martes, 30 de junio de 2020

FRAY RAMÓN ROJAS (P. GUATEMALA), APÓSTOL DE ICA (1775-1839), OFM


Su nombre completo fue José Ramón Rojas de Jesús María, natural de Quetzaltenango (Guatemala). Fueron sus padres Lázaro Rojas, un funcionario público, y Felipa Morales. Tuvo siete hermanos, lo que, con los bajos ingresos recibidos por sueldo del padre, obligó a la familia a vivir en extrema austeridad. Esa vida con tanta limitación, aunada a la gran religiosidad de los padres, facilitó el que cinco de los ocho hijos optaran por la vida religiosa.

Su educación escolar la cursó con los frailes franciscanos, mostrando grandes aptitudes para la literatura, el dibujo y la música, artes estas que desarrolló durante toda su vida.

Una vez concluidos sus estudios elementales, se fue al convento, siendo aceptado como novicio a la edad de 18 años (en el año 1794) en el convento de los recoletos de "Cristo Crucificado" de Guatemala, ordenándose como sacerdote en 1798 en la orden seráfica de San Francisco de Asís. Más tarde ingresa a la Universidad de San Carlos, donde estudia Filosofía, Historia, Derecho y Teología, al tiempo que aprende varias de las lenguas indígenas. Esta rica formación le lleva a compartirla en las misiones de Centroamérica; allí será celoso misionero entre infieles por tierras de Nicaragua, Honduras y Costa Rica.

En 1822 estalla la guerra civil en Guatemala y es perseguido y encarcelado por defender los derechos de la Iglesia. En concreto, el partido vencedor, sin permiso de la Santa Sede, erigió en 1824 una nueva diócesis, San Salvador, y nombró obispo al cura Delgado, quien dejándose llevar de la vana carrera eclesiástica tomó posesión del gobierno eclesiástico. Frente a tal atropello y a la nueva constitución liberal de su patria, protesta junto a su arzobispo ante el Papa León XII. Esto le llevó a la cárcel en un calabozo durante dos meses y a punto de ser fusilado. En tales circunstancias, en enero de 1831, se dirigió a Puerto Trujillo en la Bahía de Honduras, consolando y evangelizando a grupos de pobres negros. Viendo que su vida corría peligro, tuvo que salir a media noche del 10 de abril sin poder salvar nada más que su breviario. Con rumbo incierto, se embarcó en la fragata francesa "Mariana Isabel, logrando anclar un 22 de junio de 1831 en el Callao.

Al estar sin documentos que acreditaran su condición de sacerdote y religioso, dirige sus pasos hasta el Convento de los Descalzos de Lima, donde le acogen fraternalmente. Aquí, obtenidas las licencias sacerdotales para predicar y confesar, se lanza por las calles de Lima y Callao, promoviendo el culto y devoción al Santísimo Sacramento y a la Virgen de Guadalupe, imagen que siempre llevaba consigo y que también pintaba; en unión del virtuoso lego Fray José M. Prieto, construye en el puerto del Callao con las limosnas recogidas una capilla dedicada la Virgen de Guadalupe y un pequeño hospital. En el Jubileo Santo de 1834 predicó a los presos, repara la capilla del Hospital de San Andrés. Al ver su preparación y celo, el arzobispo de Lima, Don Jorge Benavente, con quien tuvo una estrecha amistad, le encarga buscar la reforma de la población y de las órdenes religiosas, como efectivamente lo logró.

 

Su gran vocación misionera le llevó a las tierras de Cañete, Chincha y Pisco, culminando en Ica, donde se centró apostólicamente. Allá llevó una imagen de Nuestra Señora de Guadalupe y promovió intensamente su culto. En esta ciudad levantó el hospital de Guadalupe de Pisco, donde se cuenta que hizo brotar agua en medio del arenal, en el lugar conocido hoy como Pozo Santo.

Su fervoroso apostolado le lleva a edificar y restaurar iglesias y capillas, fundar hospitales y levantar casas de ejercicios espirituales. Su vida de abnegación y de entrega total a los demás produjo abundantes frutos espirituales entre el pueblo y los religiosos; nombrado visitador de éstos -franciscanos, agustinos y hermanos de san Juan de Dios-, renovando sus vidas, mediante el establecimiento de la disciplina y el cuidado del culto.  

El presidente del Perú General Felipe Santiago Salaverry, a su paso por Ica, quedó admirado del fervoroso misionero y le propuso como obispo de Maynas, fray Ramón declinó por dedicarse de lleno a su apostolado iqueño. La tradición oral es muy viva al recordarle como propulsor y asiduo peregrino del Templo de la Virgen de Yauca. De igual modo, está viva en la memoria de los fieles numerosas gracias debidas a su intercesión. A él se le atribuye la calma del otrora amenazador volcán de Cerro Prieto.

Debilitado por los trabajos y mortificaciones, moría el 23 de julio de 1839, a los 63 años de una pleuresía causada por salir una noche de mucho frío y, estando enfermo, atender a la niña Presentación Mantillas en artículo de muerte, a quien consoló y cuya salud recuperó. Al entierro del Padre Guatemala asistió una multitud de más de 5 mil personas, en la antigua iglesia de la Merced –hoy catedral de Ica. Sus restos fueron sepultados en la capilla contigua y también levantada por él con la advocación de Jesús María, en la calle Cajamarca (Ica).

Como escribirá el historiador y hermano de su Orden, P. Julián Heras "a pesar de no haber permanecido sino cuatro años en Ica, la memoria del P. Guatemala no se ha borrado de los corazones de sus habitantes. Y todavía, después del siglo y medio de su muerte, perdura la fama de santidad de este humilde siervo de Dios".  

Dada la popular veneración por parte de los fieles de Ica, en 1871 se inició el proceso de su beatificación, y Dios quiera pronto sea elevado a los altares.

Con motivo del centenario de la muerte de fray José Ramón, el diario el Imparcial de Guatemala le dedicó una edición especial el día 22 de julio de 1932, y la Sociedad de Geografía e Historia le rindió un homenaje póstumo.

viernes, 26 de junio de 2020

EL NUEVO DIRECTORIO DE CATEQUESIS BAJO LA PROTECCIÓN DEL GRAN CATEQUISTA SANTO TORIBIO MOGROVEJO

"Por un hecho completamente fortuito, la aprobación del presente Directorio tuvo lugar en la memoria litúrgica de SANTO TORIBIO DE MOGROVEJO (1538-1606). Un santo tal vez no muy conocido que, sin embargo, dio un fuerte impulso a la evangelización y a la catequesis. Recorriendo las huellas de san Ambrosio, este laico e insigne jurista, nacido en Mayorga, de noble familia, que se había formado en las universidades de Valladolid y Salamanca donde fue docente, siendo presidente del tribunal de Granada, fue consagrado obispo y enviado por el Papa Gregorio XIII a Lima, en el Perú.

