lunes, 21 de diciembre de 2020

FELIZ NAVIDAD 2020. J.A. BENITO

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Lima 21 de diciembre 2020

 

Queridos amigos:

 

En esta Navidad tan especial hago mías las palabras de Francisco en su reciente encíclica para actualizar y renovar nuestro contacto con los mejores deseos de santa y feliz Navidad.

Que el nuevo año, el del Bicentenario para el Perú, el de San José para el mundo entero, sea un estímulo para ser custodios de la creación, de nuestra familia y de la humanidad entera.

Les comparto el bello poema del P. Javier Leoz, navarro, que nos invita a vivir la Navidad auténtica que deseo para todos.

Las ilustraciones corresponden al Belén premiado en el concurso 2020, el de mi casa, san José patrono del Perú.

Muy cordialmente

 

José Antonio Benito

https://jabenito.blogspot.com/

https://perucatolico.com/c/la-iglesia-ante-el-bicentenario

 

Fratelli tutti», escribía san Francisco de Asís para dirigirse a todos los hermanos y las hermanas, y proponerles una forma de vida con sabor a Evangelio… un amor que va más allá de las barreras de la geografía y del espacio. Allí declara feliz a quien ame al otro «tanto a su hermano cuando está lejos de él como cuando está junto a él». Con estas pocas y sencillas palabras expresó lo esencial de una fraternidad abierta, que permite reconocer, valorar y amar a cada persona más allá de la cercanía física, más allá del lugar del universo donde haya nacido o donde habite (n.1).

Este santo del amor fraterno, de la sencillez y de la alegría… que se sentía hermano del sol, del mar y del viento, se sabía todavía más unido a los que eran de su propia carne. Sembró paz por todas partes y caminó cerca de los pobres, de los abandonados, de los enfermos, de los descartados, de los últimos (n.2). Él no hacía la guerra dialéctica imponiendo doctrinas, sino que comunicaba el amor de Dios. Había entendido que «Dios es amor, y el que permanece en el amor permanece en Dios» (1 Jn 4,16) (n.4)

"La Iglesia es una casa con las puertas abiertas, porque es madre. Y como María, la Madre de Jesús, «queremos ser una Iglesia que sirve, que sale de casa, que sale de sus templos, que sale de sus sacristías, para acompañar la vida, sostener la esperanza, ser signo de unidad […] para tender puentes, romper muros, sembrar reconciliación» (n.276)

Para muchos cristianos, este camino de fraternidad tiene también una madre, llamada María. ella recibió ante la cruz esta maternidad universal (cf. Jn 19,26) y está atenta no sólo a Jesús sino también «al resto de sus descendientes» (Ap 12,17). ella, con el poder del resucitado, quiere parir un mundo nuevo, donde todos seamos hermanos, donde haya lugar para cada descartado de nuestras sociedades, donde resplandezcan la justicia y la paz (n.278)

(Carlos de Foucauld) Él fue orientando su sueño de una entrega total a Dios hacia una identificación con los últimos, abandonados en lo profundo del desierto africano. En ese contexto expresaba sus deseos de sentir a cualquier ser humano como un hermano, y pedía a un amigo: «Ruegue a Dios para que yo sea realmente el hermano de todos». Quería ser, en definitiva, «el hermano universal». Pero sólo identificándose con los últimos llegó a ser hermano de todos. Que Dios inspire ese sueño en cada uno de nosotros (n.287).

(Oración final) Señor y Padre de la humanidad, que creaste a todos los seres humanos con la misma dignidad, infunde en nuestros corazones un espíritu fraternal… Que nuestro corazón se abra a todos los pueblos y naciones de la tierra, para reconocer el bien y la belleza que sembraste en cada uno, para estrechar lazos de unidad … de esperanzas compartidas… Ven, Espíritu Santo, muéstranos tu hermosura reflejada en todos los pueblos de la tierra, para descubrir que todos son importantes… que son rostros diferentes de la misma humanidad que amas. Amén.

 

sábado, 12 de diciembre de 2020

PREMIO SANTO TORIBIO 2020 en la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima


PREMIO SANTO TORIBIO 2020 en la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima

 Me complace compartir el listado general de los trabajos elaborados por los alumnos del CURSO: CÁTEDRA DE SANTO TORIBIO que han expuesto brillantemente los dos últimos días del curso.

