martes, 26 de enero de 2021

MONSEÑOR MIGUEL CABREJOS ACOGE EN LA CATEDRAL DE TRUJILLO RESTOS DEL PATRIOTA TORRE TAGLE Y ESPOSA


DISCURSO DE MONSEÑOR MIGUEL CABREJOS POR EL BICENTENARIO DE LA INDEPENDENCIA EN EL NORTE PERUANO, CON MOTIVO DEL ENTIERRO DE LAS EXEQUIAS DE DON JOSÉ BERNARDO DE TORRE TAGLE Y DOÑA MARIANA ECHEVARRIA DE TORRE TAGLE EN LA CRIPTA DE LA CATEDRAL DE TRU
JILLO

 

Queridos hermanos y hermanas:

 

Hoy, 29 de diciembre, conmemoramos el bicentenario de la Independencia de Trujillo, Norte peruano, piedra angular de la gesta emancipadora de nuestro país.

 

I.                   Don José Bernardo Torre Tagle

 

En este bicentenario recordamos a Don José Bernardo de Tagle y Portocarrero, intendente de Trujillo en 1820, quien luego ejerció el gobierno de la República del Perú durante cuatro períodos, entre 1822 y 1824, en momentos muy difíciles y fundamentales para el naciente Estado peruano, gestando un liderazgo pionero en Trujillo, al servicio del prójimo y del bien común. El 16 de agosto de 1823, fue elegido Presidente de la República por el Primer Congreso del Perú, reunido en Lima, presidido por Francisco Javier de Luna Pizarro, posteriormente Arzobispo de Lima.

 

Don Torre Tagle, desarrolló "una clara conciencia de su ser peruano", y su vida "no es ajena al fenómeno precursor"[1]. En diciembre de 1820, tomó abierto partido por la insurgencia, muy probablemente influenciado por la carta de Don José de San Martín y sin duda conociendo ya los movimientos de los patriotas lambayecanos. Su participación fue central en el proceso emancipador, pues no sólo declara la independencia de Trujillo, sino que impulsa las de las intendencias de Piura, Cajamarca y Moyobamba. Fallece el 23 de setiembre de 1825 en el Callao, a los 46 años de edad.

II.                Trujillo en 1820, grito libertario.

Los movimientos independentistas y las intenciones libertarias en el norte peruano en las que resaltaban los lambayecanos, estuvieron desde mucho antes de la llegada de Don José de San Martín al Perú.  En ellas destaca el prócer Juan Manuel Iturregui y Aguilarte, quien entre 1812 y 1817 había estudiado en el entonces Real Convictorio de San Carlos.

Al llegar la Expedición Libertadora a Pisco, la relación entre los patriotas del norte y el general José de San Martín se hizo mucho más fluida.  Para entonces, Torre Tagle ya había decidido tomar partido por la Patria, convocando el Cabildo Abierto del 24 de diciembre de 1820, en el que pronunció un enérgico y sentido discurso. Sus acciones posteriores permitieron las declaraciones de independencia de Trujillo, Piura, Cajamarca y Moyobamba. El 27 de diciembre del mismo año, el pueblo trujillano se reunió en la plaza y dio un gran grito que infundió temor entre los realistas, el grito libertario.

El Acta de la Independencia de la Intendencia de Trujillo fue firmada en la Capilla del Colegio Seminario San Carlos y San Marcelo, el 29 de diciembre de 1820, cuando en la noche previa flameó la primera bandera nacional.

La ceremonia solemne de declaración de la independencia se efectuó en la galería del Ayuntamiento y Torre Tagle exclamó: "Felices moradores de esta provincia, ya sois libres, ya sois independientes. Prorrumpid pues, a imitación de vuestro gobernador y general, en tonos modulares de gozoso entusiasmo, en festivas aclamaciones de ¡Viva la Patria!, ¡Viva la Independencia!, ¡Viva la Unión y Libertad!"[2].

 

III.             La Iglesia Católica y la nación peruana

La Iglesia católica contribuyó con la gesta emancipadora con próceres destacados, entre ellos el Padre Toribio Rodríguez de Mendoza quien fue Rector del Real Convictorio de San Carlos que contribuyó a la formación de liderazgos patriotas, varios de los cuales estuvieron en la gesta del Norte peruano.

