sábado, 23 de noviembre de 2019

LA MUERTE DE PIZARRO en EL MUSEO DEL PRADO

La muerte de Francisco Pizarro 1877. Óleo sobre lienzo, 151 x 201 cm, en el Museo del Prado (Madrid) del pintor, MANUEL RAMÍREZ IBÁÑEZ

El Museo nos indica que la pintura representa la muerte de Francisco Pizarro, que yace moribundo, a la izquierda de la composición, mientras sus oficiales forman un grupo compacto de altivos caballeros, a la derecha que se pierde por el fondo"

https://www.museodelprado.es/coleccion/obra-de-arte/la-muerte-de-francisco-pizarro/13ef52ab-6b14-437d-bb72-392814a7593b

Al hilo del presente episodio, les comparto la página escrita con Antonio Rojas en "Forjadores del Nuevo Mundo" (Valladolid, 1992), complementada con el texto del buen amigo historiador Juan José Pacheco:

 

Rincón de historia peruana 26 de junio de 2018 · 

ASESINATO DE FRANCISCO PIZARRO. Los rumores de un atentado al marques Francisco Pizarro eran muy fuertes, después de la muerte de Diego de Almagro, muchos almagristas eran despreciados por su situación de pobreza y marginación. Un gran deseo de venganza los impulsaría a matar a Pizarro.
Era mediodía del 26 de junio de 1541 y se preparaba el almuerzo, cuando un grupo de veintiún almagristas al mando de Juan de Rada asaltaron la casa de Pizarro, ubicada en el actual palacio de gobierno. ¡Viva el rey!, ¡muera el tirano!, desde la plaza la multitud que estaba en misa los observó, nadie intervino.

Pizarro no estaba solo, estaba acompañado de amigos y criados, pero muchos de ellos huyeron cuando escucharon los gritos de los almagristas.
Pizarro al saber que vendrían por él se quedó a luchar. Se defendió con valentía a pesar de sus 65 años de edad. Juan de Rada empujó a Diego Narváez contra Pizarro y el marques lo mató. Debilitando su defensa, esto fue aprovechado por sus atacantes que no dejaron a Pizarro hasta que recibió una estocada en el cuello.
Pizarro fue rematado de un golpe hecho con un pesado jarrón. Se dice que con su sangre dibujó una cruz en el suelo antes de morir.
Durante el ataque estuvo a su lado su medio hermano Martín de Alcántara, quién también murió, junto a sus pajes Gómez de Luna, Tordoya y Vargas.
De esta manera murió el conquistador del Perú, quién había vivido con violencia, murió en su ley.
https://www.facebook.com/rincondehistoriaperuana/posts/asesinato-de-francisco-pizarro-los-rumores-de-un-atentado-al-marques-francisco-p/2183963404977521/

 

Hay que añadir que el antropólogo forense Edwin Greenwich afirma que por las evidencias se puede afirmar que «Pizarro se defendió bravamente» e incluso su rostro quedó desfigurado: recibió una estocada que indica que le vaciaron el ojo izquierdo y otro corte recto en el pómulo derecho.

En el programa "A la vuelta de la esquina" Gonzalo Torres lo recrea así: https://www.youtube.com/watch?v=GJbZNF7s744

Para todos los interesados en una síntesis objetiva de la biografía del conquistador y fundador de Lima, les comparto la del académico Héctor López Martínez

 http://dbe.rah.es/biografias/9825/francisco-pizarro-gonzalez

  

viernes, 22 de noviembre de 2019

P. Emilio Moscoso Cárdenas SJ (1846-1897) Mártir de la EucaristíaNuevo beato del Ecuador y que vivió en Lima

P. Emilio Moscoso Cárdenas SJ (1846-1897) Mártir de la Eucaristía

Nuevo beato del Ecuador y que vivió en Lima

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El 16 de noviembre en Riobamba (Ecuador) tuvo lugar la beatificación del P. Emilio Moscoso S.J. "Mártir de la Eucaristía" en el Estadio Olímpico.El sábado 16 de noviembre previa a la eucaristía de beatificación se realizó una procesión desde la Capilla del Sacrilegio hacia el Estadio Olímpico con las reliquias del jesuita cuencano P. Emilio Moscoso, S.J. y  el cuadro de la Madre Dolorosa. El señor Obispo, jesuitas, unidades educativas, congregaciones religiosas, familiares del Beato Emilio Moscoso, S. J. y creyentes acompañaron  el recorrido.