Tal como propone SUNEDU y CONCYTEP la investigación debe ser una tarea asumida tanto por docentes como alumnos. En el presente curso se ha buscado y logrado en parte este objetivo prioritario.

Los trabajos pasan a formar parte del repositario del Instituto de Estudios Toribianos.

En esta edición, se eligieron cuatro trabajos finalistas entre los mejores para los que se contó con la evaluación de un equipo formado por una docente de nuestra institución, la Dra. Rosa Carrasco, por otra de la Universidad Complutense, Dra. Eva Bautista Ruiz, junto a la de mi persona como director del Instituto de Estudios Toribianos. Por unanimidad se otorgó el PREMIO SANTO TORIBIO 2020 al trabajo titulado "LA TERCERA VISITA GENERAL: CONSUMACIÓN GLORIOSA DE LA VIDA Y OBRA DE SANTO TORIBIO ALFONSO DE MOGROVEJO" del alumno FERNANDO ANDRÉ DÍAZ OLAZÁBAL, agustino recoleto.

Ante la imposibilidad de entregarle el premio de modo presencial se hace de modo virtual el lunes 14, en el momento del examen final.

Se comparte la relación de los trabajos elaborados y la síntesis del galardonado.

Felicitaciones y saludos cordiales

José Antonio Benito

1.   Aarón André YOVERA

EVANGELIZACIÓN MERCEDARIA EN LA LIMA DE SANTO TORIBIO (1586 – 1606)

2.   Alex MOYA COASACA

LA EVANGELIZACION DE LOS FRANCISCANOS EN LA ÉPOCA DE SANTO TORIBIO DE MOGROVEJO

3.   Andrés CONDORI

MERCEDARIOS ILUSTRES EN TIEMPO DE SANTO TORIBIO DE MOGROVEJO

4.   CRISTHIAN ROJAS FAC

LA PROVIDENCIA DIVINA en SANTO TORIBIO

5.   Cristina TACO DELGADO

LA DIGNIDAD DEL INDÍGENA EN EL PROCESO EVANGELIZADOR APLICADO EN EL TERCER CONCILIO LIM

6.   Diana VILLARREAL TR

UNA LLAMADA EN EL CAMINO DE LA VIDA DE SANTO TORIBIO DE MOGROVEJO

7.   ELBER COTRINA ALARC

FORMACIÓN JURÍDICA Y LA PRAXIS DEL TERCER CONCILIO LIMENSE EN SANTO TORIBIO

8.   Fernando DÍAZ OLAZÁBAL

LA TERCERA VISITA GENERAL: CONSUMACIÓN GLORIOSA DE LA VIDA Y OBRA DE SANTO TORIBIO ALFONSO DE MOGROVEJO

9.   Franklin PEÑA CAMPOS

SANTO TORIBIO, PASTOR Y PROMOTOR DE LOS DERECHOS DE LOS INDIOS. UNA APROXIMACIÓN A PARTIR DEL III CONCILIO LIMENSE.

10.                GUSTAVO CHAVEZ BASURTO

ALGUNAS CARACTERÍSTICAS ECLESIOLÓGICAS DE LA ACTIVIDAD PASTORAL DE SANTO TORIBIO.

11.                Héctor CARREÑO GALECIO

SANTO TORIBIO DE MOGROVEJO: JURISTA, TEÓLOGO Y PASTOR

12.                JOSE ROMERO TO

EL ARTE EN EL PROCESO DE EVANGELIZACIÓN Y CANONIZACIÓN DE SANTO TORIBIO DE MOGROVEJO"

13.                JUANMANUEL ESPINOZA SARMIENTO

LOS APORTES DEL III CONCILIO LÍMENSE AL DESARROLLO DE LA IGLESIA DEL NUEVO MUNDO.

