lunes, 11 de septiembre de 2017

SANTO TORIBIO CONFIRMÓ A SANTA ROSA, SAN MARTÍN Y A UN MILLÓN MÁS

Algunos apuntes a propósito de su visita a Quives en 1598

 

José Antonio Benito Rodríguez

Mayorga y Villaquejida, las dos localidades que se disputan la cuna de Santo Toribio, ofrecen la misma iconografía: La confirmación de Rosa de Santa María, como vemos en la imagen. Les comparto algunos apuntes sobre este santo encuentro, al hilo de los congresos por el IV Centenario del tránsito al Cielo de la patrona de América.            

      

EL MUNUS SANCTIFICANDI DEL OBISPO Y LA CONFIRMACIÓN

Para que la Iglesia sea capaz de proseguir y completar su obra en el mundo, Cristo la ha dado misión y poder de desempeñar las funciones que El mismo ejercía: enseñar, santificar y gobernar. Cristo determina para su Iglesia una misión que consiste en continuar su obra, una responsabilidad, una función. Pero para ello comunica sus propios poderes de enviarlos, a aquellos que hacían de un doctor o profeta, un sacerdote y un pastor o rey. Así tenemos el munus docendi (haced discípulos a todos), el munus sanctificandi (bautizándolos) y el munus regendi (enseñándoles a observar todo), que es el ministerio pastoral. Estos tres poderes derivan de la única misión de Cristo   y persiguen idéntico objetivo ministerial, son poderes para misión de servicio: al Munus docendi compete guardar y trasmitir fielmente el depósito; al Munus sanctificandi, llevar a cabo la obra de salvación mediante el sacrificio y los sacramentos, en torno a los cuales gira la vida litúrgica (Sacrosantum Concilium, 6); y al Munus regendi, pastorear la Iglesia. 

Dos ministerios ejerce de modo ordinario el obispo, administrar el sacramento del Orden Sacerdotal y conferir el sacramento de la confirmación:

 "Por la Confirmación, cuyo ministro originario es el Obispo, se corrobora su fe y reciben una especial efusión de los dones del Espíritu…El Obispo, ministro originario del Sacramento de la Confirmación, ha de ser quien lo administre normalmente. Su presencia en la comunidad parroquial que, por la pila bautismal y la Mesa eucarística, es el ambiente natural y ordinario del camino de la iniciación cristiana, evoca eficazmente el misterio de Pentecostés y se demuestra sumamente útil para consolidar los vínculos de comunión eclesial entre el pastor y los fieles. (Juan Pablo II, Pastores Gregis, 2003, n.38)

QUIVES, CAPITAL DE LA SANTIDAD

            Santa Rosa de Quives está camino a Canta, específicamente en el Km. 63 de dicha vía. Santa Rosa de Quives nació como distrito cuando se dividió el distrito de Arahuay. A la nueva unidad administrativa se le sumó, como un anexo, el pueblo de Santa Rosa de Quives, que recibía el nombre de Quives o Quivi. En la actualidad es uno de los destinos favoritos de los limeños que huyen del ruido y la contaminación de la urbe. Ofrece al viajero un clima agradable y cálido durante todo el año. Se encuentra a 900 metros sobre el nivel del mar[1].

El padre de Santa Rosa, Gaspar Flores, arcabucero en la guardia del palacio del Virrey[2], fue nombrado administrador de un obraje situado en las cercanías de Quive en el que permaneció por espacio de cuatro años. Acerca de la condición socioeconómica de la familia, parece que nunca fue alta. Su padre, Gaspar Flores, arcabucero en la guardia del palacio del Virrey, un año antes de nacer Rosa, fue contratado como cateador de minas en Cajatambo en 1585.  En 1595 fue contratado para administrar el obraje de Quives, donde trasladó a toda su familia., fue  nombrado administrador de un obraje situado en las cercanías de Quive en el que permaneció por espacio de cuatro años. Su nombramiento quizá comenzó a raíz del inicio del mandato de Luis de Velasco, 24 julio 1596- (según Stephen M. Hart, 2017:159). Contaba en ese tiempo con 71 años y debía superar el salario de 500 pesos anuales que ganaba antes. La minería era un sector cuya mano de obra tenía que ver con la infame mita. Nunca alcanzó a tener una encomienda y tampoco participó en el grupo social alto de la ciudad. Sus ingresos a duras penas alcanzaban para mantener a su numerosísima familia.

