjuicio de eso, es cierto también que la Iglesia necesita renovarse constantemente, pero no en el contenido de la doctrina que viene de Dios sino, como dijo san Juan Pablo II, en su método, en su ardor y en sus formas de expresión. Es una tarea constante.

 

Estamos en los 200 años de nuestra vida republicana, ¿qué le diría a los creyentes y no creyentes sobre nuestro futuro? 

En primer lugar, les diría que no se dejen robar la esperanza. Es cierto que estamos atravesando una crisis pluridimensional (sanitaria, económica, educativa, política y social), que ha puesto ante la vista de todos las enormes brechas que hay entre los diferentes sectores de nuestro Perú, que son el fruto podrido de terribles injusticias antiguas y nuevas; pero también es cierto que podemos salir de ella mejores de lo que éramos antes. Para eso, es preciso superar la polarización que ha marcado al país los últimos años y que ha sobrepasado los límites en la segunda vuelta de estas elecciones generales. Esto será posible en la medida en que, por un lado, nos reconozcamos todos miembros de una misma nación y nos ejercitemos en la amistad social; y, en el caso de los cristianos, que conforman la gran mayoría de la nación, reconozcamos que todos los peruanos somos hijos de un mismo Padre y, por tanto, hermanos unos de otros. Por otro lado, quisiera recordarles a todos que la democracia no consiste sólo en votar cada vez que toca elecciones, sino también en ejercer el control sobre las autoridades elegidas. Finalmente, pido a Dios que nos demos cuenta de la importancia de cooperar unidos en el bien común de la nación, cumpliendo cada uno sus propios deberes, y que nuestros gobernantes ejerzan la caridad política, es decir que dejando de lado sus propios intereses económicos o ideológicos se dediquen a responder a las verdaderas necesidades del país.

https://diariocorreo.pe/edicion/arequipa/en-setiembre-regresa-perumin-a-arequipa-noticia/

16/08/2021 

 

viernes, 25 de febrero de 2022

José Agustín de la Puente Cortés (1838-1910)


José Agustín de la Puente Cortés (1838-1910)

 

José Agustín Felipe Ceferino de la Puente y Cortés (de la Puente y Cortéz)

Entre la mayoría de los parques del distrito de Pueblo Libre completamente renovados en el marco del Bicentenario del Perú, cabe destacar por su belleza y cuidado el dedicado a J.A. de la Puente Cortés. https://www.facebook.com/muniplibre/videos/entrega-parque-de-la-puente-y-cort%C3%A9s/2934745036795482/. Vaya mi felicitación a la Municipalidad y sus vecinos

Lo más destacado de nuestro protagonista es su misión de ministro de Hacienda y Comercio en 1894, historiador fundador del Instituto de Historia (Academia),  escritor y vecino notable de Pueblo Libre, director del panóptico o penitenciaría en el tiempo de la Guerra del Pacífico.

Les comparto algunos datos fundamentales del que ha merecido se le dedique el parque y el busto en el centro del mismo. Agradezco especialmente al historiador y buen amigo Juan José Pacheco Ibarra por el estudio compartido en su blog  http://historiadordelperu.blogspot.com/2011/01/jose-agustin-de-la-puente-cortes-1838.html Publicado 11th January 2011 por Juan Jose Pacheco Ibarra

 

Nació en:1835, en Lima (Perú) y falleció el 18 de enero de 1910 74-75). Fueron sus padres: José de la Puente y Querejazu y Francisca de Paula Cortés del Alcázar; sus hermanos:  Constanza Paula Valvina de la Puente y CortésCarmen Isidora Micaela Juana de la Puente y CortésLuisa de la Puente y CortésAntonio de la Puente y CortésJuan Manuel Gregorio de la Puente y Cortés 

Casado con  Manuela de Jesús Olavegoya Iriarte Sus hijos: María Constanza de la Puente OlavegoyaJosé Demetrio de la Puente OlavegoyaMaría Rosa de la Puente Olavegoya y Agustín de la Puente Olavegoya. Nieto célebre: José Agustín de la Puente Candamo

Páginas olvidadas de la ocupación chilena de Lima. José Agustín de la Puente Cortés y el panóptico de Lima (1881): José Agustín de la Puente Cortés (1838-1910), vecino notable de Lima y director del Panoptico de Lima durante la ocupación chilena.