Entendió su ministerio episcopal como evangelizador y catequista. Haciendo eco a Tertuliano le gustaba repetir «Cristo es verdad, no costumbre». Lo repetía sobre todo a los conquistadores que oprimían a los indígenas en nombre de una superioridad cultural, y a los sacerdotes que no tenían el coraje de defender a los más pobres.

Misionero incansable, recorría los territorios de su diócesis, buscando sobre todo a los nativos para anunciarles la Palabra de Dios con un lenguaje sencillo y fácilmente comprensible.

En sus veinticinco años de episcopado organizó Sínodos diocesanos y provinciales, se hizo catequista produciendo en lengua española, en Quechua y en Aymara los primeros catecismos para los indígenas de América del Sur. Su obra evangelizadora produjo inesperados frutos con el ingreso a la fe cristiana de miles de indígenas que encontraron a Cristo en la caridad del obispo.

Fue él quien confirió el sacramento de la Confirmación a dos santos de aquella Iglesia: San Martín de Porres y Santa Rosa de Lima. En 1983, San Juan Pablo II lo proclamó patrono del Episcopado Latinoamericano. Así pues, este nuevo Directorio para la catequesis se pone bajo la protección de este gran catequista". (pp.7-8 )


(zenit – 26 junio 2020).- En sustitución del Directorio general de la catequesis, aprobado en 1997 por san Juan Pablo II, el Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización presentó el 25 de junio de 2020 un nuevo Directorio para la Catequesis,, elaborado en seis años y firmado por Francisco el 23 de marzo de 2020.

Directorio para la CatequesisEl documento, compuesto de casi 300 páginas, ha sido publicado en seis idiomas: italiano, español, portugués, inglés, francés y alemán. Pero en el caso del español, portugués e inglés hay en cada idioma dos traducciones diferentes, realizadas por las conferencias episcopales o regionales.

La guía para la acción pastoral busca ser una "verdadera ayuda y apoyo" a la renovación de la catequesis en el único proceso de evangelización que la Iglesia no se ha cansado de llevar a cabo desde hace dos mil años, "para que el mundo pueda encontrar a Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios hecho hombre para nuestra salvación".

A continuación, resumimos en seis puntos las novedades del nuevo documento, en comparación con los dos anteriores referentes: El primero de 1971, Directorio catequístico general, y el segundo de 1997, Directorio general de la catequesis.

Directorio para la Catequesis1. Inculturación. La Iglesia se enfrenta a un gran desafío que se concentra en la nueva cultura con la que se encuentra, la digital. El nuevo Directorio está muy atento a los signos de los tiempos y trata de interpretarlos a la luz del Evangelio – como dice la Constitución Pastoral del Concilio Vaticano II, Gaudium et spes.

En efecto, estos son los principales desafíos de una cultura digital, el contexto de la transmisión de la fe en la familia en su composición intergeneracional.

Además, el nuevo Directorio presta gran atención a todas las cuestiones relacionadas con la crisis ecológica y, en cuanto a la catequesis, se refiere a la Encíclica Papal Laudato si´.

2. Dimensión sinodal. La invitación a vivir cada vez más la dimensión sinodal –en orden a los últimos Sínodos que ha vivido la Iglesia—es una razón más de carácter teológico y eclesial que ha llevado a redactar este Directorio.

Así, tratando los temas de la evangelización y de la catequesis, se han celebrado en 2005 La Eucaristía, fuente y cumbre de la vida y misión de la Iglesia; en 2008 La Palabra de Dios en la vida y misión de la Iglesia; en 2015 La vocación y misión de la familia en la Iglesia y en el mundo contemporáneo; en 2018 Los Jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional.

Más concretamente, hay dos sucesos que marcan de manera complementaria la historia de este última década en lo que respecta a la catequesis: el Sínodo sobre la Nueva evangelización y la transmisión de la feen 2012, con la consiguiente Exhortación Apostólica del Papa Francisco Evangelii gaudium, y el 25º aniversario de la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica, ambos directamente de la competencia del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización.

3. Misericordia: Anuncio del kerygma. El corazón de la catequesis es el anuncio de la persona de Jesucristo, que va más allá de los límites del espacio y del tiempo para presentarse a cada generación como la novedad que se ofrece para alcanzar el sentido de la vida. En esta perspectiva, se indica una nota fundamental que la catequesis debe hacer suya: la misericordia.

El kerygma es anuncio de la misericordia del Padre que sale al encuentro del pecador, no considerado más como un excluido sino como un invitado privilegiado al banquete de la salvación que consiste en el perdón de los pecados. Si se quiere, es en este contexto que la experiencia del catecumenado toma fuerza como experiencia del perdón ofrecido y de la vida nueva de comunión con Dios que se sigue de ahí.

4. "Conversión pastoral". Es urgente llevar a cabo una "conversión pastoral" para liberar a la catequesis de ciertos lazos que le impiden ser eficaz. De este modo, en el nuevo texto se propone la revisión del vínculo entre la evangelización y el catecumenado en sus diversas acepciones.

En este aspecto, se plantean tres retos: El primero se puede identificar con el esquema de la escuela, según el cual la catequesis de la iniciación cristiana se vive sobre el paradigma de la escuela.

El segundo es la mentalidad según la cual la catequesis se hace para recibir un sacramento. Es obvio que una vez terminada la Iniciación, se crea un vacío para la catequesis. A partir de la Carta Apostólica Amoris laetitia, el nuevo Directorio promueve también el desarrollo de un catecumenado-matrimonio en este sentido en analogía con el proceso de iniciación, para poner de relieve la fase preparatoria del matrimonio en su significado catequético.

En tercer lugar, la "instrumentalización del sacramento por parte de la pastoral", de modo que los tiempos de la Confirmación se establecen por la estrategia pastoral de no perder el "pequeño rebaño de jóvenes" que queda en la parroquia y no por el significado que el sacramento posee en sí mismo en la economía de la vida cristiana, advierte Mons. Rino Fisichella, prefecto del Consejo para la Nueva Evangelización.

5. Ayuda para entrar progresivamente en el misterio de la fe. El Directorio hace suya esta visión cuando pide expresar una catequesis que sepa hacerse cargo de mantener unido el misterio aunque lo articule en las diversas fases de expresión.

Esta nueva guía presenta la catequesis kerygmática no como una "teoría abstracta", sino más bien como un instrumento con un fuerte valor existencial. Esta catequesis encuentra su punto de apoyo en el encuentro que permite experimentar la presencia de Dios en la vida de cada uno.