A nivel eclesiástico, en el siglo XIX, en el momento de la Independencia, la Iglesia católica contaba sólo con las diócesis de Lima, Cuzco, Trujillo, Arequipa, Huamanga y Maynas-Chachapoyas; esto es, seis (6) en total. Hoy, en 2020, las jurisdicciones eclesiásticas son 46, incluyendo al Obispado Castrense

Jorge Basadre reconoce que la Iglesia tuvo una significativa contribución en la perspectiva de vida peruana que se concretó en un ideal de superación individual y colectiva que debía ser obtenido por el aprovechamiento de sus riquezas, la defensa y acrecentamiento de su población, la creación de un mínimo de bienestar para cada ciudadano y de oportunidades adecuadas para todos.   Las formas de materializarla eran, por un lado, la preocupación ideológica, espiritual, tendiente a la afirmación patriótica de la nacionalidad; y por otro la búsqueda del desarrollo material del país[3].

El mismo General San Martín propuso a Santa Rosa de Lima como Patrona de la Orden del Sol, institución creada con el objetivo de premiar los servicios que personas civiles y militares hubieran realizado en favor de la emancipación nacional. Por otro lado, San José fue declarado Patrono de la República del Perú en1828 por el Congreso Constituyente, restituyendo la fiesta del Santo Patriarca en el calendario de fiestas de guardar.

Preclaros padres de la patria fueron clérigos, tales como Francisco Javier de Luna Pizarro, Bartolomé Herrera, Deán Valdivia. Basadre mismo sostiene que el sacerdocio en el Perú contribuyó a fundar la Patria; alentó a los libertadores; estuvo íntimamente ligado tanto a la vida pública como a la vida social y privada; trabajando por la cultura, orientando desde el aula y la tribuna, defendiendo los más altos valores espirituales y morales, compartiendo las grandes festividades y los más luctuosos momentos de la nacionalidad.

La Iglesia en la época y posteriormente promovió la escolarización de los hermanos indígenas, la educación gratuita propiciada por el Estado, la incorporación de las artes plásticas y musicales a través de la educación, creando centros de educación básica y universitaria, impulsando la enseñanza técnica, la educación secundaria, profesional y superior femenina, la educación de huérfanos, la educación de adultos, el sindicalismo apostólico de profesores; renovando la formación pedagógica, así como la participación de los padres de familia en la escuela, aportando con eminentes educadores y educadoras.

También la Iglesia jugó un rol clave en la fundación de las ciudades, el cuidado de las fronteras, la organización de Monasterios y conventos, así como Concilios, Juntas, Sínodos, que permitieron el desempeño territorial de la República con la incansable labor de los Misioneros y de maestros en el arte, la arquitectura, la escultura, la pintura, la lingüística.

 

Sobresalieron desde mucho antes Santos, beatos, siervos de Dios con conmovedora labor caritativa y social.  Las propias Fiestas patronales fueron convertidas en patrimonio cultural y genuinas expresiones de religiosidad popular y de veneración mariana como es el Caso de la Virgencita de La Puerta. Todo esto lo resaltó el Papa Francisco en su visita a Trujillo en enero de 2018, refiriéndose al Perú como "tierra ensantada".

 

La Nación peruana y la Iglesia fueron, son y serán aliadas en los tiempos actuales. Caminemos juntos inspirándonos en las nuevas perspectivas de la sinodalidad, expresión eclesial que hace referencia al caminar-juntos (syn – odos). El propio Papa Francisco en Trujillo nos dijo que…"el alma de una comunidad se mide en cómo logra unirse para enfrentar los momentos difíciles, de adversidad para mantener viva la esperanza…"en el amor que se tengan los unos a los otros" (Jn 13,35).[4]

 

IV.             Caminemos juntos hacia el desarrollo humano integral y solidario.

 

El Papa Francisco en la Encíclica Fratelli Tutti resalta la amistad social que debemos cultivar con esmero; amistad que no excluye a nadie, sino que incluye, pues la fraternidad está abierta a todos (Cfr.FT 94), en la medida en que nos preocupemos los unos por los otros (Cfr.FT 96).

Caminar hacia un crecimiento genuino e integral (Cfr. FT 113) es en sí un llamado a la solidaridad, a pensar y actuar en términos de comunidad, reconociendo la prioridad de la vida digna de todos. La Solidaridad es luchar contra las causas estructurales de la pobreza, de la desigualdad, de la falta de trabajo, de tierra y de vivienda, contra la negación de los derechos sociales y laborales (Cfr. FT 116).

El verdadero desarrollo tiene que asegurar los derechos humanos, personales y sociales, económicos y políticos, incluidos los derechos de las naciones y de los pueblos (Cfr. FT 122).

