lunes, 4 de septiembre de 2017

P. Manuel Kato Yda, OFM (1 de marzo 1925- 6 de enero 2017)

El Padre Manuel Kato es un referente sacerdotal japonés en el Perú.

Les comparto tres notas: La emotiva despedida con motivo de su partida; la semblanza de su vida por César Tsuneshige Fukuda y una entrevista brindada por el profesor Julio Toguchi

 

Multitudinaria y emotiva despedida al padre Kato

MARTES, 10 DE ENERO DE 2017 | 7:41 PM

http://www.perushimpo.com/noticias.php?idp=8579

 

 El sacerdote franciscano Manuel Kato Yda (1 de marzo 1925- 6 de enero 2017) recibió una multitudinaria y emotiva despedida. Cientos de personas de todas las edades participaron en el velorio y en la misa de cuerpo presente que se llevó a cabo en la iglesia San Antonio de Padua, así como en el sepelio, realizado el domingo 8 en el Convento de los Descalzos, en el Rímac.

El padre Kato, primer nikkei peruano ordenado sacerdote, falleció el viernes 6 de enero, luego de cinco meses de padecer un delicado estado de salud.

El velorio se inició el mismo viernes, en el salón del Comité San Francisco, de la parroquia San Antonio de Padua, hasta donde llegaron los máximos representantes de las instituciones nikkei, así como un gran número de personas que conocieron de cerca la trayectoria sacerdotal del reverendo.

El domingo 8, a las 4:00 p.m., se llevó a cabo la misa de cuerpo presente, la misma que fue celebrada por monseñor Salvador Piñeiro, presidente de la Conferencia Episcopal Peruana, y los sacerdotes de la Provincia Misionera San Francisco Solano.

En un sentido tributo al padre Kato, monseñor Piñeiro elogió su dedicación benéfica con obras como el Hogar Emmanuel, el Policlínico Emmanuel y la Casa de Reposo para personas mayores.

El padre Mauro Vallejo, ministro provincial de la Provincia Misionera San Francisco Solano de los Descalzos, manifestó que conocía al padre Kato desde hace 6 años, y destacó en él su sencillez, humildad y su incansable dedicación al trabajo.

Subrayó además el culto y la práctica de la cultura japonesa, como el respeto a los difuntos. «El padre Manuel Kato cuidó y guardó las cenizas de su mamá», comentó.

Destacó asimismo que entre sus obras de lectura, el padre Kato tiene un 70% en japonés, un 20% en francés y un 10% en castellano. 

Fray Vallejo también alabó y agradeció su honradez y reflexionó sobre el gran ejemplo de solidaridad que deja. Y agradeció a Dios por «darnos un hermano como el padre Kato, mensajero de servidor». «Arigato, muchas gracias, padre Manuel Kato. Descansa en paz».

Al finalizar la eucaristía, el cortejo fúnebre se dirigió al Convento de los Descalzos del Rímac.

«Que el padre Kato florezca como el sakura»

El sacerdote David Tello, de la comunidad San Antonio de Padua, y quien estuvo muy cerca del padre Kato durante la organización de la chocolatada navideña y en el tiempo en el que este ya afrontaba un delicado estado de salud, hizo el responso de cuerpo presente.

Adicionalmente, recordó que el padre disfrutaba de cotemplar el florecimiento del cerezo. «En la parroquia San Antonio de Padua tenemos dos árboles de cerezo. A la cercanía del florecimiento de estos árboles, el padre Kato le quitaba las hojas para el florecimiento completo del sakura».

En Japón la flor del cerezo simboliza, la sencillez de la naturaleza y el renacimiento de la primavera, resaltó fray Vallejo, y añadió su deseo de «que al padre Manuel Kato florezca como el sakura».