Una catequesis de este género permite descubrir que la fe es realmente el encuentro con una persona antes de ser una propuesta moral, y que el cristianismo no es una religión del pasado, sino un acontecimiento del presente.

6. Lenguaje de la belleza. El actual documento subraya una idea central de la Carta Apostólica Evangelii gaudium. En ella el Papa Francisco habla expresamente de la importancia de la via pulchritudinis como punto de partida central de la evangelización en la era postmoderna. Se delinea así el entendimiento de que la belleza no debe ser malinterpretada como esteticismo, sino más bien –siguiendo los pasos del Papa Benedicto XVI– que la verdad es bella y la belleza es verdadera.

martes, 23 de junio de 2020

MONSEÑOR ORACIO FERRUCCIO CEOL B., OFM OBISPO EMERITO DE KICHOW (HUPEH, CHINA) FUNDADOR DEL COLEGIO PERUANO-CHINO "JUANXXIII"

MONSEÑOR ORACIO FERRUCCIO CEOL B., OFM OBISPO EMERITO DE KICHOW (HUPEH, CHINA) FUNDADOR DEL COLEGIO PERUANO-CHINO "JUAN XXIII" (26-VII-1911 * 23-VI-1990)

P. Fortunato Mattivi, ofm[1]

Era muy fácil hablar de Mons. Ferruccio, cuando se trataba de su vida de Misionero. Muy pocos eran los detalles sobre su niñez en el pueblecito en que había nacido, y él los recordaba con simplicidad, sobre todo las travesuras; y se quedaba como sorprendido de la vivacidad que caracterizó su vida de jovencito, animada por su espíritu de aventura; que preanunciaba un propósito de vida que irá madurando después en el Seminario, para convertirse en espíritu misionero. El mismo lo sintetizó en un mensaje escrito con ocasión del XXV aniversario de fundación del Colegio Juan XXIII: "El propósito inicial y forma de mi vida fue dedicar todas mis fuerzas al Reino de Cristo y logré hacerlo realidad desde el año 1934 en la misión de China".

Hombre activo, tenaz, decidido y generoso. Nacido en el pueblecito de Daiano en el Valle de Fiemme, entre las montañas Dolomitas (los Alpes de Trento-Italia) el 26 de Julio de 1911; respiró el aire de sus montañas y recibió de la familia y de la comunidad parroquial, el ejemplo y la fuerza de una fe cristiana que sería duramente probada durante su itinerario misionero en China y en el Perú. Sus padres, muy pobres de bienes materiales pero ricos en la fe cristiana, le educaron con mucho amor a las virtudes, y se sintieron privilegiados y bendecidos por Dios cuando a los 11 años pidió ingresar al Seminario Menor Franciscano de Trento para cursar allí los estudios secundarios (que no había en su pueblo). Pronto moriría el papá, Marino Ceol, y su mamá, Anna Bozzetta, luchará con fe en la Providencia para criar y educar sola a cuatro hijos. Mientras tanto, el joven Horacio, terminados brillantemente esos estudios, obtuvo de ingresar al Noviciado Franciscano y, en 1932, emitía sus votos solemnes y perpetuos de pobreza, obediencia y castidad en la Orden Franciscana (Provincia de Trento); tomando el nombre de fray Ferruccio.

Tenía poco más de 22 años y medio cuando fue consagrado Sacerdote y pudo celebrar su primera Santa Misa en la pequeña y hermosa iglesia de su pueblo natal, habiendo completado sus estudios en Trento y en Roma (Universidad Antoniana). Ya la mamá y los hermanos sabían de su secreto propósito de ir misionero a China, en donde trabajaban otros frailes de Trento. Tres meses después de su ordenación sacerdotal, el p. Ferruccio toma el barco hacia China. Una vez llegado, inicia los estudios del idioma chino. Era el año 1934. Muy pronto el territorio de la diócesis de Kichow (Hupeh) se convierte en tierra de guerras sin fin: grupos guerrilleros enfrentan en guerra civil a los soldados del Gobierno y los campesinos y la gente de los pueblos sufren todo tipo de presiones e injusticias. P. Ferruccio, que vive con ellos, es buscado, pero se esconde y escapa; sin embargo, no deja solos a sus cristianos a quienes conforta, ayuda y defiende. Pronto cesará la guerra civil, porque un nuevo enemigo, Japón, está invadiendo y ocupando China.

Frente a los innumerables peligros, el Obispo llama a p. Ferruccio de su misión lejana a la ciudad, Kichow. Son muy numerosas las personas que huyen de los invasores; los heridos y los enfermos que llegan a la iglesia en busca de ayuda son miles. "No podemos dejarlos morir así" dice p. Ferruccio. Abre, entonces, una posta médica que pronto se convertirá en un hospital, donde él con otro franciscano serán los primeros médicos, enfermeros, consejeros y evangelizadores. Su obra humanitaria es reconocida por todos al punto que todos respetan el pequeño hospital y la iglesia y todos (la gente, los soldados japoneses, los soldados chinos, los escondidos de noche) acuden a él que a todos atiende.

En 1945 termina la segunda guerra mundial con la derrota de Japón y su retiro; pero, muy pronto, reinicia la guerra civil entre comunistas y nacionalistas. El 28 de junio de 1948 llega la noticia que el Papa le ha nombrado Obispo de Kichow para suceder al anciano obispo que yo no puede hacer frente a los peligros y dificultades de ser Pastor en ese momento y en tales circunstancias. Consagrado obispo, tomará posesión de su diócesis el 3 de octubre de 1948. Tenía 37 años y era el obispo más joven del mundo católico.

En el poco tiempo de paz, después de la II guerra mundial, el trabajo misionero era prometedor, y la iglesia florecía. Pero pronto llegará una hora negra y dolorosa, con una situación que fue destruyendo todas las expectativas. Entonces me acordé que el lema de mi escudo de obispo era "Per Crucem ad Lucem", "sólo se llega a la luz a través de la cruz, el sufrimiento y hasta la muerte por Dios".

En 1949, ya las fuerzas comunistas han conquistado todo el poder sobre China, proclamando la República Popular. La política del nuevo gobierno decide la supresión de todas las religiones, inspirándose en el marxismo ateo; así como obliga al retiro a la casi totalidad de extranjeros (que no sean del bloque comunista). Para Mons. Ferruccio se inicia un calvario que durará varios años, mientras que sus católicos (Sacerdotes, Religiosos y Laicos) son dispersados o sufren diferentes condenas. Monseñor estará primero bajo custodia, sufrirá cárcel y torturas. Muchas veces es visitado por la policía, llevado a la comisaría y objeto de largos interrogatorios. Pero ninguna acusación contra él se sostiene, se revela como un pretexto para poder hacerle perder el cariño y el respeto del pueblo; las amenazas quieren mermar su coraje y su salud. Pero, Dios está con Monseñor que resiste, hasta que en 1951 sufre un juicio popular y es condenado a muerte. Se quedará un año más hasta que la pena será conmutada en expulsión de por vida y el 27 de diciembre de 1952, acompañado por los soldados hasta el puente de Lo Wu (Hong Kong), va hacia la libertad.