La eucaristía estuvo presidida por el Cardenal Angelo Becciu, prefecto de la Congregación de la Causa de los Santos del Vaticano y delegado enviado del Papa Francisco, junto a obispos, sacerdotes, diáconos y presbíteros concelebraron la eucaristía.

Mons. Julio Parrilla, obispo de la Diócesis de Riobamba, acompañado por el postulador jesuita de la causa padre Pascual Cebollada y delegado del Padre General, fueron quienes solicitaron al Cardenal Becciu se proceda a la beatificación. El cardenal Becciu dio lectura a la carta apostólica por medio del que se declaraba beato al padre Emilio Moscoso, lo que fue celebrado con aplausos y juegos pirotécnicos lanzados al cielo de Riobamba y gran alegría de todos los asistentes, mientras se develaba la imagen con el retrato del P. Emilio Moscoso S.J.

El P. Gustavo Calderón, S.J. Provincial de la Compañía de Jesús en el Ecuador en el rito de conclusión de la ceremonia de beatificación puntualizó "nos sentimos profundamente agradecidos por este inmenso regalo del cielo, como es la beatificación del P. Emilio Moscoso, S.J.  Como Compañía de Jesús en el Ecuador queremos renovar nuestro compromiso de servicio al Papa Francisco y a la sociedad ecuatoriana, compromiso que se hace tangible en la fe de nuestro señor Jesucristo, en el compartir del evangelio y la promoción de la justicia que se desprende del mismo."

Además, señaló  la vida y el contexto, en el cual dio su vida el P. Emilio Moscoso, S.J. Mártir de la Eucaristía. Agradeció la presencia de Mons. Angelo Cardenal Becciu, representante del Papa Francisco y pidió que le lleve un mensaje  manifestándole "que Ecuador lo ama y ora por él, que sabemos cuánto afecto tiene por nuestra tierra, y que continúe abriendo la Iglesia al Espíritu que actualiza el evangelio en el mundo de hoy."

El 17 de noviembre en la Catedral de Riobamba se celebró una misa de acción de gracias, presidida por Monseñor Parrilla y concelebrada por sacerdotes de la diócesis y de la Compañía de Jesús. Al mismo tiempo, en la Plaza de San Pedro, al finalizar el rezo del Ángelus, el Papa Francisco destacó el ejemplo del nuevo beato mártir de Ecuador padre Emilio Moscoso, quien fue asesinado el 4 de mayo de 1897 en un clima de persecución en contra de la Iglesia Católica.

"Que su ejemplo de religioso humilde, apóstol de la oración y educador de la juventud, sostenga nuestro camino de fe y de testimonio cristiano", dijo el Papa quien pidió "un aplauso para el nuevo beato".

SEMBLANZA

 

Nace en Cuenca (Ecuador) en 1846, noveno hijo de numerosa familia. En esa época Ecuador se hallaba enfrascado en una guerra con Colombia (1840). El gobierno colombiano, que era de corriente liberal antirreligiosa; había expulsado a los jesuitas, quienes vinieron a refugiarse en el Ecuador hacia 1850, expulsión impuesta con el argumento inverosímil de que ¡la expulsión de Carlos III (1767) estaba vigente! y ejerció presiones para que Urbina (presidente entonces del Ecuador) los expulsara del país en 1850. Sin embargo, los jesuitas volvieron al Ecuador en 1862, traídos por García Moreno. El general Mosquera, presidente de Colombia, que veía con malos ojos la política del Ecuador bajo el régimen de García, pretendió invadirlo y efectivamente llegó con su ejército hasta Ibarra. La Compañía de Jesús entonces, sintiéndose amenazada, quiso poner a salvo a sus estudiantes y novicios, enviándoles a Riobamba y al Noviciado a Cuenca.

