miércoles, 29 de agosto de 2018

Humanae Vitae, camino de santidad, 50 años después De Monseñor Lino Panizza al Cardenal Robert Sarah

Humanae Vitae, camino de santidad, 50 años después

De Monseñor Lino Panizza al Cardenal Robert Sarah

 

"Cuando les decimos: hay situaciones concretas que pueden justificar el uso de anticonceptivos, ¡les mentimos! ¡Estás predicando una doctrina adulterada (cf. 2 Cor 2:17)! ¡Además, eres herido porque te dicen un camino que no conduce ni a la felicidad ni a la santidad!"

Así de contundente y claro habló el Cardenal Robert Sarah Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos en su ponencia Humanae Vitae, camino de santidad, pronunciada en la Abadía de Santa Ana de Kergonan - 4 de agosto de 2018, con motivo del 50 aniversario de Humanae Vitae. http://www.infocatolica.com/?t=opinion&cod=32856

Enmarca la enseñanza del Beato –santo en octubre- Pablo VI en su contexto histórico, y resalta su coraje, su gran fe en Dios y su docilidad al Espíritu Santo, que le llevó al Papa atreverse a escribir encíclica tan profética –a pesar de la oposición de muchos teólogos y obispos- que lo instaban a poner a la Iglesia a raya del mundo y los medios. Sin embargo, el Papa insistió en que la Iglesia no puede enseñar nada más que lo que ha recibido de la Iglesia. Cristo: la verdad revelada, que es el único camino de felicidad y santidad para los hombres.

LA TESIS DE MONSEÑOR LINO PANIZZA SOBRE PATERNIDAD RESPONSABLE

Por su parte Monseñor Lino Panizza Richero, hoy obispo de Carabayllo, hace 40 años, en 1978, sustentó como Tesina de Licencia en Teología (Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima) "Principios básicos para una paternidad responsable" según los postulados del reciente magisterio de la Iglesia, particularmente de la "Humanae vitae" diez años antes, que fue asesorada por el Dr. P. Luis Cordero. Rescato del "olvido" de la hemeroteca del CINTE este valioso documento para agradecer su trabajo y compartir tan valiosas y actuales aportaciones.

El índice del trabajo fue muy claro y sencillo:

I.            Sentido y destino del hombre en el plan de Dios

1.   Hombre y mujer en la Biblia

2.   La Teología del amor humano como reflejo del amor de Dios

3.   La Redención del Amor y signo sacramental

4.   Propiedades del matrimonio

5.   Magisterio de la Iglesia sobre "Paternidad responsable"

1.    Historia

2.   Concilio Vaticano II

3.   Humanae Vitae

4.   Conclusiones

II.           Matrimonio como comunidad de cuerpos y de vida

1.   El papel de la carne y del espíritu en el matrimonio

2.   Unidad de los padres: lo que tienen derecho e inclusive deben buscar

3.   Amor y fecundidad

III. La familia, pequeña iglesia

1.    El sentido de la familia

2.   Valor social de la familia

3.   Valor eclesial de la familia

IV. La familia, realización de un destino cristiano

 

Su objetivo fue presentar algunos principios básicos y su gradual desenvolvimiento para ayudar a los cónyuges a lograr una auténtica "Paternidad Responsable" que no sea solo procreación sino dar el "ser persona" al ser procreado. Al ser un tema tan amplio la tesis se centró en el primer capítulo, dejando el resto para una ulterior tesis doctoral.

Así, mostró el sentido y destino del hombre en el plan de Dios, resaltando los aspectos que hombre y mujer son una comunidad en la cual se refleja el amor del Dios Trino, que la sacramentalidad del matrimonio es la base y fundamento de la unidad e indisolubilidad del matrimonio, y la respuesta para la paternidad responsable según el Magisterio de la Iglesia.  

El propósito de la tesis era presentar los fundamentos doctrinales  de la paternidad responsable, así como orientar a las personas en el desarrollo de su vida, con el deseo de servir a lograr una mayor madurez de los futuros matrimonios y padres.

Sus conclusiones:

1. Tanto el hombre como la mujer tienen como vocación intrínseca, a su propia naturaleza, el llegar a ser una comunidad de amor. Y el matrimonio, expresión más allá de esta comunidad amor, se realizan en el amor mutuo fecundo.

2. Se impone hoy, la necesidad de una concepción del amor, más humana, cristiana y más auténtica. Esto será imposible, si los padres no crearan un ambiente propicio en la familia para que los hijos puedan crecer viviendo este nuevo espíritu.

3. Ha de tomar conciencia de la grandeza del sacramento del matrimonio como vocación propia a la que están llamados el hombre y la mujer para conseguir su plena realización humana y cristiana.

4. Llegar al convencimiento pleno de que la unidad y la indisolubilidad y, como consecuencia, la fidelidad conyugal, son propiedades básicas e indispensables de todo auténtico matrimonio que traen como consecuencia lógica la felicidad de los mismos esposos y el bien de los hijos.

5. Tomar conciencia de que la Paternidad responsable no sólo se refiere al acto procreativo sino también en llevar al hijo a formar su persona para su plena realización; tara que es una exigencia de los esposos cristianos y que debe abarcar todos los campos de la persona.

6. A manera de recomendaciones sería ideal que como preparación y concientización a la Paternidad Responsable se prepararan y crearan programas especiales para una nueva Pastoral Matrimonial y Familiar.

EN EL "JUBILEO" DE LA HUMANAE VITAE DE SAN PABLO VI

A 40 años de su estudio y 50 de la publicación de la Humanae Vitae podemos constatar con el Cardenal Sarah "lo poderoso que estuvo presente el Espíritu Santo y con el apoyo de la función de Pedro: en medio de un mundo esclavizado y dominado por la perversión de la revolución sexual, abandonada y aislada por muchos cardenales, obispos y teólogos Pedro estaba solo y Pedro se mantuvo fuerte. Pablo VI no solo reafirmó la doctrina histórica y apostólica, sino que fue sobre todo inmensamente profético. Cincuenta años después de su publicación, esta enseñanza magisterial no solo revela su verdad inmutable, sino que también revela la clarividencia con la que se enfrentó el problema…Pablo VI no pudo callar, la gracia del sucesor de Pedro le dio coraje para hablar con claridad y firmeza. No pudo hacer otra cosa porque se trata de Apocalipsis, el mensaje de Cristo. No podía callar porque lo que está en juego en la encíclica Humanae Vitae es, ni más ni menos, la santidad de las parejas cristianas".