 

Tal sentir coincide con las escasas fuentes que recogen datos sobre el menester como las Actas del Proceso de Beatificación, el Diario de la Visita, las primeras biografías de ambos santos. Así, en el Auto del Cuestionario para el Proceso de Beatificación, de 5 de septiembre de 1617, en la pregunta tres se dice "hasta que siendo de edad de once años poco más o menos, el señor Don Toribio Mogrovejo, Arzobispo de esta ciudad, hizo órdenes de confirmación en el pueblo de Quivi, nueve leguas de esta ciudad y confirmó a la dicha santa niña en el nombre de Rosa de Santa María.[3]

Para conocer detalles de la liturgia de la confirmación nos sirve la quinta pregunta del Cuestionario del mismo Proceso de Beatificación:

Y muchos días entraba a confirmar en las doctrinas sin desayunarse con cosa alguna y a puertas cerradas queda­ban dentro de la Iglesia dos y tres mil áni­mas, las cuales confirmaba todos, sin salir a comer si no era hasta la tarde, cuando se acababa, que solía ser a las cinco de la tarde... que causaba gran admiración y espanto. Y esto hacía con gran espíritu y fortaleza en las comidas que ordinariamente comía eran tenues, como una olla y alguna vez un bocado de asa­do y cuando le ponían algún regalo lo daba a los indios y pobres que presentes se hallaban.

 

Refuerza esta información el testimonio del Contador Gonzalo de la Maza, quien afirma que "esto (el llamarse Isabel) duró hasta que el señor Arzobispo don Toribio Alfonso Mogrovejo lo confirmó"[4]. Acerca del asunto del cambio de nombre en la confirmación, el Padre Fray Luis de Bilbao nos dirá que, aunque ya se le llamaba Rosa, sin embargo, oficialmente, fue confirmada con el nombre de Isabel "Y que aunque es verdad que ha corrido la voz que a esta virgen el señor Arzobispo Don Toribio, le trocó el nombre de Isabel en Rosa, a instancias de sus padres, no lo tiene por tan cierto; y que lo que sabe de su misma madre es que habiendo propuesto firmemente trocarle el nombre en la Confirmación, llegada la ocasión, se le olvidó totalmente, con la costumbre que tenía de llamarla Rosa; y así entiende que se Confirmó, en el nombre que tenía de Isabel; pero que está muy cierto, que el nombre de Rosa lo tuvo desde edad de tres meses hasta que murió; y que por éste y no por el de Isabel, fue conocida y tratada hasta que murió"[5].

            El "Libro de las Visitas menciona a Quives al resumir las leguas que el Arzobispo: "ha andado en esta visita que hizo saliendo de esta ciudad de los Reyes en 8 de agosto de 1601 años": De Lima a Carabayllo 4 (leguas); de Carabayllo a Yangas 6 (leguas); de Yangas a Quivi 1[6].  La distancia es de 11 leguas.  Al referir a los "confirmados que Su Señoría confirmó en la visita que hizo este año de 1602 son los siguientes: Villa Carabayllo, 9 personas; de Quibi (los siete pueblos; doctrina de Quivi, 7 pueblos, como San Pedro de Yaco, Araguay, Visc, Santa Olalla, San Mateo), 557, de Canta 556 Guama, 648[7]. Acerca de la población existente, constata esta precisa información: "Memoria de los Tributarios reservados, viejos y viejas, muchachos y muchachas de la doctrina de que anduvo Su Señoría Ilustrísima en la visita que salió en prosecución de ella a 8 de agosto del año de 1601 y confirmados en ellas y sínodos de los curas que es en la forma y manera siguiente: Doctrina de Quivi, 7 pueblos. Confirmados año de 1603, 10 ánimas. Por manera que hay en toda esta doctrina de Quivi, 408 tributarios y con ellos y la demás gente, hay 1920 ánimas de todas edades. Sínodo. Tiene el padre de sínodo, 480 pesos ensayados"[8]

