miércoles, 26 de enero de 2022

Alfonso TAPIA: AGUCHITA. La muerte no se improvisa. El Amor es nuestra vocación. Beata María Agustina de Jesús Rivas López. (1920-1990) (Sociedad de San Pablo, Lima 2022, pp.295)

Alfonso TAPIA: AGUCHITA. La muerte no se improvisa. El Amor es nuestra vocación. Beata María Agustina de Jesús Rivas López. (1920-1990)

(Sociedad de San Pablo, Lima 2022, pp.295)

El autor, egresado de la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima, vicario general de San Ramón, no olvida que es burgalés y matemático pero manifiesta que es peruano de derecho y de hecho, teólogo, historiador y, sobre todo, pastor. Ha bebido de las fuentes más seguras como son las actas del proceso de beatificación y los archivos de la congregación; ha leído todo lo publicado especialmente la obra de L. Mujica, ha conversado con las personas que la trataron y, sobre todo, ha meditado y orado esta obra que desborda vida en todas sus páginas. Vaya, por tanto, de entrada mi felicitación y gratitud por haber logrado precisión, hondura y gracia en la redacción. Sin duda que será el libro-regalo como preparación y celebración de la gozosa beatificación el 7 de mayo del 2022.

Comienza con la presentación del arzobispo de Ayacucho, Mons. Salvador Piñeiro, quien resalta que la nueva Beata es "hija de nuestros Andes ayacuchanos (Coracora), quien con su sencillez mostró siempre la misericordia y generosidad de Dios al estilo del Buen Pastor, especialmente a la oveja abandonada" (p.5).

La estructura de la obra es muy clara: Contexto, vida familiar, trayectoria vocacional, espiritualidad, fruto apostólico. Arranca con la "introducción" y un bello texto de guión de película: "Una bala estalló en el cerebro de la Hermana Aguchita un 27 de septiembre de 1990, pero fue el amor el que estalló en su corazón: el amor acumulado y vivido durante sus 70 años de vida; amor recibido y entregado con las manos y el corazón abierto" (p.7).

El primer capítulo lo dedica al contexto histórico y eclesial del Perú partiendo de la ciudad de Coracora, donde nació, pasando por el Vicariato Apostólico de San Ramón y el contexto particular de La Florida donde sirvió los últimos años hasta su martirio. Revisa después la situación general en Perú, especialmente y en referencia a los acontecimientos históricos de la segunda mitad del siglo XX.

El segundo capítulo da cuenta del ambiente familiar, sus primeros pasos en la vida de su Coracora natal, primeros estudios, su adolescencia y juventud (1920-1940). Los abuelos maternos de Aguchita - Blas López Ruiz de Castro y Florencia Rojas Meza-  eran emigrantes de España, de mediados del siglo XIX; tuvieron 4 hijos, una de ellos fue Modesta López, la madre de Aguchita. Parece que al anunciar a sus padres que quería casarse con Dámaso Rivas, indígena, la amenazaron con desheredarla. Sin embargo, prevaleció el amor, se casaron, la desheredaron, pero fue un matrimonio fecundo, once hijos en veintidós años. Como señala en argot deportivo el autor de la obra: "La alineación de este selecto equipo es la siguiente: Damaso Delfin César (1922), Priscila Justina (1924), Carlos Vidal (1926), Jorge Adalberto (1929), Secundina Isidora (1931), Alejandrina (1933), Luz Beatriz (1935), Rómulo Isaías (1937), María Antonieta (1939) y Maximiliano Alfonso (1942). Hubo también una hermana anterior, Elisa Florinda Rivas Navarrete, hija de D. Dámaso, nacida en 1917, y de quien no sabemos más" p.42.

 El capítulo tercero tiene sabor a florecilla franciscana: "De cómo Antonia pasó a ser Agustina,  y de oveja a pastora (1940-1949)". Al hilo de su trayectoria vocacional, se da cuenta de la historia, carisma y espiritualidad de la congregación de las Hermanas del Buen Pastor con la que Aguchita se identifica totalmente: La ternura y el amor misericordioso. La justicia evangélica entendida como signo del amor de Dios. La tolerancia y el respeto. La acogida y la no discriminación.  La opción por la vida y la ecología.

El capítulo cuatro "servicio que se multiplica" agiganta la figura menudita de Aguchita que tanto nos recuerda a Madre Teresa de Calcuta.  Se nos brinda el panorama de las "Casas de la Congregación del Buen Pastor en Lima donde vivió", para pasar a relatarnos con singular gracia "de cómo ser empresaria, educadora y madre, sin dejar de ser religiosa"; "aventuras y apostolados en La Parada" (realmente imperdible); "entre los pucheros también anda el Señor" sobre su habilidad y servicialidad culinarias, "aprendiendo para la vida y para enseñar a vivir" en el que se nos da cuenta de su formación permanente en bordados, enfermería, cocina, todo lo que mejoraría la calidad de su misión; "maestra y madre" especialmente con las alumnas más difíciles en la Escuela Nuestra Señora de la Caridad  o en el Reina de la Paz o en la Comunidad del Noviciado, ; Escuela de Madres para la vida, dedicada a fortalecer a las mamás en el desempeño de cada día; Contemplativa entre las contemplativas, deliciosas vivencias de sus cinco años (1970-75) vividos en apoyo de sus hermanas del barrio de Salamanca.

El capítulo quinto "buceando en el interior" es como el santa sanctórum del libro. Si en La Parada y en sus apostolados nos recuerda a Madre Teresa de Calcuta, en este apartado vemos mucho de Santa Teresita, por su vivencia de la infancia espiritual, en la confianza y abandono en Dios. Sin esta dimensión, Aguchita sería una activista social -excelente- pero reducida a una voluntaria social. Aquí se revela la clave de su caridad y santidad. Primeramente, se nos acerca a comprender su vida religiosa y los cuatro votos: pobreza, castidad, obediencia y el cuarto voto del celo por la salvación de las personas. Sigue después el valor y el sentido del sufrimiento con el sentido oblativo de la vida, como ofrenda de amor a Dios que empieza por las acciones y sacrificios más pequeños de cada día. Conmueven siempre su humildad, sencillez, alegría y caridad; "profundizamos un poco en su amor a Dios y a los demás, amor que ahonda y que se desborda" p. 123. De modo personal me ha impactado la familiar intimidad de su devoción por san José y el maternal amor por los sacerdotes, potenciado por el hecho de que su hermano César lo fuese.