Señalo por último el esquema y algunas palabras significativas de su discurso:

I - Lucidez profética

II - Un error de perspectiva.

III - Una verdad según la razón y confirmada por Apocalipsis

IV - Tres errores

- El primer error es con los fieles y los cónyuges en particular. Algunos pueden sentir que la Iglesia les impone un peso insoportable, una carga demasiado pesada que afectaría su libertad.

- El segundo error que debe evitarse es entre teólogos y moralistas. Me gustaría abordar aquí, con fuerza, las mismas palabras de Jesús: "¡Cuidado con los falsos profetas! Vienen a disfrazarlos como corderos, ¡pero por dentro son lobos rapaces! "(Mt 7, 15)…Juan Pablo II pudo decir que "cuando las situaciones concretas se oponen a lo que prescribe la ley moral, es porque en el fondo ya no creemos que la ley de Dios sea el único bien verdadero del hombre " [6] .

- El tercer error para evitar se encuentra en pastores: sacerdotes y obispos. Queridos hermanos sacerdotes, a veces tratamos de hacernos sentir culpables al acusarnos de cargar a otros con la carga que no soportamos nosotros mismos

V - Un camino de santidad para las parejas

En primer lugar, me gustaría señalar que el fundamento de toda santidad es encontrar el amor de Dios. Pero el que ama quiere lo que quiere el amado. Amar a Dios es querer lo que quiere. En la cumbre del misticismo, hablamos de la unión de voluntades o la comunión de voluntades. Por lo tanto, es importante comenzar buscando la voluntad de Dios. Debemos descifrar el propósito que el Creador ha inscrito en nuestra naturaleza como hombre y mujer, en la naturaleza de la pareja y la relación conyugal.

VI - Un arte de vivir

En lugar de "método natural", debemos hablar de un ejercicio de fertilidad de acuerdo con la naturaleza humana. Esto implica una "madurez en el amor, que no es inmediata, sino que tiene un diálogo, la escucha mutua y un control singular del impulso sexual en un camino de crecimiento en la virtud", dice Benedicto XVI. Por lo tanto, uno no puede hablar de la vida según el orden de la naturaleza, de acuerdo con el diseño creativo solo si un método natural de regulación del nacimiento se vive en un contexto de virtudes conyugales propias…En otras palabras: los métodos naturales son una base, pero suponen que se viven en un contexto de virtudes. Pueden constituir una puerta, una pedagogía para el descubrimiento de esta vida conyugal plena, pero también pueden ser vividos solo materialmente sin este contexto de responsabilidad, de generosidad, de caridad que les es connatural.

VII - Entrar a la adoración

Debemos ir más allá y afirmar que, al final, los métodos naturales abren el camino y requieren una verdadera espiritualidad conyugal. Esta espiritualidad, esta vida de relación con Dios encuentra su total realización bajo la influencia especial de un don del Espíritu Santo: el don de la Piedad. La piedad es este regalo que nos hace recibir todo de parte de Dios como de un Padre, con respeto y gratitud

VIII - El camino real de la cruz

San Juan Pablo II agrega que negarse a Humanae Vitae sería hacer vana la Cruz de Cristo. Sí, queridos amigos, queridos maridos, no les predico de la manera fácil. ¡Te anuncio a Jesús, y Jesús crucificado! Queridos cónyuges, los invito a entrar en este camino real de santidad matrimonial. Hay días en que no será sin heroísmo de vuestra parte…La felicidad, la alegría perfecta de vuestras parejas pasa por ahí.

Que la tesina de Monseñor Lino Panizza, elaborada hace 40 años, y el mensaje del Cardenal Sarah, con motivo de los 50 años de la lúcida y valiente encíclica nos motive a volver a leerla, estudiarla, difundirla y vivirla.


EL HOMBRE RENACE EN UN ENCUENTRO. APORTES A LA ANTROPOLOGÍA TEOLÓGICA EN LOS ESCRITOS DE LUIGI GIUSSANI. P. Miguel Carpio

P. Miguel Carpio Vargas obtuvo el grado de magister en  Teología con mención en Teología Dogmática, con la tesis "EL HOMBRE RENACE EN UN ENCUENTRO. Aportes a la antropología teológica en el pensamiento de Luigi Giussani". En la sustentación obtuvo la calificación de Magna cum Laude. El jurado estuvo conformado por Pbro. Dr. Ernesto Rojas, Pbro. Lic. Tomas Garván y la Mgtr. Daniela Emmerich de Haro.http://www.ucsanjose.edu.pe/se-realizo-sustentacion-de-tesis-el-hombre-renace-en-un-encuentro-aportes-la-antropologia-teologica-en-el-pensamiento-de-luigi-giussani/

Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima. Universidad Católica San José

El P. Miguel cursó los estudios de Educación en la Universidad Católica Sedes Sapientiae  Fruto de la dinámica y celosa siembra apostólica de la parroquia de Santa María de la Providencia con el P. Vicente Folgado y el P. César Buendía, encontró allí su vocación sacerdotal. Continuó sus estudios en la Facultad de Teología Redemptoris Mater de El Callao y en el Seminario San Jerónimo de Arequipa. En contacto con el Movimiento Comunión y Liberación y en el presbiterio de la diócesis de Carabayllo -con Monseñor Lino Panizza como obispo-  formaba parte de la comunidad parroquial de San Conrado. Parte ahora a continuar estudios de doctorado a Italia. Dios le bendiga.

Agradezco el envío del texto que compartió en el momento de su brillante sustentación

 

EL HOMBRE RENACE EN UN ENCUENTRO.