 

Sobre la ocupación chilena de Lima se ha investigado poco, la mayor cantidad de investigaciones se han centrado en las acciones militares, el heroísmo de los héroes y la reconstrucción gráfica del conflicto.

Todos los héroes no murieron defendiendo Lima en San Juan y Miraflores. Hubo un grupo de notables que crearon el gobierno de la Magdalena a cargo del Presidente Francisco García Calderón.

Vecinos notables como él pagaron el precio del destierro a Chile por el hecho de tratar de conservar el orden político y social en medio de una guerra en la cual Piérola y Cáceres habían formado bandos para combatir la invasión chilena.

 

José Agustín de la Puente Cortés (1838-1910)

Nacido en Lima en 1838. Se formó en el Instituto Militar, siguió carrera en la milicia hasta obtener el grado de teniente coronel. Fue adjunto a la legación peruana en Chile (1855-1858), vicecónsul y cónsul del Perú en Caracas, prefecto de Junín y director de la Penitenciaría de Lima durante la guerra con Chile.

Fue alcalde de Lima en 1894 y como ministro de Hacienda y Comercio durante el gobierno provisional de Justiniano Borgoño (1894).

Además fue un importante hacendado de la Magdalena (actual distrito de Pueblo Libre) y escritor costumbrista y aficionado a la historia. Gran parte de sus artículos fueron publicados en El Comercio. Fue uno de los fundadores del Instituto Histórico del Perú en 1905.

Les voy a presentar un fragmento de las memorias de José Agustín de la Puente, en las que relata los sucesos ocurridos durante la ocupación chilena de Lima.

En ese momento De la Puente era director del Panóptico, la cárcel de Lima. Las autoridades chilenas se apoderaron de todas las instituciones del Estado peruano, e incluso flamearon su bandera en palacio de gobierno.
Sin embargo, gracias a José Agustín de la Puente Cortés, hubo una institución del Estado que permaneció libre de la injerencia extranjera.

En este fragmento, cuenta de la Puente como recibió el encargo del ejército chileno para continuar como director de la cárcel de Lima bajo las órdenes del gobierno extranjero.

De la Puente renunció y se negó a cumplir este mandato por considerarlo una traición a su país. Fue una decisión difícil, pues, puso en riesgo su integridad al contradecir a las autoridades militares chilenas que habían ocupado Lima.

Gracias a su valor y la suerte de contar con algunos oficiales chilenos de muy buena disposición, se pudo lograr algo impensable, que el panóptico de Lima se rigiera bajo las leyes peruanas. De esta manera, De la Puente aceptó el cargo con la condición de que los chilenos no tengan jurisdicción sobre la cárcel de Lima.

En los momentos más difíciles para nuestro país, De la Puente se hizo cargo de la cárcel, que felizmente estuvo en manos peruanas. Solo imaginar que estuviera bajo la administración chilena nos horroriza. Cuántos abusos y malos tratos para los prisioneros peruanos. La cárcel se habría convertido en un verdadero calabozo.

Los chilenos pusieron sus ojos en saquear las haciendas y objetos valiosos de las instituciones para poder seguir financiando su invasión al Perú y no quisieron hacerse cargo de instituciones como ésta, por ser una gran responsabilidad que no les reportaba ningún beneficio.


Fragmento de las memorias de José Agustín de la Puente Cortés.

 

"Ausente de la capital de la república el poder ejecutivo, la penitenciaría pasó a ser una dependencia de la Municipalidad de Lima, la que atendía sus necesidades y corría con su administración.

Me hallaba al frente de este establecimiento, por unánime elección de los honorables compañeros municipales, cuando el jefe político tomó posesión de la municipalidad y junto con ella de la penitenciaría. Aguardaba por momentos mi reemplazo, y con este motivo oculté todo lo de interés nacional, no como motivos culturales como la gran mesa de la inquisición, libro de efemérides, sellos, etc., etc., para entregar las demás con las debidas formalidades; pero cuál no sería mi sorpresa al recibir el 9 de diciembre el siguiente oficio del jefe político señor Adolfo Guerrero, que me fue entregado por el coronel don Estanislao del Canto.