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INFONIKKEI. http://www.nikkeicity.com/infonikkei/biografias/padre.kato.htm

Padre Manuel Kato
Mencionar al Reverando Padre Manuel Kato, no solo nos inspira respeto por haber consagrado su vida al servicio del Señor, sinó que su trayectoria encaminada en esa rectitud, disciplina, honestidad y sobretodo humildad, es todo un bello jardín de valores cultivado con amor...verdadero ejemplo a seguir.
Durante los trabajos de investigación, compilación, coloquio amical con los integrantes de la Comisión Libro Centenario de la Inmigración Japonesa al Perú, y cumplido los primeros años en esa búsqueda. Don Juan Tokushima nos narró sobre la Iglesia Católica en la historia de la inmigración japonesa, y a través de ella evocar dormidos recuerdos que fueron aflorando al observar añejas fotografias. El con lujo de detalles nos explicaba de la presencia de la Madre Francisca Gloss, el Angel guardian de los pioneros inmigrantes, de los padres franciscanos Calixto Gelinas y Urbano Cloutier, para nosotros los padres Yonekawa, quienes fueron nuestros primeros maestros en catecismo en el José Gálvez del Callao.
SE ORDENO EN 1954
Del amigo Kato San, el primer sacerdote nikkei quien se ordenó en el año 1954, y nos explicaba que en la década del 60, cuando la vida religiosa sufre una tremenda crisis vocacional y por ende la disminución de misioneros que laboran en el Perú. Entones el Provincial Franciscano entrega la Misión Católica Japonesa a la Santa Sede, que confia esta Misión a los Padres Jesuitas. Y el general de esta Orden designa esta obra al Padre Luis Martínez, quien como Vicario Episcopal de la Misión Católica Japonesa dirigió en compañia del Padre Manuel Kato y el Padre Julio Vallejo Hayashida.
Por su parte el Padre Manuel Kato, regresado definitivamente del Japón en 1976, en donde permaneció unos 15 años y a pedido de la Hermana Clara Tome, forma un grupo de apoyo con algunos empresarios para fundar un hogar para los niños en estado de abandono, el Hogar Emmanuel.
Desde esa época en constante actividad a logrado hacer realidad el Policlínico Emmanuel, la Casa de Reposo Emmanuel y últimamente perfilándose para inaugurar la nueva casa de salud, el moderno Policlínico.
Pensando en los niños, siempre solicita el apoyo a la colecta de «La Marcha de los Reales» iniciado por el Obispo Monseñor Ricardo Durand Flores, creador y fundador de la Cruz Blanca, para apoyar económicamente la organización anual de los Campamentos Vacacionales de Verano.
Nos mencionan que fue difícil convencer al Padre Manuel Kato para este homenaje, ya que su formación y humildad lejos de los halagos, tuvo que ceder ante el petitorio unánime de los amigos de la Asociación de Ex-Alumnos Lima Nikko, de la Vicaría Apostólica, Colectividad Japonesa, del Comité San Francisco, Convento San Antonio de Padua, Asociación Emmanuel, Asociación Femenina Peruano Japonesa y la entidad rectora de la Asociación Peruano Japonesa.
Por todo ello, participar de este justo y merecido homenaje, lo considero un honor y un privilegio el estar inmerso por la invitación en esta Comisión Organizadora que preside Don Gerardo Maruy, que cuenta con el respaldo de numerosas instituciones amén de las ya mencionadas.
El 29 de junio del 2004, a horas 4:00 pm. en la Iglesia San Antonio de Padua: Misa concelebrada.
Y la recepción en el Dai Hall del Centro Cultural Peruano Japonés, a horas 7:00 pm.
Los esperamos

César Tsuneshige Fukuda

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ENTREVISTA AL PADRE KATO Curso: Historia de la Iglesia en América Latina, FTPCL; Julio Toguchi

El Padre Manuel Kato es una de las figuras más importante dentro de la colectividad peruano-japonesa, fue el primer nikkei, hijo de inmigrantes japoneses, en ordenarse sacerdote católico. Es, sin duda, testigo de excepción, y al mismo tiempo fruto, de la evangelización fundante en la Colonia japonesa en el Perú.

¿Cuándo se ordena usted sacerdote católico?

El 29 de junio de 1954, año Mariano, en la Iglesia Parroquial Santa Teresita del Niño Jesús, a la que estaba incardinada la Misión Católica Japonesa de la Av. Arenales. La ceremonia fue presidida por Mons. Tomás Wakida, Obispo emérito de Yokohama.

¿Cómo nace su deseo de ordenarse sacerdote?

De una manera muy curiosa, la vocación es un misterio, es más, de pequeño yo era más bien un anti- católico. Porque mis compañeros en el colegio (el Padre Kato estudió en la Gran Escuela Central de Lima, Lima Nikko) se hacían católicos para sacar buenas notas en conducta, pero no porque les naciera de verdad, y eso a mí no me gustaba, incluso debo confesar que ni siquiera me gustaba mucho estudiar, quería ser más bien "chacarero", porque siempre me ha gustado mucho el trabajo en el campo, incluso ahora.