APORTES A LA ANTROPOLOGÍA TEOLÓGICA EN LOS ESCRITOS DE LUIGI GIUSSANI

 

P. Miguel Carpio Vargas

En el inicio de la presente tesina se dejó claro el objetivo de esta investigación: Frente a la crisis antropológica (tal como lo expresó el Papa Francisco en su exhortación apostólica Evangelii Gaudium) documentada en la sociedad actual, cuya raíz es el alejamiento del hombre respecto a Dios (motivo por el cual el Papa Benedicto XVI convocó en el 2009 el año de la fe) ¿qué puede proponer la teología? La presente investigación pretende ser un aporte a la respuesta de la pregunta antes planteada. Así pues, frente al extravío del hombre en la actualidad, la propuesta antropológica del sacerdote italiano Luigi  Giussani es capaz de responder al hombre contemporáneo. En el primer capítulo aborda la vida de nuestro autor, así como su relación con la antropología teológica y el ambiente cultural que le tocó vivir. El segundo capítulo presenta su pensamiento en tres momentos: hombre, Cristo e Iglesia. Finalmente, se muestra las influencias que recibió y su aporte a la antropología teológica: el hombre renace en un encuentro.

Luigi Giussani nació en Desio (Italia) en 1922, recibió la ordenación sacerdotal a los 23 años. Luego de doctorarse en Sagrada Teología y ser profesor en la Facultad de Teología de Venegono (Milán), secundado por sus superiores se dedicó a enseñar religión en el Liceo Berchet y después en la Universidad Católica Sacro Cuore de Milán. Falleció en el 2005 y en el 2012 se inició su causa de beatificación.

Lo que movió el recorrido vital de nuestro autor, toda su preocupación e interés, fue la pasión por el drama de la existencia humana. El centro de su pensamiento fue el hombre, pero no entendido dentro de sí mismo, sino en relación con Dios. Por esta razón se puede identificar su pensamiento dentro de la antropología teológica.

El cardenal y teólogo Angelo Scola sostiene que la antropología posee un carácter teológico cuando tiene presente cuatro temas decisivos que introducen en la gran cuestión del hombre: la creación, el pecado original, la justificación y el hombre nuevo (la redención). Y precisamente el aporte de la presente investigación tiene que ver con este tema: el hombre nuevo, pero generado a través del encuentro con Cristo.

En los años que precedieron inmediatamente al Concilio Vaticano II se expresaba la necesidad de agrupar de modo articulado los contenidos teológicos referidos al hombre. La llamada del hombre a la comunión con Dios en Cristo y, consiguientemente, la relación entre cristología y antropología constituye el eje en el que se desarrollará esta articulación. El Concilio Vaticano II, en la constitución Gaudium et Spes (GS), ofrece un apreciable contenido antropológico. Así pues, presenta a Cristo como clave, centro y fin de toda la historia humana, y fundamento de toda la realidad: a la luz de Cristo, el Verbo encarnado, el concilio quiere iluminar el misterio del hombre. Jesús revela al hombre su propia condición en cuanto se muestra como Hijo Unigénito del Padre, en Él aparece la humanidad perfecta y se pone de manifiesto el designio de Dios sobre el hombre; por esta razón, el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado (GS 22). En efecto, sostiene Giussani, este esclarecimiento sólo es posible en el encuentro con Cristo: encontrarse con Cristo, relacionarse y seguirle significa ser más hombre, crecer en humanidad. Toda la propuesta teológica y educativa de Luigi Giussani está impregnada de la preocupación del hombre y su familiaridad con la persona de Cristo, en quien renace la humanidad. Motivo por el cual podría afirmarse que nuestro autor se anticipó a las afirmaciones del Concilio en este punto.

Por otro lado, la cultura contemporánea en la que vivió Giussani ya en el siglo XX fue progresivamente anticristiana, donde se dio una continuidad en el proceso de secularización, con un retroceso de lo religioso que trajo consigo un camino de descristianización en las mentes de los hombres y en sus costumbres, ya que la Iglesia fue vista como enemiga del progreso, la libertad y la verdad. En realidad, enemiga del hombre y no reconocida como fuente de verdad, verdadero baluarte del oscurantismo y la superstición. Esta postura fue resaltada por la lucha de la Iglesia contra la modernidad. Giussani no fue ajeno a estos hechos, resumidos por él como el "efecto Chernóbil", sino que trató de responder a ellos, no de manera reactiva, sino mostrando la belleza del cristianismo, es decir, el atractivo de la persona de Jesucristo capaz de suscitar la fascinación de los hombres de todas las épocas y de responder a sus anhelos más profundos.

A lo largo del segundo capítulo de esta investigación, se desarrolló, en líneas generales, el pensamiento de Luigi Giussani, el mismo que está dividido en tres momentos sucesivos e integrados entre sí y que tienen como centro al hombre que renace en el encuentro con Cristo. En el primer momento, en su libro El sentido religioso, Giussani explicó que el hombre está constituido por un conjunto de exigencias (de verdad, belleza, felicidad, significado), que constituyen el "sentido religioso", expresadas en ciertas preguntas y que se despiertan en el contacto con la realidad. Entonces, el hombre descubre la presencia del Misterio, culmen de la razón, de quien depende y puede definirse como: "yo soy Tú-que-me-haces". La respuesta al sentido religioso sólo puede ser la hipótesis de Dios, el mismo que permanece trascendente e inalcanzable al esfuerzo humano; sin embargo, en el hombre existe una exigencia de revelación, es decir, el deseo que Dios manifieste su rostro y salve al hombre. En Los orígenes de la pretensión cristiana, segundo momento de su pensamiento, se afirmó que en un determinado momento de la historia aconteció un hecho que se presentó como la respuesta al pedido del hombre. Dios se reveló, se hizo hombre, mostró su rostro en la persona de Jesús de Nazaret. El método para acercarse a Dios cambió, ya no consiste en un esfuerzo imaginativo, sino en el encuentro con Cristo. Todo esto fue atestiguado por los Evangelios que nos muestra cómo todo aquel que se encontró con el Señor y su misericordia, renació en un hombre nuevo. Finalmente, en su libro Por qué la Iglesia, presentó a ésta como la contemporaneidad de Cristo, es decir, como prolongación del Señor en la historia, única posibilidad para que en el presente el hombre pueda entrar en relación viva con Él y renacer en una nueva criatura.