 

Emilio Moscoso, que tenía entonces 18 años y había iniciado su carrera de leyes en la universidad, pidió entrar en el Noviciado. Fue de los 2 o 3 primeros novicios que ingresaron a Cuenca. Los primeros votos los hizo en la capilla de Santa Mariana de Jesús (que en esa época era beata), por haber retornado el noviciado a Quito. En su juventud se distinguía por su carácter amable. Fue estudiante de leyes en la universidad.

Hace sus primeros Votos en la recién inaugurada capilla de la entonces Beata Mariana de Jesús en el Templo de La Compañía de Quito. Realiza sus estudios de Humanidades, Filosofía, Pedagogía y Ciencias en el Colegio Seminario San Luis, la Casa de Formación del centro histórico de la ciudad, distinguiéndose como buen filósofo, campo en el que ejerció su magisterio eficientemente. Su primer año de magisterio lo realiza en el Colegio San Gabriel de Quito, luego va al Colegio San Felipe de Riobamba y lo culmina en el Colegio de Guayaquil.

 

Vuelve a Quito para los estudios teológicos y es ordenado el 1° de noviembre de 1876. Es destinado para su cuarto año de teología a Payanne (Francia). Realiza la Tercera Probación en Manresa (España), de donde salió más enfervorizado y resuelto a lanzarse al trabajo apostólico.

 

En Lima

Terminados los estudios de Teología y la Tercera Probación en España, es enviado a Lima, entonces Misión Ecuatoriano Peruana, dependiente de la Provincia de Castilla, en España. Llegó al puerto del Callao el sábado 2 de agosto de 1879, ya iniciada la Guerra con Chile, como operario apostólico, junto con los padres Ricardo Cappa, Antonio Salazar, Francisco Fernández y los hermanos Eulalio Morales, Eusebio Cevallos y Manuel Franco. El P. Moscoso estuvo 18 meses en el Perú. No bien llegó a la Residencia y Colegio de la Inmaculada, en la calle Ayacucho 99 (antes Botica de San Pablo), asumió tareas pastorales. La primera de ellas fue la cárcel, para catequizar a inmigrantes chinos, continuando luego en este ministerio. Predicó los tres primeros días de la Novena de Ntra. Sra. del Carmen en la iglesia Matriz del Callao. El 8 de septiembre hizo la Profesión en la capilla del Colegio.

 

Habiendo viajado el P. Garcés a Arica el 2 de noviembre como Capellán de guerra; el P. Moscoso se hizo cargo de las beatas y monjas que él atendía, así como de una de las escuelas dominicales. El 22 de diciembre, a solicitud del obispo auxiliar de Lima, Mons. Bandini, que actuaba por delegación del anciano y enfermo arzobispo Mons. Orueta, fue al hospital de San Bartolomé a atender en confesión a los heridos de la sublevación de Nicolás de Piérola, que no había aceptado el viaje del presidente Mariano Ignacio Prado tras la derrota en la campaña del sur.

El 1° de marzo el Colegio abrió el curso con 4 alumnos internos y 16 semi internos. A pesar de la situación de guerra, se intentaba desarrollar las tareas escolares dentro de los límites de la normalidad, que eran más bien estrechos. Se le encargó ser profesor de ínfima de gramática, aritmética, geografía e historia universal. Esta fue su tarea principal a lo largo del año, además de su presencia y la de todos los padres en los cuarteles y batallones para atender a los soldados. El 12 de diciembre la casa fue tomada y dividida para convertirla en hospital de sangre. Para el 29 se quiso tomar toda la casa para un batallón, pero al encontrar que los padres habían quedado relegados a un pequeño espacio, solo quedó el hospital.