Pero un día me llevan al Hospital 2 de Mayo, y allí veo cómo los japoneses, por la falta de conocimiento del idioma, no podían recibir un tratamiento médico adecuado. En ese momento quise más bien ser médico, para poder ayudar a todas esas personas. Es así que, en el año 1941, siempre pensando en ser médico, recibo una beca en la escuela de Pedagogía que quedaba en la Av. Bolivia, la cual estaba regentada por los hermanos de La Salle. Y es aquí donde los hermanos dan una charla de orientación vocacional: un médico, un abogado y un sacerdote; este sacerdote que da la charla, era un sacerdote del espíritu santo, mexicano. Al escucharlo, me dije: pero esto es lo que yo he buscado toda mi vida, y es allí mismo que decido hacerme sacerdote, y al año siguiente ya entro al seminario menor.

¿Tuvo que enfrentar alguna oposición en casa?

En mi casa, yo me bautizo en el 1941, en el 42 mi hermano también se bautiza, cuando entro al seminario mi hermana, mi mamá y mi papá estudian el Catecismo, y se bautizan mi hermana y mi madre, mas mi padre tenía mucha oposición y el Padre no quiso bautizarlo. Pero mi padre era muy tímido, entonces él no me atacaba directamente sino que me enviaba a sus amigos a visitarme al Seminario. En estas circunstancias yo pensé que no iba a poder resistir, porque siempre me habían inculcado el respeto a los mayores, es por ello que busqué y acepté formarme en el Canadá.

Mi madre en cambio al ver mi determinación, me dijo que si esto había decidido que siga mi camino hasta el final.

¿Cómo ve Ud la relación entre la religiosidad y la idiosincrasia japonesas, y la religión católica que profesa y predica?

En primer lugar, veo como un don de Dios la llegada de mi familia a estas tierras, dándome la posibilidad de vivir la religiosidad cristiana, y poder pertenecer a la iglesia Católica. Veo que este espíritu religioso, el fervor y devoción que existen en este continente, no se aprecia en otros lugares, como en el Japón, por ejemplo. Cuando yo voy a visitar a mis parientes al Japón, los veo como buenas personas, honestos y con sólidos valores morales, pero sin mucha o casi ninguna inquietud religiosa, espiritual. Me dicen "Padre", en japonés, pero nunca me preguntan por lo que siento, o por mis ocupaciones como sacerdote católico, no percibo en ellos esa sensibilidad religiosa que encuentro en nuestras tierras.

La misma providencialidad la encuentro en la obra de la Misión Católica Japonesa en el Perú. Cómo, por ejemplo, el mismo año en que llegan los primeros inmigrantes al Perú, llega igualmente la madre Francisca Gross, la Madre de los Japoneses, que es quien consigue la llegada de sacerdotes que supieran el idioma japonés, para apoyar la predicación a favor de los inmigrantes. Asimismo, la llegada del mismo representante del gobierno japonés en el Perú, el Sr. Kitada, quien aunque personalmente no era católico, sí lo eran su esposa e hija. Y providencialmente era también amigo del Padre Calixto, a quien conoce cuando éste evangelizaba en Japón. Siendo así que él también apoyó a la evangelización de la colonia japonesa en el Perú, pues decía que los inmigrantes debían educarse en la religión oficial del país que los acogía.

Por otro lado, sí hay elementos muy favorables para la asimilación de la religión católica por parte de alguien que proviene de la cultura japonesa. En primer lugar, los sólidos valores morales que tiene el pueblo japonés, y que nosotros los inmigrantes hemos recibido de herencia. Así, la honestidad, el rechazo permanente a la mentira y la obligación a decir siempre la verdad, que fue algo que siempre me repitieron en casa. Luego, la dedicación al trabajo, el respeto a los mayores, o la responsabilidad al asumir un encargo y el no desistir del lugar que a uno le han encomendado, al igual que la laboriosidad propia del japonés.

Pero por sobre todo doy a gracias a Dios, que me trajo providencialmente a estas tierras por medio de mi padre, dándome el don de la fe y más aún el don de la vocación sacerdotal. Por ello, para mí es muy cierto lo que dice Jesús: "Ustedes no me eligieron a mí, yo los he elegido", ante ese regalo cómo no dar gracias, cómo no vivir agradecido.