En realidad, la familia de Giussani le proporcionó el lugar necesario para intuir la naturaleza del cristianismo, que  está hecho, sobre todo, de encuentros cotidianos con personas, sus padres, adheridas a Cristo. Todo lo contrario con lo que empezó a suceder en el ambiente cultural italiano al que perteneció. En efecto, se fue mostrando los primeros signos de una actitud general de rechazo e incluso de irascibilidad frente al cristianismo, donde la fe se fue apartando de la vida y recluyéndola a la esfera de lo privado.  

En la última parte de esta investigación, Giussani intuyó en el encuentro con sus maestros en la Facultad de Teología de Venegono (Gaetano Corti, Giovanni Colombo y Carlo Colombo) que el cristianismo no es un conjunto abstracto de dogmas, sino el acontecimiento del encuentro con Cristo. Durante una clase en la que Gaetano Corti explicó el Prólogo del Evangelio de San Juan, Giussani aprendió una nueva clave de lectura de la realidad que nunca le abandonó: «el Verbo de Dios se ha hecho carne» (Jn 1,14), es decir, la belleza, la bondad, la verdad, el amor se ha hecho carne, una Presencia que corresponde a las exigencias más profundas del corazón. A partir de este momento, que nuestro autor llamó «bel giorno», nada en su vida fue lo mismo.

En este mismo periodo, Giussani se encontró con la influencia de las obras de grandes escritores: Giacomo Leopardi, con quien se identificó por la conciencia del deseo de infinito del corazón del hombre y la inconsistencia del mundo para responderle; y de Romano Guardini y Charles Peguy, de quienes hizo suya la categoría del encuentro. Importante es destacar la influencia de la teología ortodoxa de Vladimir Soloviev y la teología protestante de Reinhold Niebuhr y Paul Tillich. 

Todo esto constituyó el fermento de su pensamiento, pero que, en palabras de Scola, posee su propia originalidad:

Mostrar de manera articulada, la experiencia elemental del ser humano, tal como la capta nuestro autor en el surco de la traditio catholica [...]. El pensamiento original es como un número primo: no se puede descomponer. Las deudas y las aportaciones que confluyen en él no pueden explicar su forma profunda: pues ésta no es una mera síntesis de reflexiones y estudios de otros, sino que, por un carisma singular, nace de la directa y original penetración en la experiencia misma[1]

En realidad, el pensamiento de Giussani es como un número primo, es decir, no se puede descomponer, y tampoco es el resultado de muchas reflexiones, sino que es original, es decir, cercano al origen de todo y de todos, Dios Uno y Trino. Esta originalidad al presentar el cristianismo como un encuentro con Cristo no proviene de la capacidad de crear algo nuevo, sino una gracia recibida por el Espíritu Santo, como lo decía el entonces cardenal Ratzinger en la homilía de su funeral:

Don Giussani siempre tuvo la mirada de su vida y de su corazón dirigida hacia Cristo. Así, comprendió que el cristianismo no es un sistema intelectual, un conjunto de dogmas, un moralismo; [sino] que el cristianismo es un encuentro, una historia de amor, un acontecimiento. […] Monseñor Giussani, con la fuerza de la fe, atravesó impertérrito estos valles oscuros y, como es natural, con la novedad que llevaba consigo, tuvo también dificultades de colocación en el seno de la Iglesia. Si el Espíritu Santo, conforme a las necesidades de los tiempos, crea algo nuevo, que en realidad es el regreso a los orígenes, puede resultar difícil orientarse y encontrar el conjunto pacífico de la gran comunión de la Iglesia universal[2].

Siguiendo lo dicho por Ratzinger, se puede decir que don Giussani no planteó cosas "nuevas", sino que supo transmitir  el cristianismo de manera novedosa, volviendo siempre al origen de hecho cristiano, y según las exigencias de la sociedad contemporánea, es decir, que supo traer al presente de manera nueva lo que la tradición de la Iglesia siempre ha creído y enseñado.

Para Giussani la única posibilidad para que el ser humano renazca hoy en una nueva criatura es que suceda el mismo método del origen: el encuentro con la persona de Cristo. Esto es posible gracias a la contemporaneidad de Cristo,  presente en la Iglesia.  

Asimismo, Giussani no sólo presentó en el segundo momento de su pensamiento el cristianismo como el encuentro con Cristo, a partir del cual renacieron todos aquellos que se toparon con Él, expresado en su obra Los orígenes de la pretensión cristiana; sino que fue una constante, incluso la idea dominante de su enseñanza, en la mayor parte de sus escritos. Dicho encuentro, no sólo puede ser al inicio, sino que debe ser constante; por ello, para garantizar el renacer del hombre se necesita de la Iglesia, ya que Él está con nosotros todos los días hasta el fin del mundo (Cf. Mt 28,20) a través de los rostros de aquellos que son adheridos por Él (Cf. Lc 10,1-12; Hch 9,1-19). En este sentido, en la Iglesia los hombres pueden ser generados en nuevas criaturas y sólo perteneciendo a esta gran compañía los creyentes son capacitados para generar el mundo entero.

Pues bien, en la búsqueda de profundizar en esta idea del cristianismo como un encuentro, se hace referencia en la tercera parte a algunos de sus escritos, donde se puntualiza diversos aspectos muy útiles para este propósito.

En ¿Se puede vivir así? Un acercamiento extraño a la existencia cristiana[3], Giussani presentó las dos características de aquel encuentro – el de Juan y Andrés con Cristo - comienzo de un hecho nuevo en el mundo:

a)        La primera característica del      acontecimiento cristiano es que su forma es la de un encuentro concreto y "ordinario", tal como les sucedió a Juan y Andrés cuando se toparon con Jesús. Se trata, pues, de un encuentro concreto que pudo parecer banal, pero que trajo consigo el inicio de algo nuevo. 

