miércoles, 22 de febrero de 2017

Monseñor José Luis Astigarraga (Víctor R. Norberto)

Monseñor José Luis Astigarraga

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Con gran pesar, pero con la esperanza en la Resurrección, los Obispos del Perú comunican al Pueblo de Dios el fallecimiento de Monseñor José Luis Astigarraga Lizarralde CP, Obispo Vicario Apostólico Emérito de Yurimaguas, quien partió a la Casa del Padre a la edad de 76 años.
CONAMIL con Mons. José Luis Astigarraga Presidente Comision Episcopal de MisionesMonseñor José Luis Astigarraga Lizarralde, nació el 4 de mayo de 1940. Fue ordenado sacerdote el 2 de febrero de 1964 y su Ordenación Episcopal fue el 29 de febrero de 1992. El 17 de diciembre de 2016, el Papa Francisco aceptó la renuncia de Monseñor José Luis Astigarraga Lizarralde CP, al gobierno pastoral del Vicariato Apostólico de Yurimaguas, por límite de edad. Pertenecía a la Congregación de la Pasión fundada por San  Pablo de la Cruz.
ENCUENTRO NACIONAL DE MISIONEROS 2012Precisamente, en la 109ª Asamblea de los Obispos del Perú, que se viene realizando esta semana, se condecoró a Monseñor José Luis Astigarraga con la Medalla de Santo Toribio de Mogrovejo, con motivo de cumplir 25 años de Ordenación Episcopal.
Jesus Maria AristinEl Santo Padre Francisco ha nombrado al Padre Jesús María Aristín Seco CP, actual Secretario General de los Padres Pasionistas en Roma, como Administrador Apostólico Sede Vacante -et ad nutum Sanctae Sedis- de Yurimaguas (Perú).
El Administrador Apostólico Sede Vacante es un obispo o sacerdote que gobierna, en nombre del Papa, una Iglesia Particular durante el periodo de la Sede Vacante hasta una nueva intervención de la Santa Sede.
Felicitamos cordialmente al Padre Jesús María en su nuevo ministerio y lo acompañamos con nuestra oración.

Obispos Vicarios Apostólicos de Yurimaguas

  • Atanasio Jáuregui Goiri CP. Nombrado Prefecto Apostólico en el año 1921. Elegido Obispo de Mosilina y primer Vicario de San Gabriel de la Dolorosa, el 3 de mayo de 1939, murió el 30 de agosto de 1957.

  • Elias Olazar Muruaga CP. Preconizado Obispo Titular de Prusa y Coadjutor Auxiliar con derecho a sucesión del Excmo. Atanasio Jáuregui. el 24 de diciembre de 1952. Vicario Apostólico del 30 de agosto de 1957 hasta 1972. Murió en Lima el 26 de febrero de 1976.

  • Miguel Irizar Campos CP. Ordenado Sacerdote el 16 de marzo de 1972. Preconizado Obispo el 25 de julio de 1972. Nombrado Obispo Coadjutor del Callao el 19 de agosto de 1989. Nombrado Obispo del Callao el 17 de agosto de 1995. Tomó posesión de cargo el 1 de octubre de 1995.

  • José Luís Astigarraga Lizarralde CP. Nació el 4 de mayo de 1940. Fue ordenado sacerdote el 2 de febrero de 1964. Ordenación Episcopal el 29 de febrero de 1982.
    Fuente: Conferencia Episcopal Peruana.

José Luis Astigarraga, un obispo de la selva comprometido con las causas sociales

José Luis Astigarraga, un obispo de la selva comprometido con las causas sociales

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Imagen: Facebook de Manolo Berjón, religioso del vecino vicariato de Iquitos

-Astigarraga respaldó y participó de las protestas en contra de los decretos legislativos que motivaron los hechos del denominado Baguazo. Fue fundador del Frente de Defensa y Desarrollo de Alto Amazonas, incluso llegó a ocupar el cargo de vicepresidente. En los 26 años que fue Obispo del Vicariato Apostólico de Yurimaguas mantuvo una actitud firme de defensa de los más pobres.

