sábado, 30 de octubre de 2021

DOÑA VIRGINIA CANDAMO DE LA PUENTE (1889-1957) EN PUEBLO LIBRE EN PUEBLO LIBRE

DOÑA VIRGINIA CANDAMO DE LA PUENTE  (1889-1957) EN PUEBLO LIBRE

En el corazón del Parque dedicado a su esposo José de la Puente Olavegoya y a un costado de la histórica hacienda ORBEA de su familia, se alza el busto de una mujer emblemática y que mereció el reconocimiento de sus contemporáneos por su bondad y caridad social.  Hija de Manuel Candamo Iriarte, Presidente de la República del Perú †1907 y Teresa Álvarez-Calderón Roldán, hermana de la Venerable Teresa de la Cruz Candamo. . Esposa de José de la Puente Olavegoya y madre del célebre historiador don José de la Puente Candamo, a su vez esposo de Hildegard Brunke Ríos, padres de: José Demetrio, Virginia, Constanza, Manuel, Lorenzo, Agustín, Francisco y Juan Pablo. Gustoso de compartir vida y obra de nuestros peruanos ejemplares solicité información a su nieto doctor José de la Puente Brunke, quien tuvo la gentileza de enviarme los textos que he digitalizado para solaz de mis lectores.

La borrosa leyenda del busto dice

A LA MEMORIA DE LA SEÑORA

VIRGINIA CANDAMO DE LA PUENTE

COMO RECONOCIMIENTO A SU OBRA

DE BIEN  SOCIAL EN EL DISTRITO DE

MAGDALENA VIEJA DE PUEBLO LIBRE.

NOVIEMBRE DE 1958".

Abajo se copia un fragmento  del texto bíblico paulino, himno de la caridad, de 1 Corintios 13:4-7

LA CARIDAD ES SUFRIDA,

ES DULCE Y BIENHECHORA

LA CARIDAD NO TIENE ENVIDIA,

NO OBRA PRECIPITADA NI TEMERARIAMENTE

NO SE ENSOBERBECE

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Les comparto los textos publicados en la Revista Mercurio Peruano, Año XXXI, Vol. XXXVIII, nº 360, abril, 1957, pp.207-209. El primero "Necrología" de Víctor Andrés Belaunde y el segundo "EL APOSTOLADO DE DOÑA VIRGINIA  Por PEDRO M. BENVENUTTO MURRIETA

NECROLOGÍA

Ha muerto callada y apresuradamente, como si hubiera tenido urgencia del Reino de los Cielos. La sorprendió el misterioso y supremo llamamiento en medio a los afanes de la Obra Sacerdotal de San Pablo, en la que puso to­dos sus empeños. Sus últimas palabras fueron de pesar por no poder asistir a la sesión de las Antiguas Alumnas del Sagrado Corazón, que presidía con singular acierto. ¡Bienaventurados los que sirven al Señor hasta el último ins­tante de su vida!

Es enorme e inllenable el vacío que deja en las actividades católicas. Nos consuela pensar que, siguiendo su ejemplo admirable y animados por su es­píritu, colaboradoras y discípulas continuarán su obra de bien. Encarnó el tipo acabado de la dama cristiana; el señorío no fue en ella alarde mundano ni afán de primacía, pero sí un medio que le otorgó la Providencia para mejor servir a su hogar, y a su aldea, a la Patria y a la  iglesia .

Evoco en estos momentos la brillante generación femenina a que perte­necía Virginia Candamo Álvarez Calderón de la Puente, que sintió las mismas inquietudes intelectuales en simpático paralelo con el grupo masculino de la ge­neración novecentista. Era la reacción antinaturalista, simbolismo que anun­ciaba una era neorromántica, Soully Proudhome y Francis Jametes, Machado y Juan Ramón Jiménez, psicologismo en la novela de Bourget, un temblor de misterio en los dramas de Maeterlink y afán de musicalidad en el estilo de D'Anunzzio y Valle Inclán. Aquellas muchachas aplaudían a los poetas y a los oradores de su tiempo y conversaban con ellos. De esos diálogos surgió más de un idilio, y, en todo caso, una amistad que acendrarían los años. Com­partían nuestras inquietudes y aficiones literarias, pero con cariño fraternal nos reprochaban nuestra falta de fe. Ellas, en cambio, la tenían arraigada y fir­mísima, y se reflejaba en una gran dignidad de vida y en aquel perfume espi­ritual del pudor que elogió Joubert en páginas memorables. Si teníamos sobre ellas cierta influencia intelectual, ellas, en compensación, ejercían una efectiva autoridad moral. Andando los tiempos, cuando muchos de nosotros cansados del viento de todas las doctrinas volvíamos a las consoladoras certidumbres, ya en la madurez de la vida, fijados nuestros destinos, retornamos hacia ellas; sus vidas estaban ennoblecidas o por la vocación religiosa o por la constitu­ción de hogares de la vieja cepa cristiana. En Virginia, aquella fe ambiental afirmada en una bella tradición familiar; los Álvarez Calderón se ufa­nan de fecundas vocaciones religiosas. Este sentido profundamente cristiano no fue perturbado ni atenuado por los azares de la lucha política o por la preemi­nencia social. El hogar Candamo Álvarez Calderón mantuvo su austeridad católica y su dignidad republicana cuando el ilustre estadista D. Manuel Can­damo coronó su brillante carrera al ocupar la Presidencia de la República. Las hermanas mayores de Virginia, Teresa y María, fundaron un instituto re­ligioso --Las Canonesas de la Cruz" para difundir en nuestras clases desva­lidas las verdades del catecismo que nuestra lamentable penuria sacerdotal mi­- pidió propagar como en otras épocas. Teresa, la Fundadora, tenía además del hondo sentido religioso, la sensibilidad poética y artística; ella contribuyó enormemente a perfilar la personalidad de Virginia. Predominó en ella el sen­tido maternal sobre la inclinación religiosa y puso así en su matrimonio el tesoro de una fe ancestral y toda su ternura de mujer, nacida para la vida del hogar.