 

De regreso al Ecuador

El jueves 3 de febrero de 1881 el P. Moscoso partió para Guayaquil, rumbo a Quito. En 1889 fue destinado de nuevo a Riobamba, al Colegio San Felipe Neri, con 10 sacerdotes, 5 coadjutores y 2 maestrillos, como ministro de la comunidad, espiritual, profesor de Lógica y Metafísica y director del Apostolado de la Oración, y luego Superior y Rector en 1893. Así, el nuevo beato fue uno de los miles de jesuitas del siglo XIX que se consagraron al ministerio evangelizador de la educación, servicio que cumplió ejemplarmente. Desde el año 1892 y por espacio de cuatro años, el P. Emilio Moscoso fue destinado al Colegio San Felipe. De carácter sencillo y bondadoso, se sentía llamado a la docencia y trato directo con los estudiantes.

 

La revolución liberal

Mientras era Rector, en 1895 se rompe el orden constitucional. En Guayaquil se proclama la Revolución Liberal, que se traduce en leyes y acciones contra la Iglesia y sus fieles. Se controla la predicación, religiosos encarcelados, seglares católicos perseguidos. El General Alfaro marcha hacia Quito y se apodera de la ciudad en 1896 y consolidó su poder, quedando solo pequeños grupos de resistencia en Riobamba y sus alrededores. El gobierno concentró por eso, en este sector, fuerzas militares, y sospechaban por todos lados de movimientos de resistencia. Se produjo el combate entre conservadores y liberales.

 

El martirio

Empezaron de pronto a sospechar y perseguir al Obispo de Riobamba, Mons. Arsenio Andrade, al clero de la diócesis y a los jesuitas acusados de ser promotores de "la resistencia conservadora".

La situación empeoró cuando, a finales de abril de 1897, las autoridades encarcelaron arbitrariamente a Mons. Arsenio Andrade, acusado de conspirar contra el gobierno. Fue apresado también el Superior de los Redentoristas. En la madrugada del 4 de mayo, los militares fieles al régimen con hachas rompen las puertas del templo del Colegio y rompen el Sagrario, tiran al suelo las hostias consagradas, las pisotean, y beben licor en los vasos sagrados. Estos mismos actores pasan al Colegio, hacia la vivienda de los jesuitas.

El P. Emilio Moscoso se encontraba fuera al momento del arresto. Al saber que sus hermanos se encuentran prisioneros dentro del Colegio, ingresa libremente y se entrega solidario a la misma suerte que los otros jesuitas. Los militares llevan a todos al cuartel frente al Colegio. A medianoche los trasladan a otro recinto militar bajo la amenaza de muerte o exilio. Pasan la noche en una inmunda caballeriza. Esa noche el P. Moscoso muestra fortaleza y hasta una alegría desbordante por estar con sus compañeros que ellos notan, que contrasta con su temperamento sereno y tímido. Así, infundía en los demás un coraje espiritual evidente.Por la mañana apareció toda la población en las calles en tumulto pidiendo la libertad de los religiosos y tanta fue la presión popular que lograron que para la tarde fueran liberados, pero no todos, pues a cuatro los detuvieron. Una vez en casa, el P. Moscoso agenció la libertad los otros sin conseguirlo.

Los soldados irrumpen en el Colegio, y el jefe ordena: "maten a todos los frailes": al primero que encuentran en su cuarto orando de rodillas, rosario en mano, es al P. Moscoso a quien le disparan a bocajarro y caído lo rematan. Las mismas manos, que profanaron la Eucaristía, asesinaron al Padre Moscoso., asaltan el Colegio, destruyen las puertas de la iglesia y toman presos a los Jesuitas en su propio colegio.

Ultrajan el cadáver e intentan arrastrarlo por las calles, y tratan de confundir al pueblo, poniéndole en un fusil y balas a su derredor. Para ocultar lo ocurrido, hicieron circular un boletín oficial, el número 4, plagado de mentiras. En el juicio civil, en cambio todos los testigos, militares actores del hecho, confirmaron la verdad y el segundo comandante José Joaquín Merino, el 21 de marzo de 1916, en documento autobiográfico, patético y juramentado, reveló además la identidad de los sacrílegos asesinos.