15:58|22 de enero de 2017.- Dos cosas que reconocen de forma unánime las personas que lo conocieron de cerca son su carácter calmado y su apertura a escuchar a todos sin hacer distinción alguna. En las modestas instalaciones del Vicariato Apostólico de Yurimaguas, monseñor José Luis Astigarraga Lizarralde podía recibir a representantes de gremios sindicales, madres y padres de familia, jóvenes, o representantes de comunidades nativas. Aunque en el caso de estos últimos era más común que él fuera a visitarlos navegando varias horas por río.

La tarde del viernes 20 de enero la noticia de su muerte causó consternación en la capital de la provincia de Alto Amazonas, en el suroeste de la región Loreto. Su avanzada edad, 76 años, no le impidió realizar un último viaje al distrito de Jeberos, para agradecer la labor que realizan las religiosas de la Compañía Misionera del Sagrado Corazón de Jesús, asentada en la zona desde inicios de la década de los setenta.

A su edad movilizarse largas distancias no es lo más recomendable pero él era así, le gustaba viajar y era agradecido, explica Geovanni Acate, director de Radio Oriente, medio que opera con el apoyo del Vicariato, cuya jurisdicción abarca las provincias de Alto Amazonas y Datem del Marañón, en Loreto, y parte de la provincia de Lamas, en la región San Martín.

Monseñor José Luis Astigarraga nació en el País Vasco, comunidad autónoma de España. En 1991 fue nombrado obispo del Vicariato Apostólico de Yurimaguas. Con esta designación también pasó a formar parte de la Asamblea de Obispos del Centro Amazónico de Antropología y Aplicación Práctica (CAAAP), fundado en 1974. Apenas puso un pie Yurimaguas, el mensaje que llevaba era claro: aportar a la pacificación de aquella zona de la selva peruana golpeada por las acciones del grupo terrorista Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA). Eran años convulsos, de agitación y de enormes reclamos por parte de la población.

De esa etapa de transición, entre empaparse de la problemática de la selva y asumir el cargo dejado por monseñor Miguel Irízar Campos, fue testigo Lucero Guillen, hoy coordinadora de la Pastoral de la Tierra que se creó con el impulso del propio Astigarraga. "Monseñor José Luis era una persona muy entregada al pueblo y estaba convencido de su opción por los pobres", destaca Guillén en conversación telefónica. Al igual que varias personas que le conocieron, ella admite que la actitud que tenía hacia las comunidades nativas era muy especial. "Yo veía que él disfrutaba, revivía cada vez que partía hacia una comunidad".

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Palabras de monseñor Astigarraga, acompañado de monseñor Gerardo Zerdin, obispo de San Ramón, en enero de 2016, en la Pastoral Nativa organizada por los vicariatos de la selva y el CAAAP, en Lima. Foto: CAAAP

Astigarraga también fue fundador del Frente de Defensa y Desarrollo de Alto Amazonas, incluso llegó a ser su vicepresidente.  Desde su puesto se preocupaba por encontrar una solución a los problemas que afrontaba la población, recuerda Johon Paulkyn Tecco, jefe de prensa de Radio Oriente. "Era común verlo acompañando las protestas sociales. Cuando una vez amenazaron con quitarnos la señal (a Radio Oriente), lo vimos como un ciudadano más marchando", dice el comunicador.

Un religioso con los pueblos y las causas ambientales

Su personalidad a veces tímida no fue óbice para enfrascarse en arduos debates y sentar una posición firme ante el abuso de las empresas y los grupos de poder en la región, explica Vicente Venegas, sacerdote que trabajó de cerca con Astigarraga en los últimos tres años.  Venegas sostiene que monseñor siempre mantuvo una postura sólida en defensa de las comunidades nativas y ribereñas. "Una preocupación suya ha sido los derrames (de petróleo) y la pasividad de los gobiernos ante ellos".

Guillén, de la Pastoral de la Tierra, suma a esta cualidad. "Siempre me preguntaba por Morona, en su mente estaba grabado, 'no te olvides de Morona', me decía". Morona es un distrito de la provincia de Datem del Marañón. En febrero del 2016, varias comunidades del pueblo indígena Wampis de ese distrito padecieron los daños causados por el derrame de más de dos mil barriles de petróleo. Hasta la fecha, Petroperú, la empresa a cargo de la tubería que fue origen del vertido, no ha brindado atención adecuada a los afectados.