Apreciador de su encanto femenino, de su distinción, de su cultura y co­nocedor de sus virtudes, la escogió para esposa José de la Puente Olavegoya, verdadero hidalgo unido a la tierra por la estirpe y el trabajo, jovial y cor­dial, de espíritu alerta, de natural señorío aunado a un verdadero sentido de­mocrático, como en nuestros viejos señores. Y así pasó Virginia a ser la cas­tellana de la casona de Orbea en el agro aledaño de la histórica Magdalena Vieja o Pueblo Libre, a la vera de la barrosa Iglesia. Y más que por el marco de este hogar, por la vibración espiritual encarnó en nuestro medio mo­derno y estridente la hermosa supervivencia de otros tiempos en que las ran­cias diferencias de rango eran compensadas por un afecto, una simpatía y una efusión de caridad más fuerte que la solidaridad prescrita en las leyes de nuestro tiempo.

En ese ambiente, Virginia revive la hermosa comunidad señorial con su idea del "Hogar Obrero", familias de trabajadores o de empleados, o gente re­lacionadas con ellos son recibidos en la Escuela de Orbea. Virginia es la maes­tra, la confidente, la amiga y, cuántas veces, la madre. Orgullosa de su aldea se esforzó por revivir en ella la vida religiosa contribuyendo a enaltecer el culto y la prestancia de su enjoyada Iglesia. Sólo una sombra vino a poner la nota de un dolor inolvidable en esta vida de afecto, de oración y noble felicidad: fue la muerte de la hija adorada en que parecían sintetizarse la ale­gría del padre y ese fondo de dulce austeridad de la madre. Dolor atenuado por la ternura del esposo y el afecto y dedicación del hijo confidente y colaborador en sus humanitarios empeños.

No por ser la casona de Orbea encarnación viviente de la tradición y la sede de un hogar austero y de irradiación apostólica fue ajena a la socia­bilidad culta y a la hospitalidad generosa, impregnada de un vivo anhelo de perpetuar entre nosotros los afanes intelectuales, el culto del diálogo y la amistad que se acendra y propicia luego toda noble empresa .Se trasmitió la triste noticia de su muerte como en otros tiempos, en la dolida confidencia de amigo a amigo y se dieron cita en la mansión señorial, la gratitud de los humildes, la amistad verdadera, la fe de muchos, el afecto de todos. Los recuerdos emocionados alternaban con el rumor de las oracio­nes. En homenaje a la tradición del pueblo y en hombros de amigos fue tras­ladado su cuerpo de la hermosa. capilla de la Hacienda a la Iglesia parroquial que la despidió con los cantos litúrgicos. Al inhumarse sus restos en el Ce­menterio vibraron los acentos del canto de esperanza -In Paradiso" y resona­ron estas palabras como el cumplimiento de la divina promesa.

EL APOSTOLADO DE DOÑA VIRGINIA Por PEDRO M. BENVENUTTO MURRIETA

No sólo desborda nuestros sentimientos la verdad de la muerte, que parece más verdad cuando se lleva a los próximos y a los amados: también afina nuestro pensar y lo esclarece. Al desplazado —su faena certera por el Due­ño; imposible, su reacción; con amplia perspectiva en la pantalla, su silueta, redibujada al resplandor de una luz que no la envolvía toda en esta aglome­ración de la travesía terrenal, hombro con hombro—, en algo así como un re­medo intuitivo, del divino juicio particular, le medimos, con menor subjetivis­mo que el acostumbrado, cualidades y defectos, empeños y realizaciones. Y resulta la opinión siempre más enteriza y trascendente. Ahí, sin duda, la causa de que sea más fácil historiar a quienes ya dejaron la existencia temporal que ni la desventaja de estar acalladas voces de testimonio intransferible desme­rece a esa cierta serenidad, no muy humana, que requiere el proceso de la his­toria.