Los capítulos sexto y séptimo nos describen los momentos centrales de su entrega: "Floreciendo en La Florida 1988-1990", "Fruto maduro" (27 setiembre). El autor ha sintetizado los diferentes testimonios para brindarnos un relato estremecedor como podemos comprobar: "Una vez que todos se fueron, ellos se quedaron ahí. Comenzaron a disparar, primero al señor Juan Pérez por la espalda, pero ese disparo también le dio a su hijo Lucho, quien abriendo sus brazos se desplomó. Las dos hermanas se abrazaron y también a ellas les dispararon; una cayó por un lado y la otra por el otro lado en un banco; luego siguieron con Roberto Pizarro y con la Hermana Agustina. La Hermana, desde el momento en que estuvo en la fila, se puso en posición de mirar al cielo, llegando a ponerse negra del puro calor del sol. La Hermana -en todo momento- oraba por todos. Así acabó su vida y la de todos los pobladores que murieron en ese día trágico. Los terroristas le decían "Que te salve tu Dios" y le dispararon en la cabeza. Ella, antes de ser asesinada, rezaba a Dios para que protegiera a todos los del pueblo, para que no les hicieran ningún daño. No hubo resistencia de parte de Aguchita, aceptó la voluntad de Dios, se iba a arrodillar y cae desmayada; allí viene una mujer de color negro y le da tres balazos" p.247

El último capítulo "El grano que cae en tierra y muere da mucho fruto" respira esperanza y tiene sabor a triunfo. Porque "la sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos". Lo resalta el autor en la introducción a este capítulo 8: "Desde las primeras manifestaciones y condolencias, pero especialmente en el ambiente eucarístico, aparecieron dos palabras unidas: Martirio y resurrección. El martirio para el creyente no es algo que termina, sino que se multiplica, pues la palabra martirio significa testimonio. La muerte de Aguchita y de los miles de peruanos inocentes que murieron injustamente se convierte en testimonio de paz y libertad. Ya no son muertes absurdas, sino que han tomado un sentido de reivindicación por la justicia y la paz, por un Perú más justo y más fraterno" p.261.

Se constata por los testimonios directos de conversiones o de acercamiento a la Iglesia por intercesión de Aguchita. Dentro y fuera del Perú han surgido diversas obras e iniciativas inspiradas en Aguchita o que llevan su nombre. Una buena muestra de su fruto son numerosos comunicados, cartas y notas de prensa recibidos a la muerte de Aguchita que en el libro se reseñan. De igual manera, hay que ponderar las celebraciones con motivo de su aniversario, cada 27 de septiembre, que han ido creciendo en número y calidad, tanto por las oraciones, peregrinaciones, publicaciones y hasta canciones como las entrañables del Grupo Siembra "Sigo viviendo".

Culmina la obra con la vibrante homilía de Monseñor Gerardo Zerdin con motivo del regreso de los restos mortales de Aguchita a La Florida, el 27 de septiembre del 2020. Convertida en oración le pide a Aguchita que ayude al Perú "para que desaparezcan las flores del mal y florezcan las flores del bien.  Amén" (p.282)

Como adenda una útil cronología desde el 22 de agosto de 1919, matrimonio de los padres de Aguchita, hasta el 7 de mayo del 2022, beatificación. Le sigue la bibliografía con los títulos citados y una selecta galería con las fotos más representativas. 

sábado, 22 de enero de 2022

Pedro ARANA QUIROZ,: Vivan como ciudadanos dignos. Una lectura de la carta a los Filipenses

ARANA QUIROZ, Pedro

Vivan como ciudadanos dignos. Una lectura de la carta a los Filipenses (Editorial:Presbiterio Juan Calvino, Lima, 2021, pp-322)

Nuestro Perú, azotado por la pandemia y un desencuentro político que no termina de ver soluciones, requiere como nunca de luces de esperanza. Por esta razón agradezco el aporte del autor del presente libro que da en el clavo y nos da la clave. Su lectura sosegada, en profundidad, orada, de la palabra de Dios y su compromiso con la realidad del Perú actual; en concreto un versículo de la carta paulina a los filipenses "Lo importante es que vosotros llevéis una vida digna del Evangelio de Cristo" (Fil 1, 27) y que ha llevado al título de su libro "Vivan como ciudadanos dignos…" nos da todo un programa de vida personal, familiar y social. El mismo que sugirió al Papa Francisco, cuando al conversar con él en el Vaticano, en el marco del sínodo de los obispos de la Amazonía le compartió que el documento de trabajo (Instrumentum laboris) se enriquecería con el término de "ciudadanos", que estaba en la citada carta paulina. El Papa hizo su tarea en la versión griega y tres días después se acercó al autor de la presente obra con gozo comunicándole: "¡La palabra está, la palabra está!". Era como el "eureka" de Arquímedes, la palabra que el Espíritu soplaba y que ha alentado en esta honda reflexión de más de 300 páginas.

La presente obra comienza con una introducción en la que se nos cuenta el por qué y el cómo del escrito, una reflexión sobre "biblia y ciudadanía" y una contextualización del término en la vida de los primeros cristianos, especialmente referida a la vida de las comunidades animadas por Pablo. Culmina con un texto personal pronunciado el 24 de abril de 1979 en que participó como miembro de la Asamblea constituyente de 1979 del Congreso del Perú: "El Estado debe garantizar a la nación una paz basada en la justicia, la iglesia como fuerza moral y espiritual debe proveer al Estado y a la Nación los recursos de la gracia del Trino Dios, a través de su predicación, de su enseñanza y de su ejemplo…En lo fundamental, unidad; en lo no fundamental, libertad; en todo, caridad" ( p.51)

El cuerpo del texto lo componen 42 homilías correspondientes a otros tantos capítulos. De entrada nos hace ver cómo la carta de un prisionero -Pablo-  nos enriquece con un mensaje liberador, revolucionario, que apela a la santidad personal y a la fraternidad universal. Paso a paso, a cámara lenta, meditando, contemplando, dialogando, contextualizando, aterrizando, el autor nos brinda como si se tratase de un nuevo fierabrás para los caballeros andantes a lo Quijote que quieran acometer de modo audaz, combativo, los gigantes del egoísmo, la indiferencia, la apatía… Apelando a la santidad en Cristo, al fervor de Pablo, nos urge a darlo todo en el Perú nuestro del Bicentenario porque "somos ciudadanos del cielo, de donde aguardamos un Salvador: el Señor Jesucristo" (Fil 3, 20)

Su autor frisa los 84 años de edadingeniero químico y pastor de la Iglesia Presbiteriana desde 1980, es un referente del ecumenismo en el Perú. Inserta una entrañable reflexión que titula "religiosidad, fe y desafío en el Perú actual" al calor de la devoción al Cristo Morado, agradecido por la invitación del Papa Francisco y por el cuidado recibido en el Hospital "Sacro Cuore" por su neumonía, así como por la encíclica "Fratelli tutti". Apunta certeramente que el ecumenismo no invita a "la gente que cambie de religión, sino que el Cristo Vivo cambie nuestras vidas" (pp.223-227).

En todo tiempo y en especial en días de crisis sanitaria, social, política y personal, somos llamados a vivir como "ciudadanos dignos del evangelio de Cristo" (Fil 3, 20). Este libro es una lectura a la Carta de los Filipenses, muy contextual y oportuna, para no perdérsela

jueves, 20 de enero de 2022

Consejo Permanente y presidentes de sus comisiones y organismos para el 2022-2025

Los Obispos del Perú, en el marco de su 121° Asamblea Plenaria, han elegido, además de los integrantes de la Presidencia, a los miembros de sus diversos organismos de gobierno y de estructura institucional tras una jornada larga, transparente y democrática.