En el 2009, junto a otros religiosos de la selva, monseñor Astigarraga respaldó la protesta nativa en contra de los decretos legislativos del gobierno aprista de Alan García, que vulneraban derechos territoriales de los pueblos indígenas. Luego de Bagua, en la región Amazonas, Yurimaguas era la segunda ciudad de la selva que convocaba gran número de manifestantes.

El respaldo a los nativos llevó a que se presentaran acusaciones formales de algunos parlamentarios apristas en contra de religiosos como el padre italiano Mario Bartolini Palombi, por aquel entonces párroco del distrito de Barranquita. A Bartolini se le acusaba de "entorpecimiento de los servicios públicos e instigación a la rebelión".

En ese marco, Astigarraga unió en un pronunciamiento la voz de todos los actores del Vicariato –religiosos, religiosas, misioneros laicos, agentes pastorales y pueblo cristiano–. El pronunciamiento, difundido el 20 de junio, era de solidaridad con Bartolini y de reclamo ante los permanentes abusos del gobierno aprista contra la población indígena de la Amazonía. En enero de 2011 el padre italiano quedó absuelto del caso al no existir pruebas en su contra.

En agosto del 2009, parlamentarios apristas acusaron a Astigarraga de presuntos delitos contra la seguridad pública, bloqueo de carreteras, apología del delito de rebelión, entre otros. La denuncia no prosperó. De otro lado, sobre la radio del Vicariato, Radio Oriente, se emitió una orden para intervenirla. Como se esperaba, el religioso español no permitió que esta acción avanzara, reconoce Geovanni Acate, director de la radio.

Su compromiso con el ambiente era un pilar fuerte. En un video alojado en la red social YouTube, el año 2008, se le ve hablando sobre temas hasta entonces muy poco tratados en espacios públicos o de medios de comunicación. Alerta sobre "la ambición de las transnacionales" sobre los recursos de la selva, los monocultivos, la desaparición de bosques primarios y los lesivos decretos emitidos por el gobierno de entonces.

Un padre para todos

En los últimos años su salud se resquebrajó en gran manera. Sus pulmones y su respiración no eran como antes, relata Venegas. Medios locales ya daban cuenta en el 2015 de que había renunciado a su cargo y que esperaba que el Vaticano designara al nuevo obispo. Al demorar esta acción, monseñor Astigarraga se mantuvo en el cargo hasta el pasado 16 de diciembre (26 años, contando desde 1991), que fue cuando se supo del nombramiento de un administrador apostólico, cargo que es transitorio hasta la designación de un obispo oficial.

Cuando se supo de la noticia de su muerte, hombres y mujeres se agolparon en las puertas de su casa, en la sede del Vicariato. Los noticieros de la tarde lamentaban su partida, Radio Oriente dedicó un segmento especial a repasar su vida y obra. Sus restos son velados en la Catedral Virgen de las Nieves de Yurimaguas. Esta será también la sede que le acogerá por siempre.

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Monseñor Astigarraga en la Pastoral Nativa de enero de 2016 en Lima. Foto: CAAAP

Don José Gea, Misionero, (P. César Buendía, Rector UCSS)

Don José Gea, Misionero

Don José fue siempre misionero. Misionero es el que, al modo de Abrahán, siente de Dios que debe salir de su tierra natal, a la que ama, para buscar su verdadera patria, es decir, el lugar al que Dios le envía, la misión a la que Dios le llama. Sin el Señor y la relación con  Él no es posible comprender al misionero.

El camino incierto, la lengua extraña, el futuro desconocido, el peligro posible o las dificultades que le esperan, no sólo no le acobardan, sino que son expresión y parte de su propia entrega, de la verdad de la llamada y de la autenticidad de la respuesta.

El misionero cumple a cabalidad el seguimiento de Cristo, pues ha ido a buscar a la oveja perdida, y así, a sí mismo se ha dado por perdido. "Todo lo doy por perdido excepto el conocimiento de Cristo Jesús. Por Él lo perdí todo" (Flp 3,8).

En realidad, desde que venimos al mundo, la vida consiste en seguir a Cristo por ese camino en el que nadie es extraño, y, sin embargo, todos los somos de algún modo. Venimos porque Él nos llamó a la vida. Y, como Él es nuestro pastor, nada tememos, por oscuras que sean las cañadas  de la vida, y peligros haya en el camino. Podemos poseer muchas cosas, regalo del amor del pastor. Pero ninguna de ellas nos debe poseer. Porque lo único que conservaremos será ese amor. Y, de lo demás, se trata de tener como si no tuviéramos, porque las apariencias de este mundo se terminan (1Cor 7,31; 1Jn 2,17).