Se cerraba así una etapa de su vida misionera marcada por la Cruz: "La hora del Calvario, amarga y dolorosa, convulsionó todas nuestras expectativas. El sufrimiento, la persecución y el martirio físico y espiritual que tuve que soportar, junto con la preocupación por mi Iglesia de Kichow, en donde quedan sacerdotes, catequistas, cristianos, religiosas y catecúmenos solos, indefensos y sin Pastor, me acompañan en todo momento de mi vida". Repetirá constantemente Monseñor.

Nueva Esperanza en Dios. Monseñor retorna a su tierra donde se reencuentra con su anciana madre. Han pasado 19 años desde que la dejó para seguir su vocación misionera; retorna a ella ya hecho Obispo y con las marcas de la persecución. El cariño de los suyos y los aires puros de sus montañas restablecerán prontamente la salud a Monseñor, aun cuando le queda grabado para siempre el recuerdo de la tragedia vivida y de sus cristianos que han quedado solos en la persecución. "Enfrentada y superada con la ayuda de Dios la durísima prueba de la persecución y de la expulsión de China, el Señor me abrió otro camino para hacer el bien entre los chinos emigrados al Perú".

En 1955 la Santa Sede ofrece a Mons. Ferruccio el encargo de ayudar a los Pastores de la Iglesia del Perú en el cuidado espiritual de los chinos residentes en ese país. Desde mediados del siglo XIX muchos chinos dejaron su patria, sumergida en tantas guerras y dificultades, buscando trabajo y residencia en Lima y en el Perú. En el siglo XX este éxodo continuó, porque la situación en la China lejos de mejorar fue haciéndose más y más difícil.

Al ofrecimiento del Papa, Monseñor responde: "Soy feliz de dedicar lo que queda de mi vida a este querido pueblo que vive tan lejos de su patria". Monseñor reinicia pues su camino misionero dando todas sus fuerzas para la evangelización de la familia china del Perú, dispuesto a toda clase de sacrificios y con un gran espíritu de fe y oración. Pronto descubre la necesidad de fundar un Colegio, para que la Colonia tenga una escuela católica que ofrezca esta opción educativa. Mientras tanto, en la Iglesia ha habido grandes cambios. A la muerte del Papa Pío XII, es elegido Papa el Cardenal Angelo Giuseppe Roncalli (1958), quien iniciará una gran reforma en la Iglesia. Pronto convocará a todos los Obispos a Concilio, y también Monseñor participará en el Concilio Vaticano II. Tendrá así la oportunidad de encontrarse varias veces con el Papa, que le escuchará y alentará en sus proyectos.

Una de las grandes preocupaciones del Papa es la situación de la Iglesia Católica en la China. Aprovechando la presencia de todos los Obispos en el Concilio, convocará a los Obispos de China y Mons. Ferruccio será el llamado a exponer ante el Papa el informe que los obispos han preparado. Nace entonces una buena amistad entre el Papa y Monseñor, quien un día le confía su deseo de fundar un colegio católico de la Colonia China, como instrumento de apostolado, educación e integración. El Papa le alienta en su decisión, bendice el proyecto y despide a Monseñor con una frase que es casi un testamento: "Regresa al Perú; trabaja en el nombre de Dios y en el mío y todo será un suceso". Acompañará estas palabras con el importe de 25,000 dólares que será el primer fondo para la construcción del colegio.

"Fortalecido por las palabras y las oraciones del Papa Juan XXIII, entre muchas dificultades, pasando por momentos de entusiasmo y otros de preocupación, pero siempre con la mente fija en hacer realidad mis ideales, pude iniciar casi desde cero la obra que ahora viene creciendo con la bendición del Señor". Escribirá Monseñor. El programa que se había planteado en su labor religiosa y social con esta obra es ambicioso, es importante y profético. El quiere lograr:

  • Que se produzca una sana integración de los niños y jóvenes de ascendencia china con los de ascendencia peruana a través de una sana coeducación.
  • Que las familias orientales conservando sus grandes valores originales de fidelidad, laboriosidad y amor a las tradiciones morales de los ancestros los enriquezcan con la cultura y formación cristianas del Perú.
  • Que se instaure la relación hogar-escuela, escuela-hogar, como base y cimiento de una verdadera educación.

Así nació el Colegio Juan XXIII que abrió sus puertas en abril de 1962 con tan sólo 63 alumnos en una casita alquilada y hoy alberga a casi 2000 alumnos en unas instalaciones que están al día con los mejores requerimientos pedagógicos.
No se tiene los recursos suficientes para construir el Colegio y, entonces, Monseñor Ferruccio se hace mendigo solicitando la generosidad de muchos: la Universidad Católica que le cede el terreno, la gente de la Colonia China que le da su colaboración, pero sobre todo, en los Católicos de Estados Unidos, Alemania e Italia y en los Franciscanos de Trento, que año tras año se acuerdan del obispo "Chino" y le envían los recursos necesarios.

Monseñor Ferruccio fue siempre muy profundamente hombre de Iglesia. Cada vez que podía amaba hacer casi como un peregrinaje a Roma, a visitar al Papa, como lo había hecho Francisco de Asís. A la muerte del Papa Juan XXIII, expondrá su obra al nuevo Papa, Pablo VI, quien tendrá para él palabras de aprecio y estímulo y lo apoyará económicamente. La misma devoción y el mismo cariño tendrá también en su relación con el Papa actual, Juan Pablo II quien se sentía particularmente ligado a Monseñor por compartir ambos la experiencia de la persecución por causa de la fe.

Ya los primeros alumnos son Padres de Familia y recuerdan a su querido "Tío Monse" quien fue para ellos un padre, un amigo, un sacerdote y el más grande bienhechor de la Comunidad China del Perú.