Arrancada a nosotros Doña Virginia, las acumuladas referencias suyas han cobrado valor de integración. Coordinamos mejor ahora, sus recuerdos. Des­cubrimos las constantes de sus hechos. Y cuánto de ella observábamos u oía­mos decir en el pugnaz trajín de intereses y afectos, de simpatías y rechazos, de afirmación de propias tendencias y búsqueda de modelos, de envidias y lar­gueza, de curiosidad y crítica, de gratitud y admiración que es nuestro afán de cada día, hoy, evocado, contribuye a destacar —nada comunes— su altura y su relieve, que el consenso general, hace ya muchos años, le reconocía.

Accediendo a una honrosa solicitud, se escriben las presentes líneas, breves reflexiones acerca de la actividad de Doña Virginia que más condice con el propósito de esta Revista y que fue la vida misma de la noble muerta: el apostolado. Ojalá sirvan ellas —aprovechándose del buen hospedaje— para hacer más fructuosa la ejemplaridad de Doña Virginia y más venerada su me­moria.

De estrella es la. grandeza de alma. Doña Virginia la recibió, y, ade­más, otros regalos con superabundancia: estirpe y ambiente, habilidades y edu­cación. Pero si en su personalidad reflejábanse las felices influencias, más lu­cía lo propio, superándose incansable. Apostólica desde niña, este conjunto de dones lo consagró al servicio de su causa religiosa. Sus sentimientos de mujer, su inquietud cognoscitiva, sus aficiones literarias, su preocupación por los asuntos generales estuvieron en la línea de Dios. La gracia de su bella juventud, la majestad de su madurez, los bienes de su fortuna, la principalía de su condición, social, cada prenda en su vez, todas fueron medio de apos­tolado.

Y como de verdad y en todo lo ejercía, se libró de los peligros en que otros se engolfan cuando actúan en él. Consiguió que hubiese entre sus fae­nas concéntrica jerarquía, acuerdo funcional, solidaria hermandad. La continua formación personal, la dedicación al hogar, las necesidades de la aldea, los problemas de la ciudad, los intereses del país sabían en ella distinguirse los puestos, acatando eminencias, y repartirse las horas, defiriendo a premuras. Y nunca quiso admitir el fogonazo teatral ni la estridente batería publicitaria. En lo humano, la libraba de ambos escollos vanidosos su elegante discreción de gran dama que ella cuidaba mucho y que no siempre comprendían las gen­tes, habituadas ya al eclipse de ciertas señoriles virtudes.

En el apostolado ella sentía con la Iglesia. Si tuvo preferencias, más que de voluntad parecían siempre de convicción. Consciente de la urgencia con que deben ayudar los fieles a la jerarquía eclesiástica, conocedora de los cam­pos más necesitados, de cultivo, sumisa. a lo enseñado por los Pontífices, par­ticipaba ella en las obras según lo pedía el momento del mundo, según lo re­clamaba nuestra evolución social. Si lo que más importa en el apostolado es el último fin, la expansión del amor de Jesucristo, ¿por qué, pues, no armoni­zar en El todas sus empresas? Ella consideraba algunas obras más suyas, desde luego, pero no con instinto de poder: sí, con intención de servicio. Muy di­versa es la lista de aquéllas que contaron, ya sucesiva, ya simultáneamente, con su trabajo, o por un lapso o hasta el fin desde que a sus filas se había incorporado.

Adrede, silencio títulos y demás circunstancias históricas. Sólo menciono empeños, y no todos. (Es lo más que ella hubiera soportado). Así, el Patronato Escolar del Sagrado Corazón —la palestra de su primer entu­siasmo juvenil, institución tan útil en determinado período para la orientación de las muchachas pobres egresadas de las escuelas fiscales; el Catecismo de Perseverancia; la Asociación de Cooperadores Salesianos, la Obra de la En­tronización del Sagrado Corazón de Jesús en los Hogares, la Obra de la Bue­na Lectura, que cuando fue preciso coordinó ella sin regateos a las Bibliotecas Populares Inca Garcilaso de la Vega; las Hijas de la Cruz; la Acción Cató­lica, especialmente en la Comisión de Literatura de su Secretariado Nacional de Moralidad; el Hogar Obrero; las Conferencias de San Vicente de Paúl, y la Obra de San Pablo, la de sus últimos esfuerzos y predilecciones como des­tinada que está a remediar con inmediatos recursos extraordinarios la escasez de sacerdotes, máximo problema espiritual y cultural de nuestra patria .

Y si el examen se extiende a obras que, por un motivo u otro, pudieran llamarse aje­nas a su acción, han de hallarse principios de edificación mayor aún. ¿Qué instituto canónico de perfección evangélica no le interesaba? ¿A cuál no pro­tegía en lo posible presentada la oportunidad? ¿Qué empresa católica de asis­tencia social, piedad, propaganda, organización o combate no concitaba su pro­funda atención? Pocas de ellas habrá en Lima que no le agradezcan alguna com­prensiva y generosa ayuda. Realizó, pues, Doña Virginia un apostolado que cuando alcanza plenitud, como en su, caso, añade al de la rareza el timbre de su sentido cristiano por excelencia: el apostolado de la cooperación. Y con esta memoria, en el dolor florece la esperanza.

martes, 19 de octubre de 2021

EL MERCEDARIO LIMEÑO FRAY JOSÉ HIGINIO DURÁN Y MARTEL OBISPO DE PANAMÁ

EL MERCEDARIO LIMEÑO FRAY JOSÉ HIGINIO DURÁN Y MARTEL OBISPO DE PANAMÁ

Nació en Lima, el 12 de enero de 1760, hijo de Lázaro Durán Martel y Rosa Alcocer. Bien pronto sintió su vocación a la vida consagrada e ingresó en el Convento de la Merced de Lima.