 

Jefatura política del ejército chileno. Lima, diciembre 9 de 1881
Al director de la cárcel penitenciaría.- Por disposición del señor general en jefe, el infrascrito se ha hecho cargo de todas las ramas del servicio que en este departamento estaban á cargo del alcalde municipal del Concejo Provincial.
Como entre esos servicios está el de la cárcel penitenciaría encomendada á usted, y en el cual no conviene introducir alteración alguna, continuará usted en el ejercicio de sus funciones, lo mismo que los demás empleados de su dependencia, sin que se introduzca alteración alguna en la marcha del establecimiento, que quedará siempre confiado á la responsabilidad de usted.
El señor coronel don Estanislao del Canto, comandante del 2º de línea, cuyo cuartel estará contiguo al edificio de la penitenciaría, que pondrá en sus manos este oficio, está encargado de atender á este servicio y proporcionar los auxilios que necesite.

Dios guarde á usted.

Adolfo Guerrero.

Nunca me vi más humillado, más dolorosamente impresionado que cuando leí el oficio anterior. Tomé la pluma y traté de contestarlo ¡pero la excitación nerviosa que me dominaba no me dejaba tranquilidad para escribir nada reposado y conveniente: después de varias tentativas me resolvía á pesar el oficio siguiente:

 

Dirección de la penitenciaría.

Lima, diciembre 10 de 1881 Señor Jefe político del departamento-

He recibido el oficio de usted fecha de ayer, en que me comunicaba haberse hecho cargo de la Municipalidad de Lima, conforme á lo dispuesto por el gobierno, y que siendo la penitenciaría uno de los ramos que corren á su cargo, siga esta funcionando en el mismo orden y bajo mi responsabilidad, con los mismos empleados y sin que sufran alteración alguna.
En respuesta cumplo con decir á usted, que me hallo al frente de esta dirección, sin otra remuneración que la complacencia del deber cumplido, y que aunque en suspenso la municipalidad, a cuyo cargo corría el panóptico, habría seguido este establecimiento su marcha ordinaria, si para nada se hubiera tocado con él, haciéndolo aparecer como dependencia de municipalidad chilena.

Tal circunstancia me obliga á exponer á usted la necesidad que me asiste de solicitar que, en el día, se nombre una persona que me reemplace y se haga cargo de los sagrados intereses sociales que la benevolencia de mis honorables compañeros quiso poner bajo mi vigilancia.

Esta necesidad es tanto más urgente, cuanto que la constitución del Perú me prohíbe admitir destino de gobierno extranjero, y se acentúa, para mí más éste precepto si el puesto que se me ofrece dimana de los crueles é implacables enemigos de mi patria.

Dios guarde á usted.

José A. de la Puente.

Al otro día, muy de mañana, se presentó en mi casa un oficial en busca mía: se le dijo que me hallaba ausente y aunque el oficial dudó de la respuesta se retiró, dejándome dicho que fuera conforme llegara adonde el jefe político. Efectivamente, luego que llegue y me avisaron lo que pasaba, me puse en camino, adonde el jefe político, acompañado de algunas personas amigas; y dejando á la familia en la más angustiosa ansiedad.

Conforme supo el señor Guerrero que me hallaba presente me hizo entrar en el salón de su despacho, se puso de pie y me increpó, con tono y maneras atentas, lo inconveniente de mi oficio y la necesidad en que me hallaba de retirar las palabras duras que contenía, y de no ser así se hallaba en el deber de ejemplarizar este faltamiento. Antes de seguir adelante, diré, que la presencia del señor Guerrero, no me fue en el primer momento odiosa, pues esperaba encontrar á uno de tantos insolentes matones que se gozaban en ultrajarnos; pero no fué así, vi un joven alto, fisonomía simpática y distinguida, maneras delicadas y de buen tono, palabra fácil, expresión benévola, y tan llano en su trato, que me pareció hallarme de igual á igual; como no le contestase á los cargos que me hacía, tuve que exponerlo delicada de mi situación, pues para mi condición me obligaban á callar, tanto más cuanto mis palabras podrían herirlo. A esta contestación, se paró, cerró la puerta, se sentó a mi lado y me dijo en el tono más llano y cordial, no tenga cuidado, hable de lo que quiera con toda confianza. Efectivamente nuestro dialogo fué vivo, la apreciación que hizo de los chilenos en Lima, si fué dura, fue la expresión de la verdad, sus cálculos, su modo de pensar tan natural y juicioso, tan sensato, tan ingenuo, labraron en mi animo un sentimiento de profunda pena, pues hubiera deseado encontrar otro hombre para haber tenido el derecho de quejarme; pero encontré á un caballero.