En 1983, Mons. Ferruccio se retiraba silenciosamente. Su obra ya es grande y sólida y está en buenas manos: de los Padres Franciscanos de Trento y de los Padres de Familia, quienes siguen el ejemplo de Monseñor trabajando con amor al Colegio y fe en la Providencia, para los ideales que inspirara el nacimiento de esta Gran Obra. Monseñor quiso que nadie supiera cuando se iba porque "no habría soportado" el sufrimiento de la separación. Como humilde fraile, lo dejó todo y no pidió nada para sí: con el dinero de la venta de la casa en que había vivido, se levantó -en su colegio- la primera parte de un edificio que acoge todos los servicios educativos. Se retiró a la casa para los Hermanos ancianos y enfermos de los Franciscanos de Trento, de donde por unos años salía para colaborar en el trabajo pastoral que el Arzobispo de Trento le solicitara. Pero su salud decaía constantemente y fue retirándose siempre más en oración y silencio, ofreciendo al Señor toda su vida con preocupación y afecto siempre vivos hacia aquellas almas que le fueron encomendadas y las obras que, con la ayuda de la Providencia, él había realizado.

Rodeado por el cariño y la atención de los hermanos, los médicos y amigos, fue apagándose hasta que a las 14.45 del día 23 de junio descansaba en el Señor, después de haber recibido los Sacramentos. Ahora su cuerpo descansa en el pequeño cementerio de los frailes de Trento, compartiendo la paz y la oración de los justos, junto con tantos frailes que como él dieron su vida para el Evangelio.

"Nunca el cristiano está solo, siempre está unido al hermano. Podemos ser misioneros también quedándonos en nuestra patria, con la oración, con el buen ejemplo, con la ayuda. Si así llegamos a salvar un alma, seremos bienaventurados porque esa alma vale Cristo". (Mons. Ferruccio).

 



[1] Semanario Diocesano de Trento, 25-VI-1990

JOSÉ MANUEL BERMÚDEZ (1764-1830), Canónigo

 Escribió el libro "Anales de la Catedral de Lima", considerado como historia más completa y auténtica de la Catedral Limense durante la época virreinal, ya que recoge año a año los relatos de los actos de los diecisiete arzobispos de Lima "con llaneza de estilo y minuciosidad".
Nacido en Tarma en 1764, educado en el Seminario de Santo Toribio, del cual fue profesor, desempeñó por muchos años el curato de Huánuco, obteniendo en 1803 su traslación al coro de Lima en la condición de medio-racionero.
En 1806 ocupó la silla de racionero, a la vez que se le nombró Secretario del Cabildo, cargo que sirvió hasta 1814, en que obtuvo la dignidad de Magistral. Fue en esta época cuando el doctor Bermúdez registró archivos, compulsó documentos y acopió los datos que utilizara más tarde para redactar los interesantes Anales de la Catedral.
Como orador, merecieron caluroso encomio sus oraciones fúnebres en memoria del obispo Gorrichategui, del conde de la Unión, del arzobispo La Reguera y del Presidente de las Cortes de Cádiz Morales y Duárez, natural de Lima.
Como escritor, son sus producciones más notables: una Vida de Santa Rosa, (impresa en 1827), y tres opúsculos sobre   materias eclesiásticas, siendo muy elogiado el que consagró a la defensa de la Bula de Pío VI, sobre diezmos y rentas. Fue uno de los colaboradores del famoso Mercurio Peruano.
Gran conocedor de la lengua quechua compuso una gramática y un vocabulario, condenando el gravísimo error de los conquistadores el haber pretendido extinguir aquella lengua que no cede a otra alguna en energía, majestad, precisión, abundancia y dulzura.
Fue electo diputado por Tarma en las elecciones para las Juntas de Cádiz. También fue uno de los vocales que compusieron la junta de pacificación nombrada por el virrey La Serna, para pactar un armisticio con los patriotas y discutir sobre la manera de poner término a la guerra ante el comisario regio Abreu en 1821.
Murió el canónigo Bermúdez en 1830, desempeñando la alta dignidad de Chantre en el coro de Lima, a la edad de 66 años. Ver Mendiburu, Diccionario Histórico Biográfico del Perú, III, pp. 37-39.

MEDALLA CONMEMORATIVADE LA CONSAGRACIÓN DE LA CATEDRAL DE LIMA EN 1625

MEDALLA CONMEMORATIVA DE LA CONSAGRACIÓN DE LA CATEDRAL DE LIMA EN 1625

¡Qué gusto nos da compartir este excelente descubrimiento del Dr. Ricardo Álvarez-Carrasco y que publica en su artículo "¡La Consagración de La Catedral de Lima a través de una rara medalla conmemorativa, 1625" ¡Acta Herediana vol. 63, ¡N° 1, enero 2020 - junio 2020!

Se trata de la medalla conmemorativa por la consagración de la Catedral de Lima, el domingo, 19 de octubre de 1625. Con la imagen del gigantesco óleo de Matías Maestro que adorna la catedral limeña, presento un extracto del texto del autor sobre la medalla, acompañado de otros dos sobre la ceremonia de la consagración catedralicia.

1.La medalla conmemorativa: "Hace más de una década hallamos una medalla colonial peruana que databa del siglo XVII, que luego de prolijas investigaciones concluimos era muy rara, se trataba de una pieza que conmemoraba la consagración de la Catedral de Lima, el domingo 19 de octubre de 1625. Todos los numismáticos consultados desconocían su existencia y al inspeccionarla ninguno opinó contra su legitimidad; además, se adquirió en circunstancias en las que claramente no había afán de lucro, el comerciante que la poseía carecía de mayor conocimiento histórico y numismático, pero consideramos indispensable continuar nuestra pesquisa documental en diversas fuentes bibliográficas. El ejemplar tiene un aspecto físico e inscripciones que nos dan clara cuenta que se trata de un emprendimiento particular y que la hechura es artesanal, habiéndose grabado sus leyendas mediante un punzón.

La medalla objeto de esta investigación es de plata, aunque no hemos definido su ley en fino, tiene un diámetro de 27 milímetros, un peso de 5,7 gramos, el cospel posee un espesor de alrededor de 1 milímetro, los bordes son algo irregulares, y el canto es liso. Carece de una marca o inicial que identifique a su grabador, y presenta un orificio de aproximadamente 2 milímetros de diámetro, practicado en forma artesanal, seguramente con el propósito de colgarla al cuello. Tiene estampada en el centro del anverso, una puerta de dos hojas, que suponemos es la principal de la Catedral de Lima, la cual está rodeada por la inscripción latina, incusa y semicircular "PHI: REX IV" -Rey Felipe IV- a la izquierda, y a la derecha "FUNDAVIT LIMA" -Fundada en Lima-. Esta leyenda denota que, al momento de la consagración catedralicia, el rey de España era Felipe IV (n.1605–m.1665), quien ascendió al trono el 31 de marzo de 1621, cuando apenas tenía 16 años, y reinó por más de cuatro décadas, falleciendo de disentería a los 60 años de edad.