 

b)        La otra característica, unida a la anterior, es la excepcionalidad, ya que dicha Presencia correspondía al anhelo de sus corazones.

Por otro lado, en una serie de diálogos con los universitarios de Comunión y Liberación durante los años de 1986 y 1987, recogidos luego en L'io rinasce in un incontro, mostró cómo el ser humano, a causa de lo que denominó el "efecto Chernóbil", venía siendo víctima de un debilitamiento de la conciencia, una atrofia del yo. Es a partir de esta constatación, que Giussani presentó la urgencia para el hombre de un encuentro "vivo" con Cristo, pues: «La persona se halla a sí misma en un encuentro vivo, es decir, mediante el encuentro con una presencia que nos impacta y, suscitando un atractivo, nos provoca a reconocer que nuestro corazón, con las exigencias que los constituyen, existe»[4]. Así pues, el encuentro con Cristo vivo, contemporáneo en su cuerpo que es la Iglesia, permite al hombre hallarse a sí mismo, descubrir que tiene un valor infinito, y que él, la persona, es el centro del cosmos. 

A partir de estas consideraciones, es preciso reparar ahora que, en La conciencia religiosa del hombre moderno[5], Giussani afirmó además, que el encuentro con Cristo, en su naturaleza original, tiene dos efectos:  

a)        Que el encuentro con Cristo genera una unidad en toda la persona, pues el hecho cristiano es totalizante, es decir, puesto que la fe permite al Señor aferrar por completo al sujeto, éste puede renacer en una nueva criatura, y, en ese proceso transformador, tiende a cambiar toda su existencia, hasta en los detalles. El encuentro trae consigo la experiencia del anticipo de plenitud, del ciento por uno, de ese "ya" del futuro. Además genera una unidad de la inteligencia, la voluntad y los sentimientos del hombre, es decir, consigo mismo y con los demás. En realidad, el signo que demuestra exhaustivamente el poderío de Cristo, la presencia de Cristo, es la unidad en los creyentes. 

En referencia a esto último, Giussani explicó en El rostro del hombre. Las dimensiones reales del yo que el encuentro con Cristo, que se puede traducir en el presente como un reconocimiento, cambiará al hombre en "el tiempo". Así pues, la transformación del hombre no se realiza de manera mágica e inmediata, sino en el seguimiento a Cristo en el tiempo, en una serie de encuentros con Él, donde lentamente experimenta el renacer de su humanidad. En este reconocimiento constante de Cristo, a través de encuentros continuos con su Persona, se genera la unidad del yo y, como consecuencia, el hombre se abre a la comunión con todos los hombres, pero en especial con los demás creyentes, generándose, de esta manera, una unidad con todos aquellos aferrados por Cristo. En este mismo sentido, siguiendo la reflexión sobre la categoría del encuentro, cabe señalar que Giussani hizo muchas veces referencia a éste, en cuanto a su capacidad de generar un afecto en los discípulos hacia Cristo. Así por ejemplo, en uno de sus comentarios más bellos de los Evangelios, el "sí de Pedro", plasmado en El templo y el tiempo, afirmó que la esencia del cristianismo consiste en el afecto y simpatía hacia Cristo.   

b)        El segundo efecto fundamental del encuentro con Cristo es la fe que se hace cultura[6], es decir, que los hombres, generados en Cristo a través de la Iglesia son capacitados "para" el testimonio de la fe en el quehacer de sus vidas, creando una cultura cristiana, es decir, auténticamente humana.

También hemos presentado como tanto en Juan Pablo II, como en Benedicto XVI y en el Papa Francisco encontramos huellas del pensamiento de Giussani referidas a la categoría del encuentro, ya sea por la estrecha amistad que lo unía o por la lectura de los abundantes libros de nuestro autor. Esto muestra, a su vez, que el pensamiento y aporte de Giussani no sólo podría entenderse como un "catecismo" para los miembros de Comunión y Liberación, movimiento iniciado por nuestro autor, sino un aporte para toda la Iglesia. Una propuesta desde la familiaridad con Cristo, es decir, a partir de la experiencia del encuentro con su Persona, nació la propuesta antropológica de Giussani, que no fue resultado de una profundización sistemática abstracta, sino de una relación de tú a Tú.

Por todo lo dicho, se puede afirmar que la genialidad de Luigi Giussani, fruto de una sensibilidad personal, de la educación de sus padres, y de sus estudios en la Facultad de Teología de Venegono, le permitió percibir antes del Concilio Vaticano II, que el misterio del hombre misterio de Cristo. De esta manera, seguro de esto pudo lanzarse a dialogar con el ambiente cultural de su tiempo y, así, proponer la novedad del cristianismo.

Podemos concluir que el aporte de Giussani a la antropología es útil, ya que frente a un gran prejuicio contra la Iglesia presente en numerosos ámbitos de la sociedad actual y a una reducción del cristianismo a un conjunto de normas morales, una serie de dogmas, que poco tienen que ver con la vida, nuestro autor nos permite volver a la esencia del cristianismo, es decir, al encuentro con una Presencia excepcional que ha deseado hacerse contemporáneo en la carne de los cristianos. Entonces, en el encuentro con el Señor se recupera la relación perdida con Dios, consigo mismo, con los demás y con la creación.

[1] A. Scola, Un pensamiento original, 19.[2]J. Ratzinger, «Misa de funeral de Mons. Luigi Giussani». [3] Cf. L. Giussani¿Se puede vivir así? Un acercamiento extraño a la existencia cristiana,  41- 46. [4] Id., L'io rinasce in un incontro, 182. [5] Cf. Id.,  La conciencia religiosa en el hombre moderno, 141-153. [6] Cf. Id., El rostro del hombre. Las dimensiones reales del yo, 157-169.                              


martes, 28 de agosto de 2018

Los signos de los tiempos en las conferencias latinoamericanas: continuidad y profundización. Lic. José Antonio Melgar, Burgos, 2018

Amigos: Les comparto la interesante tesis del P. José Antonio Melgar, a la fecha párroco en San Ramón (Perú) y que durante dos años ha estado estudiando y acaba de sustentar su tesis de licenciatura en Teología Dogmática en la Facultad de Teología del Norte, en Burgos (España). El trabajo lleva por título: Los signos de los tiempos en las conferencias latinoamericanas: continuidad y profundización. (Curso 2017-2018) Su director ha sido el teólogo Dr. D Eloy Bueno de la Fuente. 