Desde 1897 nace una devoción muy especial en la Capilla del Colegio San Felipe Neri de la ciudad de Riobamba por el martirio del P. Emilio Moscoso, quien ofrendó su vida por la fe y su profundo amor a la Eucaristía, y el lugar se transformó en el Templo donde se le venera.+

miércoles, 20 de noviembre de 2019

LA RELIGIOSIDAD DE TÚPAC AMARU Y MICAELA BASTIDAS

TÚPAC AMARU II, REBELDE CATÓLICO Y MICAELA

La fecha emblemática de la Independencia del Perú -28 de julio de 1821-podía ser adelantada a la de la tremenda sacudida que supuso la revuelta de Túpac Amaru en 1780. Estudiado casi siempre como líder político, vamos a fijarnos en su dimensión espiritual como hombre de fe, católico.   

José Gabriel Condorcanqui o Quivicanqui (Surimana, 1738 - Cuzco, 1781) descendía por línea materna de la dinastía real de los incas: era tataranieto de Juana Pilco-Huaco, la hija del último soberano incaTúpac Amaru I (bautizado y catequizado por el jesuita Alonso de Barzana a fines del siglo XVI). Más de doscientos años después, en 1780, el vigoroso José Gabriel, carismático, culto y elegante, lideró el más importante de los levantamientos indígenas contra las autoridades virreinales españolas.

 

Tras el fracaso de la revuelta, preludio de las luchas por la independencia, fue ejecutado cruelmente, uniendo su destino al de su ancestro. Las rebeliones indígenas prosiguieron durante dos años en diversas regiones del país, y obligaron a las autoridades a introducir algunas reformas. Pero su nombre se convirtió en símbolo y bandera para posteriores insurrecciones indígenas y criollas. Durante la primera fase del Gobierno Militar, el General Juan Velasco Alvarado utilizó intensamente la imagen de curaca cusqueño,  reproduciéndola  en los eventos oficiales y otros espacios de la esfera pública; todavía en el siglo XX diversos movimientos guerrilleros revolucionarios como el MRTA reivindicaron su figura.

Hijo del cacique Miguel Condorcanqui, nació en Tungasuca hacia 1738, y se educó con los jesuitas en el Colegio de San Bernardo de Cuzco. Durante un tiempo se dedicó al negocio del transporte entre las localidades de Tungasuca, Potosí y Lima, para lo cual contó con un contingente de varios centenares de mulas; hizo también fortuna en negocios de minería y tierras. Hombre educado y carismático, llegó a ser cacique de Tungasuca, Surimana y Pampamarca, y las autoridades reales le concedieron el título de marqués de Oropesa.

Su prestigio entre los indios y mestizos le permitió encabezar la rebelión contra las autoridades españolas del Perú en 1780; dicha rebelión (precedida por otras similares) estalló por el descontento de la población contra los abusos de los corregidores y contra los tributos, el reparto de mercaderías y las prestaciones obligatorias de trabajo que imponían los españoles (mitas y obrajes).

Casi todos los movimientos de reivindicación social cercanos al cristianismo han recurrido al Antiguo Testamento para buscar en el Éxodo la justificación de una lucha santa para conseguir la libertad del pueblo y crear un reino mesiánico en la tierra.

Monseñor Severo Aparicio, en su obra El clero y la rebelión de Túpac Amaru (Amauta, Cuzco 2000) destaca que Túpac Amaru es un hito singular de la forja del Perú. Podemos decir que el Bicentenenario comenzó en 1980, al cumplirse los doscientos años de la rebelión indígena en el siglo XVIII y que fue encabezada por él, en defensa de los derechos de los indios contra los abusos de las autoridades locales hispanas. Ese año se organizaron dos eventos académicos: el «Coloquio Internacional: Túpac Amaru y su tiempo», celebrado en Lima y Cuzco en 1980, promovido por el gobierno del país; y un Simposio sobre la «Iglesia y la Rebelión de Túpac Amaru», por iniciativa de la arquidiócesis de Cuzco. Por estos trabajos, conocemos a los eclesiásticos que se opusieron a Túpac Amaru y que emprendieron iniciativas para su represión; y a los que le apoyaron en su causa; estos últimos fueron doce sacerdotes seculares y cinco regulares: tres dominicos, un franciscano y un agustino; el más significativo fue D. José Maruri, cura de Asillo (Puno), nacido en Huancayo, hijo de Mariano Maruri, coronel del regimiento de Infantería de la ciudad de Cuzco, de la Orden de Santiago, que sería aprisionado en Perú tras la derrota de los sublevados, trasladado a España, donde sería liberado en 1787, pero con la expresa prohibición de pasar a las Indias.