Estudiante de letras, obtuvo el título de Doctor en Teología por la Universidad de San Marcos. En 1785 fue nombrado Lector de Teología en el Colegio de San Pedro Nolasco y Capellán del Colegio del Príncipe, en Lima, destacando como predicador elocuente  y persuasivo apologeta. Fue nombrado Comendador del Convento de la Recoleta Nuestra Señora de Belén, desde donde fue trasladado a Cartagena de Indias; allí fue Vicario Provincial; más adelante, en 1795, lo fue también de los conventos de Cartagena, Portobelo y Panamá, haciéndose muy conocido por sus cualidades docentes y de liderazgo.

Posteriormente viajó a España, convirtiéndose en Predicador del Rey, entre 1800 y 1810, los movidos años de la invasión napoleónica, fungiendo como capellán castrense en las Cortes de Cádiz.

A la muerte del prelado panameño Monseñor Manuel Joaquín González de Acuña fue propuesto para sustituirlo, siendo consagrado en Madrid el 4 de agosto de 1816, en la Iglesia de la Merced. Tomó posesión de la Sede 3 de agosto de 1816. Ese mismo año había sido nombrado como Gobernador el Mariscal de Campo don Alejandro Hore, quien colaboró amistosamente con el nuevo obispo en el bien de Panamá a pesar de la inestabilidad política y social de entonces como fue la batalla de Boyacá, que selló la separación de Nueva Granada de España (7 de agosto de 1819), concluyendo en la formación de la Gran Colombia, en el Congreso de Angostura  el 17 de diciembre, con el nombramiento de Bolívar como Presidente.

Al determinar los límites de la nueva entidad política, aunque la guerra no estaba terminada ni reconocida por España su independencia, quedaron dentro de los mismos la Capitanía General de Venezuela y el Virreinato de Nueva Granada, extendiendo sus fronteras por el norte hasta la Capitanía General de Guatemala y por el sur hasta los confines del Perú, con lo que Panamá quedó incluida como parte integrante de la gran República. Sin embargo, estaba aún ocupada por las fuerzas realistas y era necesario desalojarlas también de allí.

 Convulsionado el Istmo desde el día en que la heroica Villa de Los Santos diera el grito de libertad («Grito de la Villa de Los Santos»), los preparativos de defensa aumentaron las dificultades económicas y el Gobernador del Istmo, Coronel don José de Fábrega, solicitó ayuda económica a nuestro Prelado. De inmediato, Monseñor Durán convocó a su Cabildo Eclesiástico y a los párrocos de la capital, quienes respondieron ceder al Erario Nacional sesenta mil pesos. La Gaceta de Colombia agradecerá el gesto de liberalidad y despreocupación del Ilustrísimo señor Durán".

Como siempre que sucedía en tiempos de vacío de poder o inestabilidad, el pueblo se reunió en Cabildo abierto el 28 de noviembre de 1821 para tratar el asunto de su emancipación. En la Casa Consistorial se reunieron el Gobernador y Capitán General del Reino, Coronel José de Fábrega, el Señor Obispo don Higinio Durán, su Provisor y Vicario General y muchas otras personas de las más distinguidas e influyentes de la ciudad. Después de largos y acalorados debates se aprobó la moción de que el territorio del Istmo se declaraba libre e independiente del dominio español y se unía a la Gran Colombia.

El prócer José Vallarino Jiménez, desde un balcón del edificio comunicó la declaración al pueblo reunido frente a él, y al oírla las multitudes prorrumpieron en fuertes aplausos. Se levantó un acta de la memorable sesión, firmada por todos los que habían tomado parte, entre ellos el Ilustrísimo Señor Obispo Durán. Proclamada la independencia del Istmo en la célebre Junta de Noviembre de 1821, el Ilmo. Señor Durán dio parte del acontecimiento al Gobierno de Santafé quien expidió el decreto de 9 de febrero de 1822 por el cual se creaba el «Departamento del Istmo» como parte integrante de la Gran Colombia. Celoso pastor, visita su diócesis en estos tiempos revueltos tan necesarios de paz y sosiego. Cuando estaba por el pueblo de Chepo, la hermana muerte le sorprende un 22 de octubre de 1823, dejando desconsolados a sus fieles quienes hasta hoy agradecen sus desvelos de Pastor.