Hoy como ayer, recordando la gesta emancipadora, la fraternidad y la amistad social nos convoca a ser hombres y mujeres con amor político, capaces de integrar la economía a un proyecto político social, cultural y popular (Cfr. FT 154). Hoy el país necesita una política que esté al servicio del verdadero bien común. Una política con ética.

Para lograrlo, debemos asumir la cultura del diálogo, de la colaboración recíproca, pero con la convicción que solo identificándonos con los últimos llegaremos a ser hermanos de todos.

 

Don José Bernardo Torre Tagle y Doña Mariana Echevarría de Tagle que soñaron con un país libre y unido, descansen en Paz y que el Dios de la Vida y la Santísima Virgen de la Puerta nos iluminen en la gesta de un Perú renovado en que todos especialmente los más pobres y marginados, puedan vivir con dignidad. 

 

Paz y Bien.

 

Monseñor Miguel Cabrejos Vidarte OFM

Arzobispo Metropolitano de Trujillo

Presidente de la Conferencia Episcopal Peruana

Presidente del CELAM.

 

29 diciembre 2020

 



[1] CASTRO, José Luis: "El Marqués Bernardo de Torre Tagle, ¿patriota o traidor?, Torre Tagle y la Independencia de Lambayeque en: Revista Archivo General de la Nación 2017 No. 32.

[2] Ortiz de Zevallos, Javier: "Trujillanos memorables" en R. Cavero Egúsquiza, "Páginas de la historia sanmartiniana en el Perú, Antología 1820-1822 Lima, Perú Industrial, 1970, pág. 129

[3] Cfr. Basadre, Jorge, Historia de la República del Perú, 1822-1933. Tomo I, El Comercio.

[4] Homilía del Papa Francisco, Eucaristía en Huanchaco. 

CUSTODIOS DEL PATRIMONIO EN VÍSPERAS DEL BICENTENARIO EN EL PERÚ

CUSTODIOS DEL PATRIMONIO EN VÍSPERAS DEL BICENTENARIO

VI ENCUENTRO DE RESPONSABLES DE BIENES CULTURALES 2020

 

El año 2020 siempre será recordado en todos los ámbitos de la sociedad como una época de cambios y adaptaciones producto de la pandemia del covid 19, pero esta no mermó la actitud beligerante de muchos peruanos en la defensa del Patrimonio Cultural, tanto material e inmaterial. Ante ello, la Comisión Episcopal para la Educación, Cultura y Bienes Culturales de la Conferencia Episcopal Peruana en trabajo conjunto con sus Miembros Consultores llevaron a cabo la realización del  VI Encuentro de Responsables de Bienes Culturales, bajo el lema: "Vio entonces Dios todo lo que había hecho, y era muy bueno". Evento realizado los días 11 y 13 de noviembre, en forma virtual, que congregó a 113 participantes, entre religiosos y laicos, provenientes de las diversas jurisdicciones eclesiásticas del Perú,  así como de América Latina y Europa.

 

 

Bajo la presencia del Señor, este encuentro fue inaugurado por Mons. Robert Prevost, OSA, Obispo de Chiclayo, Administrador Apostólico de la Diócesis del Callao y Presidente de esta Comisión quien además presentó a los Miembros Consultores para todo tipo de apoyo en las diferentes jurisdicciones.

 

En la primera jornada se desarrollaron tres ponencias, siendo la inicial "La importancia del registro de los bienes culturales" a cargo de la Dra. Cecilia Bákula quien enfatizó la relación que tiene la fe y devoción con el patrimonio que resguarda la Iglesia y a partir de ello, crear conciencia en el pueblo para preservarlo. El registro de un bien conlleva a integrar tres aspectos: objeto, materia y valor simbólico, los cuales permiten que esta labor no sea de escritorio sino de trascendencia. Además afirmó la necesidad de hacerlo porque si se sustrae uno de estos bienes no se pierde un objeto, sino un eslabón en la evangelización, en la comprensión de la identidad católica del Perú.

 

La segunda ponencia fue la referida a la "Presentación del manual de instrucciones" dirigida por las consultoras de la Comisión Episcopal de bienes culturales Lic. Emma Montalvo, Arq. Liliana Saldívar y Lic. Cynthia Gonzales, dando a conocer las nuevas propuestas de conservación y preservación de los bienes que custodia la Iglesia en el Perú, así como el trabajo conjunto con instituciones relacionadas al rubro. El preciado documento actualiza y completa al que ha servido durante varios años a la Comisión. Tanto por los responsables del mismo como por cuantos participantes constataron la valía del mismo se espera que en breve se publique, difunda y se convierta en práctico manual que usen todos los que buscan un compromiso real con la custodia de nuestro patrimonio.