José Gabriel Túpac Amaru fue católico creyente como confiesa en carta al visitador Areche (Tinta, 5 de marzo 1781): "No soy de corazón tan cruel como los tiranos corregidores y sus aliados, sino cristiano muy católico, con aquella firme creencia que nuestra madre la Iglesia y sus sagrados ministros nos predican y enseñan"; estudió teología en el colegio San Bernardo, participaba habitualmente en la misa y comulgaba, se asesoraba espiritualmente con los sacerdotes, llevaba prendida la chilligua o cruz de paja en su sombrero. En el proceso judicial que se le siguió, asombra el dominio de ciertos temas bíblicos y la aplicación práctica a la realidad cotidiana. En una de sus cartas al obispo Del Cuzco, Mons. Juan Manuel Moscoso, compara la suerte de los indios con la del pueblo de Israel: "Un humilde joven con el palo y la honda, y un pastor rústico, por providencia divina, libertaron al infeliz pueblo de Israel del poder de Goliat y Faraón: fue la razón porque las lágrimas de estos pobres cautivos dieron tales voces de compasión, pidiendo justicia al cielo, que en cortos años salieron de su martirio y tormento para la tierra de promisión...Mas nosotros, infelices indios, con más suspiros y lágrimas que ellos, en tantos siglos no hemos podido conseguir algún alivio". Hay también una alusión a Moisés, Saúl y David y una velada comparación de su persona con los caudillos israelitas: "Y así esperando que otro u otros sacudiesen el yugo de este Faraón, no habiendo salido alguno a la voz y defensa de todo el Reyno" (3 de enero de 1781). Presenta la rebelión como una causa justa querida por Dios que vela por los maltratados indios y que desenmascara a los corregidores españoles.  

En la citada carta a Areche le pide que le castigue a él solo "y no paguen tantos inocentes…sólo a fin de que otros queden con vida…pero ahí está Dios, quien con su gran misericordia, me ayudará y remunerará mi buen deseo".  Es interesante la atribución que el caudillo indígena se toma para nombrar a diversos párrocos en los territorios que fue dominando.

Cabe mencionar también la religiosidad de Micaela Bastidas, esposa de TúpacAmaru. El mercedario P. Juan de Dios Pacheco, declara que "convocaba a su gente para rezar el Santo Rosario en su casa y alabar a Dios en la Iglesia"; era devota del Crucificado de Tungasuca, encargó misas por el triunfo de la revuelta y en el célebre Edicto de 13 de diciembre de 1780, se lee: "Que nuestra Santa Fe se guarde con el mayor acatamiento y veneración, la que hemos de llevar adelante, y si es posible fuese morir por ella".

Debe considerarse también la actuación del Obispo de Cuzco, Juan Manuel Moscoso y Peralta, promocionado desde la sede de Córdoba del Tucumán a la sede andina en 1778. Aunque fue acusado de actuar a favor de la revuelta, las acusaciones no se demostraron; de hecho el obispo fue promocionado en 1789 a la diócesis peninsular de Granada, en donde permaneció hasta su fallecimiento en 1811.

 


El vie., 15 nov. 2019 a las 12:25, José Ignacio Alemany (<jiagorcssr@gmail.com>) escribió:
Querido José Antonio:
Jesucristo es el primero en todo.
Esperamos que nos envíes pronto el artículo sobre el Bicentenario.
Un abrazo.

+ José Ignacio