Bibliografía: MANUELITA NÚÑEZ CASTILLEROS https://www.dhial.org/diccionario/index.php?title=DUR%C3%81N_Y_MARTEL,_Fray_Jos%C3%A9_Higinio

 

jueves, 14 de octubre de 2021

La devoción a San José en Aguchita, Hermana del Buen Pastor, nueva beata del Perú

La devoción a San José en Aguchita, Hermana del Buen Pastor, nueva beata del Perú

 

Si Aguchita viviese entre nosotros cómo habría gozado con el Año de San José en que el papa Francisco ha querido actualizar su figura con motivo del 150 aniversario de la proclamación de como "Patrono de la Iglesia universal". Su carta  Patris corde, sus nuevas letanías, han suscitado un renovado fervor. En particular le habría encantado la consideración de José como obrero, de quien Jesús "aprendió el valor, la dignidad y la alegría que significa comer el pan como fruto del propio trabajo", la carta lo presenta como modelo de quien trabaja para desarrollar las propias potencialidades y así "acelerar el advenimiento del Reino", que trae dignidad a las familias.   "La obra de san José -sigue diciendo el Papa- nos recuerda que el mismo Dios hecho hombre no desdeñó el trabajo. La pérdida de trabajo que afecta a tantos hermanos y hermanas, y que ha aumentado en los últimos tiempos debido a la pandemia de Covid-19, debe ser un llamado a revisar nuestras prioridades. Imploremos a san José obrero para que encontremos caminos que nos lleven a decir: ¡Ningún joven, ninguna persona, ninguna familia sin trabajo!"

 

Agradezco al P. Alfonso Tapia que me comparte deliciosos aspectos de la devoción de Aguchita por San José. Por ejemplo, la lavandería estaba bajo el patrocinio de "San José" y a él acudía permanentemente "cuando no pagaban a tiempo y había que pagar al personal, cuando algo se malograba y no se podía avanzar, se extraviaba cualquier cosa y se vencía el plazo para entregar…". El 19 de marzo, fiesta de san José, no se trabajaba. Aguchita se las ingeniaba y conseguía para hacer una buena comida preparada por ella misma con el ingrediente secreto de todas las madres del mundo: el cariño. Vivía la fiesta con ilusión desde días antes, con un retiro para todos. No solo eran sus trabajadores, sino sus ovejas a quienes tenía que guiar, alimentar y llevar al Buen Pastor. El mismo día 19, después de la Misa solemne en honor del Santo, nadie la quitaba el privilegio de servir a todos el almuerzo. Era una verdadera mamá disfrutando al ver a todos sus hijos e hijas sentados a la mesa, juntos.

Después de la lavandería pasó a la cocina, uno de sus fuertes y delicado encargo, teniendo en cuenta que no siempre alcanzaban los recursos para tantas bocas (casi 200). Aquí, de la mano de su querido y fiel San José, harán maravillas. Seguirá siendo igual de ordenada, limpia y responsable; pero, sobre todo, igual de buena, igual de madre.

Por el famoso, caótico y peligroso, mercado mayorista limeño de La Parada, en la Victoria, al que iba a por la compra, todo el mundo la saludaba, la llamaba, le pedía oraciones, le contaba sus penas o problemas familiares, económicos, de salud, que la venta estaba baja, el precio por el piso…, otros le daban gracias por sus oraciones. A todos escuchaba con paciencia y cariño, a todos invitaba a seguir orando, a ésta una palabrita de aliento, a aquella una rezadita, a la otra una sonrisita, a la del puesto de enfrente le escucha los problemas de su casa y le da, con cariño y discreción, un consejito. A cada una le dedicaba el tiempo necesario, una palmadita en el hombro o un abrazo. No importaba si eran católicos, protestantes, o no eran nada. También le gustaba repartir estampas, especialmente de san José.

Las personas, sencillas de corazón como ella, se sienten escuchadas, valoradas, queridas y en ningún momento juzgadas. Naturalmente surge en ellas el agradecimiento y la forma de hacerlo, además de con las palabras y la sonrisa, es con sus productos; así que muchos días Aguchita que salía de casa escasa de plata, pero sobrada de confianza en su proveedor principal, San José, llegaba con la misma plata y con más víveres de los que necesitaba.

Pero eso, tampoco era un problema, llamaba a algunas de las señoras de los clubes de madres que estaban pasando malos momentos y "lo que por una mano entra, por otra sale": Aparecían las señoras de un sitio y de otro, se armaba una algarabía, porque Aguchita era feliz repartiendo y las señoras recibiendo. "Hay más gozo en dar que en recibir". Alguna hermana la decía: "pero Aguchita ¿qué has hecho?" Y, Aguchita feliz, le echaba la "culpa" a san José. A veces eran camiones enteros, de choclo una vez, de zapallos otra.

Tenía que preparar los alimentos para todas las personas de la casa: las niñas internas, Hermanas Contemplativas, padre Capellán y también para gente muy pobre que venía a recoger los alimentos por la puerta del Jirón Conchucos. Nuevamente, Aguchita se mostrará aquí desenvuelta, sacrificada, chambera, responsable, ordenada, generosa, educadora, servicial y encantadora. Como siempre, hará trabajar duro a San José.