El centro del reverso está dominado por la inscripción "IHS", epígrafe formado por letras entrelazadas que originalmente abreviaban el nombre de Jesucristo, a las que posteriormente se dio el significado Iesus Hominum Salvator -Jesús salvador de la humanidad-. De la letra central del epígrafe emerge una cruz, y debajo de este conjunto aparece un pequeño corazón del cual surgen tres saetas con las puntas hacia arriba, esta alegoría está rodeada por la inscripción incusa circular "OTU 19 DE 1625" -octubre 19 de 1625 –

Por ello estimamos que el monograma del reverso de la medalla corresponde a la Compañía de Jesús y por tanto es muy probable que haya pertenecido a uno de sus miembros en el Perú, confeccionándose una por una, en un número indeterminado, durante la época de la consagración de la Catedral de Lima.

2.Descripción de la ceremonia. Ismael Portal "Lima religiosa": "Al toque del alba, las campanas de las iglesias dieron la señal para que la nobleza saliese de sus casas, y los estruendos del cañón fueron recibidos por la música de viento. En el cementerio de la Catedral se veían dos magníficos solios destinados al Señor Virrey y al Reverendísimo Arzobispo, y estos los ocuparon a las seis de la mañana. Las puertas se hallaban cerradas y custodiadas por la tropa, para alejar el gran concurso. A la hora dicha, comenzaron las ceremonias, y el Ilustrísimo Señor Arzobispo, después de bendecir el agua, comenzó a hisopear por la parte de afuera la iglesia y cementerio. Después de esto, tocó con el báculo la puerta principal tres veces, entonando el 'Attolite portas principes vestras`, [alzad, príncipes, vuestras puertas] y le fue abierta por un señor canónigo que se había situado en el interior. Entró su Ilustrísima con algunos ministros revestidos de capa magna, y comenzó la orquesta musical a entonar el himno Veni Creator Spiritus [Ven, oh Espíritu Creador], y después las letanías. En el interior se había esparcido del altar mayor al coro, en forma de cruz, ceniza interpolada con arena, en la que escribió o dibujó el Señor Arzobispo el abecedario griego, y después el latino Concluida esta operación, bendijo nuevamente agua con sal, vino y ceniza para la consagración del altar, que comenzó con el entonamiento del salmo ´Deus in adjutorium` [Dios ven en mi auxilio], dio varias vueltas a la iglesia, rociándola con la indicada agua, y después tomó el Santo Óleo del Crisma, y ungió las doce cruces que se habían puesto en las paredes del templo. La conclusión de estas ceremonias fue anunciada a las dos de la tarde con un repique general y salva de artillería; abriéndose las puertas del templo para que entrasen el Virrey y el pueblo, con gran derroche de monedas, ostentando las armas de la Iglesia y las de Su Majestad Católica". (Lima: Imprenta Gil S.A.; 1925:47-52).

3. José Manuel Bermúdez "Anales de la Catedral": "En 20 se Abril [1625] fue la entrada pública del señor don Gonzalo de Campo, Arzobispo de los Reyes… Salió de los Descalzos en carroza acompañado de los capitulares a la iglesia de San Lázaro, muy colgada y muy compuesta; hizo oración, se separaron los capitulares, y apeándose de sus mulas el Deán y Cabildo le besaron las manos y pidieron licencia para volver a la iglesia a recibirle. Llegó a la Universidad, la real Audiencia, y varias personas eclesiásticas y seculares, y subió en una mula bien enjaezada, entre los dos Oidores, más antiguos. Pasó el Puente y torció por las calles por donde pasa la procesión de Corpus, todas entapizadas, hasta la esquina de la Plaza, desde donde siguió por las casas reales donde estaba el Virrey marqués de Guadalcázar en la ventana con sus hijas. Llegó a la iglesia, se apeó en las gradas, donde lo esperaban los curas de la Catedral y parroquias. En la puerta de la iglesia estaba un altar con los paramentos pontificales de que se revistió, asistiendo de gremiales el Arcediano y Chantre; el racionero Castillo con capa, para quitar y poner la mitra, y el racionero Xeria con capa y con el báculo. Llegó al umbral de la puerta primaria donde lo esperaban el Deán con dos racioneros de diácono y sub diácono, con capa y cruz en las manos, en donde estaba un sitial de tela de oro carmesí. Besada la cruz, recibida el agua bendita con que asperjó su ilustrísima a los circunstantes, bendijo al incienso y se le incensó tres veces; entraron en procesión las cruces, religiones y clero con sobrepellices; tomó el Tesorero la cruz, y el canónigo más antiguo señor Menacho la cauda, y los demás canónigos el palio nuevo con fleco de oro que se hizo para este efecto; llevaron a su ilustrísima al altar mayor cantando el Te Deum; estaba expuesto el Santísimo, e hincado y sin mitra dijo el Deán una oración; acabada se volvió a cubrir; sentóse su ilustrísima debajo de dosel en una silla de tela de oro; besóle la mano todo el Cabildo, empezando por el Deán. Acabado todo volvió al altar, bendijo al pueblo, volvió a su silla, desnudóse de los ornamentos pontificales, y salió con el Cabildo y Audiencia a las casas arzobispales, donde lo dejaron. No admitió cena aquella noche ni comida al día siguiente, aunque se las ofreció el Cabildo. Un cuarto de hora después se iluminaron las calles y Cabildo: hubo muchos repiques y fuegos en la Plaza   ruedas, árboles y una parra de fuego hecha con mucho primor. En domingo 19 de octubre, gobernando la Universal Iglesia Urbano VIII, reinando en España Felipe IV, siendo Virrey del Perú el marqués de Guadalcázar, consagró la Santa Iglesia Metropolitana de los Reyes, cuyo patrón es San Juan Apóstol y Evangelista, el ilustrísimo señor don Gonzalo de Campo, cuarto Arzobispo de ella; cuyo acto se empezó entre las siete y ocho de la mañana, y duró hasta las cuatro y media de la tarde. Asistió dicho señor Virrey, con la Audiencia, Cabildo e innumerable pueblo; se hizo la demostración posible de alegría en el día y víspera". http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/anales-de-la-catedral-de-lima-1534-a-1824--0/html/ff391b14-82b1-11df-acc7-002185ce6064_2.html

lunes, 22 de junio de 2020

ANTE UN MUNDO APESTADO ¡UN MUNDO ENSANTADO!

ANTE UN MUNDO APESTADO ¡UN MUNDO ENSANTADO!

Felicito al portal "Religión y Libertad" por su campaña "Oración de urgencia" en la que invita a escribir a "personalidades católicas relevantes" [quienes] pedirán a Jesucristo, a la Santísima Virgen o a los santos de su elección que nos protejan de estos males y nos ayuden a ponerles fin para que el mundo cumpla la finalidad para la que fue creado: dar gloria a Dios, en vez de arrebatársela". https://www.religionenlibertad.com/mundo/655573732/desconcierto-mundo-religion-en-libertad-campana-oracion-urgencia.html

Me han encantado las contribuciones de Miguel Ángel Velasco, J.M. Cotelo, Olaizola, Vallejo Nájera y desde el Perú colaboro con mi granito de arena.