14.                JUNIOR BLAS RAMOS

LA EXPERIENCIA EUCARÍSTICA DE SANTO TORIBIO DE MOGROVEJO

15.                Luis CALDAS LOPEZ

TORIBIO DE MOGROVEJO COMO "DEFENSOR DE INDIOS": LUCES SOCIALES Y PASTORALES DEL SÍNODO DE PISCOBAMBA CON RESPECTO A LA SITUACIÓN DEL INDIO

16.                LUIS LA JARA GONZALES

SANTO TORIBIO Y LA EUCARISTÍA EN EL TERCER CONCILIO LIMENSE

17.                LUIS SARMIENTO CHARPENTIER

SANTO TORIBIO DE MOGROVEJO Y SU ACCIÓN PASTORAL EN LIMA

18.                MELQUIADIS HUAMÁN ZURITA

SANTO TORIBIO Y SU AMOR A LOS POBRES Y A LOS INDIOS

19.                Nilton GUERRERO MELENDRES

SANTO TORIBIO DE MOGROVEJO: UNA ENSEÑANZA SIEMPRE ACTUAL

20.Rafael HURTADO MENA

NUEVO DIRECTORIO CATEQUÉTICO 2020:RESONANCIAS PASTORALES DE LA OBRA MISIONAL-APOSTÓLICA DE TORIBIO DE MOGROVEJO

21.Ricardo PORTUGAL CORI

MÉTODOS DEL MODELO DE LA PRIMERA EVANGELIZACIÓN, EL DISCÍPULO Y MISIONERO, TORIBIO DE MOGROVEJO

22.Sonilda OSCCO

SANTO TORIBIO RELACIÓN CON DIOS POR MEDIO DE LA ORACIÓN

23.Úrsula Marín

LA PASTORAL SACRAMENTAL EN EL TERCER CONCILIO LIMENSE

 

ARTÍCULO GALARDONADO:

Título: LA TERCERA VISITA GENERAL: CONSUMACIÓN GLORIOSA DE LA VIDA Y OBRA DE SANTO TORIBIO ALFONSO DE MOGROVEJO.

Autor: FERNANDO ANDRÉ DÍAZ OLAZÁBAL

SUMARIO

Introducción

 

Capítulo 1: Inicios y nombramiento de Toribio Alfonso al Episcopado peruano

 

Capítulo 2: Despliegue administrativo y misionero de su Episcopado

 

Capítulo 3: La misión del Arzobispo Toribio y la defensa indígena

 

Capítulo 4: la Tercera Visita General rumbo a una muerte gloriosa

 

Conclusiones

 

INTRODUCCIÓN

 

Mucho se ha escrito sobre el Patrono del Episcopado latinoamericano, el gran Santo Toribio de Mogrovejo. Pero aun así, a pesar de todo lo que se ha escrito sobre él, no es suficiente para expresar la grandeza de este gran siervo del Señor, que dedicó su vida a cumplir con fidelidad lo que el Dios le mandaba, siempre en bien de la Iglesia.

Muchos son los atributos y virtudes con que se puede describir a este hombre de Dios, Padre, Pastor, misionero, evangelizador por naturaleza. Siempre entregado a su misión y dándose generosamente en bien de los demás.

El presente proyecto pretende describir y mostrar este camino trazado por Santo Toribio a lo largo de sus años como arzobispo de Lima, y en especial la labor pastoral que desempeñó en sus visitas generales. Con ellas, nuestro pastor tuvo el objetivo de conocer las tierras que el Señor le encomendó, y a esta misión se entregó con todo su ser. Él trazó con su vida el modelo sobre el que se debe basar la gestión de las presentes y futuras generaciones episcopales, y por ello, ahora lo honramos como modelo de pastor y fuente de inspiración de amor por la defensa de los más necesitados y oprimidos.

De esta manera, desarrollamos con estas líneas un itinerario histórico – teológico de los principales sucesos de la vida y obra de nuestro santo arzobispo, enfocándonos principalmente en los recorridos que hizo por nuestro país, siempre desgastándose por sus fieles, y cómo esta incansable labor lo llevó a la feliz consumación de su vida, siendo precisamente cómo en una de sus visitas, Toribio Alfonso parte hacia la casa del Padre entre cantos de júbilo y esperanza, tras haber realizado y cumplido tan fielmente su obra en este mundo.

Dejémonos, pues, sumergir por la fascinante experiencia de este varón santo, e identifiquemos con ello el obrar de Dios en tan ilustre vida de este querido arzobispo de la Ciudad de los Reyes, cuyos restos reposan en su amada Catedral, y cuya memoria permanece viva en la memoria de tantas generaciones que recuerdan y celebran su labor como un regalo de Dios en esta bendita «tierra ensantada».