También comparten varias hermanas que a veces faltaba la manteca u otro ingrediente para hacer el pan y todas se preocupaban. Aguchita las tranquilizaba invitando a confiar en san José. Tarde o temprano llegaba alguien con un encargo y traía lo que faltaba.

Será San José quien le regale una cocina en el hogar "Reina de la Paz" como varias de las hermanas corroboraron. Si la fe mueve montañas, ¡cómo no va a mover cocinas!

En la cocina ayudaban las hermanas menores, las que estaban en formación. También para ellas fue madre y educadora, desde enseñarles a cocinar hasta trabajar con diligencia, pasando por el orden, el cariño y el cuidado en la preparación de los alimentos, el engreimiento con el que tratar a las hermanas enfermas, su generosidad sin límites y su confianza en San José. No es casualidad que en el Año de San José se haya aprobado su martirio y por lo tanto su beatificación.

Todos conocían  que cargaba siempre una imagen de san José y que repartía con frecuencia estampas de él, que a todos invitaba a acudir a él coincidiendo con Santa Teresa de Jesús en que "no me acuerdo hasta ahora haberle suplicado cosa que la haya dejado de hacer".

En el centro de la "Memoria de Aguchita", en la Casa de las Hermanas del Buen Pastor pudimos encontrar esta tierna imagen de san José aclamado por los ángeles y que acompañó siempre a nuestra Hermana. Que su tierna y filial devoción por el Santo, declarado también patrono del Perú en 1828, nos contagie y sirva para vivir su ejemplo de custodio (de la casa común, de la familia, de nuestra Iglesia y del Perú). 

lunes, 11 de octubre de 2021

LA LEGIÓN DE MARÍA CELEBRA SUS CIEN AÑOS EN EL PERÚ

LA LEGIÓN DE MARÍA CELEBRA SUS CIEN AÑOS EN EL PERÚ

 

En el Bicentenario del Perú, 100 años de la Legión en el mundo y 69 en nuestra patria, este pujante movimiento eclesial celebra con gozo su jubileo. Les comparto algunos apuntes basados en el artículo de Lourdes Gómez Cotaquispe, legionaria y fundadora de CORREO MARIANO, el trabajo de mi alumno Rodrigo Pereira "La Legión de María en el Perú" que en el curso de Licencia "Los Movimientos en la evangelización del Perú" (Facultad de Teología, Lima, 2003) recogió datos al respecto y del P. Alfonso Tapia sobre la legión de María en el Vicariato de San Ramón. Sirva la iniciativa para que las diferentes diócesis den a conocer esta labor de "hormiguita" pero entrañable de los audaces y fervorosos miembros legionarios marianos.

 

El Siervo de Dios Frank Duff

La Legión de María surgió en 1921 en Irlanda fundada por un laico, el hno. Frank Duff. Surgió a partir de un grupo mariano que realizaba obras de caridad y apostolado, inicialmente visitando a enfermos en los hospitales. Luego se fue extendiendo por todas las diócesis del mundo, realizando siempre un apostolado intensamente mariano, en el cual tiene lugar destacado el rezo del rosario.

Lourdes Gómez Cotaquispe en un significativo artículo de "Correo Mariano" (Octubre de 2021, p.10), nos da cuenta de cómo la Legión aporta "todo un historial de fe, valentía y apostolado. De visita a hogares, asilos, cárceles, colegios y otros, con la Biblia y el rosario en la mano. La mente y el corazón en Jesucristo y en María Santísima. El "Ejército Mariano" está presente en los cinco continentes. Inicialmente fueron 13 socios, y ahora suman diez millones en el mundo y 73 mil en el Perú. Los "soldados" son hombres y mujeres de toda edad (Semilleros y Jóvenes), en su mayoría laicos, pero hay religiosos. Su "arma poderosa" es el rosario. El martirio también alcanzó a la Legión por su accionar evangelizador. En los años 40, en la China Comunista, fueron apresados veinte mil legionarios. Dos mil fueron asesinadas. Allí la Legión mariana fue considerada el "enemigo público número uno ". Mateo Koo, un cura de la diócesis de Shangai, estuvo 30 años en campos comunistas de reeducación por ser católico y miembro de la Legión de María.

 

La llegada al Perú en 1952

En el Perú la Legión de María se fundó en el año 1952, gracias a la Hna. Joaquina Lucas enviada del Concilium Legionis de Irlanda. Poco antes el P. William McDonald, maryknoll, oficial del Concilium, se había entrevistado con el Cardenal Juan Gualberto Guevara a quien compartió la espiritualidad del Movimiento, le dejó el folleto "Las Victorias de la Legión" y otros materiales propagandísticos, al tiempo que le contó sobre la llegada de la hermana Joaquina. Efectivamente, con una carta recomendaticia del cardenal chileno José María Caro Rodríguez, puso manos a la obra conectándose con varios párrocos de Lima.