Agradezco la deferencia de enviarme el texto de la sustentación que comparto en su mayoría. 

Fotos: 1. A punto de ser ordenado diácono en San Ramón. 2. Celebrando misa con militantes de Santa María. Dr. Eloy de la Fuente


1.   Motivación.  

La principal misión de la Iglesia es hacer que la gracia de salvación obtenida por Cristo, siga llegando y beneficiando a todas las personas de cada época. Esta tarea la Iglesia lo ha realizado y lo sigue realizando mediante la actualización de la fe a cada época y a cada contexto.  El Concilio Vaticano II designó esta labor de la Iglesia como aggiornamento. El gran deseo del Papa San Juan XXIII es que el Concilio Vaticano II vuelva a experimentar la fuerza transformadora de pentecostés que invita a salir e iluminar los acontecimientos presentes desde la fe (puesta al día). Luego de más de cincuenta años, desde el Vaticano II, el Papa Francisco vuelve a insistir en la tarea de puesta al día mediante palabras que ya son conocidas: Iglesia en salida, una Iglesia como tienda de campaña, hagan lío, etc.  

     Una de las principales categorías y propuestas teológicas del Concilio Vaticano II fue la categoría teológica signo de los tiempos, que reflejaba de forma adecuada, la intención de puesta al día del Concilio. Una vez culminado el Concilio Vaticano II venía la gran tarea de hacer llegar los frutos del Concilio a todos los rincones de la Iglesia. América Latina no fue ajena a este deseo y como parte de la Iglesia, fiel y obediente, asumió todas las enseñanzas y directrices del Vaticano II. Especialmente asumió la categoría signo de los tiempos como elemento transversal de los documentos desde Medellín hasta Aparecida, que son fruto de la reunión de los obispos de América Latina y el Caribe (CELAM).

     Ante este panorama, mi principal motivación fue preguntarme cómo hacer para que este deseo del Concilio siga haciéndose realidad en nuestra época y en el contexto latinoamericano. Preguntando a distintos profesores la respuesta más común fue la categoría signo de los tiempos. Con las ideas un poco más claras emprendí la tarea de investigar sobre la categoría teológica signo de los tiempos, de modo especial en las conferencias latinoamericanas. El trabajo no fue fácil, porque surgieron muchas preguntas, según avanzaba en la investigación, que sirvieron de motivación para indagar aún más en la categoría signo de los tiempos. Los cuestionamientos que encontré fueron: ¿Qué entiende la Iglesia por signo de los tiempos? ¿Cómo asumieron los Obispos latinoamericanos la categoría signo de los tiempos? ¿Cuál es el trasfondo teológico de la categoría signo de los tiempos? ¿Cómo reconocer los signos de los tiempos? ¿Son solo signos de los tiempos los hechos positivos o también los negativos?

2.   Presentación del tema.

 

     El título escogido para este presente trabajo es: Los signos de los tiempos en las Conferencias latinoamericanas: continuidad y profundización. El trabajo estará dedicado a recorrer las conferencias latinoamericanas, poniendo énfasis en la utilización y el sentido que cada Conferencia General dio a la categoría signo de los tiempos.

El trabajo se ha dividido en cinco capítulos: En el primer capítulo hacemos una breve introducción sobre los signos de los tiempos en el Concilio vaticano II; en el segundo capítulo iniciamos a estudiar las conferencias latinoamericanas, empezando por Medellín como recepción de la categoría signo de los tiempos en Latinoamérica; en el tercer capítulo analizamos la conferencia de Puebla donde se realizó la profundización de los signos de los tiempos; en el cuarto capítulo continuamos con el análisis de la conferencia de Santo Domingo que viene a significar un cambio de paradigma; y en el quinto y último capítulo estudiamos la conferencia de Aparecida como continuadora de la reflexión desde los signos de los tiempos.

3.   Objetivo.

     El trabajo que he realizado tiene como objetivo principal dar a conocer el sentido teológico que se le dio a la categoría signo de los tiempos en el Concilio Vaticano II y su aplicación y evolución en el contexto latinoamericano, especialmente en las cuatro últimas conferencias que comprende desde Medellín hasta Aparecida.

4.   Metodología.

     El método que utilizaré en el desarrollo del trabajo es el histórico-teológico.

     Con el aspecto teológico nos referimos a que no solo nos limitaremos a un recorrido de verificación, sobre todo analizaremos las diferentes conferencias para encontrar el sentido teológico que le dio cada una de ellas. 

     La metodología quiere responder especialmente a la pregunta ¿Qué entiende la Iglesia por los signos de los tiempos? Unida a esta pregunta surgen otras y a las cuales intentaremos responder. ¿Cómo ha utilizado la Iglesia latinoamericana los signos de los tiempos? ¿Cuáles son los criterios que permiten su discernimiento? ¿Qué valoración teológica podemos darle?

5.   Contenido fundamental:

     Capítulo primero: En el primer capítulo, signo de los tiempos en el Concilio Vaticano II, comenzamos mostrando los lugares donde se inició a utilizar la categoría signo de los tiempos. Estos lugares se reducen sobre todo a revistas y pequeños grupos de reflexión. El gran impulso lo darán San Juan XXIII, Pablo VI y el Concilio Vaticano II. A partir de estos dos pontífices y del gran acontecimiento conciliar, la categoría signo de los tiempos pasará a formar parte del magisterio universal.