La conclusión del primer día se dio con la ponencia presentada por el Sr. Francisco Vargas, Jefe del Centro de Restauración de la Dirección Descentralizada Cusco - Ministerio de Cultura denominada "Procesos para la elaboración de expediente técnico para la conservación y restauración de bienes culturales muebles" mediante la cual proporcionó los lineamientos para preservar un bien cultural a través de su experiencia laboral.

 

La segunda jornada comenzó recordando los 1666 años del natalicio de san Agustín, el gran Maestro de la Interioridad, y se presentaron cuatro ponencias. La primera ponencia "El marco jurídico representado por el Acuerdo Santa Sede – Perú" fue ejecutada  del Dr. Juan José Ruda Santolaria mostrando las directrices legales para ejecutar  labores de conservación, catalogación y mantenimiento de los bienes de la iglesia teniendo presente el Concordato o acuerdo de colaboración para el mayor bien de la vida religiosa y civil de la Nación firmado el 26 de julio de 1980. Luego se prosiguió con la ponencia "Informe del Convenio Marco" desarrollada por la Dra. Mariela Pérez, Asesora de la Dirección General de Patrimonio Cultural del Ministerio de Cultura y del Dr. Pedro Bustamante, Asesor Legal de la Conferencia Episcopal Peruana, quienes detallaron los avances del trabajo interdisciplinario entre el Ministerio de Cultura y la Conferencia Episcopal Peruana en los ámbitos de prevención, conservación y restauración.

 

El Dr. José Antonio Benito, miembro consultor de la Comisión Episcopal, presentó como tercera ponencia el "Significado histórico del Bicentenario: Un Patrimonio que nos desafía" quien animó a los participantes desde sus iniciativas personales, académicas, investigativas y corporativas a celebrar esta gran Fiesta Nacional como un proyecto integrador. Para ello nos invita a vivir, valorar y difundir el pasado, presente y futuro del Perú. Finalizó presentando el proyecto de la Comisión de Bienes Culturales frente a este acontecimiento referido al aporte de la Iglesia en el  desarrollo de la Educación en nuestro país. La última ponencia referida a las "Experiencias de algunas jurisdicciones" dio a conocer el trabajo pormenorizado en favor del patrimonio eclesial del "Arzobispado de Arequipa" a cargo de la Sra. Lucía Pastor, del "Museo de la Catedral de Lima y Palacio Arzobispal" a cargo del Sr. Fernando López, miembro consultor del área de bienes culturales de la Conferencia Episcopal y del "Monasterio de Santa Teresa de Arequipa" a cargo de Sr. Franz Grupp.

 

El Congreso fue clausurado por el P. Rubén Risco Torres, Secretario Ejecutivo de la Comisión Episcopal quien agradeció en nombre de Monseñor Prevost e invitó a no bajar la guardia en lo referente a la preservación del patrimonio en las diferentes Arquidiócesis y Diócesis del Perú.

 

Un buen empujón para que en todas las demarcaciones eclesiales se constituya un equipo responsable que haga realidad el sueño del Papa Juan Pablo II cuando al cruzar el umbral del nuevo milenio insistió en catalogar, custodiar, promover el formidable tesoro de los bienes culturales religiosos. Los más de cien participantes así lo han manifestado. Un medio estupendo será la difusión y aplicación del MANUAL DE INSTRUCCIONES. 

martes, 5 de enero de 2021

Santas Iglesias del Rímac: Santa Liberata y el Patrocinio



 SANTAS IGLESIAS DEL RIMAC  

En el cataclismo de 1746 Santa Liberata habría cubierto con el manto su iglesia recientemente inaugurada en la Alameda de los Descalzos. Eran tiempos de mucha devoción, con olor a santidad, pues, el lugar fue frecuentado en los siglos anteriores por San Francisco Solano, San Juan Masías y seguramente  por Santa Rosa de Lima y San Martín de Porres.

En el siglo XX los sismos la sacudieron y el edificio ha sufrido daños en su estructura sucesivamente.

Las crónicas señalan que antes existió en su lugar un huerto de naranjos. La iglesia se levantó en 1711 en desagravio al Santísimo, terminándose de construir en 1716. Según la tradición el robo de un copón de oro, donde se guardaba las hostias consagradas en la Catedral de Lima, lo convirtió en lugar santo. El escándalo fue general, las iglesias no dejaban de doblar y las investigaciones en los barrios y galpones se sucedieron unos a otros.