La primera célula fue la de Surquillo que tomó el nombre de praesidium "Virgen de la Medalla Milagrosa", 10 de septiembre de 1952 que contó con la dirección espiritual del P. Óscar Fernández. El 15 de septiembre se funda otro praesidium "Nuestra Señora de la Merced" en la parroquia de Mercedarias. Al mismo tiempo, se entrevista con Monseñor
Daniel Figueroa Villón
, quien facilita los trámites para que ya en julio esté lista la curia en su diócesis.

En este mismo mes nace el praesidium "Regina Cordium" de Chorrillos -el primero mixto de Lima, con el capuchino P. Donato como director. En Santa Beatriz se funda el de "Nuestra Señora de Fática", en la parroquia matriz de Miraflores el "Mater Christi" y en la parroquia de San José el "Nuestra Señora del Carmen".

Ya en octubre, día 21, se funda el de "La Asunción" en la parroquia San Antonio de Padua. Ya en noviembre se funda la primera Curia que lleva por nombre "Coronata" en Chorrillos. Ese mismo año se fundaron varios presidios en distintas parroquias de Lima. El de la parroquia de Santa Beatriz recibió el nombre de "Nuestra Señora de Fátima".

Ese mismo año, la Hna. Joaquina recorrió el interior del país, Huancayo, Huánuco, Cajamarca, Arequipa.

En 1955 será el Hno. Alfonso Lambe, enviado por el Concilium Legionis, quien se moviliza por el Cusco, Puno, Arequipa y Trujillo. Funda el praesidium juvenil del Chalet en Chorrillos y de Villa María, trabajando con ardor en el apostolado de siete praesidia de San Martín de Porres y en la fundación de doce más en el distrito.

En junio de 1967 se funda el Senatus de Lima bajo la advocación de "Nuestra Señora de Fátima".

En el 2002 se cuenta con 30.000 socios activos, con más de dos mil praesidia y 119 curiae. 

En el Santuario "Señor de la Divina Misericordia" cuentan con el decidido apoyo de su rector y párroco P. Carlos Rosell, quien permanentemente les brinda charlas formativas y alienta su devoción. Allí trabaja la Curia" María Sierva de Dios" y 17 praesidium que se reúnen semanalmente para rezar el santo rosario y detallar sus trabajos de apostolado semanal.  

A la fecha, en el 2021, pasan de 70.000 los seguidores en el Perú.

El gran apóstol mariano P. Luciano Ciciarelli

Misionero de la Virgen en todo el mundo, el padre Luciano Ciciarelli nació en 1936 en Civitella Casanova y fue ordenado sacerdote en 1961. Ingresó en los misioneros montfortianos y vino destinado al Perú en 1966. Aquí vivió 33 años, recorriendo a pie o en mulo desde la costa al altiplano y la selva amazónica, predicando el amor a la Virgen María en el espíritu de San Luis María Grignon de Monfort (16731716). Aprendió el quechua y fundó seis casas en Perú, dos en Paraguay y una en México, además de predicar también en África y fundar centro de atención a enfermos, pobres, drogadictos y enfermos de sida.
Desde 1999 recorre el mundo dando conferencias para 
Consecratio Mundi, una obra para la extensión del Reinado de Cristo y la espiritualidad monfortiana. Fue recibido por San Juan Pablo II para convertirle en monfortiano, y se ha encontrado también con el Papa Francisco.

Desapareció un día  2 de agosto del 2015 y fue visto por última vez en el Monte de la Cruz en una actividad  en Medjugorje. El sacerdote llegó a la conocida localidad Bosnia el 28 de julio del 2015, para participar del 26º Festival de la Juventud que se celebra allí cada año. En el lugar fue visto por muchos peregrinos con su clásica camisa azul y la gran barba que lo hace inconfundible. El sacerdote P. Angelo Livio Epis, Superior Provincial, dijo a Il Centro que el último en verle fue un sacerdote mexicano, con quien se saludó normalmente. Dos días después debía estar en otra dependencia de Medjugorje llamada el Magnificat, donde iba a seguir un retiro espiritual en español desde el día 6 de agosto. La propietaria de su pensión, Jurica Ostojic, cuando vio que no regresaba, llamó al Magnificat, donde no tenían noticias de él. Entonces la mujer presentó una denuncia ante la policía que encontró en su habitación todos sus efectos personales: dinero, medicinas, laptop. Varios dispositivos de búsqueda, policiales e incluso militares, como un helicóptero de la Eufor (Fuerza de la Unión Europea), así como voluntarios, perros, trabajaron para ubicarlo. Sin embargo no hubo rastro s de él ni en albergues, hostales u hospitales y sin embargo todo apunta a que se adentró en algún lugar de la zona campo a través. De hecho, el día 12 por la mañana su operador de telefonía móvil captó una leve señal de la batería de su aparato en la zona de Medjugorje, que es por el momento la pista que están siguiendo los investigadores, ante el temor de que le haya sucedido algo en descampado o en el monte.