Estoy convencido con Donoso Cortés que "hacen más por el mundo los que oran que los que pelean", así que oremos, en público y privado, a título corporativo y personal, en familia global planetaria y en la de nuestro hogar, porque aquí también tiene razón el P. Peyton "familia que reza unida permanece unida".

Si el mal de la pandemia nos ha unido de modo misterioso pero real, la lucha para vencerlo debe encadenarnos con un arma clara y mucho más letal, la enseñada por el mismo dador de vida y que se proclamó como la misma Vida, Jesús, el rostro de Dios hecho hombre y el rostro del hombre Dios; basta con recordar su lección: "Padre nuestro…venga a nosotros tu reino".

Si vivimos en un planeta apestado, oremos para que se convierta en un mundo ensantado. ¿Qué hicieron los santos ante las pandemias?

En la tierra ensantada del Perú los cinco santos oraron y actuaron. Así lo declaran los testimonios de su proceso de beatificación.

De Toribio Mogrovejo, segundo prelado limeño y patrono de todos los obispos de América, se lee que- "en el tiempo de las viruelas, que fue peste general en aquel Reino, proveyó de botica y médico y barbero a todos los pobres  y al hospital de san Lázaro, de todo lo necesario; En especial, en el tiempo de las viruelas y peste general que hubo en este reino, que por estar todos los indios en sus casas caídos con la dicha enfermedad, se andaba el dicho señor Arzobispo de casa en casa, a confirmarlos, sufriendo el hedor pestilencial y materia de la dicha enfermedad".

Martín de Porres convirtió el convento en hospital. "Y en este tiempo hubo una peste en esta ciudad de una enfermedad que llaman alfombrilla o sarampión en la cual tuvo este testigo en su enfermería sesenta enfermos, los más de ellos mancebos novicios. Esta enfermedad daba crueles calenturas que se subían a la cabeza… El siervo de Dios estuvo sin parar de día y de noche, acudiendo a dichos enfermos con ayudas, defensas cordiales, unturas, llevándoles también a medianoche azúcar, panal de rosa, calabaza y agua para refrescar a dichos enfermos.

Francisco Solano, cuando en 1604 Arequipa se vio afectada por la peste del vómito negro, predicó contra los pecados capitales, llenándose las iglesias; cientos de personas hicieron penitencia y pidieron a gritos que se expusiese el Santísimo. Un año después, en diciembre de 1605, abandonando su retiro y con un crucifijo en la mano, salió por calles y plazas exhortando a todos a la penitencia por sus pecados. "La vista de aquel fraile, espejo de la penitencia, el ardor de su mirada y el fuego de sus palabras, conmueve a sus oyentes; le siguen hasta la plaza mayor y allí el gentío se hace cada vez más numeroso de tal manera que deben dejar abiertas las iglesias por petición popular de la confesión".

Juan Macías visitaba a los pobres de los hospitales: "les daba los dulces y las flores; y les untaba las manos con el agua de olor para que se recreasen; les amonestaba a la paciencia en su pobreza y achaques, y les aconsejaba el amor de Dios y mudanza de sus vidas". Rosa de Lima "curaba a todos los que podía y para este efecto, los traía a su casa doliéndose de sus enfermedades, sin reparar que fuesen negros o indios, ni de enfermedades asquerosas"

 

Culmino invitándoles a orar como hiciese nuestro Papa Francisco ante las reliquias de los cinco santos peruanos en la Catedral limeña

Dios y Padre nuestro,
que por medio de Jesucristo
has instituido tu Iglesia
sobre la roca de los Apóstoles,
para que guiada por el Espíritu Santo
sea en el mundo signo e instrumento
de tu amor y misericordia,
te damos gracias por los dones
que has obrado en nuestra Iglesia en Lima.

Te agradecemos de manera especial
la santidad florecida en nuestra tierra.
Nuestra Iglesia arquidiocesana,
fecundada por el trabajo apostólico
de santo Toribio de Mogrovejo;
engrandecida por la oración,
penitencia y caridad de santa Rosa de Lima
y san Martín de Porres;
adornada por el celo misionero
de san Francisco Solano
y el servicio humilde de san Juan Macías;
bendecida por el testimonio de vida cristiana
de otros hermanos fieles al Evangelio,
agradece tu acción en nuestra historia
y te suplica ser fiel a la herencia recibida.

Ayúdanos a ser Iglesia en salida,
acercándonos a todos,
en especial a los menos favorecidos;
enséñanos a ser discípulos misioneros
de Jesucristo, el Señor de los Milagros,
viviendo el amor, buscando la unidad
y practicando la misericordia
para que, protegidos por la intercesión
de Nuestra Señora de la Evangelización,
vivamos y anunciemos al mundo
el gozo del Evangelio.

sábado, 20 de junio de 2020

EL CARITATIVO CURA CABRERA “DESCUBRIDOR” del pacovicuña

EL CARITATIVO CURA CABRERA "DESCUBRIDOR" del pacovicuña

 

El francés Paul Marcoy[1] nos brinda un entrañable relato de un ejemplar sacerdote de Puno, el canónigo, Juan Pablo Cabrera, cura interino de ... Macusani. Este poblado concentra y aún mantiene la diversidad genética de las dos razas de alpacas (huacaya y suri) y sus bióticos, convirtiéndose en el centro del primer cruce dirigido entre alpaca y vicuña, de donde se obtuvo el "Pacovicuña -en pleno periodo independentista de 1824 a 1845- hecho que valió que el gobierno de Ramón Castilla expidiera un decreto de ley el 29 de agosto de 1854 a favor del citado presbítero. Con esta experiencia se logró obtener una mayor y más fina fibra.

Tiene sus orígenes en un premio que le concedió el Congreso de la Republica, al cura de Macusani, Padre Cabrera, allá por 1850, por haber cruzado la vicuña con la alpaca y "haber creado una nueva raza de abundosa y fina fibra: el Paco-vicuña". Hacendados exportadores que tenían licencia para exportar fibra de vicuña, introducían a sus rebaños de vicuñas, algunas alpacas para producir el cruce y obtener especímenes de mayor producción de fibra. Por ejemplo, en la Raya en la década del 60, se encontró un rebaño de Paco-vicuñas de todos los colores y de diversas producciones, herencia de la ex-Granja Modelo de Auquénidos de la Raya del Ministerio de Agricultura. Según los entendidos; a la fecha, si bien el cruce es viable, siendo dominante el color y el temperamento de la vicuña, su producción no es rentable.