Pero misionero no es sólo el que sabe que nada en este mundo le puede retener definitivamente. Misionero es también el que tiene un tesoro que llevar, una noticia, quizá en vasos de barro, pero una noticia, por la que vale la pena dar la  vida, que transmitir. Si no se tiene, no vale la pena correr medio mundo para hacer un discípulo y volverlo a otro doblemente digno de castigo (Mt 23,15). En realidad sólo el que lleva la alegría del Evangelio puede ser misionero. El que ha sentido el perdón y puede transmitir el perdón y la noticia del perdón. El que ha sentido la plenitud y transmite que esa plenitud existe. Ése puede ser misionero.

Pues bien, Don José Gea fue así. Llevaba desde niño ese encuentro con Jesús que llenaba su alma. Vivió con Don Jesús Pla la urgencia, la alegría, la transparencia, el amor, los ojos del Evangelio en aquella Moncada de mi niñez, pues parecía que era Cristo quien miraba a los niños, a los jóvenes, a los adultos. Manifestó esa esperanza que no la tiene quien no ha tenido el encuentro con el Señor. Predicaba con la sencillez y la profundidad de quien no cuenta lo que le han dicho, sino lo que ha visto, y oído al mismo Señor que le habló en su alma.

Y no tuvo reparo, por ser obispo, de venir a suplicar a dos pobres curas, que habían sido sus discípulos (Vicente Folgado su secretario, yo su seminarista) que le dejaran un lugar en la casa que ocupaban en ese barrio de Lima, en que desarrollaban su ministerio, para ejercer el amor al Señor, ilusionado como cuando joven, amando a las ovejas que, sintiendo al pastor, se le acercaban constantemente.

En ese tiempo atendía el confesonario, daba catequesis a las seis de la mañana los domingos con el templo lleno (la primera misa, a las 7 am., reúne habitualmente a quinientas personas o más, media hora antes ya están todos).

Publicó sus libros, especialmente un catecismo para catequistas que incluye el tema de la oración,  y "Jesús catequista", una introducción donde Jesús, a través de cuentos, enseña a los niños el secreto de la fe católica, así como dos catecismos para la confirmación, que pudimos seguir en la parroquia.

Fomentó las vocaciones, que surgían constantemente cerca de él, dirigía constantemente a muchísimos seminaristas, religiosas y fieles, que se reunían en torno suyo y de tantas personas que formaban alrededor de él como una especie de movimiento espontáneo. Especialmente ayudó a un instituto secular femenino que floreció con muchísimas personas simpatizantes que tenían mensualmente un retiro espiritual con él; atendía también retiros para seminaristas, sacerdotes,  los retiros del clero del Perú, etc. y ayudó en los casos que le consultaba el Episcopado peruano, el Obispo de la Diócesis, e incluso personas de toda condición, que querían un consejo de alguien que estaba constantemente en oración.

Porque Don José se levantaba a las cinco de la mañana o antes, y, cuando los demás se despertaban, había estado ante el Santísimo, había escrito sus homilías, había respondido a consultas por internet y había escrito en los portales religiosos de la red. Y eso no le impedía seguir alegre en los distintos campos de evangelización que abría el Señor en esta parroquia: jóvenes, adultos, retiros, enfermos, niños, catequesis…. Y todo eso, sin embargo, no lo hacía solo. Daba juego a los demás. A nadie nos faltó trabajo.

Tuvo que volver a Valencia, llevado también por el Señor, que, como un viento, mueve con su Espíritu a sus elegidos. Fue probado por la enfermedad  y por la historia maravillosa que le esperaba en su tierra natal. Siguió dando testimonio entre sus paisanos.

Y un día, sin que pudiéramos creerlo en Lima, el Señor le llamó.

Ahora estará el siervo bueno y fiel con Él. Estará con Él el que no tenía reparo en confesarse con sus discípulos. Estará con Él tan feliz como vivió. Con todos los santos que le acompañaron en la vida.

Bendito sea, y bendita su familia, y benditas las personas que pudimos gozar de su compañía en esta tierra.

 

César Buendía Romero