En 1980 el Cardenal Landázuri, habiendo fallecido el anterior Director Espiritual del Senatus (Directiva Suprema Nacional) de la Legión de María, dio ese cargo al P. Luciano (el cual también publicó un noticiero mensual titulado "Legión"), quien, en equipo con los demás dirigentes, organizó este Congreso. Fundó la Legión en muchas ciudades del Perú en las cuales todavía no existía, por lo cual sus Curias pasaron  de 11 a 33. Fue uno de los pioneros de Radio María en el Perú.

Por la Selva Central

En el Vicariato de San Ramón tienen como precedente las Hijas de María. Será en 1982 cuando dos legionarias de Méjico y una de Lima, visitaron la Legión de María de la Merced y Pampa Walhey. En San Ramón fundaron la Legión de María siendo asesor el seminarista Rodolfo Vilcapoma Basurto, Presidenta: Srta. Mª del Carmen Adriancén; Vice-presidenta: Sra. Lidia Almonacid; Secretaria: Srta. Gladis Cubas; Tesorera: Alicia Laos. Desde entonces siguen con entusiasmo sus habituales apostolados legionarios:

  1. – Visita a los hogares con la imagen de la Virgen para hacer el Santo Rosario, lectura bíblica y reflexión semana.
  2. – Visita a domicilios de enfermos y ancianos para la oración de enfermos y preparar para penitencia y Eucaristía.
  3. – Contacto callejeros en parques, plazas, mercados, combis, hablar de Dios, invitar a Santa Misa y  participar en Eucaristía, bautizos y matrimonios.
  4. – Visitar a hermanas auxiliares enseñando a rezar el Santo Rosario a diario en sus domicilios.
  5. – Visitar hospitales para ayuda espiritual al enfermo, preparar al más grave mujeres, hombres y niños, llevar al sacerdote para atención espiritual.
  6. – Santo Rosario en capillas y grutas fuera de la ciudad.
  7. – Participar en toda lectura espiritual en el presidium y llevar a otros. Todo trabajo del apostolado es en coordinación con la parroquia.
  8. – Preparar enfermos desahuciados para bautizos, matrimonios y Eucaristía.

Legión de María Praesidium Reina de los Apóstoles  tiene 13 Legionarias y 85 auxiliares.

Funciona en el Salón Parroquial Jirón Uriarte 261, San Ramón.

Asesora: Hermana Casilda Rilova Arce

Presidenta: Hermana Felicidad Labrador Polanco

Vice-Presidenta: Dora Ñaupari Aylas

Secretaria: María Valenzuela Calderón

Tesorera: Lucila Bartolo Torrecilla.

 

Celebrando su Centenario en el Bicentenario del Perú

En el Perú, el Centenario Legionario fue celebrado en Arequipa, donde se hizo presente el Consejo Nacional de Senatus. En la  Santa Misa presidida por Monseñor Javier del Río Alba, Arzobispo de esa ciudad, alentó a los legionarios a seguir anunciando el Evangelio por las redes sociales, la buena prensa y a defender nuestra fe, ante el avance de ideologías extrañas, como la ideología de género, y a continuar ejecutando obras de Misericordia. Destacó la fecunda obra de Frank Duff, un irlandés, empleado del Ministerio de Finanzas, ligado desde muy joven con entidades dedicadas a aliviar el hambre y las necesidades espirituales de los más pobres. "Con trece damas y dos varones, y ante un pequeño altar, nació la Legión de María. Ellos no imaginaron que era el inicio de un gran movimiento de fuerza mundial", dijo. Recordó, que la "primera obra de ellos fue la conversión de una veintena de prostitutas de una Casa de Citas". También recordó al Siervo de Dios Alfonso Lambe y a la Venerable Edel Quinn, legionarios, que se convirtieron en misioneros para llevar la Legión por el mundo.

Ni la covid-19 detiene a los legionarios

Liliana Yábar presidenta del Consejo Nacional de Senatus Lima Perú, dijo a "Correo Mariano" que ni la pandemia del coronavirus ha frenado la labor legionaria, de buscar la santificación personal y de ganar almas para Cristo (conversión). Es más, afirma, la Junta Semanal en los Praesidiums se hace hoy de manera virtual y se ha redoblado el rezo del Santo Rosario. Con gratitud y gozo recuerda el providencial nacimiento la legión de María, su identidad, su misión, respondiendo a cuestiones que a nadie dejan indiferente. ¿Por qué este movimiento de laicos ha sido bendecido por cinco Papas? ¿Cuál es su papel protagónico dentro de la Iglesia Católica?".

Liliana Yábar remarca que es una asociación internacional de laicos, fundada el 7 de setiembre de 1921 en Dublín (Irlanda), por el Siervo de Dios Frank Duff y que en el Perú fue establecido un 10 de setiembre de 1952.

Por último, Yábar exhortó a los legionarios peruanos, "primero a cuidar mucho su salud y luego a no tener miedo de seguir llevando la Palabra de Dios a tiempo y a destiempo, comenzando por su familia y en general, a todos los que más lo necesiten". En cada Parroquia, hay un Praesidium de la Legión y es el brazo derecho de los sacerdotes. "Estamos al servicio de nuestro prójimo en compañía de María Santísima ".