El acto sacrílego tuvo lugar a principios del siglo XVIII cuando corrían los veinte primeros días  de enero de 1711. Por esa fecha se presentó un joven bien vestido al cura del Sagrario y le pidió que le dejara buscar una partida de bautismo. Concedido el permiso se quedó solo, buscando en los libros parroquiales. El interesado, según los datos recogidos por el tradicionista don Ricardo Palma, era Fernando Hurtado de Chávez. 'Un dechado de vicios', que 'cantaba en 'El Pollito y el Agua Rica', trovas de moda con más salero que los comediantes de la tonadilla, que 'para bailar el punto y las mollares tenía una desvergüenza que pasaba de castaño claro', que empinaba el codo bebiendo el zumo de parra con más ardor que los campos la lluvia del cielo y que era capaz de tirar puñaladas hasta con el gallo de la Pasión, que  quiquiriqueaba regio'.


El cantor tahúr aprovechó el descuido del registrador para llevarse bajo su chambergo el santo píxide. Nadie se dio cuenta hasta la mañana del 31 en que se necesitó administrar el viático a un moribundo. En ese momento  se descubrió la sustracción. Está demás recalcar el revuelo que se armó. Se suspendieron todas las fiestas y se iniciaron rogativas en todas las iglesias para que cayera el ladrón. El ilustrísimo Virrey Obispo Diego Ladrón de Guevara, de la casa y familia de los duques del Infantado, 'echó tras el criminal toda una jauría de alguaciles y oficiales.'

Las órdenes religiosas desesperaban por encontrar el copón y a los delincuentes cuando un pulpero, el catalán Jaime Albites, según Palma, descubrió al ladrón. Hurtado Chávez fue a venderle por una bicoca las crucecitas de la tapa. Apresado confeso su delito y declaro  que lo había escondido en el Altar de la Sacristía de San Francisco. Sobre el destino de las Sagradas Formas no pudo dar razón. Sólo recordaba que las había enterrado  envueltas en un papel al pie de un naranjo, en una huerta de la Alameda de los Descalzos.

Un negrito de ocho años de edad, Tomas Moya o Mollo, identificó el árbol donde vio arrodillado al ladrón días atrás en forma sospechosa. Al recobrar las hostias el negrito recibió su carta de libertad como premio pagando el  cabildo 400 pesos por él a su amo.

En el sitio donde estuvieron las Sagradas Formas se encuentra el Altar Mayor de Santa Liberata. Así figura en una placa que existe en su bóveda. La iglesia recibió ese nombre por ser ella Patrona de Siguenza, la ciudad donde nació el virrey. Los camilos edificaron a su costado un convento diminuto que llegó a ser casa de estudios. Un día el convento se convirtió en parroquia. Entre los cuadros de la iglesia hay uno que reproduce la escena del hallazgo de las Hostias. Es documental porque muestra la alameda de aquellos años.

El Señor del Rímac que sale en procesión el mismo mes del Señor de los Milagros tiene allí su capilla.

Su imagen, pintada en un lienzo fue encontrada por unos chiquillos en el Solar del Limoncillo, donde corría una acequia del mismo nombre. Una versión dice que la pintura estuvo sumergida en el agua, sin arruinarse; y, otra, que la sacaron de un hoyo que había en el suelo.

El lienzo milagroso es pequeño y está en el Altar Mayor. El que sale en procesión es una copia. Es el único Cristo del Perú que tiene un bastón de mariscal, regalo del Mariscal Oscar R. Benavides. La pieza tiene adornos de plata y piedras preciosas.

En el Patrocinio, edificado en el lado opuesto de la alameda se conserva la silla de San Juan Masías, lego dominico, beato hasta el año de 1975 en que subió a los altares. En el virreinato las señoras embrazadas se sentaban en la silla frailera rogándole al bienaventurado que les concediera un hijo. En esos tiempos el varón era muy deseado por los padres porque podía heredar el mayorazgo si eran nobles, seguir la carrera militar, hacerse cura o leguleyo, de ser segundón. En la actualidad hay señoras que todavía se sientan en la silla milagrera, pero sólo para pedirle un parto feliz. Las mujeres ya no están en desventaja.