El Consejo Permanente, órgano ejecutivo integrado por 12 Obispos, es el encargado de asegurar la continuidad del trabajo de la Conferencia Episcopal. Está integrado por:

  • Mons. Miguel Cabrejos, Presidente de la CEP.
  • Cardenal Pedro Barreto, primer vicepresidente.
  • Mons. Robert Prevost, segundo vicepresidente.
  • Mons. Norberto Strotmann, secretario general.
  • Mons. Antonio Santarsiero, presidente de consejo económico.

En las votaciones del miércoles 19 salieron elegidos como otros miembros del Consejo Permanente:

  • Mons. Carlos Castillo, Arzobispo de Lima, representante por la Costa.
  • Mons. Javier Del Río, Arzobispo de Arequipa, representante por la Sierra.
  • Mons. Alfredo Vizcarra, Obispo de Jaén, representante por la Selva.
  • Mons. Luis Alberto Barrera, Obispo del Callao, representante por Libre Elección.
  • Mons. Carlos García, Obispo de Lurín, representante por Libre Elección.
  • Mons. Marco Antonio Cortez, Obispo de Tacna y Moquegua, representante por Libre Elección.
  • Mons. Jorge Carrión, Obispo de Puno, Presidente de la Comisión de Doctrina de la Fe.

De otro lado, se eligieron, por sufragio secreto, a los presidentes de las Comisiones Episcopales para el periodo 2022-2025.

Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe
Presidente: Mons. Jorge Carrión, Obispo de Puno.

Comisión Episcopal de Catequesis y Pastoral Bíblica
Presidente: Mons. Gerardo Zerdín, Obispo de San Ramón.

Comisión Episcopal de Misiones y Pastoral Indígena
Presidente: Mons. David Martínez, Obispo de Puerto Maldonado.

Comisión Episcopal para la Educación, Cultura y Bienes Culturales
Presidente: Mons. Ricardo García, Obispo de Yauyos.

Comisión Episcopal para el Clero, Seminarios y Vocaciones
Presidente: Mons. Carlos García, Obispo de Lurín.

Comisión Episcopal de Vida Consagrada
Presidente: Mons. Lizardo Estrada, Obispo Auxiliar del Cusco

Comisión Episcopal de Familia, Infancia y Vida
Presidente: Mons. Luis Alberto Barrera, Obispo del Callao.

Comisión Episcopal para los Medios de Comunicación Social
Presidente: Mons. Edinson Farfán, Obispo de Chuquibambilla.

Comisión Episcopal para Laicos y Juventud
Presidente: Mons. Alfredo Vizcarra, Obispo de Jaén.

Comisión Episcopal de Liturgia
Presidente: Mons. Richard Alarcón, Arzobispo del Cusco.

Comisión Episcopal de Acción Social – CEAS (DEPASA y Movilidad Humana)
Presidente: Mons. Jorge Izaguirre, Obispo de Chuquibamba.

Comisión Episcopal de Protección del Menor
Presidente: Mons. Pascual Rivera, Obispo de Huamachuco

Se eligieron a los presidentes de los siguientes organismos de la CEP:

Cáritas del Perú
Presidente: Mons. Reinaldo Nann, Obispo de Caravelí.

Sociedad Sacerdotal Santa Rosa
Presidente: Mons. Antonio Santarsiero, Obispo de Huacho.
Vicepresidente: Mons. Raúl Chau, Obispo Auxiliar de Arequipa.

Los Obispos también eligieron como delegado suplente ante el Consejo Episcopal Latinoamericano – CELAM (el titular es el Presidente de la CEP, Monseñor Miguel Cabrejos) al Cardenal Pedro Barreto.

Los representantes del Episcopado ante la Asamblea Universitaria de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) que fueron elegidosson:

Mons. Miguel Cabrejos, en su calidad de Presidente de la CEP, que ocupa el cargo de Vice Gran Canciller, y los siguientes obispos:

Mons. Carlos Castillo, Arzobispo de Lima
Mons. Juan José Salaverry, Obispo Auxiliar de Lima
Mons. Javier del Río, Arzobispo de Arequipa
Mons. Robert Prevost, Obispo de Chiclayo


Los miembros accesitarios ante la PUCP elegidos son:

Mons. Ricardo García, Obispo de Yauyos.
Mons. Carlos García, Obispo de Lurín.

LA CONFERENCIA EPISCOPAL PERUANA, UN ORGANISMO QUE LATE POR LA PATRIA EN EL BICENTENARIO

LA CONFERENCIA EPISCOPAL PERUANA, UN ORGANISMO QUE LATE POR LA PATRIA EN EL BICENTENARIO

José Antonio Benito

 

La Encarnación es el mayor don que la humanidad ha recibido de Dios. Sólo el Cristianismo es la religión que cree que Dios se ha hecho hombre, se ha encarnado. Éste Dios es Cristo que fue hombre en todo menos en el pecado. En sólo 33 años revoluciona y cambia la historia. Ya hay un antes y un después. El después es la vida de la humanidad con Dios en la Tierra, anunciando y viviendo su mensaje de salvación. Y tras su muerte llega lo decisivo, la resurrección, Cristo sigue viviendo y la Iglesia -Cuerpo Místico de Cristo- nos lo hace presente en su koinonía -comunión-, eucaristía -acción de gracias-, diakonía -servicio. El primer milenio se extiende por Asia y Europa, desde el siglo XVI por América, África y Extremo Oriente. Precisamente, desde entonces -ya va para cinco siglos- vive en el Perú como nación y dos siglos si lo consideramos como Estado independiente.

¡Qué gozo sentimos al ver a todos sus obispos reunidos -de modo presencial- en esta Asamblea Plenaria -la nº 121 la Conferencia Episcopal Peruana. Son 54 obispos que corresponden a las 46 jurisdicciones eclesiásticas del Perú, quienes este año acaban de ree legir a sus principales autoridades: Presidente, Mons. Miguel Cabrejos -por cuarta vez-, dos vicepresidentes – Mons. Pedro Barreto y Mons. Roberto Prevost- y los presidentes de las 14 Comisiones Episcopales y otros organismos, para el periodo 2022-2025.

Como se muestra en su web https://iglesia.org.pe/ la CEP es la institución de carácter permanente, conformada por  la Asamblea de los Obispos del Perú que como prescribe el can. 447 del Código de Derecho Canónico ejercen unidos algunas funciones pastorales respecto de los fieles de dicho país, para promover conforme a la norma del derecho el mayor bien que la Iglesia proporciona a los hombres, sobre todo mediante formas y modos de apostolado convenientemente acomodados a las peculiares circunstancias de tiempo y de lugar. También emite opiniones como representante del clero católico a nivel nacional, sobre asuntos que por su alcance social o económico inciden en los fieles católicos de Perú.

El pasado 10 de octubre de 2021 se inauguró  en Roma el sínodo sobre la sinodalidad que culminará en la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, en octubre de 2023. Una palabra, sinodalidad, caminar juntos, trabajo en equipo, koinonía, que marca un estilo de vida en los dos mil años de historia católica mundial y en los doscientos de la iglesia del Perú.