            M. Mendiburu es más explícito: Rosa "pasó a Canta con su familia en 1597 porque su padre llevó una comisión a esa provincia y residieron en el pueblo de Quivi. Allí recibió Rosa la confirmación de mano de ST que hacía visita a su diócesis; el padrino fue el cura de la doctrina D. Francisco González y se asegura que quedó en ese acto ratificado el nombre de Rosa. En Quive hay una capilla en que se dice estuvo la habitación de Rosa, añadiendo que una piedra que existe dentro, le servía de asiento. Ese pueblo tenía entonces opulentas minas y mucho vecindario, ingenios y oficinas para beneficio de metales; hoy sólo le ha quedado el nombre de Santa Rosa" (Tomo VII, Imprenta Bolognesi, Lima, 1887, p.211)

En 1598, tras vivir la Semana Santa en Lima, visita sus contornos y, tomando el camino del norte, se acerca el 12 de febrero de 1598 a Arnedo o Chancay y Canta. Su presencia en Quives coincide con la morada en el poblado de la familia de Santa Rosa de Lima a quien confirma. El padrino sería el cura de la doctrina don Francisco González[9], el mismo que aparece en la relación de curas prebendados de 30 de abril de 1602 presentados por el virrey[10].

El siempre bien documentado P. Vargas Ugarte: "Tendría unos doce años cuando hubo de dejar Lima para pasar con sus padres al pueblecito de Quive… Gaspar Flores había sido nombrado administrador de un obraje situado en las cercanías y allí permaneció por espacio de cuatro años. La doctrina de Quive estaba al cuidado de los religiosos de la Merced y, estando Rosa en el lugar, vino a visitarla el Santo Arzobispo, Toribio de Mogrovejo. Era esto en el año 1597[11]. Rosa se dispuso a recibir el sacramento de la confirmación y, siendo su padrino el cura doctrinero del pueblo, Francisco González, recibió la unción sagrada de manos del virtuoso prelado"[12].

            En la relación del arzobispo B. Lobo Guerrero, en 1619 se da cuenta de que la doctrina de Quibi "tiene nueve pueblos en distancia de diez leguas en llanos y en sierra, el primer pueblo de los llanos dista de Lima 9 leguas, es cura de esta doctrina Cristóbal de Castilla, de edad de 65 años; ha catorce que la sirve con presentación del virrey. En cada uno de los dichos pueblos hay iglesia y pila baptismal. Tiene esta doctrina 1.300 indios e indias de confesión. No tiene hospital ni cofradías"[13].

            Como recuerdo de este singular momento, tenemos varias esculturas, cuadros, retablos y hasta templos. Cabe mencionar el retablo esculpido en madera policromada en la casa solariega de Mayorga con el grupo escultórico que representa a Santo Toribio confirmando a santa Rosa de Lima y que está bordeado por diferentes casetones con relieves alusivos a los momentos más destacados de su vida.

            Rosa vivió en Quives aproximadamente unos 4 años. A los 14 regresó a Lima y muere el 24 de agosto de 1617. Fue canonizada el 12 de abril de 1671.

En Quives se encuentran en la actualidad los Misioneros de Nuestra Señora de la Reconciliación y del Señor de los Milagros. En una de las lápidas puede leerse:

 "Esta es la casa donde vivió Santa Rosa de Lima por los años de 1596-1604. Don Gaspar de Flores, padre de Santa Rosa, ex alabardero de la guardia del virrey administraba una mina de metales preciosos cerca del lugar de Quives. En el jardín del Santuario se conserva una piedra de molino de la época utilizado para triturar los minerales en el obraje. Los lavaderos del mineral fueron sepultados por un huayco cerca del templo. En el altar interior se ha incrustado la piedra donde la santa se recluía para orar. Una de las hermanas de Santa Rosa llamada Bernardita que fue confirmada junta a ella murió en Quives y está enterrada a la entrada del templo. Monseñor E. Lissón, C.M. arzobispo de Lima colocó la piedra de la restauración de la ermita en día 31 de agosto de 1924. El templo donde fue confirmada por Santo Toribio Mogrovejo arzobispo de lima y esta casa han sido declarados monumentos históricos por Ley Nª 10403 del 23 de febrero de 1946. Este conjunto recibió el nombre de santuario (JM 88).