El recuerdo de San Juan Masías, natural de la villa de Rivera del Fresno, Extremadura, España, se venera en el Patrocinio donde transcurrió su vida, y que a fines del siglo XVI era huerta de don Pedro Jiménez Menacho. El santo trabajó pastando ovejas y encargándose del cuidado de los frutales. Según la leyenda el Apóstol San Juan le cuidaba el ganado mientras él rezaba en su choza.

Se dice que en la huerta había un naranjo donde grabó una cruz en 1670. Después de su muerte, el arrendatario Juan Peláez mandó cortar el árbol y aparecieron en su corteza dos cruces perfectas de una cuarta que fueron llevadas a la igleia de la Guita y Copacabana. Del naranjo sacaron más tarde hasta doscientas cruces que repartieron entre los fieles.

El beato fue canonizado por un milagro que realizó en España. Multiplicó el arroz que había en la olla  la olla de un asilo hasta que todos los pobres quedaron satisfechos. Después de varios siglos de expedientes para el santo estaba casi terminado. Sólo le faltaba aquel empujoncito.

La iglesia y el monasterio de la Virgen del Patrocinio se construyeron en 1681. Según sus reglas el número de monjas no debía pasar de quince teniéndose en cuenta los quince misterios del Santísimo Rosario que rezaba Santa Rosa de Lima. La elección de su nombre fue providencial. Se barajaban posibilidades cuando llegó un marino para entregar una imagen diminuta de la misma, afirmando que en sueños se le había revelado ordenándole que la llevara al que sería su convento y dejándole las señas del mismo.

La Virgen del altar Mayor es una copia de la auténtica que está en el coro. Las obras de construcción se acabaron en 1734 y el autor fue el maestro albañil Juan José Aspur.

Alfonsina Barrionuevo<miskha100@gmail.com.

lunes, 4 de enero de 2021

EL NACIMIENTO MECATRÓNICO DEL BICENTENARIO de la POLICÍA EN AREQUIPA

EL NACIMIENTO MECATRÓNICO DEL BICENTENARIO de la POLICÍA EN AREQUIPA

Amigos, de veras que merece la pena viajar a la Blanca Ciudad, la Roma del Perú, aunque solo fuese para contemplar esta creativa iniciativa  de la Unidad de Servicios Especiales (USE) de la Policía Nacional de Arequipa en su sede de Palacio Viejo en el corazón de la aguerrida y tierna ciudad del León del Sur. Su mejor propaganda la constituye la cola que hay que guardar para entrar y la posible visión de pie si se llega tarde.

Me refiero al nacimiento mecatrónico de la Policía que ya se está convirtiendo en un atractivo tradicional por Navidad. Sus cuatrocientas simpáticas figuras en cuarenta estampas se mueven gráciles al ritmo de la luz y del sonido.

Destaca, por supuesto, el motivo central, el misterio con el Niño Dios, María y José, acompañados de los integrantes relatados por el Evangelio como los pastores y los magos, todo ello como incrustado, insertado, inculturado en la historia arequipeña.

Comienza narrando la verdadera historia bíblica, la sucedida hace 2020 años, presentándonos una ingenua anunciación, seguida de la visitación, que culminan con el Nacimiento acompañado de la solemne música del aleluya de Haendel.

Una vez recibida la Buena Nueva, Arequipa despierta y se presenta para adorar al Niño, discurriendo por lo más representativo de su historia y su folclore, como se muestra en la chichería o picantería, la escena de la pelea de toros, la vista de sus bellos monumentos, la presencia de sus personajes más representativos, su música, su danza.

La muestra nos sorprende gratamente con un guiño a la realidad de la covid 19 y el decidido compromiso de la Policía con los enfermos, evidenciado en el aparatoso rescate de un enfermo que es trasladado en helicóptero para brindarle el debido cuidado, sobre todo de oxígeno, en un hospital cercano. No olvida el guión la histórica fecha del Bicentenario apelando a sus protagonistas y el homenaje de la Policía.

De veras conmovedor este magnífico espectáculo que nos cautiva por su sencillez y austeridad, colorido y bien relatado.

Destaco por último la fuerza y el calor de la voz del monitor, miembro de la Policía, que va narrando los hechos con tanta emoción que nos mete –literalmente- en la escena y que no olvidó compartirnos la razón del evento: Celebrar la auténtica Navidad, recordando el acontecimiento bimilenario del nacimiento de Cristo y apelando a la solidaridad para apoyar la obra social de la Policía con varios niños huérfanos. ¡Quién se va a negar? Todos lo hacían agradecidos y con el mayor gusto.

¡No se lo pierdan! Pasen la voz

José Antonio Benito