CONCLUSIÓN

Mucho hay que decir sobre Santo Toribio de Mogrovejo, gran Patrón del Episcopado Latinoamericano, gran Arzobispo de Lima, gran Padre defensor de los indígenas, gran amante de la justicia y la evangelización. Sería interminable la lista de atributos con que se puede denominar a este gran santo de Dios.

 

Vemos en su vida y testimonio un incansable trabajo en favor de los más necesitados e indefensos, vemos también su celo apostólico y su ardiente deseo de unir a estas almas con Dios. El mismo Toribio reconocía estos ideales de su labor pastoral, y describe así la labor de sus visitas pastorales: «Conociendo y apacentando mis ovejas, corrigiendo y remediando lo que ha parecido convenir, y predicando los domingos y fiestas a los indios y españoles, a cada uno en su lengua y confirmando mucho número de gentes […] y andando y caminando más de cinco mil y doscientas leguas, muchas veces a pie, por caminos muy fragosos y ríos, rompiendo por todas las dificultades y careciendo algunas veces yo y mi familia de cama y comida; entrando a partes remotas de indios cristianos que, de ordinario, traían guerra con los infieles, adonde ningún Prelado o Visitador había llegado»[1].

 

Así, Santo Toribio culmina su obra con gran dignidad, siempre apostando por la defensa de la dignidad de sus indígenas y buscando la conversión de todos sus fieles. Nunca escatimó esfuerzos por lograr tan excelente objetivo, de modo que incluso llegó a tener controversias con las autoridades civiles que buscaban reprimir y someter a las personas indefensas. Este Pastor siempre salió en su defensa, y buscó en todo momento recorrer su territorio encomendado para conocer a sus fieles y auxiliarlos con el alimento espiritual.

Sus visitas generales son consecuencia de ese gran celo pastoral que siempre impero en todo su ministerio episcopal, y como un regalo de Dios, tuvo el privilegio de encontrarse con Él precisamente durante tan ardua labor.

 

No cabe duda que Santo Toribio de Mogrovejo se entregó por entero a su pueblo, y con el amor paternal que siempre caracterizó su labor, amó y acogió a los suyos con el amor de Cristo.

Cabe terminar este breve proyecto recordando y sintiendo con el espíritu de Santo Toribio estas palabras que el poeta agustino Restituto del Valle le dedica con tanta dulzura, a propósito de su vida, muerte y misión, y que resumen con excelencia el objetivo de este documento:

 

Yace en su lecho de muerte,

el santo obispo de Lima,

todos lloran de tristeza

sólo él canta de alegría.

 

Volviendo el rostro en que impresa

quedó la visión divina,

así dice a un pobre monje

que lloraba de rodillas:

 

No me lloréis, buen hermano,

no lloréis por mi partida,

tañed el arpa y cantad,

cantad con voz de alegría,

que siento que Dios se acerca,

que siento que Dios me mira,

que me mira y que me llama,

que me llama y es mi dicha.

 

Tañed el arpa y cantemos,

que el alma presiente el día

y quiere al cielo volar,

cantando la nueva vida,

como llega en primavera

cantando la golondrina...

 

Tomó el arpa el religioso,

cantó con voz de alegría;

mientras el monje cantaba

el santo obispo de Lima

sentía en su corazón

las dulzuras infinitas.

 

Y en el jardín del convento,

entre la noche tranquila,

entonaba un ruiseñor

sus más dulces melodías.

 

Siguió cantando el buen monje,

al son del arpa querida.



[1] Cit. en Vargas Ugarte, R, Vida de Santo Toribio, 43.

sábado, 5 de diciembre de 2020

P. Carlos Rosell Libro de oraciones: Meditaciones, triduos y novenas, Lima 2020

P. Carlos Rosell Libro de oraciones: Meditaciones, triduos y novenas Santuario arquidiocesanos Señor de la Divina Misericordia, Lima, 2020, 188 pp

En la miseria de la plena pandemia el P. Carlos nos regala la misericordia de la felicidad plena de la oración. Como solía decir el P. Tomás Morales "no he nacido para el suelo, morada de dolor, he nacido para el cielo, he nacido para Dios". Y nuestro querido autor que tanto sabe del más allá por ciencia teología y práctica personal y pastoral ha querido y quiere adelantárnoslo aquí –en la Lima ensantada y apestada- y ahora –en este año de pandemia pero también de gracia porque el santuario que preside cumple jubilosamente 25 años.