Como en toda la historia de la iglesia universal, en América, y en concreto en el Perú, la sinodalidad se ha vivido gracias a diferentes medios como los concilios, sínodos y asambleas eclesiales. Siempre será un referente santo Toribio Mogrovejo como impulsor de estas reuniones eclesiales. En la etapa contemporánea debemos contar con el Concilio Plenario Latinoamericano en el umbral del siglo XIX (1899-1900) y que tuvo como presidente al peruano Monseñor Manuel Tovar, arzobispo de Lima. Este Concilio prescribirá la celebración de asambleas episcopales nacionales cada 2 ó 3 años

En el estudio La Iglesia contemporánea en el Perú (1900-1934). Asambleas eclesiásticas y concilios provinciales (Lima, 2010) de Josep-Ignasi Saranyana y Fernando Armas Asín, se nos habla de la recepción en el Perú del Concilio Plenario de América Latina de 1899 en las iglesias particulares, y las reuniones de 1899, 1902 y 1905. El VII Concilio Provincial de 1909 estará enmarcado en las Asamblea episcopales de 1909 y 1911, que impulsó la fundación del Seminario Central para toda la iglesia peruana. Las asambleas de 1915 y 1917 están vinculadas con dos acontecimientos decisivos, el VII Concilio Provincial de 1912 y el Codex Iuris Canonici de 1917, que, aunque universal, contó para su codificación con la participación de obispos del Perú. La asamblea episcopal vinculada con el VIII Concilio provincial de 1927, no puede prescindir del contexto político-eclesiástico del Oncenio de Leguía y el singular protagonismo de Monseñor Lissón que le lleva a extraña renuncia solicitada por el Vaticano. En la histórica asamblea conciliar, cabe resaltar como asuntos más debatidos: el influjo del protestantismo la prensa católica, las relaciones de los obispos con los capítulos catedrales, el Santuario de Santa Rosa, los católicos y la política, el matrimonio canónico y civil, las iniciativas financieras, Santo Tomás de Aquino, la vida común de los sacerdotes seculares. Asimismo, este trabajo nos muestra la rica relación que la Iglesia tuvo con el mundo político y social de su época, algo evidenciado en hechos como la fundación de la Universidad Católica en 1917, la Consagración al Sagrado Corazón de Jesús de 1923, los debates sobre la creciente de una asociación para el clero diocesano o el apoyo de la jerarquía episcopal a un hipotético partido católico confesional, la discusión sobre la tolerancia de cultos en el marco de la Consti6tución de 1860 y la ambigua solución desde 1915, la buena prensa, la extraña renuncia de Monseñor Lissón, las dificultades de la aprobación del VII Concilio Provincial.

La primera asamblea tuvo lugar en la sala capitular de la Iglesia Catedral de Lima, los días 20, 21 y 26 de setiembre de 1899. Entre los acuerdos hay dos instrucciones, firmadas colectivamente por el Arzobispo de Lima, Mons. Tovar y los cinco sufragáneos asistentes, que versaron respectivamente sobre la guarda de descanso dominical y sobre la campaña proselitista de algunas sectas protestantes. Desde 1899 a 1943 se celebraron en Lima catorce Asambleas episcopales provinciales en un intervalo de dos a tres años. Las seis primeras fueron presididas por el Arzobispo de Lima, Mons. Manuel Tovar; la séptima la presidió el Delegado Apostólico Mons. Jacinto Scapardini; la octava Mons. Pedro M. García Naranjo; la novena y décima Mons. Emilio Lissón; las cuatro últimas Mons. Pedro Pascual Farfán. El Perú, hasta el año 1943, en que fueron creados los arzobispados de Arequipa, Cusco y Trujillo, constituía una sola Provincia eclesiástica, bajo la presidencia del Arzobispado Metropolitano de Lima. El día 23 de mayo de 1943, el Papa Pío XII, firmaba la Constitución Apostólica "Inter praecipua", que creaba los tres nuevos Arzobispados de Arequipa, Cusco y Trujillo, y establecía las correspondientes provincias eclesiásticas. El Perú quedaba así dividido en cuatro provincias eclesiásticas. El Perú quedaba así dividido en cuatro provincias eclesiásticas. Al mismo tiempo se elevaba la Sede de Lima a la categoría de Primada.

Las Asambleas se reiniciaron en 1935 con ocasión de los Congresos Eucarísticos Nacionales (1935 Lima, 1940 Arequipa, 1943 Trujillo, 1948 Cuzco) y luego cada 2 años hasta 1956 en que se volvieron anuales. En 1955, con ocasión de la Primera Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, celebrada en Río de Janeiro, surge el CELAM, o Consejo Episcopal Latinoamericano, a base de las Conferencias Episcopales. Las Asambleas generales del Episcopado adquiere su carácter actual y definitivo, sancionado por el Vaticano II; que les otorga carácter legislativo en determinados casos. En las Asambleas de 1956 y 1957, los Estatutos de la Conferencia Episcopal se van modificando y perfeccionando, conforme lo va indicando la experiencia. Estos Estatutos son aprobados por la Santa Sede, por Decreto de la Sda. Congregación Consistorial (hoy para los Obispos), de 31 de julio de 1957, por cinco años, y ad experimentum.

Esto ha permitido un mayor enlace entre los prelados para mejor tratar los problemas nacionales. Algunas veces ha habido dos Asambleas al año y en 1983 una en Roma para tratar el delicado asunto de la teología de la liberación.

Dado que las provincias eclesiásticas no son homogéneas pastoralmente, a partir de 1969 se establecieron las Regiones: Selva (que ya funcionaba), Costa Norte, Sierra Norte, Costa Centro, Sierra Centro, Sur Andino y Costa Sur. Al calor de la motivación del Papa Francisco por el cuidado de la naturaleza y la casa común, el sínodo de la Amazonía, la Santa Sede ha erigido en octubre del 2021 la Conferencia Eclesial de la Amazonía  (CEAMA) de la que forman parte los países amazónicos; en nuestro caso, los ocho Vicariatos Apostólicos de la selva peruana: San José del Amazonas, Iquitos, Yurimaguas, Jaén, Requena, Pucallpa, San Ramón y Puerto Maldonado.

La Conferencia Episcopal Peruana se estableció en 1957 bajo la presidencia del Arzobispo de Lima, Juan Landázuri Ricketts OFM, quien recibió el 31 julio la aprobación pontificia de los estatutos. Fue acompañado por los secretarios Luciano Metzinger y Augusto Vargas Alzamora por el dilatado espacio de tiempo de 33 años (1988). Le sucede Monseñor Ricardo Durand Flórez, SJ, ayudado en la secretaría por S.J. Augusto Vargas Alzamora  y  Miguel Cabrejos Vidarte. De 1992 a 1993 Mons. José Dammert Bellido Mons. Miguel Cabrejos Vidarte. De 1993 a 1999 el Card. Augusto Vargas Alzamora  con Mons. Miguel Irizar Campos y Mons. Luis Bambarén Gastelumendi. De 1999 al 2006, Mons. Luis Bambarén Gastelumendi con Mons. Miguel Irizar Campos y Mons. Juan José Larrañeta Olleta. Del 2006 al 2012 Mons. Miguel Cabrejos Vidarte con Mons. Juan José Larrañeta Olleta y Mons. Lino Panizza Richero. Del 2012 al 2017 Mons. Salvador Piñeiro García-Calderón acompañado de Mons. Lino Panizza Richero, Mons. Fortunato Pablo Urcey y Mons. Norberto Strotmann Hoppe. Del 2018 al 2021 Mons. Héctor Miguel Cabrejos Vidarte con Mons. Norberto Strotmann Hoppe.

