domingo, 6 de diciembre de 2015

Ahorita que se acerca la Navidad, les comparto la encantadora historia narrada por la fabulosa "contadora" de leyendas, Alfonsina Barrionuevo. 


EL DIVINO ROBAPAN 

¿Se puede robar una leyenda?
He comprobado que sí. Hace muchos años cuando fui a Oropesa, pueblo panadero de Cusco, conocí al divino Robapan. Un Niño Dios, el mismo que aparece en la fotografía, al cual manos aviesas se llevaron de la iglesia.
Cuando pregunté por las imágenes que había en su interior me dijeron que había una de maravilla conocido como el "Divino Robapan", y me contaron su historia.

Una panadera de siglos pasados, entre muchos artesanos que se dedicaban a preparar las deliciosas y fragantes chutas, grandes panes, de tipo familiar, descubrió que las suyas desaparecían de la canasta donde las ponía. Ella trabajaba en uno de los tantos turnos. En Oropesa los hornos estaban prendidos desde medianoche hasta la madrugada. A ella le tocaba muy temprano y se iba después a descansar un par de horas. Volvía y se llevaba su gran canasta para venderlas.

Alguien, sin embargo, comenzó a robarle sus chutas. El contenido de su canasta mermaba, debajo de las blancas y almidonadas manteletas conque las cubría. Era sigiloso el tal ladrón. La puerta de la habitación donde las guardaba permanecía cerrada con un candado "loba" de tres vueltas, muy seguro. Le puso dos y hasta tres. Igual. Hasta que decidió vigilar desde una  vivienda cercana. Su espera dio un inusitado resultado. Con sorpresa vio que las hojas de su única ventana se abrían hacia afuera. Unos chiquillos se pusieron en fila al costado y, ¡sorpresa!, un hermoso Niño Dios que había comprado, apareció en el vano, comenzando a repartir sus chutas. Al terminar cerró la ventana y todo volvió a su normalidad.

La panadera encerró a la divina imagen en una urna y, "en su nombre", preparó desde entonces unas chutas para los niños que iban, a su vivienda, por su ración.
Volví a Oropesa, al cabo de muchos años, cuando el pueblo había cambiado enormemente. Fui a la iglesia porque quería grabar al Divino Ropaban para mi programa del Canal 7. Ya no estaba en el altar de la iglesia donde llevaron la urna cuando falleció su dueña. Me apenó que robaran al Niño de leyenda.

Lo pueden ver en un cuento que escribí para narrar su adorable historia. Tenía la foto y Kukuli, mi hija, lo reprodujo en bellas ilustraciones. El cuento figura entre otros que he escrito para los niños del Perú.