Lo que nos importa es rescatar la entrañable y celosa figura sacerdotal descrita por nuestro inquieto y grato viajero. Dios quiera que alguien le dedique un libro a nuestro querido y olvidado cura Cabrera. Al menos, gocémonos con el presente delicioso texto.

 

El intrépido viajero se encontró en el museo de Lima, en un rincón de la sala donde se halla el árbol genealógico de los incas, un retrato del cura de Macusani, don Juan Pablo Cabrera, y declara que "aquella relación de una vida tan laboriosa y santa" le conmovió de tal modo que se prometió no dejar América sin haber "conocido al hombre venerable pintado en el retrato".  Cuando llegó hasta Cabaña el anciano sacerdote, ciego, con el rosario en la mano, le acoge con una gran ternura y le narra su vida:

"He nacido en Canima, una aldeíta de Puno y no en Macusani, como dicen mis biógrafos. A veinte y cinco años era sacerdote y cura párroco en la provincia de Carabaya. Mis dos hermanas Verónica y Epifanía que se quedaron solas después de la muerte de nuestros padres vinieron a vivir conmigo. Penetrado de la grandes de mi ministerio, emprendí la obra de sacar del embrutecimiento en que se hallaban sumergidos a los infelices indios que me había dado Dios a título de rebaño. Abrir los ojos de su espíritu a la luz verdadera, hacer de ellos los hermanos en Jesucristo, indisolublemente unidos por los lazos del cariño, tal fue mi ilusión antes de tomar las órdenes y tal la idea a que resolví consagrar mi vida una vez que había entrado en el sacerdocio.

Al cabo de un año que pasé desempeñando mis funciones y en cuyo tiempo reedifiqué a mi costa la iglesia de Macusani que se caía en ruinas, comprendí toda la dificultad de mi misión apostólica […]

Durante largo tiempo estudié a aquellos seres degradados por los males y por el miedo, buscando un punto vulnerable por donde pudiera penetrar la palabra evangélica, pero me cansé de tal estudio una vez reconocida su inutilidad: aquellas almas endurecidas habrían necesitado uno de esos prodigios particulares en cuya virtud Dios comunica los tesoros de su gracia a los pecadores que quiere convertir.

Cuando me hallaba en el colmo del abatimiento porque veía perdidas todas mis ilusiones, estalló la revolución de 1824 que nos trajo la república. Grandes instituciones se hundieron en un día, los escombros se amontonaron por todas partes y un momento creí que este trastorno político y social resultaría algo grande y útil que comenzaría una era afortunada para nuestras poblaciones, pero mi esperanza no duró mucho: la forma de las cosas cambió, el fondo continuó siendo el mismo. La palabra libertad inscrita en el estandarte de simón Bolívar no fue más que un letrero engañoso colocado sobre el nuevo poder; a los virreyes sucedieron los presidentes y el pueblo no salió de su ignorancia y de su miseria y lo que es peor, se mostró satisfecho de su condición o se consoló de sus males bebiendo.

De ahí la parte de mi ida que no figura en la biografía que acompaña a mi retrato, por la razón de que la han ignorado los hombres; y si yo he querido ocultársela como una llaga secreta, ha sido porque no habría despertado en ellos más que la incredulidad, la indiferencia o la burla, en vez de las simpatías que entre otros habría merecido.

Ahora voy al hecho que me ha valido el honor de figurar en el museo de Lima como uno de los fomentadores de la industria peruana. Un día que erraba yo por la parte montañosa que media entre Macusani y los primeros valles de Carabaya, encontré en el hueco de un peñasco una alpaca macho que había nacido la víspera y cuya madre huyó al verme. Tomé el pequeñuelo en mi sotana y le traje a mi casa confiándole al cuidado de mis hermanos y la alpaca creció en compañía de una vicuña que teníamos. Ahora bien, al cabo de quince meses estos animales nos dieron un vástago cuya lana era admirable y habiendo enviado una muestra de ella a comerciantes de la provincia, llamó en tal alto grado su atención que mis hermanas vieron en el cruzamiento de las razas pachoca y vicuña un medio de rehacer la fortunita que San Martín y los independientes nos habían quitado. Yo las ayudé en la ejecución de su proyecto y después de muchas correrías por las montañas logramos reunir algunos animales de ambas razas que a los siete años componían un rebaño de setenta cabezas. Pero ¡cuánto no nos costó este resultado!"

[Todo ello le valió una condecoración por parte del Congreso de la República, se acuñó una moneda en su honor y que eligieses en el departamento de Cuzco la parroquia que más le conviniera. Por modestia y celo, y por el cariño que a la gente le tenía tras sus 30 años de dedicación pastoral, no quiso salir. Sin embargo, la envidia y maledicencia hizo que envenenaran a sus animales y les obligasen a salir hasta llegar a Cabaña, donde a los dos años se quedó ciego. El obispo debió reemplazarlo nombrando cura párroco en Cabañilla. Al carecer de recursos, sus hermanas se dedicaron a la labranza, criaron gallinas y lechoncillos, hilaron para personas caritativas de Lampa]

"Cuatro años hace ya que llevamos los lazos de nuestro cariño a medida que nos acercamos al término en que la muerte viene a desunirlos". El cura cesó de hablar y su cabeza se inclinó lentamente como agobiada con el peso de un pensamiento secreto. Verónica continuaba hilando, impasible.

Había llegado la hora de recogerse. Yo me quedé solo con el cura, quien después de haberme dado las buenas noches se volvió a la pared y durante un momento le oí rezar en voz baja, mezclando algunos suspiros con sus oraciones".

[Al día siguiente, al despedirse, le ofreció interceder por él ante sus influyentes amigos de Arequipa y Lima y si quería algo. El buen padre le contestó]:

-Absolutamente nada, me respondió. Me quedan muy pocos días que pasar en la tierra para que la protección de los hombres me sea útil ya. Que Dios os guíe, hijo mío; las oraciones del anciano a quien habéis venido a ver de tan lejos no os faltarán mientras viva.

Y el venerable cura me estrechó en sus brazo y Verónica y Epifanía me estrecharon la mano como a un antiguo amigo".

 




[1] MARCOY, Paul. Segunda etapa. De Arequipa a Lampa In : Viaje a través de América del Sur. Tomo I: Del Océano Pacífico al Océano Atlántico [en ligne]. Lima: Instituto français d'études andines, 2001 (généré le 20 juin 2020). Disponible sur Internet: <http://books.openedition.org/ifea/1218>. ISBN: 9782821826670. DOI : https://doi.org/10.4000/books.ifea.1218.