La CEP se reúne al menos una vez al año y, aparte de la Asamblea Plenaria, está representada por el Consejo Permanente. Cabe señalar que la CEP no es una instancia jerárquica, sino de coordinación. Sus acuerdos y documentos no obligan a los obispos que la integran, salvo cuando el Reglamento lo estipula así. La Conferencia Episcopal Peruana consta de 25 Comisiones Episcopales y Organismos. El obispo Presidente de la Conferencia Episcopal o episcopado no "manda" a los demás obispos; por lo tanto no puede ser considerado como "Jefe de la Iglesia peruana"; el que sí es "jefe" de esa Iglesia local es cada Obispo en su diócesis.

La sola enumeración de sus comisiones (catequesis y pastoral bíblica, educación, cultura y bienes culturales, clero y vocaciones, familia-infancia y vida, medios de comunicación, liturgia, CEAS y movilidad humana, laicos y juventud, misiones y pastoral indígena, vida consagrada…), así como el responsable compromiso frente a desafíos como la covid-19 (respira Perú, resucita Perú)…nos habla del generoso y efectivo aporte a la sociedad peruana.

Como toda razón, San Pío X pudo escribir a los obispos del Perú, el 13 de septiembre de 1910: "Si entre las provincias eclesiásticas de América hay alguna que deba aventajarse y resplandecer ante Dios y ante los hombres con los fulgores de la perfección evangélica, seguramente es la Iglesia Peruana, por ser una de las más antiguas de toda la América, por contar entre sus hijos tantos valores ilustres en santidad, y por haber sido desde sus principios cultivada y fecundizada con los trabajos apostólicos del gran Santo Toribio".

Vaya, pues, nuestra gratitud por su acción y nuestra oración para acompañar estos días de Asamblea. 

miércoles, 12 de enero de 2022

MONSEÑOR MARIANO HOLGUÍN, PRIMER ARZOBISPO DE AREQUIPA

En la Catedral de Arequipa figura la significativa lápida de portada que da cuenta del momento en que ostentó la responsabilidad suprema del Perú.

Emilio Holguín Maldonado, hijo de Manuel Holguín y Manuela Maldonado, nació en Lambramani, Arequipa. Inició sus estudios en el Seminario Conciliar de San Jerónimo de su ciudad natal; gracias al misionero franciscano de La Recoleta, Fray Mariano Arruga, sintió el llamado a la vida claustral, ingresando el 25 de marzo de 1881 y profesando solemnemente el 28 de mayo de 1882. Se ordenó de sacerdote, el día 25 de febrero de 1886.

Desde que abrazó la vida eclesiástica, cambió el nombre de Emilio por el de Mariano de la Concepción. Elegido guardián de su convento en 1891 y luego reelegido en 1897, pasó a ser comisario de la provincia franciscana de los XII Apóstoles.

Fundó el 19 de marzo de 1896 el Círculo de Obreros Católicos de Arequipa.

En 1899 fue consultor de la asamblea episcopal reunida en Lima en 1901. Viajó a Roma para concurrir al capítulo general de su orden y en ella fue designado definidor general (1903). Cumplía allí las obligaciones pertinentes cuando fue nombrado obispo de Huaraz, el 2 de julio de 1904, siendo consagrado por el arzobispo de Lima Manuel Tovar y Chamorro.

El 30 de mayo de 1906 fue promovido al obispado de Arequipa, de cuya sede tomó posesión el 13 de noviembre de ese mismo año, cargo en el que se mantendría hasta su muerte. 

En 1925 participó en la creación de la Acción Católica arequipeña y excitó la instalación de un local separado para las mujeres detenidas, que hasta entonces estaban precariamente separadas de los varones en la cárcel; y, fundamentalmente, defendió los fueros de su jurisdicción eclesiástica en las provincias de Tacna y Arica, cuya posesión prolongaba Chile de modo arbitrario. Apoyó decididamente a los diarios «La Unión», «La Tradición» y «El Deber».

Entre 1931 fue designado como Administrador Apostólico de la Arquidiócesis de Lima, debido a la renuncia del arzobispo, monseñor Emilio Lissón. Ejerciendo dicho cargo y asesorado por José de la Riva Agüero y Osma, le tocó presidir una junta de notables ante la cual renunció la Junta Militar de Gobierno presidida por el teniente coronel Luis Sánchez Cerro (1 de marzo de 1931); acto seguido, dicha junta de notables eligió un gobierno provisorio encabezado por el presidente de la Corte Suprema de Justicia, Ricardo Leoncio Elías. A monseñor Holguín le correspondió pues, ejercer el cargo de Presidente de la República por brevísimo tiempo, conociéndose a este período como el «gobierno de pocas horas».

Entre 1931 fue designado como Administrador Apostólico de la Arquidiócesis de Lima, debido a la renuncia del arzobispo, monseñor Emilio Lissón. Ejerciendo dicho cargo y asesorado por José de la Riva Agüero y Osma, le tocó presidir una junta de notables ante la cual renunció la Junta Militar de Gobierno presidida por el teniente coronel Luis Sánchez Cerro (1 de marzo de 1931); acto seguido, dicha junta de notables eligió un gobierno provisorio encabezado por el presidente de la Corte Suprema de Justicia, Ricardo Leoncio Elías. A monseñor Holguín le correspondió pues, ejercer el cargo de Presidente de la República por brevísimo tiempo, conociéndose a este período como el «gobierno de pocas horas».

Al conmemorarse el cuatricentenario de la ciudad de Arequipa (1940), organizó el Segundo Congreso Nacional Eucarístico. En este mismo año, para honra de Arequipa, y para su digno representante espiritual, el Papa Pío XII elevó a la categoría de Basílica la Santa Iglesia Catedral, y el año de 1943, fue erigido en Arquidiócesis el Obispado de Arequipa siendo nombrado como primer Arzobispo, Monseñor Mariano Holguín desde el 23 de mayo de ese año hasta su muerte en 1945.

Monseñor Holguín, arequipeño ilustre, fue uno de los fundadores del diario católico "El Deber", así como el Círculo de Obrero» Católicos y la Acción Social Católica. Falleció  el 23 de diciembre de 1945.

Víctor Andrés Belaunde dijo de él: "El Perú ha perdido a su más grande personalidad y a una de sus más fuertes columnas, y Arequipa a su más respetado pastor y una de sus más legítimas glorias".

El 7 de abril de 1946 se hizo la colocación del retrato de Monseñor Mariano Holguín en la Galería de Arequipeños Ilustres, obra del artista Prieto de la Jara.