En la presentación del librito recuerda con gratitud y afecto al pionero del santuario, P. José Haus, valorando su esfuerzo por convertirlo en verdadero lugar de espiritualidad. De igual modo, nos comparte su conmoción por la piedad ejemplar de sus fieles que acuden con fervor a rezar al Señor de la Divina Misericordia, acercándose al sacramento de la Confesión y participando de la Santa Misa.

Fiel a su misión pastoral de vivir el Año Litúrgico  al ritmo que marca la Iglesia, el P. Carlos ha venido elaborando subsidios de materiales de oración, meditación, celebración con el fin de lograr una mayor participación de los fieles, integrándolos siempre en la liturgia. Generoso como siempre, su autor ya lo compartió en las redes sociales, en fotocopias, pero con gran acierto y celo se agrupan en este libro armónico y coherente.

Podemos contar así, con tres meses (meditaciones para los 30 días) de María, del Sagrado Corazón de Jesús y de Santa Faustina; seis triduos dedicados a San José, la Virgen del Carmen, Santa Rosa de Lima, San Martín de Porres, Inmaculada, Guadalupe y la novena a santa Faustina. Culmina todo con una guía para rezar con mayor devoción el Santo Rosario. Los once apartados cuentan con una clara y precisa presentación que lleva a los fieles –como es característico- en el P. Carlos al encuentro con el Señor, abrevando en la fuente segura de la Palabra de Dios, los Santos Padres, el magisterio pontificio, su vida personal de oración, su celo pastoral, sin olvidar su chispa de gracia y buen humor. Y, siempre, colocándolo "en las manos tiernas y amorosas de María, Madre de misericordia, para que Ella nos haga personas de una auténtica oración, la cual, cuando es verdadera, siempre desemboca en obras concretas de misericordia" (p.16)

lunes, 30 de noviembre de 2020

LA INMACULADA EN LAHISTORIA DEL PERÚ

LA INMACULADA EN LA HISTORIA DEL PERÚ

 

José Antonio Benito

 

El 20 de enero del 2018 el Papa Francisco se refería a la Inmaculada Virgen de la Puerta como "Madre de la Misericordia y de Esperanza", que nos muestra el camino y nos señala la mejor defensa contra el mal de la indiferencia y la insensibilidad. Ella nos lleva a su Hijo y así nos invita a promover e irradiar una «cultura de la misericordia, basada en el redescubrimiento del encuentro con los demás: una cultura en la que ninguno mire al otro con indiferencia ni aparte la mirada cuando vea el sufrimiento de los hermanos». Magnífico intérprete de lo que ha sido su devoción como queremos compartir en esta nota y formidable estímulo de lo que debe ser.

La toponimia es sólo una firme expresión del sentir mariano del continente americano y en particular en Perú. Así, en el Valle del Colca hay un pueblo que lleva el nombre de la Inmaculada Concepción, el de Yanque, con un templo dedicado a María y que data del S.XVI. Otro, Lari, lleva el nombre de La Purísima Concepción. De igual modo, múltiples santuarios marianos del Perú están dedicados a esta advocación: el de Huanchaco y el de la Virgen de la Puerta de Otuxco, los dos en Trujillo; Nuestra Señora de Huambalpa y Nuestra Señora de los Socos, en Ayaucho; la Purísima de Quiquijana, en Cuzco con el nombre popular de la Linda, Nuestra Señora de la Concepción en Puno, la Inmaculada en Huancayo, desde donde se divisa el bellísimo Valle del Mantaro, Nuestra Señora Inmaculada de las Manitas en los benedictinos de Lurín, proveniente del antiguo Monasterio de las Cistercienses de Lima, o la piadosa imagen de la Inmaculada Concepción que se venera en una capilla contigua a la iglesia de San Francisco, bajo la advocación de Nuestra Señora del Milagro de Lima.

De igual modo, en nuestro suelo, han arraigado costumbres tan populares como la generalización del saludo «Ave María Purísima», la celebración del mes de mayo, la devoción del Rosario de la Aurora que llegó a contar con quince rosarios salidos de sus respectivas iglesias en la Lima de 1692, cantando coplas tan «lindas» como ésta:

«María, todo es María. María,

todo es por vos.