Desde la creación de la diócesis de Carabayllo en 1999, su obispo Monseñor Lino Panizza ha promovido la peregrinación al santuario, especialmente los 30 de agosto, y, en particular, cada 8 de octubre, fiesta de Nuestra Señora del Rosario, día en que acude toda la diócesis con más de 200 autobuses y numerosos fieles caminando. En la actualidad los Misioneros de Nuestra Señora de la Reconciliación y del Señor de los Milagros.

 

EL SACRAMENTO DE LA CONFIRMACIÓN

El Segundo Concilio Limense, en 1567, ordenaba "que pongan diligencia los obispos en dar el sacramento de la confirmación a todos los indios bautizados y prevean de candelas y de vendas a sus costa por la pobreza de los indios" (C2L, Parte 2ª, 46; en VARGAS UGARTE, Rubén - Concilios limenses. Tip. peruana, S.A., Lima, 1951, T. I, p.246.  Por su parte, el Tercer Concilio Limense, (Lima 1583) explica que el sacramento de la confirmación se da "a todos los cristianos bautizados, para que tengan fortaleza en la fe y ley de Dios contra sus enemigos". De modo explícito se prescribe que "cuando se da el sacramento de la confirmación a los indios no se les pida plata ni dierno alguno ni aún les persuadan a que lo traigan, antes a los indios pobres el obispo les provea de candelas y vendas liberalmente" (Act. 2, Cap.13; VARGAS UGARTE, Rubén - Concilios limenses. Tip. peruana, S.A., Lima, 1951, T. I, p.328).

            Fiel a lo prescrito en los concilios limenses (C2L, I, 48) de que "todos los que se confirman se asienten en el libro", en el citado "Libro de Visitas" se da razón de los confirmados en Lima de 1592 a 1597 y de 1601 a 12 de enero de 1605, sumando 2.262. Cuando escribe en 1590 al Papa Sixto V le habla de 450.000 confirmaciones. Al dirigirse al Papa Clemente habla de más de 600.000. Su sobrino sacerdote Luis de Quiñones, en 1607, habla de 800.000, y Sancho Dávila, en 1632, de un millón.

Sancho Dávila, que tan cerca estuvo siempre del Santo, cuando fue llamado a declarar en vida del Santo, en 1595, dará pormenores de la confirmación en circunstancias especiales como la concurrencia masiva de fieles o en caso de epidemia:

"Por abreviar y darse prisa no confirmaba sentado, como otros Prelados hacían, sino haciendo en la Iglesia muchas hileras de los indios e iba por cada una confirmando en pie, sufriendo su hedor, que en algunas partes era insufrible, y algunas veces confirmaba a las mil ánimas juntas…En especial, en el tiempo de las viruelas y peste general que hubo en este reino, que por estar todos los indios en sus casas caídos con la dicha enfermedad, se andaba el dicho señor Arzobispo de casa en casa, a confirmarlos, sufriendo el hedor pestilencial y materia de la dicha enfermedad" (IRIGOYEN II, 134)

 

En el proceso de beatificación de 1632 declaraba con precisión:

"Confirmó en su Arzobispado más de 1.000.000 almas y de las más de ellas fue este tes­tigo padrino de ellos[14],… y nunca consintió que le ofreciesen plata ni otra ofrenda y no llevó velas ni vendas a ningún indio y se enviaron a esta ciudad de los Reyes por un quintal de velas y cien varas de roan. Gastadas y acabadas aquellas, enviaron por otras tantas y si algún indio llevaba alguna candela, se hacía volver a su casa y las velas que daban  1os puebles las dejaba a las Iglesias de los pueblos. que si hubiese de llevar ofrendas candelas y vendas de los que confirmó, le de­bieran grandísima suma de hacienda. Cada indio llevaba su candela y venda de confirmando como regalo del Arzobispo. Si el material no llegaba de Lima, ordenaba romper las sábanas de su cama. Y muchos días entraba a confirmar en las doctrinas sin desayunarse con cosa alguna y a puertas cerradas queda­ban dentro de la Iglesia dos y tres mil áni­mas, las cuales confirmaba todos, sin salir a comer si no era hasta la tarde, cuando se acababa, que solía ser a las cinco de la tarde... que causaba gran admiración y espanto…

Comparto, por último, un valioso testimonio que aporta otros detalles complementarios como el de la visita personal por las chozas. Fray Juan Yáñez Solano, natural de la villa de san Clemente (Cuenca) España, O.P. [600v] [603]"porque este testigo vio muchas veces por sus ojos en las confirmaciones que hacía dar a los dichos indios velas[603v]y vendas de su hacienda  porque llevaba muchas en unas petacas todo para este efecto y las que ofrecían los españoles se las daba a la iglesia donde confirmaba y les hacía llevar para que sirviesen a los pobres indios y asimismo sabe este testigo que caminó visitando su arzobispado gran [sic] de leguas por caminos como tiene dicho ásperos y peligrosos y frigidísimos y también muy cálidos sólo por la salvación de las lamas que le estaban encargadas y este era su principal intento y por una sola alma caminara muchas leguas y diera la vida como buen pastor como [604]lo hizo muchas veces y así mismo si algunos indios o indias estaban enfermos e impedidos de manera que no pudiesen venir a la iglesia a confirmarse iba en persona a sus chozuelas y ranchos a confirmarlos y consolarlos.

 



[2] José A. del Busto "El Arcabucero Gaspar Flores, padre de Santa Rosa" Revista Histórica, Lima, 1960. En el proceso de canonización, el 22 de febrero de 1618 declara que es "gentil hombre de la compañía de los arcabuceros de la guardia de este reino…natural de San Juan de Puerto Rico…de 93 años".

[3] Primer Proceso Ordinario para la Canonización de Santa Rosa de Lima 1617 Transcripción, introducción y notas del P. Dr. Hernán Jiménez Salas, O.P. (Monasterio de Santa Rosa de Santa María de Lima, Lima, 2003, pp.604 pp.) (fol.5v) p.21

[4] Primer Proceso Ordinario para la Canonización de Santa Rosa de Lima 1617, folio  23v/

[5] Ibídem. f.285. p.365

[6] [318v]

[7] [221

[8] pág. 200]".

[9] Ismael PORTAL Lima religiosa (1535-1924) Librería e Imprenta Gil, Lima, 1924, p. 97)

[10] Lissón IV, nº 989, Patronato 248, R.33

[11] No hay acuerdo en las fechas. Unos hablan de 1597, otros de 1598. Me inclino por esta segunda.

[12] La Flor de Lima. Santa Rosa  Paulinas, Lima, 5ª ed. 1994 pp.20-21.

[13] (Lissón, V, nº 1282, A de Lima 301)

[14] Acerca de los padrinos, se nos da una información precisa [213v] Ninacaca. En el pueblo de Ninacaca a postrero día del mes de febrero de 1588 años, Su Señoría Ilustrísima confirmó a los siguientes, de que fue padrino Sancho Dávila, siendo cura el P. Diego Flórez, 394. Acerca de los padrinos, los concilios ordenan "que en cada pueblo o parroquia de indios, se señalase un padrino para los que se bautizan [o confirman]; el señalarle empero a éste, será propio del ordinario, el cual podrá también señalar más que uno, como viere convenir al número de gente, con tal de que los así señalados sean ciertos y tales que se les pueda encomendar la enseñanza de los hijos espirituales" (C3L, II, 9).