 

MÁS DATOS

https://arequipatradicional2.blogspot.com/2020/10/mariano-holguin-maldonado.html

Biografía del Excmo. y Rvdmo. Mon. Fr. Mariano Holguín, O.F.M., primer arzobispo de Arequipa (Perú), 1860-1945.

martes, 11 de enero de 2022

ESPECIALISTAS DEL BICENTENARIO. Entrevista de la ONDEC a José Antonio Benito


Entrevista publicada en la revista
FE para EDUCAR de la ONDEC, Lima, Sept-octubre, 2021, n.40 pp.5-8

Inmersos en el histórico año del Bicentenario acudimos al historiador José Antonio Benito Rodríguez, doctor de la Universidad de Valladolid, docente en la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima, coordinador de la Comisión Bicentenario de la Conferencia Episcopal Peruana para que nos comparta su reflexión y su participación sobre acontecimiento de tanta trascendencia, especialmente para nuestros docentes y alumnos.

1. En este año tan significativo para nosotros como peruanos y usted como investigador de la historia de la iglesia en el Perú, ¿cómo observa el panorama de estudios de historia de la Iglesia del Perú? ¿existen nuevas iniciativas?

Destaco, en primer lugar, la participación de varios historiadores de la APHE (Academia Peruana de Historia Eclesiástica) en congresos internacionales como el de LA IGLESIA CATÓLICA ANTE LA INDEPENDENCIA DE LA AMÉRICA ESPAÑOLA, celebrado en el Vaticano, del 19 al 22 de abril del 2010. El evento tuvo su réplica cuatro meses después en el Perú con el respaldo de varias instituciones académicas superiores y llevadas a cabo en el SUM del ISET "Juan XXIII". Más recientemente, el 8 de octubre del 2019, organizó un simposio en la PUCP acerca de "Los desafíos de la Iglesia ante la Independencia" que contó con la presencia del Arzobispo de Lima y diez ponentes como dio cuenta la propia revista de la ONDEC. Instituciones como la Universidad de Piura (UDEP), el Instituto Riva Agüero, la Universidad Ricardo Palma, San Marcos, ha venido organizando simposios periódicos sobre el tema, dejando algún espacio al tema religioso. De igual manera ha sucedido con los congresos convocados por la Comisión Bicentenario del Gobierno REPENSAR LA REPÚBLICA que contó con dos mesas de las 60 dedicadas a la religión, la Academia Nacional de Historia …

 De todas maneras, aunque no faltan iniciativas personales y de alguna congregación en congresos nacionales o simposios, la presencia es muy escasa si la comparamos con la importancia que tuvo la Iglesia en la historia y tiene en este momento. Quiero destacar -por último- los trabajos de la congregación salesiana que ha organizado sus fondos documentales, ha promovido la celebración de eventos académicos y religiosos, ganando la denominación de patrimonio cultural  nacional su basílica y la publicación de un libro magnífico sobre su basílica de María Auxiliadora.  

2.      ¿Cómo fue el panorama político en esos años previos a la Independencia en Lima y las principales ciudades del interior? ¿Había afinidad a las ideas independentistas? ¿O solo fue un sector de la sociedad?

Nos encontramos ante un cambio de época, el tránsito del Antiguo al Nuevo Régimen, se inicia la Edad Contemporánea con las revoluciones atlánticas (Independencia de Estados Unidos, Revolución Industrial -sobre todo en Inglaterra-  Revolución Francesa), la crisis monárquica de España y la invasión de Napoleón. El virreinato del Perú no es una burbuja, está totalmente relacionado con los otros tres virreinatos hispanoamericanos, con la propia España y el resto del mundo. A fines del siglo XVIII son decenas las rebeliones antifiscales, tanto indígenas como criollas. Toda la sociedad vive el clima de cambio aunque de modo diferente. Creo acertada la reflexión del historiador J.A. de la Puente: "El hombre peruano vive el tema de la Emancipación; no lo ignora. Unos luchan, conspiran, mueren defendiendo el ideal de la ruptura; otros dudan o están en contra de ese afán…no se puede hablar de un contenido religioso en la lucha por la Emancipación. Partidarios de uno y otro bando afirman por igual en textos y actitudes su adhesión a la Iglesia".

3.En los libros de historia que estudiamos en la secundaria, se escribe que el ejército "libertador" luchaba contra el ejército "realista", ¿quiénes conformaban este ejercito realista?

El ejército libertador es el que se va conformando con la expedición libertadora del general José de San Martín y que está integrado por unos 4.000 hombres (argentinos en un 70 por ciento y chilenos), a los que se incorporan peruanos de todos los grupos sociales (criollos, montoneros o guerrilleros, indios, negros) como -más adelante- neogranadinos y españoles. El Ejército realista está conformado por españoles, peruanos y americanos de todas las clases sociales también, desde los primeros presidentes del Perú como José de la Mar o Ramón Castilla hasta los campesinos iquichanos de Ayacucho. En realidad, fue una guerra civil en la que -como hemos comentado- se van cambiando las opciones como fue el caso de estos generales La Mar y Castilla que, siendo realistas, terminaron en el bando patriota. 

Al respecto, me impresionó el estremecedor relato de J. de la Riva-Agüero al rememorar in situ la victoria definitiva independentista en Ayacucho, 1824: "Mi sentimiento patrio, que se exaltó con las visiones del Cuzco y las orillas del Apurímac, no sacó del campo de Ayacucho, tan celebrado en la literatura americana, sino una perplejidad inquieta y triste. En este rincón famoso, un ejército realista, compuesto en su totalidad de soldados naturales del Alto y del Bajo Perú, indios, mestizos y criollos blancos, y cuyos jefes y oficiales peninsulares no llegaban a la décima octava parte del efectivo, luchó con un ejército independiente, del que los colombianos constituían las tres cuartas partes, los peruanos menos de una cuarta, y los chilenos y porteños una escasa fracción. De ambos lados corrió sangre peruana".

4. ¿Cuál cree que debería ser la forma de integrar los nuevos conocimientos en el currículo de Educación religiosa?

Insertar de modo transversal los nuevos aportes de los santos, beatos, siervos de Dios y cristianos ejemplares del Perú, así como de sus  congregaciones, institutos, hermandades; textos, anécdotas, acciones de modo adecuado y coherente.

5. ¿Existieron líderes religiosos o curas que empuñaron las armas?

Son célebres en la rebelión del Cuzco de 1814, el P. Juan Angulo, hermano de los protagonistas, así como el P. Ildefonso Muñecas; en 1821, el franciscano y coronel P. Bruno Terreros, y los párrocos rurales Gavino Uribe, Sebastián Guillén, Tadeo Téllez, José Estanislao Cárdenas, Manuel Arancibia…

6. ¿Los religiosos tuvieron un rol importante en el primer Congreso?

El primer Congreso Constituyente del Perú (1822-1825) estuvo conformado por 91 diputados, de los que 24 eran eclesiásticos. Destacan Francisco Javier de Luna Pizarro, su primer presidente, futuro arzobispo de Lima; así como Toribio Rodríguez Mendoza, rector del Convictorio de San Carlos, maestro de un tercio de los diputados, ente clérigos y civiles.  