 Toda la noche y el día

se me va en pensar en Vos».

Florecen las cofradías y congregaciones de Nuestra Señora (en particular la de "la Pura y Limpia Concepción" del Hospital de San Bartolomé), los romeros y danzantes de la Vir­gen. Los serenos cantaban tam­bién a María al dar la hora en las calladas noches; fachadas ador­nadas con el anagrama de María o con los versos (en zaguanes o esquinas con imágenes de María):

«Nadie traspase este umbral

 que no diga por su vida

 que es María concebida

 sin pecado original».

 

El Inca Garcilaso Garcilaso hace explícita su admiración por su padre y por uno de sus antepasados en la dedicatoria a la Virgen María de la Segunda Parte de los Comentarios reales: "Finalmente, [me hace dedicar esta obra a la Virgen] la devoción paterna, heredada con la nobleza y nombre del famoso Garcilasso, comendador del Ave María, Marte español". Su devoción mariana la refleja en su escudo y en numerosos pasajes de sus obras.

 

Años antes, en 1618, había publicado en la imprenta de Francisco del Canto, la obra "Relación de las fiestas que a la Inmaculada Concepción de la Virgen Nuestra Señora se hicieron en esta ciudad de los reyes del Perú". Entre las numerosas comparsas que por aquellos días recorrieron Lima, destacó una formada por quince niñas menores de diez años. Vestidas de ángeles, con túnica de raso azul y sobre ella otra de velo de plata, con coronas de oro, perlas, rubíes, diamantes, esmeraldas y topacios. Cuando la máxima autoridad, el príncipe virrey de Esquilache, se asomó al balcón de palacio para ver tan tierna comparsa, una de las chiquillas, futura marquesa de Villarubia de Langres, representado a San Miguel, capitán de aquel coro de ángeles, se dirigió a Su Excelencia y le dijo:

Soy correo celestial,

Y por noticia os traía

que s concebida María

sin pecado original.

 

Este ambiente lo recoge magistralmente este texto del socarrón y mago de nuestra lengua Ricardo Palma en una de sus "Tradiciones Peruanas", titulada "El Caballero de la Virgen", y que refiere la defensa hecha hacia 1640, en la bulliciosa Lima virreinal, por parte de Don Juan Manrique, cual "nuevo Quijote con cuerpo de Sancho", quien en plena plaza mayor retó "a todos los que negasen que la Virgen María fue concebida sin pecado original" y que fue vitoreado con entusiasmo por el pueblo.

El historiador José de Mugaburu relata profusamente en El Diario de Lima (1640-1694) cómo se vivía la fiesta en honor a la "la Limpia Concepción":

"Martes siete de diciembre de 1655, víspera de la Pura y Limpia Concepción, votaron la Audiencia y Cabildo eclesiástico y secular, guardar su fiesta, y que fuera con vigilia; y defender su limpieza, y la nombraron por patrona de todo el reino. Y aquél día hubo muchas fiestas". El año siguiente, 1656, se festejó con los "mayores fuegos que ha habido en esta ciudad...el sexto, otro carro con una imagen de la Limpia Concepción...Y fue aquella noche de los fuegos que no ha habido más que ver. El domingo siguiente hubo un gran sermón y procesión alrededor de la iglesia y sacaron a la Virgen Santísima de la limpia Concepción, la chapetona, que está en San Francisco...".

Por su parte, Don Diego de León Pinelo, hermano del célebre primer biógrafo de Santo Toribio, bachiller por Salamanca,  y luego estudiante, catedrático y rector (1656-8) de San Marcos, escribió un alegato apologético en defensa de la Universidad de San Marcos en 1648, que culmina refiriéndolo todo a la Virgen Inmaculada como quien "perfecciona las obras de los doctores [...] preside la Teología, los sagrados libros, la Jurisprudencia, la Filosofía: ella que presidió aquel divino Colegio de los Apóstoles"; y concluye: "¡Oh María, que doquiera eres María, doquiera piadosa, doquiera misericordiosa, guárdanos, dirígenos, para que cada día florezca nuestra Academia, que más bien es tuya, a la cual proteges como Señora del mundo y de los cielos".

Una delicada y apasionada muestra del fervor por la Inmaculada la tenemos, desde el siglo XVII, en los dos monasterios de religiosas concepcionistas, y que hoy se encuentran en Santiago de Surco y en Ñaña.