Por último díjele, que aunque quisiera no podía retirar esas palabras por cuanto ya estaban mandados los oficios al Gobierno, y que podía hacer de mi lo que le pareciera. A esto, me repuso: "Bien, ¿en qué forma se quedaría usted al frente de la penitenciaría?

Como he estado hasta hoy, independiente de los chilenos, y sometido a las leyes y reglamentos peruanos. Bueno, voy a consultar con mi gobierno, después de tres o cuatro días contestaré á usted; yo le mandaré llamar. Me retiré, con pena, de esta entrevista, al verme en relaciones oficiales con esta autoridad y sin derecho a quejarme de ella.
Al cuarto día recibí una esquela del señor Guerrero en que me citaba para el día siguiente, fué exacto á la cita, y me expuso que convenía con mi deseo; que quedaría al frente de la penitenciaría, que como un depósito sagrado quedaría confiado á mi honorabilidad para que la administra conforme con las leyes y reglamentos peruanos y sin intervención de ninguna clase de la autoridad chilena.

Le contestó que respetaba mucho su palabra; pero que motivos que no se le ocultaban, me obligaban á pedirle que esta declaración me la hiciera por escrito en forma de una nota, á lo que convino remitiéndose al día siguiente el oficio que va enseguida:

 

Jefatura política. Ejercito chileno.

Lima, diciembre 20 de 1881.Señor Director de la Penitenciaria a don José Agustín de la Puente.

A la institución que usted dirige están vinculados sagrados intereses que deben ser atendidos de preferencia con el propósito decidido de que no sufra perturbación alguna en su marcha, pues cualquiera trastorno pudiera ser de fatales consecuencias para el orden social en cuya completa conservación todos debemos estar igualmente interesados.

A este móvil obedecía el infrascrito al pasar con fecha 9 del presente á usted el oficio en que le comunicaba la resolución que sobre el particular había adoptado al tomar posesión, de orden del señor general en jefe, de la alcaldía municipal de Lima y demás oficinas de su dependencia entre los cuales consideré y se encontraba así, por entonces, el panóptico.

Mas un estudio detenido del establecimiento, sus recursos, el estado actual en que se encuentra, gastos que demanda su sostenimiento y demás puntos á el concernientes me ha demostrado que pude continuar el establecimiento su marcha, sin embargo alguno, confiado en la dirección exclusiva de usted, y con completa independencia de esta jefatura, mucho más desde que es ageno á la naturaleza de las atribuciones de ella tener á su cargo una cárcel penitenciaría, incumbencia que corresponde y no a una institución local, sino al Estado.

En esta conformidad y de acuerdo con el señor general en jefe he decidido que en el panóptico continúe como se encontraba antes, bajo la dirección de usted, quedando en consecuencia responsable del orden y buena marcha del establecimiento, y atendiendo a sus gastos y necesidades sin gravamen para el tesoro municipal; y como consecuencia de la responsabilidad que ello le impone, procederá en el ejercicio del cargo con arreglo á las disposiciones peruanas vigentes sobre la materia y sin ingerencia á este respecto de la autoridad chilena. Con esta misma Supremo Gobierno la determinación que sobre el particular he tomado.

Dios guarde á usted.

Adolfo Guerrero.

 

BIBLIOGRAFIA Y FUENTES

DE LA PUENTE, José A. "Penitenciaria de Lima". El Comercio, Viernes 20 de abril de 1900

HAMPE MARTÍNEZ, Teodoro. "Los miembros de número de la Academia Nacional de la Historia (Instituto Histórico del Perú). 1905-1984". Revista Histórica, XXXIV: 281-353.1983-1984