7. ¿Cuál fue la postura de la Santa Sede a la independencia del Perú?

Nunca hay que olvidar que el régimen regulador de las relaciones Iglesia-Estado en ese tiempo era el denominado "Patronato Regio", según el cual el Rey y Virrey eran los "patronos" o representantes del Papa en América y que eran quienes proponían a los obispos. En una primera etapa, que se puede denominar «legitimismo antirrevolucionario» (1814-1822), tanto el Papado como los obispos favorecen la fidelidad al Rey mediante los breves  Etsi longissimo (Pío VII, 1816) y Etsi iam diu (León XII, 1824); la segunda sería de «acercamiento pastoral» (1822-1827); tercera, «detención prudencial» (1828-1830) y, por último, «opción americanista» (desde 1831) para afrontar los dos retos principales: el del nombramiento de obispos y el reconocimiento de las nuevas naciones. En uno de nuestros congresos, el Dr. Emilio Martínez, siguiendo al célebre P. Leturia, propone cinco claves para comprender el gradualismo en la postura de la Santa Sede: la presión de la diplomacia española, la coyuntura eclesial universal de desorganización eclesiástica tras el embate de la Revolución francesa y napoleónica, el contexto internacional político del legitimismo restauracionista, la tradición regalista de la mentalidad hispanoamericana, las reservas del liberalismo iluminista a la relación con el Papado y la inestabilidad política de los nuevos Estados.

8. ¿Qué enseñanzas nos traen como iglesia las guerras de independencia del Perú y América Latina?

Me parece esclarecedora la reflexión del clásico referente para el estudio de la historia religiosa peruana como es el P. R. Vargas: "La continuidad de nuestra historia no se interrumpe con el movimiento libertador ni pierde nuestra cultura su raigambre hispánica por el hecho de desvincularnos políticamente de España. No, el hecho de la emancipación no fue una ruptura con el pasado, ni mechos menos una abjuración de nuestra fe religiosa, antes, por el contrario, él se produjo, precisamente, desde los comienzos de la Conquista, con el cristianismo y la civilización hispana se trasplantaron en nuestro suelo un pronunciado individualismo y un ferviente amor a la libertad".  

De todos modos fue una guerra civil, por tanto entre hermanos, unos partidarios de mantenerse unidos a España -los fidelistas o realistas- y los que buscaban -y lograron- la autonomía e independencia. Me impresionó en la visita al Real Felipe el cuadro "Los estragos de la guerra" en el que se si visibiliza la miseria y la muerte.

 

9. ¿Qué líneas de investigación histórica se pueden abrir desde la enseñanza de la historia en la escuela y universidades?

Más allá de la tradicional historia fragmentada país por país, sectores, ideologías, necesitamos manuales completos que integren tiempos, espacios, perspectivas, pero sin perder la poderosa personalidad del Perú. La historia es vida y debe ser afrontada de modo integral. El fenómeno religioso, y en concreto el protagonizado por la Iglesia Católica, debe ser estudiado como algo central y no como algo secundario. No basta con estudiar "aportes de la Iglesia", sino que debemos considerar el hecho central de que la Iglesia ha sido la forjadora del Perú como lo fue el cristianismo con Europa.

En este sentido quiere caminar la Comisión Bicentenario de la CEP, impulsando la investigación crítica y creativa de todas las realidades vinculadas con el tema. Como aspecto fundamental se ha de catalogar e inventariar los archivos (diocesanos, parroquiales, asociaciones…), propiciar tesis y monografías sobre sus protagonistas, analizar el rol de los cabildos catedralicios, las congregaciones, las parroquias, la vida religiosa cotidiana, los aportes educativos-sociales-benéficos… Fomentar las publicaciones, la difusión de su historia, la organización de congresos y simposios. Propiciar exposiciones, concursos, documentales… Fomentar la presencia pública de nombres y estatuas en parques, calles, plazas de personajes ilustres como F.J. de Luna Pizarro, Bartolomé de las Heras…

 

10. ¿Qué mensaje final puede dar a los profesores católicos en este bicentenario?

Un aniversario como el que recordamos de 200 años es una gran oportunidad que nos debe llevar a dar gracias por el legado recibido, cuestionarnos críticamente cómo ha respondido la Iglesia, comprometernos a conocer y difundirlo, responder a los desafíos presentes rescatando los ideales de promesa y de esperanza, caminando juntos -sinodalmente- por un Perú unido y esperanzado. Cierto que no podemos todo, pero hay un bien que sí se puede y si no lo hago quedará por hacer. Que el ejemplo de San José, a quienes nuestros padres de la Patria proclamaron patrono del Perú en 1828, nos sirva de aliento y estímulo. 

lunes, 10 de enero de 2022

Maria Nieves y Bustamante. Nostalgia y espejo de la tierra. Álvaro Espinoza de la Borda

Espinoza de la Borda, Álvaro Max  Quimera editores, Arequipa, 2020 pp 269

 

Su autor, gran amigo, Álvaro Espinoza de la Borda, arequipeño, es Licenciado en Historia por la Universidad Nacional de San Agustín y candidato a Magíster en Artes por la misma universidad. Ha sido investigador en la Universidad Católica San Pablo 1999-2006,  profesor en la Universidad Católica de Santa María 2006-2007 y en el Seminario Arquidiocesano de San Jerónimo 2008-2019. En la actualidad es docente de la UNAS y director del Archivo Arzobispal de Arequipa y de su revista.

El presente libro nos adentra con profundidad y sencillez en esta olvidada literata y católica comprometida. Mujer de su tiempo, en vanguardia del auténtico feminismo, culta, familiar, patriota, militante católica, que supo dialogar con la cultura desde una honda religiosidad.

El por qué del título "nostalgia y espejo de la tierra" queda descrito en la "presentación":  "composición llena de nostalgia por un tiempo ido en el que el valor y la justicia animados por la fe daban snetido a la vida del pueblo arequipeño, pero también es el espejo en que se miran las diferencias y los prejuicios de su clase alta y que sólo pueden ser superados por la religión" (p.12). En su obra cumbre "Jorge, el hijo del pueblo" se da un mensaje esperanzador gracias al esfuerzo de su gente. A pesar de la nostalgia, la autora nos brinda el espejo avizorado que asume de modo coherente y alma plena.

Aunque pueda sorprendernos, estamos ante la primera biografía de la autora. El historiador A. M. Espinoza nos da cuenta cabal de cuantos esbozos biográficos y síntesis se han ido publicando casi siempre al hilo de su célebre novela. Desde la entrañable primera semblanza del doctro Francisco Javier Delgado para "El Perú Ilustrado" en 1889 hasta diciembre del 2020, actual publicación, hay una larga lista de las que nos da cuenta en el primer capítulo: sus sobrinos Alberto y Manuel Corrales Nieves en 1940, Vladimiro Bermejo, Enrique Chirinos en 193, Tito Cáceres en 1994, César Delgado 1997, 2010 y 2011, quienes se limitan a repetir los datos de la primera, sin corregir errores. Será Juan Guillermo Carpio, Gustavo y Xavier Bacacorzo, Dante Zegarra y Rommel Arce quienes avanzan en nuevos datos.  Cita a continuación investigaciones en torno a la obra y apuntes biográficos como Miriam Palo Tejada, en 1993, E.R. Ticona en 1999, Richard Loayza en el 2015. Cabe resaltar también los trabajos de César Delgado, quien en 1995 estudió la novela desde la perspectiva psicoanalítica, Rocío Ferreira, 1997, en el conterxto de reconstruccción posbélico; del P. Emilio Garreaud sobre su faceta religiosa, 2004.