Uno de los más apasionados biógrafos de Santo Toribio, José Carmen Sevilla, Zuavo Pontificio, afirmará que "su ardiente y filial amor a la Inmaculada Madre de Dios nació en su cuna, acompañándolo hasta su postrer aliento: desde muy temprana edad le rezaba su oficio parvo y santo rosario sin faltar un solo día y en horno de tan excelentísima Señora ayunaba los sábados a pan y agua".

Por su parte, el célebre Arzobispo de Lima, Francisco Javier Luna Pizarro, en contestación al Beato Pío IX pidiéndole el testimonio sobre la tradición de la iglesia limeña para la declaración del dogma de la Inmaculada Concepción, escribirá: "A las letanías peruanas, compuestas en alabanza de la Santísima Virgen y aprobadas por Su Santidad Paulo V incorporó entre las glorias que se cantan a esta Señora la de su inmunidad de la culpa original, enseñándonos a decirla: ´Por tu concepción inmaculada, líbranos, Señora, de todo mal y pecado". Cuando la noticia del Dogma de 1854 llegó a Lima, la celebración no pudo hacerse en 1855, ya que el 9 de febrero había fallecido el Arzobispo de Lima, monseñor Francisco Javier de Luna Pizarro. Fue el sucesor, Monseñor José Pasquel el que dispuso que la fiesta se celebrase el 8 de diciembre de 1856. El programa fue especial e incluyó Misa Solemne y Te Deum, y una lúcida procesión de los patriarcas de las órdenes de La Merced, San Francisco, San Agustín y Santo Domingo en sus veneradas imágenes, a las que se sumaron las andas de Santa Rosa, San Francisco Solano y Santo Toribio. Cerrando el cortejo venía la imagen de la Purísima, precedida de un coro de niñas vestidas de blanco y quemando perfumes en braserillos de plata. La procesión dio una vuelta a la Plaza Mayor. Al término de la misma, el Arzobispo Pasquel dio a la multitud la Bendición Papal.

Una gran contribución de la iglesia peruana a la formulación del dogma, defensa y celebración, fue la que prestó el teólogo franciscano Pedro Gual, quien, en los Descalzos de Lima, publicó una de las obras más sólidas y fundamentadas sobre la Inmaculada.

Por aquellas fechas surgen órdenes con su nombre como las FIC Franciscanas de la Inmaculada Madre Clara y Monseñor Alfonso María Sardinas o Religiosas Franciscanas de la Purísima Concepción de María Matilde Castillo de Jesús.

Y terminado el siglo, con el regreso de los Colegios de tanto renombre como el fundado por los jesuitas de la Inmaculada que nos ha historiado uno de sus egregios alumnos como fue el P. Armando Nieto.

Por último, cabe señalar el gozoso evento del que fuimos testigo en el 2004, la entusiasta celebración por parte de  Arquidiócesis de Lima por 150 años de la Inmaculada Concepción. En la misma se dieron cita la reflexión teológica en el gran congreso en el auditorio de San Agustín del 10 al 12 de diciembre, así como concurridas celebraciones litúrgicas dentro y fuera de los templos, entre la que destacó la gran vigilia en la Plaza Mayor iluminada con el paso de la imagen de la Inmaculada acompañada por miles de fieles con sus velas encendidas.

Culmino mi reflexión con la mirada en la bella imagen de "¡Nuestra Señora de la Evangelización!" en la catedral de Lima. Ante Ella, san Juan Pablo II, 14 de mayo de 1988 ,  le dirigió una encendida plegaria y que quiero actualizar en estos momentos tan decisivos del Perú:

 Madre de la Buena Nueva, sabemos que el camino es arduo; esta tierra gloriosa, cuna de santos, se ve ahora afligida por la violencia y la muerte, por la pobreza y la injusticia, por una honda crisis familiar fruto del olvido de la ley del Señor, por ideologías que intentan vaciar de contenido su fe cristiana. Por eso queremos ofrendar a Ti todo el Pueblo de Dios que peregrina en Perú y poner cerca de tu Corazón de Madre

NOTA:  La foto corresponde a la Inmaculada obra del escultor salmantino Bernardo Pérez de Robles, siglo XVII, en la catedral de Lima.