     Antes de estudiar los signos de los tiempos en los documentos conciliares, fue necesario hacer un breve estudio sobre la historia. En el ámbito de la teología fue Melchor Cano quien definió de forma extraordinaria los lugares teológicos como lugares donde se encuentran los contenidos para hacer teología, es decir, como lugares donde se da la revelación. Dentro de esos lugares se encuentra la historia, aunque en el último lugar, y con una definición escéptica que solo se reduce a descripción de sucesos y acontecimientos. Las posteriores investigaciones profundizarán en el concepto de historia y llegarán a afirmar que la historia es el lugar por medio del cual Dios se va revelando. Esta forma de concebir la historia será terreno propicio para hablar sobre los signos de los tiempos.

     Por su parte, el Concilio Vaticano II en su intento de entrar en diálogo con el mundo volvió a mirar la historia desde una óptica creyente. En ella descubre que los acontecimientos que suceden en cada época no son vacíos e irrelevantes. Esta forma de ver la historia fue denominada signo de los tiempos. Será en la Gaudium et Spes donde se recoja y reflexione sobre la categoría signo de los tiempos. En los numerales 4, 11 y 44 se recoge la riqueza de los signos de los tiempos. Por su parte el numeral 4 hace referencia al aspecto sociológico donde se describe los sucesos de la época presente. El numeral 11 resalta el aspecto teológico de los signos de los tiempos, porque en los acontecimientos también podemos sentir la presencia de Dios. Y por último, el numeral 44 complementa a los dos numerales anteriores, porque añade el aspecto del discernimiento a la luz del evangelio, necesario para descubrir los signos de los tiempos en nuestra época. Vemos que los signos de los tiempos hacen referencia a los acontecimientos de cada época donde sentimos la interpelación de Dios que nos invita a cambiar la realidad y  a su vez sentimos su presencia que nos invita a continuar con las realidades positivas. Este reconocimiento solo se logrará desde el discernimiento realizado desde el evangelio.

     Capítulo segundo: Ubicados en el ambiente latinoamericano, el segundo capítulo está dedicado al análisis y reflexión del documento de Medellín. La segunda conferencia se destaca sobre todo por ser la receptora de forma creativa de la doctrina conciliar, de modo especial de la categoría signo de los tiempos; y por la utilización del método ver-juzgar-actuar que con el tiempo se fue convirtiendo en el método de las conferencias y de la reflexión pastoral del continente.

     Cuando se celebró la conferencia de Medellín los obispos iniciaron realizando un análisis de la realidad para conocer las principales preocupaciones del continente (Signo de los tiempos). En Latinoamérica se está viviendo una época de transformación rápida que va teniendo consecuencias negativas y está afectando a los más pobres. En todo el continente se está viviendo un ambiente de injusticia y en muchos lugares se ha llegado hasta la violencia en contra de los más vulnerables. Ante esta realidad la Iglesia no quiere ser ajena a los sufrimientos del hombre y quiere dar un mensaje de esperanza. Ante este contexto los obispos reunidos en Medellín creyeron necesario contribuir, desde la Iglesia, a la tarea de la gran transformación, que no es otra cosa, pasar de una realidad inhumana a otra más humana. Para poder dar esperanza al pueblo los obispos no dudan en volver a releer la realidad presente desde el hecho bíblico de la liberación de Israel de las manos de Egipto. Dios sigue realizando esa liberación y ahora esta liberación se traduce en pasar de condiciones inhumanas a más humanas. Para realizar esta transformación los obispos proponen unas líneas pastorales que ayuden a impulsar la fe y a la vez contribuyan a la gran transformación que tanto desea el pueblo. Medellín es el primer intento de trabajo desde los signos de los tiempos en el continente latinoamericano. La misma forma de realizar la reflexión, iniciando desde la realidad para buscar los signos de los tiempos, da a conocer que se quiere ser fiel al Concilio. El trabajo de reflexión desde los signos de los tiempos, en Latinoamérica, será realizado desde el método ver-juzgar-actuar y los documentos finales de las conferencias son un fiel testimonio de esta forma de trabajo.

     Capítulo tercero: Está dedicado a la tercera conferencia realizada en Puebla. La tercera conferencia centrará su trabajo en llenar de contenido teológico la reflexión desde los signos de los tiempos. Es una invitación a mirar desde la fe todos los acontecimientos. Además, Puebla, hará un llamado al continente para vivir y fomentar la comunión y participación.

     Han pasado 11 años desde que se celebró la conferencia de Medellín. En el continente siguen sucediendo grandes cambios y los obispos sienten la necesidad de seguir respondiendo a esos cambios. Puebla será la conferencia que como punto de partida tendrá la reflexión realizada en Medellín, que aún es actual, y otros documentos magisteriales, como la Evangelii Nuntiandi, que van marcando el caminar de la Iglesia. Puebla inicia buscando los signos de los tiempos y para realizar esa tarea inicia por el análisis de la realidad al igual que Medellín. Para ver esta realidad y no correr el peligro de mirar y enfatizar solo un aspecto, Puebla introduce el concepto de cultura que será un término que abarca todos los aspectos de la vida del hombre. Desde ahora se hablará de un análisis socio-cultural.

      Si Medellín hizo referencia a la gran transformación como tarea urgente a realizar, Puebla continuará enfatizando esa tarea, pero ahora el camino elegido para realizar la gran transformación es la evangelización. Vemos como Puebla empieza a enfatizar la tarea de la evangelización en el continente, fruto de la recepción de la Evangelii Nuntiandi. Los obispos dan un paso más y son conscientes que no basta con hablar de evangelización, además, hace falta llenar de contenido esa evangelización. Es así que Puebla hace una breve reflexión sobre las verdades de Cristo, la Iglesia y el Hombre, desde donde pretende iluminar toda la realidad. Ya podemos notar el cambio que se viene dando entre conferencias. Medellín optó por el aspecto sociológico-pastoral, ahora Puebla enfatiza el aspecto teológico-pastoral.