El siguiente capítulo se refiere a la familia Nieves y Bustamante. El 3 "una muijer entre épocas y la nostalgia de un tiempo ido". El 4 analiza el significado de las generaciones y esboza en qué medida nuestra protagonista forma parte de la generación de historiadores como el canónigo Santiago Martínez (1862), los obispos Valentín Ampuero y Emilio Lissón, el tribuno liberal Francisco Mostajo, el inventor Pedro Paulet y hasta los célebres V. A. Belaunde, J. L. Bustamante, Honorio Delgado (1892), entre otros, todos sufrieron y maduraron en la Guerra del Pacífico y colaboraron en la reconstrucción.

El 5 se dedica a su biogarfía, niñez y formación. El 6 a la Guerra y la defensa de la patria. El 7 acerca de su vinculación con el mvomiento católico. 8, la novela de "Jorge" como espejo de Arequipa. El 9 lo dedica a su obra "desconocida", los interesantes artículos periodísticos. Por último en el 10 se refiere a sus años de silencio y relativo reconocimiento, y el 11 a su muerte, el martes 28 de octubre de 1947.

Termina con un bello texto que les comparto: "Dice un viejo proverbio no se ama lo que no se conoce; podemos afirmar que no se puede amar a Arequipa sin haber leíod a María Nieves" p.259 .

La obra fue presentada en el festival del libro de Arequipa como puede verse en las redes:  https://www.facebook.com/festivaldellibroarequipa/videos/maria-nieves-y-bustamante/1760795680738272/

lunes, 3 de enero de 2022

Congreso Bicentenario: La Iglesia, corazón del Perú.

Congreso Bicentenario: La Iglesia, corazón del Perú. Del "Somos Libres" al "Seamos Hermanos" 200 años del Perú, 2 años de la encíclica

 

Queridos amigos: Después de más de cien artículos en la vitrina amiga de Perú Católico, me complace informarles de un gran evento que cumplirá con creces lo que he querido compartir a lo largo de dos años. Como coordinador de la Comisión Bicentenario de la Conferencia Episcopal Peruana  quiero invitarles a participar del presente Congreso.

Nos encontramos en la significativa fecha 2021, en que se conmemoran los 200 años del nacimiento del Perú como Estado. Ello nos convida a reflexionar en una mirada al ayer con gratitud y análisis crítico por el legado recibido; una mirada serena y objetiva al presente -aquí y ahora- que nos lleve al compromiso; una mirada al futuro, que nos convide al desafío de la esperanza y la fraternidad.

Hace dos años, en plena covid-19, el Papa Francisco nos regaló una puntual encíclica "Fratelli tutti" en la que nos invita como cuando visitó el Perú a caminar sinodalmente -juntos, como hermanos.

El Congreso busca recibir las luces del magisterio histórico y teológico, así como el testimonio de la respuesta de la Iglesia, siempre presente en estos doscientos años acompañando al Perú, en su papel de alma, corazón y vida de la sociedad.

Por esta razón contamos con historiadores y teólogos expertos, nuestros Pastores y testigos.

Queremos orar, reflexionar, comprometernos, con una mirada amplia, crítica, fraternal, con el deseo firme de ayudar a cumplir la promesa de nuestros libertadores de hace 200 años y el sueño de una vida fraterna tras la covid como nos alienta el Papa Francisco.

Cada día tendrá un momento inicial de oración, tres ponencias (historia civil, historia religiosa, magisterio teológico episcopal) y varios testimonios de realidades eclesiales en estos doscientos años.

Las oraciones están a cargo de representantes de la CONFER como representación del aporte profético y comprometido de los consagrados a lo largo de doscientos años; el entusiasmo de los jóvenes coordinados desde la Comisión Episcopal de la CEP y la Comisión Religiones por la Paz empeñados en crear una cultura de paz desde la riqueza de la diversidad y la fuerza de la oración.

Entre los ponentes de historia civil figuran tres mujeres. Margarita Guerra Doctora en Historia, docente de la PUCP, ha sido directora del Instituto Riva Agüero y en la actualidad es presidenta de la Academia Nacional de Historia. Hablará de "Municipalidad, gobierno e Iglesia de Lima en el momento de la Independencia".

Carmen Mcvoy Doctora en Historia, docente de la PUCP, presidenta de la comisión nacional del Bicentenario, se la denomina la "Basadre" actual, muy conocida por sus artículos quincenales de "El Comercio". Su ponencia versará sobre "Luces y sombras de un Estado fallido"

Cecilia Bákula  Doctora en Historia, docente de la PUCP, ex directora del INC. Nos hablará de "El patrimonio religioso forjador de identidad nacional."

En el rubro de historia religiosa expondrán el Dr. P. Ernesto Rojas, Sacerdote diocesano de Lima; doctor en Historia de la Iglesia; docente en la Facultad de Teología, PUCP, UDEP, presidente de la APHE (Academia Peruana de Historia de la Iglesia). Disertará acerca de "La situación de la Iglesia del Perú. Diócesis y obispos".

Fernando Ayllón.  Doctor en Historia por UNSM, asistente de Elle Dumbar; director del Museo del Congreso por más de 30 años; autor de libros célebres sobre la Inquisición, Congreso, Grau. Hablará de "El rol del Congreso de la República".

Fernando Armas. Doctor en Historia civil PUCP; máster en Historia de la Iglesia, Universidad de Navarra; dirigió el Instituto Bartolomé de las Casas; miembro de la Academia Nacional de Historia; docente de la Universidad del Pacífico. Su ponencia versará sobre "Las consecuencias de la Independencia en el patrimonio religioso

Las ponencias teológicas episcopales retoman su reflexión de dos años atrás, en plena covid-19, el Papa Francisco nos regaló una puntual encíclica "Fratelli tutti" en la que nos invita como cuando visitó el Perú a caminar sinodalmente -juntos, como hermanos. Cada intervención se centrará en uno de los capítulos de la encíclica y correrá a cargo de S.E. Cardenal, Mons. Pedro Barreto, arzobispo de Huancayo; Mons. Norbert Strotmann, M.S.C, obispo de Chosica y Mons. Robert F. Prevost, O.S.A, Obispo de Chiclayo

Por último, se contará con una selección de testimonios de congregaciones religiosas e instituciones eclesiales que han acompañado al Perú con su presencia espiritual y solidaria.

Para más información puede revisar la web: https://noticias.iglesia.org.pe/congreso-2022/

Para participar, ingrese al link: https://forms.gle/QUn2rykHvYiVStXEA

José Antonio Benito