También es de resaltar que la conferencia de Puebla al hacer referencia a los signos de los tiempos lo utiliza en sus dos aspectos: interpelación y presencia. Al realizar el análisis socio-cultural se afirma que nos acercamos a la realidad para sentir la voz de Dios que nos interpela. Cuando Puebla desarrolla el apartado "el contenido de la fe", recuerda la tarea profética de la Iglesia y enfatiza que una de las formas de vivir el profetismo en nuestro tiempo es mostrando donde se encuentra la presencia del Espíritu.  

     Capítulo cuarto: La cuarta conferencia, realizada en Santo Domingo, enfatizará la realidad eclesial. Luego de 13 años desde la última conferencia los tiempos han cambiado y están afectando a la Iglesia. Son momentos muy duros que vive la Iglesia y los obispos sienten la necesidad de hacer un alto y reflexionar sobre la fe del pueblo. Han pasado 500 años desde que llegó el evangelio al continente y es necesario hacer una revisión de la tarea evangelizadora para continuar con los logros y corregir los errores. A las efemérides, que es motivo de celebración, hay que añadir la rápida influencia de la cultura moderna que lo cuestiona todo y la rápida propagación de las sectas y los nuevos movimientos. Todas estas circunstancias hicieron que la principal preocupación de los obispos sea el análisis y reflexión de la realidad eclesial. Si hasta ahora las anteriores conferencias han enfatizado en la tarea de mirar la realidad social para descubrir los signos de los tiempos, Santo Domingo continuará con este análisis, pero tendrá la necesidad de enfatizar la realidad eclesial por la creciente descristianización que sufre el continente.

Ante la creciente descristianización y el alejamiento de los fieles de la Iglesia, los obispos ven como necesario volver a impulsar la evangelización. La fe del pueblo no es la misma y los métodos de evangelización no respondes a estos tiempos. Hace falta una renovación de nuestros principios y formas de evangelizar. Santo Domingo propone renovar la evangelización mediante la Nueva Evangelización que debe ser nueva en su ardor, método y expresión. El principal fin de esta Nueva Evangelización es renovar la fe del pueblo y para lograr este fin es necesario que la evangelización tenga como principal tarea volver anunciar a Cristo. Con el énfasis puesto en la Nueva Evangelización y el marcado cristocentrismo, Santo Domingo vuelve a optar por el sentido teológico-pastoral.

     Capítulo quinto: Después de un largo recorrido llegamos a la última conferencia celebrada en Aparecida. Desde las primeras páginas del documento se afirma que esta conferencia continuará con la reflexión pastoral desde la categoría signo de los tiempos y el método ver-juzgar-actuar. Trabajar desde los signos de los tiempos obliga a empezar por un análisis de la realidad. Si en Santo Domingo se enfatizó el análisis eclesial, Aparecida amplía esta perspectiva y vuelve a remarcar el análisis socio-cultural y eclesial. Los obispos insisten para que el análisis de la realidad se realice desde una mirada creyente fruto de revalorizar y enfatizar la dimensión discipular y misionera de todo cristiano.

     Luego de analizar la realidad, los resultados dicen que la rápida transformación de la sociedad sigue afectando a la Iglesia. Los afectados no solo son los que se alejaron de la Iglesia, ahora los afectados también son los que aún permanecen en la Iglesia porque han perdido la alegría de vivir la fe. Hay un cristianismo cansado y frio que reduce su vida solo a lo sacramental, sin ningún compromiso evangelizador. Ante esta realidad los obispos creen conveniente continuar con la Nueva Evangelización. El trabajo evangelizador será concretado en hacer de los fieles discípulos y misioneros. Hace falta reavivar la fe del pueblo y esto solo se logrará si se vuelve anunciar a Cristo y se procura el encuentro con él. Consecuencia de renovar el encuentro con Cristo es el anuncio, es decir, despertar el sentido misionero de cada cristiano.

Por otra parte, Aparecida vuelve a manifestar que utiliza los signos de los tiempos en sus dos sentidos: interpelación y presencia. Entre los acontecimientos que nos interpelan están los nuevos rostros sufrientes donde se encuentran los abandonados, excluidos, ignorados, etc. Y entre los acontecimientos donde podemos sentir la presencia de Dios están la cultura, que cada vez está siendo influencia, la piedad popular que se convierte en alma de la fe latinoamericana, las comunidades de base, etc.  

6.   Conclusión general.

    La categoría teológica signo de los tiempos pasó a formar parte del magisterio universal por medio del Concilio Vaticano II. Como sucede con toda novedad, no es suficiente con acoger, hace falta realizar un estudio para delimitar su contenido. Los padres conciliares después de realizar la acogida de la categoría signos de los tiempos, hicieron un estudio sobre su contenido teológico. El resultado de este estudio fue a parar en la constitución pastoral Gaudium et Spes. Los padres conciliares concluyeron que la categoría teológica signo de los tiempos son los acontecimientos donde podemos escuchar la interpelación de Dios (GS 4) y sentir su presencia (GS 11). Y para poder saber que acontecimientos son signos de nuestros tiempos, hace falta un discernimiento desde el sentido de la fe y el evangelio (GS 44). De esta forma los acontecimientos de cada época ya no son hechos vacíos y sin sentido, ahora son lugares donde podemos sentir el actuar de Dios.

    La recepción de la categoría signo de los tiempos en el continente latinoamericano se dio en la conferencia de Medellín. Esta recepción no fue solo copiar lo dicho por el Concilio Vaticano II, más que eso, fue contextualizar la categoría signo de los tiempos a la pastoral latinoamericana. Los obispos latinoamericanos vieron una gran riqueza para la pastoral el contenido teológico que le dio el Concilio Vaticano II a la categoría signo de los tiempos. No contentos con una recepción, los obispos buscaron la forma de aplicar la categoría signo de los tiempos a la pastoral. Esta aplicación se concretizó en el método ver-juzgar-actuar. Este método tripartito hizo que todos los aspectos teológicos de la categoría signo de los tiempos se pusieran en práctica. Desde Medellín la categoría signo de los tiempos irá unido al método tripartito y todas las demás conferencias lo utilizarán.